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Náyade Tortosa Condés
Reyes Molina Botella
2º bachillerato – B
Biología humana
ÍNDICE
1.- Introducción
1.1.-¿Cómo sentimos?
1.2.- Receptores internos y externos
2.- Sentido de la vista
2.1.- El ojo humano
2.2.- Funcionamiento del ojo
2.3.- Estructuras protectoras
3.- Sentido del tacto
3.1.- Fisiologia del tacto
4.- Sentido del oído
4.1.- Oído externo
4.2.- Oído medio
4.3.- Oído interno
4.4.- Cómo se oye
4.5.- Equilibrio
5.- Sentido del olfato
5.1.- Anosmia
6.- Sentido del gusto
7.- Conclusión
Introducción

Te sugiero que hagas el siguiente experimento: solo en una habitación en
silencio, ojalá a oscuras, de pie, cierra los ojos, tápate los oídos y quédate
inmóvil durante un rato. ¿Cómo te sentiste? o ¿qué sentiste? Lo más probable
es que la respuesta sea: aislado e indefenso. A lo mejor sentiste la presión en
los pies o tal vez frío o calor. Como te habrás dado cuenta, el tener oídos y
ojos bloqueados produce cierta inseguridad e inestabilidad.
¿Sabes por qué te sucedió eso? Porque estamos acostumbrados, casi de
manera inconsciente, a que los sentidos nos informen de lo que está pasando a
nuestro alrededor. Sin ellos, estaríamos en riesgo constante al no percibir los
peligros.
Tenemos cinco órganos de los sentidos: los ojos, que nos proporcionan la
vista; la piel, que nos permite el tacto; los oídos, que además de captar los sonidos
nos entregan el equilibrio; la nariz, que nos ayuda a percibir los olores, función que
denominamos olfato; y, la lengua, que nos da la posibilidad de distinguir una
compleja gama de sabores, el gusto.
¿Te imaginas qué pasaría si perdiéramos alguno o varios de estos sentidos?
Además de la desesperación y la angustia que nos provocaría la situación,
estaríamos expuestos a una serie de accidentes. Lo más seguro es que
requeriríamos de la ayuda de alguien para desenvolvernos, por lo menos hasta
desarrollar los sentidos que nos restan y aprender a ser independientes de nuevo.
Los sentidos nos proporcionan la información vital que nos permite
relacionarnos con el mundo que nos rodea de manera segura e independiente. Esto,
por medio de las sensaciones, que son el mecanismo que tiene nuestro cuerpo para
procesar todos los estímulos que recibe: luz, sonidos, sabores, frío o calor, dolor,
olores, incluso las caricias, cosquillas y besos.
¿Cómo sentimos?
Cuando un mensaje se aproxima a la superficie de nuestro cuerpo, se da a
conocer pulsando algo así como un timbre, que en la práctica es una terminación
nerviosa especializada en esa información, que transforma en impulso nervioso.
Hay muchos timbres receptores en todo el cuerpo, listos para detectar
señales tanto interiores como exteriores. Los receptores son células o grupos de
células sensibles a un cambio específico del medio, capaces de producir una señal o
impulso nervioso como respuesta a un estímulo, que puede ser táctil, auditivo,
visual,
de
temperatura,
etc.
El estímulo es conducido a la médula espinal o directamente al cerebro,
donde se genera la sensación –olor, sabor, sonido, temperatura, presión, imagen– en
base al análisis de la información recibida. Cuando es necesario, se produce una
respuesta, que puede ser el movimiento de la parte del cuerpo afectada –alejar las
manos de una fuente de calor excesivo– o la secreción de una glándula –lágrimas,
saliva–. Este proceso es tan rápido que pareciera que nuestras reacciones son
automáticas.
Receptores internos y externos
Los receptores que captan los estímulos provenientes del exterior se
denominan exteroceptores o receptores externos, mientras que los que captan los
provenientes del propio cuerpo se llaman interoceptores o receptores internos.
Los exteroceptores son los que nos permiten tener nuestros cinco sentidos.
Las cualidades o características de los receptores son tres:
Especificidad: cada receptor solo responde, o lo hace con más facilidad, a un tipo
de estímulo en particular. Así, los del ojo reaccionan ante la luz, los del oído a las
ondas sonoras.
Excitabilidad: esta característica se pone en marcha apenas el estímulo pasa el
llamado “umbral de excitación”, que es el nivel mínimo de estimulación necesario
para desatar las reacciones químicas que movilizan el impulso hacia el cerebro, que
genera
la
respuesta
o
sensación.
Adaptación: ya dijimos que los receptores se ponen en acción apenas reciben hasta
el más leve estímulo. Sin embargo, en la medida en que este se mantiene constante,
la excitabilidad va desapareciendo y se produce un acostumbramiento, una
adaptación. Por ejemplo, un olor penetrante nos deja de molestar después de un
rato, ya que nos acostumbramos hasta prácticamente dejar de percibirlo.
Las funciones sensoriales se realizan en tres etapas:



Recepción
Transmisión
Percepción
Los estímulos necesitan una determinada intensidad para ser captados por los
receptores, esta intensidad mínima se llama umbral de excitación. Además para que
actúen con eficacia deben ser específicos por ejemplo: el ojo es estimulado por la
luz
y
el
oído
por
el
sonido.
De acuerdo con la naturaleza del estimulo, los receptores pueden ser químicos
(quimioreceptores), mecánicos (mecareceptores) o luminosos (fotoreceptores).
Los quimioreceptores son los que captan estímulos como las sustancias
alimenticias y los olores. Los mecareceptores son los que captan estímulos
mecánicos como roces, presión, dolor temperatura y sonido. Los fotoreceptores
son sensibles a la luz y se localiza a los ojos.
Sentido de la vista
El ojo es el órgano de la visión en los seres humanos y en los animales. Los
ojos de las diferentes especies varían desde las estructuras más simples, capaces
de diferenciar sólo entre la luz y la oscuridad, hasta los órganos complejos que
presentan los seres humanos y otros mamíferos, que pueden distinguir variaciones
muy pequeñas de forma, color, luminosidad y distancia. En realidad, el órgano que
efectúa el proceso de la visión es el cerebro; la función del ojo es traducir las
vibraciones electromagnéticas de la luz en un determinado tipo de impulsos
nerviosos que se transmiten al cerebro.
El ojo humano.
El ojo en su conjunto, llamado globo ocular, es una estructura esférica de
aproximadamente 2,5 cm de diámetro con un marcado abombamiento sobre su
superficie delantera .La parte exterior, o la cubierta, sé compone de tres capas de
tejido: la capa más externa o esclerótica tiene una función protectora y se
prolonga en la parte anterior con la córnea transparente; la capa media o úvea
tiene a su vez tres partes diferenciadas: la coroides - muy vascularizada continúa
con el cuerpo ciliar, formado por los procesos ciliares, y a continuación el iris, que
se extiende por la parte frontal del ojo. La capa más interna es la retina, sensible a
la luz.
La córnea es una membrana resistente, compuesta por cinco capas, a través
de la cual la luz penetra en el interior del ojo. Por detrás, hay una cámara llena de
un fluido claro y húmedo (el humor acuoso) que separa la córnea de la lente del
cristalino. En sí misma, la lente es una esfera aplanada constituida por un gran
número de fibras transparentes dispuestas en capas. Está conectada con el
músculo ciliar, que tiene forma de anillo y la rodea mediante unos ligamentos. El
músculo ciliar y los tejidos circundantes forman el cuerpo ciliar y esta estructura
aplana o redondea la lente, cambiando su longitud focal.
El iris es una estructura pigmentada suspendida entre la córnea y el
cristalino y tiene una abertura circular en el centro, la pupila. El tamaño de la
pupila depende de un músculo que rodea sus bordes, aumentando o disminuyendo
cuando se contrae o se relaja, controlando la cantidad de luz que entra en el ojo.
Por detrás de la lente, el cuerpo principal del ojo está lleno de una sustancia
transparente y gelatinosa (el humor vítreo) encerrado en un saco delgado que
recibe el nombre de membrana hialoidea. La presión del humor vítreo mantiene
distendido el globo ocular.
La retina es una capa compleja compuesta sobre todo por células nerviosas.
Las células receptoras sensibles a la luz se encuentran en su superficie exterior
detrás de una capa de tejido pigmentado. Estas células tienen la forma de conos y
bastones y están ordenadas como los fósforos de una caja. Situada detrás de la
pupila, la retina tiene una pequeña mancha de color amarillo, llamada mácula lútea;
en su centro se encuentra la fóvea central, la zona del ojo con mayor agudeza
visual. La capa sensorial de la fóvea se compone sólo de células con forma de conos,
mientras que en torno a ella también se encuentran células con forma de bastones.
Según nos alejamos del área sensible, las células con forma de cono se vuelven más
escasas y en los bordes exteriores de la retina sólo existen las células con forma
de bastones.
El nervio óptico entra en el globo ocular por debajo y algo inclinado hacia el
lado interno de la fóvea central, originando en la retina una pequeña mancha
redondeada llamada disco óptico. Esta estructura forma el punto ciego del ojo, ya
que carece de células sensibles a la luz.
Funcionamiento del ojo.
En general, los ojos de los animales funcionan como unas cámaras
fotográficas sencillas. La lente del cristalino forma en la retina una imagen
invertida de los objetos que enfoca y la retina se corresponde con la película
sensible a la luz. .
Como ya se ha dicho, el enfoque del ojo se lleva a cabo debido a que la lente
del cristalino se aplana o redondea; este proceso se llama acomodación. En un ojo
normal no es necesaria la acomodación para ver los objetos distantes, pues se
enfocan en la retina cuando la lente está aplanada gracias al ligamento suspensorio.
Para ver los objetos más cercanos, el músculo ciliar se contrae y por relajación del
ligamento suspensorio, la lente se redondea de forma progresiva. Un niño puede ver
con claridad a una distancia tan corta como 6,3 cm. Al aumentar la edad del
individuo, las lentes se van endureciendo poco a poco y la visión cercana disminuye
hasta unos límites de unos 15 cm a los 30 años y 40 cm a los 50 años. En los últimos
años de vida, la mayoría de los seres humanos pierden la capacidad de acomodar
sus ojos a las distancias cortas. Esta condición, llamada presbiopía, se puede
corregir utilizando unas lentes convexas especiales.
Las diferencias de tamaño relativo de las estructuras del ojo originan los
defectos de la hipermetropía o presbicia y la miopía o cortedad de vista.
Debido a la estructura nerviosa de la retina, los ojos ven con una claridad
mayor sólo en la región de la fóvea. Las células con forma de conos están
conectadas de forma individual con otras fibras nerviosas, de modo que los
estímulos que llegan a cada una de ellas se reproducen y permiten distinguir los
pequeños detalles. Por otro lado, las células con forma de bastones se conectan en
grupo y responden a los estímulos que alcanzan un área general (es decir, los
estímulos luminosos), pero no tienen capacidad para separar los pequeños detalles
de la imagen visual. La diferente localización y estructura de estas células
conducen a la división del campo visual del ojo en una pequeña región central de
gran agudeza y en las zonas que la rodean, de menor agudeza y con una gran
sensibilidad a la luz. Así, durante la noche, los objetos confusos se pueden ver por
la parte periférica de la retina cuando son invisibles para la fóvea central.
El mecanismo de la visión nocturna implica la sensibilización de las células en
forma de bastones gracias a un pigmento, la púrpura visual o rodopsina, sintetizado
en su interior. Para la producción de este pigmento es necesaria la vitamina A y su
deficiencia conduce a la ceguera nocturna. La rodopsina se blanquea por la acción
de la luz y los bastones deben reconstituirla en la oscuridad, de ahí que una
persona que entra en una habitación oscura procedente del exterior con luz del sol,
no puede ver hasta que el pigmento no empieza a formarse; cuando los ojos son
sensibles a unos niveles bajos de iluminación, quiere decir que se han adaptado a la
oscuridad.
En la capa externa de la retina está presente un pigmento marrón o pardusco
que sirve para proteger las células con forma de conos de la sobre exposición a la
luz. Cuando la luz intensa alcanza la retina, los gránulos de este pigmento emigran a
los espacios que circundan a estas células, revistiéndolas y ocultándolas. De este
modo,
los
ojos
se
adaptan
a
la
luz.
Nadie es consciente de las diferentes zonas en las que se divide su campo visual.
Esto es debido a que los ojos están en constante movimiento y la retina se excita
en una u otra parte, según la atención se desvía de un objeto a otro. Los
movimientos del globo ocular hacia la derecha, izquierda, arriba, abajo y a los lados
se llevan a cabo por los seis músculos oculares y son muy precisos. Se ha estimado
que los ojos pueden moverse para enfocar en, al menos, cien mil puntos distintos
del campo visual. Los músculos de los dos ojos funcionan de forma simultánea, por
lo que también desempeñan la importante función de converger su enfoque en un
punto para que las imágenes de ambos coincidan; cuando esta convergencia no
existe o es defectuosa se produce la doble visión. El movimiento ocular y la fusión
de las imágenes también contribuyen en la estimación visual del tamaño y la
distancia.
Estructuras protectoras
Diversas estructuras, que no forman parte del globo ocular, contribuyen en
su protección. Las más importantes son los párpados superior e inferior. Estos son
pliegues de piel y tejido glandular que pueden cerrarse gracias a unos músculos y
forman sobre el ojo una cubierta protectora contra un exceso de luz o una lesión
mecánica. Las pestañas, pelos cortos que crecen en los bordes de los párpados,
actúan como una pantalla para mantener las partículas y los insectos fuera de los
ojos cuando están abiertos. Detrás de los párpados y adosada al globo ocular se
encuentra la conjuntiva, una membrana protectora fina que se pliega para cubrir la
zona de la esclerótica visible. Cada ojo cuenta también con una glándula o carúncula
lagrimal, situada en su esquina exterior. Estas glándulas segregan un líquido salino
que lubrica la parte delantera del ojo cuando los párpados están cerrados y limpia
su superficie de las pequeñas partículas de polvo o cualquier otro cuerpo extraño.
En general, el parpadeo en el ojo humano es un acto reflejo que se produce más o
menos cada seis segundos; pero si el polvo alcanza su superficie y no se elimina por
lavado, los párpados se cierran con más frecuencia y se produce mayor cantidad de
lágrimas. En los bordes de los párpados se encuentran las glándulas de Meibomio
que tienen un tamaño pequeño y producen una secreción sebácea que lubrifica los
párpados y las pestañas. Las cejas, localizadas sobre los ojos, también tienen una
función protectora, absorben o desvían el sudor o la lluvia y evitan que la humedad
se introduzca en ellos. Las cuencas hundidas en el cráneo en las que se asientan los
ojos se llaman órbitas oculares; sus bordes óseos, junto al hueso frontal y a los
pómulos, protegen al globo ocular contra las lesiones traumáticas producidas por
golpes o choques.
Sentido del tacto
La piel es una membrana que recubre toda la superficie del cuerpo. A nivel
de las cavidades que se abren –fosas nasales, boca, etc.- se continúan con el
epitelio que las reviste.
Contiene numerosos receptores con terminaciones nerviosas adaptadas para
recibir diversos estímulos, que producen sensaciones táctiles, térmicas o
dolorosas.
La piel es una túnica exterior, resistente y flexible, que presenta eminencias
y surcos.
Su extensión es superior a la superficie del cuerpo que recubre, a causa de
numerosos repliegues que aumentan su recorrido. Se calcula que en un hombre de
talla media oscila alrededor de los 16.000 centímetros cúbicos.
Su espesor es variable, de 1 a 2 mm en promedio siendo más gruesa en
lugares sometidos a presiones y roces como en las palmas de las manos (2 a 3 mm)
y en la planta de los pies (4 a 5 mm), donde alcanza su mayor espesor. En la palma
de la mano la piel tiene gran cantidad de crestas que forman el diseño de las
impresiones digitales, el cual es exclusivo de cada individuo y constante durante
toda la vida.
Su resistencia es considerable y su color varía según las edades:



Blanco-rosada: al nacer
Blanco: niño y adulto
Amarilla: en la vejez
Varía según las regiones y las razas. El color de la piel depende de tres factores:



Del tinte amarillento de las células superficiales,
De la transparencia de estas células, que permiten entrever el rosado de los
vasos sanguíneos,
El pigmento negro o melanina, que se distribuye en forma de granulaciones
por las células mas profundas.
La piel consta de dos zonas, una superficial y delgada sin vasos sanguíneos,
denominada Epidermis, y otra profunda y gruesa con numerosos vasos sanguíneos y
terminaciones nerviosas llamada Dermis.
Epidermis: deriva del ectodermo, su espesor varía entre los 0,05 mm como
mínimo y 1.5 mm como máximo.
Está formada por tejido epitelial estratificado. Se considera que tiene una cara
externa, en relación con el exterior y una cara interna, que descansa sobre la
dermis.
A partir de ésta cara hacia la superficie se le describen cinco capas o estratos
celulares que son:
Estrato germinativo o basilar: limita con la dermis, está formado por una capa
de células cilíndricas, que tienen melanina (pigmento negro que le da color). La
función de este estrato es orinar constantemente células. Estas células
experimentan modificaciones y van integrando sucesivamente los otros estratos,
hasta constituir el estrato corneo, en donde caen por descamación.

Estrato espinoso o de malpighi: esta formado por varias capas de células,
irregularmente poliédricas y de contorno espinoso.

Estrato granuloso: integrado por varias capas celulares que provienen del
estrato anterior. Sus células contienen granos de Queratohialina, sustancia que
interviene en la formación de la queratina. A nivel de esta capa mueren las células
de la epidermis.

Estrato lucido o transparente: constituido por células muertas, aplanadas
que contienen Eleidina, sustancia producida por la Queratohialina, es una capa
delgada, transparente y homogénea.

Estrato corneo: es la capa más externa de la epidermis. Sus células
(muertas), tienen aspecto de escamas corneas, formadas por queratina.
Estas escamas son eliminadas por descamación.
Lo que demuestra los anteriormente mencionado es que la piel se renueva
constantemente.
Dermis: deriva del mesodermo. Su espesor oscila entre 1/3 de mm y 3 mm. Esta
formado por tejido conectivo fibroelástico con abundantes vasos sanguíneos y
linfáticos
que
la
irrigan,
y
los
nervios
que
la
inervan.
Debajo de la dermis hay una capa e tejido celular subcutáneo o hipodermis, que la
separa de los músculos subyacentes.
En la dermis se encuentran los anexos de la piel y las papilas dérmicas. Los anexos
de la piel son:
Glándulas sudorípadas: son exócrinas, muy numerosas. Están distribuidas por
casi toda la superficie de la piel. Tienen el aspecto de un largo tubo. Su extremidad
profunda se pliega formando una especie de ovillo: el glomérulo. Su extremidad
superficial, despues de espirilizarse, se abre en la superficie de la piel donde
elimina el sudor. Su función es la de intervenir en la regulación de la temperatura y
en la eliminación de productos de catabolismo de metabolismo celular nocivos para
el organismo.
 Glándulas sebáceas: son glándulas exócrinas cuyo producto de secreción e una
sustancia llamada sebo, que lubrica los pelos y la superficie de la piel, otorgándoles
flexibilidad. Son glándulas arracimadas que comúnmente desembocan en un folículo
piloso.
 Pelos: son filamentos córneos, delgados, de origen epidérmico y de crecimiento
continuo que se forma en el interior de presiones epidérmicas profundas,
excavadas en la dermis y llamadas folículos pilosos. El pelo consta de dos partes:
una raíz o bulbo, formada por células vivas y en contacto con una papila dérmica
vascular, y un tallo, formado por células muertas. Los pelos reaccionan por
músculos erectores, que pueden ponerlos rígidos.
 Uñas: son formaciones laminares, córneas y traslúcidas, de origen epidérmico, y
de crecimiento continuo que se originan en depresiones de la epidermis. Cubren el
extremo libre dorsal de los dedos de la mano y de los pies, protegiéndolos. Están
formadas por una zona semicircular llamada lúnula, una parte adherida al dedo y un
extremo libre.

Las papilas dérmicas son abundantes elevaciones que se encuentran en la capa
superficial de la dermis, distribuidas por todo el cuerpo. En su interior se alojan
vasos sanguíneos o corpúsculos receptores de la sensibilidad cutánea,
denominándose papilas vasculares a las primeras, y papilas nerviosas a las segundas.
Las papilas nerviosas le permiten al hombre captar los cambios que se producen en
el medio donde viven, como variaciones de temperatura, roces mecánicos,
presiones, golpes, etc.
Las papilas nerviosas son las que están en relación con el sentido del tacto, porque
en ellas se encuentran los corpúsculos receptores o las terminaciones libres.
Terminaciones libres: son fibras nerviosas ramificadas que se distribuyen por la
piel captando los estímulos dolorosos.
 Corpúsculos receptores: según su forma, su ubicación y su función se reconocen
cuatro tipos de corpúsculos:

1) Corpúsculos de Meissner: se localizan en las papilas dérmicas de las palmas
de la mano, pulpa de los dedos y planta de los pies. Son de forma ovoide y la
fibra nerviosa se dispone en forma espiral emitiendo ramificaciones. Los
corpúsculos táctiles son los corpúsculos táctiles por excelencia.
2) Corpúsculos de Pacini- Vater: se encuentran en el tejido celular subcutáneo
de todo el organismo, principalmente en los dedos de la mano y del pie, en las
mucosas, en el peritoneo, en las vísceras y en las articulaciones. Son ovoideos,
traslúcidos y están formados por varias capas concéntricas. Estos corpúsculos
captan excitaciones de presión (peso) y se cree que son receptores de
excitaciones de hambre y sed.
3) Corpúsculos de Ruffini: se encuentran en la zona mas profunda de la dermis
y en la hipodermis, principalmente en la palma d las manos, en la planta de los
pies y en la yema de los dedos. Pueden ser fusiformes o cilindroides, y las
terminaciones nerviosas terminan en un botón. Captan excitaciones térmicas de
calor.
4) Corpúsculos de Krause: se localizan en la dermis, en la conjuntiva del ojo y en
la mucosa bucal. Son redondeados, o alargados; en los primeros la fibra nerviosa
se ramifica, mientras que en los segundos no captan excitaciones térmicas de
frío.
Corpúsculo de
Krausse Receptores
de las sensaciones
de frío
Corpúsculo de
Meissner
Receptores del
tacto
Corpúsculo de
Vater-Pacini
Receptores de las
sensaciones de la
presión
Corpúsculo de
Ruffini Receptores
de las sensaciones
térmicas de calor
Fisiología del tacto
La función de la piel es la de proteger el cuerpo y servir de asiento a numerosos
receptores cutáneos o exteroreceptores, que captan los estímulos táctiles,
térmicos y dolorosos.
Sensibilidad táctil: nos permiten tener noción sobre el tamaño, consistencia,
forma, caracteres de la superficie, etc. de un objeto. Los estímulos táctiles son
reconocidos preferentemente por las extremidades de los dedos, pero hay
receptores del tacto distribuidos por toda la piel. Los estímulos que determinan
esta sensibilidad son mecánicos y los órganos receptores que los captan son los
corpúsculos de Meissner, aunque en algunas ocasiones actúan los corpúsculos de
Paccini, sobre todo cuando dichos estímulos son muy intensos.
La sensibilidad táctil se desarrolla ejercitándola, un claro ejemplo de esto
son los ciegos que reconocen personas y objetos con solo tocarlos.
Caracteres de los estímulos: los estímulos táctiles para ser percibidos por
los receptores correspondientes, necesitan tener cierta intensidad. La intensidad
mínima es el "umbral", el cual varía según la región del cuerpo. Los estímulos
táctiles
son
producidos
por
sólidos,
líquidos
o
gases.
Agudeza táctil: hay regiones de l piel con mas sensibilidad táctil que otras, es
decir, con mayor agudeza táctil. Esta es medible y para ello se utiliza el
estesiometro o compás de Weber.
El máximo de agudeza táctil se encuentra en el extremo de la lengua
(permite una distancia de 1,1 mm); el mínimo de agudeza táctil se encuentra en el
dorso del cuerpo, donde aproximadamente alcanza los 7 cm.
Vías de conducción de la sensibilidad táctil: se realiza por los haces de Goll y
de Burdach. Otra parte es conducida por los haces espinotalamicos.
Sensibilidad térmica: es la sensibilidad con respecto al frío y al calor. Varía según
los individuos y en ellos según la región del cuerpo, la edad, la estación del año, la
raza, etc. Los receptores de frío son los " corpúsculos de Krause" y los receptores
de calor son los " corpúsculos de Ruffini".
Sensibilidad dolorosa: se produce cuando la acción del estímulo es
persistente, los estímulos son muy variados y pueden ser mecánicos, físicos,
químicos, biológicos, etc. Los órganos receptores son terminaciones nerviosas
libres.
Vías de conducción de la sensibilidad térmica y dolorosa: es atribuida a las
haces espinotalamicas.
Sentido del oído
El sentido del oído esta localizado en la cabeza, dentro de los huesos temporales.
Para describirlo se considera que tiene tres porciones:



Oído externo
Oído medio
Oído interno
Hay mecanorreceptores especializados que nos permiten mantener el equilibrio y
poder oír. Ambos tipos están ubicados en el oído.
El oído se divide en tres partes;
Oído externo
Comprende el pabellón auricular o auditivo - la "oreja"- (lóbulo externo
del oído) y el conducto auditivo externo, que mide tres centímetros de longitud. El
conducto auditivo medio posee pelos y glándulas secretoras de cera.
Su función es canalizar y dirigir las ondas sonoras hacia el oído medio.
Oído medio
Es un conducto estrecho, o fisura, que se extiende unos quince milímetros en
un recorrido vertical y otros quince en recorrido horizontal.
Es hueco, lleno de aire, limitando de un lado por el tímpano y del otro por la
ventana oval y la ventana redonda, que lo comunican con el oído interno. Está en
comunicación directa con la nariz y la garganta a través de la trompa de Eustaquio,
que permite la entrada y la salida de aire del oído medio para equilibrar las
diferencias de presión entre éste y el exterior.
Hay una cadena formada por cuatro huesos pequeños y móviles (huesecillos)
que atraviesa el oído medio. Estos cuatro huesos reciben los nombres de martillo,
yunque, lenticular y estribo. Los cuatro conectan acústicamente el tímpano con el
oído interno, transmitiendo las vibraciones del tímpano amplificadas a la fenestra
ovalis.
Oído interno
El oído interno o laberinto se encuentra en el interior del hueso temporal
que contiene los órganos auditivos y del equilibrio, que están inervados por los
filamentos del nervio auditivo. Está lleno de líquido y tiene tres cavidades: el
vestíbulo, dividido en dos partes, utrículo y sáculo; los tres canales semicirculares,
órgano del sentido del equilibrio, (están llenos de endolinfa); y el caracol o cóclea,
largo tubo arrollado en espiral donde se encuentran las células receptoras de los
sonidos, provistas de cilios, cada una de las cuales está adaptada para la recepción
de sonidos de un tono determinado.
Las fibras nerviosas que salen del caracol y de los canales semicirculares se
reúnen para formar el nervio acústico, que sale del sáculo por un tubo que atraviesa
el hueso temporal hasta la cavidad craneana.
Cómo se oye
Las ondas sonoras, en realidad cambios en la presión del aire, son
transmitidas a través del canal auditivo externo hacia el tímpano, en el cual se
produce una vibración. Estas vibraciones se comunican al oído medio mediante la
cadena de huesillos (martillo, yunque y estribo) y, a través de la ventana oval, hasta
el líquido del oído interno. El movimiento de la endolinfa que se produce al vibrar la
cóclea, estimula el movimiento de un grupo de proyecciones finas, similares a
cabellos, denominadas células pilosas. El conjunto de células pilosas constituye el
órgano de Corti. Las células pilosas transmiten señales directamente al nervio
auditivo, el cual lleva la información al cerebro. El patrón de respuesta de las
células pilosas a las vibraciones de la cóclea codifica la información sobre el sonido
para que pueda ser interpretada por los centros auditivos del cerebro.
El rango de audición, igual que el de visión, varía de unas personas a otras. El rango
máximo de audición en el hombre incluye frecuencias de sonido desde 16 hasta
28.000 ciclos por segundo. El menor cambio de tono que puede ser captado por el
oído varía en función del tono y del volumen. Los oídos humanos más sensibles son
capaces de detectar cambios en la frecuencia de vibración (tono) que correspondan
al 0,03% de la frecuencia original, en el rango comprendido entre 500 y 8.000
vibraciones por segundo. El oído es menos sensible a los cambios de frecuencia si
se trata de sonidos de frecuencia o de intensidad bajas.
La sensibilidad del oído a la intensidad del sonido (volumen) también varía
con la frecuencia. La sensibilidad a los cambios de volumen es mayor entre los
1.000 y los 3.000 ciclos, de manera que se pueden detectar cambios de un
decibelio. Esta sensibilidad es menor cuando se reducen los niveles de intensidad
de sonido.
Las diferencias en la sensibilidad del oído a los sonidos fuertes causan varios
fenómenos importantes. Los tonos muy altos producen tonos diferentes en el oído,
que no están presentes en el tono original. Es probable que estos tonos subjetivos
estén producidos por imperfecciones en la función natural del oído medio. Las
discordancias de la tonalidad que producen los incrementos grandes de la
intensidad de sonido, es consecuencia de los tonos subjetivos que se producen en el
oído. Esto ocurre, por ejemplo, cuando el control del volumen de un aparato de
radio está ajustado. La intensidad de un tono puro también afecta a su entonación.
Los tonos altos pueden incrementar hasta una nota de la escala musical; los tonos
bajos tienden a hacerse cada vez más bajos a medida que aumenta la intensidad del
sonido. Este efecto sólo se percibe en tonos puros. Puesto que la mayoría de los
tonos musicales son complejos, por lo general, la audición no se ve afectada por
este fenómeno de un modo apreciable. Cuando se enmascaran sonidos, la producción
de armonías de tonos más bajos en el oído puede amortiguar la percepción de los
tonos más altos. El enmascaramiento es lo que hace necesario elevar la propia voz
para poder ser oído en lugares ruidosos.
Equilibrio
Los canales semicirculares y el vestíbulo están relacionados con el sentido del
equilibrio. En estos canales hay pelos similares a los del órgano de Corti, y detectan
los cambios de posición de la cabeza.
Los tres canales semicirculares se extienden desde el vestíbulo formando
ángulos más o menos rectos entre sí, lo cual permite que los órganos sensoriales
registren los movimientos que la cabeza realiza en cada uno de los tres planos del
espacio: arriba y abajo, hacia adelante y hacia atrás, y hacia la izquierda o hacia la
derecha. Sobre las células pilosas del vestíbulo se encuentran unos cristales de
carbonato de calcio, conocidos en lenguaje técnico como otolitos y en lenguaje
coloquial como arenilla del oído. Cuando la cabeza está inclinada, los otolitos
cambian de posición y los pelos que se encuentran debajo responden al cambio de
presión. Los ojos y ciertas células sensoriales de la piel y de tejidos internos,
también ayudan a mantener el equilibrio; pero cuando el laberinto del oído está
dañado, o destruido, se producen problemas de equilibrio. Es posible que quien
padezca una enfermedad o un problema en el oído interno no pueda mantenerse de
pie con los ojos cerrados sin tambalearse o sin caerse.
Sentido del olfato
Olfacción. Los quimioceptores olfativos se encuentran localizados en una
zona especializada de la mucosa del techo de la cavidad nasal, el epitelio olfatorio.
Este epitelio es de tipo columnar seudopluriestratificado y esta formado por
tres tipos celulares: las células de sostén, que son prismáticas, anchas en su ápice y
más estrechas en la base; en su superficie presentan microvilli que se proyectan al
interior de la capa de moco que cubre el epitelio. Estas células tienen un pigmento
castaño, responsable del color marrón de la mucosa olfatoria. Las células básales
son pequeñas, redondeadas, o cónicas y forman una capa única en la región basal del
epitelio entre las células olfatorias y de sostén; son las células puente del epitelio
olfatorio. Las células olfatorias son neuronas bipolares que se distribuyen entre las
células de sostén.
En su extremo se observan dilataciones de las que parten cilios los cuales
son largos y no tienen movimiento, se consideran los verdaderos receptores, es
decir, la porción celular excitable por el contacto con una sustancia odorífera. El
segmento proximal de cada cilio muestra los axones habituales con nueve pares
más dos microtúbulos. La parte distal apenas posee microtúbulos aislados. Los
axones procedentes de estas neuronas se reúnen en pequeños aces dirigiéndose al
sistema
nervioso
central.
En la lámina propia de esta mucosa, además de abundantes basos y nervios, se
observan glándulas ramificadas de tipo túbulo alveolar con células positivas, las
glándulas de Bowman. Estas glándulas envían conductos que desembocan en la
superficie epitelial y se admite que su producto de secreción provoca una corriente
continua de líquido que la varia permanentemente la parte apical de las células
olfatorias. De este modo se eliminarían los restos de los compuestos que estimulan
la olfacción, manteniendo los receptores dispuestos para nuevos estímulos.
El sentido del olfato permite percibir el olor de sustancias. El órgano
receptor es la mucosa pituitaria, que reviste interiormente las fosas nasales; estas
son dos cavidades estrechas ubicadas en la cara, a cada lado del plano medio, por
debajo de la órbita y por encima de la boca. Muchas cavidades están separadas por
un tabique nasal, y su superficie se halla aumentada por la presencia de tres pares
de repliegues óseos llamados cornetes.
Interiormente las fosas nasales están tapizadas por la mucosa nasal o
pituitaria que presenta dos regiones de dicho color: uno inferior o región
respiratoria y otra superior o región olfatoria. La primera es de color rojizo por la
abundante irrigación sanguínea su función especifica consiste en calentar el aire
inspirado impidiendo los enfriamientos bruscos.
La segunda es de color amarilla – parduzco por el predominio de células y
fibras nerviosas. Su función es exclusivamente sensorial.
En la región olfatoria de la pituitaria se encuentran las células olfatorias que
reciben los estímulos y los transmiten, por medio del nervio olfativo, al centro del
olfato que se halla en la corteza cerebral.
Probablemente, el olfato es más antiguo y el menos comprendido de nuestros
cinco sentidos. A través de la evolución se ha mantenido conectado con las partes
del cerebro que se convirtieron en el archivo de la clasificación de nuestras
respuestas emocionales, ligando íntimamente los olores de las cosas con nuestras
emociones. Nuestro sentido del olfato juega también un gran papel en la atracción
sexual, aunque su importancia ha disminuido considerablemente durante el
desarrollo evolutivo del hombre. Sus funciones más importantes son las de sistema
de alarma – ponernos en guardia frente al peligro – y de recolector de información
– nos proporciona valiosos datos sobre el mundo exterior.
No siempre nos percatamos el estrecho vinculo existente entre el sentido
del gusto y el olfato. Solo cuando nos resfriamos, nos damos cuentas de que no
solamente no podemos oler las cosas sino que también el gusto de los alimentos se
ha desvanecido.
El olfato es un sentido químico, actuando como estimulo las partículas
aromáticas u odoríferas desprendida de los cuerpos volátiles.
Por el aire que respiramos llegan a la región olfatoria de la pituitaria
excitando a las células olfatorias. Pero para que puedan ser captadas tienen que
estar previamente disueltas, misión que cumple el mucus que humedece esta
membrana, y que es segregado por las glándulas que poseen.
Al igual que muchos órganos del cuerpo, el aparato olfativo es doble y cada
red de circuitos actúa en forma independiente. Los receptores sensoriales para el
olfato se encuentran en el techo de la cavidad nasal, justo debajo de los lóbulos
frontales del cerebro. Esta sección denominada área olfativa, esta densamente
poblada de millones de pequeñas células olfativas, cada una de las cuales tiene
cerca de una docena de finas velocidades, o cilios, que se proyectan hacia una capa
de mucus. Los cilios expandes efectivamente el área de cada célula olfativa e
incrementan asi nuestra sensibilidad frente a los olores, mientras que el mucus se
encarga de mantenerlos húmedos, a la vez que actúa como una trampa para las
sustancias aromáticas.
No se ha establecido con precisión cómo las minúsculas cantidades de
sustancias químicas con olores activan las células olfativas, pero se cree que estas
sustancias se disuelven en los fluidos mucosos, se adhieren a los cilios y luego
hacen que las células emitan señales eléctricas.
Las fibras nerviosas olfativas canalizan estas señales a través del hueso
etmoidal hacia los dos bulbos olfativos del cerebro, donde se reúne y procesa la
información para luego traspasarla por una compleja red de terminaciones
nerviosas hacia la corteza cerebral. Aquí se identifica el mensaje y el olor se
transforma en un hecho consciente. Sin embargo, se desconoce aún el mecanismo
molecular preciso del sentido del olfato y la manera en que las células receptoras
pueden receptar miles de olores diferentes y distinguir escasa variación entre
ellos.
No existe una verdadera clasificación de olores porque seria muy difícil
reunirlos en grupos fundamentales, ya que la unión de dos o más olores da por
resultado un olor diferente.
La mayor o menor sensibilidad olfatoria (agudeza olfatoria) es muy variable
según las personas y se miden con aparatos especiales llamados olfatometros.
Anosmia
La perdida del olfato o anosmia puede ser parcial o total, temporaria o
definitiva.
La anosmia parcial o total puede ser producida por una alteración o fatiga
olfativa de la mucosa pituitaria, por vegetaciones, por lesiones de tipo infeccioso
en la pituitaria o por inflamación provocada por un resfrío común. En estos casos la
perdida del olfato suele ser temporaria. La anosmia definitiva generalmente es
provocada por una lesión del nervio olfatorio.
Sentido del gusto
El gusto actúa por contacto de sustancias químicas solubles con la lengua. El
ser humano es capaz de percibir un abanico amplio de sabores como respuesta a la
combinación de varios estímulos, entre ellos textura, temperatura, olor y gusto.
La superficie de la lengua se halla recubierta por la mucosa lingual, en la que
se encuentran pequeñas elevaciones cónicas llamadas papilas. Las principales son las
papilas caliciformes y fungiformes, que mediante unos órganos microscópicos
denominados botones perciben los sabores; y las papilas filiformes y coroliformes,
que son sensibles al tacto y a las temperaturas. Los botones constan de células de
sostén y células gustativas, que poseen cilios o pelos comunicados al exterior a
través de un poro y conectados con numerosas células nerviosas que transmiten la
sensación del gusto al bulbo raquídeo. Considerado de forma aislada, el sentido del
gusto sólo percibe cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo; cada uno
de ellos es detectado por un tipo especial de papilas gustativas.
Las casi 10.000 papilas gustativas que tiene el ser humano están distribuidas
de forma desigual en la cara superior de la lengua, donde forman manchas sensibles
a clases determinadas de compuestos químicos que inducen las sensaciones del
gusto. Por lo general, las papilas sensibles a los sabores dulce y salado se
concentran en la punta de la lengua, las sensibles al agrio ocupan los lados y las
sensibles al amargo están en la parte posterior.
Los compuestos químicos de los alimentos se disuelven en la humedad de la
boca y penetran en las papilas gustativas a través de los poros de la superficie de
la lengua, donde entran en contacto con células sensoriales. Cuando un receptor es
estimulado por una de las sustancias disueltas, envía impulsos nerviosos al cerebro.
La frecuencia con que se repiten los impulsos indica la intensidad del sabor; es
probable que el tipo de sabor quede registrado por el tipo de células que hayan
respondido
al
estímulo.
Luego de una exposición prolongada a determinado sabor, las papilas gustativas se
saturan, y dejan de mandar información, por lo cual, al cabo de un tiempo
determinado se deja de percibir el sabor.
Conclusión
La coordinación y el equilibrio de los cinco sentidos permite al hombre
relacionarse con el medio externo.
Los ojos son órganos fotosensibles complejos que permiten el análisis
minucioso de la forma de los objetos, su color y la intensidad de la luz. La facultad
de enfoque del ojo disminuye con la edad. Este efecto comienza a notarse a los 45
años. La perdida de la acomodación se denomina presbicia, que se debe al
endurecimiento del cristalino, que se torna mas rígido a medida que avanza la edad.
La piel como órgano sensorial cuenta con innumerables terminaciones
nerviosas. La percepción táctil, mas que una sensación estricta, es un aviso de que
algo deforma la superficie cutánea (presión, tracción o vibración)
Existe una sensibilidad profunda, cuyos receptores se localizan en el tejido
subcutáneo, músculos, huesos, periostios, etc. Y que informa al cerebro de la
posición relativa década parte corporal, y una sensibilidad superficial que se
relaciona de manera especial con el sistema nervioso. La percepción del sonido se
realiza mediante el oído órgano de muy compleja estructura que permite el
registro de las oscilaciones o vibraciones del aire que se contribuyen en ondas
sonoras. El olfato, incluso mas que el gusto tiene cualidades efectivas de agrado o
desagrado y es mas importante en la selección del alimento.
La textura de los alimentos, detectada por el sentido del tacto en la boca, y
la presencia en la comida de sustancias como la pimienta que estimula las
terminaciones del dolor, condicionan enormemente la sensación del gusto. La
importancia del gusto radica en el hecho de que permite a una persona seleccionar
el alimento según deseos y a menudo según las necesidades metabólicas de los
tejidos. En cuanto a determinadas sustancias nutricias.