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IDI –N. 533
DICIEMBRE 2014
AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA
CARTA APOSTÓLICA DEL SANTO PADRE FRANCISCO A TODOS LOS CONSAGRADOS CON
OCASIÓN DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA
Queridas consagradas y queridos consagrados
Os escribo como Sucesor de Pedro, a quien el Señor Jesús confió la tarea de confirmar a sus hermanos en la
fe (cf. Lc 22,32), y me dirijo a vosotros como hermano vuestro, consagrado a Dios como vosotros.
Demos gracias juntos al Padre, que nos ha llamado a seguir a Jesús en plena adhesión a su Evangelio y en el
servicio de la Iglesia, y que ha derramado en nuestros corazones el Espíritu Santo que nos da alegría y nos
hace testimoniar al mundo su amor y su misericordia.
He decidido convocar un Año de la Vida Consagrada haciéndome eco del sentir de muchos y de la
Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica, con motivo del 50
aniversario de la Constitución dogmática Lumen gentium sobre la Iglesia, que en el capítulo sexto trata de
los religiosos, así como del Decreto Perfectae caritatis sobre la renovación de la vida religiosa. Dicho Año
comenzará el próximo 30 de noviembre, primer Domingo de Adviento, y terminará con la fiesta de la
Presentación del Señor, el 2 de febrero de 2016.
Después de escuchar a la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida
apostólica, he indicado como objetivos para este Año los mismos que san Juan Pablo II propuso a la Iglesia a
comienzos del tercer milenio, retomando en cierto modo lo que ya había dicho en la Exhortación apostólica
postsinodal Vita consecrata: «Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino
una gran historia que construir. Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir
haciendo con vosotros grandes cosas» (n. 110).
I . Objetivos para el Año de la Vida Consagrada.
1. El primer objetivo es mirar al pasado con gratitud. Cada Instituto viene de una rica historia carismática. En
sus orígenes se hace presente la acción de Dios que, en su Espíritu, llama a algunas personas a seguir de
cerca a Cristo, para traducir el Evangelio en una particular forma de vida, a leer con los ojos de la fe los
signos de los tiempos, a responder creativamente a las necesidades de la Iglesia. La experiencia de los
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comienzos ha ido después creciendo y desarrollándose, incorporando otros miembros en nuevos contextos
geográficos y culturales, dando vida a nuevos modos de actuar el carisma, a nuevas iniciativas y formas de
caridad apostólica. Es como la semilla que se convierte en un árbol que expande sus ramas.
Es oportuno que cada familia carismática recuerde este Año sus inicios y su desarrollo histórico, para dar
gracias a Dios, que ha dado a la Iglesia tantos dones, que la embellecen y la preparan para toda obra buena
(cf. Lumen gentium, 12).
Poner atención en la propia historia es indispensable para mantener viva la identidad y fortalecer la unidad de
la familia y el sentido de pertenencia de sus miembros. No se trata de hacer arqueología o cultivar inútiles
nostalgias, sino de recorrer el camino de las generaciones pasadas para redescubrir en él la chispa
inspiradora, los ideales, los proyectos, los valores que las han impulsado, partiendo de los fundadores y
fundadoras y de las primeras comunidades. También es una manera de tomar conciencia de cómo se ha
vivido el carisma a través de los tiempos, la creatividad que ha desplegado, las dificultades que ha debido
afrontar y cómo fueron superadas. Se podrán descubrir incoherencias, fruto de la debilidad humana, y a
veces hasta el olvido de algunos aspectos esenciales del carisma. Todo es instructivo y se convierte a la vez
en una llamada a la conversión. Recorrer la propia historia es alabar a Dios y darle gracias por todos sus
dones.
Le damos gracias de manera especial por estos últimos 50 años desde el Concilio Vaticano II, que ha
representado un «soplo» del Espíritu Santo para toda la Iglesia. Gracias a él, la vida consagrada ha puesto en
marcha un fructífero proceso de renovación, con sus luces y sombras, ha sido un tiempo de gracia, marcado
por la presencia del Espíritu.
Que este Año de la Vida Consagrada sea también una ocasión para confesar con humildad, y a la vez con
gran confianza en el Dios amor (cf. 1 Jn 4,8), la propia fragilidad, y para vivirlo como una experiencia del
amor misericordioso del Señor; una ocasión para proclamar al mundo con entusiasmo y dar testimonio con
gozo de la santidad y vitalidad que hay en la mayor parte de los que han sido llamados a seguir a Cristo en la
vida consagrada.
2. Este Año nos llama también a vivir el presente con pasión. La memoria agradecida del pasado nos
impulsa, escuchando atentamente lo que el Espíritu dice a la Iglesia de hoy, a poner en práctica de manera
cada vez más profunda los aspectos constitutivos de nuestra vida consagrada.
Desde los comienzos del primer monacato, hasta las actuales «nuevas comunidades», toda forma de vida
consagrada ha nacido de la llamada del Espíritu a seguir a Cristo como se enseña en el Evangelio (cf.
Perfectae caritatis, 2). Para los fundadores y fundadoras, la regla en absoluto ha sido el Evangelio, cualquier
otra norma quería ser únicamente una expresión del Evangelio y un instrumento para vivirlo en plenitud. Su
ideal era Cristo, unirse a él totalmente, hasta poder decir con Pablo: «Para mí la vida es Cristo» (Flp 1,21);
los votos tenían sentido sólo para realizar este amor apasionado.
La pregunta que hemos de plantearnos en este Año es si, y cómo, nos dejamos interpelar por el Evangelio; si
este es realmente el vademecum para la vida cotidiana y para las opciones que estamos llamados a tomar. El
Evangelio es exigente y requiere ser vivido con radicalidad y sinceridad. No basta leerlo (aunque la lectura y
el estudio siguen siendo de extrema importancia), no es suficiente meditarlo (y lo hacemos con alegría todos
los días). Jesús nos pide ponerlo en práctica, vivir sus palabras.
Jesús, hemos de preguntarnos aún, ¿es realmente el primero y único amor, como nos hemos propuesto
cuando profesamos nuestros votos? Sólo si es así, podemos y debemos amar en la verdad y la misericordia a
toda persona que encontramos en nuestro camino, porque habremos aprendido de él lo que es el amor y
cómo amar: sabremos amar porque tendremos su mismo corazón.
Nuestros fundadores y fundadoras han sentido en sí la compasión que embargaba a Jesús al ver a la multitud
como ovejas extraviadas, sin pastor. Así como Jesús, movido por esta compasión, ofreció su palabra, curó a
los enfermos, dio pan para comer, entregó su propia vida, así también los fundadores se han puesto al
servicio de la humanidad allá donde el Espíritu les enviaba, y de las más diversas maneras: la intercesión, la
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predicación del Evangelio, la catequesis, la educación, el servicio a los pobres, a los enfermos... La fantasía
de la caridad no ha conocido límites y ha sido capaz de abrir innumerables sendas para llevar el aliento del
Evangelio a las culturas y a los más diversos ámbitos de la sociedad.
El Año de la Vida Consagrada nos interpela sobre la fidelidad a la misión que se nos ha confiado. Nuestros
ministerios, nuestras obras, nuestras presencias, ¿responden a lo que el Espíritu ha pedido a nuestros
fundadores, son adecuados para abordar su finalidad en la sociedad y en la Iglesia de hoy? ¿Hay algo que
hemos de cambiar? ¿Tenemos la misma pasión por nuestro pueblo, somos cercanos a él hasta compartir sus
penas y alegrías, así como para comprender verdaderamente sus necesidades y poder ofrecer nuestra
contribución para responder a ellas? «La misma generosidad y abnegación que impulsaron a los fundadores –
decía san Juan Pablo II – deben moveros a vosotros, sus hijos espirituales, a mantener vivos sus carismas
que, con la misma fuerza del Espíritu que los ha suscitado, siguen enriqueciéndose y adaptándose, sin perder
su carácter genuino, para ponerse al servicio de la Iglesia y llevar a plenitud la implantación de su Reino».[1]
Al hacer memoria de los orígenes sale a luz otra dimensión más del proyecto de vida consagrada. Los
fundadores y fundadoras estaban fascinados por la unidad de los Doce en torno a Jesús, de la comunión que
caracterizaba a la primera comunidad de Jerusalén. Cuando han dado vida a la propia comunidad, todos ellos
han pretendido reproducir aquel modelo evangélico, ser un sólo corazón y una sola alma, gozar de la
presencia del Señor (cf. Perfectae caritatis, 15).
Vivir el presente con pasión es hacerse «expertos en comunión», «testigos y artífices de aquel “proyecto de
comunión” que constituye la cima de la historia del hombre según Dios».[2] En una sociedad del
enfrentamiento, de difícil convivencia entre las diferentes culturas, de la prepotencia con los más débiles, de
las desigualdades, estamos llamados a ofrecer un modelo concreto de comunidad que, a través del
reconocimiento de la dignidad de cada persona y del compartir el don que cada uno lleva consigo, permite
vivir en relaciones fraternas.
Sed, pues, mujeres y hombres de comunión, haceos presentes con decisión allí donde hay diferencias y
tensiones, y sed un signo creíble de la presencia del Espíritu, que infunde en los corazones la pasión de que
todos sean uno (cf. Jn 17,21). Vivid la mística del encuentro: «la capacidad de escuchar, de escuchar a las
demás personas. La capacidad de buscar juntos el camino, el método»,[3] dejándoos iluminar por la relación
de amor que recorre las tres Personas Divinas (cf. 1 Jn 4,8) como modelo de toda relación interpersonal.
3. Abrazar el futuro con esperanza quiere ser el tercer objetivo de este Año. Conocemos las dificultades que
afronta la vida consagrada en sus diversas formas: la disminución de vocaciones y el envejecimiento, sobre
todo en el mundo occidental, los problemas económicos como consecuencia de la grave crisis financiera
mundial, los retos de la internacionalidad y la globalización, las insidias del relativismo, la marginación y la
irrelevancia social... Precisamente en estas incertidumbres, que compartimos con muchos de nuestros
contemporáneos, se levanta nuestra esperanza, fruto de la fe en el Señor de la historia, que sigue repitiendo:
«No tengas miedo, que yo estoy contigo» (Jr 1,8).
La esperanza de la que hablamos no se basa en los números o en las obras, sino en aquel en quien hemos
puesto nuestra confianza (cf. 2 Tm 1,12) y para quien «nada es imposible» (Lc 1,37). Esta es la esperanza
que no defrauda y que permitirá a la vida consagrada seguir escribiendo una gran historia en el futuro, al que
debemos seguir mirando, conscientes de que hacia él es donde nos conduce el Espíritu Santo para continuar
haciendo cosas grandes con nosotros.
No hay que ceder a la tentación de los números y de la eficiencia, y menos aún a la de confiar en las propias
fuerzas. Examinad los horizontes de la vida y el momento presente en vigilante vela. Con Benedicto XVI,
repito: «No os unáis a los profetas de desventuras que proclaman el final o el sinsentido de la vida
consagrada en la Iglesia de nuestros días; más bien revestíos de Jesucristo y portad las armas de la luz –
como exhorta san Pablo (cf. Rm 13,11-14) –, permaneciendo despiertos y vigilantes».[4] Continuemos y
reemprendamos siempre nuestro camino con confianza en el Señor.
Me dirijo sobre todo a vosotros, jóvenes. Sed el presente viviendo activamente en el seno de vuestros
Institutos, ofreciendo una contribución determinante con la frescura y la generosidad de vuestra opción. Sois
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al mismo tiempo el futuro, porque pronto seréis llamados a tomar en vuestras manos la guía de la animación,
la formación, el servicio y la misión. Este año tendréis un protagonismo en el diálogo con la generación que
os precede. En comunión fraterna, podréis enriqueceros con su experiencia y sabiduría, y al mismo tiempo
tendréis ocasión de volver a proponerle los ideales que ha vivido en sus inicios, ofrecer la pujanza y lozanía
de vuestro entusiasmo, y así desarrollar juntos nuevos modos de vivir el Evangelio y respuestas cada vez más
adecuadas a las exigencias del testimonio y del anuncio.
Me alegra saber que tendréis oportunidades para reuniros entre vosotros, jóvenes de diferentes Institutos.
Que el encuentro se haga el camino habitual de la comunión, del apoyo mutuo, de la unidad.
II - Expectativas para el Año de la Vida Consagrada
¿Qué espero en particular de este Año de gracia de la Vida Consagrada?
1. Que sea siempre verdad lo que dije una vez: «Donde hay religiosos hay alegría». Estamos llamados a
experimentar y demostrar que Dios es capaz de colmar nuestros corazones y hacernos felices, sin necesidad
de buscar nuestra felicidad en otro lado; que la auténtica fraternidad vivida en nuestras comunidades
alimenta nuestra alegría; que nuestra entrega total al servicio de la Iglesia, las familias, los jóvenes, los
ancianos, los pobres, nos realiza como personas y da plenitud a nuestra vida.
Que entre nosotros no se vean caras tristes, personas descontentas, porque «un seguimiento triste es un triste
seguimiento». También nosotros, al igual que todos los otros hombres y mujeres, sentimos las dificultades,
las noches del espíritu, la decepción, la enfermedad, la pérdida de fuerzas debido a la vejez. Precisamente en
esto deberíamos encontrar la «perfecta alegría», aprender a reconocer el rostro de Cristo, que se hizo en todo
semejante a nosotros, y sentir por tanto la alegría de sabernos semejantes a él, que no ha rehusado someterse
a la cruz por amor nuestro.
En una sociedad que ostenta el culto a la eficiencia, al estado pletórico de salud, al éxito, y que margina a los
pobres y excluye a los «perdedores», podemos testimoniar mediante nuestras vidas la verdad de las palabras
de la Escritura: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Co 12,10).
Bien podemos aplicar a la vida consagrada lo que escribí en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium,
citando una homilía de Benedicto XVI: «La Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción» (n. 14). Sí,
la vida consagrada no crece cuando organizamos bellas campañas vocacionales, sino cuando los jóvenes que
nos conocen se sienten atraídos por nosotros, cuando nos ven hombres y mujeres felices. Tampoco su
eficacia apostólica depende de la eficiencia y el poderío de sus medios. Es vuestra vida la que debe hablar,
una vida en la que se trasparenta la alegría y la belleza de vivir el Evangelio y de seguir a Cristo.
Repito a vosotros lo que dije en la última Vigilia de Pentecostés a los Movimientos eclesiales: «El valor de la
Iglesia, fundamentalmente, es vivir el Evangelio y dar testimonio de nuestra fe. La Iglesia es la sal de la
tierra, es luz del mundo, está llamada a hacer presente en la sociedad la levadura del Reino de Dios y lo hace
ante todo con su testimonio, el testimonio del amor fraterno, de la solidaridad, del compartir» (18 mayo
2013).
2. Espero que «despertéis al mundo», porque la nota que caracteriza la vida consagrada es la profecía. Como
dije a los Superiores Generales, «la radicalidad evangélica no es sólo de los religiosos: se exige a todos. Pero
los religiosos siguen al Señor de manera especial, de modo profético». Esta es la prioridad que ahora se nos
pide: «Ser profetas como Jesús ha vivido en esta tierra... Un religioso nunca debe renunciar a la profecía» (29
noviembre 2013).
El profeta recibe de Dios la capacidad de observar la historia en la que vive y de interpretar los
acontecimientos: es como un centinela que vigila por la noche y sabe cuándo llega el alba (cf. Is 21,11-12).
Conoce a Dios y conoce a los hombres y mujeres, sus hermanos y hermanas. Es capaz de discernir, y
también de denunciar el mal del pecado y las injusticias, porque es libre, no debe rendir cuentas a más amos
que a Dios, no tiene otros intereses sino los de Dios. El profeta está generalmente de parte de los pobres y los
indefensos, porque sabe que Dios mismo está de su parte.
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Espero, pues, que mantengáis vivas las «utopías», pero que sepáis crear «otros lugares» donde se viva la
lógica evangélica del don, de la fraternidad, de la acogida de la diversidad, del amor mutuo. Los monasterios,
comunidades, centros de espiritualidad, «ciudades», escuelas, hospitales, casas de acogida y todos esos
lugares que la caridad y la creatividad carismática han fundado, y que fundarán con mayor creatividad aún,
deben ser cada vez más la levadura para una sociedad inspirada en el Evangelio, la «ciudad sobre un monte»
que habla de la verdad y el poder de las palabras de Jesús.
A veces, como sucedió a Elías y Jonás, se puede tener la tentación de huir, de evitar el cometido del profeta,
porque es demasiado exigente, porque se está cansado, decepcionado de los resultados. Pero el profeta sabe
que nunca está solo. También a nosotros, como a Jeremías, Dios nos asegura: «No tengas miedo, que yo
estoy contigo para librarte» (1,8).
3. Los religiosos y las religiosas, al igual que todas las demás personas consagradas, están llamadas a ser
«expertos en comunión». Espero, por tanto, que la «espiritualidad de comunión», indicada por san Juan
Pablo II, se haga realidad y que vosotros estéis en primera línea para acoger «el gran desafío que tenemos
ante nosotros» en este nuevo milenio: «Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión».[5] Estoy
seguro de que este Año trabajaréis con seriedad para que el ideal de fraternidad perseguido por los
fundadores y fundadoras crezca en los más diversos niveles, como en círculos concéntricos.
La comunión se practica ante todo en las respectivas comunidades del Instituto. A este respecto, invito a
releer mis frecuentes intervenciones en las que no me canso de repetir que la crítica, el chisme, la envidia, los
celos, los antagonismos, son actitudes que no tienen derecho a vivir en nuestras casas. Pero, sentada esta
premisa, el camino de la caridad que se abre ante nosotros es casi infinito, pues se trata de buscar la acogida
y la atención recíproca, de practicar la comunión de bienes materiales y espirituales, la corrección fraterna, el
respeto para con los más débiles... Es «la mística de vivir juntos» que hace de nuestra vida «una santa
peregrinación».[6] También debemos preguntarnos sobre la relación entre personas de diferentes culturas,
teniendo en cuenta que nuestras comunidades se hacen cada vez más internacionales. ¿Cómo permitir a cada
uno expresarse, ser aceptado con sus dones específicos, ser plenamente corresponsable?
También espero que crezca la comunión entre los miembros de los distintos Institutos. ¿No podría ser este
Año la ocasión para salir con más valor de los confines del propio Instituto para desarrollar juntos, en el
ámbito local y global, proyectos comunes de formación, evangelización, intervenciones sociales? Así se
podrá ofrecer más eficazmente un auténtico testimonio profético. La comunión y el encuentro entre
diferentes carismas y vocaciones es un camino de esperanza. Nadie construye el futuro aislándose, ni sólo
con sus propias fuerzas, sino reconociéndose en la verdad de una comunión que siempre se abre al encuentro,
al diálogo, a la escucha, a la ayuda mutua, y nos preserva de la enfermedad de la autoreferencialidad.
Al mismo tiempo, la vida consagrada está llamada a buscar una sincera sinergia entre todas las vocaciones en
la Iglesia, comenzando por los presbíteros y los laicos, así como a «fomentar la espiritualidad de la
comunión, ante todo en su interior y, además, en la comunidad eclesial misma y más allá aún de sus
confines».[7]
4. Espero de vosotros, además, lo que pido a todos los miembros de la Iglesia: salir de sí mismos para ir a las
periferias existenciales. «Id al mundo entero», fue la última palabra que Jesús dirigió a los suyos, y que sigue
dirigiéndonos hoy a todos nosotros (cf. Mc 16,15). Hay toda una humanidad que espera: personas que han
perdido toda esperanza, familias en dificultad, niños abandonados, jóvenes sin futuro alguno, enfermos y
ancianos abandonados, ricos hartos de bienes y con el corazón vacío, hombres y mujeres en busca del sentido
de la vida, sedientos de lo divino...
No os repleguéis en vosotros mismos, no dejéis que las pequeñas peleas de casa os asfixien, no quedéis
prisioneros de vuestros problemas. Estos se resolverán si vais fuera a ayudar a otros a resolver sus problemas
y anunciar la Buena Nueva. Encontraréis la vida dando la vida, la esperanza dando esperanza, el amor
amando.
Espero de vosotros gestos concretos de acogida a los refugiados, de cercanía a los pobres, de creatividad en
la catequesis, en el anuncio del Evangelio, en la iniciación a la vida de oración. Por tanto, espero que se
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aligeren las estructuras, se reutilicen las grandes casas en favor de obras más acordes a las necesidades
actuales de evangelización y de caridad, se adapten las obras a las nuevas necesidades.
5. Espero que toda forma de vida consagrada se pregunte sobre lo que Dios y la humanidad de hoy piden.
Los monasterios y los grupos de orientación contemplativa podrían reunirse entre sí, o estar en contacto de
algún modo, para intercambiar experiencias sobre la vida de oración, sobre el modo de crecer en la comunión
con toda la Iglesia, sobre cómo apoyar a los cristianos perseguidos, sobre la forma de acoger y acompañar a
los que están en busca de una vida espiritual más intensa o tienen necesidad de apoyo moral o material.
Lo mismo pueden hacer los Institutos dedicados a la caridad, a la enseñanza, a la promoción de la cultura, los
que se lanzan al anuncio del Evangelio o desarrollan determinados ministerios pastorales, los Institutos
seculares en su presencia capilar en las estructuras sociales. La fantasía del Espíritu ha creado formas de vida
y obras tan diferentes, que no podemos fácilmente catalogarlas o encajarlas en esquemas prefabricados. No
me es posible, pues, referirme a cada una de las formas carismáticas en particular. No obstante, nadie debería
eludir este Año una verificación seria sobre su presencia en la vida de la Iglesia y su manera de responder a
los continuos y nuevos interrogantes que se suscitan en nuestro alrededor, al grito de los pobres.
Sólo con esta atención a las necesidades del mundo y con la docilidad al Espíritu, este Año de la Vida
Consagrada se transformará en un auténtico kairòs, un tiempo de Dios lleno de gracia y de transformación.
III - Horizontes del Año de la Vida Consagrada
1. Con esta carta me dirijo, además de a las personas consagradas, a los laicos que comparten con ellas
ideales, espíritu y misión. Algunos Institutos religiosos tienen una larga tradición en este sentido, otros tienen
una experiencia más reciente. En efecto, alrededor de cada familia religiosa, y también de las Sociedades de
vida apostólica y de los mismos Institutos seculares, existe una familia más grande, la «familia carismática»,
que comprende varios Institutos que se reconocen en el mismo carisma, y sobre todo cristianos laicos que se
sienten llamados, precisamente en su condición laical, a participar en el mismo espíritu carismático.
También os animo a vosotros, fieles laicos, a vivir este Año de la Vida Consagrada como una gracia que os
puede hacer más conscientes del don recibido. Celebradlo con toda la «familia» para crecer y responder a las
llamadas del Espíritu en la sociedad actual. En algunas ocasiones, cuando los consagrados de diversos
Institutos se reúnan entre ellos este Año, procurad estar presentes también vosotros, como expresión del
único don de Dios, con el fin de conocer las experiencias de otras familias carismáticas, de los otros grupos
laicos y enriqueceros y ayudaros recíprocamente.
2. El Año de la Vida Consagrada no sólo afecta a las personas consagradas, sino a toda la Iglesia. Me dirijo,
pues, a todo el pueblo cristiano, para que tome conciencia cada vez más del don de tantos consagrados y
consagradas, herederos de grandes santos que han fraguado la historia del cristianismo. ¿Qué sería la Iglesia
sin san Benito y san Basilio, san Agustín y san Bernardo, san Francisco y santo Domingo, sin san Ignacio de
Loyola y santa Teresa de Ávila, santa Ángela Merici y san Vicente de Paúl? La lista sería casi infinita, hasta
san Juan Bosco, la beata Teresa de Calcuta. El beato Pablo VI decía: «Sin este signo concreto, la caridad que
anima la Iglesia entera correría el riesgo de enfriarse, la paradoja salvífica del Evangelio de perder garra, la
“sal” de la fe de disolverse en un mundo de secularización» (Evangelica testificatio, 3).
Invito por tanto a todas las comunidades cristianas a vivir este Año, ante todo dando gracias al Señor y
haciendo memoria reconocida de los dones recibidos, y que todavía recibimos, a través de la santidad de los
fundadores y fundadoras, y de la fidelidad de tantos consagrados al propio carisma. Invito a todos a unirse en
torno a las personas consagradas, a alegrarse con ellas, a compartir sus dificultades, a colaborar con ellas en
la medida de lo posible, para la realización de su ministerio y sus obras, que son también las de toda la
Iglesia. Hacedles sentir el afecto y el calor de todo el pueblo cristiano.
Bendigo al Señor por la feliz coincidencia del Año de la Vida Consagrada con el Sínodo sobre la familia.
Familia y vida consagrada son vocaciones portadoras de riqueza y gracia para todos, ámbitos de
humanización en la construcción de relaciones vitales, lugares de evangelización. Se pueden ayudar unos a
otros.
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3. Con esta carta me atrevo a dirigirme también a las personas consagradas y a los miembros de las
fraternidades y comunidades pertenecientes a Iglesias de tradición diferente a la católica. El monacato es un
patrimonio de la Iglesia indivisa, todavía muy vivo tanto en las Iglesias ortodoxas como en la Iglesia
Católica. En él, como otras experiencias posteriores al tiempo en el que la Iglesia de Occidente todavía
estaba unida, se han inspirado iniciativas análogas surgidas en el ámbito de las Comunidades eclesiales de la
Reforma, que luego han continuado a generar en su seno otras expresiones de comunidades fraternas y de
servicio.
La Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica ha programado
iniciativas para propiciar encuentros entre miembros pertenecientes a experiencias de la vida consagrada y
fraterna de las diversas Iglesias. Aliento vivamente estas reuniones, para que crezca el conocimiento
recíproco, la estima, la mutua colaboración, de manera que el ecumenismo de la vida consagrada sea una
ayuda en el proyecto más amplio hacia la unidad entre todas las Iglesias.
4. Tampoco podemos olvidar que el fenómeno de la vida monástica y de otras expresiones de fraternidad
religiosa existe también en todas las grandes religiones. No faltan experiencias, también consolidadas, de
diálogo inter-monástico entre la Iglesia Católica y algunas de las grandes tradiciones religiosas. Espero que
el Año de la Vida Consagrada sea la ocasión para evaluar el camino recorrido, para sensibilizar a las
personas consagradas en este campo, para preguntarnos sobre nuevos pasos a dar hacia una recíproca
comprensión cada vez más profunda y para una colaboración en muchos ámbitos comunes de servicio a la
vida humana.
Caminar juntos es siempre un enriquecimiento, y puede abrir nuevas vías a las relaciones entre pueblos y
culturas, que en este período aparecen plagadas de dificultades.
5. Por último, me dirijo a mis hermanos en el episcopado. Que este Año sea una oportunidad para acoger
cordialmente y con alegría la vida consagrada como un capital espiritual para el bien de todo el Cuerpo de
Cristo (cf. Lumen gentium, 43), y no sólo de las familias religiosas. «La vida consagrada es un don para la
Iglesia, nace en la Iglesia, crece en la Iglesia, está totalmente orientada a la Iglesia».[8] De aquí que, como
don a la Iglesia, no es una realidad aislada o marginal, sino que pertenece íntimamente a ella, está en el
corazón de la Iglesia como elemento decisivo de su misión, en cuanto expresa la naturaleza íntima de la
vocación cristiana y la tensión de toda la Iglesia Esposa hacia la unión con el único Esposo; por tanto,
«pertenece sin discusión a su vida y a su santidad» (ibíd., 44).
En este contexto, invito a los Pastores de las Iglesias particulares a una solicitud especial para promover en
sus comunidades los distintos carismas, sean históricos, sean carismas nuevos, sosteniendo, animando,
ayudando en el discernimiento, haciéndose cercanos con ternura y amor a las situaciones de dolor y debilidad
en las que puedan encontrarse algunos consagrados y, en especial, iluminando con su enseñanza al Pueblo de
Dios el valor de la vida consagrada, para hacer brillar su belleza y santidad en la Iglesia.
Encomiendo a María, la Virgen de la escucha y la contemplación, la primera discípula de su amado Hijo,
este Año de la Vida Consagrada. A ella, hija predilecta del Padre y revestida de todos los dones de la gracia,
nos dirigimos como modelo incomparable de seguimiento en el amor a Dios y en el servicio al prójimo.
Agradecido desde ahora con todos vosotros por los dones de gracia y de luz con los que el Señor nos quiera
enriquecer, acompaño a todos con la Bendición Apostólica.
Vaticano, 21 de noviembre 2014, fiesta de la Presentación de la Santísima Virgen María.
Francisco
[1] Carta ap. Los caminos del Evangelio, a los religiosos y religiosas de América Latina con motivo del V
centenario de la evangelización del Nuevo Mundo (29 junio 1990), 26.
[2] Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos Seculares, Religiosos y promoción humana (12
agosto 1980), 24: L’Osservatore Romano, ed. en lengua española, 14 diciembre 1980, p. 16.
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[3] A los estudiantes de los colegios pontificios y residencias sacerdotales de Roma, 12 mayo 2014.
[4] Homilía en la fiesta de la Presentación del Señor, 2 febrero 2013.
[5] Carta ap. Novo millennio ineunte, 6 enero 2001, 43
[6] Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24 noviembre 2013, 87.
[7] Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal. Vita consecrata, 25 marzo 1996,51.
[8] J. M. Bergoglio, Intervención en el Sínodo sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el
mundo, XVI Congregación general, 13 octubre 1994.
VISITA DEL P. FRAY CÉSAR VALERO BAJO, O.P. A LOS MONASTERIOS DE LA
FEDERACIÓN DE SANTA MARIA DE GUADALUPE, MÉXICO.
Del 4 al 18 de noviembre la Federación de Monasterios “Santa María de Guadalupe” de México, tuvo la
importante visita del Promotor General de las monjas, Fr. Cesar Valero Bajo O.P. Durante su visita se
encontró con hermanas de casi todos los monasterios de la Federación. Para que esto fuera posible se
realizaron encuentros por regiones; hermanas de varios monasterios se congregaron en el que estuviera en el
lugar más cercano y estratégico para aprovechar más el tiempo y poder conectar los viajes.
Los monasterios que tuvieron el gusto de recibir al P. Cesar Valero para un encuentro fraterno fueron:
Monasterio de Santa Catalina, México, D.F, Monasterio Federal “Santa María de Guadalupe”, Monasterio
Santa Catalina de Siena y Sra. Santa Ana, Puebla, Pue., Monasterio María Inmaculada de la Salud,
Pátzcuaro, Mich. Monasterio Santa María de Gracia, Guadalajara, Jal., Monasterio Cristo Rey, MinaNvo.
León y el Monasterio Santa María Reina, Tampico.
En todos los encuentros con las monjas de México el P. Cesar agradeció a la Federación que cuatro hermanas
de México fueran a apoyar al Monasterio de Santa Catalina de la Habana, Cuba. Ya que ese monasterio es
sumamente importante para la misión de la Orden en Cuba. Los temas que él estuvo abordando en los
encuentros fueron todos relacionados con su experiencia y reflexión desde los encuentros con las monjas que
ha tenido durante casi un año como Promotor. Nos habló de las cosas que le han impactado al visitar algún
monasterio, cómo percibe la situación actual de los monasterios.
Además de escuchar todos los reportes y presentaciones que hicieron las monjas y de responder a todas las
preguntas él desarrolló los temas que en cada lugar veía conveniente abordar; Vida contemplativa y
promoción vocacional, la identidad de la monja dominica en el mundo actual, el diálogo, la clausura, los
elementos de equilibrio de la vida monástica dominicana, entre otros.
Las monjas dominicas de México agradecemos profundamente al P. Cesar el esfuerzo, el cariño y testimonio
de vida que nos ofreció durante su visita y deseamos que Dios le premie y le bendiga y le guie en todo
momento.
Al igual agradecemos a nuestra Presidenta Federal Sor Rosa María López por acompañarlo en sus visitas a
los monasterios.
Federación Santa María de Guadalupe, de México.
Sor Margarita Martínez Canales, O.P. CIM
Conferencia con motivo de los 50 años del convento de el Vedat
El pasado día 26 de Noviembre, fray Vito T. Gómez O.P., procurador General para la causa de los santos de
la Orden, dictó una conferencia con motivo de los 50 años de vida del Convento de Santo Domingo de El
Vedat, en Torrent (Valencia).
Fray Vito, historiador y gran conocedor de la historia del convento de Torrent, pues ha vivido en el mismo
casi desde el comienzo, hasta que fue promovido como Procurador General de la causa de los Santos de la
Orden y se desplazó a la casa generalicia, Convento de Santa Sabina en Roma, donde trabaja actualmente.
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Hizo un recorrido perfectamente documentado, y bajo tos los aspectos, de todos los avatares del convento
que se fundó como Estudio general de Teología de la provincia de Aragón, y acabó siendo Facultad de
Teología San Vicente Ferrer, por autorización del papa Pablo VI.
Tuvo un recuerdo cariñoso con los donantes de los medios para que se fundara el convento y de cada uno de
los miembros de la comunidad como de los profesores y alumnos que pasaron por sus aulas.
Hizo un recuento minucioso de los grandes acontecimientos habidos entre sus muros, como fue el congreso
sobre el Concilio Vaticano II, en donde se reunieron los más eminentes teólogos del momento, para estudiar
los documentos del Concilio. Recordó las innumerables reuniones, retiros, convivencias, jornadas etc. que se
han realizado como ayuda y encuentro espiritual. Los eventos habidos con miembros de otras religiones, que
periódicamente se reúnen en el convento hasta la actualidad.
En resumen, lo que ha significado y significa el convento de Santo Domingo para la provincia de Aragón,
para la Orden, para Valencia y sobre todo para Torrent, y lo que Torrent ha significado para el convento.
Finalizada la conferencia, la Unión Musical de Torrent quiso colaborar en el acto, mediante el cuarteto
Nápoles, que interpretó unas cuantas piezas musicales, que hicieron las delicias de los asistentes, siendo un
broche de oro para el acto.
El salón se encontraba repleto de asistentes, que disfrutaron con la disertación del P. Vito y con el momento
musical posterior.
Jóvenes de toda España viven un fin de semana dominicano
El encuentro tuvo lugar entre los días 14 y 16 de noviembre de 2014
Alrededor de setenta jóvenes procedentes de diferentes lugares de la geografía española se reunieron para
impregnarse de carisma dominicano en Guadarrama.
El encuentro tuvo lugar entre los días 14 y 16 de noviembre, y hasta allí llegaron jóvenes frailes, hermanas y
laicos de Sevilla, Valencia, Tarragona, Barcelona, Pamplona, Bilbao, Oviedo, y Madrid.
El encuentro había sido organizado por Pastoral Juvenil Vocacional de Familia Dominicana y llevaba por
título 'Junt@s tras los pasos de Domingo'. Precisamente ese fue el hilo conductor de las actividades que se
realizaron en la sierra madrileña. Para introducir la temática, fray Vicente Niño y Julia explicaron
amenamente la vida de Santo Domingo y con ello, los inicios de la Orden de Predicadores, que pronto
cumplirá 800 años. Después, a lo largo de todo el día, los participantes trabajaron por grupos talleres sobre la
compasión, oración, estudio, comunidad y predicación.
Pero mejor que todo ello fue la ocasión propicia para que jóvenes diferentes a diferentes grupos con carisma
dominicano se conocieran y sintieran que caminan juntos en la misma dirección: ser predicadores.
El encuentro quedó con la promesa de no ser el último en el que se reúnen los jóvenes pertenecientes a la
familia dominicana y quién sabe si soñar metas mayores.
De la experiencia de Teresa
"Me llevo de allí sólo cosas buenas, he conocido la vida de ese gran hombre llamado Domingo y digo
hombre porque al fin y al cabo sólo fue eso, una persona que guiado por Dios quiso dedicarse a los demás y
cambiar el mundo con su estudio y su esfuerzo. Eso me lleva a pensar que vamos por el buen camino, que
entre todos podemos hacer de esto un mundo mejor, que nuestra vida tiene un gran sentido y que Dios nos ha
conectado a todos para llevarlo a cabo." Leer la crónica completa de Teresa
De la experiencia de fray Asier
"Ahí estábamos todos, “junt@s tras los pasos de Domingo”. Más o menos unos setenta; sin duda, no
estábamos todos los que somos, pero sí somos todos los que estábamos, y eso es una gran noticia. La de
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sentir que compartes con gente repartida por toda la geografía española una ilusión por un proyecto común,
además uno muy serio: el de la predicación." Leer la crónica completa de fray Asier
La Música en la Orden de Predicadores
La música es una de las artes más universales. También es muy personal debido a que no todo el mundo
tiene los mismos gustos musicales. Incluso sobre un mismo autor o una misma composición habrá
diferencias a la hora de escoger una obra o al mejor intérprete de la misma. Y el mismo sonido que a algunos
causa sosiego, reposo o placer, puede provocar la ira o la incomprensión de otros. Pero hoy no toca hablar de
la música en general, sino dentro del contexto de la Orden de Predicadores.
Dentro de la Orden el campo de acción sigue siendo muy variado y extenso. Esto hace imposible abarcar
todos los ámbitos en una sola reflexión. Podríamos ver la reflexión o el análisis que han hecho sobre la
música, ya sea sacra o profana, algunos de los grandes personajes de nuestra Orden como santo Tomás de
Aquino. También cómo algunos hermanos han vividos dedicados a la música. Tal es el caso de fray Tomás
de Santa María que fue tanto compositor como organista. Cabe destacar, aunque sea de pasada, su obra Arte
de tañer fantasía, así para tecla como para vihuela, editada en 1565 en Valladolid, de donde fuera fraile y
organista.
O comentar la composición o letra de algunas piezas musicales muy utilizadas por nuestra liturgia como la
Salve o la antífona O spem miram. Otra opción sería centrarse en el análisis de algún códice de los
monasterios de monjas contemplativas, como el de las dominicas de Bolonia. Y dentro de los monasterios
también podríamos intentar sacar a la luz alguna obra u obras cuya autora nos es conocida, como sor Bárbara
de Santo Domingo del Monasterio “Madre de Dios”, Sevilla. Pero lo importante aquí es ver la importancia
que ha tenido la música, y especialmente el canto, dentro de la Orden y de su liturgia.
En la Introducción General al Propio de la Orden la música es considerada como uno de los signos y medios
que más ayudan a la asamblea a entrar en diálogo con Dios . Por tanto no podemos considerarla un aditivo
una cosa aparte de la misma oración. Los mismos salmos de la liturgia nos invitan a cantar (98) porque es
bueno (146). De ahí que se recomiende encarecidamente el uso del canto dentro de nuestra liturgia. Si nos
remontamos a los orígenes de la Orden la importancia del canto era mucho mayor.
En pleno siglo XIII nadie podía concebir una liturgia, ya sea monacal o canonical, que no fuera cantada.
Todo se hacía cantado: Misa, Oficio Diurno y Nocturno. No encontramos recomendaciones sobre el canto en
los primeros capítulos y no aparecerán hasta más adelante ante el descuido de la liturgia por parte de algunos
frailes. Sólo que se realice la mandado por el Maestro de la Orden Humberto de Romans . De ahí la
importancia en aquella época de la figura del cantor. Éste contaba con la ayuda de un subcantor. Era el
encargado de los ensayos, de la dirección durante la liturgia, hacía los turnos de los oficios tanto para los días
de feria como para las fiestas y solemnidades, donde escogía a los más preparados .
Lo que algunos denominan canto gregoriano dominicano sería una forma propia de interpretación y
adaptación de las melodías gregorianas ya existentes. Esto se hace siguiendo una máxima dentro de cómo
debe cantarse el oficio divino en la Orden: breviter et succincte (brevemente y ágilmente). La interpretación
tenía que contar con una buena pronunciación, buen ritmo, sin demasiada lentitud, respetando las pausas,
distinguiendo las sílabas, sin prolongar el final de las palabras ni las cadencias y con una correcta
pronunciación de lo que se cantaba. Las melodías dominicanas son sencillas y normalmente sin gran
ornamentación. Esto era para no interferir en el estudio y la predicación. Ejemplo de sencillez y belleza sería
la antífona O lumen. En ella podemos observar ciertas similitudes con el Sanctus VIII (Misa de Angelis),
compuesto en torno al siglo XII o incluso del XI. Sin embargo no está tan ornamentada como el Sanctus y la
interpretación sería mucho más ligera, ágil. Destacar de esta época la introducción del canto de la Salve al
finalizar el rezo de Completas.
Este fervor musical seguirá hasta la segunda mitad del siglo XIV y la primera del siglo XV. En esa época
varios capítulos insistirán en la importancia del rezo y del canto. Así pues, en algunos momentos de nuestra
historia no podían ingresar como novicios aquellos que no tuvieran buena voz o por lo menos capacidad
musical. En 1871 se insiste en el deber de cantar todo el Oficio. Ya en esta época se pasa del canto adornado
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al tono recto o declamación monocorde . Hoy en día, las constituciones actuales, en el n. 65, consideran que
se deben cantar algunas partes del oficio divino, sobre todo aquellas que están pensadas para el canto en sí
mismo. Esto es tanto para la Liturgia de la Horas como para la celebración de la Eucaristía. No especifican
cómo debe cantarse, dejando a la comunidad la libre elección (semitonado, monocorde, ornamentado…).
Ciertamente, hoy debemos seguir la máxima de breviter et succincte en nuestras celebraciones. Por ello no
debemos desterrar el canto de ellas. Debemos hacerlo con agilidad y belleza, siendo conscientes de nuestras
limitaciones. Corremos el riego de que se convierta en un fin si perdemos de vista que es un medio para
llegar a Dios. El canto ha formado parte de nuestra historia y ha ayudado a muchos hermanos nuestros a
acercarse cada vez más a Dios. Porque el canto a nuestro Señor debe ser entusiasta, atento y devoto. Es la
participación armónica del alma y del cuerpo en el culto. Es un medio de comunicación del amor de Dios y
una ayuda a los menos preparados a orar interiormente . Y aquellos que tengan gran sensibilidad musical y a
la vez una gran capacidad contemplativa, podrán ahondar aún más en el Silencio de Dios, después de
“cantar” esta música cuasi-celestial que es el canto coral.
Fr. Antonio Rafael Medialdea, OP (Real Convento de Predicadores, Valencia)
Actualidad del Rosario en la historia
Un texto de Fray Francisco Femenías B., O.P., de la Provincia dominicana de San Vicente Ferrer en
Centroamérica
Reflexionando sobre las preguntas que nos fueron hechas a todos los miembros de la Provincia S. Vicente
Ferrer de Centroamérica, me he sentido impulsado a recordar algunos acontecimientos y documentos de la
Iglesia y de la Orden, que nos invitan a estimar, practicar y predicar la devoción del santo Rosario. Una
devoción tan querida por nuestra Madre María, por la Iglesia y por nuestra Orden dominicana.
1- Empiezo evocando las apariciones de Lourdes y Fátima con sus mensajes, el culto en sus Basílicas, los
milagros y estudios teológicos realizados en ese contexto mariano. No cabe duda que constituyen centros de
espiritualidad, de sanación corporal y conversión evangélica
2- Ese sentir de la Iglesia hacia esta devoción del Rosario se manifiesta también:
A- EN LOS PAPAS, sobre todo, a partir de León XIII, con mención especial de Pablo VI y Juan Pablo II,
singularmente en su Carta Apostólica” Rosarium Virginis Mariae”- 16-X-2002-, que puede calificarse de la
Carta Magna del Rosario.
B EN LOS SANTOS, desde Santo Domingo hasta los santos más modernos, como San José María Escribá,
la Madre Teresa o el Beato Juan XXIII. Lo han vivido y lo han propagado.
C-EN EL CÓDIGO DEL DERECHO CANÓNICO, norma de conducta y tamiz de la experiencia de la vida
de siglos en la Iglesia, establece lo siguiente:
a- Para los seminarios diocesanos( canon 246,3): “Deben fomentarse el culto a la Santísima Virgen María,
incluso por el rezo del santo Rosario, la oración mental y las demás prácticas de piedad con las que los
alumnos adquieran espíritu de oración y se fortalezcan en su vocación“.
b- Para todos los religiosos: Después de recordarnos en el canon 662 que: “El seguimiento de Cristo es la
regla suprema de vida, tal y como se propone en el Evangelio y se refleja en las Constituciones de su propio
Instituto”; en el canon 663,4, añade: “Tributarán un culto especial, también mediante el rezo del santo
Rosario, a la Virgen Madre de Dios, modelo y amparo de toda vida consagrada”.
3- Lo que afirman las Constituciones de los Dominicos
A- EN LAS ANTIGUAS CONSTITUCIONES, ANTERIORES AL CONCILIO VATICANO II:
a- El No. 589: “ En todas nuestras casas, récese cada día comunitariamente y con devoción una parte del
Rosario. Si alguien no está presente en el rezo comunitario debe cumplirlo en privado”.
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b- No. 806: “Todos los frailes y hermanas de la Orden, y en especial los que se dedican al ministerio de la
predicación, tienen el deber de estimar grandemente la salubérrima devoción del santo Rosario, patrimonio
de la Orden, e incesantemente promoverla entre los fieles cristianos.”
c- No. 807: “Consérvese celosamente la loable costumbre de rezar públicamente en nuestras Iglesias cada día
la tercera parte del Rosario”.
B- EN LA PRIMERA EDICIÓN- 1969- DESPUÉS DEL VATICANO II:
a- En el No. 67,2: “ Aprecien cordialmente los frailes la tradicional devoción de nuestra Orden hacia la
Virgen Madre de Dios, Reina de los Apóstoles y ejemplo de meditación en las palabras de Cristo y de
docilidad a la propia misión. Reciten cada día una tercera parte del Rosario, en común o privadamente, según
la determinación del Capítulo Provincial y teniendo en cuenta su conveniente ordenación a la Liturgia. Esta
forma de orar nos lleva a la contemplación del misterio de la salvación, en el que la Virgen María está
íntimamente unida a la obra de su Hijo”
b- No. 129: “Puesto que el Rosario es camino para contemplar los misterios de Cristo y escuela para formar
la vida evangélica, debe ser considerado como modo de predicación conforme con la Orden, en el cual se
expone la doctrina de la fe, a la luz de la participación de la bienaventurada Virgen María en el misterio de
Cristo y de la Iglesia. Así pues, los frailes prediquen fervientemente la práctica del Rosario, a fin de cada día
tenga mayor vitalidad y promuevan sus asociaciones”.
C- EN LA ÚLTIMA EDICIÓN DE LAS CONSTITUCIONES- 1998-:
Reproduce lo mismo que la edición anterior, pero en el No. 129 añade esta cláusula: “ El Rosario ha de ser
considerado como distintivo propio de la Orden”.
D- EN UN DISCURSO DEL MAESTRO DE LA ORDEN SOBRE EL ROSARIO A SUS PROMOTORES
DOMINICOS (Propio de la Orden de Predicadores. Liturgia de las Horas- Roma, 1988- Págs. 1056-1059-)
encontramos este hermoso y sugestivo párrafo:
“Han pasado ya cuatro siglos desde que la devoción del rosario se hizo verdaderamente católica, no sólo
porque se difundió por todas las partes de la tierra y es apta para todos, sino, sobre todo, porque entonces fue
revestida de la autoridad de la Iglesia. Si bien la Sede Apostólica siempre ha aprobado con total generosidad
esta devoción, no se la reservó para sí misma, ni se la encomendó a algunos otros, sino que total y
únicamente se la confió a la Orden de Predicadores para que fuese conservada y propagada del modo más
apto y seguro. Por tanto se nos ha confiado un empeño de mucha trascendencia y al que la Iglesia ha dado
mucha importancia. Dado que el Rosario ha sido encomendado a la Orden por manos de la Virgen María y
por voluntad de los Romanos Pontífices con una decisión especial en cuanto a su jurisdicción y predicación,
tenemos que estar muy atentos a no defraudar esta gran esperanza que la Iglesia puso en nosotros y debemos
buscar con ahínco que esta devoción crezca cada vez más para el bien común de la misma Iglesia”.
CONCLUSIÓN
La reflexión de este breve florilegio de textos sobre el Rosario nos impulsa a tomar conciencia de la
responsabilidad que nos ennoblece, por ser miembros de una Orden, que es heredera de un tan rico
patrimonio espiritual como el Rosario.
“Es justo recordar a los hijos de santo Domingo, por tradición, custodios y propagadores de tan saludable
devoción”- Pablo VI, Marialis Cultus, 43-.
Y Juan Pablo II nos dice en el “Rosario de la Virgen María”- No. 43-:
“La historia del Rosario muestra cómo esta oración ha sido utilizada especialmente por los dominicos en un
momento difícil para la Iglesia, a causa de la difusión de la herejía. Hoy estamos ante nuevos desafíos. ¿ Por
qué no volver a tomar en la mano las cuentas del Rosario con la fe de los que nos han precedido? El Rosario
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conserva toda su fuerza y sigue siendo un recurso importante en el bagaje pastoral de todo buen
evangelizador”.
Antes ya había expresado: “El Rosario, comprendido en su pleno significado, conduce al corazón mismo de
la vida cristiana y ofrece una oportunidad ordinaria y fecunda espiritual y pedagógicamente, para la
contemplación personal, la formación del pueblo de Dios y la nueva evangelización”- No. 3-.
El P. Alberto Colunga- tan innovador en los estudios bíblicos-, allá por los años cincuenta, predicó a la
Comunidad del Estudio General de Valencia los ejercicios espirituales, estando presentes nuestros mejores
profesores-Maestros en Sagrada Teología, como los Padres Emilio Sauras y Marceliano Llamera... Y
consistió su predicación en ir explicándonos los misterios del Santo Rosario. Nos decía que se daría por muy
satisfecho, conque aquellos ejercicios contribuyeran a lograr una mayor estima y devoción del Rosario.
El P. Alberto Cassut, Promotor del Rosario en toda la Orden, citaba en IDI estas proféticas palabras de Fray
Antonio Monroy – 59 Maestro de nuestra Orden: “El Rosario es la flor más bella de nuestra Orden. Si se
marchitara vendría a menos al mismo tiempo la belleza y esplendor de nuestro Instituto. En cambio, cuando
ésta revive atrae sobre nosotros el rocío del cielo, comunica a nuestro tronco un aroma de gracia, y le hace
producir frutos de virtud y de buena fama”- IDI, 1984, p 164-.
El convento de Santo Domingo de El Vedat, en Torrent (Valencia), ha celebrado los 50 años
de su fundación.
50 Años de presencia dominicana en Torrent el día 15 de Noviembre de 2.014, día de San Alberto Magno
El convento de Santo Domingo de El Vedat, nació como Estudio General de Teología de la Provincia de
dominicana de Aragón, por el compromiso del Padre Fray Emilio Sauras O.P., y la generosidad del
matrimonio formado por D. Emilio Lluch y Dª María Llópis, quienes donaron los terrenos y su herencia para
que se erigiera dicha fundación.
Las obras comenzaron con la bendición de la 1ª piedra por parte del Arzobispo, entonces, de Valencia Dr. D.
Marcelino Olaechea y el Maestro de la Orden Padre Browne, en 1.961. Las obras finalizaron en 1.964
formándose la 1ª comunidad del convento bajo el priorato del P. Lorenzo Gelabert, O.P., y donde acudieron
los estudiantes dominicos de la provincia de Aragón.
El tesón y buen hacer del profesorado y los estudiantes, dieron como fruto un foco de irradiación de la
Teología renovada con los aires del Concilio Vaticano II, que acabó siendo nombrada por la Santa Sede
como Facultad de Teología San Vicente Ferrer, y de donde han surgido las múltiples generaciones de frailes
dominicos que se han repartido por muchas partes del mundo.
En el convento, se encuentra la Biblioteca Provincial que conserva más de 150.000 volúmenes, algunos de
ellos incunables. También aquí nació una de las publicaciones sobre Teología que llega a la mayoría de las
Bibliotecas del mundo, "Escritos de El Vedat", que por sus magníficos contenidos, se ha convertido en
publicación de referencia mundial.
La Celebración comenzó con una Eucaristía de Acción de gracias, celebrada por el Prior Provincial Fray
Martin Gelabert O.P. junto al Prior del Convento Fray Vicente Grau, O.P. y el Párroco de la Parroquia de
San Juan Bosco de Torrent, parroquia en la que está enclavado el convento. Junto a ellos concelebraron un
buen numero de frailes tanto del convento como de los conventos vecinos de Valencia, encabezados por el
Prior del Real convento de Predicadores de Valencia Fray Vicente Botella, O.P., junto a varios sacerdotes de
las parroquias de Torrent y otros que han tenido relación con el convento. La celebración fue acompañada
con sus cantos por el Orfeón del Círculo Católico de Torrent, y la representación oficial encabezada por la
Alcaldesa de Torrent, junto a miembros de la corporación municipal y representantes de instituciones
torrentinas y un gran número de fieles que abarrotaron el templo.
El P. Provincial Fray Martin Gelabert, glosó en su homilía sucintamente la historia del convento haciendo
hincapié en dar gracias al señor por estos 50 años de vida dominicana, recordando lo mucho que el convento
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ha significado para Torrent y para la provincia de Aragón, y lo mucho que Torrent ha significado para el
convento.
Tras la Celebración de acción de gracias, la comunidad ofreció a los asistentes un vino de honor, siendo un
acto de convivencia fraterna con aquellos que nos acompañaron.
También se inauguró una exposición fotográfica que recoge momentos de estos 50 años de vida del convento
de Santo Domingo, junto a representación gráfica de muchas de las actividades que se han realizado en el
convento desde el punto de vista Pastoral y Espiritual.
Para el día 26 de Noviembre está programada una Conferencia dictada por el Padre Fray Vito T. Gómez,
O.P., historiador, y procurador general de la Orden para la causa de los Santos en Roma, quien evocará estos
50 años de vida dominicana, como miembro de la comunidad del Convento casi desde el comienzo del
mismo. El acto finalizará con un concierto de cámara por parte de miembros de la Unión Musical de Torrent,
y tendrá lugar en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Torrent
Durante todo el año se han ido programando actos para realzar estos primeros 50 años de presencia
dominicana en esta población de Torrent, cercana a Valencia, y foco de espiritualidad para la orden.
Meditación sobre la Iglesia (Lo que no se puede decir)
El pasado jueves 6 de noviembre tuvo lugar en el Salón de Actos del Colegio Virgen de Atocha, la
presentación del libro de fr. Jesús Espeja, “Meditación sobre la Iglesia” editado por San Pablo.
Convocados por el maestro Jesús Espeja, el provincial de los dominicos de la Provincia de España, fr. Javier
Carballo y el provincial de la Sociedad San Pablo, Juan Antonio Carrera, acompañados por el obispo emérito
de Sigüenza-Guadalajara, Mons. José Sánchez, y el teólogo Jesús Díaz Sariego (autor del epílogo),
presentaron "Meditación sobre la Iglesia" (Lo que no se puede decir), editado por San Pablo.
"Jesús Espeja encarna, con su estilo sencillo y profundo, auténtico y comprometido, esa Iglesia evangélica y
samaritana, que queremos ensayar y mostrar. Que es la única manera de poder ser fieles al seguimiento de
Jesucristo. Una meditación profundamente creyente y pensante de alguien que es testigo, discípulo y por
ello, maestro", señaló en su presentación Javier Carballo […]
Abrió el fuego monseñor Sánchez, quien destacó que, "salvando las diferencias, a los que estudiamos la
teología antes del Vaticano II se nos hizo llegar una idea muy limitada de la Iglesia", más preocupada en la
defensa de las estructuras, especialmente del Papado. El Concilio "supuso un cambio fundamental en el
conocimiento de la Iglesia, a responder a dos preguntas: Iglesia qué dices de ti misma, y qué dices al
mundo".
El libro de Espeja "es un regalo para reconocernos como Iglesia", señaló el obispo, quien destacó dos claves
del mismo: "Misterio y misión", y la convicción de que "todo hombre y mujer son hijos de Dios, y de todos
podemos aprender, pues son imagen de Dios".
"La Iglesia existe para evangelizar. Su misión no es otra que enseñar, educar, santificar, acompañar en su
nombre a los hombres y mujeres de todo tiempo y lugar, y siguiendo a Jesús se haga posible en el mundo la
soberanía de Dios", proclamó el obispo, quien indicó que "Espeja percibe en todos los signos, aun en los más
negativos, una oportunidad, una llamada de Dios. Incluso desde lo negativo" […]
"Somos imágenes de Dios, no dioses", proclamó Sánchez, haciendo una llamada a la modestia en la
institución. "La fe exige salida de nuestra tierra y de nosotros mismos", añadió. "Su actitud no puede ser de
miedo, huida, evasión o condena, sino de diálogo y acción, Pero también de profecía. Ante actitudes de
poder, el servicio; individualismo, amor y solidaridad". Y la referencia fundamental "ha de ser Jesús,
partiendo de los excluidos".
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Por su parte, Jesús Díaz Sariego, encargado del epílogo, habló profusamente del mismo durante su
intervención. "Una meditación sobre la Iglesia debe ser permanente, más cuando transitamos caminos de
dificultad", señaló abundando en que vivimos "una Iglesia muy distinta a la de nuestros hermanos mayores".
"Algo se está moviendo, algo que nos conduce a una renovada configuración de la Iglesia. Porque la Iglesia
está cargada de posibilidades, está cargada de futuro. Sus crisis la hacen más evangélica", señaló.
"El Evangelio es algo muy serio para ser transmitido de cualquier manera. Muchos ya no soportan los
discursos de la Iglesia. El oyente merece respeto y admiración. Frente al maldecir, se reclama el biendecir"
denunció, apuntando que "algunas intervenciones públicas de la Iglesia y de sus pastores han rozado el
insulto, o al menos algunos ciudadanos así lo han percibido. Les costará perdonar algunos exabruptos
eclesiales".
Por parte de la editorial habló Juan Antonio Carrera, superior provincial en España de la Sociedad de San
Pablo (Paulinos) quien destacó el medio centenar largo de libros del autor, muchos de ellos en esta casa. […]
Finalmente, el protagonista, Jesús Espeja, quien comenzó su intervención denunciando cómo desde 1985, la
teología reclamó "seguridades y certezas" que desembocaron en el Catecismo de 1992. "En ese momento,
consciente de que es Jesucristo quien juzga la verdad de la Iglesia, y no al revés", comenzó esta obra. El
segundo proceso conciliar, el de la involución, que olvida que "a Jesús no lo encontramos sino en la Iglesia".
"En los últimos años, las críticas a instituciones y procedimientos eclesiales, muchas veces justificadas,
aumentaban, sentí la necesidad de comprometerme en y con la Iglesia. Como una meditación en voz alta
escribí este libro". "Terminaba de redactarlo cuando llegó el Papa Francisco", reveló. Lo cual le hizo cambiar
algunos aspectos, pero no el fondo.
"El Vaticano II dijo que en cierto modo el Hijo de Dios en la encarnación se ha unido a todo ser humano. La
Iglesia es el signo, la encarnación visible. La comunidad de hombres y mujeres, una comunión de vida que
lleva en su entraña la catolicidad o apertura incondicional a la humanidad, como amor, palabra y espíritu",
que "defienda la dignidad de los excluidos, y desde ahí manifieste el camino de la verdadera y plena
humanización".
Este libro, señaló Espeja, "es una aproximación a la Iglesia en salida de la institucionalidad y juridicismo que
da seguridad, al encuentro con la vida; una salida del eclesiocentrismo de mal humor, a la configuración con
Cristo para hacer frente el reino de Dios, una sociedad fraterna; una salida del excesivo clericalismo, del
consorcio con el poder a una Iglesia servidora de todos; una salida de la Iglesia que busca más porvenir
evangelizador".
"Hay que fortalecer el verdadero compromiso con la Iglesia, pues es la única institución del mundo que tiene
como razón de ser a Jesucristo y el Evangelio". Una Iglesia que, "a pesar de sus arrugas, tiene un rostro
evangélico". Una "Iglesia viviente que trabaja, reza cree, espera y ama. Que asciende, animada por el
espíritu, por la pendiente de nuestra pesada naturaleza".
"Es la Iglesia que se preocupa de veras por los excluidos, los pobres, los inmigrantes. Cuya vitalidad aflora
en la preocupación de muchos por una presencia pública que sea verdaderamente profética", y que siempre
"está en camino, ansiando ser lo que todavía no es".
Fuente: Jesús Bastante, Religión Digital
Lo religioso en el espacio público
En la primera sesión de las conversaciones de San Esteban, el Secretario de la Conferencia Episcopal
Española, don José María Gil Tamayo ha intervenido sobre la presencia pública de la Iglesia española. La
sala Capítulo Nuevo de San Esteban estaba completamente llena, le acompañaba en la mesa al ponente, el
obispo de Salamanca don Carlos López Hernández y el director de las conversaciones fr. Juan Manuel
Almarza, que realizó la presentación.
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La intervención comenzó subrayando el papel evangelizador de la Iglesia desde sus orígenes, que tiene
también unas consecuencias culturales como se aprecia en las torres de la ciudad de Salamanca. Será el
Concilio Vaticano II quien ha desarrollado ese papel de una manera más plena con importantes
consecuencias para nuestro país desde el punto de vista eclesiástico, teológico, litúrgico, en el sentido
comunitario y parroquial. Pero será la labor de los últimos pontífices como Pablo VI, Juan Pablo II,
Benedicto XVI y Francisco, quienes han impulsado y recuperado el brío evangelizador. Serán la exhortación
apostólica Evagelii nuntiandi de Pablo VI, la labor del papa viajero con la llegada a España en 1982
empezada la democracia y el empeño de tener presenta a Dios y a la razón en un mundo fuertemente
secularizado, son unos hitos importantes en ese proceso evangelizador, razón de ser de la Iglesia.
Este proceso secularizador, así como la presencia mediática de la prensa o del mundo digital, la crisis
económica, la codicia y la ausencia de valores, carencias profundas en nuestra convivencia, fuerte desempleo
que afecta a los grupos más jóvenes, están influyendo en la forma de vida. Se cuestiona la fe de los
creyentes, dando unos nuevos valores al matrimonio, a la concepción, al sentido de la vida, a las relaciones
humanas, a la religiosidad de la persona, reduciéndola a lo más privado de su existencia. La iglesia intenta
estar presente en estos momentos duros de la sociedad y con los grupos más desfavorecidos a través Cáritas,
Manos Unidas, en una sociedad más desigual.
Desde aquí, la Iglesia reclama una presencia en el espacio público. Su labor en la Transición Española fue
ejemplar, promocionando la presencia y la participación en la vida pública de los católicos españoles. Pero el
papel que reclama la Iglesia no es político, desde la llegada de la democracia se ha negado a crear un partido
católico, sino que promocionan la reconciliación y la convivencia, destacando la figura del cardenal
Tarancón. Es necesario activar la participación de los católicos en el ámbito público en consonancia con su
fe y aprender de la historia reciente, donde los católicos eran poco activos en la vida pública.
El papel de la Iglesia no es de actor político, sino participar en ciertos ámbitos. Uno de ellos es animar la
participación de los laicos católicos en consonancia con la doctrina social de la iglesia. La presencia de los
laicos católicos no tiene que quedar reducida a los templos, a las cofradías y procesiones, sino hay espacios
más amplios como asociaciones sociales, culturales y universidades. Esta presencia debe hacerse sin
pesimismo y con la alegría del Evangelio. El laicado deberá ser corresponsable con la misión, no fomentando
el clericalismo, sino estar presente en la cultura y la sociedad e intentar transformar el mundo. Para eso es
importante el asociacionismo de los laicos, tomando como base la parroquia, pero ampliando su espacio y
salir a las fronteras de la sociedad, la cultura, la vida. La Iglesia tiene vocación de calle, salir a los caminos y
estar presentes en las periferias de nuestra sociedad.
Otro ámbito en el que la Iglesia quiere estar presente es la familia, tiene derechos propios y originarios,
subrayando la gramática de la vida o de la ley natural. La familia ocupa el centro de la vida social,
defendiendo el valor de la vida, del matrimonio, así estar cerca de los más necesitados. La familia juega un
papel fundamental en la Iglesia, es un sacramento, un signo del amor y la unidad, teniendo para ella palabras
de misericordia y consuelo.
El marco de la Constitución Española es aconfesional, no desarrolla el laicismo. El hecho religioso es un
elemento importante y necesario para ser humano, no rompe la convivencia social. El hecho cristiano es el de
la concordia y la colaboración, como lo demuestra la labor de Cáritas, la labor de numerosas Parroquias,
como su presencia en barrios y pueblos, la labor en la educación. La Iglesia quiera transmitir el mensaje del
Evangelio a los católicos y a todos los que quieran escuchar.
José María Gil Tamayo es Secretario de la Conferencia Episcopal. Nacido el 5 de junio de 1957 en Zalamea
de la Serena (Badajoz), desde su ordenación sacerdotal en 1980, al clero de la Archidiócesis de MéridaBadajoz, en cuyo Seminario realizó los estudios sacerdotales, licenciándose posteriormente en Estudios
Eclesiásticos en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Es periodista, fue durante 13 años
Director del Secretariado de la Comisión de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal
Española y ha coordinado la programación religiosa en Televisión Española (TVE) y en Radio Nacional de
España (RNE).
Juan Antonio Mateos Pérez
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REUNION DE LA COMISION INTERNACIONAL DE MONJAS
Acaba de comenzar la reunión anual de la Comisión Internacional de Monjas de la Orden que este año se
está llevando a cabo en el Monasterio Sancti Spiritus de la ciudad de Toro, en Zamora, ESPAÑA.
Como telón de fondo y punto de partida de las reflexiones de este año, estamos compartiendo y preparando
el próximo Jubileo de la Orden 1216-2016, así como la Formación Permanente, algo fundamental en nuestras
vidas como dominicas contemplativas, y que nos atrae de una forma especial para descubrir nuevamente y
una vez más, el regalo de pertenecer a la Familia Dominicana, y de hacer de nuestras vidas un servicio al
Evangelio desde nuestra especial misión de la Oración-Predicación.
Que vuestra oración, la de toda la Orden, sea ahora la que nos acompañe en estos días especialmente, para
que seamos dóciles al espíritu en el trabajo de estos días.
Oficial de noticias
Fray Lorenzo Lorusso, OP fue nombrado Subsecretario de la Congregación para las Iglesias
Orientales
La Santa Sede informó que su Santidad Francisco nombró a Fray Lorenzo Lorusso como nuevo subsecretario
de la Congregación para las Iglesias Orientales. Fray Lorenzo es hijo de la Provincia Santo Tomás de Aquino
en Italia. Hace algunas semanas terminó su oficio como prior del convento dominicano de la ciudad de Bari.
Fray Lorenzo es doctor en derecho canónico especializado en la legislación de las iglesias orientales. Ha sido
profesor en el Pontificio Instituto Oriental, en la Facultad Pullesa de Teología (Bari) y en el Angelicum.
También ha sido rector de la Basílica de San Nicolás en Bari, santuario frecuentado por católicos de rito
oriental y occidental como por feligreses ortodoxos. Durante varios años ha sido consultor de la
Congregación para las Iglesias Orientales.
Reunión de los nuevos frailes dominicos estudiantes en Roma con el Maestro de la Orden.
Al comienzo del curso académico 2014-2015 damos la bienvenida a los nuevos frailes dominicos que llegan
a Roma para cursar diferentes niveles de estudio. Como ya viene siendo costumbre, el Maestro de la Orden,
Fr. Bruno Cadoré, quiso reunirse con ellos, encuentro que tuvo lugar el pasado miércoles 19 de noviembre de
2014. A lo largo de la conversación que mantuvieron el Maestro se interesó por los estudios que están
cursando, los retos que han encontrado y su nueva vida en Roma. Además les expresó su calurosa bienvenida
a Roma y les animó a dedicarse con ahínco al estudio.
Estos frailes provienen de diferentes Provincias de la Orden y son alumnos de diversas universidades
romanas.
En nuestra Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino (Angelicum) estudian:
Fr. Joseph Nguyen Hoang Vinh (Vietnam) estudiante de Ecumenismo,
Fr. Peter Tran Van Huong (Vietnam) estudiante de Derecho Canónico,
Fr. Daniel Sampath Veigas (India) estudiante de Derecho Canónico,
Fr. Ezra Sullivan (San José, USA) estudiante de Teología Moral
Fr. Francisco Javier Sánchez Pinero (Provincia del Santo Rosario) estudiante de Teología.
Dos de ellos estudian Patrística en el Instituto Patrístico Agustiniano (Agustinianum):
Fr. Damien Elime-Bougoume (Francia) y
Fr. Austine Dominic Litke (San José, USA).
Fr. Iderman Andrade Suárez (Colombia) cursa sus estudios de Liturgia en el Pontifico Instituto Litúrgico
(PIL) de San Anselmo,
Fr. Fabián Elicio Rico Virguez (Colombia) estudiante de Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico,
mientras que
Fr. Andrien de Fouchier (Francia) esta realizando una investigación sobre manuscritos árabes pertenecientes
a la Biblioteca Vaticana.
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DICIEMBRE 2014
También estuvieron presentes en el encuentro Fr. Vivian Boland, Vicario del Maestro de la Orden y Fr.
Michael Mascari, Socio del Maestro de la Orden para la Vida Intelectual.
fr. Orlando RUEDA ACEVEDO, Nuevo Socio para la Vida Apostólica
El Maestro de la Orden, fr. Bruno Cadoré, ha decidido nombrar a fr. Orlando Rueda Acevedo como Socio
para la Vida Apostólica por un periodo de seis años, sucediendo a fr. Prakash Lohale.
fr. Orlando nació en Santander, Colombia en 1960. Ingresó en la Orden en 1983. Es licenciado en Filosofía y
Pedagogía en la Universidad Santo Tomás de Bogotá, Licenciado en Sagrada Teología y Magister en
Teología de la Universidad Católica de Paris. Fue ordenado sacerdote en 1990.
Ha sido prior de los conventos de Santo Domingo de Bogotá en 1992, de San José de Bogotá en 1999, del
Smo. Nombre de Jesús de Cali en 2005 y de Cristo Rey en Bucaramanga 2009. Maestro de Novicios para
Colombia, Bolivia, Ecuador y Venezuela 1994 a 1998; Rector de la Universidad Santo Tomás de
Bucaramanga en 2007-2010 y del Colegio Lacordaire de Cali en Colombia en 2003-2007. Fue el Secretario
general del Capítulo General de provinciales en Bogotá 2007. Prior Provincial de Colombia de 2010 a 2014.
Nuevos colaboradores para el Promotor General del Laicado
Después de consultar al Maestro de la Orden, Fr Bruno Cadoré, el Promotor General del Laicado, Fr Rui
Carlos Lopes ha escogidos a dos colaboradores para que le ayuden en su servicio a los laicos dominicos.
Estos le ayudarán a responder mejor a las consultas que recibe provenientes de diferentes grupos y está
previsto que le acompañen en algunas de sus visitas.
Los nuevos colaboradores no estarán asignados ni vivirán en Santa Sabina, seguirán ocupándose de sus
antiguas obligaciones, pero trabajarán en estrecha colaboración con el Promotor.
Una breve presentación de los dos nuevos colaboradores:
Fr. Manolo Puppini OP, miembro de la Provincia Romana de Santa Catalina de Siena, ejerce en la actualidad
el encargo de vicario de la Parroquia de Santa María del Rosario en Roma y es el asistente local de las
Fraternidades Laicales Dominicanas. Ha finalizado su Licencia en Bienes Culturales de la Iglesia en la
Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Se ha llegado a un acuerdo con su Provincial y su Superior para
que trabaje en Santa Sabina dos medias jornadas por semana y para que acompañe al Promotor en alguna de
sus visitas.
Ruth Anne Henderson es una seglar dominica de origen escocés. Actualmente reside en Chieri. Hasta el
presente año ha sido la presidenta del Consejo Europeo de Fraternidades Laicales. Ruth Ann continuará
residiendo en Chieri y trabajará, normalmente, a distancia. También está previsto que pueda realizar alguna
visita acompañando al Promotor.
El Promotor General del Laicado quiere darles las gracias por su disponibilidad al servicio del Laicado de la
Orden.
Calendario del Maestro de la Orden para diciembre 2014
Nov 29 - dic 2: Visita canónica al Angelicum
4 - 22 dic: Visita canónica a la Provincia de NIgeria y Gana
25 dic: Celebración de Navidad en Santa Sabina
26 dic - 11 enero: Receso
www.op.org
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