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Artículo principal
Aspectos psicológicos del paciente quirúrgico
Dora Cardo»? Giraldo* Jorge
Enrique Echeveny Chata*
Los seres humanos tenemos un ciclo vital: nacemos, crecemos, nos relacionamos con otros,
vamos a la escuela, tenemos un trabajo, formamos una familia, envejecemos y finalmente
morimos. Este se altera cuando aparece una enfermedad que amenaza la vida.
La enfermedad o la alteración de la salud tienen connotaciones psicológicas importantes,
que de una u otra forma tienen impacto sobre la respuesta y evolución a los tratamientos
instaurados, ya sean estos médicos o quirúrgicos. Una condición patológica intensa o prolongada desorganiza el aparato psíquico, amenaza la integración mente-cuerpo, afecta la
capacidad de desear y la actividad de pensar. Las enfermedades son sentidas por el hombre
como una prueba y se constituyen en amenazas para el cuerpo físico y para el cuerpo
mental.
Cuando se prescribe una cirugía como tratamiento para el enfermo, éste puede reaccionar de
diferentes maneras, dependiendo de las consideraciones que el paciente tenga del médico y de
la confianza en el diagnóstico. Es usual cierto grado de aprehensión operatoria. Los clínicos
deben preocuparse de los pacientes que aparecen inapropiadamente libres de toda ansiedad
ya que una cirugía representa un planteamiento decisivo para el alivio del dolor y el
sufrimiento, e implica una relación idealizada por el paciente en un rol de elevada dependencia
y esperanza.
EL SIGNIFICADO DE UNA CIRUGÍA PARA EL PACIENTE
Cualquier situación que amenace la integridad corporal producirá una serie de reacciones
psíquicas, de diferente intensidad, dependiendo de los recursos con que cuente la persona
afectada. Una enfermedad reactiva sensaciones primitivas ligadas a los órganos y se puede
vivir ya sea como una amenaza del esquema y del self corporal, un reto, una pérdida, un
castigo o como una ganancia o alivio (1):
Amenaza: Los pacientes que viven su enfermedad como una amenaza, son frecuentemente
víctima de emociones tales como ansiedad, miedo y enojo, dado que sienten su padecimiento
como un enemigo invasor que los limita tanto física como psicológicamente en las áreas
social, laboral y familiar. No obstante, esta vivencia permite al enfermo darse cuenta que la
amenaza es real, lo cual lo estimula a adherirse a un tratamiento médico, logrando de esta
manera una respuesta adaptativa que le permita obtener una mayor calidad de vida.
Reto: Aquellos pacientes que viven su enfermedad como un reto son capaces de ser razonables, flexibles y cooperadores ante la situación, logrando así respuestas adaptativas que les
permiten luchar contra su enfermedad, adhiriéndose a los manejos médicos. El peligro de
esta reacción es la posible negación o frustración ante limitantes del tratamiento o pronóstico,
lo cual puede desencadenar cuadros depresivos o ansiosos.
Psiquiatras - Docentes Universidad Tecnológica de Pereira
Pérdida: Muchos pacientes viven la enfermedad como una pérdida dado que en muchos
casos, existen alteraciones anatómicas o fisiológicas reales, las cuales se simbolizan de
acuerdo a los valores y las necesidades de cada persona. Pueden presentarse duelos por la
caída del mito de la invul-nerabilidad, pérdida de la independencia y autonomía (parcial o
total) o incapacidades de diferente grado.
Castigo: Existen dos maneras de experimentar la enfermedad como un castigo justo o
injusto, dependiendo de los sentimientos de culpa por las transgresiones reales o no que el
enfermo haya o sienta haber cometido.
Aquellos que viven su enfermedad como un castigo merecido, frecuentemente no participan en
el tratamiento ni aceptan sentirse bien sino que, por el contrario, pueden llegar a morir a
pesar de todas los esfuerzos del equipo de salud.
Aquellos que viven su enfermedad como un castigo injusto frecuentemente experimentan
sentimientos de enojo hacia los miembros de su familia y hacia los médicos tratantes, así
como hacia los demás miembros del equipo de salud. Casi siempre manifiestan hostilidad y
conductas paranoi-des.
Ganancia o alivio: Para otros pacientes la enfermedad se experimenta como una ganancia
o alivio (consciente o inconsciente) y por ello evita afrontar sus responsabilidades. La
enfermedad produce sensación de alivio, por lo que el estar médicamente enfermo no
representa un conflicto.
Las ganancias con la enfermedad puede ser primarias, aquella que obtiene el paciente cuando
adopta el papel de enfermo; secundarias, las que repercuten en el medio como por ejemplo
el no trabajar, no asistir al colegio; y terciaria, la identidad que el sujeto establece con la
patología (2 3).
MITOS Y TEMORES
Los médicos estamos acostumbrados al medio hospitalario porque pasamos gran parte de
nuestra vida en él y no reconocemos el significado que para otras personas tiene la hospitalización. Un individuo que ingresa al hospital se encuentra súbitamente en un medio
extraño y muy poco familiar, el personal le dice lo que puede y no puede hacer; una
enfermedad lo amenaza y en consecuencia tiene pensamientos y temores, que pueden estar
influidos por las experiencias suyas o de sus familiares cercanos.
Los temores más asociados a la enfermedad, el tratamiento y la hospitalización son:
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Temor por amenaza a la integridad básica, pues al remover algún órgano o dejar
alguna cicatriz, se altera la imagen corporal.
Miedo a la lesión corporal o a la mutilación.
Miedo a la muerte.
Miedo a no despertar, «ansiedad de la narcosis». Algunos pacientes temen más a la
anestesia que a la cirugía. En la anestesia general hay una completa pérdida de control y
de la conciencia, lo que en algunos evoca la idea de muerte, también surgen temores de
pasividad, dependencia, decir algo secreto o vergonzante.
Miedo a que se descubra un cáncer en la cirugía.
Temor a estar expuesto a personas extrañas.
Temor de perder la aprobación o el afecto de las redes cercanas.
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Temor a la pérdida de independencia y autonomía.
Temor a la reactivación de sentimientos de culpa o vergüenza.
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Temor al dolor, que se constituye en una fuente importante de estrés psicológico y se
puede encontrar en todas las anteriores categorías.
Temor a factores no específicos comunes a la experiencia hospitalaria como la
separación de la familia y del trabajo.
Algunas cirugías dan origen a te mores más específicos:
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La de los ojos y de oídos pueden dar lugar a ansiedades de pérdida de la visión y la
audición.
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Las que se realizan en o cerca de los órganos genitales generan ansiedad,
como en el caso de las hernias inguinales y de la próstata. En el sexo femenino es de
especial significación la histerectomía y la mastectomia, las cuales pueden producir
reacciones emocionales severas por la imagen y el rol femenino, especialmente si no
ha existido una preparación prequirurgica adecuada.
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Las amputaciones siempre alteran la imagen corporal.
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Ciertas forma de cirugía plástica traen consecuencias psicológicas positivas y negativas.
Si el paciente tiene una personalidad estable, una intervención quirúrgica de esta
naturaleza puede ayudarle a mejorar su imagen corporal y a crecer emocionalmente.
En cambio si la persona tiene conflictos psicológicos y expectativas ilógicas acerca del
procedimiento quirúrgico, será un candidato de mal pronóstico para tales
procedimientos(4 5).
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De la vida y el amor se generan reacciones emocionales importantes tanto en los
pacientes como en su familia (6).
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Las cirugías de masas tumorales siempre despiertan el temor relacionado con que el
acto quirúrgico "despertará el cáncer" y la muerte se desencadenará en forma rápida.
CONCLUSIONES
La cirugía puede ser fuente de esperanza e identidad mejorada. El resultado emocional
dependerá del conocimiento y la orientación del paciente con respecto a los acontecimientos
perioperatorios, en particular la percepción realista de lo que se puede esperar. Dos
factores aumentan la ansiedad preoperatoria: la impredicti-bilidad y la subestimación del
dolor y el riesgo.
La principal responsabilidad del profesional de la salud ante las reacciones emocionales del
paciente quirúrgico es la contención, acompañamiento en la elaboración de sus ansiedades,
promoviendo la participación de las personas o grupos que pueden cumplir una función
similar, ya que de lo contrario se pueden presentar síntomas o patologías que pueden afectar
la evolución y el tratamiento o constituirse en factor de riesgo para recaída u otras
condiciones patológicas. Hay que destacar el ámbito familiar, el cual varía de acuerdo al
estado de ánimo del paciente, pero que también influye por sus características y roles sociales
predeterminados.
Los niveles de progreso, tanto en la adaptación preoperatoria como en la recuperación
postoperatoria, dependen del papel desempeñado por todo el equipo, en la medida que se
detecten y traten en forma concertada y coherente las condiciones psíquicas y psiquiátricas
que pueden incidir en el éxito de la cirugía.
Referencias
1- Bion, W. R.[1959]: Experiencias en grupos. Paidos, Buenos Aires, 1963.
2- Cassem N. Psiquiatría de Enlace en el Hospital General. 3 Edición. Ediciones Díaz de Santos, S.A. 1993.
3- Brainsky, S. Manual de psicología y sicopatología dinámica. Fundamentos de psicoanálisis. 2J. Edición. Bogotá. Carlos Valencia Editores. 198ó.
4- Simons R., Understanding Humane Behavior, in Health and Illness, 1986
5- Milano M. et al. Psychiatry and Surgery. Consultation Liaison Psychiatry. Psychiatry Update. Vol 111, 1989.
6- Kuhn W. et al. Emotional Adjustment to Cardiac Transplantation. General Hospital Psychiatry 10:108-1 13, 1988.