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THÉMATA Revista de Filosofía T THÉMA TA Reviista de Fiilosofía Número 44 Sevilla, 20 011 Esta reevista es accessible on-line en e el siguientee portal: www.instituciional.us.es/reevistas/revista as/themata/httm/presentaciion.htm http://w Número 44 THÉMATA Revista de Filosofía 2011 http://www.institucional.us.es/revistas/revistas/themata/htm/presentacion.htm Directores: Jacinto Choza, Juan Arana. Secretario: Francisco Rodríguez Valls Comité de Redacción: Luis Miguel Arroyo, Federico Basañez, Avelina Cecilia, Concepción Diosdado, Jesús de Garay, Javier Hernández Pacheco, Alejandro Martín Navarro, Clara Ríos, Ignacio Salazar. Comité Consultivo: Jesús Arellano (^) (Sevilla), Modesto Berciano (Oviedo), Alexander Broadie (Glasgow), Lawrence Cahoone (Boston), Carla Cordúa (Santiago de Chile), Angel D'Ors (Madrid), Ignacio Falgueras (Málaga), Tomás Gil (Berlín), Mario González (São Paulo), Nicolas Grimaldi (París), Fernando Inciarte (^) (Münster), Alejandro Llano (Pamplona), Pascual Martínez-Freire (Málaga), Carlos Másmela (Medellín, Colombia), José Rubio (Málaga), Otto Saame (^) (Mainz), Roberto Torretti (Santiago de Chile), Jorge Vicente Arregui (^) (Málaga), Héctor Zagal (Ciudad de México). La Revista Thémata está siendo recogida, analizada e incorporada, de modo sistemático, en las siguientes Bases de Datos y Repertorios Biliográficos: Bases de Datos CThe philosopher's index. Bowling Green State University. CFRANCIS. PHILOSOPHIE. CNRS. INST. France. CBASE ISOC-FILOSOFIA. CINDOC. CSIC. España. CUlrich's Internat. Periodicals Directory, R.R. Bowker, New York, USA. CDialog Journal Name Finder, Palo Alto. CA. USA. —Directory Open http://www.doaj.org Redacción y Secretaría: Thémata. Revista de Filosofía. Universidad de Sevilla. Facultad de Filosofía. Calle Camilo José Cela s.n. E-41018 Sevilla. F 954.55.77.57, 954.55.77.55 Fax: 954.55.16.78. E-mail: [email protected] Distribución, suscripciones, ventas números atrasados: www.lospapelesdelsitio.com Precio del ejemplar: 35 euros 8 Thémata. Revista de Filosofía Depósito Legal: SE-72-2002 ISSN:0212-8365 Acces Journal Repertorios Bibliográficos CRepertoire bibliographique de la philosophie, Louvain, Belgique. CBulletin signaletique. Philosophie, CNRS, France. CThe philosopher's index, Ohio, USA. CIndice español de humanidades. Filosofía, CINDOC, Madrid y ÍNDICE Homenaje a Isabel Ramírez Luque Presentación, Manuel Barrios. Universidad de Sevilla…………………………………………..11 Despedida a Isabel, Juan Arana. Universidad de Sevilla………………………………………..12 Recuerdos de Isabel, Jacinto Choza. Universidad de Sevilla…………...……………………….16 Urbanización y ciudadanía en la sociedad global, Isabel Ramírez Luque. Universidad de Sevilla…………………………………………………………………...……………24 Última lección de cátedra La primera palabra y la última palabra, José María Prieto Soler. Universidad de Sevilla……………………………………………………………………………………………………53 Estudios Relatividad especial y teoría cuántica: ¿Son realmente compatibles?, Rafael Andrés Alemañ Berenguer. Universidad Miguel Hernández de Elche……………………..…65 La fisiología del saber de la experiencia y los frutos de su posesión, José Barrientos Rastrojo. Universidad de Málaga……………………..…...………………………….79 ¿Por qué es placentera la risa y por qué es perceptible desde fuera?, Teresa Bejarano. Universidad de Sevilla…………………………………………...………………….……97 Temporalidade e atemporalidade na experiência musical. A música como metáfora da existência humana, José Bettencourt da Câmara. Universidade de Évora………..…….114 Hacia una definición hegeliana del arte, Carlos Blanco, Harvard University………..…….126 La escena del Fedro de Platón: Un ejemplo de thíasos filosófico, Nemrod Carrasco. Universidad de Barcelona……………………………………………….…...…………147 La ética periodística como ética aplicada, José Manuel Chillón Lorenzo. Universidad de Valladolid……………………………………………………………………..……163 El símil del espejo como la contemplación de la imagen en la verdad en Nicolás de Cusa, Catalina Cubillos. Universidad de Navarra……….……………………………….…184 Religión y misticismo en Russell, Antoni Defez. Universitat de Girona……………………..199 El joven Heidegger y los presupuestos metodológicos de la fenomenología hermenéutica, Jesús Adrián Escudero. Universidad Autónoma de Barcelona……………...213 Los componentes últimos del universo, Miguel Espinoza. Université Strasbourg………….239 La lógica de la oposición en la física de Anaximandro, Pitágoras y Heráclito, Gustavo Fernández Pérez. IES. Isabel de Castilla (Ávila)……………………………………..262 De la autonomía del arte y la epistemología: Sobre héroes y tumbas como marco de un «Informe sobre ciegos» metaliterario, Enrique Ferrari. Universidad de Valladolid………………………………………………………………………………….…….....290 Para una lectura de Kierkegaard. Comunicación edificante y existencia, Diego Giordano. Søren Kierkegaard Forskningscenteret. København………………………………301 La oposición de pasiones y su superación en el trato social según Hume: familia, castidad y cortesía, Ana Marta González. Universidad de Navarra………………………….308 Jerarquía temporal en Bergson y Whitehead, Pete A. Y. Gunter. University of North Texas……………….…………………………………………………………………..……326 La prudencia epistemológica cartesiana, Salvador Jara Guerrero. Universidad Michoacán de San Nicolás de Hidalgo…………………………………………………………….343 El espíritu de la materia. Meditaciones poético-filosóficas, Martín López Corredoira. Instituto Astrofísico de Canarias………………………….…………………….…..353 Una aportación en torno al habla política: fraseología, habladuría y sincerismo, Alicia María de Mingo Rodríguez. Universidad de Sevilla…………………………………….387 El papel político de la asociación. Tocqueville y la adaptación democrática de los poderes intermedios de Montesquieu, Alfonso Osorio. Universidad de Navarra……….…..406 La importancia del cuerpo como “constitutivo formal” de todo viviente en la filosofía de Schopenhauer, Javier Pérez Jara. Universidad de Sevilla………………………424 Yuxtaposición e inferencia, Jesús Portillo Fernández. Universidad de Sevilla……….…….439 Una protobioética en la España del siglo XVIII: el caso del Padre Feijoo y sus escritos médicos y biológicos, José Manuel Rodríguez Pardo. Gijón………….…………..…..454 El Frankenstein de Mary Shelley (1797-1851), Francisco Rodríguez Valls. Universidad de Sevilla……………………………………………………………………………....473 Marx y el marxismo, César Ruiz Sanjuán. Universidad Complutense de Madrid………....485 Max Scheler y Leonardo Polo: Dos caminos distintos con muchas afinidades, Alberto Sánchez León. Riga (Letonia)……………………………………………………………..505 Richard Rorty: La franqueza del filósofo, Manuel Sánchez Matito, Universidad de Sevilla……………….……………………………………………………………………………...517 El reduccionismo fisicalista en la obra Biológica de Linus Pauling, Francisco Javier Serrano Bosquet. Instituto Tecnológico de Monterrey…..………………………….….532 Una concepción moderna de la Virtud Cívica, Jordi Tena-Sánchez. Universitat Autònoma de Barcelona……………………………………………………………………………..554 Sección Bibliográfica Realidad, arte y conocimiento. Luis Álvarez Falcón. Barcelona, Horsori, Barcelona, 2009 (César Moreno Márquez); El abuso del mal. Richard J. Bernstein. Buenos Aires, Katz, 2006 (Maximiliano E. Korstanje); Ludwig Wittgenstein (1889-1951). El Cuerpo. La Religión. La Política. Mario Boero Vargas. Madrid, Revista “Estudios”, 2009 (Joaquín Jareño Alarcón); Contra Natura. El desafío axiológico de las nuevas tecnologías. José A. Marín Casanova. Sevilla, Paso-Parga, 2009 (Reyes Gómez González); Heidegger de camino al holocausto. Julio Quesada Martín. Madrid, Biblioteca Nueva, 2008 (Víctor González Osorno); Antropología y utopía. Francisco Rodríguez Valls, Sevilla/Madrid, Thémata/Plaza y Valdés, 2009 (José Antonio Cabrera Rodríguez); Paz, guerra y violencia. Luís G. Soto. A Coruña, Espiral maior, 2006 (Oscar Horta); Libertad, objeto práctico y acción. La facultad del juicio en la filosofía moral de Kant, José M. Torralba. Hildesheim, Olms, 2009 (Javier Pérez Jara); ¿Qué es la naturaleza? Introducción filosófica a la historia de la ciencia. Héctor Velázquez Fernández. México, Porrúa, 2007 (Martín López Corredoira)…………….……..567 Noticias y Comentarios Testamento fallido. Más sombras que luces en el último libro de Eduardo Punset, Juan Arana. Universidad de Sevilla……………………………………………………………….599 Raimundo Pánikkar, In Memoriam, Jacinto Choza. Universidad de Sevilla……………….605 Dos simposios. Reseña crítica, José Domingo Vilaplana Guerrero. Paterna del Campo…………………………………………………………………………………………………..613 HOMENAJE A ISABEL RAMÍREZ Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 PRESENTACIÓN La profesora Isabel Ramírez Luque entró a formar parte del claustro de la Facultad de Filosofía en el año 1980, recién concluidos sus estudios de licenciatura. Pertenecía a la primera promoción de alumnos que cursaron la especialidad de Filosofía entre 1975 y 1980, en la que, en aquel entonces, era la “Sección de Filosofía” de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla. Siempre supo mantener la jovialidad de sus años de estudiante y combinarla con la seriedad de su dedicación a la tarea intelectual a lo largo de los treinta años en que ejerció su actividad académica en nuestro Centro. Como docente supo ganarse la admiración de sus alumnos por el nivel de sus lecciones y por el tono vital tan positivo con que las impartía. Su idea de la Universidad le llevó constantemente a enseñar más allá de las aulas y a convertir su hogar en foro de debate y de transmisión de ideas. Como investigadora centró su atención desde muy temprano en el área de conocimiento a la que se adscribiría como Profesora Titular: la Estética y la Teoría de las Artes. Sus estudios sobre la estética de Antonio Machado y de Hegel inauguraron una forma de trabajar la disciplina que la profesora Ramírez supo aplicar hasta sus intereses intelectuales más recientes, como fueron la teoría estética del arte fotográfico, del diseño o de la arquitectura y el urbanismo. Fue paradigmático su interés por estar al día de las últimas manifestaciones artísticas de las post-vanguardias. Hasta su jubilación por motivos de enfermedad, la doctora Isabel Ramírez fue Vicedecana de Estudiantes y Actividades Culturales. Por su carácter juvenil y siempre abierto a la sorpresa fue un cargo que supo desempeñar con gran solvencia. Además de múltiples proyectos de administración ordinaria, organizó innumerables actividades que llenaron de inquietudes la, a veces, monótona vida de la docencia reglada, apoyando a la Delegación de Alumnos. Por todo ello, por su actividad profesional encomiable, por su profunda humanidad, cálida y generosa, la Facultad no le debe más que reconocimiento y gratitud. Sevilla, Noviembre 2010 Manuel Barrios Casares Decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla [11] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 DESPEDIDA A ISABEL RAMÍREZ Juan Arana. Universidad de Sevilla Es cruel y paradójico que un profesor tenga que escribir la nota necrológica de quien se contó en sus alumnos. El orden natural de las cosas hubiera preferido la situación inversa. Sin embargo, como en algún lugar dice Borges, la realidad carece de escrúpulos literarios: se permite todas las libertades... Y así se ha dado el caso de que, tras enterrar hace pocos años al que fue su marido, Manolo, tengamos que lamentar ahora la desaparición de Isabel, una de las personas más admirables y queridas que han pasado por las aulas de la Facultad de Filosofía de la Hispalense. Persona de talla poco común, ha dado una lección de coraje a todos los que la conocimos y soportado con entereza un abrumador catálogo de padecimientos. A lo cual ha sabido añadir una sorprendente habilidad para disfrutar las buenas cosas de la vida, que abundan incluso en existencias tan probadas como la suya. Veo que esta inconexa semblanza ha adquirido muy pronto un tono hagiográfico, pero no lo lamento, pues en verdad creo que Isabel, mujer de recia fe religiosa, supo hacer justicia a la vocación de alcanzar la santidad personal no a costa sino por medio de su propia felicidad y a través de un esfuerzo constante en pro de la dicha ajena. Pero no voy a competir a la hora de recordar sus virtudes y hechos con los muchos que la conocieron mejor que yo. Tan sólo rescataré tres o cuatro momentos de su biografía, momentos que presencié y que han dejado en mi memoria (que no es nada del otro mundo) huellas indelebles. El primer episodio se remonta al año en que terminó la carrera, hacia 1980. Recuerdo que vino a mi despacho entre mayo y junio para comentar algo que he olvidado. La anécdota se ha desdibujado, pero en cambio es muy viva la impresión que me produjo su ilusión y lozanía. Estaba llena de entusiasmo por la filosofía y por la vida; Manolo y ella acaban de saber que se les abrían las puertas para trabajar en la Facultad (tenían los mejores expedientes de nuestra primera promoción de licenciados); los dos iban a unirse ante Dios y ante los hombres para afrontar juntos los desafíos vitales, cualquiera que fuera su signo... Era fácil contagiarse de sus ganas de no dejar piedra sin remover, de su avidez por derrochar con generosidad las energías de la juventud y realizar un montón de cosas grandes y buenas... Sentí que la pareja recién fichada nos devolvería con creces cualquier beneficio que hubiera recibido de nosotros, que sacudiría muchas telarañas, que introduciría un espíritu de sana emulación dentro de un colectivo que ya empezaba a mostrar cierta tendencia a empantanarse en problemas de escasa envergadura... Pocas semanas después tuvo lugar la cena de fin de carrera, a la que asistimos el cuerpo docente en pleno —aquéllos eran otros tiempos—. Isabel demostró entonces que, si era la primera a la hora del trabajar, tampoco se quedaba atrás cuando tocaba el jolgorio. En el fin de fiesta repartió a cada [12] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 profesor una caricatura de su mano con una letrilla alusiva. Todavía conservo la mía: «De Aristóteles a Newton y de Descartes a Planck, dirán las generaciones: ¡qué bien lo ha hecho este hombre! Ahora —¡cachis en la mar!— tendremos más que estudiar.» El colectivo académico es proclive a celillos profesionales y envidiejas cicateras: que si tu despacho es más grande que el mío, que si me has robado una idea, un becario, una silla... ¡Peste de enanismo mental! Los alemanes dicen que Dios derrochó sabiduría y poder a la hora de crear der Professor, pero lo compensó haciendo que surgiera a la vez der Kollege. Sin embargo, no tiene que resultar así siempre. Isabel fue un ejemplo vivo de que la propia satisfacción puede encontrar bases mucho más firmes que el simple pisoteo de las pretensiones del vecino. Se alegraba sin reticencia alguna de estar rodeada de personas que pudieran merecer su admiración y apoyo. Diría incluso que encontraba cosas que admirar y apoyar donde no era nada obvio conseguirlo. Con desenfado y sin darse importancia animaba a que cada cual sacara adelante lo mejor de sí. Al tiempo, ella y Manolo impulsaban sin agobios sus carreras, sin descuidar ninguna de sus vertientes: investigación, docencia, gestión, intercambio académico... Si hubiera que destacar alguna, yo elegiría la tutorial: los despachos de los dos se convirtieron en punto de encuentro para la consulta, la confidencia, la búsqueda de ánimo y consejo. Aquella labor de acogimiento no terminaba en el recinto universitario, sino que se prolongaba de manera natural en su domicilio particular, que pronto se convirtió en el «hogar del filósofo». Profesores, alumnos y postgraduados encontraron allí el ambiente propicio para abrir el corazón, vaciar el alma de penas, reencontrar ilusiones perdidas, reforzar motivaciones languidecientes... Manolo e Isabel supieron ejercer de buenos samaritanos en innumerables ocasiones, y en la ayuda al prójimo encontraron la fuerza para sobrellevar sus propios quebrantos. Porque éstos no dejaron de presentarse: el hijo que no llegó, la adopción que del modo más injusto e incomprensible les fue negada, la poca comprensión y apoyo de algunos colegas (el dicho alemán no carece después de todo de cierta base)... Isabel y Manolo tuvieron que vivir en calidad de eslabón más débil (desde el punto de vista de la jerarquía universitaria) los tiempos más turbulentos que atravesó la Facultad de Filosofía en toda su historia. Sólo por su grandeza humana y excelencia profesional consiguieron salir adelante a pesar de todo. Y además sin perder el buen humor: el de Manolo no dejaba de estar sazonado con notas de negro pesimismo y vitriólica ironía; el de Isabel nacía de la simple grandeza de alma, pues no encontraba dentro de la suya indicios para sospechar estrechez en ninguna otra. [13] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 Por otra parte, nunca faltó a ninguno de los dos el afán aventurero. Al igual que se arriesgaban a abrirse a los demás, emprendían valerosamente los más insospechados periplos, que hubieran desanimado a quien no padeciera las limitaciones físicas de Manolo. Retengo como otro de los momentos estelares de nuestra relación un encuentro en la terraza del Hotel Stanley de Nairobi: ella, Manolo, Jacinto, Marita y yo habíamos desembarcado allí con el motivo —por no decir que con el pretexto— de un Congreso Mundial de Filosofía. Sin acordarnos apenas de nuestras ponencias, nos sentíamos exploradores de lo ignoto: únicamente hablamos de guepardos y jirafas, restaurantes donde ofrecían filetes de cocodrilo, carreteras embarradas y enormes lagartos en los aledaños de los lodges: ¡qué buena salsa para acompañar un guiso de juicios sintéticos a priori, círculos hermenéuticos o criterios de demarcación! No nos hacía falta ser fieros cazadores ni potentes creadores de sistemas para sentirnos absolutamente felices, porque sabíamos —Isabel la primera— que la exclusividad y la prepotencia eran del todo prescindibles para que nuestros descubrimientos geográficos, filosóficos y —en definitiva— humanos fueran genuinos. Con el tiempo pudimos celebrar la superación de todas las contrariedades y la feliz obtención del rango de Profesor Titular tanto de Manolo como de Isabel. También sufrimos con dolor (pero a la vez con la entereza que sabían infundirnos) los interminables problemas de salud que les salieron al paso. En cierta ocasión visitó Sevilla el profesor Rafael Alvira y se mostró interesado en saludar al matrimonio. Isabel estaba ingresada porque le acababan de extirpar un riñón (a causa no sólo de padecimientos «naturales», sino en parte como consecuencia de una desafortunada acción terapéutica). La visitamos en el hospital, sin que los dolores y la rabia de sufrir por causa de un error ajeno hubieran dejado en su omnipresente sonrisa un gesto de amargura. Estaba tan alegre y llena de proyectos como siempre. Unos años después, al volver de un viaje a México, Marita me comunicó la trágica noticia de la muerte de Manolo. La impresión más viva que me ha quedado de aquel suceso fue el acto de homenaje que se celebró poco más tarde en la Facultad. Isabel se encargó de cerrarlo y a todos nos maravilló su canto de amor al compañero desaparecido y de fe en la plenitud de aquella vida truncada, canto que ni siquiera improvisó porque, aun no teniendo delante papel alguno, le salió de lo más hondo. Su corazón, partido por la mitad, seguía latiendo con más fuerza que nunca. Y bien que la necesitaría luego. Sola y a la vez acompañada del ausente recorrió el largo camino que aún tenía por delante. Aquí habría mucho que contar, pero sólo añadiré una anécdota. Hace un año o así le llamé por teléfono. «Isabel, ¿cómo estás?» «¡Bien, bien! Pero los del hospital me han hecho una faena. Han pasado la quimioterapia del viernes al martes, y el miércoles tengo billetes para viajar a Laponia con mi sobrina. ¡Le hace tanta ilusión! Pero, claro, después de cada sesión necesito tres o cuatro días para reponerme...» Quedé pasmado de lo que me contaba y no supe qué decir. Al cabo de un mes volví a hablar con ella: «¿Cómo te ha ido, Isabel?» «¡Estupendo, estupendo! Viajamos en trineo, vimos manadas de renos, auroras boreales...» «¿Y [14] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 la quimioterapia?» «¡Oh, sí! Me la pusieron el día anterior, pero prácticamente no tuve reacción. La semana que viene me dan otro chute...» ¿Quién necesita indagar el sentido de la existencia después de haber tenido amigos como Isabel? Como se supone dijo Aristóteles, el movimiento se demuestra andando. [15] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 RECUERDO DE ISABEL Jacinto Choza, Universidad de Sevilla Manuel Pavón Rodríguez, Profesor Titular de Filosofía de la Naturaleza de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla, murió el 14 de febrero de 2003, en su casa de la calle Goya en Sevilla, y le hicimos un homenaje el 10 de abril de 2003 en la misma Facultad. Entre los diversos participantes en el acto, yo pronuncié y escribí una semblanza de Manolo, que se publicó en la revista Thémata, n1 32, 2004, pp. 17-18 (http://institucional.us.es/revistas revistas/ themata/ pdf/32/02%20choza.pdf ). AConocí a Manolo e Isabel el año de mi incorporación como profesor Agregado a la Facultad de filosofía de Sevilla, 1981-82. Estudiaban entonces quinto curso, y formaban parte de la primera promoción de licenciados de esta Facultad, que realizaron sus estudios en el antiguo edificio de la escuela de Bella Artes Santa Isabel de Hungría, en la calle Gonzalo Bilbao 7. Esta Facultad estaba entonces en fase constituyente, y yo me sumé en calidad de vicedecano al equipo gestor, compuesto por don Jesús Arellano, como Decano, José Luis López López como Secretario primero y como Decano después, y que contaba con Pepe Villalobos como único catedrático joven, que con don Jesús y don Patricio Peñalver formaban el trío de máximo rango académico. Manolo e Isabel eran ya novios e iban a casarse al terminar la carrera, pues ambos tenían perspectivas de quedarse a trabajar como ayudantes en la Facultad, y así fue. Ese año yo no di clases en quinto curso y no establecí una relación muy estrecha con ellos. El curso siguiente, tras acceder a catedrático de universidad en noviembre de 1982, lo pasé fuera por completo, hasta que me incorporé de nuevo en octubre de 1983. Y ahí es donde empieza la historia de una amistad entre nosotros tres, de la cual quiero destacar los aspectos adecuados para perfilar los rasgos más característicos de la vida y la personalidad de Manolo. Esa vida y esa personalidad, él mismo, más que sus escritos y acciones, son los que merecen esa eternidad que nosotros ahora remedamos con nuestra conmemoración.@ Isabel Ramírez Luque, su inseparable compañera de curso, luego esposa y más tarde viuda, nuestra compañera en la Facultad de Filosofía desde mediados de los 80, falleció el pasado agosto en Sevilla, después de una pelea con un cáncer que había empezado años antes de la muerte de Manolo. Me resulta un tanto extraño, cercana ya la edad de mi jubilación, hablar también del paso de Isabel por esta vida, como hablé del de Manolo. Porque lo normal es que los más jóvenes recuerden a los más mayores y no al revés, y porque es engañoso pensar que uno puede abarcar la vida de otra persona porque puede medir los años de la de ella con los propios. Yo abarco los cincuenta y pico años de Isabel. Su vida medía eso en tiempo, y se puede contar en palabras. Pero esa vida, como la de todos los seres humanos, es infinita. En este caso, haberla [16] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 compartido en muchos momentos me permite asomarme a puntos donde esa infinitud se abría en direcciones asombrosas. Me gustaría relatar algunos recuerdos sobre su noviazgo y matrimonio, su tesis, oposiciones y vida intelectual, y su dedicación a las actividades religiosas. 1.- Noviazgo y matrimonio Por lo que se refiere a su noviazgo y matrimonio, hay que dejar constancia de que era una de las chicas más guapas de su curso, con un cuerpo espléndido, y una cara y una melena maravillosas. Pero eso irradiaba inteligencia, simpatía, comprensión, y un montón más de cualidades, cada una de las cuales eclipsaba a las demás, de manera que era una fiesta estar hablando con ella de lo que fuese. Desde el principio de la carrera ella se sintió muy atraída por Manolo, y formaron muy pronto una pareja familiar para profesores, alumnos y personal de administración y servicios (PAS) de la facultad, cuando estábamos en la calle Gonzalo Bilbao y cuando nos vinimos a la Avenida de San Francisco Javier. Todos la adorábamos, y especialmente Álvaro y Antonia, que llevaron el bar de la Facultad durante toda la vida de Manolo e Isabel, y que lo siguen llevando después de la muerte de ambos. La pareja era inseparable y persistente. Se les notaba que querían estar siempre juntos y que lo estarían. — Sí, pero tuve que declararme yo, porque él no soltaba palabra. Y cuando comprendí que no la iba a soltar nunca, entonces decidí hablar yo. — Claro, Jacinto. Cómo iba yo a decirle nada a ella. En mi silla de ruedas. Un hombre así no puede decirle a una mujer que la quiere ni... — Claro, claro, lo entiendo, y... )qué le dijiste Isabel...? — Pues eso... que podíamos casarnos... y seguir haciendo la vida juntos... — Sí así fue... Luego Manolo me contó las condiciones que se había puesto a sí mismo y las promesas que se había hecho a sí mismo al plantearse casarse con Isabel, para no ser un lastre para ella y para darle toda la felicidad que se merecía. — Lo primero que me juré es Aantes muerto que enfermo@, porque la enfermedad es la manera más canalla de retener y dominar a una persona, especialmente si es buena y te quiere. Manolo cumplió esa promesa, y la alentó y apoyó en todos sus proyectos. Pero los proyectos de Isabel no eran proyectos normales. Entre ellos estaba dar la vuelta al mundo, visitar los cinco continentes, desde Canadá a Chile y la Tierra de Fuego, desde Mombasa a Casablanca y El Cairo, desde Moscú a Glasgow, desde Lisboa a San Petersburgo, desde Atenas a Pekín, y no solamente una vez, sino, en algunos casos, varias veces. Yo nunca he conocido a una mujer más libre para hacer planes a pesar de estar casada que Isabel. Y nunca he conocido poliomielítico que haya viajado tanto como Manolo. Los planes de Isabel eran permanentes. En las vacaciones de Navidad, en las de Semana Santa, en las de verano, porque Isabel hacía amigos [17] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 en todas partes (al igual que Manolo), y luego volvían porque les invitaban. Y además, nunca he visto viajes que requirieran tanta preparación. Isabel buscaba rutas aéreas, formas de transporte de los aeropuertos a los hoteles, y se aseguraba de que todo eso pudiera hacerse con una silla de ruedas. Podría haber creado una agencia de viajes para minusválidos, señalando las rutas que tenían facilidades de acceso en todo el mundo. Porque ir a Inglaterra y a los países anglosajones del primer mundo se puede hacer con los ojos cerrados, pero a los del tercer mundo... eso es otra cosa. Esa actitud de los dos presidía siempre sus relaciones matrimoniales, pero eso no significa que todo fuera siempre un camino de rosas. El momento más duro de su vida quizá fue aquél momento en que supieron que no podían tener hijos y, después del trago que supuso para los dos encajar esa certeza, iniciar el calvario del proceso de adopción de un niño. Baterías de tests psicológicos para ambos, entrevistas, encuestas, viajes, visitas, planes a dos años, a tres años, a más... Posibilidades de niños con 3 años, con 6 años, con 9. Más tarde, nuevos obstáculos, y, finalmente, cancelarse toda posibilidad. No hay nada más impío que relatar esto en cinco líneas cuando ha significado noches sin dormir, días sin dirigirse palabra, tardes llorando, nudos en la garganta sin poder hablar. Pero tras un hundimiento y otro, y otro y otro, la pareja volvía a salir como los corchos que caen por una catarata en un abismo y luego se reúnen en el primer remanso a la salida de los remolinos. Vivieron muchos momentos así. Yo viví algunos con Isabel, y también con Manolo. Cuando murió Manolo yo estaba de viaje. Llegué al día siguiente y fui a su casa de la calle Goya. Isabel estaba sentada en una butaca, ya con los ojos secos de lágrimas y la mirada completamente perdida y dolorida. No nos dijimos nada. Solo nos abrazamos un buen rato. Allí estaba el padre de Manolo y los padres de Isabel, y su hermano. Luego Isabel fue recuperándose. Regaló los libros de Manolo a los amigos que los quisieron recoger como recuerdo (yo cogí, entre otros, Anatomía del poder, de Galbraith, que no tiene su ex libris), y los que quedaron los entregó a la biblioteca de la facultad. Luego hizo lo mismo con los suyos cuando su jubilación por enfermedad se hizo obligatoria. Es una bendición muy grande para cualquier persona que se marcha al otro lado de la muerte, tener algo que dejar para otras o para una institución, de entre las cosas que estaban integradas en su vida. Porque lo que vivieron unos años se capitalizó y sigue dispensando vida para otros un tiempo más. Al otro lado de la muerte era el título de uno de los libros míos que les regalé. El subtítulo era Las elegías de Rilke. Cuando Isabel terminó de leerlo me comentó con una leve sonrisa de comprensión. —Es tu autobiografía. Me quedé muy sorprendido porque no me lo esperaba. Ni me había pasado por la cabeza que ese libro pudiera tener ese significado. Pero pronto comprendí que era verdad. Me di cuenta de que ella me había comprendido a mí y mi vida de un modo muy intenso (mi vida hasta los 50 años). Podía comprender a las personas mejor de lo que ellas se comprendían a sí mismas [18] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 2.- Tesis y oposiciones. Vida intelectual. Cuando regresé a Sevilla en 1983 Isabel estaba haciendo su tesis sobre la estética de Hegel. Se la dirigía José Luis López. No pocas de las tardes que me pasé en su casa dándole vueltas a la tesis de Manolo sobre la Crítica del juicio de Kant, le dimos vueltas a la suya también. Era tan idealista y tan ingenua en lo que se refiere al trabajo académico que le escandalizaban algunos de los trucos que yo le enseñaba y le parecían una forma de ser deshonesto. — Eso no es deshonesto. Si tú conoces un texto que ves citado por otro, y te interesa mucho, pero no puedes consultar el texto en el libro original, puedes citarlo como Acitado por... el autor del que has tomado el texto@, y ya está, sin problemas. Manolo asentía y entonces ella consideraba moralmente aceptable la propuesta. Después de la tesis vinieron la publicación y la preparación de artículos para las oposiciones. Luego las oposiciones. Luego el tomar en propiedad la plaza que tenía en la Facultad como interina. Luego la adscripción al área de estética dejando la de filosofía, cuando se hicieron nuevas demarcaciones administrativas en las asignaturas de la carrera. Luego, la adscripción al departamento de Estética e Historia de la Filosofía. Luego las clases en la facultad de filosofía y en la de periodismo. Estudió mucho la historia de la pintura, y con frecuencia hacía viajes con los alumnos a Madrid o a otras ciudades donde se celebraban exposiciones de pintores de primera fila. También le gustaba mucho la fotografía, y posteriormente se dedicó a la arquitectura y al urbanismo. En 2007 formamos con Jesús de Garay un equipo para hacer un trabajo con el Departamento de Filosofía de la Universidad Católica de Chile sobre AVirtudes públicas y diálogo social@, donde ella presentó un estudio sobre urbanismo. No le dio tiempo acabarlo del todo. Jesús, Nacho Salazar y yo estuvimos muy pendientes de ella, porque hizo el viaje con muchas molestias abdominales. Pero seguía sin quejarse nunca. A la vuelta organizó una exposición de fotografías sobre AEl cuerpo vivido@. Una visión completamente inédita del cuerpo de la mujer. El cuerpo femenino ha sido y es objeto de culto en la historia de la pintura, la escultura y la poesía. Cuerpo desnudo y siempre divinizado. Cuerpo para ser adorado, contemplado, imitado, celebrado, deseado, acariciado e incluso relatado y cantado. Pero las mujeres reales tienen otro cuerpo. También femenino, en el que se perciben huellas de cesáreas, de golpes, de hambre, de soledad, de vejez. También esos cuerpos son cuerpos de almas femeninas, también esas almas están presentes y se expresan en esos cuerpos. También esos cuerpos son amables y también necesitan ternura. Esa exposición fue un éxito. Y tuvo que repetirla en diversos lugares. En la semblanza de Manolo Pavón, conté cómo era la dedicación de él y de Isabel a los alumnos. Cómo formaban grupos de estudiantes de quinto curso, o [19] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 que ya habían acabada la carrera, para ayudarles a preparar oposiciones, cómo celebrábamos con ellos comidas y reuniones de diverso tipo en su casa, y cómo se formó la tradición de hacer torrijas para los alumnos entre Manolo, Isabel y yo en la semana de pasión. Eso también formaba parte de su actividad profesional y de su vida intelectual. Y en ese aspecto de atención humana a los compañeros y alumnos ninguno de los dos sobresalía sobre el otro. Su casa era un hogar para muchos de nosotros porque era la casa de los dos. 3.- Dedicación a las actividades religiosas. Desde que yo la conocí, y seguramente desde su infancia, Isabel era una mujer muy religiosa, muy volcada en las tareas de la parroquia, en la asistencia a marginados, en los estudios teológicos, y en las prácticas religiosas católicas, Aen la periferia progre de la Iglesia Católica@, como decía Manolo. Vivía mucho sus creencias y las cuidaba y pulía, tanto a nivel práctico como a nivel teórico. Por eso compartíamos muchos puntos de vista desde que nos conocimos, aunque yo nunca había estado en grupos de catequesis de primera comunión, de confirmación o de matrimonio, ni había participado como actor o como organizador en las liturgias de las eucaristías dominicales, ni me había comprometido en la asistencia a enfermos terminales, inmigrantes, prostitutas o mendigos. Algunas veces nos contaba a Manolo y a mí algunos de los problemas que se encontraba con algunos de eso grupos, si eran problemas especialmente dramáticos o increíbles, y también nos contaba algunas conversaciones con sus compañeras o con sus amigas teresianas, con las que siempre tuvo una estrecha relación. Al final de su vida esa relación de afecto y cooperación llegó a adquirir la forma de un cierto vínculo oficial entre ella y la institución teresiana. Disfrutaba de los diálogos teológicos entre Manolo y yo, porque a los dos nos gustaba conversar mucho sobre problemas teológicos. Uno de nuestros temas recurrentes era la otra vida. La vida eterna, la felicidad eterna y la desgracia eterna. Otros eran la redención, la eucaristía, algunos sacramentos, algunos preceptos morales y la moralidad en general. Algunos aspectos de la historia del cristianismo o de la política vaticana. Y ella normalmente se quedaba escuchándonos y disfrutaba cada vez que yo salía airoso ante alguna de las objeciones Aimpías@ que ponía Manolo. Había algo así como una especie de solidaridad o complicidad de los dos creyentes ante el ateo, aunque el ateo sabía de asuntos religiosos tanto o más que nosotros y era de una calidad espiritual insuperable. Algunas veces hablábamos también de corrientes de espiritualidad. Como tenían amigos en casi todas las familias religiosas, conversábamos sobre el estilo de los dominicos, los franciscanos, los jesuitas, el opus, los neocatecumenales, y algunos más. Conforme iba tratando más a Isabel iba admirando cada vez más su tolerancia, comprensión y apertura hacia todas las formas de vivir el cristianismo y cualquier religión. También cualquier forma de irreligiosidad, de agnosticismo o [20] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 de ateísmo. Y yo aprendí de ella en eso. No hay nada más respetable y sagrado que el modo en que cada persona se relaciona con la trascendencia. Nada más respetable quería decir para ella que esos modos son siempre para proteger, para alimentar, para cobijar, y que el dolor, la esperanza y la alegría que surge de ellos merecen siempre solidaridad, amparo, acompañamiento, discreción y no injerencia. Isabel no tenía muchas imágenes ni objetos religiosos en su casa, que, sin embargo, estaba bien surtida de objetos de arte, aunque no abarrotada: cuadros, láminas, fotografías, telas, algunos jarrones, y, por supuesto, muchos libros de pintura, escultura y arquitectura, y muchos discos de música sinfónica desde el siglo XV al XX. Cuando la enfermedad empezó a cebarse sobre ella, su temperamento entusiasta, aventurero, alegre, positivo, afable, solidario y cariñoso no se resintió para nada. Seguía trabajando, viajando, cuidando a sus grupos de catequesis, sus clases, sus alumnos, seguía con sus prácticas religiosas y con todo el conjunto de prácticas profanas que le divertían, como el teatro, el cine, el baile, las exposiciones, la semana santa, algunos mítines políticos y asambleas universitarias. Y no es que no tuviera dolores. No es que no fueran insufribles las secuelas de la quimioterapia, que lo eran. No es que no pasara momentos de llanto amargo y solitario, que los pasaba. Y no es que no sintiera rechazo hacia la muerte, que lo sentía. Pero no lo manifestaba. Cuando iba a verla al hospital siempre respondía a las preguntas: — Pues... bien. Aquí vamos tirando. O también: — Pues nada hijo, que no hay manera, que la quimio no ha hecho el efecto que se esperaba. Así un día y otro. Una semana y otra. Un mes y otro. Un año y otro. Quizá diez años así. Una de las veces que fui a verla al hospital Virgen del Rocío y había pasado muy mala noche, después de algunos meses con mucha incertidumbre sobre las posibilidades de salir adelante, la vi a punto de echarse a llorar. Estaba en la habitación con su madre y alguien más. La cogí del brazo y salimos a pasear por el pasillo. Y entonces rompió a llorar. No le dije nada. La abracé hasta que se le pasó el llanto. — Jacinto, yo no soy fuerte. Yo no soy valiente. La abracé y le di un par de besos. Luego se calmó y volvimos a la habitación. Cuando le daban el alta volvía a casa, y volvía a hacer vida normal. Vida normal para ella significaba hacer un pequeño viaje a Nueva Delhi o a Buenos Aires, pasarse allí una semana o diez días y volver a Sevilla. — Es que yo vivo al día. Y tengo que aprovechar los minutos. Porque nunca se sabe. — Claro, nunca se sabe. Además, si no hicieras eso no serías tú. Cuando la conciencia de la muerte es muy viva, porque la muerte está muy cercana y puede llegar en cualquier momento, y porque se ha escapado de ella en varios momentos en que se pensaba que no había escapatoria, el modo en que la persona así mira las cosas y el modo que los demás miran a esa persona tienen un punto de excepcionalidad, de extrañeza, y de admiración si se trata de alguien [21] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 que puede reír, disfrutar, hablar, bromear, viajar... Las cosas normales se vuelven cosas llenas de misterio, y las personas también. Algunas veces iba a su casa a verla y casi siempre había allí compañeros de los grupos de catequesis, de la parroquia, de la institución teresiana o de la facultad. Yo me sentía muy a gusto en esos grupos los ratos que pasaba con ellos, y experimentaba un tipo de solidaridad y compañía muy entrañables. En parte se puede creer que lo que se vivía allí era espíritu de comunidad cristiana (Aprogre@, como diría Manolo). Estoy seguro de que lo que más amaba Isabel era la filosofía y su enseñanza, el arte y su enseñanza, la religión y su enseñanza. Eso que algún filósofo llamaría el espíritu absoluto, y su enseñanza. Y estoy seguro de que le gustará que yo aproveche estos momentos en que la recordamos para ensalzar esos amores suyo. Con sumo gusto lo hago porque esos amores de ella son también los míos. Pero quiero tomar una precaución, y es la de aclarar que aborrezco las manifestaciones de duelo por quienes nos dejan, que toman ocasión de esa partida para ensalzar ideológicamente la filosofía, el arte o la religión. Y las aborrezco porque instrumentalizan el momento solemne de la partida, colocan en un segundo lugar a la personan y proclaman la grandeza y superioridad de la ideología. Lo he visto, y por eso quiero aclarar que Isabel no tenía ese sentido alegre y positivo de la vida porque fuera cristiana, o porque fuera santa, cosa que seguramente era. Porque puede haber personas con un profundo sentido cristiano de la vida, y con una profunda santidad, que no son alegres ni positivas. Es decir, que la altura de las cualidades morales y religiosas de las personas, aunque tengan sus manifestaciones perceptibles siempre, no están dadas en esas manifestaciones, y que esas manifestaciones positivas pueden ser de muchos tipos, aunque no se cuenten entre ellas la alegría y el entusiasmo. Isabel era tan alegre y positiva, resultaba tan confortable estar con ella, y podía uno tener la sensación de que se perdía algo si no la trataba más, no porque fuera cristiana, o artista, o filósofa, sino porque era Isabel. Porque hay muchos cristianos, artistas y filósofos de los que no decimos eso, aunque tengan otras cualidades positivas. Desde luego para Isabel ser así era un don. Un don para ella y para los demás. Y un don que se puede pensar proveniente de un donante divino. Como es un don ser así para el Himalaya, para la bahía de Cádiz o para las camelias. Creo que este es el sentido cristiano de las cosas que ella y yo compartíamos, y el que a ella le puede alegrar que yo proclame como nuestro. En la misa de funeral que se ofició antes de su incineración en el tanatorio de la S-30, completamente abarrotado de gente, estaba su amigo el sacerdote dominico Pedro León, amigo también de Manolo desde hacía muchos años. El no pronunció la homilía. Lo hizo el oficiante, cuyo nombre ignoro. En esa homilía, glosó las palabras de San Pablo en la Epístola a los Romanos 8, 31-35: A¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? 32 El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, )no nos concederá con él toda clase de favores? 33 ¿Quién podrá acusar [22] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros? 35 ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo?@ Como podéis comprender, comentó, ahora sabemos que no hay juicio y condenación, que no puede haberlo, que eso son creencias antiguas, superadas. Sin duda habrá enfoques desde los cuales estas palabras resulten excesivas. Pero son las más adecuadas para el funeral de Isabel. Porque dan la medida del corazón de Isabel. [23] Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011 URBANIZACIÓN Y CIUDADANÍA EN LA SOCIEDAD GLOBAL1 Isabel Ramírez. Universidad de Sevilla Plantear los problemas de habitar y organizar el espacio en una sociedad global, supone partir de la aceptación de que vivimos tiempos de profundas transformaciones, de incertidumbre e incluso de caos. Los cambios que están teniendo lugar en nuestras sociedades desde hace algunos años, que afectan a todas las manifestaciones culturales y al mundo de la vida, están modificando radicalmente el alcance del conocimiento, el universo de las relaciones interpersonales y el concepto de ciudadanía. Somos testigos de la aparición de sociedades cada vez más plurales que exigen nuevas alternativas de convivencia para paliar una mayor conflictividad social, de economías y políticas cada vez más interdependientes que posiblemente buscan una mayor eficacia pero que tienen ante sí el reto de construir un mayor igualitarismo. Precisamente la evidencia de estos cambios provocó en las últimas décadas del siglo XX una serie de debates en torno a la crisis de los principios axiales del ideal Moderno, que se veía sobrepasado, cuestionado. Ya conocemos las distintas posiciones que mantuvieron en este duelo autores como Habermas y Touraine, Lyotard, Derrida y Foucault, Vattimo, Jameson, Tolfler o Bell, que centraron sus diatribas, y estoy simplificando mucho, en torno a la cuestión de si la Modernidad estaba definitivamente agotada, y en ese caso cuáles serían los nuevos parámetros de nuestra cultura, o si aquella aún podía ser fuente de inspiración para vertebrar nuestra sociedad. De ahí que aparecieran calificativos como postmoderno, neomoderno, postindustrial o postsocial, para hacer referencia a la conciencia finisecular de que nuestro tiempo era otro, a la convicción de que una época había concluido para dar lugar a otra que abordamos desde la indeterminació