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ABRIL-2001
Entre 60.000 y 80.000 pacientes españoles VIH-positivos están también infectados por el
virus C de la hepatitis (VHC), y entre 5.000 y 10.000 lo están por el virus B. El impacto de
la infección por VHC en los pacientes seropositivos es tal que se estima que el 15% de las
muertes de enfermos de SIDA es por una enfermedad hepática. Así lo han puesto de
manifiesto hepatólogos y especialistas en VIH de toda España.
La elevada tasa de pacientes VIH-positivos con
hepatitis C obliga a hepatólogos y especialistas en
SIDA a unificar criterios terapéuticos
Una de cada diez muertes de enfermos
de SIDA es a causa de una enfermedad
hepática
Emergencia de la hepatitis C
La capacidad de los nuevos
antirretrovirales para controlar la
replicación del VIH ha conseguido que se empiece a hablar de esta
infección como de una enfermedad crónica. Este logro obliga, sin
embargo, a tener en cuenta otros
problemas asociados al SIDA que
antes se pasaban por alto debido a
la menor esperanza de vida de los
pacientes VIH-positivos. Uno de
estos problemas es la coinfección
por los virus B y C de la hepatitis,
que en la actualidad constituye
una de las principales causas de
muerte en estos enfermos. La
jeringuilla compartida está en el
origen de la coinfección: más del
90% de los enfermos infectados
por VIH que usa o ha usado drogas por vía intravenosa padece
hepatitis crónica C.
Diferencias de enfoque
“Es lógico que haya diferencias de enfoque: mientras
los hepatólogos dirigimos
nuestra atención en mayor
medida al hígado, los infectólogos, por su parte, se centran
más en el comportamiento del
VIH. Se persigue, pues, el
consenso en la selección de
candidatos a un tratamiento:
quiénes deben tratarse, cuándo
deben hacerlo y durante cuánto tiempo”, subraya el Dr.
Javier García-Samaniego, del
Servicio de Aparato Digestivo
En
España, entre
60.000 y 80.000
pacientes VIHpositivos están
coinfectados por
el virus C de la
hepatitis, y entre
5.000 y 10.000 lo
están por el
virus B
del Hospital Carlos III de
Madrid. Es necesario pues una
mayor conexión entre las unidades de hepatología y las de
VIH para alcanzar conclusiones en aspectos clave como las
posibles interacciones entre el
tratamiento de la hepatitis y el
del VIH/sida o para diseñar
alternativas ante un posible
fracaso terapéutico.
Se estima que la hepatopatía
producida por el VHC es una
causa creciente de mortalidad
en los enfermos infectados por
el VIH. Según el doctor García-Samaniego, muchos de los
pacientes coinfectados que han
logrado con la nueva medicación antirretroviral el control
del VIH y, en consecuencia, un
sistema inmune dotado de
mejores defensas, desarrollan,
sin embargo, complicaciones
hepáticas que motivan su
ingreso y reducen su supervivencia. En el caso de los ingresos hospitalarios, se sabe que
más del 80% de los pacientes
infectados por el VIH que son
hospitalizados por un cuadro
de descompensación hepática
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están también infectados por el
VHC. Sólo la hepatitis C supone entre el 8 y el 10% de los
ingresos hospitalarios.
La infección por el virus de
la hepatitis C suele tardar unos
25-30 años en evolucionar a
una cirrosis (lo que ocurre en
un 30 por ciento de los casos),
mientras que en el VIH, al
cabo de 10-15 años, el 50 por
ciento de los pacientes desarrollan SIDA. “En la actualidad, disponemos de una medicación antirretroviral que si los
pacientes toman adecuadamente permite reducir la carga
viral y, por tanto, frenar la progresión al SIDA. Sin embargo,
el éxito de estos nuevos tratamientos es también lo que hace
posible que el virus C acabe
motivando el desarrollo de una
enfermedad hepática importante”, advierte el doctor Vicente
Soriano, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Instituto de Salud Carlos III de
Madrid.
Se puede afirmar que la enfermedad hepática ha tenido un
impacto importante en la mortalidad por SIDA. Según el doctor
García-Samaniego, “si hace unos
años un hospital como el Carlos
III de Madrid registraba 80 ó
100 defunciones anuales por
SIDA, ahora son 10 ó 15 y prácticamente la mitad lo son por
enfermedad hepática”.
Objetivos terapéuticos
distintos
En la actualidad, la mayoría
Nueve de
cada 10
enfermos
españoles de
SIDA que
adquirieron el
VIH por
compartir
jeringuillas están
coinfectados por
el virus de la
hepatitis C
de los pacientes VIH-positivos
están tratados; si un paciente
seropositivo se encuentra estable y no necesita aún la medicación antirretroviral, se le
puede tratar primero la infección por VHC y más adelante,
cuando fuera preciso, por
VIH. También puede darse el
caso de que el tratamiento
específico para el control de
uno de los virus tenga éxito y
con el otro, por el contrario,
no se logre el efecto deseado.
“Las estrategias para cada uno
de los virus son distintas”,
explica el doctor GarcíaSamaniego, “porque mientras
que frente al VIH a lo más que
se aspira, al menos hasta ahora, es a su supresión, es decir,
a mantenerlo bajo control, el
objetivo que se persigue al
combatir al VHC es su erradicación. No obstante, esto último se logra en menos del 50%
de los pacientes”.
Para el tratamiento de la
infección por VHC se dispone
de una terapia combinada de
dos fármacos que consigue
índices de curación cercanos al
50%. Para el doctor Soriano,
“en la medida en que la terapia
antirretroviral frente al VIH
mejora la tasa de supervivencia, los médicos deben plantearse administrar a los pacientes
coinfectados el mismo tratamiento que se utiliza en aquellos que tienen hepatitis crónica C sin el VIH”.
Próximamente se elaborará
un documento de consenso
para la selección de pacientes
VIH-positivos candidatos a
recibir un tratamiento antiVHC. Según el doctor Soriano, se buscará, por un lado,
familiarizar a los expertos en
VIH de la importancia de la
enfermedad hepática, y por
otro, determinar los parámetros a partir de los cuales un
paciente VIH-positivo es candidato a recibir un tratamiento para la hepatitis C: carga
viral controlada, un número
considerable de CD4 y la
ausencia de riesgos de toxicidad.