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EL DOLOR DE ESPALDA Y LOS PIES
(Observaciones)
Siendo consciente de que los pies son un ente básico para el buen desarrollo de
nuestro organismo, durante mis años de ejercicio, he podido ir asociando
diferentes patologías con manifestación en el resto del aparato locomotor a
problemas biomecánicos del pie que, en un elevado porcentaje, no se
manifiestan en él como son; gonalgias, coxalgias, lumbalgias, dorsalgias, etc.
Sintomatologías que, una vez tratadas ortopodologicamente, en la mayoría de
casos pueden llegar a desaparecer y, en otras, mejoran de forma ostensible
hasta el punto que los pacientes, en un alto porcentaje y por el boca a boca,
acudían al Centre Terapèutic Podològic Rodríguez Valverde, que yo dirigía, para
saber si los problemas que sufrían en rodillas, columna, etc. podían ser
causados por los pies, que por otro lado, y también en la mayoría de casos, se
confirmaba, y, es por ello, que desde hace mucho tiempo quería denunciar la
equivocada difusión-información que recibe la gente por medio de todos los
medios de comunicación, sobre los dolores de rodilla y espalda.
Es evidente que existe una falta de información y de comunicación con los
medios y también con las autoridades sanitarias, por parte de los colegios
profesionales de Podólogos de todo el estado así como del Consejo Nacional de
Podólogos, para difundir el verdadero papel del podólogo ya que las entrevistas
que, en general les hacen, se limitan a hablar de micosis, que se corten la uñas
rectas, etc. y se olvidan de hacerlo sobre el verdadero rol sanitario que el
podólogo representa para la sociedad.
La ciencia podológica ha ido creciendo y crecerá mucho más, hasta el punto de
que llegará a ser un pilar básico dentro del campo sanitario, como resultado de
la demanda social imperante (yo no lo veré pero será así). Pensemos que los
pies son nuestros cimientos y cualquier alteración biomecánica (que son
muchas las existentes y mal diagnosticadas por la clase médica, y por desgracia
también por un buen número de podólogos) por pura lógica, tiene de forma
inexorable, repercusión en el resto del aparto locomotor.
Durante mucho tiempo he ido recogiendo información de lo publicado sobre el
dolor de espalda que he ido leyendo en diferentes diarios, revistas, escuchando
en radio y TV, y, cuando dan consejos, sobre hablan o mencionan de todo
menos de lo que verdaderamente debieran hacer; remitir al paciente también al
podólogo.
Es curioso ver, y al mismo tiempo decepcionante, observar cómo tanto prensa,
médicos y entes como la OMS, cuando tratan de los dolores de espalda,
lumbalgias, coxalgias, gonalgias, etc., atribuyen las causas a todo excepto los
pies. Son incapaces de, no sólo no valorar sino tan siquiera pensar en ellos,
como una de las causas principales de esas sintomatologías.
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En la mayoría de artículos que hemos leído en la prensa cuando se habla del
dolor de espalda, manifiesta que más del 80% de la población lo sufre un uno u
otro momento y como causa lo atribuyen a: sobrepeso, postural, vicios… Se
escribe además que un 70%, tiene desviación de columna.
Los factores de riesgo los atribuyen al: envejecimiento, la obesidad, el
sobrepeso, la sobrecarga debida a la práctica de deporte. etc. En los niños las
causas radican, dicen, en el peso de las mochilas, la actitud postural al sentarse
en las mesas y a otros vicios. Es decir a todo menos a los pies.
Encontramos consejos sobre cómo prevenir las lumbalgias y también aliviarlas.
Actualmente que está de moda la ergonomía se sorprenden algunos
profesionales de que más del 80% de la población puedan sufrir algún tipo de
lumbalgias durante su vida y añaden además que en el 90% de los casos se
debe a un sobreesfuerzo. Se atribuye también a una falta de ejercicio, a una mala
alimentación y a otras causas.
Leemos otros artículos en los que se dice: según los últimos datos más de 7
millones de españoles sufren de artrosis y que, en el 14% de los mayores de 20
años, ésta es de rodilla. Manifiestan también que es la principal causa de
incapacidad o invalidez de las enfermedades crónicas. Otras articulaciones
afectadas son: manos, pies y cadera. En los ancianos es la segunda causa de
invalidez después de las enfermedades cardíacas. Un informe reciente de la
OMS indica que la artrosis de rodilla está cerca de ser la cuarta más importante
de discapacidad en mujeres y la octava en hombres.
Otra consideración a tener en cuenta es que más de 7 millones de españoles
sufren algún tipo de reumatismo o alguna enfermedad del aparato locomotor.
Alguna prensa escrita manifiesta que podemos encontrar distintas causas:
aguda o de esfuerzo, crónica (desgaste óseo, discos intervertebrales, mala
higiene postural, secuelas de una fractura osteoporótica. Incluso se atribuye a
estados emocionales (depresión, ansiedad). ¿Quien fue antes el huevo o la
gallina?
Aconseja la prensa se acuda a especialistas como fisioterapeutas, acupuntores,
osteópatas y, por descontado a tu médico.
Con todo la S.E. de Reumatología da 10 consejos.
1. Peso correcto
2. Calor y frío. En brotes hielo.
3. Medicación típica: analgésicos, antiinflamatorios, geles y cremas,
infiltraciones locales, etc.
4. Hábitos posturales. Cama lisa. No sillones bajos. Sillas rectas.
5. Ejercicios mesurados, adecuados a cada caso.
6. Si dolor reposo relativo.
7. Evitar sobrecargas articulares. No coger pesos. No caminar por terrenos
irregulares. No permanecer de pie en tiempo prolongado. Carrito. Bastón.
8. Calzado adecuado.
9. Balnearios.
10. Tener una actitud positiva.
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Todo lo expuesto está “muy bien” pero, ¿se le ha ocurrido a alguien del mundo
sanitario (entre otras cosas) utilizar el sentido común para paliar la mayoría de
las patologías expuestas? Como podólogo con 56 años de experiencia en el
ejercicio de la profesión puedo manifestar con rotundidad que no.
Creo que es hora de denunciar la falta de equidad que existe entre algunos
sectores de la sanidad y de la clase sanitaria. El rol de la podología dentro de lo
que significan las enfermedades del aparato locomotor está completamente
relegado, más bien totalmente ignorado. Tanto por los profesionales que ejercen
sobre las alteraciones del mencionado aparato locomotor, como de toda la
prensa, y cuando digo toda es toda, incluso la de medicina alternativa.
Las causas se atribuyen a todo, tal y como hemos visto reflejado anteriormente,
menos a los pies. Los pies son nuestros cimientos y debemos tener muy claro
que cuando estos fallan el edificio sufre deterioros o se derrumba. Las
alteraciones biomecánicas o morfológicas de los pies, son muchas y
desconocidas no sólo por la prensa y otros medios de comunicación (que en
parte es comprensible) sino por un gran número de facultativos que desconocen
por completo la amplia variedad de alteraciones patomecánicas que puede
presentar el pie. También puede darse el caso que aun conociendo la
enfermedad ignoren que en el 99% de los casos el podólogo puede contribuir a
una mejora o solución del problema.
La mayoría de las patologías que se reflejan en el del aparato locomotor, lo son
como consecuencia de alteraciones biomecánicas en los pies o extremidades
inferiores y digo alteraciones y no enfermedades porque la causa es mecánica y
para su diagnóstico hay que observar al pie y extremidad en todas sus facetas.
El pie no es un ente aparte de nuestro cuerpo. Forma parte de él y precisamente
una parte básica ya que son sus cimientos. El hecho de que estén alejados de la
cabeza, no ha de ser motivo para que se ignoren. En los estudios de medicina
es lo último que se estudia, y cuando lo han hecho, han estudiado sólo la
fisiología y la anatomía puesto que la biomecánica se pasa muy por alto (sólo se
habla de pie plano, pie cavo, pie zambo, metatarsalgia y poca cosa más).
Conozco médicos que me han confesado que, por falta de tiempo, finalizaron la
carrera sin haber estudiado el pie. Es por ello que la mayoría de facultativos las
desconocen ya que éstas, no se plasman en sus estudios.
La podología es un ciencia nueva que ha ido evolucionando (como todo el
mundo sanitario pero es este caso más) a demanda de las necesidades de la
sociedad. Existía un vacío en cuanto a atención podológica que se ha ido
llenando durante los últimos 60 años. En esos años la podología se ha ido
transformando y de la clásica quiropodia que ejercía el cirujano callista, se ha
pasado a una carrera universitaria que diagnostica, prescribe y que estudia el
pie en toda su amplitud así como su relación con el resto del aparato locomotor.
Ese desarrollo, ha ido quedando circunscrito al podólogo y, por regla general,
son pocos los médicos que leen libros o artículos referentes a los pies y, mucho
menos, las autoridades sanitarias. Excepto muy honrosas excepciones,
menosprecian al podólogo porque no son médicos. En ocasiones, algún
paciente ha acudido a su médico de cabecera de la seguridad social, o al
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traumatólogo y también a ciertas mutuas solicitando alguna prueba: analítica,
RX, etc. y éstos se han negado diciendo que quien son los podólogos para
prescribirlo. Está claro que si desconocen el campo profesional del podólogo
más aun desconocerán la patomecánica del pie. No se le pueden pedir peras al
olmo.
Espero y deseo que llegue un momento en que la clase médica y también las
autoridades sanitarias, vean claro que la mayoría de la sintomatología que se
manifiesta en el aparato locomotor tiene su origen en alteraciones de la
biomecánica del pie y piensen que éstas tienen tratamiento y, sobre todo,
prevención. Estas alteraciones patomecánicas del pie que afectan al resto del
aparato locomotor son, en un altísimo porcentaje, asintomáticas en el propio pie.
El médico debe saber que existen otros métodos como puede ser un
tratamiento ortopodológico, bien orientado, y que económicamente (aparte de
las secuelas que dejan los antiinflamatorios y otros medicamentos que se
emplean para paliar su efecto), su coste no llegaría ni al 10% del dispendio
económico que actualmente comportan los actualmente utilizados y, en la
mayoría de ocasiones, más eficaces puesto que perfectamente, puede llegarse a
solventar el problema y, como hemos mencionado, sin la consabidas secuelas.
Aquel día significará un avance, no sólo para los afectados que, al fin y al cabo,
son quienes sufren las consecuencias, sino para el bolsillo de todos, incluso la
administración que podría ahorrarse un 90% de los antiinflamatorios que se
prescriben.
Es muy interesante la entrevista que en La Vanguardia del 26 de junio pasado, se
le realizó al Dr. Francisco Kovacs, director de la Fundación Kovasc, que
investiga las dolencias de la espalda. Refiere, entre otras cosas, que en España
se realizan 980.000 resonancias magnéticas y que, según sus estudios, de éstas,
670.000 eran perfectamente inútiles y por lo tanto perniciosas para la salud y
para los presupuestos. De todas maneras, y es curioso, tampoco hace mención
a la posible influencia de los pies sobre dichas patologías.
Ahondando en este sentido, es sabida la clásica visita al médico motivada por el
dolor de espalda. La petición de RX, con resultado negativo en cuanto a
resultados. La posterior petición de RM/TAC y analítica con el mismo resultado
y, al final, como no saben qué hacer prescripción de antiinflamatorios con el
consabido protector gástrico. Cuando existe una alteración biomecánica en el
pie, por simple que sea, influirá en la cadena muscular y este desequilibrio,
provocará dolor debido a las tensiones resultantes que el fisioterapeuta puede
mejorar, de momento, pero que si no se trata la causa irán recidivando y,
finalmente, sí puede llegar a provocar lesión, no sólo en columna sino también
en el pie.
Actualmente, en un alto porcentaje, muchas de las algias que los pacientes
manifiestan tener en cualquier zona del aparato locomotor y no encuentran
lesión a que atribuirlo, se le achacan a la fibromialgia o se le atribuyen a una
depresión. Veamos: si yo tengo un dolor y no me encuentran la causa (que es lo
que generalmente ocurre cuando el problema es consecutivo a una alteración
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biomecánica de los pies) como no hay otra salida esta va a cargo de la artrosis,
fibromialgia, depresión…. Diagnósticos que quizá, a la larga, sean verídicos y,
no como causa, sino como consecuencia de no haber encontrado, en su
momento, la verdadera causa. Desde un principio muchos médicos enfocan el
problema como si de una enfermedad se tratase y no tienen en consideración el
problema biomecánico que, a la larga, si puede degenerar en patología. Aquí
podemos plantearnos de nuevo ¿Quién fue antes el huevo o la gallina? para mí
está muy claro.
Por sentido común cualquier patología que pueda presentar el pie tendrá
repercusión en el resto de aparato locomotor, sea ésta funcional o morfológica.
Desde un simple heloma a una enfermedad de Charcot Marie Toouth (que por
cierto los especialistas que la tratan ignoran que tiene tratamiento
ortopodológico –soportes plantares- con resultado altamente positivo, tanto
como ayuda en la deambulación como para evitar las lesiones propias de esta
alteración neurológica). Si aceptamos (y así es) el que los pies son nuestros
cimientos, debemos tener en cuenta que cualquier pequeño cambio posicional
tendrá repercusión inmediata en el resto del aparato locomotor (cadena
muscular) pudiendo afectar pues a rodillas, caderas y columna y si éstos no se
tratan desde un principio, pueden comportar (con el tiempo) la inveteración del
problema puesto que las alteraciones morfológicas comportaran una desviación
de los vectores de fuerza que, de forma incorrecta pero persistente se
proyectarán sobre la o las zonas afectadas.
Es muy frecuente que un pie trabaje distinto del otro o quizá observemos los
maleolos a distinta altura. Este simple hecho, en el que nadie se fija y por tanto
no se le da importancia, nos dará una asimetría virtual de las extremidades con
repercusión inmediata en todo aquello que esté por encima de ellos y, está claro,
que la artrosis estará presente a temprana edad (sin olvidar la sintomatología
que puede comportar). También es un hecho a tener en cuenta las disimetrías
reales. En un estudio que llevé a cabo sobre 114 casos y que se publicó en
noviembre del año 1993 en la Revista Española de Podología, sobre la
incidencia de los soportes plantares (elaborados de forma particular para cada
caso y con unas determinadas características) en el tratamiento y prevención del
en la evolución del Hallux Valgus (juanete) con un porcentaje de resultados de
un 99% de éxitos (y que con su aplicación se podrían ahorrar millones de €). En
este estudio repito, hago también mención de que de estos 114 casos, 48 de
ellos presentaban disimetrías de las extremidades inferiores, superiores a 5
mm. Las disimetrías comportan el que un pie trabaje distinto del otro y ello
conduce, así mismo, a que a la rodilla le suceda igual y, si pie y rodillas están
desequilibrados, quiere decir que siguen sus pasos lumbares dorsales y
cervicales, como consecuencia del desequilibrio de la cadena muscular.
Pensemos que la sintomatología puede presentarse en cualquiera de las zonas
mencionadas y no ser sintomática en los pies.
Llegamos a la conclusión de que cualquier patología o sintomatología que
presente nuestro aparato locomotor, si queremos mejorar su salud, debe, y
además de forma incontestable, ser tratada con soportes plantares (plantillas),
tengan o no sintomatología en los pies, pero éstas deben ser confeccionadas
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rigurosamente a medida, personalizadas y previo diagnóstico de su
patomecánica. Y cuando digo diagnóstico no quiero decir el que acostumbran a
emitir ciertos facultativos como: pies planos, pies cavos, metatarsalgia y poco
más. Aquí se acaban sus recursos para diagnosticar y, como consecuencia de
ello, también para prescribir un tratamiento ortopodológico con objeto de que
sea elaborado el soporte plantar (plantilla) prescrito con las características
suficientes para que pueda actuar, de forma eficiente, sobre la verdadera
patología.
Una mayoría de facultativos utilizan la huella plantar como diagnóstico y ello no
es correcto. Estamos totalmente en contra de la utilización de la huella plantar
como único elemento para emitir un diagnóstico de cualquier alteración
biomecánica del pie, como por ejemplo pies planos. No existen parámetros
suficientes como para poder establecer un diagnóstico correcto basándose sólo
en la huella. La patomecánica que pueda diagnosticarse no puede estar basada
sólo en un signo o característica. La huella plantar es una consecuencia no una
causa y, una consecuencia no puede utilizarse como diagnóstico (como no
daríamos un diagnóstico diciendo tiene dolor de cabeza). Hace muchos años
esta expresión quizá podía considerarse válida pero no en la época actual en
que conocemos la diversidad de alteraciones patomecánicas como origen o
consecuencia de esa huella Por ello, diferimos rotundamente en cuanto a la
clasificación establecida, en prácticamente toda la bibliografía consultada,
basándose sólo en la huella. Sin duda existe algo más por encima de ella y, por
cierto, en ocasiones bien distinto puesto que, observando huellas similares,
pueden apreciarse diferentes patologías, motivo por el cual, el tratamiento con
soporte plantares no podrá ser igual en cada caso y quizá, como es frecuente,
también variará de un pie a otro (como ocurre o puede ocurrir con la visión).
Hasta ahora hemos comentado sobre personas adultas qué, si bien es
importante saber que ellas pueden beneficiarse, y mucho, de un buen
diagnóstico y mejor tratamiento ortopodológico, en la infancia debe ser ante
todo profiláctico y el rol que desempeña la podología es vital para conseguir un
desarrollo armónico y sano de su aparato locomotor. En el tratamiento de las
enfermedades con repercusión en el pie será de una gran ayuda, pero en el
tratamiento de las alteraciones patomecánicas propias del pie (que son la
mayoría), este tratamiento será vital. Recordemos de nuevo el enfoque
diferencial entre la patología (como enfermedad), o una alteración biomecánica
qué, a la larga o quizá no tanto, puede llegar a desencadenar una patología,
como resultado de esa alteración (patomecánica).
Los pies, ya desde temprana edad nos indican, en la mayoría de casos con la
simple observación de sus estructuras externas (sin tener que recurrir por
ejemplo a RX), su morfología de forma clara, y ésta, va a ser determinante
cuando inicie sus pasos. Es en ese momento cuando empezarán a consolidarse
y que, de no tratarse, darán lugar a alteraciones biomecánicas que, más
adelante, comportarán sintomatologías de ellas derivadas y no solo de
localización en el pie (patomecánica).
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Al iniciar la deambulación el niño, precisa de la información que recibe de la
planta del pie y de las estructuras profundas para poder coordinar el movimiento
y lograr el equilibrio. Es correcto y aconsejable hacerlo sobre superficies
irregulares: césped, arena, rodillos, alfombra gruesa, etc. Ello puede ayudar a la
relación planta del pie-músculo. Es pues evidente que tal y como se ha escrito y
recomendado en múltiples ocasiones, respecto a la conveniencia de caminar
descalzo sobre superficies lisas y duras, no es precisamente lo correcto para
conseguir el desarrollo “normal” del pie.
A los tres meses de haber iniciado la deambulación ya pueden verse las
alteraciones que van a persistir, caso de no tratarse, y ésta no será precisamente
la huella plantar. Nos atenderemos a lo que observemos por encima de esa
huella: dedos, arco medial (rotación de astrágalo, pronación, supinación,
eversión, maleolo medial, escafoides). Retropié: desplazamiento del talón, partes
blandas del talón, alineación pie pierna. Arco lateral: maleolo lateral, concavidad
cuboidea, apófisis de estiloides.
Considerando que la base de los tratamientos ortopodológicos debe ser, ante
todo, profiláctica, tanto en la infancia como en la edad adulta, es pues lógico
que cuando existen tipos de pies con una morfología predispuesta a sufrir
alteraciones biomecánicas, éstas serán progresivas y, con el tiempo, pueden
transformarse en inveteradas siendo causa de ulteriores complicaciones
patomecánicas, al repercutir de forma inexorable en las estructuras óseas, tanto
del pie como del aparato locomotor (debido a los cambios morfológicos que
puedan sufrir como consecuencia de la posición incorrecta de aquellas). Por lo
tanto, su mejor prevención es el tratamiento con soportes plantares que
tenderán a corregir y/o equilibrar la alteración presente o causante de acuerdo
con su motilidad, estabilizando así los pies y, a través de ellos, al resto del
aparato locomotor. Con este proceder, pueden evitarse otras deformaciones que
de ello pudieran derivarse.
Algunos profesionales consideran al soporte plantar como una férula, esto es,
un elemento pasivo. Nada más alejado de la realidad. El soporte plantar es un
elemento activo y quizá el más activo que se puede aplicar al ser humano. El
hecho de tener que adaptarse el pie al soporte, de forma constante, tanto en
dinámica como en estática, estimula su propioceptividad favoreciendo la
adaptabilidad a él de todas sus estructuras.
Si pensamos por unos instantes en el desarrollo del pie humano, podemos llegar
a la conclusión de que éste todavía está evolucionando y haciendo grandes
esfuerzos para adaptarse a la demanda que, actualmente, le exige la sociedad.
Antes andábamos sobre superficies irregulares y la forma o morfología de sus
estructuras no tenían la influencia que actualmente ésta tiene. El movimiento y
adaptación del pie al terreno era constante, motivo por lo cual, aunque su
morfología ósea conllevase a determinadas formas, éstas no influían, como
ahora sí lo hacen, tanto en el pie como en el resto del aparato locomotor.
Aunque el pie tuviese, lo que ahora consideramos alteraciones biomecánicas,
éstas no se manifestaban como patologías puesto que sus puntos de apoyo
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variaban constantemente, de acuerdo al terreno que pisaban, con lo que su
repercusión, tanto en el pie como en el resto del aparato locomotor era ínfima.
Otra cosa son las enfermedades sistémicas con influencia en el pie.
Actualmente, debido a las superficies lisas por las que caminamos (mosaicos,
parquet, asfalto, etc. nuestros pies apoyan siempre sobre los mismos puntos o
zonas conllevando ello una sobrecarga constante o permanente que provoca,
tanto un microtrumatismo reiterado sobre esos puntos y zonas al igual que una
incongruencia articular por desplazamiento de los vectores de fuerza y centro de
gravedad. Estos desplazamientos articulares en el pie, redundan así mismo en
rodillas y cadera y, como es lógico, repercutirá también en toda la columna,
incluso hombros. Esta sintomatología, en un principio, se manifiesta como
resultado de la alteración de las cadenas musculares que componen nuestro
organismo comportando ello un desplazamiento del centro de gravedad con la
consabida repercusión también sobre todas las articulaciones afectadas, siendo
ésta la causa de que, a pesar de no detectarse lesiones, en infinidad de casos
persistan los dolores y molestias (motivada por las tensiones musculares) en el
resto del aparato locomotor. Queda de nuevo demostrado que en la mayoría de
patologías del aparato locomotor, lo primero que se debiera descartar es una
alteración de la biomecánica del pie.
En general cualquier especialista que trate el aparato locomotor tiene una forma
insuficiente, incorrecta o errónea de enfocar las causas. Valoran o buscan
cualquier causa menos que ésta pueda radicar en los pies cuando son,
precisamente éstos, la primera causa que debieran descartar. Esta visión
diagnóstica no puede ser dada sólo por ellos, debe ser compartida por el
podólogo pues, la mayoría, no están actualizados en cuanto a la visión actual de
la patomecánica del pie. Insistimos en que principalmente buscan el diagnóstico
como enfermedad, sin llegar a valorar que la patología que buscan o encuentran,
es muy posible que sea sólo consecuencia de una alteración biomecánica del
pie.
Actualmente, prácticamente todos los problemas de los pies y las
consecuencias de ellos derivadas, tienen mejora o solución.
La fisioterapia es un complemento muy efectivo en las alteraciones
biomecánicas de los pies con repercusión en columna.
No debe confundirse frecuencia con normalidad. Cuando se observa una
asimetría de las extremidades inferiores, el facultativo acostumbra a decir al
paciente o familiar que “eso todo el mundo lo tiene” y se quedan tan anchos sin
darle importancia alguna. Como ejemplo diremos que por esta regla de tres, a
las personas que tienen problemas de visión también debieran decirles lo mismo
puesto que hay una mayoría de la población que lo sufre (como ignoran la
repercusión de las alteraciones biomecánicas de los pies en el resto del aparato
locomotor se quedan tan anchos).
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Se dan consejos para: conducir, sobre como sentarse, para llevar la compra,
cocinar, planchar, limpiar, coger el bebé, dormir, pero nadie tiene en cuenta la
patomecánica del pie como factor básico o causa, de la mayoría de las
patologías del resto del aparato locomotor.
Espero y deseo que los colegios profesionales divulguen la realidad podológica,
que las autoridades sanitarias reflexionen y se den cuenta del ahorro que
significaría el hecho de que el resto de la medicina sepa en realidad cual es el
campo podólogo y lo que verdaderamente significa para la sociedad.
No olvidemos que el pie están formado por:
26 huesos, 33 articulaciones, 107 ligamentos y 19 músculos (multiplicado por 2).
¡¡¡El total de los huesos del pie representan el 25 % del total de huesos del
cuerpo y hay cuerpos muy pesados!!!
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