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ORIGINAL Calidad de vida y percepción de salud general de personas con epilepsia en función de las crisis, la afectación neurocognitiva, la electroencefalografía, su respuesta al tratamiento y los efectos secundarios Antoni Rossiñol, Irene Molina, Tomeu Rossiñol, Alexandre Garcia-Mas Introducción. La calidad de vida (CdV) percibida por las personas con epilepsia ha demostrado ser un factor relevante para la continuidad en el tratamiento y en la percepción de salud general de los pacientes. Actualmente se usa el concepto positivo de CdV para evaluar los aspectos psicosociales de la enfermedad, en lugar del concepto de estigma. Objetivo. Estudiar las relaciones entre la CdV y la percepción de salud general y los parámetros clínicos más relevantes en una muestra de personas con epilepsia que acuden a una consulta ambulatoria de neurología, para obtener orientaciones que ayuden a una valoración más global del paciente y su enfermedad. Pacientes y métodos. Se aplicó la adaptación española del inventario Quality of Life in Epilepsy, el 12-item General Health Questionnaire, el miniexamen cognitivo y se registraron los parámetros clínicos (diagnóstico, años de enfermedad, hallazgos electroencefalográficos, tipo de crisis, respuesta a la medicación y efectos secundarios) en una muestra de 29 personas con epilepsia ambulatorias. Resultados. La CdV y la percepción de distrés por la enfermedad son dos factores distintos respecto a las características clínicas. La CdV se relaciona con la frecuencia de las crisis y los efectos secundarios de la medicación, mientras que los años de enfermedad o la alteración neurocognitiva no poseen apenas relación. Conclusiones. Desde el punto de vista clínico, se debe tener en cuenta la relación entre la CdV percibida y factores como la frecuencia de crisis, los efectos secundarios de la medicación y la percepción de salud general de las personas con epilepsia para obtener la mejor respuesta y adherencia al tratamiento. Palabras clave. Afectación neurocognitiva. Calidad de vida. Efectos secundarios. Epilepsia. Hallazgos electroencefalográficos. Percepción de salud general. Tipo de crisis. Centro de Neurodiagnosis (A. Rossiñol, I. Molina, T. Rossiñol). Universitat de les Illes Balears (T. Rossiñol, A. Garcia-Mas). Palma de Mallorca, Baleares, España. Correspondencia: Dr. Tomeu Rossiñol. Centro de Neurodiagnosis. Vía Alemania, 3, 2.º piso. E-07003 Palma de Mallorca (Baleares). E-mail: [email protected] Aceptado tras revisión externa: 18.04.13. Cómo citar este artículo: Rossiñol A, Molina I, Rossiñol T, Garcia-Mas A. Calidad de vida y percepción de salud general de personas con epilepsia en función de las crisis, la afectación neurocognitiva, la electroencefalografía, su respuesta al tratamiento y los efectos secundarios. Rev Neurol 2013; 57: 17-24. © 2013 Revista de Neurología Introducción La epilepsia es una enfermedad del sistema nervioso central que engloba un conjunto de síndromes definidos clínicamente por episodios recurrentes de crisis epilépticas (convulsivas o no convulsivas). La etiología puede corresponder a problemas neurológicos claramente identificables o a deficiencias más sutiles del funcionamiento cerebral y de más difícil caracterización [1,2]. Es una enfermedad frecuente, que afecta aproximadamente a 50 millones de personas en todo el mundo, su incidencia anual es de 30-50 casos nuevos cada 100.000 habitantes [3], y aqueja a personas de cualquier edad y sexo. Las manifestaciones clínicas de la epilepsia incluyen la disminución del nivel de la conciencia, movimientos involuntarios, experiencias sensoriales o cognitivas y afectación del sistema nervioso www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 57 (1): 17-24 autónomo. La presencia de unas o de otras y su secuencia de aparición dependen del foco de origen de la crisis y del recorrido topográfico cerebral que la actividad eléctrica realiza en su propagación [2]. La clasificación de los distintos tipos de epilepsia se establece en función de los tipos de crisis (focales y generalizadas) y sus hallazgos electroencefalográficos (EEG) [2,3]. Los criterios diagnósticos de clasificación más ampliamente utilizados corresponden a la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE) [4]. Al ser una enfermedad recurrente y con cierto riesgo físico para las personas con epilepsia, es primordial, en muchos casos, el tratamiento preventivo de nuevas crisis. Esto hace que las personas con epilepsia estén medicadas por períodos prolongados y deban además soportar la carga implícita de una enfermedad crónica. No deben subestimarse tampoco las consecuencias de las propias crisis, los 17 A. Rossiñol, et al efectos de la causa subyacente o el impacto del tratamiento farmacológico. Podemos comprobar que, junto con los efectos positivos (ansiolíticos y estabilizadores del estado de ánimo), los fármacos anti epilépticos también son responsables de efectos negativos (disminución de la atención o enlentecimiento de los procesos cognitivos) cuando se han administrado por períodos prolongados [5,6]. Los avances científicos en el diagnóstico de la epilepsia, su mejor control con medicamentos específicos, así como el mayor conocimiento público asociado al conocimiento médico de la enfermedad que se ha producido desde las últimas décadas del siglo xx han conducido al estudio de factores anteriormente poco valorados o estudiados [7]. En consecuencia, se ha comunicado en las personas con epilepsia la existencia de alteraciones de la memoria y la atención [8], cambios de comportamiento y de reacciones frente a la cronicidad de la enfermedad [9] y, dentro de la esfera psiquiátrica, trastornos del estado de ánimo, como depresión [10,11] o ansiedad [12]. Estos últimos factores han conducido a una evolución desde la consideración ‘negativa’ de la epilepsia (por ejemplo, como un estigma psicosocial) [13], hasta una más positiva, en la que destacan los conceptos de calidad de vida (CdV) y de percepción de la salud general. En la actualidad, el concepto de CdV –siempre definido y evaluado respecto de una enfermedad o situación específica [14]– incorpora la percepción por parte de las personas con epilepsia de sus condiciones de vida socioeconómicas y de desarrollo personal satisfactorio. El concepto de CdV considera los parámetros que favorecen la adaptación de la personas con epilepsia a su situación [15-18], como el funcionamiento personal y social, las relaciones familiares y de pareja, el impacto de una posible afectación cognitiva, el nivel de autoestima, el estado intercrítico y el apoyo social percibido. De la misma forma, la CdV puede utilizarse para comprobar el impacto de otros aspectos de la epilepsia, como pueden ser los efectos secundarios de la medicación [19]. Complementariamente, la percepción de salud general y emocional [20,21] estudia cómo una enfermedad o afectación orgánica afectan el funcionamiento mental y emocional de una persona, valorando el distrés generado por esta percepción. En el caso de la epilepsia, se ha utilizado de forma esporádica y no generalizada para evaluar el impacto de la enfermedad sobre la personas con epilepsia [22]. De acuerdo con lo referido, el objetivo de este estudio es analizar las relaciones existentes entre la CdV y la percepción de la salud general, por una 18 parte, con las características clínicas de la epilepsia (diagnóstico; tipo, frecuencia y gravedad de las crisis; afectación neurocognitiva asociada; hallazgos electroencefalográficos; y calidad de la respuesta al tratamiento farmacológico, incluyendo los efectos secundarios) en una muestra de personas con epilepsia que acuden ambulatoriamente a una clínica neurológica. Pacientes y métodos Muestra Se estudiaron las 29 personas con epilepsia que acudieron de forma consecutiva a una clínica ambulatoria de neurología durante un plazo preestablecido de seis meses, sin criterios de exclusión, una vez obtenido su consentimiento informado. La media de edad fue de 42,04 ± 12,27 años, y la media de tiempo desde el diagnóstico de epilepsia, de 27,41 ± 12,25 años. El diagnóstico específico de epilepsia y del tipo de crisis se estableció siguiendo los criterios de la ILAE [4]. Los hallazgos EEG fueron clasificados por un neurólogo experimentado en la enfermedad epiléptica (Tabla I). A efectos del tratamiento estadístico de los datos, el tipo de crisis y los hallazgos EEG se categorizaron de 1 a 4, representando el ‘1’ el tipo de crisis más simple y de mejor respuesta, mientras que el ‘4’ indicaba la crisis y los hallazgos EEG más complejos y de peor respuesta al tratamiento. Instrumentos y material La percepción de la CdV se evaluó mediante la adaptación española del Quality of Life in Epilepsy (QOLIE-10) [23], el cuestionario de CdV en pacientes con epilepsia [24,25]. El QOLIE-10 valora la percepción del paciente epiléptico sobre las circunstancias negativas asociadas a la enfermedad, como los efectos secundarios de los tratamientos antiepilépticos, los efectos físicos y mentales, la memoria, la preocupación por la aparición imprevisible de crisis, la estigmatización social de la enfermedad y las limitaciones en las actividades de la vida diaria relacionadas con la epilepsia, como el tipo de trabajo o la conducción de vehículos. La percepción de salud general y emocional se estudió mediante la adaptación española abreviada del General Health Questionnaire [26,27], el GHQ-12 [21], que tanto en la investigación epidemiológica como en el trabajo clínico evalúa el estado general de salud mental o de bienestar. Se ha utilizado am- www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 57 (1): 17-24 Calidad de vida y percepción de salud general de personas con epilepsia pliamente en estudios epidemiológicos y de cribado, con la intención de evaluar la salud mental en la población general, grupos de pacientes agudos o crónicos, y la posible asociación de la salud mental con factores psicosociales. La afectación neurocognitiva se estudió mediante el miniexamen cognitivo (MEC) [28], que es la versión y adaptación española del Minimental State Examination [29]. El MEC es un instrumento de cribado ampliamente utilizado en la detección del deterioro cognitivo que explora de forma rápida y estandarizada un conjunto de funciones cognitivas (orientación temporoespacial, memoria inmediata y a largo plazo, atención, cálculo, lenguaje, razonamiento abstracto y praxias). Para la división de la muestra en personas con y sin deterioro cognitivo, se han tenido en cuenta los resultados hallados por Lobo y Díaz [30] y Vilalta et al [31], estableciéndose el punto de corte en 24 puntos, con un máximo de 35. La calidad de la respuesta a la medicación y la existencia de efectos secundarios se evaluaron mediante un cuestionario elaborado ad hoc, que consta de dos escalas analógicas longitudinales correspondientes a las dos variables estudiadas. La respuesta a la medicación se clasificó desde ‘buena’ hasta ‘resistente/refractaria’, con cuatro puntuaciones posibles. Los efectos secundarios (considerando el último año hasta el momento de la evaluación) se clasificaron también con cuatro puntuaciones posibles: ‘ninguno’, ‘< 5’, ‘> 5’ y ‘todos’, en cuanto a un listado de efectos secundarios: somnolencia, mareo, cansancio, temblor, urticaria, cefalea, estreñimiento, ganancia de peso y confusión mental. Tabla I. Descripción de los participantes del estudio (n = 29). Años desde el diagnóstico Subtipo clínico Hallazgos electroencefalográficos Tipo de crisis Análisis estadístico Se llevó a cabo la descripción de los datos de las personas con epilepsia mediante la aplicación de los instrumentos y el material diseñado. No se pudieron analizar las diferencias de medias entre grupos debido a las características cuantitativas y cualitativas de la población estudiada y la composición de los subgrupos resultantes. Se realizó un estudio correlacional entre las variables del estudio, utilizando el programa estadístico SPSS v. 19.0. Resultados Como se puede observar en la tabla II, las personas con epilepsia estudiadas poseen mayoritariamente una percepción de CdV normal o buena, de forma muy similar a su percepción de la salud general, www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 57 (1): 17-24 N.º de crisis (último año) < 5 años 1 5-20 años 7 > 20 años 16 No disponibles para seguimiento 5 Epilepsia generalizada 10 Crisis parciales simples 8 Crisis parciales complejas 7 Epilepsia focal No clasificable 4 Normal 3 Generalizado 5 Punta-onda 1 Focal 15 Otros 5 Generalizadas 9 Ausencias 1 Parciales Simples 8 Complejas 3 Secundariamente generalizadas 5 Varios tipos 3 Ninguna 24 < 5 crisis 5 mental y emocional. Asimismo, existe un porcentaje importante de personas con epilepsia sin deterioro cognitivo, y aparecen únicamente cuatro personas con una afectación clara. Respecto a la valoración de la respuesta a la medicación, la mayor parte de las personas con epilepsia muestra una buena respuesta, con pocos cambios en el tipo de fármaco o en la dosis, y solamente dos se han considerado como refractarios a ella. Por último, también se puede ver en la tabla II la descripción de la valoración de los efectos secundarios de la medicación en el último año. Así, la mayor 19 A. Rossiñol, et al Tabla II. Valores del QOLIE-10, MEC y GHQ-12, y cuestionario de respuesta a la medicación y efectos secundarios. Calidad de vida (QOLIE-10) Percepción de salud general (GHQ-12) Afectación neurocognitiva (MEC) Respuesta a la medicación Efectos secundarios (último año) n % Buena 14 48,3 Normal 6 20,7 Mala 9 31,0 Buena 15 52,8 Normal 3 10,4 Mala 11 37,8 Sin deterioro 20 68,9 Límite 5 17,3 Con deterioro 4 13,8 Discusión Buena 15 48,1 Algunos cambios 10 33,1 Muchos cambios 2 6,9 Resistente/refractaria 2 6,9 Ninguno 10 37,1 < 5 efectos 13 47,4 > 5 efectos 2 9,5 Todos 1 6,0 Como hemos podido observar, las personas con epilepsia estudiadas poseen características muy definidas, que se derivan, probablemente, de haber sido recogidas para el estudio sin ningún tipo de filtraje o criterio de exclusión en una clínica ambulatoria. La mayor parte de ellas ha sido diagnosticada hace más de 15 años y se distribuye casi al 50% entre epilepsias generalizadas y focales, lo que repercute directamente sobre la clasificación de sus hallazgos EEG, que se dividen entre focales y generalizados en una proporción similar, así como sobre el tipo de crisis (generalizadas y focales). Respecto a la frecuencia de las crisis, la mayor parte de pacientes no ha tenido ninguna en el año anterior al estudio, y la frecuencia de las personas con epilepsia que las han padecido ha sido inferior a cinco. Todo lo anterior nos indica que nos hallamos frente a una población de personas con epilepsia muy representativa de los dos grandes tipos o formas de presentación, con bastantes años de historia de la enfermedad, y que con toda seguridad han atravesado distintas fases de diagnóstico, evaluación y tratamiento desde el inicio de su enfermedad. Dos tercios de las personas con epilepsia estudiadas dicen percibir una buena o normal CdV, mientras que el otro tercio declara poseer una mala CdV. Esta tasa está de acuerdo con estudios similares [1517]. En el más reciente –utilizando una población española de composición muy similar, a la vez que se estudiaba el efecto de monoterapias de lamotrigina y ácido valproico– se hallaron valores de CdV muy parecidos en cuanto a la media de resultados utilizando el mismo instrumento de evaluación [18]. GHQ-12: 12-item General Health Questionnaire; MEC: miniexamen cognitivo; QOLIE-10: adaptación española del Quality of Life in Epilepsy. parte de las personas con epilepsia muestra un bajo nivel de efectos secundarios, y solamente tres se hallan por encima de los cinco efectos secundarios, considerados de forma acumulada. Como se aprecia en la tabla III, se ha hallado una correlación significativa y negativa entre la percepción de CdV y una mala percepción de salud general y emocional (r = –0,64; p < 0,01). También se ha encontrado una relación negativa y significativa entre la CdV y la frecuencia de ocurrencia de las crisis (r = –0,44; p < 0,05). Asimismo, se puede observar cómo existe también una correlación negativa entre la percepción de salud general tanto con el tipo de crisis (más complejas) (r = –0,477; p < 0,05) como con los efectos secundarios del tratamiento (fre- 20 cuencia o dificultad) (r = –0,545; p < 0,05). En cuanto a la tercera variable psicológica estudiada, podemos observar cómo el deterioro cognitivo se halla relacionado de forma negativa con la respuesta a la medicación (r = –0,417; p < 0,05). En la misma tabla III se puede observar la existencia de una relación negativa entre el tipo de crisis (más complejas) y el tipo de epilepsia (más complejas) (r = –0,709; p < 0,01), así como con los hallazgos EEG (más complejos) (r = –0,438; p < 0,05). Los años desde el diagnóstico de epilepsia (más años) y los efectos secundarios de la medicación (mayor número) se hallan igualmente relacionados significativa y negativamente (r = –0,473; p < 0,05). Por otra parte, se ha hallado una relación positiva entre la frecuencia de las crisis y la dificultad en la respuesta a la medicación (r = 0,579; p < 0,01). www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 57 (1): 17-24 Calidad de vida y percepción de salud general de personas con epilepsia Tabla III. Coeficientes de correlación de Pearson entre las variables estudiadas. QOLIE-10 GHQ-12 MEC Tipo de epilepsia EEG Años de enferm. Tipo de crisis Número de crisis Respuesta a la medicación Efectos secundarios 1 0,640 b –0,234 –0,116 0,181 –0,117 0,087 –0,44 b 0,211 0,526 a 1 –0,141 0,335 0,014 0,368 –0,477 a 0,024 0,071 –0,545 b 1 –0,235 –0,092 –0,290 0,157 –0,296 –0,417 a –0,023 1 0,388 0,390 –0,709 b 0,046 –0,121 0,025 1 –0,071 –0,438 a 0,242 –0,149 –0,158 1 –0,386 –0,023 –0,364 –0,473 a 1 –0,178 0,117 0,086 1 0,579 b –0,110 1 0,097 QOLIE-10 GHQ-12 MEC Tipo de epilepsia EEG Años de enfermedad Tipo de crisis Número de crisis Respuesta a la medicación Efectos secundarios 1 EEG: electroencefalograma; GHQ-12: 12-item General Health Questionnaire; MEC: miniexamen cognitivo; QOLIE-10: adaptación española del Quality of Life in Epilepsy. a p < 0,005; b p < 0,001. El mismo esquema se ha hallado respecto de la percepción de la salud general y emocional (dos tercios describen percibirla como buena o normal y un tercio como mala), aunque no existen estudios anteriores específicamente dirigidos a estudiarla con el mismo instrumento en personas con epilepsia (GHQ-12), por lo que no se pueden comparar directamente los resultados obtenidos. En cuanto a la afectación neurocognitiva, nuestros pacientes muestran un nivel relativamente bajo (< 15%) y, en todos los casos, se trata de epilepsias secundarias a encefalopatías con otras enfermedades asociadas. Asimismo, y como era esperable en una población de personas con epilepsia ambulatorias, la respuesta a la medicación –con algunos cambios, que se pueden considerar como aceptables dado el tiempo trascurrido desde el diagnóstico de la enfermedad en cada caso– es buena, se mantiene una misma línea de tratamiento durante períodos prolongados, y solamente cuatro casos comunican una mala respuesta o se consideran refractarios a la medicación. No ocurre lo mismo al estudiar la presencia de efectos secundarios del tratamiento durante el año previo a su inclusión en el estudio. La mayor parte de las personas con epilepsia estudiadas describe la existencia de entre uno a cinco tipos de www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 57 (1): 17-24 efectos secundarios (mayoritariamente somnolencia, cansancio, confusión, dolor de cabeza, estreñimiento y temblores), y solamente un tercio declara verse libre de ellos. Existe un caso que padece todos los que figuran listados en el cuestionario, que podemos considerar anecdótico. El estudio ha encontrado una significativa relación entre la CdV y una mala percepción de la salud general y emocional en las personas con epilepsia estudiadas. Es evidente que se trata de dos percepciones distintas y complementarias, y que no evalúan los mismos conceptos, aunque ambas se generan sobre el mismo conjunto de características específicas de cada paciente. Sin embargo, las dos percepciones se relacionan de forma negativa con la afectación neurocognitiva, sin llegar a ser significativa, seguramente debido a los pocos pacientes hallados con deterioro cognitivo. Apoyando el hallazgo de que CdV y percepción de salud general son dos representaciones distintas, podemos observar que, mientras que la CdV se relaciona positivamente con el impacto de los efectos secundarios (que en anteriores estudios muestra una gran variabilidad, según la forma de estudiarlo) [32], la mala percepción de la salud emocional lo hace de forma negativa. Evidentemente, se puede entender que los mismos efectos secundarios tie- 21 A. Rossiñol, et al nen dos tipos de impacto distintos: los pacientes perciben que afectan a su salud, pero no tanto a su CdV. Esto se comprueba indirectamente, al observar, tal y como aparece en otros estudios [33], que las personas con epilepsia disocian la frecuencia de las crisis con su gravedad. El número de crisis –en este estudio– correlaciona negativamente con la CdV percibida (por ello, seguramente, se perciben como más soportables los efectos secundarios de la medicación si su administración contribuye a eliminar las crisis), pero no lo hace con la salud percibida. De forma inversa, el tipo de crisis más compleja y difícil de controlar se relaciona negativamente con la percepción de la salud general, mientras que esto no ocurre con la percepción de la CdV. Esto nos confirma que se trata de dos representaciones distintas de la percepción de su salud y bienestar por parte de las personas con epilepsia. Si bien es cierto que la gravedad de las crisis no explica toda la afectación sobre la CdV percibida [34], se ha de reconocer que mantiene relaciones con otros parámetros de relevancia. De esta manera, lo hace negativamente con el tipo de epilepsia y con la clasificación de los hallazgos EEG, lo que podría sugerir que cuanto más compleja es la crisis, más directo es el diagnóstico y la clasificación de los hallazgos EEG. Se ha de poner en relevancia un hecho que ya se había observado anteriormente [35,36]: la relación (aunque no significativa) que se establece entre la afectación neurocognitiva y la frecuencia de las crisis (cuanta más afectación, mayor número de crisis). De manera complementaria, se ha establecido la existencia de una relación significativa (en la línea de otros estudios y revisiones) [18] entre la afectación neurocognitiva (recordemos que es muy escasa entre los pacientes del estudio) y la mala respuesta a la medicación. Se puede decir que aquellas personas con epilepsia que responden peor al tratamiento son aquellos pacientes que tienen asociada otra enfermedad que conlleva deterioro cognitivo. De forma igualmente previsible, desde un punto de vista médico-clínico, esta mala respuesta a la medicación se relaciona directamente con la frecuencia de crisis. Creemos que la confirmación que va asociada a este hallazgo confirma –en parte– lo adecuado del procedimiento de investigación empleado en este estudio. Sin embargo, otros hallazgos esperables, como sería obtener relaciones entre los años desde el diagnóstico o desde el inicio de la enfermedad con otras variables que indicasen gravedad o dificultad en el tratamiento (como se da en otros estudios) [35,36], no aparecen en nuestro trabajo, ni siquiera en forma de tendencia. Al contra- 22 rio, se produce un fenómeno por el que los años desde el diagnóstico se relacionan de forma negativa con la gravedad de los efectos secundarios comunicados. En conclusión, un tercio de los pacientes percibe mala salud general y emocional, así como una mala CdV, a pesar de no tener apenas crisis, no ser pacientes refractarios en su mayoría y poseer un nivel muy bajo de efectos secundarios. La afectación neurocognitiva franca no se asocia en nuestro estudio ni con la enfermedad epiléptica ni con la frecuencia de crisis, sino que ocurre en los casos refractarios al tratamiento y asociados a otras patologías cerebrales, como las encefalopatías. La percepción de la CdV (funcionamiento positivo psicosocial) y la percepción de la salud general y emocional (distrés asociado a la enfermedad y sus consecuencias) se hallan relacionadas, pero son percepciones distintas. La percepción de mala salud general y emocional se relaciona con los efectos secundarios y los tipos de crisis más complejas, mientras que la CdV lo está, fundamentalmente, con la frecuencia de las crisis. En la práctica clínica diaria, existen una serie de elementos, además de los clásicamente considerados (diagnóstico, presencia o no de crisis, etc.), que deben tenerse en cuenta en cada paciente y que tienen mucha relación con el padecimiento psíquico del propio enfermo y las consecuencias de sufrir una enfermedad con cierta aura estigmatizante todavía hoy en día. Identificar de modo precoz la presencia de algún trazo en este sentido influirá, seguramente, en la evolución posterior del paciente y su vivencia de la enfermedad. Una proporción significativa de los pacientes presenta una CdV y una percepción de su situación global por debajo de la normalidad. Estos pacientes se identifican mediante escalas de valoración estandarizadas, que sería recomendable aplicar sistemáticamente a todas las personas con epilepsia para poder dirigir una actitud informativa sobre su enfermedad más intensa de la ya practicada en la asistencia clínica diaria. En la valoración de las crisis, debemos tener en cuenta de modo diferenciado tanto su frecuencia (que afectará, sobre todo, a la CdV) como su gravedad (que influirá predominantemente sobre la percepción de salud global). Estas dos percepciones afectarán, sin duda, a la adhesión del paciente al tratamiento, de crucial relevancia en la enfermedad epiléptica. Además de valorar la respuesta a la medicación sobre las crisis (control total/parcial o no), debemos www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 57 (1): 17-24 Calidad de vida y percepción de salud general de personas con epilepsia investigar activamente los posibles efectos secundarios, teniendo en cuenta que, a mayor tiempo de tratamiento, mayor posibilidad de autopercepción de efectos secundarios, sin olvidar el fenómeno de habituación que a veces ocurre en estos pacientes. Al igual que en el punto anterior, la correcta resolución de este punto contribuirá a un incremento de la adhesión al tratamiento. Bibliografía 1. 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The perceived quality of life (QoL) in persons with epilepsy has demonstrated to be a relevant factor for the continuity of treatment and for the patients’ own general health perception. Currently, the positive concept of QoL is used to assess the psychosocial factors of the epilepsy, replacing the concept of stigma. www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 57 (1): 17-24 23 A. Rossiñol, et al Aim. To analyze the relationship between QoL and general health perception, with several relevant clinical parameters in a sample of persons with epilepsy, in order to draw conclusions that help to suggest a more global approach to the disease. Patients and methods. We applied the Spanish versions of the QOLIE-10, the GHQ-12, and MMSE, and registered the clinical parameters (diagnostic, years of illness, electroencephalographic patterns, seizure type and frequency, response to medication, and side effects) in a sample of 29 persons with epilepsy. Results. QoL and perceived general health are two unrelated factors respect to the clinical features. QoL is closely related to the frequency and type of crisis, whilst the years of illness and the level of neurocognitive impairment are not related with QoL. Conclusions. From the clinical point of view, it must be taken into account the relationship between the persons with epilepsy perceived QoL with factors such as the seizure frequency, side effects of the medication, and the general health perception, in order to obtain the best response and treatment adherence. Key words. Cognitive impairment. Electroencephalographic findings. Epilepsy. General health perception. Quality of life. Seizure type. Side effects. 24 www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 57 (1): 17-24