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SOREN KIERKEGAARD SALTO EN EL ABISMO Víctor Gerardo Rivas Sören Kierkegaard (Copenhague, 1813-1855), cuyo destino pareció anunciarse desde un principio, pues nació con deformidad física a la que se sumó una salud en constante desequilibrio, estudió teología en su ciudad natal; en 1835 tuvo una fuerte crisis espiritual y poco después perdió a casi toda su familia, lo cual, junto con el descubrimiento de que su padre había maldecido a Dios en su juventud, lo condujo a una experiencia religiosa fundamental en 1838. Tres años más tarde, y sin decir por qué, rompió su compromiso con Regina Olsen, joven a la que había conocido en 1837 y a la que confesaba amar con fervor. A partir de entonces inició una incansable polémica contra la religiosidad protestante y contra la filosofía de Hegel, polémica que expuso en varios libros que firmó con diferentes pseudónimos. A todo este agitado desenvolvimiento vital se sumó otra iluminación religiosa en 1848, la cual lo convenció de que Dios le había elegido para renovar el cristianismo. Murió tras sufrir un ataque de parálisis. El punto de partida del filosofar de Kierkegaard fue el desgarramiento que experimenta quien reflexiona respecto al resto de la realidad, que no es reductible al pensamiento conceptual porque no es un hecho o un dato ya configurado sino un acto que conduce a una decisión que se repite de manera infinita y sin apoyarse en ninguna clase de razón, pues nada, en efecto, justifica la decisión como tal: igual se hubiese podido decidir o elegir lo contra152 153 Víctor Gerardo Rivas rio. De ahí que cada decisión sea en sí un salto que se da sobre el vacío y en el que el individuo pone en riesgo todo su ser: o lo uno o lo otro, tal es la forma en la que hay que vivir. La ilimitada apertura de posibilidades que constituye el fundamento de la decisión, aun de la más nimia, explica que de acuerdo con Kierkegaard la existencia se geste en medio de la angustia, experiencia determinante que no tiene nada que ver con un estado de ánimo sobrecogido sino que se refiere a la insuperable contradicción entre la fínitud del individuo y la universalidad de la vida que se comparte con los demás y con el resto de los seres. Por ello, para Kierkegaard la filosofía nunca es una doctrina abstracta, es una meditación sobre la subjetividad propia cuya coherencia no la dan los conceptos sino la relación literalmente trágica entre el pensar y la acción; de ahí que la vida personal sea indisociable del filosofar y que cuando se proyecta haya de buscar en el temor y el temblor un inalcanzable fundamento: Dios. En la religión culmina, en efecto, la vida, pero ello no significa, ni mucho menos, que Kierkegaard esté a favor de la práctica piadosa o de la pertenencia a una cierta iglesia, sino que ve en la entrega incondicionada de la fe el único lazo dable con Dios, lazo que al individuo pedestre y superficial —entiéndase: moderno— se le escapa, pues él se halla en un estadio puramente "estético" entregado a las apariencias y a las convenciones, que lo rigen hasta cuando pretende cumplir con su deber. En el estadio religioso, empero, no trasciende el individuo la angustia; al contrario, ahí se experimenta con mayor radicalidad el carácter intempestivo de la existencia, cuya única salida, si es que podemos llamarla así, está en elegir cada instante como si se tratara de la eternidad: esta "repetición" es la apertura a la infinitud. Las obras mas importantes de Kierkegarrd son: O lo uno o lo otro, La repetición y Temor y temblor (las tres del mismo año, 1843), El concepto de la angustia (1844), Las obras del amor (1847), Mi punto de vista (1859, postuma). Sören Kierkegaard. Salto en el abismo 154 El fragmento que comentaremos proviene de la obra de Kierkegaard en la cual se plantea con mayor profundidad el vínculo entre la vida personal y el problema que el autor considera denitorio de nuestra época: el del cristianismo. Lejos de considerar que la desaparición de la religión cristiana sea un rasgo positivo o, de por el contrario, deplorarla, Kierkegaard afirma que debe convertírsele en el eje de cualquier pensamiento radical. Desde que me convertí en escritor, nunca, ni durante un solo día, he experimentado aquello de que muchos otros se quejan, es decir, de una falta de pensamientos o de su incapacidad para presentarlos. Si esto me ocurriera, sería más bien una ocasión de alegría para mí, porque finalmente podría tener un día en que realmente fuera libre. Pero, en cambio, muchas veces he experimentado el estar colmado con exceso de riquezas, y a cada instante he pensado con horror en la espantosa tortura de morirme de hambre en medio de la abundancia, si no obedecía en seguida, dejaba que Dios me ayudara y escribía de la misma manera, tan tranquila y plácidamente como uno lleva a cabo una tarea prescrita. Pero en otro sentido aún he necesitado la ayuda de Dios muchas veces, día tras día, año tras año, durante todo el curso de mi actividad como escritor. Porque Él ha sido mi único confidente, y sólo confiando en su conocimiento me he arriesgado a resistir todo cuanto he resistido, y he hallado felicidad en la experiencia de estar literalmente solo en todo el vasto mundo, solo porque, en dondequiera que estuviese, tanto en presencia de todos como en presencia de un amigo, siempre estaba oculto bajo el traje de mi engaño, de forma que entonces estaba tan solo como en las tinieblas de la noche; solo, no en las selvas americanas con sus terrores y sus peligros, sino solo en compañía de las más terribles posibilidades, que transforman incluso la más espantosa actualización en un alivio y un descanso; solo, casi con el lenguaje humano contra mí; solo con los tormentos que me han enseñado más que una nueva anotación en el texto sobre la espina de la carne; solo con decisiones en las que uno necesitaría la ayuda de amigos, de toda 155 Víctor Gerardo Rivas Bibliografía sugerida KIERKEGARRD SÖREN, Mi punto de vista. 2ª.ed. Trad. de José Miguel Velloso. Buenos Aires, Aguilar, 1983. COLLETE, Jaques, "Sören Kierkegaard" en Yvon Belaval (Dir.), Historia de la filosofía, v. 8, México, Siglo XXI, 1986, 8a. Edic, Trad. Eduardo Bustos et al, pp. 113-127. CHIODI, Pietro, El pensamiento existencialista, México, uteha, 1980,Trad. Héctor Rogel. México, UTEHA, 1980 FERRATER Mora, José, Diccionario de filosofía, tomo III, Barcelona, Ariel,1994, pp. 2012-17. FRIEDRICH NIETZSCHE LA UNIÓN DE PENSAMIENTO Y VIDA Lizbeth Sagols Nietzsche (1844-1900) nació en Röcken, Prusia. Descubrió su vocación de filósofo a través de la filología griega, a la cual se dedicó al terminar sus estudios universitarios. Muy pronto, comprendió que el conocimiento de los griegos exige ir más allá del análisis del lenguaje y adentrarse en su pensamiento y su forma de vida. Así, escribió su primer libro: El nacimiento de la tragedia a los 26 años de edad. Esta obra trajo varios acontecimientos decisivos para su vida. Por un lado, El nacimiento de la tragedia fue duramente criticado por la comunidad de filólogos de la época, con lo cual Nietzsche tuvo que asumir, por primera vez, la soledad de pensamiento. Desde ese momento, supo que habría de tener el valor de sostener su propia verdad aún cuando no fuera compartida por nadie. Por otro lado, con su comprensión del arte trágico griego, Nietzsche había atesorado ya un modelo de excelencia, de genialidad, de superioridad humana que consistía en un equilibrio entre la exuberancia dionísiaca y la medida apolínea —modelo que, en cierta medida, está presente en la idea del superhombre. Pero quizá lo más importante es que Nietzsche había hecho suya la idea griega del pensamiento como algo íntimamente unido a la vida, como una construcción del propio ser y como algo que se ejerce en la búsqueda, en el ensayo, en un intento renovado y que, por tanto, implica libertad frente a los caminos establecidos. 156 157 Lizbeth Sagols No obstante, Nietzsche lleva la libertad de pensamiento a extremos insospechados por los griegos, a extremos que le dan un sello particular a su filosofar: la crítica acérrima e irónica, la sospecha, el desenmascaramiento del dualismo judeo-cristiano y de todo aquello que hasta entonces se había considerado "elevado" y sagrado en la cultura. Para él, conocer al hombre implicaba "derruir ídolos", acabar con falsas ilusiones y acceder a los "bajos fondos", ver la enfermedad y la miseria humana. Si bien Nietzsche accede a la filosofía por el arte y la cosmovisión metafísica de la tragedia griega, en realidad junto con ello le preocupa el contraste entre la excelencia griega y la mediocridad de su época. En el centro de sus preocupaciones está el sentido de la existencia, por ello intenta destruir lo anterior y efectuar una transvaloración de todos los valores. Frente al dualismo, él asumió con radicalidad la muerte de Dios. En Así habló Zaratusatra, se propuso construir un pensamiento que partiera del "Sí a la vida" e hiciera posible el advenimiento del superhombre. Este último habría de centrarse en el goce inocente y alegre de la Tierra, el devenir, la temporalidad, el cuerpo o las pasiones, así como de la propia individualidad que no es sino voluntad de poder: un querer creativo que busca crecer y, en ocasiones, también quiere dominar a los otros. Al mismo tiempo, el superhombre habría de ser capaz de unir temporalidad y eternidad en la comprensión del "eterno retorno de lo mismo" —intuición enigmática por excelencia. Sin embargo, Nietzsche advierte que para hacer real todo esto era necesario vencer el nihilismo: la falta de criterios de valor impuesta por la muerte de Dios y sabía muy bien que el nihilismo es difícil de vencer, pues requiere una renovación permanente de la confianza en metas lejanas. Después de Así habló Zaratustra, su filosofía atraviesa, como él mismo lo declara en Ecce homo, por una etapa nihilista, para finalmente, recuperar la afirmación de la creatividad humana, la confianza en metas e ideales, en la creatividad, la alegría, el juego, la danza, en todo lo que "eleva" al hombre. FriedrichNietzsche.Launióndepensamientoyvida 158 Nietzsche fue profesor durante diez años en Basilea. Pero la formalidad académica resultó asfixiantes para su "espíritu libre" y renunció a la cátedra. De hecho, en varios de sus libros plantea una contraposición entre el mundo académico y la autenticidad del quehacer filosófico. Otro factor que contribuyó a su renuncia de la vida académica fue su salud frágil y enfermiza que lo obligaba a buscar ciudades con un clima favorable, al grado de tener que cambiar siempre de ambiente y, en consecuencia, tener que dejar relaciones afectivas. De este modo, a la soledad de pensamiento se anexó en su vida la imposición de la soledad existencia!. Aunque, en el fondo, Nietzsche era un ser solitario a quien desde muy joven le resultaba difícil relacionarse. La convivencia únicamente valía para él en función de ideales compartidos. En su época de estudiante quiso fundar una comunidad de e de los clásicos greco-latinos, más tarde intentó una intensa amistad con Wagner, pero no llegó a haber reciprocidad entre ellos. Después, intentó formar una comuna intelectual con Lou Andreas Salomé y Paul Ree, pero tampoco tuvo éxito. A lo largo de su vida, mantuvo una relación epistolar permanente con varios amigos, con los cuales, en ocasiones, le gustaba convivir por unos días. Puede decirse que su vida está marcada por la forma despiadada y valiente con que se atrevió a conocer al hombre y por la soledad. Pero quizá sea más exacto decir que su vida tomó la forma de una tensión atormentada entre la falta de piedad por el hombre y la búsqueda incesante de una esperanza para la humanidad. El modelo griego de superioridad y brillo le otorgó tanto el contraste con la mediocridad de sus contemporáneos, como un anhelo insaciable de reconquistar aquella plenitud humana. De la misma forma, es justo reconocer la tensión siempre presente entre su tendencia al aislamiento y su búsqueda de amistad y comunicación, pues sin esta última no hubiera escrito ni hubiera desarrollado su seductor estilo literario en el que reúne filosofía, poesía y confesión personal. Nietzsche transitó por estos polos 159 Lizbeth Sagols extremos. Pudo haber renunciado a alguno de ellos y llevar una existencia menos desgarrada, no obstante, ante todo le interesó ser fiel a sí mismo, por ello quiso hacer convivir en su ser un "espíritu decadente" y un "espíritu innovador", la desconfianza respecto de la vida comunitaria y el afán de amistad. La fidelidad a su ser desgarrado tuvo, desde luego, consecuencias. Hölderlin, Rim-beau, Artaud, conocieron la locura a la edad en que ésta se explica por causas físicas, Nietzsche la conoció a los cuarenta y cuatro años y desde entonces vivió en el silencio filosófico. ¿Enloqueció por la valentía con que asumió su ser desagarrado o por causas orgánicas? Nadie lo sabe en realidad. Pero, después de haber producido una obra filosófica iluminadora y de gran fuerza expresiva, Nietzsche cayó en el abismo mental en 1888 y murió hasta el 25 de agosto de 1900. Sus obras más importantes son: El nacimiento de la tragedia, Humano demasiado humano, La gaya ciencia. Así habló Zaratustra, Más allá del bien y el mal, La genealogía de la moral y Ecce homo. Al mismo tiempo que Nietzsche escribía sus libros, tomaba nota de pensamientos aislados que le venían a la mente en torno a cualquier tema. Algunos de estos pensamientos llegaban a formar parte de sus libros, pero otra gran parte de ellos quedó inédita al momento de su muerte y fueron publicados posteriormente con el título de Fragmentos póstumos. Hay vidas cuyas dificultades rozan el prodigio; son las vidas de los pensadores. Y hay que prestar atención a lo que nos cuentan a este respecto, porque se descubren posibilidades de vida, cuyo único relato nos proporciona alegría y fuerza, y esparce luz sobre la vida de sus sucesores. Allí se encierra tanta invención, reflexión, osadía, desespero y desesperanza como en los viajes de exploración de los grandes navegantes; y, a decir verdad, son también viajes de exploración por los dominios más alejados y peligrosos de la vida. Lo que tienen estas vidas de sorprendentes es que dos instintos enemi- Friedrich Nietzsche. La unión de pensamiento y vida 160 gos, que hacen fuerza en sentidos diversos, parecen estar obligados a caminar bajo el mismo yugo: el instinto que tiende al conocimiento, se ve obligado incesantemente a abandonar el terreno en el que el hombre suele vivir y a lanzarse hacia lo incierto, y el instinto que quiere la vida se ve obligado a buscar eternamente a ciegas un nuevo lugar en el que establecerse. Friedrich Nietzsche ,Fragmentos póstumos, (Nachgelassene Fragmente) citado por Deleuze, en Nietzsche y la filosofía, p. 141 Nietzsche centra el ethos del filósofo en la interacción de pensamiento y vida, y expresa la dificultad que ella implica. La dificultad estriba en que, a pesar de que pensamiento y vida son pasión, instinto, considerados en sus formas más extremas: como pensar racionalista y como vida biológica, constituyen dos inclinaciones opuestas. Mientras la vida, entendida como impulso ciego, quiere de manera natural el cambio, la espontaneidad, la novedad, y no le gusta establecerse de manera definitiva, el pensar conceptual busca detener el movimiento vital en las definiciones y las leyes generales. La unión de ambos instintos sólo puede darse cuando ellos se interpenetran, cuando el filósofo no conoce por conocer, sino por afán de vivir, y, al mismo tiempo, vive por y para el conocimiento. En esta medida, la vida aprende a desear la estabilidad, pues se deja permear por el afán de saber, y el conocimiento aprende a desear la exploración, la búsqueda, la indagación por caminos inciertos. El conocimiento da asentamiento a la vida, la torna reflexiva, la saca de su inmediatez y la vida le otorga dinamismo al conocimiento haciendo de él una apertura hacia lo nuevo. A la vez, cada uno de estos dos instintos tiene que seguir siendo lo que es, pues de lo contrario, no podría otorgar a su adversario lo que ya no tiene. Por otro lado, es propia de esta perpetua transformación, la osadía para realizar viajes peligrosos, para recorrer caminos que 161 Lizbeth Sagols otros no han transitado, para contradecir lo consabido, lo tradicional. El filósofo tiene que deshacerse de lo consabido y lanzarse a nuevos horizontes. La búsqueda, la crítica y el valor son propios de él. El filósofo ha de explorar permanentemente, tanto en sus vivencias como en su saber, en todo lo que se le ofrece como preciso y estable, así como en lo que se le presenta indefinido, inseguro y novedoso. Su ethos consiste, a fin de cuentas, en transformar de raíz y sin tregua, su vida y su deseo de conocer: él ha de reflejar el devenir de la vida en el movimiento y la precisión del pensamiento y, en igual medida, ha de vivir con el detenimiento y el dinamismo propio del pensar. La actividad filosófica y la autoconstitución del individuo como ser vital y pensante coinciden, sin duda, en el ethos filosófico. Nietzsche lo resume de manera inigualable en el parágrafo 324 de La gaya ciencia: "La vida es un medio para el conocimiento: con este principio en el corazón, no sólo se puede vivir bravamente, sino vivir con alegría, reír de alegría." Bibliografía sugerida NIETZSCHE, Sämtliche Werke, Kritische Studienausgabe in 15 Bänden, Edición de G. Colli y M. Montinari, Berlín, Gruyter, 1990. NIETZSCHE, El nacimiento de la tragedia, Consideraciones intempestivas, Así habló Zaratustra, Más allá del bien y el mal, Genealogía de la moral, Crepúsculo de los ídolos. El Anticristo, en traducción de Sánchez Pascual, Alianza, Madrid, 1974-1999. NIETZSCHE, La gaya ciencia, Trad. Luis Jiménez Moreno, Ed. Espasa Calpe, Madrid, 2000. COLLI, G., Introducción a Nietzsche, Folios, México, 1983. DELEUZE, G., Nietzsche y la filosofía, Barcelona, Anagrama, Barcelona, 1971. FINK, E., La filosofía de Nietzsche, Alianza, Barcelona, 1978. Friedrich Nietzsche. La unión de pensamiento y vida 162 HEIDEGGER, M., Nietzsche, Trad. Juan Luis Vermal, Ed. Destino, Madrid, 2000. JASPERS, K., Nietzsche, Ed. Sudamericana, Buenos Aires. KAUFFMAN, W., Nietzsche. Philosopher, psychologist, antichrist, Princeton University, Princeton, 1974. HENRI BERGSON LA FILOSOFÍA COMO AUTO CONCIENCIA DEL IMPULSO VITAL Jorge Enrique Linares Henri Bergson nació en París en 1859 en una familia judía. Estudió filosofía en la École Normale Supérieure e inició su carrera como profesor de enseñanza media en varios Liceos: Angers, el Liceo Blaise Pascal de Clermont-Ferrand y París. En 1889 obtuvo el doctorado en filosofía con su tesis: La idea del lugar en Aristóteles; y en ese mismo año publicó el Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, primera obra con la que obtuvo gran reconocimiento. Tras la publicación de su segunda gran obra, Materia y memoria (Matiére et mémoire),en 1896, y La risa (Le rire), en 1899,obtuvo una cátedra en el Collége de France, donde sus conferencias alcanzaron gran prestigio. En 1907 apareció su tercera gran obra: La evolución creadora (L'évolution créatrice). En 1914 ingresó como miembro de la Academia francesa y, en 1928, recibió el premio Nobel de literatura. Entre otras de sus obras importantes se encuentran Introducción a la metafísica (1907), Duración y simultaneidad (1922) y La energía espiritual (1919). Su última obra, Las dos fuentes de la moral y de la religión (Les deux sources de la morale et de la religión), apareció en 1932. Aunque en los últimos años de su vida se había convertido al cristianismo, no quiso revelar su conversión en los momentos en que el pueblo judío era perseguido por el nazismo. Murió en París, al año siguiente a la ocupación de los nazis. La filosofía bergsoniana constituye una contrapropuesta al positivismo cientificista dominante en la época, y busca reconstruir 163 164 Jorge Enrique Linares el método filosófico para comprender el fenómeno de la vida en general, y de la existencia humana en particular. Así, el ethos del filósofo consiste en la meditación de lo más propio del hombre: el espíritu, y no en la representación intelectual de la materia y del movimiento físico. Bergson había sido atraído por el evolucionismo positivista (Spencer), pero después se convirtió en el principal teórico de un renovado vitalismo que comprendía en la evolución de la vida el desarrollo mismo del espíritu. Los conceptos de evolución, desarrollo y despliegue dominan su filosofía: la realidad es, pues, duración [durée], movilidad, devenir. No existen cosas hechas, sino cosas que devienen, ni estados fijos, sino "estados" que cambian, pura sucesión; el reposo es siempre relativo. El ser es devenir, tendencia a un cambio de dirección en estado naciente. Pero la inteligencia humana, en la que se basan las ciencias y la tecnología modernas, tiende naturalmente a concebir estados, cosas y sustancias; tiende a fijar el movimiento y a simbolizarlo con conceptos estáticos. Bergson plantea que existe otra forma de conocimiento que se basa en la intuición y no en la inteligencia conceptual y simbólica. Esta forma de conocimiento intuitivo es propiamente filosófica. Así pues, la tarea propia de la intuición filosófica es la captación, sin mediación conceptual, de la duración real de las cosas, del mundo y de la vida. Por ello, Bergson afirma que la intuición filosófica "simpatiza" con la realidad, más que conceptual izarla; la intuición conoce mediante diferenciaciones e integraciones cualitativas y progresivas, pues su finalidad es captar la vida en movimiento y alcanzar así una concepción más íntegra de la realidad. En La evolución creadora (1907) se estudia el fenómeno del élan vital [impulso vital] desde el punto de vista del movimiento y la evolución, y sostiene, a partir de esa tesis básica, que existe una continuidad esencial en dicho impulso que se despliega de la materia a la vida, de la vida vegetal a la animal, y de la vida animal al estado más desarrollado de la evolución: la conciencia humana. Henri Bergson. La filosofía como autoconciencia del impulso vital 165 En el hombre, la conciencia es, sobre todo, inteligencia. Parece ser que hubiera podido o hubiera debido ser intuición. Intuición e inteligencia representan dos direcciones opuestas del trabajo consciente; la intuición marcha en el mismo sentido de la vida; la inteligencia va en sentido inverso, y así se halla ajustada de un modo enteramente natural al movimiento de la materia. Una humanidad completa y perfecta sería aquella en la que esas dos formas de la actividad consciente alcanzasen su pleno desarrollo. [...] De hecho, en la humanidad de que formamos parte, la intuición se ha sacrificado casi por completo a la inteligencia. Parece como si al conquistar la materia y conquistarse a sí misma, hubiera agotado la conciencia lo mejor de su fuerza. [... ] Sin embargo, también está presente la intuición, aunque vaga y, sobre todo, discontinua. [.,. ] Mas se reanima allí donde está en juego un interés vital. Sobre nuestra personalidad, sobre nuestra libertad, sobre el lugar que en el conjunto de la naturaleza ocupamos, sobre nuestro origen y quizá también sobre nuestro destino, proyecta una luz vacilante y débil, pero que no por eso deja de penetrar en la oscuridad de la noche en la que la inteligencia nos deja. De esas intuiciones evanescentes [... ] se ha de apoderar la filosofía, primero para sostenerlas, y luego para dilatarlas y conciliarlas entre sí. Cuanto más avanza en ese trabajo, más se da cuenta de que la intuición es el espíritu mismo y, en cierto sentido, la vida misma. [... ] Así aparece la unidad de la vida mental. Sólo se la reconoce situándose en la intuición, para ir de ella a la inteligencia, pues de la inteligencia jamás se pasará a la intuición. La filosofía nos introduce así en la vida espiritual. [... ] La vida entera, desde el impulso inicial que la lanzó al mundo, se le aparecerá como una ola que asciende y que se opone al movimiento descendente de la materia. En fin, la conciencia es, esencialmente, libre; es la libertad misma; pero no puede atravesar la materia sin posarse sobre ella, sin adaptarse a ella. Y esa adaptación es lo que se llama intelectualidad; y la inteligencia, al volverse hacia la conciencia que actúa [...], le hace entrar en los marcos en los que tiene costumbre de 166 Jorge Enrique Linares ver insertarse la materia. Por lo tanto, siempre percibirá la libertad en forma de necesidad; siempre descuidará la parte de novedad o de creación inherente al acto libre, y siempre sustituirá la acción libre por una imitación artificial, aproximada, obtenida uniendo lo antiguo con lo antiguo y lo idéntico con lo idéntico. Así, para una filosofía que se esfuerza por resolver la inteligencia en intuición, se desvanecen o se atenúan muchas dificultades. Y semejante doctrina no sólo facilita la especulación. También nos da más fuerza para actuar y para vivir. Pues con ella no nos sentimos aislados en la humanidad ni la humanidad nos parece tampoco ya aislada en la naturaleza a la que domina. [...] Todos los seres organizados, desde el más humilde al más elevado, desde los primeros orígenes de la vida hasta el tiempo en que estamos, y en todos los lugares de igual modo que en todos los tiempos, no hacen más que volver visible a nuestros ojos un impulso único, inverso al movimiento de la materia y en sí mismo indivisible. Todos los vivientes están en él, y todos ceden a ese mismo impulso formidable. El animal se apoya en la planta, el hombre cabalga sobre la animalidad, y la humanidad entera en el espacio y en el tiempo, es un inmenso ejército que galopa al lado de cada uno de nosotros {.., en una carga arrolladora, capaz de derribar todas las resistencias de franquear muchos obstáculos, quizá incluso la muerte. BERGSON, HENRI, La evolución creadora, Espasa-Calpe, Madrid, 1983. P. 236-239. Para la filosofía bergsoniana el carácter propio del pensador tiene una finalidad intrínseca: el despliegue de la conciencia. Así pues, la filosofía debe comprenderse como el más elevado nivel de desarrollo de la conciencia humana y, por tanto, como la manifestación del grado más complejo de la evolución natural. Ahora bien, el fin ético del filosofar es el ascenso a una escala más en el proceso evolutivo de la conciencia, en el punto culminante en que la vida se hace autoconsciente por medio del pensamiento humano. HenriBergson.Lafilosofíacomoautoconcienciadelimpulsovital 167 Pero la humanidad no ha cobrado conciencia plena de ello. Nuestra especie ha dominado la naturaleza material mediante el desarrollo de la inteligencia, que es la capacidad de fabricar instrumentos artificiales y de modificar el entorno. Pero esta misma inteligencia, orientada hacia la acción pragmática en vistas de la supervivencia, se ha convertido en un obstáculo para el ascenso de la vida consciente hacia un estadio superior: el de la intuición y la conciencia del impulso vital. Bergson defiende la idea de una filosofía que desarrolle la intuición como medio de conocimiento del despliegue del impulso vital. De este modo, la filosofía puede captar el impulso vital que late en cada conciencia y en cada ser vivo, más allá de las representaciones intelectuales propias de las ciencias. La intuición del impulso vital, en la que se asienta el ethos del filósofo, no analiza el fenómeno de la vida en conceptos simbólicos; es decir, no detiene el movimiento evolutivo para analizarlo y para producir una representación intelectual estática. El ethos filosófico implica, además, que la modalidad particular de razón intuitiva suspenda la intención pragmática, connatural a la inteligencia (técnica y científica), que sólo busca el conocimiento para manipular y usar la naturaleza. Una característica fundamental del ethos de la filosofía es, pues, la suspensión de la intencionalidad pragmática. La filosofía no se propone manipular para sacar provecho ni reducir a razón los fenómenos de la vida o de la naturaleza. La filosofía pretende, en cambio, penetrar en el interior de la vida misma para contemplar su propia evolución. Esto acontece desde la introspección en nuestra vida consciente, la cual es necesaria para "simpatizar" por un esfuerzo de intuición con ese movimiento de despliegue constante. El ethos filosófico se cumple, entonces, como autoconciencia intuitiva de la vida. Por último, la filosofía intuitiva confiere al hombre la posibilidad de reinterpretar su puesto en el curso de la evolución: el 168 Jorge Enrique Linares hombre redescubre su pertenencia al impulso universal de la vida, que es un impulso hacia la conciencia plena. El hombre se sabe, así, en el punto más privilegiado de la evolución: la conciencia filosófica es la autoconciencia de la vida. Bibliografía sugerida BERGSON, HENRI sur le données inmédiates de la conscience, Presses Universitaires de France (PUF), Paris, 1981. (Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, Sígueme, Salamanca, 1999). —, Matiére et memoire, PUF, Paris, 1999. —, L'évolution créatrice, PUF, París, 1985. (La evolución creadora, Espasa-Calpe, Madrid, 1985. —, L'energie spirituelle, PUF, Paris, 1999. (La energía espiritual, EspasaCalpe, Madrid, 1982). —, La pensée et le mouvant, PUF, París, 1999. (El pensamiento y lo moviente, Espasa-Calpe, Madrid, 1976). —, Les deux sources de la morale et de la religion, PUF, Paris, 1997. (Las dos fuentes de la moral y de la religión, Tecnos, Madrid, 1996). CHACÓN, PEDRO, Bergson, Cincel, Madrid, 1988. DELEUZE, GILLES, El bergsonismo, Cátedra, Madrid, 1987. XIRAU, JOAQUÍN, "Ensayos sobre Bergson" en Obras completas, tomo III, vol. 2, Anthropos, Barcelona, 2000. XIRAU, RAMÓN, El péndulo y la espiral, Universidad Veracruzana, Jalapa, 1959. EDMUND HUSSERL EL FILÓSOFO, FUNCIONARIO DE LA HUMANIDAD Ricardo Horneffer La obra de Edmund Husserl (Prossnitz, Checoslovaquia, 1859Friburgo, Alemania, 1938) todavía hoy no está disponible en su totalidad. En vida publicó realmente poco; destacan las Investigaciones lógicas (1900-1901), La filosofía como ciencia estricta (19101911), Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica (1913) y Meditaciones cartesianas (versión francesa, 1931). Husserl se desempeñó académicamente en tres universidades: Halle (1891-1901), Gotinga (1906-1916) y Friburgo (1916-1928). Es en esta última universidad en la que Heidegger se convierte en su ayudante (1919-1923). Husserl tenía todas las esperanzas puestas en Heidegger, pues consideraba que seguiría el desarrollo de la fenomenología a partir de sus presupuestos. Sin embargo, esto no sucedió. Con la publicación de El ser y el tiempo (1927), en la que Heidegger propone un método fenomenología) con bases distintas a las señaladas por su maestro, la relación entre ambos pensadores se enrarece y enfría. El que Heidegger le dedicara la obra y señalara que "Las siguientes investigaciones sólo han sido posibles sobre la base puesta por E. Husserl, con cuyas Investigaciones lógicas hizo irrupción la fenomenología"1 no ayudó mucho a que la relación entre ambos pensadores mejorara. 1 Heidegger, Martin, El ser y el tiempo, tr. José Gaos, FCE, México, 1974, p. 49. 169 170 Ricardo Horneffer Un año después, en 1928, Heidegger ocupó la cátedra que durante 12 años había pertenecido a Husserl, quien cada vez se fue aislando más de todo contacto social. Por su condición judía, el ascenso al poder del nacionalsocialismo implicó para Husserl vivir prácticamente en soledad absoluta lo que le permitió, paradójicamente, concentrarse en pensar y escribir: su legado consta de 54 000 páginas. Pocos meses después de haber muerto Husserl, un padre franciscano, Herman Leo van Breda, visitó la Universidad de Friburgo, en la que el primero había trabajado a partir de 1916, para recopilar material para su tesis sobre Husserl. Lo que encontró fue una cantidad muy importante de material inédito prácticamente abandonado, probablemente debido al creciente antisemitismo promovido por el nacionalsocialismo. El padre van Breda logró rescatar este material y trasladarlo a la Universidad Católica de Lovaina, donde se creó el "Archivo Husserl", encargado de publicar, a partir de 1950, la obra completa bajo el título de Husserliana. Para Husserl la filosofía, considerada como ciencia estricta, no tiene por qué ocuparse de los fenómenos que son explicados por las ciencias naturales. Tampoco tiene por qué atender los fenómenos psíquicos. El ámbito de la filosofía es el de las "esencias", en tanto que ellas son las "unidades ideales de significación". Para poder llegar a ellas, propone el método fenomenológico, que comienza por suspender o poner entre paréntesis todas las experiencias de la actitud natural, lo que consiste en abstenerse de emitir juicio alguno sobre la existencia espacio-temporal del mundo, y analizar los contenidos de la conciencia. Ahora bien, en lugar de examinar si estos contenidos son reales o irreales, imaginarios, ideales, fantásticos, etc., Husserl los examina en tanto son puramente dados. Lo dado es el correlato de la conciencia intencional. La denomina así porque la conciencia, en todo caso, lo es "de" algo o está dirigida "hacia" algo. Así, por ejemplo, pensar siempre será pensar "en" algo, desear siempre EdmundHusserl.Elfilósofo,funcionariodelahumanidad 171 será desear "algo", la percepción siempre lo será de "algo" etc. En este sentido, la fenomenología parte sin supuestos, ya que no presupone ni el mundo natural, ni el sentido común, ni las proposiciones de la ciencia, ni las experiencias psíquicas. A partir de lo anterior es posible llevar a cabo las "reducciones" eidética y trascendental, que tienen como objetivo último constituir una ciencia universal de las esencias, fundamento de todas las ciencias particulares. En La crisis de las ciencias europeas... (1936) Husserl lleva a cabo una profunda reflexión en torno a la tendencia cada vez más pragmática que han adquirido las ciencias, y a su consecuente alejamiento del ideal de hacer del hombre un ser libre, capaz de darse a sí mismo y a su entorno un sentido. [... ] hemos llegado a comprender [... ] que la importancia que el filosofar y sus resultados tienen en la entera existencia humana de ningún modo se limita a los fines culturales privados o de algún modo restringidos. Somos pues —cómo podríamos dejar de verlo—, en nuestro filosofar, funcionarios de la humanidad. La responsabilidad enteramente personal por nuestro ser propio y verdadero como filósofos, en nuestra vocación intrapersonal, lleva al mismo tiempo en sí la responsabilidad por el ser verdadero de la humanidad [...] nosotros como filósofos somos herederos del pasado en cuanto a la misión que la palabra "filosofía" indica, en cuanto a sus conceptos, problemas y métodos. Es claro que se requieren concienzudas reflexiones retrospectivas históricas y críticas para alcanzar, antes de todas las decisiones, una radical autocom-prensión, mediante una investigación retrospectiva de aquello que originalmente y en todo tiempo se ha querido como filosofía a través de la historia en la comunión de todos los filósofos y de todas las filosofías [... ] Intento guiar, no enseñar, sólo mostrar, describir lo que veo. No tengo otra pretensión que la de poder hablar, primeramente frente a mí mismo, y luego también frente a los otros, con to- 172 Ricardo Horneffer da la ciencia y conciencia de que sea capaz, como un hombre que ha vivido con toda seriedad el destino de una existencia filosófica. Edmund Husserl, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, pp. 22-24). Según Husserl, la crisis de las ciencias, incluida la filosofía, se debe principalmente a un cambio de valoración con respecto al significado que la ciencia misma tiene para la existencia humana. Así, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, prácticamente ha dominado la visión positivista que, con una mera ambición "progresista", se limita a hacer ciencia sólo de aquello que puede ser comprobado, verificado, medido y reproducido. Es en este sentido que Husserl apunta que "Meras ciencias de hechos hacen meros hombres de hechos"2 En este contexto ¿dónde queda el afán por hacer ciencia tal como fue concebida en sus orígenes? La filosofía nació con una intención eminentemente teorética, con el objeto de decir lo que las cosas son, sin prejuicio alguno, al mismo tiempo que con la intención de hacer del hombre un ser capaz de decidir por sí mismo y dar sentido racional, no sólo a su propia vida, sino a la de los demás y al mundo en general. Lo que pretende Husserl es recobrar el sentido de la filosofía como una forma de vida, más que como una actividad que se limita a ser llevada a cabo en tiempos y espacios específicos, entre especialistas y con fines que solamente competen a esta ciencia. Así, el compromiso y responsabilidad del filósofo no es sólo con una verdad que pudiésemos denominar "abstracta" o con una que atañe exclusivamente a los objetos que investiga sino, antes 2 lbid.,p. 11 Edmund Husserl El filósofo, funcionario de la humanidad 173 que nada, consigo mismo, pues sabe que su modo de comprender y concebir el mundo y la vida repercutirá en los demás. Lo que destaca Husserl es que, en tanto filósofo, no solo se es responsable de su propio ser, pues esto es común a todo ser humano. El papel, el compromiso del filósofo se extiende al ser de la humanidad entera, pero no por erigirse como maestro de ésta, pues a nadie puede enseñarse a ser verdaderamente "sí mismo", sino por llevar una vida que puede ser una guía para otros. El destino del filósofo, su vocación, consiste, por una parte, en una entrega irrestricta a la búsqueda de la verdad y, por la otra, en "ganarse", de modo tal que pueda, con plena conciencia, enfrentarse a sí mismo y a los demás sabiendo que su vida la ha vivido de la mejor manera posible: intentando alcanzar "una radical autocomprensión". Bibliografía sugerida HUSSERL, EDMUND, El artículo de la Encyclopaedia Britannica, tr. Antonio Zirión, UNAM, Instituto de Investigaciones Filosóficas, 1990, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, tr. Hugo Steinberg, Folios Ediciones, México, 1984. La obra completa de Husserl está siendo editada por Martinus Nij-hoff, La Haya, Holanda, bajo el título Husserliana. CHRISTOFF, DANIEL, Husserl, tr. Isidro Gómez Romero, EDAF, Madrid, 1979. ROBBERECHTS, LUDOVIC, El pensamiento de Husserl, tr. Tomás Martínez, FCE, México, 1986. SPIEGELBERG, HERBERT, The phenomenological movement, Martinus Nijhoff Publishers, The Haghe. The Netherlands, 1982. KARL JASPERS LA FILOSOFÍA COMO COMUNICACIÓN Lizbeth Sagols Jaspers (1883-1969) nació en Oldenburg, Alemania. Su primera vocación fue la medicina psiquiátrica y después de ahondar en ésta se dedicó a la filosofía. Por muchos años, fue profesor de filosofía en la Universidad de Heildelberg, pero fue destituido de su cargo en 1937 debido a que sus ideas no coincidían con la ideología del régimen nazi. Al terminar la guerra, volvió a enseñar en Heildelberg por pocos años y, posteriormente, se trasladó a la Universidad de Basilea. Una influencia decisiva en su pensamiento es la fenomenología de Husserl de la cual toma, particularmente, la preocupación por el "mundo de la vida" (al cual llama: "mundo circundante") y el afán de unir ciencia y filosofía. Jaspers se concentra en pensar al hombre como un ser que está siempre en situación: un ser para el que es real aquello a lo que se dirige con interés, aquello de lo que cobra conciencia y lo dota de significado. La situación es, pues, relativa a los intereses del sujeto. Pero además, el hombre es existencia, se da a sí mismo su propio ser respondiendo a un tipo especial de situaciones llamadas "situaciones límites". Éstas son el dolor, las responsabilidades últimas y la muerte de los otros —que nos lleva a la conciencia de la propia. El hombre logra ser propiamente tal cuando, frente a estas situaciones, en vez de empequeñecerse o encerrarse, se descubre a sí mismo como un ser posible, orientado a fines que superan su realidad inmediata, cuando descubre en sí un ímpetu de 174 175 Lizbeth Sagols trascendencia y comunicación, un afán de fortalecer la relación constitutiva con el mundo y con la historia de la humanidad. Al descubrirse como posible, el hombre comprende su verdad y la instaura en el mundo. De este modo, Jaspers redefine el ámbito en que hemos de pensar la "verdad". Ésta no consiste en una operación lógica ni epistemológica, sino en una manera de asumir la existencia. La verdad exige un permanente ejercicio de comprensión que consiste en asimilar vivencialmente, desde nuestro ser abierto a la posibilidad, el mundo circundante, la historia y el pensamiento. Y en tanto el hombre es un ser posible, abierto al futuro, tiene que estar haciendo permanentemente su verdad. Debido a su preocupación por la existencia, Jaspers, además de crear un pensamiento propio, se abocó a reflexionar sobre temas importantes de su época como las ideas político-morales del nazismo, el problema de la paz, la tarea actual de la filosofía como comunicación y la relación entre medicina y técnica. Entre sus obras destacan: Filosofía; Genio y locura; Nietzsche; La filosofía desde el punto de vista de la existencia; Descartes y la filosofía; Los grandes filósofos; Filosofía y mundo; La práctica médica en la era tecnológica. El origen del filosofar reside en la admiración, en la duda, en la conciencia de estar perdido [...] Estos tres motivos [sin embargo] no agotan lo que nos mueve a filosofar en la actualidad. En estos tiempos, que representan el corte más radical de la historia, tiempos de una disolución inaudita y de posibilidades sólo oscuramente atisbadas, son sin duda válidos, pero no suficientes, los tres motivos expuestos aquí. Éstos resultan subordinados a una condición, la de la comunicación entre los hombres [... ] La disolución actual es sensible sobre todo en el hecho de que los hombres cada vez se comprenden menos, se encuentran y se alejan corriendo unos de otros, mutuamente indiferentes, en el hecho de que ya no hay lealtad ni comunidad que sea incuestionable ni digna de confianza[... ] Todo ello podría pasar si hubiese para mí Karl Jaspers. La filosofía como comunicación 176 en el aislamiento una verdad con la que tener bastante. Ese dolor de la falta de la comunicación y esa satisfacción peculiar de la comunicación auténtica no nos afectarían filosóficamente como lo hacen, si yo estuviera seguro de mí mismo en la absoluta soledad de la verdad, pero yo sólo existo en compañía del prójimo; solo» no soy nada. La fundamental actitud filosófica [... ] tiene su raíz en el estado de turbación producido por la ausencia de comunicación, en el afán de una comunicación auténtica y en la posibilidad de una lucha amorosa que vincule en su profundidades yo con yo [... ] El origen de la filosofía está, pues, realmente en la admiración, en la duda, en la experiencia de las situaciones límites, pero en último término, y encerrando en sí todo esto, en la voluntad de la comunicación propiamente tal. Así se muestra ya desde un principio en el hecho de que toda filosofía impulsa a la comunicación, se expresa, quisiera ser oída, en el hecho de que su esencia es la coparticipación misma y ésta es indisoluble del ser verdad. Únicamente en la comunicación se alcanza el fin de la filosofía, en el que está fundado en último término el sentido de todos los fines: el interiorizarse del ser, la claridad del amor, la plenitud del reposo. KARL JASPERS, La filosofía desde el punto de vista de la existencia, pp. 20-23. En el filosofar se trata de lo incondicional, verdadero y propio que se hace presente en la vida real. Todo hombre en tanto hombre filosofa. Pero intelectualmente y con coherencia es imposible adueñarse del filosofar rápidamente. El pensar filosófico sistemático requiere un verdadero estudio. Este estudio encierra en sí tres caminos. Primero el tomar parte en la investigación científica. Ésta tiene sus dos raíces en la ciencia natural y en la filología y se ramifica en una casi inabarcable multitud de especialidades científicas. La experiencia de las ciencias, de sus métodos y de su pensar crítico ha- 177 Lizbeth Sagols ce adquirir una actitud científica que es supuesto de la veracidad en el filosofar. Segundo, el estudio de grandes filósofos. No se llega a la filosofía sino por el camino de su historia. Pero [esto] sólo tiene éxito cuando se parte del impulso original de un interés actual, cuando se parte del propio filosofar que se despierta en el estudio. Tercero, el vivir a conciencia diariamente, la seriedad de las resoluciones decisivas y la responsabilidad de lo hecho y experimentado. Quien omite uno de los tres caminos no llega a un verdadero y claro filosofar. En tanto Jaspers atiende a la existencia concreta, asume —igual que Sócrates y Platón—, la condición universal de la filosofía. Filosofar consiste, antes que nada, en una actitud, en una disposición especial hacia la realidad, hacia el mundo, que puede ser adoptada por todo hombre. En este sentido, no hay brecha alguna entre el filósofo profesional y cualquier otro ser humano. La filosofía es universal y, en esta medida, es factor de unión entre los hombres: no separa sino que une. Jaspers retoma las características con que los griegos entendían la disposición del filosofar: la admiración, la duda y la conciencia de estar perdido. En su pensamiento vuelven a estar presentes el asombro o thauma, la pregunta: la indagación y la búsqueda permanente. Con ello, entiende la filosofía en su dinamismo: como una actividad propia del ser humano que consiste en renovarse siempre, en no detenerse, aprender a ver lo nuevo en lo viejo: volver a mirar. Sólo este movimiento mantiene viva a la filosofía, y al mismo tiempo, sólo este movimiento permite apropiarnos la existencia. Puede decirse que para Jaspers, quien existe verdaderamente, filosofa, y quien filosofa se apropia de su existencia. Desde luego, hay diferencias entre el hombre común, capaz de admirarse y preguntar, y el filósofo profesional: este último re- Kart Jaspers. La filosofía como comunicación 178 quiere el estudio riguroso de la filosofía y de alguna ciencia, así como la sistematicidad de la autoconciencia diaria, en particular, en lo que involucra nuestra responsabilidad. La filosofía es, entonces, una manera de vivir entregada al conocimiento e iluminada por la autoconciencia. Sin embargo, esta diferencia vuelve a unir al filósofo con el hombre en general, pues el fin último de la filosofía es la comunicación, compartir con otros el conocimiento y la reflexión sobre la existencia, a fin de "hacer verdad" gracias a la comunicación. Para Jaspers, esta última es la meta suprema que congrega todos los otros fines, sólo mediante ella se realizan la introspección, el amor y la paz. En una época marcada por la guerra y la hostilidad entre los hombres, él resalta el afán —implícito en toda filosofía— de participar en la vida de los otros, de adquirir un significado real en algunos miembros de la ciudad o del mundo y concibe este afán como la tarea propia del filósofo en la actualidad. De este modo, el filósofo debe contribuir a reestablecer la unión entre los hombres, a darle profundidad al autoconocimiento, nitidez a los vínculos amorosos y goce e intensidad a la paz. Bibliografía sugerida JASPERS, Philosophie, I. Philosophische Weltorienterung, II. Existenzerhellungs, III. Metaphysik, 1956. — , Existenzphilosophie, 1938. —-, La filosofía desde el punto de vista de la existencia, FCE, México, 1968. PRINI, PIETRO, Historia del existencialismo, Herder, Barcelona, 1992. WAHL, J. KAUFFMAN, W., et al, The Philosophy of Karl Jaspers, Ed. Paul Arthur Schilpp, 1957. ORTEGA Y GASSET LA FILOSOFÍA COMO "VIDA TEORÉTICA" Jorge Enrique Linares José Ortega y Gasset (1883-1954) nació en Madrid y estudió derecho en la Universidad de Deusto (Bilbao), y filosofía en la de Madrid; se doctoró en 1904. De 1905 a 1908 estudió en Leipzig y en Marburgo, importantes centros filosóficos del neokantismo, en donde se formó su vocación. En 1911 obtuvo la cátedra de metafísica en la Universidad de Madrid. Ortega y Gasset comenzó su obra filosófica en artículos breves y notas periodísticas sobre muy diversos temas, muchos de los cuales fueron reunidos en los cinco tomos de El espectador. En 1914 publicó sus Meditaciones del Quijote, obra con la que inauguró en el mundo hispánico una forma novedosa de ensayo filosófico que intentaba convertir a las circunstancias vitales en objeto primario de la filosofía. En 1923 fundó y dirigió la "Revista de Occidente" posteriormente convertida en una prestigiosa editorial que introdujo a España e Iberoamérica las nuevas corrientes de la filosofía alemana del siglo veinte, como la fenomenología. En 1929 dimitió durante unos meses de su cátedra en protesta por la dictadura de Primo de Rivera, y en 1930 fue cofundador, junto con Miguel de Unamuno y otros, de la Agrupación al Servicio de la República. No obstante, en 1931 publicó un polémico manifiesto titulado Rectificación de la República y abandonó la política activa como diputado en las Cortes. Su participación política fue entonces menos activa y se dedicó a consolidar su traba179 180 Jorge Enrique Linares jo filosófico reflexionando sobre la crisis de la cultura europea. La crisis de la cultura fue un tema fundamental para la filosofía orteguiana. La filosofía misma se revela al pensador español como un esfuerzo por someter a la duda al mundo y así poder reconstruirlo desde la conceptuación de la "vida" entendida como realidad radical y fundamental. A pesar de sus diferencias con los gobiernos republicanos, se opuso al alzamiento franquista, y al caer la República en 1936, salió del país en exilio. Posteriormente regresó a la España franquista, lo cual no dejó de ser muy cuestionado durante los siguientes años. Murió en Madrid en 1954. Algunas de sus obras más importantes son: Las meditaciones del Quijote, 1914, El tema de nuestro tiempo, 1921, La rebelión de las masas, 1930, En torno a Galileo, 1933; El hombre y la gente, 1957 y ¿Qué es filosofía?, 1958. La obra en donde Ortega y Gasset expone más claramente su concepción de la filosofía y del filosofar es ¿Qué es filosofía? Este texto reúne las lecciones de un curso que ofreció en Madrid, en 1929, para un amplio y heterogéneo público. En ¿Qué es filosofía?, Ortega y Gasset logra una clara exposición de una de sus ideas principales: la "razón vital" que es la clave para entender su concepción de la tarea de la filosofía en el mundo. Por ser el de la filosofía el único problema absoluto, es ella la sola actitud pura, radicalmente teorética. Es el conocimiento llevado a su máximo intento, es el heroísmo intelectual. Nada deja bajo sus plantas el filósofo que le sirva de cómoda sustentación, de tierra firme y sin temblor. Renuncia a toda seguridad previa, se pone en absoluto peligro, practica el sacrificio de todo su creer ingenuo, se suicida como hombre vital para renacer transfigurado en pura intelección. [...] Filosofía es, propiamente, no vivir y vivir, propiamente, no filosofar. Ya veremos, sin embargo, en qué sentido esencial y nuevo la filosofía [...] incluye también la vida." (¿Qué es filosofía?, Lección IV.pág.323). Ortega y Gasset. La filosofía como "vida teorética" 181 "[...] Ese hecho radical de alguien que ve y ama y odia y quiere un mundo y en él se mueve y por él sufre y en él se esfuerza —es lo que desde siempre se llama en el más humilde y universal vocabulario "mi vida". ¿Qué es esto? Es, sencillamente, que la realidad primordial, el hecho de todos los hechos, el dato para el Universo, lo que me es dado es... "mi vida" —no mi yo solo, no mi conciencia hermética, estas cosas son ya interpretaciones {...]. Me es dada "mi vida", y mi vida es ante todo un hallarme yo en el mundo; y no así vagamente, sino en este mundo, en el de ahora, y no así vagamente en este teatro, sino en este instante, haciendo lo que estoy haciendo en él, en este pedazo teatral de mi mundo vital —estoy filosofando. [... ] Al buscar el hecho indubitable no me encuentro con la cosa genérica pensamiento, sino con esto: yo que pienso en el hecho radical, yo que ahora filosofo. He aquí cómo la filosofía lo primero que encuentra es el hecho de alguien que filosofa, que quiere pensar el universo y para ello busca algo indubitable. Pero encuentra, [...] no una teoría filosófica, sino al filósofo filosofando, es decir, viviendo ahora la actividad de filosofar [...]Es decir, encuentra el filosofar, el teorizar como acto y hecho vital, como un detalle de su vida y en su vida, en su vida enorme, alegre y triste, esperanzada y pavorosa. [... ] La ecuación más abstrusa de la matemática, el concepto más solemne y abstracto de la filosofía, el Universo mismo, Dios mismo son cosas que encuentro en mi vida, son cosas que vivo. Y su ser radical y primario es, por tanto, ese ser vividas por mí [... ] Lafilosofia es, antes, filosofar, y filosofar es, indiscutiblemente, vivir [...]. La pregunta central de la filosofía es, pues, ¿en qué consiste vivir?, ¿cómo se revela el sentido del mundo en la vida humana? [... ] La teoría y su modo extremo —la filosofía— es el ensayo que la vida hace de trascender de sí misma, de desocuparse. De desvivirse, de desinteresarse de las cosas. Pero el desinteresarse no es pasivo, es una forma de interesarse: a saber, interesarse por una cosa cortando los hilos de interés intravital que la ligaban a mí — salvándola de su inmersión en mi vida, dejándola sola, ella, en la pura referencia a sí misma— buscando en ella su ella misma. Desinteresarse es, pues, interesarse en la mismidad de cada cosa, es dotar- 182 Jorge Enrique Linares la de independencia, de subsistencia, diríamos de personalidad —ponerme yo a mirarla desde ella misma, no desde mí. Contemplación es ensayo de transmigración. Pero eso —buscar en algo lo que tenga de absoluto en sí mismo y cortar todo otro interés parcial mío hacia ella, dejar de usarla, no querer que me sirva, sino servirle yo de pupila imparcial para que se vea y se encuentre y sea ella misma y por sí —eso, eso... ¿no es el amor? ¿Entonces la contemplación es, en su raíz, un acto de amor— puesto que al amar, a diferencia del desear, ensayamos vivir desde el otro y nos desvivimos por él? [...] [... ] El ser de la filosofía es lo que hace el filósofo, es el filosofar una forma del vivir. [...] ¿ Qué es, como vivir, filosofar? Ya hemos visto [...] que es un desvivir —un desvivirse por cuanto hay o el Universo—, un hacer de sí lugar y hueco donde el Universo se conozca y se reconozca. [...] Básteme recordar que los griegos [...] cuando se preguntaban ¿qué es filosofía? [... ] pensaban en un hombre, en el filósofo, en una vida. Para ellos filosofar era ante todo el bíos theoreticós [la vida teorética]. [...] Todo lo que no sea definir la filosofía como filosofar y el filosofar como un tipo esencial de vida es insuficiente y no es radical. José Ortega y Gasset, José, ¿Qué es filosofía? en Obras completas, vol. 7, Alianza, Madrid, 1983. Ortega y Gasset destaca que la tarea principal de la filosofía es escudriñar y desentrañar el sentido de esa realidad radical anterior a toda teoría científica o filosófica del mundo, que es la vida de cada quien. Desde esa unidad originaria se revelan y cobran sentido todas las cosas, todos los pensamientos, todas las preocupaciones humanas. Para Ortega y Gasset, la filosofía es una actividad vital que reconstituye la unidad originaria de la conciencia. El yo y el mundo forman una totalidad concreta e indivisible, cuyo núcleo es la "vi- Ortega y Gasset. La filosofía como "vida teorética" 183 da" del hombre. La vida humana no es cosa, ni sustancia; el hombre no es una res cogitans, como pensaba Descartes, sino una res dramática; una historia viva, una unidad dramática de yo y mundo, es decir, del yo y su circunstancia, desde la cual el mundo se revela y cobra sentido. De esta manera, Ortega coloca el centro de gravedad de la reflexión filosófica en lo pre-reflexivo o preracional, que es la vida misma. Es preciso, entonces, pensar la realidad realmente radical que es la vida: "mi vida", la de cada cual. Pero la modalidad de razón capaz de pensar esta realidad radical e intransferible no puede ser la razón pura tradicional que piensa abstracciones, ni la razón físico-matemática, sino que tiene que ser una nueva "razón vital" que es también una modalidad de razón histórica que capta la vida en pleno movimiento. Ortega y Gasset nos revela, pues, una característica fundamental de la filosofía. Como "vida teorética"', la filosofía está destinada a descubrir cómo se revela el sentido del mundo; descubrimiento que se logra interrogando a esa unidad originaria que es la "vida", el "vivir", la unidad del yo y su mundo. Pero esta tarea se realiza como una obra de amor o afinidad por la realidad misma. Desde ese plano, la filosofía puede estar en condiciones de vivificar el pensamiento y ayudar al hombre a construir su autoconciencia. El sentido ético de la filosofía se expresa en esta autoconciencia de las vivencias propias de cada ser humano que es la "vida teorética", la vida que ha reflexionado sobre sus propios fundamentos. Bibliografía sugerida ORTEGA Y GASSET, JOSÉ, Obras completas, en doce volúmenes, Alianza, Madrid, 1983. CEREZO, PEDRO, La voluntad de aventura. Aproximamiento crítico al pensamiento de Ortega y Gasset* Ariel, Barcelona, 1984. 184 Jorge Enrique Linares FERRATER MORA, JOSÉ, Ortega y Gasset. Etapas de una filosofía-, Seix Barral, Barcelona, 1975. GAOS, JOSÉ, Sobre Ortega y Gasset y otros trabajos de historia de las ideas en España y la América Española, UNAM, México, 1992. ORTEGA Y GASSET, JOSÉ, Obras completas, vol. 7 (¿Qué es filosofía?), Alianza, Madrid, 1983. SALMERÓN FERNANDO, Las mocedades de Ortega, UNAM, México, 1971. JOAQUÍN XIRAU FILOSOFAR ES VIVIR, VIVIR ES FILOSOFAR Jorge Enrique Linares Xirau nació en Figueres, Cataluña, en 1895. Estudió filosofía y derecho en la universidad de Madrid, en donde tuvo como profesor a José Ortega y Gasset y en donde recibió la influencia de Manuel Bartolomé Cossío, miembro de la Institución Libre de Enseñanza. Completó sus estudios en París. Posteriormente, fue profesor en la Universidad de Zaragoza y, a partir de 1927, en la Universidad de Barcelona. Xirau se interesó en el estudio de la fenomenología de Edmund Husserl y en las obras de Max Scheler y de Henri Bergson; se ocupó fundamentalmente de la teoría de los valores y de los problemas de la ontología contemporánea. Cabe destacar que Joaquín Xirau fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona (1933-1939), durante los años de la segunda República y hasta los últimos acontecimientos de la Guerra Civil, antes de la caída de Barcelona. En 1939, huyendo del franquismo, se exilió en México, donde fue profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En México reconstruyó su grupo de alumnos y su seminario de historia de las ideas, en el que siguió trabajando arduamente. También en México publicó los libros que expresan su pensamiento más original: Amor y mando (1940), Lo fugaz y lo eterno (1942), Manuel B. Cossío y la educación en España, (1944), Vida y obra de Ramón Lull. Filosofa y mística, (1946). Murió en un accidente en 185 186 Jorge Enrique Linares abril de 1946 frente a "Mascarones" antiguo edificio de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Amor y mundo (1940) y Lo fugaz y lo eterno (1942) son las obras que reúnen lo más importante de la filosofía de Xirau. En ellas desarrolla la idea de la "conciencia amorosa" como fundamento de toda actividad humana y de todo valor y, por supuesto, de la filosofía. Para Xirau, la conciencia amorosa es la condición de posibilidad de los valores, en donde se produce la unidad del sujeto y del objeto; es decir, la unidad de la conciencia. Una vez mas, espreciso reconocer que la vida intelectual se halla en estricta dependencia de la vida amorosa, el "simple ser" del ser con sentido, la lógica de la identidad de la dialéctica viviente, es decir, del sentido radical de la palabra, que es el sentido originario del logos. Logos no es originariamente cálculo analítico sino sentido, significación palpitante de las palabras y sólo de manera secundaria y dependiente, demostración silogística o matemática, identidad y no contradicción. Sólo en la conciencia amorosa y en el valor que le es correlativo se ofrece originariamente el ser. La ciencia no es, en último término, otra cosa que una "exigencia" del logos. La verdad es término de un afán profundo, de una inclinación incoercible del espíritu y se presenta ante nosotros como un imperativo o un deber de la conciencia intelectual. Con lo dicho no nos movemos de la profunda tradición socrático-platónica. El fundamento de la ciencia se halla en el amor. [...] Y en ese momento culminante, la tradición helénica se halla totalmente de acuerdo con la tradición cristiana. Que "el amor nos ha sido dado para pensar" (Lull). Y la sabiduría, como todo, depende de la gracia y la razón —la razón pura— de la fe. Joaquin Xirau, “Amor y mundo”, en Obras completas, vol. 1 pp. 245-246. [... ] La filosofía se halla constantemente al servicio de todo. Unilateralmente, en la historia, se ha hecho esclava de la teología, de la ciencia, de la política. La verdad es que ha sido eternamente ser- Joaquín Xirau. Filosofar es vivir, vivir es filosofar 187 vidora y, por consiguiente, eternamente señora. Su autonomía no puede consistir sino en no ligarse nunca exclusivamente a nada, en ser apta para vincularse perennemente a todo. Se entrega a la vida y a cada una de sus aspiraciones y al hacerlo toma posesión de ella. [... ] El dominio espiritual es un dominio por amor. Domina, por el amor, la reflexión y el conocimiento, al arte, a la ciencia, a la política, a la religión. No las fuerza ni las constriñe: las respeta en su realidad intacta y en su más puro perfil. [... ] En ella y por ella toman conciencia de sí mismos... La vida espiritual entera vuelve sobre sí e ilumina reflexivamente su camino. [... ] "Filosofar es no vivir. Vivir es no filosofar". Si por vida se entiende la vida empírica, cotidiana, que salta azorada del salvavidas a la escafandra, se insacula en los hábitos y renuncia a la libertad, evidentemente esto es verdad. Pero este género de vida es lo que más se aproxima a la muerte. A una vida minimizada corresponde, naturalmente, un minimum de pensamiento. A mayor protección mecánica menor espontaneidad y menor libertad. Una vida "asegurada" no necesita ya filosofar. [... ] La vida es movimiento, riesgo, anhelo, entrega. Vivir es trascenderse y buscar en los ámbitos del mundo algo que haga la vida digna de ser vivida. Es posible que filosofar sea entonces no vivir. Pero en esto la filosofía coincide con la vida misma. También la vida plenaria es un constante "no vivir", desvivirse y proyectarse más allá de la propia existencia en su afán insaciable de salvación. Y en este caso filosofar es vivir; vivir es filosofar. XIRAU, JOAQUÍN, Amor y mundo, Lo fugaz y lo eterno en Obras completas, vol. I, pp. 305-306 Tanto en Amor y mundo como en Lo fugaz y lo eterno, Joaquín Xirau intenta revelar cuál es el fundamento vital de la filosofía: la conciencia amorosa. El amor, como ya lo había pensado Platón (como puede verse también en el fragmento de Ortega y Gasset 188 Jorge Enrique Linares en esta antología), es el motor de la actividad filosófica. Se trata de la aspiración permanente del saber, del esfuerzo intelectual constante que sólo se sostiene por una entrega decidida, gratuita y desinteresada; por obra del amor. El pensamiento filosófico tiene, pues, origen en una conciencia que ama, que se entrega al mundo tratando de comprender, de investigar y de recuperar el mundo vivido. Pero también es el amor el fin último del filosofar, puesto que en la actitud amorosa ante el mundo, los objetos y las personas, la filosofía puede aspirar a unificar la vida y el intelecto. Ortega y Gasset había planteado que la filosofía es un modo de "desvivirse" por el mundo, un "hacer de sí lugar y hueco donde el Universo se conozca y se reconozca". En ello, el filosofar muestra su poder crítico, su capacidad de cuestionar las cosas que damos por consabidas: las ideas, los valores y las instituciones. Sin embargo, para Joaquín Xirau, quien filosofa experimenta, por ello, un doble movimiento en la conciencia: por un lado, se desprende de la vida inmediata, "desvive" su experiencia, se extraña, pregunta, inquiere y duda del mundo habitual y consabido; pero, por otro lado, a manera de un ritmo acompasado, vuelve a reintegrar el pensamiento con lo vivido, en la medida en que explica, comprende e interpreta los fenómenos que piensa; dicho movimiento de retorno al mundo sólo es posible por el impulso amoroso que anima a la conciencia humana. De esta manera, la filosofía se integra a la vida, y por ello, filosofar es una forma de vida, es vida teorética, pero sólo en la medida en que es también "vida amorosa" de entrega al mundo, por la cual el mundo es recobrado, a veces, "salvado" por el pensamiento. Bibliografía sugerida XIRAU, JOAQUÍN, Obras completas, en tres volúmenes, Anthropos, Madrid, 1998-2000. Joaquín Xirau. Filosofar es vivir, vivir es filosofar 189 SANCHEZ VÁZQUEZ, ADOLFO, "El corto y fecundo exilio de Joaquín Xirau" en Theoria, no. 3, marzo de 1996, FFyL, UNAM, México. SAGOLS, L., "Amor y subjetividad. Reflexiones sobre Amor y mundo", Theoria No. 3, Revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, 1996. XIRAU, RAMÓN, prólogo en Xirau, Joaquín, Obras Completas, tomo I, Anthropos, Barcelona, 1998. —, "Los filósofos españoles transterrados" en Estudios de historia de la filosofía en México, UNAM, México, 1980. XIRAU, JOAQUÍN, Amor y mundo, Lo fugaz y lo eterno en Obras completas, vol. I, Anthropos, Madrid, 1998.