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1 EVALUACIÓN PREQUIRÚRGICA PACIENTES ADULTOS Dra. Inés Morend. Servicio Clínica Médica Ambulatorios Osecac. 1) Objetivos: El objetivo de la presente guía sobre la evaluación prequirúrgica es evaluar el estado clínico, factores comórbidos, manejo y riesgo del paciente que debe ser sometido a una intervención quirúrgica programada. 2) Introducción: La evaluación del estado clínico del paciente provee información sobre el perfil de riesgo del mismo, ello lleva a realizar tests previos al acto quirúrgico, lo que optimiza la condición clínica del paciente y reduce el riesgo de complicaciones. La adecuada interacción entre los miembros del equipo de evaluación y el equipo quirúrgico es crucial para el éxito del procedimiento. La utilización rutinaria de una extensa cantidad de estudios preoperatorios no encontró justificación en la literatura médica ni en la medicina basada en evidencia. Es más, se ha demostrado que los estudios prequirúrgicos tienen muy bajo poder para predecir eventos adversos en pacientes asintomáticos. Por ello se recomienda que los estudios diagnósticos sean solicitados según las características particulares de cada paciente y del procedimiento a realizarse. Los médicos que intervienen en la decisión de una conducta quirúrgica y aquellos que asisten al paciente para que llegue a ésta de la mejor manera posible deben cumplimentar una serie de requisitos que benefician tanto al paciente como a ellos mismos. El médico que indica un procedimiento, antes de solicitar el riesgo quirúrgico a su paciente debe: • Explicar con lenguaje claro, sencillo y ameno el procedimiento a realizar. Ésta información de ser posible debe ser brindada por escrito, el paciente debe firmar una copia y retener otra. La copia firmada por el paciente debe integrar la historia clínica. En este procedimiento, que se llama consentimiento informado, el médico por su bien y el del paciente debe asegurarse que éste comprendió de qué se trata la intervención, conoce los riesgos y beneficios, las complicaciones posibles y las alternativas terapéuticas si las hubiera. • No minimizar el acto quirúrgico ni exagerar los riesgos del mismo. • Comentar a qué tipo de anestesia (general, raquídea, local, radicular) o sedación será sometido el paciente. • Solicitar los estudios que correspondan según las patologías del paciente para que sean evaluados los resultados por el profesional que efectúa el riesgo quirúrgico. • Volver a explicar si el paciente refiere no haber comprendido. El profesional encargado de la evaluación prequirúrgica debe: • Interrogar y examinar al paciente en cuestión. • Explicar los resultados de los estudios que adjunta el paciente. • Confeccionar la planilla que será entregada al médico cirujano. • Comunicarse telefónicamente con el médico cirujano si surgiese eventualidad alguna que impidiese el procedimiento o lo tornase más dificultoso. • Volver a explicar si el paciente refiere no haber comprendido. A continuación se exponen una serie de ítem que corresponden a evaluación de pacientes con situaciones especiales o no. Estas guías no reemplazan el juicio clínico con respecto a un paciente 2 individual ni establecen un protocolo rígido para todos los enfermos con una determinada condición. Las siguientes recomendaciones se concentran en resumir la evidencia que apoya la utilización de pruebas diagnósticas en la evaluación de pacientes y han sido realizadas en base a la mejor evidencia científica disponible. 3) Categorización del Paciente según el Riesgo: A. CATEGORÍAS DE RIESGO ASOCIADO AL PROCEDIMIENTO: Riesgo Bajo: Procedimiento mínimamente invasivo Baja pérdida de sangre (<200cc) Morbi/mortalidad baja Riesgo Moderado: Riesgo Alto: Procedimiento moderadamente invasivo Procedimiento altamente invasivo Potencial pérdida de sangre <1000cc Potencial pérdida de sangre >1000cc Morbi/mortalidad moderada Morbi/mortalidad alta Riesgo Bajo: Ej: procedimientos ginecológicos (biopsia de mama, histeroscopías), urológicos (cistoscopías, resección transuretral de próstata, resección de lesiones vesicales), procedimientos otorrinolaringológicos, hernioplastia inguinal o umbilical, tiroidectomía, artroscopias, colocación de marcapasos, broncoscopías. Riesgo Moderado: Ej: prostatectomía a cielo abierto, laminectomía, liposucción, histerectomía, colecistectomía, biopsia pulmonar, toracoscopía, reemplazo de cadera, reemplazo de rodilla. Riesgo Alto: Se refiere primariamente a los riesgos cardio-pulmonares derivados del procedimiento o la anestesia. Procedimientos radicales o extensos en abdomen superior, torácicos o intracraneales. Ej: aneurismas o tumores intracraneales, resecciones hepáticas, resecciones pulmonares, esofagectomía, cirugías cardíacas a cielo abierto, procedimientos aórticos, procedimientos abdominales mayores. B. CATEGORIA DE RIESGO ASOCIADO AL PACIENTE: La categorización de un paciente como de alto riesgo la toma el profesional que realiza la evaluación para cada paciente en particular. El concepto de alto riesgo se refiere generalmente al peligro de complicaciones cardíacas como consecuencia de ciertos antecedentes patológicos del paciente. La mayoría de los pacientes de alto riesgo se encuentran en algunas de las siguientes categorías: • Cuadros NO Cardíacos: enfermedad pulmonar severa ( uso crónico de oxígeno); diabetes mal controlada; hipertensión arterial severa (TA Sistólica >180mmHg, TA Diastólica >110mmHg); anemia sintomática. • Cuadros Cardíacos: síndromes coronarios inestables (infarto de miocardio reciente, angina inestable o severa); insuficiencia cardíaca congestiva descompensada; arritmias significativas (bloqueo auriculo-ventricular de alto grado, arritmias ventriculares sintomáticas en presencia de enfermedad cardíaca subyacente, arritmias supraventriculares con ritmo ventricular no controlado); enfermedad valvular severa. 4)-EVALUACIÓN CLÍNICA PREQUIRÚRGICA La evaluación clínica preoperatoria incluye no sólo el pedido de estudios, sino también un interrogatorio detallado sobre los antecedentes personales y medicaciones que el paciente utiliza. El examen físico es de gran importancia dado que éste puede orientar hacia eventuales situaciones que pueden aumentar la morbilidad en el postoperatorio (ej: paciente en plan de cirugía torácica y en el que se descubre una eventración en hemiabdomen superior). Lo ideal sería poder evaluar al paciente con varias semanas de antelación al procedimiento, ello permite completar el plan de estudios con tiempo y evitar demorar el acto operatorio en caso de que haya que repetir o completar estudios. 3 A. INTERROGATORIO: Incluye: • Tipo de intervención a realizar y la patología que motiva ésta. • Evaluar cirugías y experiencias quirúrgicas previas. • Evaluar esquema de vacunación. • Alergias a medicamentos. • Antecedentes de trastornos hemorrágicos o trombóticos (personales y familiares). • Cicatrización (queloide). • Enfermedades crónicas concomitantes: diabetes, HTA, parkinson, hipotiroidismo. • Alcoholismo, tabaquismo. • Uso de fármacos (prescriptos por el médico o no) • Uso de drogas recreativas, con énfasis en la vía de utilización • Posibilidad de anemia. • Posibilidad de embarazo. • Enfermedades pulmonares: apnea del sueño, problemas en la vía aérea. • Enfermedades cardiacas. • Uso de esteroides (más de 5 días en los 6 meses previos a la consulta, a dosis ≥10mg/día de Prednisona). • Historia familiar y personal de problemas relacionados a la anestesia (ej: hipertermia maligna, deficiencia de pseudocolinesterasa). Requerimiento de intubación por varias horas luego de una cirugía menor o parálisis prolongada post-anestesia puede hacernos inferir una miastenia gravis. B. EXAMEN FÍSICO: Debe ser completo y ordenado: • Peso y talla (expresado en kg y cm respectivamente). • Presión Arterial y Frecuencia Cardíaca (anotando regularidad o no del pulso). • Examen cardíaco. • Examen pulmonar. • Examen abdominal: eventraciones, hernias, organomegalias, soplos de aorta. • Examen de MMII, evaluando trastornos venosos crónicos y pulsos distales. • Examen de la piel del área quirúrgica. • Evaluar el grado de movilidad del paciente o eventuales situaciones ortopédicas que dificulten la movilización precoz del paciente (ej: artrosis severa de rodillas o cadera, escoliosis severa, etc.) 5) MÉTODOS COMPLEMENTARIOS A. ECG: el electrocardiograma preoperatorio puede ser de utilidad en el manejo de pacientes con enfermedad cardiovascular conocida, signos o síntomas sugestivos de enfermedad cardiovascular o factores de riesgo significativos. No obstante la situación descripta anteriormente es útil conocer que diversos trabajos de investigación observaron que la tasa de estudios anormales variaba entre un 4,6% y un 31,7%. Pero estas anormalidades habían producido un cambio en el manejo del paciente solo en el 0,0% al 2,2% de los casos. A pesar de que la edad del paciente es controvertida para indicar la realización de un ECG, sí se ha visto que la anormalidad en el estudio aumenta con la edad. Por esos motivos se mantiene una aproximación conservadora recomendado la realización de ECG en base a la edad del paciente. 4 B. Rx de Tórax: durante muchos años la radiografía de tórax fue parte de la evaluación prequirúrgica de rutina. Investigaciones realizadas al respecto desde 1980 demostraron la escasa utilidad de ésta práctica en forma indiscriminada. Se conocen dos potenciales indicaciones para la obtención de una radiografía preoperatoria, ellas son: • identificar anormalidades que llevarían a la cancelación de la cirugía o a modificación de la conducta anestésica, y • en aquellos casos en los cuales la radiografía serviría como basal para la interpretación de hallazgos post-quirúrgicos, básicamente en complicaciones de cirugías pulmonares y cardíacas. La evidencia para éste último punto no está bien establecida. Las complicaciones respiratorias más frecuentes en el perioperatorio son: atelectasia, neumonía y bronquitis. Los factores de riesgo predisponentes son: sitio de cirugía (probablemente el factor de riesgo más significativo, con tasas de complicaciones respiratorias cercanas al 30 o 40% en las cirugías torácicas y abdominales), presencia de tos o disnea previas a la cirugía, tabaquismo, obesidad, historia de patología pulmonar (asma, enfisema, EPOC), cirugía torácica y cirugía abdominal superior o extensa. En protocolos donde se evaluaron grandes series de pacientes, realizándoles radiografías de tórax a enfermos con diversas patologías (enfermedades pulmonares y cardíacas, cáncer, historia de tabaquismo en mayores de 50 años, inmunosupresión y otros) se observó que el 52% de las radiografías eran anormales. Pero solamente en un 1,5% de los casos los hallazgos radiográficos impactaron en el manejo de los mismos. En conclusión la radiografía de tórax no predice correctamente complicaciones respiratorias; éstas son previstas con mayor confiabilidad por los antecedentes clínicos del paciente, el tipo de anestesia, el estado nutricional y el tipo de cirugía. Quienes presentan en la consulta preoperatoria tos o disnea deben ser evaluados para hallar la causa que origina éstos trastornos. Para los pacientes fumadores se debe recomendar dejar de fumar 8 semanas antes de la cirugía, permitiendo con ello la recuperación de los mecanismos de transporte mucociliares, reducción de las secreciones y disminución de los niveles de monóxido de carbono. El cese del hábito por un período menor de tiempo no ha demostrado utilidad, y es de beneficio cuestionable, tanto que algunos estudios evidenciaron mayor tasa de complicaciones. Los pacientes con enfermedades respiratorias (asmáticos o EPOC) deben ser considerados aparte. Si tienen una radiografía del último año y no han presentado complicaciones infecciosas (neumonías) o de otro origen (neumotórax) puede utilizarse ésta como referencia. Deben tener su enfermedad controlada antes del procedimiento. Los tratamientos esteroides inhalados pueden y deben ser utilizados incluso hasta inmediatamente antes del procedimiento. Lo mismo para el uso de agentes boncodilatadores, tanto en el pre como en el postoperatorio. El paciente puede ser entrenado en ejercicios respiratorios, sobretodo en aquellos que además sean obesos y con especial énfasis cuando sean sometidos a cirugías torácicas o abdominales. C. Examen Funcional Respiratorio: está indicado al igual que otros estudios respiratorios, en los casos en que sus resultados modifiquen el procedimiento quirúrgico, el manejo anestésico o los cuidados postoperatorios. El estudio estaría indicado en: pacientes candidatos a neumonectomía, pacientes con enfermedad pulmonar moderada o severa que serán sometidos a procedimientos torácicos o en el abdomen superior, pacientes con disnea de reposo y/o sibilancias en el momento del examen físico. No hay evidencia que sugiera que las pruebas de función pulmonar sean útiles para evaluar el riesgo o modificar el manejo en pacientes fumadores o en pacientes con broncoespasmo correctamente tratado. D. Laboratorio: la mayoría de los profesionales médicos solicita en forma rutinaria extensos pedidos de laboratorio para la evaluación preoperatoria. Entre las varias e hipotéticas razones para ello se aduce: • 5 Detectar anormalidades insospechadas que puedan tener influencia en la morbimortalidad perioperatoria. • Establecer valores basales para luego del procedimiento monitorear cambios • Razones médicos-legales. Para la primera cuestión se presentan tres puntos de vista racionales: • Que el médico intenta por medio del laboratorio hallar anormalidades, que una vez corregidas disminuyan el riesgo quirúrgico del paciente. • Que el hallazgo de anormalidades del laboratorio permita al médico hablar con el cirujano para que cancele el procedimiento o lo modifique por uno menos invasivo o agresivo. • Que se solicite laboratorio en busca de anormalidad, que una vez detectada sea ignorada por el profesional. Si bien es cierto que algunos médicos cirujanos e instituciones requieren a modo de resguardo legal de un protocolo extenso de laboratorio preoperatorio, la evidencia científica al respecto muestra otra situación. La literatura revela que los médicos ignoran entre el 30 y 60% de las anormalidades descubiertas en el laboratorio por ellos solicitados. En más de la mitad de los pacientes con anormalidades de laboratorio, las mismas no fueron reflejadas en los reportes médicos del paciente en cuestión. Otra visión de la literatura es acerca de datos del laboratorio que resultaron anormales en pacientes en quienes no se sospechaban estos hallazgos por tener exámenes previos, examen físico o antecedentes dentro de la normalidad. La proporción de resultados anormales probablemente sobrevalora la verdadera prevalencia de patología en esos pacientes. Aquellos resultados normales que fueron obtenidos hasta 4 meses antes de la cirugía pueden ser utilizados de manera segura como tests preoperatorio, en tanto y en cuanto en ese lapso no haya cambiado la condición del paciente. De estos pacientes, cuando se repitieron los estudios de laboratorio, sólo el 0,4% de los resultados revelaron alteraciones respecto de los previos y éstas pudieron ser predichas porque el paciente había experimentado cambios en su estado. El screening de laboratorio preoperatorio para pacientes sin enfermedad conocida debería ser ajustado por los motivos detallados previamente. El laboratorio para aquellos pacientes con enfermedades conocidas debería ser acorde con la patología en cuestión a fin de disminuir los factores cómorbidos preoperatorios . Dosaje de Hemoglobina/ Hematocrito: diversos estudios demostraron que los niveles de Hb pueden ser <10gr/dl en el 5% de pacientes en quienes se pide ésta determinación en forma rutinaria; éstos resultados llevaron a un cambio en la conducta perioperatoria en el 0,1 al 2,7% de pacientes. Hay bastante evidencia que demuestra que el riesgo perioperatorio no aumenta significativamente hasta que los niveles de hemoglobina no son inferiores a 8gr/dl. De ello se desprende que en aquellos pacientes con anemia lo suficientemente importante como para posponer el procedimiento, el examen físico se presentará con los síntomas y signos correspondientes a ésta patología, haciendo por tanto innecesario medirlos en sujetos asintomáticos. La solicitud de ésta determinación comprende: • Cualquier procedimiento asociado con pérdidas de sangre moderadas a altas. • Pacientes con historia personal o familiar de hemoglobinopatías. • Enfermedad onco-hematológica; quimio o radioterapia reciente. • Diagnóstico o síntomas de anemia. • Historia de anemia o policitemia. • Pacientes con enfermedades severas coexistentes con condiciones inestables como insuficiencia renal, enfermedad hepática, hipertensión arterial no controlada, desnutrición severa, etc. Recuento de Glóbulos Blancos: la prevalencia de elevación de leucocitos en pacientes sin enfermedades conocidas, en 4 series estudiadas fue del 1%; por ésta razón el conteo rutinario de glóbulos blancos debería estar exenta del pedido preoperatorio. 6 Debería solicitarse en: • Pacientes con sospecha de infección activa. • Enfermedades mieloproliferativas. • Cuando el examen físico muestra esplenomegalia o presencia de adenopatías. • Pacientes que reciben drogas que puedan producir leucopenia. • Enfermos que cursan patologías que puedan producir leucopenia. Recuento de Plaquetas: el resumen de 10 estudios sobre la prevalencia de plaquetopenia en pacientes sin enfermedad conocida fue del 0,9%. Todos éstos investigadores reflejaron que la alteración más observada fue el aumento del número de plaquetas, aunque el valor estadístico hallado fue despreciable. Por esta razón el conteo rutinario de plaquetas cuando el examen físico no mostró evidencia de plaquetopenia o trombocitosis no tiene asidero. Debería solicitarse en: • Desórdenes plaquetarios conocidos. • Historia de hemorragias anormales o púrpura. • Leucemia, hiperesplenismo, anemia aplásica, desórdenes autoinmunes, anemia perniciosa. • Quimio o Radioterapia reciente. • Procedimientos de alto riesgo (Cirugía CV, Neurocirugía, u otros). • Drogas o medicamentos que sean inductores de trombocitopenia. • Enfermedad hepática activa . • Pacientes sometidos a diálisis o con enfermedad renal crónica. Estudios de Coagulación (tiempo de protrombina y tiempo de tromboplastina parcial; Quick y KPTT): la intención de estas pruebas es evaluar la capacidad del paciente para detener el sangrado. Se debe tener en cuenta que pequeños niveles de sangrado son intolerables en neurocirugía pero aceptables y parte de la acción quirúrgica en cirugías abdominales o traumatológicas. Es importante conocer que éstas pruebas determinan en su mayoría alteraciones congénitas y que por lo tanto existen desde la infancia. La pormenorizada historia clínica sobre los antecedentes del paciente (traumas previos, trastornos hemorragíparos, intervenciones previas, etc.), la existencia de enfermedades concomitantes (hepatopatías, renales, hematológicas) y el examen físico en el paciente adulto pueden determinar la necesidad de realizar éstas determinaciones o no. Los estudios clínicos analizaron que del total de hallazgos anormales (3,8 al 4,8% de los pacientes) sólo en el 0,8% de los casos estos resultados provocaban una modificación en la conducta quirúrgica. Si bien no hay evidencia suficiente que justifique su uso, la recomendación actual es realizar estudios de coagulación sólo en pacientes que serán sometidos a procedimientos de alto riesgo y en aquellos enfermos con una historia personal o familiar de trastornos de coagulación. Deberían solicitarse en: • Pacientes con antecedentes conocidos de alteraciones de la hemostasia o historia reciente que sugiera problemas de coagulación o uso de anticoagulantes. • Pacientes que requerirán anticoagulación post-operatoria (cuando es necesario contar con un valor basal). • Enfermedad hepática activa. • Desnutrición severa. • Procedimientos de alto riesgo. Medición de Glucemia: en diversos estudios que evaluaron el valor de la glucosa en sangre como test preoperatorio encontraron que los valores anormales eran despreciables. Kaplan y col hallaron 4 de 3100 valores de glucemia anormales, dos de éstos valores fueron normales en la repetición y los otros dos que siguieron anormales fueron desestimados por el cirujano como factor de morbilidad para el paciente a intervenir, no modificando su conducta por ello. La ASA (American Society of Anesthesiologists) estudió 3782 pacientes con riesgo ASA I , demostrando en 16 de ellos valores anormales de glucemia. A 5 pacientes se les pospuso la cirugía para 7 descenso de peso, sólo un paciente de los 3782 tuvo diagnóstico final de diabetes y requirió tratamiento específico. Dada la baja incidencia de diabetes no sospechada clínicamente (0,5%) en los hallazgos de laboratorio preoperatorio, no se recomienda la medición de la glucemia como rutina preoperatoria. Debería pedirse en : • Pacientes con diabetes. La diabetes diagnosticada previamente y bajo tratamiento, es un factor de riesgo importante en el posoperatorio de cirugías cardíacas. La diabetes incrementa la morbi-mortalidad de pacientes con puentes coronarios y de infecciones de la herida esternal. • Historia de hipoglucemia. • Tratamiento actual con corticoesteroides. • Enfermedad suprarrenal. Medición de Urea / Creatinina: la insuficiencia renal preoperatoria es un factor de riesgo mayor para las complicaciones postoperatorias en pacientes sometidos a cirugía general o cardiovascular. La insuficiencia renal tiene el mismo valor y peso predicitvo preoperatorio que la angina de pecho, infarto de miocardio previo, insuficiencia cardíaca compensada y diabetes. Diversos estudios revelaron la baja prevalencia de anormalidades en el perfil renal cuando fueron solicitados a pacientes en quienes no se sospechaba patología relacionada. En una revisión extensa sobre pedidos preoperatorios (se consideraron a más de 8000 pacientes) se observó una prevalencia de 8,2% de estudios anormales . Sólo el 2,6% de estos resultados influenciaron en el manejo de los pacientes, se trató en su mayoría de pacientes que iban a ser sometidos a cirugía de revascularización coronaria o aorta abdominal donde la nefropatía por la patología asociada es muy común. Debería pedirse urea y creatinina en: • Tratamiento con diuréticos, digoxina, inhibidores de la enzima de conversión de angiotensina, antiinflamatorios no esteroideos. • Enfermedad renal. • Enfermedad suprarrenal. • Diabetes. • Pérdidas o intercambios importantes de líquidos (preparaciones para FCC, pacientes en anasarca o con ascitis). • Hipertensión arterial severa o prolongada (> 10 años). • Procedimientos que requerirán radiocontraste, o procedimientos de alto riesgo. • Insuficiencia cardiaca congestiva. Medición de Ionograma plasmático (sodio y potasio): la teoría de dosar sodio y potasio en el preoperatorio para evitar eventuales efectos adversos postoperatorios –incluidas las arritmias– no tiene asidero en pacientes que no presentan circunstancias que lo justifiquen. En una revisión de 8 estudios que involucraron a 7764 pacientes, la incidencia de anormalidades fue del 12,7%. De este porcentaje sólo el 1,8% de los resultados significaron cambios en el manejo de los pacientes. Se debería identificar los candidatos a estos estudios según los antecedentes de los pacientes y no en forma rutinaria. Debería pedirse sodio y potasio en: • Pacientes que están recibiendo diuréticos, digoxina o IECA. • Enfermedad renal. • Patología suprarrenal o uso actual de corticoesteroides. • Enfermedad hipotalámica o hipofisaria. • Pérdidas o intercambios importantes de líquidos (preparaciones para FCC). • Procedimientos de alto riesgo. • Arritmias severas. • Insuficiencia cardíaca congestiva. • Toma de medicación natural u homeopática. 8 Pedido de Hepatograma: tienen evidencia como predictor de complicaciones postooperatorias sólo en pacientes con enfermedad hepática avanzada o cirrosis. Los riesgos se incrementan con la severidad de la enfermedad hepática clasificada según los criterios Child-Pugh. La mortalidad para la clase A es del 10%, 31% para la clase B y 76% para la C. Series de estudios para pacientes sin enfermedad hepática documentada que fueron sometidos a hepatograma como rutina preoperatoria (involucró a 19.000 pacientes) revelaron que el 0,4% de todas las rutinas tuvieron hepatogramas anormales. En solamente el 0,1% del porcentaje anterior el impacto del resultado generó cambios en el manejo del paciente. Debería evaluarse el hepatograma en: • Pacientes con cirrosis u otra enfermedad hepática. • Desnutrición. • Enfermedades múltiples y crónicas (ej: cardiopatía+insuficiencia renal), en donde el dosaje de albúmina puede ser un predictor de evolución postoperatoria. • Enfermedad reciente que involucró el parénquima hepático (toxicidad medicamentosa, hepatitis virales o enfermedades autoinmunes sobre el hígado). Análisis de Orina: este pedido realizado en forma rutinaria puede arrojar resultados anormales en un rango del 1 al 19%; pero sólo cambiaron el manejo del paciente en un 1,4% y correspondió al hallazgo de glucosuria en pacientes diabéticos conocidos. Es notable que el resto de los resultados fueron ignorados por los médicos clínicos cuando evaluaron al paciente. No hay evidencia de que un resultado prequirúrgico anormal de orina esté relacionado a una mayor tasa de complicaciones. Conclusiones: Pedidos de Laboratorio para Cirugías Programadas Procedimiento de Riesgo Bajo: solicitar estudios sólo ante condiciones específicas del paciente. Procedimiento de Riesgo Intermedio: Hemoglobina/ Hematocrito. Procedimiento de Riesgo Alto: Hemoglobina/ Hto/ Plaquetas/ Iono/ Función renal/ Quick y KPTT. 6) EVALUACIÓN CARDIOVASCULAR. PREDICTORES: En la evaluación cardíaca preoperatoria debe considerarse tanto la naturaleza del procedimiento a realizar como la edad del paciente en cuestión. Es conocido que a medida que aumenta el envejecimiento de la población aumentan la cantidad de procedimientos quirúrgicos realizados a estos pacientes, los cuales potencialmente pueden padecer enfermedad coronaria. Una cuidadosa historia clínica puede ser crucial para descubrir enfermedad cardíaca o comorbilidades (evidencia de vasculopatía periférica, diabetes, enfermedad cerebrovascular, deterioro renal o enfermedad pulmonar crónica) que pueden cambiar o modificar la categoría de riesgo para un procedimiento quirúrgico. Las enfermedades cardiovasculares afectan a una importante proporción de la población y son una de las principales causas de muerte. Por otra parte son la complicación postoperatoria más frecuente y pueden amenazar la vida del paciente o prolongar su estadía hospitalaria. En el año 2002 el Colegio Americano de Cardiología y la Asociación Americana del Corazón actualizaron la normatización del año 1996 respecto a la evaluación cardiovascular para pacientes que serán sometidos a cirugías no cardíacas. No solo tienen en cuenta el riesgo intrínseco de cada paciente, sino que además consideran el riesgo inherente al procedimiento. A. Riesgo asociado al procedimiento Riesgo ALTO cirugía de emergencia. pérdidas de sangre potencialmente grandes. cirugía aórtica o vascular periférica. 9 Riesgo INTERMEDIO cirugía torácica o abdominal. cirugía de cabeza y cuello. endarterectomía carotídea. cirugía ortopédica. cirugía prostática. Riesgo BAJO cirugía de mama. cirugía de cataratas. cirugía superficial. endoscopias. B. Predictores Clínicos: Predictores Clínicos MAYORES -infarto en las últimas 6 semanas. -angina inestable. -insuficiencia cardíaca descompensada. -arritmias significativas ( causantes de inestabilidad hemodinámica). -enfermedad valvular severa ( por ej: estenosis aórtica o mitral con área < 1,0 cm2). Predictores Clínicos INTERMEDIOS -angina de pecho moderada. -infarto de miocardio más allá de las 6 semanas. -insuficiencia cardíaca compensada. -diabetes. -insuficiencia renal crónica. Predictores Clínicos MENORES -edad avanzada. -electrocardiograma anormal. -ritmo cardíaco no sinusal. -capacidad funcional pobre. -historia de ACV. -hipertensión no controlada. Pacientes con Predictores Clínicos Intermedios .Capacidad funcional pobre (<4 METS) Procedimiento de alto riesgo Capacidad funcional moderada a óptima (≥4 METS) Procedimiento de riesgo bajo o intermedio Prueba de stress no invasiva Proceder con la cirugía Pacientes con Predictores Clínicos Menores Capacidad funcional pobre (< 4 METS) Procedimiento de alto riesgo Capacidad funcional moderada a óptima (≥4 METS) Procedimiento de riesgo bajo o intermedio Prueba de stress no invasiva Proceder con la cirugía 10 Comentarios: • Ejemplos de capacidad funcional mayor a 4 METS: subir un piso de escaleras, andar en bicicleta, nadar, trabajar en jardinería. • Aquellos pacientes con una prueba de stress NORMAL en los últimos 2 años o que fueron sometidos a una cirugía de revascularización miocárdica dentro de los últimos 5 años y se encuentran sin síntomas, NO requieren ninguna evaluación adicional. • Pacientes clínicamente estables que recibieron una angioplastia entre 6 meses y 5 años atrás; NO requieren ninguna evaluación adicional. • Pacientes a quienes se les realizó una angioplastia los últimos 6 meses pueden requerir un reevaluación cardíaca o una consulta con cardiología previo a la cirugía. • Si bien la evaluación de la función ventricular mediante ventriculograma o ecocardiografía parecería no mejorar la predicción de riesgo realizada clínicamente, éstas pruebas pueden ser consideradas en los casos en los que la función ventricular posiblemente esté afectada y sean necesarias intervenciones terapéuticas especiales en pacientes con predictores clínicos mayores. 7)-MANEJO DE LA MEDICACIÓN PERIOPERATORIA Es conocida la influencia de algunas medicaciones sobre el riesgo quirúrgico (como agentes antiplaquetarios, anticoagulantes, terapias hormonales o medicación homeopática), siendo por ello muy importante elaborar un completo listado de drogas que recibe el paciente en cuestión. Se debe tener en cuenta la vida media, posibilidades de abstinencia con la suspensión y otras situaciones. A. Drogas Cardiovasculares: Aquellos pacientes que reciben drogas de larga duración de acción tal como Digoxina y Amiodarona pueden suspenderla antes de la cirugía y reinstalarlas cuando el paciente pueda tomar líquidos. De ser necesario las mismas pueden administrarse en forma endovenosa (pacientes con ayuno en el postoperatorio de cirugías del aparato digestivo). Los beta-bloqueantes no deben ser suspendidos intempestivamente en forma previa a la cirugía (ello incrementa el riesgo de infarto perioperatorio y muerte en pacientes con enfermedad cardiaca). Si el paciente no puede comenzar a tomarlo en el postoperatorio inmediato, el uso de preparados endovenosos (como Propranolol o Esmolol) es de utilidad. B. Drogas Pulmonares: Nos referiremos esencialmente a la medicación usada por pacientes con asma o EPOC. Los inhaladores (corticostesteroides inhalados, beta-2 agonistas y agentes anticolinérgicos) pueden y deben ser usados en éstos pacientes según las indicaciones de su médico hasta antes de entrar a quirófano e inmediatamente después. Dado que las cirugías torácicas y/o abdominales pueden reducir la función pulmonar aún en pacientes sanos, el uso en el postoperatorio inmediato de broncodilatadores inhalados para pacientes asmáticos debería ser tenido en cuenta por el médico tratante. No obstante existe la posibilidad de usar medicación parenteral como la Aminofilina (recordando que puede causar taquicardia, hipertensión o arritmias ventriculares, teniendo en cuenta además las interacciones potenciales con otras drogas como por ejemplo Fluoroquinolonas) y Corticoides (que suelen ser utilizados cuando se obtiene poca respuesta al uso de broncodilatadores beta-2 agonistas). C. Drogas para Diabetes: Aquellos pacientes que usan Insulina son manejados en el perioperatorio con mediciones de glucosa por reflectómetro y uso de mini dosis frecuentes (cada 2 á 4 horas como máximo) de insulina cristalina. El manejo de la insulina nocturna o matinal deberá ser orientada por el médico especialista teniendo en cuenta la severidad de la diabetes, tiempo estimado de inicio de la alimentación en el postoperatorio, y el eventual uso de soluciones dextrosadas durante el acto operatorio. Cuando los procedimientos que requieren sedación profunda o anestesia se programan 11 en horario vespertino, la dosis matinal de insulina debe ser reducida al 50% de la dosis habitual y manejar al paciente con mini dosis frecuentes de insulina corriente en el postoperatorio. Los Hipoglucemiantes Orales no deben ser suspendidos a excepción de la Metformina por el riesgo de acidosis láctica, que –aunque rara– puede potenciarse por el efecto de eventuales complicaciones hemodinámicas del acto quirúrgico (hipotensión sostenida, sangrados profusos) que pueden producir el mismo cuadro. La Metformina debe ser suspendida 24 horas antes de la cirugía y reinstalada 48 a 72 horas luego de la misma, siempre y cuando no haya deterioro de la función renal. En general el resto de los Hipoglucemiantes puede ser indicado cuando el paciente comienza con alimentos sólidos. D. Drogas Antiplaquetarias y Anticoagulantes: -Aspirina: dada la inhibición que produce sobre la ciclooxigenasa se sugiere su suspensión 7 a 10 días previos a la operación, sobre todo cuando se trate de una cirugía vascular, neurocirugía u oftalmológica. Es particularmente importante suspender ésta droga en pacientes alcohólicos ya que presentan de base disfunción plaquetaria por el etanol. Si bien es conocida la incidencia de la aspirina sobre el aumento del sangrado intraoperatorio, es poca la evidencia sobre un eventual aumento de la morbimortalidad. -Anti-inflamatorios no esteroides (inhibidores de la ciclooxigenasa 1) deben suspenderse 3 días previos a la cirugía (en promedio y dependiendo de la vida media de cada tipo). El Ibuprofeno e Indometacina tienen una corta vida media (2 a 5 horas) y deben ser suspendidos un día antes; el Naproxeno con vida media más larga (12 a 17 horas) debe ser suspendido 3 días antes. -Anti-inflamatorios no esteroides (inhibidores de la ciclooxigenasa 2): esta nueva generación de fármacos tiene poco o ningún efecto sobre las plaquetas. Pero tanto éstos como todos los AINEs pueden afectar negativamente la función renal, siendo este efecto más notable en la etapa perioperatoria (cuando puede haber mayor variación hemodinámica), por ello la suspensión de los mismos se recomienda 3 días antes del evento quirúrgico. -Clopidogrel y Ticlopidina: producen inhibición irreversible de la ciclooxigenasa por bloqueo de la adenodilato-fosfatasa. Para procedimiento electivos deben ser suspendidas 7 días previos. -Cilostazol: su acción sobre las plaquetas es reversible, la vida media es de 11 a 13 horas y se recomienda por ello suspenderlo 3 días antes de la cirugía. -Anticoagulantes orales: el manejo de los mismos debe hacerse según RIN y está a cargo del médico hematólogo quien según el procedimiento a efectuar indicará suspensión, monitoreo y dosis de reinicio. E. Drogas de uso en Osteoporosis/ TRH: -Raloxifeno: dada la mayor frecuencia de eventos tromboembólicos debe ser suspendido una semana antes del procedimiento en aquellos pacientes con moderado a alto riesgo embólico y no debe ser reinstaurada hasta que el paciente deambule. El Tamoxifeno, droga estructuralmente semejante, tiene el mismo riesgo para desarrollar eventos tipo TVP, pero la suspensión de la misma debe ser considerada en conjunto con el médico oncólogo de la paciente a fin de consensuar los riesgos/ beneficios de ello. -Alendronato: dada la incidencia de efectos gastro-intestinales y las características en su administración (en ayunas con un vaso completo con agua y permanecer parado los 30 minutos posterior a la toma sin recibir ningún tipo de alimento) hace dificultosa su administración, se sugiere no indicarla en el postoperatorio, y explicar al paciente que la toma del mismo debe hacerse una vez dada el alta. -TRH (Terapia de Reemplazo Hormonal): es bien clara la mayor incidencia de eventos embólicos en este grupo y los mismos aumentan cuando el paciente es sometido a una cirugía. Se sugiere que para cirugías programadas la suspensión de los preparados hormonales debe hacerse 4 semanas antes de la fecha quirúrgica. Luego de la cirugía se podrían reinstalar cuando la paciente deambule sin dificultad, aunque estudios como el HERS demostraron el riesgo tromboembólico de éste grupo a los 90 días de la cirugía. 12 F. Drogas Antiretrovirales: Dada la mayor sobrevida de pacientes infectados con el HIV, la exposición a requerir eventos quirúrgicos también aumenta. Si bien hay una amplia gama de antiretrovirales, la mayoría de ellos se toman dos o más veces al día. La resistencia a éstas drogas se desarrolla fácilmente cuando el paciente omite una o más tomas. La recomendación para este grupo es que las drogas que toma el paciente deben ser suspendidas “todas juntas” y reinstaladas cuando el paciente pueda tolerar la vía oral “todas juntas”. No se conocen interacciones significativas entre éste grupo de drogas y los agentes anestésicos. G. Medicación en base a hierbas (llamadas coloquialmente “medicamentos naturales”) -Ajo: es un inhibidor de la función plaquetaria, se ha demostrado mayor riesgo de sangrado postoperatorio en aquellos pacientes con alto consumo del mismo. -Ginkgo Biloba: muy usado para la mejoría de la calidad cognitiva, enfermedad vascular periférica y maculopatías. Es un inhibidor de la agregación plaquetaria y potencia las posibilidades de sangrado postoperatorio. -Ginseng: es utilizado como protector ante el stress y como hipoglucemiante. Inhibe (posiblemente en forma irreversible) la agregación plaquetaria y es bien conocido que puede producir además cefaleas, temblor y episodios de manía. -Kava (comunidades orientales): utilizado como sedante. Acentúa el efecto sedativo de los anestésicos. Es asociado con injuria hepática severa. -Valeriana: es usado como sedante y puede afectar los requerimientos anestésicos. Es interesante destacar que sustancias como el ajo, ginseng y ginger pueden interferir en la acción de los anticoagulantes orales. H. Medicación Neuro-Psiquiátrica: 1) Antiparkinsonianos: -Carbidopa/Levodopa: deben ser ingeridos la mañana de la cirugía y reinstalados lo más pronto posible luego de la cirugía dado que aquellos pacientes tratados con Carbidopa/Levodopa con intervalos de varias horas sin drogas pueden desarrollar síntomas parkinsonianos. Con intervalos prolongados la abstinencia a la Levodopa puede llevar a un cuadro con síntomas similares al síndrome neuroléptico maligno (hiperpirexia, rigidez, confusión, elevación de la CPK). Aunque la Carbidopa/Levodopa puede interferir con agentes anestésicos y favorecer la aparición de arritmias, los beneficios de continuar el tratamiento es mayor que el riesgo. Es conveniente en este grupo de pacientes y dado el metabolismo hepático de la droga chequear el hepatograma antes del procedimiento invasivo. Si el paciente no pudiera ingerir alimentos y tuviese una sonda nasogástrica se procederá a la administración de un preparado de la droga (4 tabletas de Carbidopa/Levodopa 25/250 en un litro de agua con un gramo de Ácido Ascórbico para impedir la oxidación; contiene 1 mg de Carbidopa por ml de solución). La frecuencia de infusión depende de lo que utilizaba el paciente. -Selegilina: es un Inhibidor de la Mono Amino Oxidasa (IMAO), selectivo, utilizado como terapia adyuvante de Carbidopa/Levodopa. Se han reportado serias interacciones con la Meperidina: rigidez, alucinaciones, fiebre, confusión y cuando es severo coma y muerte. Si bien es posible que suceda con otros narcóticos la asociación clara es con Meperidina, la que no debe ser utilizada. Además debe monitorearse cuidadosamente al paciente cuando se usen otros narcóticos. Drogas nuevas como el Entacapone y Tolcapone ( que extienden la duración de acción de la Levodopa) no tienen contraindicaciones respecto de interacciones con narcóticos. 2) Drogas Anticonvulsivantes: Deben se continuadas en el perioperatorio ni bien sea posible para evitar convulsiones. Se tendrá en cuenta que son depresoras del sistema nervioso central y pueden potenciar el efecto de algunos anestésicos por lo que no debe obviarse del interrogatorio y debe ser comunicado al médico anestesiólogo. 13 3) Antidepresivos: -Antidepresivos Tricíclicos (Amitriptilina, Nortriptilina, Imipramina y Desipramina) tienen varios sitios de acción. Desde el punto de vista cardíaco provocan cuadros símil-Quinidina, prolongando el QRS y el intervalo QT; se ha demostrado la potenciación de éste efecto con el uso de Halotano en humanos y de Pancuronio en animales. Los efectos anticolinérgicos propios de los tricíclicos son potenciados por otras drogas anticolinérgicas por lo que la asociación entre sí debiera monitorearse. -IMAO: todavía son usados cuando existe depresión resistente a otros agentes. Se asocian con eventos simpaticomiméticos que provocan hipertensión en el intraoperatorio. Por la interacción arriba citada con Meperidina y otros narcóticos, los IMAO deberían ser suspendidos 2 semanas antes de la cirugía. Para aquellos pacientes en que por su patología o por la premura de la cirugía no pueda ser suspendida la droga en tiempo adecuado, debe minimizarse el uso en el perioperatorio de anticolinérgicos, meperidina y simpaticomiméticos. -IRSS: inhibidores selectivos de la recapatación de serotonina: Fluoxetina, Sertralina, Paroxetina, Citalopram y Fluvoxamina. No hay interacciones específicas entre éstos y los agentes anestésicos. Se ha descripto sin embargo un “sindrome serotoninérgico” con el uso concomitante de Tramadol (agitación, temblores, letargo, náuseas, escalofríos, mialgias, inestabilidad, respiración agitada y entrecortada y disminución de la memoria reciente). Similar cuadro puede producirse con la suspensión brusca de la droga. Se aconseja por ello que el paciente la tome hasta el día antes de la cirugía y la reinstale ni bien pueda tomar líquidos. -Otros antidepresivos IRSS como la Venlafaxina, Bupropion, Mirtazapina y Nefazadona no producen sindromes de abstinencia con su suspensión y no tienen interacciones con agentes anestésicos. 4) Antipsicóticos (Haloperidol, Flubenzamina, Droperidol, Clorpromazina y Risperidona) si bien no causan grandes problemas en el perioperatorio pueden potenciar el efecto depresor de narcóticos y barbitúricos. La Fenotiazina además puede reducir el umbral eléctrico para presentar convulsiones en pacientes susceptibles. La suspensión abrupta puede provocar diskinesias y agitación. Se recomienda por ello la reinstalación ni bien sea posible. Se han descripto prolongaciones del QT agravadas por el Droperidol, sugiriéndose por ello evitarlo en pacientes con antecedentes de arritmias de éste tipo. La aparición de hipertermia maligna con estas drogas es rara. 5) Estabilizadores del Ánimo Litio: recordar que entre la gran variedad de efectos adversos que da, es un provocador de hipotiroidismo. Se recomienda dosar los niveles en sangre antes de la cirugía a fin de evitar ingresar un paciente con dosis tóxicas o subterapéuticas. Si la droga es Ác. Valproico o Gabapentin no hay contraindicaciones para el manejo perioperatorio. 6) Benzodiazepinas: aquellos pacientes que las usan en forma crónica requieren menor dosis de anestesia tanto para la inducción como para el mantenimiento de la misma. Dado que la suspensión brusca puede provocar un síndrome de abstinencia, deben ser continuadas en el postoperatorio. Recordar que el uso crónico de benzodiazepinas incrementa los requerimientos de opiáceos en el postoperatorio. I. Drogas Endocrinológicas: 1) Hipotiroidismo: Dada la prolongada vida media de la Levotiroxina (7 días) ésta puede ser interrumpida algunos días en el postoperatorio. Recordar que aquellos pacientes con hipotiroidismo severo están expuestos a complicaciones mayores, y se les debería administrar la droga en forma endovenosa (de no poder usar la vía oral en el postoperatorio inmediato). En el uso EV la dosis es de 200 a 500 mcg en infusión lenta, con 50 a 100mcg/día e Hidrocortisona como tratamiento de una posible insuficiencia suprarrenal. 2) Hipertiroidismo: las cirugías urgentes en pacientes no adecuadamente controlados puede desembocar en una tormenta tiroidea. Además del tratamiento con Beta Bloqueantes parenterales que requiere esa entidad, se debe agregar Hidrocortisona por la eventual insuficiencia suprarrenal y también por que ayuda a disminuir la conversión periférica de T4 en T3. En los pacientes hipertiroideos se debe evitar el Pancuronio, la Efedrina, la Noradrenalina y la Atropina. 14 3) Glándula suprarrenal: tener en cuenta que aquellos pacientes que recibieron esteroides durante una semana o más en los meses previos a una cirugía mayor pueden requerir suplementación o dosis de estrés por la eventual presentación de una insuficiencia suprarrenal secundaria. Hay datos que sugieren que hasta un año después de usar una dosis de 10 mg/día de Prednisona por 5 días o más puede estar suprimido el eje hipotálamo-hipofiso-adrenal (el uso de dosis menores a 7,5 mg/día de Prednisona o equivalentes no produce inhibición del eje). Para cirugías mayores el uso de 100mg de hidrocortisona ( es equipotente al cortisol adrenal) cada 8 horas el día de la cirugía , y la reducción al 50% de la dosis inicial los 2 días posteriores, con discontinuación al cuarto día, parece ser una buena elección. Para procedimientos menores una dosis de 50 a 100mg de hidrocortisona inmediatamente antes de la cirugía con dosis cada 8 horas en el postoperatorio parecen ser suficientes. J. Drogas Reumatológicas: 1) Metotrexato: no debe ser discontinuado previo a la cirugía . Tiene implicancia por el deterioro inmunitario y su forma de excreción en pacientes con insuficiencia renal o sepsis. 2) Leflunomida: es usado como agente antiproliferativo en Artritis Reumatoidea. Dado que puede provocar pancitopenia y disfunción hepática, debe chequearse rutinariamente un hemograma completo y hepatograma en éstos pacientes antes de una intervención. BIBLIOGRAFIA. -Smetana G, Macpherson D. The case against routine preoperative laboratory testing. 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