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EL DON APACIBLE:
Instituto de Inmunología de la UCV
Trabajar aquí es tener ganas de llegar a las siete y no tener
reparos en que sean las siete de la noche y seguir trabajando.
Es sentirse realizado y que lo que uno hace es reconocido y valorado.
Para nosotros es tan importante el vigilante como los bioanalistas.
Eso es lo que el doctor Bianco nos inculcó.
Gladys Primera
Entre la plaza del rectorado y el Hospital Universitario, terrenos de la Universidad Central de
Venezuela, se encuentra el Instituto de Inmunología, IDI. Con la entrega de quienes laboran se logró,
por ejemplo, el aval de la Organización Mundial de la Salud, que nombró al IDI centro colaborador en
la formación de inmunólogos clínicos para la región latinoamericana; también fue sometido al
escrutinio de la Federación de Sociedades de Inmunología Clínica (FOCIS), ente internacional que lo
seleccionó como Centro de Excelencia.
La entrega no tiene mayor explicación científica pero es lo que caracteriza a estos señores y señoras
de bata blanca. El Instituto comenzó a funcionar en 1993, gracias al empeño del doctor Nicolás
Bianco, quien supo concebir, a partir de la Unidad de Inmunología Clínica que pertenecía al Instituto
de Anatomía Patológica de la Facultad de Medicina de la UCV, un ente que se especializara en gestión
de la inmunología clínica mediante tres vertientes en paralelo: una parte académica, otra parte de
investigación y una clínica asistencial.
El IDI ha sido fundamental en el desarrollo de tecnologías de diagnóstico para la clasificación de las
hepatitis virales A, B y C; su análisis molecular, la integración diagnóstica. Es un abordaje integral de
una enfermedad infecciosa, en este caso, la hepatitis viral. En el IDI, los investigadores se han
abocado más a los virus de hepatitis B y C desde el punto de vista clínico, inmunopatológico y
terapéutico. La hepatitis por virus del tipo B y C también la observa el pediatra que ya es patólogo
clínico, y que maneja enfermedades hepáticas.
En el IDI están todos los equipos específicos para el inmunodiagnóstico y para el diagnóstico
molecular. Equipos de ecosonogramas y endoscopia no porque no se trata de consulta primaria.
Nunca fue la intención establecerla ni es tal el cometido del IDI. Se trata, eso sí, de una consulta
altamente especializada. El paciente llega generalmente referido, con unos exámenes que su médico
le ha ordenado. Se evalúa en triaje y cada uno de los pacientes es derivado hacia el área patológica
que le corresponda: inmuno-reumatología, VIH, inmunogastro, hepatitis viral o alergia. Las
enfermedades alérgicas dominan el área de inmunología clínica.
Se ha sentado escuela pues la generación de relevo existe y progresa cada día más, formándose en
esa cultura de la excelencia establecida desde el propio arranque de la institución. Uno de los valores
fundamentales que se manejan entre estos muros debidamente pintados y cuidados, es, para Irma
Machado, gastroenteróloga con especialidad en inmunología digestiva y del hígado, que la gente que
trabaja allí siempre ha creído en lo que hace. “Cada uno de nosotros en su área siempre alimentó la
idea de que lo estábamos haciendo bien. Y que debíamos transmitir eso hacia afuera de manera
creíble. Aquí hay gente que lleva todos los años del mundo, me refiere a los técnicos, a los que están
en contacto directo con los pacientes. Creo que ellos le tienen amor a este sitio. Nunca se ponen de
mal humor”.
El IDI es un lugar atractivo para trabajar. Hay 65 personas en total. No cuenta residentes (son
médicos que están allí para completar sus estudios en la práctica) ni estudiantes. La doctrina de la
planificación constante, impuesta desde un principio, continúa vigente. La mística sigue en alto. La
total entrega de quienes laboran en el IDI tiene ese don apacible de las causas nobles y bien
pensadas.