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PERCEPCIONES Y CONCEPTUALIZACIONES PROPIAS DEL CONTINUO DE SALUD
DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA PERSONA
Conceptos de salud, prosperidad y bienestar.
Existen muchas definiciones e interpretaciones de los conceptos de salud, prosperidad y
bienestar. El enfermero debe estar familiarizado con los aspectos más comunes de estos
conceptos y considerar cómo pueden individualizarse en cada paciente en concreto.
SALUD
Tradicionalmente, la salud se definía en términos de presencia o ausencia de
enfermedad. Nightingale la consideraba como un estado de bienestar y utilización, en el
mayor grado posible, de todas las potencias que un individuo posee (Nightingale,
1860/1969). La Organización Mundial de la Salud (OMS) adopta una visión más holística
de salud, definiéndola como << un estado de bienestar físico, mental y social completo, y
no solo la ausencia de enfermedad o achaque>> (OMS, 1948). Esta definición refleja la
preocupación por el individuo como una persona total que funciona en los planos físico,
psicológico y social. Los procesos mentales determinan la relación de las personas con
sus entornos físicos y sociales, sus actitudes sobre la vida y su interacción con los demás.
Coloca a la salud en el contexto del entorno. Las vidas de las personas, y por tanto, su
salud, se ven afectadas por todo aquello con lo que interactúan, no solo por las influencias
ambientales como el clima y la disponibilidad de alimentos, cobijo, aire limpio y agua para
beber, sino también por las demás personas, incluidos los familiares, los compañeros de
trabajo, los amigos y todos los que conviven con la persona.
La salud se ha definido también en términos de rol y rendimiento. Talcott Parsons (1951),
un eminente sociólogo estadounidense creador del concepto de <<rol de enfermo>>,
concebía la salud como la capacidad para mantener los roles normales.
En 1953, la Comission Health Needs of the Nation del presidente de EE.UU, emitió el
siguiente juicio sobre la salud: la salud no es una situación; es un ajuste. No es un estado,
sino un proceso. El proceso adapta al individuo no solo a nuestro entorno físico, sino a
nuestro entorno social (President’s Commission, 1953, p. 4). Esta definición insiste en que
la salud es un proceso adaptativo en lugar de un estado.
En 1980, la American Nurses Association (ANA) definió la salud en sus declaraciones de
política social como <<un estado dinámico del ser en el que el potencial de desarrollo y de
conducta de un individuo se realiza en su extensión más amplia posible>> (ANA, 1980, p.
5). En esta definición, la salud es más que un estado o que la ausencia de la enfermedad;
incluye la tendencia hacia un funcionamiento óptimo. En 2004, la ANA declaró también
que la salud era <<una experiencia que a menudo se expresa en términos de prosperidad
y dolencia, y puede ocurrir en presencia o ausencia de enfermedad o lesión.
PROSPERIDAD Y BIENESTAR
La prosperidad es un estado de bienestar. Los aspectos básicos de la prosperidad son la
autorresponsabilidad, una meta final, un proceso de crecimiento dinámico, decisiones
diarias en las áreas de nutrición , el tratamiento del estrés, la forma física, la atención
sanitaria preventiva y la salud emocional y, lo que es más importante el bienestar del
individuo.
Anspaugh, Hamrick y Rosato (2006) proponen siete componentes para la prosperidad
(figura). Para alcanzar una salud y prosperidad óptimas, las personas deben hacer frente
a los factores de cada uno de estos componentes:
Físicos: capacidad para llevar a cabo las tareas diarias, tener un buen estado físico (por
ejemplo, pulmonar, cardiovascular, digestivo, etc.), mantener una nutrición y una grasa
corporal adecuadas, evitar abusar de las drogas y el alcohol o consumo de tabaco y, en
general, practicar hábitos de un estilo de vida positivo.
Sociales. Capacidad para interactuar de manera satisfactoria con la gente y en el
ambiente del que forma parte cada persona, desarrollar y mantener la intimidad con las
personas allegadas y desarrollar respeto y tolerancia con los que tienen opiniones y
creencias distintas.
Emocionales. Capacidad para tratar el estrés y expresar las emociones de forma
adecuada. La prosperidad emocional implica la capacidad de reconocer, aceptar y
expresar sentimientos y aceptar las propias limitaciones.
Intelectuales. Capacidad para aprender y usar la información de manera efectiva para el
desarrollo personal, familiar y profesional. La prosperidad intelectual implica esforzarse
por mantener un desarrollo continuo y aprender a afrontar con efectividad los nuevos
desafíos.
Espirituales. Creencias en alguna fuerza (naturaleza, ciencia, religión o poder superior)
que sirve para unir a los seres humanos y que proporciona un significado y una meta a la
vida. Incluye la moralidad, los valores y la ética.
Profesionales. Capacidad para lograr un equilibrio entre el tiempo dedicado al trabajo y al
ocio. Las creencias de la persona sobre educación, empleo y hogar influyen en su
satisfacción personal y en sus relaciones con los demás.
Ambientales. Capacidad para fomentar medidas de salud que mejoren el estándar vital y
la calidad de vida en la comunidad. Comprende influencias del tipo de los alimentos, el
agua y el aire.
MODELOS DE SALUD Y PROSPERIDAD
Como la salud es un concepto muy complejo, varios investigadores han desarrollo
modelos o ejemplos para explicar la salud y, en algunos casos sus relaciones con la
enfermedad o la lesión. Los modelos pueden ser útiles para ayudar a los profesionales de la
salud a satisfacer las necesidades de salud y prosperidad de los pacientes. El enfermero
necesita tener unos conocimientos claros de la salud, la prosperidad y la enfermedad por
las siguientes razones:
• Las definiciones de enfermería de salud determinan en gran medida el ámbito y la
naturaleza de la práctica de la enfermería. Por ejemplo, cuando la salud se define de
manera restringida como un fenómeno fisiológico, el enfermero se limita a ayudar a
los pacientes a recuperar su funcionamiento fisiológico normal. Si la salud se define
de una forma más amplia, el ámbito de la práctica de la enfermería se amplía en la
misma medida.
• Las creencias de salud de las personas influyen en sus prácticas de salud. Los
valores y prácticas de salud del enfermero pueden ser distintos a los del paciente. El
enfermero necesita garantizar que el plan asistencia! desarrollado para una persona
esté relacionado con la percepción de la salud del paciente y no con el sistema de
creencias del propio enfermero. De lo contrario, el paciente puede no responder al
programa asistencial.
Los modelos de salud son el modelo clínico, el modelo del desempeño de rol, el modelo
adaptativo, el modelo eudemonista, el modelo agente-huésped-entorno y los continuos
salud-enfermedad
Modelo clínico
La interpretación más restringida de la salud es la del modelo clínico. En este modelo se
considera a las personas como sistemas fisiológicos con funciones relacionadas y la
salud se identifica por la ausencia de signos y síntomas de enfermedad o lesión. Se
considera como el estado de no estar «enfermo». En este modelo, lo opuesto a la salud
es la enfermedad o la lesión.
Muchos médicos usan el modelo clínico en su enfoque de aliviar los signos y
síntomas de la enfermedad y eliminar el mal funcionamiento y el dolor. Cuando los
signos y síntomas desaparecen, el médico considera que la persona ha recuperado la
salud.
Modelo del desempeño del rol
La salud se define en términos de la capacidad individual para desempeñar los roles
sociales, es decir, llevar a cabo su trabajo. Las personas suelen ejercer varios roles (p.
ej., de madre, de hija, de amiga) y algunas personas pueden considerar los roles no
relacionados con el trabajo como los más importantes en sus vidas. Según este modelo,
las personas que pueden desempeñar sus roles están sanas incluso aunque tengan una
enfermedad clínica. Por ejemplo, un varón que trabaja todo el día en su empleo en la
forma en que se espera que lo haga, está sano, a pesar de que la radiografía de tórax
indique que tiene un tumor en un pulmón. En este modelo se asume que la enfermedad
es la incapacidad para llevar a cabo el rol laboral de cada uno.
Modelo adaptativo
En el modelo adaptativo, la salud es un proceso creativo y la enfermedad es una adaptación
errónea. El objetivo del tratamiento es restablecer al individuo a su sociedad.
DOLENCIA Y ENFERMEDAD
La dolencia es un estado muy personal en el que parece que el funcionamiento físico,
emocional, intelectual, social, de desarrollo o espiritual del individuo disminuyen. No es
sinónimo de enfermedad y puede estar o no relacionada con esta. Una persona puede
tener una enfermedad, por ejemplo, un tumor en el estómago, y sentirse bien. De la
misma forma, una persona puede sentirse enferma, con molestias, pero no tener una
enfermedad demostrable. La dolencia es muy subjetiva, y sólo la persona individual
puede decir que la padece.
La enfermedad puede describirse como una alteración de las funciones orgánicas
debido a una reducción de las capacidades o a un acortamiento de la esperanza de vida
normal. Tradicionalmente, el objetivo de las intervenciones de los profesionales de la
atención primaria era eliminar o aliviar los procesos de la enfermedad. Los seres humanos primitivos pensaban que la causa de la enfermedad eran «fuerzas» o espíritus. Más
tarde, esta creencia fue sustituida por la teoría de la causa única. En la actualidad, se
considera que son muchos los facto-res que interaccionan para producir la enfermedad y
determinar la respuesta de la persona al tratamiento.
La causa de una enfermedad se denomina etiología. La descripción de la etiología de una
enfermedad incluye la identificación de todos los factores causales que intervienen en la
producción de una enfermedad concreta. Por ejemplo, el bacilo tuberculoso es el agente
biológico de la tuberculosis. Sin embargo, en el desarrollo de la tuberculosis intervienen otros
factores etiológicos, como la edad, el estado nutricional e incluso la profesión, que influyen
en la evolución de la infección. Existen muchas enfermedades de causa desconocida (p. ej.,
la esclerosis múltiple).
Tradicionalmente, la visión de las personas que tiene el enfermero es holística, por lo que
la base de su práctica es la teoría de las causas múltiples de los problemas de salud.
Existen muchas formas de clasificar las dolencias y las enfermedades; una de las más
frecuentes es en agudas y crónicas. Las enfermedades agudas se caracterizan por
síntomas graves de una duración relativamente corta. A menudo, los síntomas se
manifiestan de manera brusca y ceden con rapidez y, dependiendo de la causa, pueden
requerir o no la intervención de los profesionales de la asistencia sanitaria. Algunas
enfermedades agudas son graves (p. ej., la apendicitis puede requerir una intervención
quirúrgica), pero muchas de ellas, por ejemplo, el resfriado, curan sin intervención médica o
con ayuda de medicamentos de venta libre. Tras una enfermedad aguda, la mayoría de las
personas recuperan su grado de prosperidad normal.
Una enfermedad crónica es la que dura un tiempo prolongado, en general 6 meses o
más, y a menudo toda la vida de la persona. Las enfermedades crónicas suelen comenzar
de forma lenta y a menudo tienen períodos de remisión, en los que los síntomas
desaparecen, y de exacerbación, en los que vuelven a reaparecer.
Ejemplos de enfermedades crónicas son la artritis, las enfermedades pulmonares y
cardíacas o la diabetes mellitus. El enfermero participa en la atención de los pacientes con
enfermedades crónicas de todas las edades y en todo tipo de entornos (domicilios,
residencias, hospitales, consultas y otras instituciones). La atención ha de centrarse en el
logro del mayor grado posible de independencia, sensación de control y prosperidad. A
menudo, los pacientes necesitan modificar sus actividades de la vida diaria, sus relaciones
sociales y la percepción de sí mismos y de su imagen corporal. Además, muchos deben
aprender cómo vivir con limitaciones físicas y molestias crecientes.
Conducta de enfermedad
Cuando las personas enferman se comportan de una cierta manera denominada conducta
de enfermedad. La conducta de enfermedad, un mecanismo de afrontamiento, consiste en
la forma en que las personas describen, vigilan e interpretan sus síntomas, adoptan
acciones para ponerles remedio y usan el sistema de atención sanitaria. El modo en que se
comporta un individuo enfermo es muy personal y depende de muchas variables, entre ellas
la edad, el sexo, la profesión, el nivel socioeconómico, la religión, el origen étnico, la
estabilidad psicológica, la personalidad, la educación y los modos de afrontamiento.
Parsons (1979) describió cuatro aspectos del rol de enfermo:
1. No se considera que el paciente sea responsable de su estado.
2. Se excusa al paciente de determinados roles y tareas sociales.
3. El paciente está obligado a tratar de ponerse bien lo antes posible.
4. El paciente o su familia están obligados a buscar ayuda competente.
Suchman (1979) describió cinco fases de la enfermedad: síntomas, rol de enfermo, contacto
con la atención médica, rol de paciente dependiente y recuperación o rehabilitación. No todos
los pacientes pasan por todas las fases. Por ejemplo, el paciente que sufre un ataque
cardíaco repentino es trasladado a un departamento de urgencias, lo que inmediatamente
entra en las fases 3 y 4, contacto con la atención médica y rol de paciente dependiente. Otros
pacientes pueden recuperarse habiendo pasado sólo por las dos primeras fases. A
continuación se detallan las cinco fases de Suchman.
Fase 1. Experiencia de los síntomas
En esta fase, la persona comienza a creer que algo va mal. Un allegado menciona que la
persona parece no estar bien o la propia persona en experimenta síntomas, como dolor,
exantema, fiebre, tos o hemorragia.
La fase 1 consta de tres aspectos:
• La experiencia física de los síntomas
• El aspecto cognitivo (la interpretación de los síntomas en cuanto tienen algún
significado para la persona).
• La respuesta emocional (p. ej.. temor o ansiedad)
En esta fase, la persona que no está bien suele consultar con otros sus síntomas o
sentimientos, validando con el cónyuge o las personas que le sirven de apoyo la realidad
de los síntomas. Además, puede intentar remedios caseros. Si este autotratamiento es
ineficaz, el individuo pasa a la fase siguiente.
Fase 2. Adopción del rol de enfermo
La persona acepta ahora el rol de enfermo y busca confirmación en la familia y amigos. Es
frecuente que continúe con el autotratamiento y retrase lo más posible el contacto con los
profesionales de la atención sanitaria. En esta fase, las personas pueden ser liberadas de
sus obligaciones normales y los roles que se espera que desempeñen. No son raras las
respuestas emocionales del tipo de abandono, ansiedad, temor o depresión, que dependen
de la gravedad de la enfermedad, del grado de discapacidad percibido y de la duración
previsible de la enfermedad. La persistencia o el aumento de los síntomas motivan a la
persona a la búsqueda de ayuda profesional.
Fase 3. Contacto con la atención médica
La persona enferma busca el asesoramiento de un profesional de la salud, bien por su
propia iniciativa o bien empujado por personas allegadas. Cuando la persona solicita
ayuda profesional, está pidiendo realmente tres tipos de información:
• Validación de la enfermedad real
• Explicación de los síntomas en términos comprensibles
• Que la tranquilicen diciéndole que se pondrá bien o que le orienten sobre cuál será el
resultado
El profesional sanitario puede determinar que el paciente no tiene una enfermedad o que,
por el contrario, sí la tiene y que incluso puede poner en peligro su vida. El paciente puede
aceptar o rechazar el diagnóstico. Si acepta el diagnóstico, el paciente suele seguir el
tratamiento que se le prescribe. Si no acepta el diagnóstico, puede buscar la opinión de
otro profesional de la atención sanitaria o de seudoprofesionales que le den un
diagnostico que se adapte a sus propias percepciones.
Fase 4. Rol de paciente dependiente
Una vez que acepta la enfermedad y busca tratamiento, el paciente pasa a depender de la
ayuda del profesional. El grado de facilidad con el que las personas pueden renunciar a su
independencia es muy variable, sobre todo en lo que se relaciona con la vida y la muerte.
Las obligaciones de rol, vales como las de generador de ingresos, padre, madre,
estudiante, miembro de un equipo de béisbol o miembro de un coro, complican la
decisión de ceder la independencia.
La mayoría de la gente acepta su dependencia del médico de atención primaria, aunque
conserva grados variables de control sobre sus propias vidas. Por ejemplo, algunas
personas piden información precisa sobre su enfermedad, su tratamiento y el coste del
mismo, y retrasan la decisión de aceptarlo hasta que no tienen esta información. Otros
prefieren que sea el médico de atención primaria el que siga con el tratamiento y no piden
información adicional.
En algunos pacientes, la enfermedad puede cubrir las necesidades de dependencia que
nunca han cubierto antes, y eso les proporciona satisfacción. Otros tienen muy pocas
necesidades de dependencia y hacen todo lo posible para recuperar un funcionamiento
independiente. Incluso algunos pueden tratar de mantener la independencia en
detrimento de su recuperación.
Fase 5. Recuperación o rehabilitación
En esta fase se espera que el paciente renuncie al rol de dependiente y vuelva a asumir
sus roles y responsabilidades anteriores. En las enfermedades agudas, el tiempo que una
persona está enferma suele ser corto y la recuperación es, en general, rápida. Por tanto, la
mayoría encuentra relativamente fácil volver a sus estilos de vida anteriores. Los
individuos que tienen una enfermedad prolongada y que deben ajustar sus estilos de vida
a ella pueden encontrar más difícil la recuperación. Si existe una discapacidad
permanente, esta última fase pueden necesitar tratamiento para aprender corno llevar a
cabo ajustes importantes en el funcionamiento.
AGONÍA Y MUERTE
El concepto de muerte evoluciona a lo largo del tiempo, a medida que la persona crece,
experimenta varias perdidas y piensa en conceptos concretos y abstractos. En general, los
seres humanos se mueven desde la creencia infantil en la muerte como un estado temporal
hasta la edad adulta, en la que la muerte se acepta como algo muy real pero también muy
aterrador, hasta la ancianidad, en la que se puede considerar que la muerte es más
deseable que vivir con una escasa calidad de vida.
Respuestas al morir y a la muerte
La reacción de cualquier persona a la muerte inminente o real de otra persona, o a la
posible realidad de su propia muerte, depende de todos los factores relacionados con la
pérdida y del desarrollo del concepto de muerte. A pesar de las variaciones individuales
de los puntos de vista de una persona sobre la causa de la muerte, sus creencias
espirituales, la disponibilidad de sistemas de apoyo y cualquier otro factor, las respuestas
tienden a agruparse en las fases descritas por los teóricos.
Tanto el paciente moribundo como los familiares se sienten afligidos cuando reconocen la
pérdida. Las características definitorias del diagnóstico de enfermería duelo incluyen
negación, culpa, ira, desesperación, sentimientos de inutilidad, llanto e incapacidad de
concentrarse. Se pueden ampliar a pensamientos de suicidio, delirios y alucinaciones.
También puede haber miedo, el sentimiento de alteración que se relaciona con una
fuente identificable (en este caso, la muerte de una persona). Muchas de las
características que se ven en una persona asustada son similares a las del duelo e
incluyen llanto, inmovilidad, aumento de la frecuencia del pulso y de la respiración, boca
seca, anorexia, dificultad para dormir y pesadillas. Se produce desesperanza cuando la
persona no percibe ninguna solución a un problema, cuando la muerte es inevitable y la
persona es incapaz de ver cómo ir más allá de la muerte. La enfermera puede observar
apatía, pesimismo e imposibilidad de tomar decisiones. Se considera que una persona
que percibe una solución al problema pero que no cree que sea posible poner en práctica
la solución experimenta impotencia. Esta pérdida de control se puede manifestar por ira,
violencia, tener comportamientos inadecuados o depresión y comportamiento pasivo.