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Apunte de cátedra Unidad 1.2: Introducción Autor: Santiago Ginnobili Introducción a la Filosofía de la ciencia Objetivos: - Adquisición de una primera noción de la naturaleza de la reflexión filosófica acerca de la ciencia llamada normalmente “filosofía de la ciencia”. Comprensión de la relevancia de la reflexión filosófica de la ciencia entre los diversos estudios metacientíficos. Comprensión de las diferentes etapas por las que ha pasado tal reflexión. 1. Filosofía de la ciencia: Típicamente en un texto introductorio acerca de una disciplina se comienza discutiendo acerca de su origen. Sin sobrestimar la importancia de encontrar una respuesta unívoca a esta pregunta, la reflexión acerca de la ciencia puede remontarse al origen mismo de la ciencia. Suele decirse que la ciencia adquiere sus características actuales a partir de la instauración de la revolución copernicana en el siglo 17. Pero si nos preguntamos por el origen de la ciencia en general no parece del todo erróneo señalar al mismo lugar en que suele dictaminarse (no sin cierta injusticia con reflexiones anteriores y/o de otras geografías) el origen de la filosofía: la Grecia clásica. Esta coincidencia no es contingente, pues, una de las fuentes del pensamiento filosófico, es decir, del pensamiento que pretende justificarse adquiriendo el estatus de conocimiento, es justamente la reflexión al respecto de la ciencia. Ahora bien, existen muchas formas de pensar acerca de la ciencia, los productos que conforma y las prácticas que la constituyen. Es posible estudiarla desde la antropología, desde la sociología, desde la historiografía, desde la psicología, etc. Todos estos, por tomar por objeto de estudio a la ciencia, son llamados “metacientíficos”. ¿Qué tiene de peculiar el enfoque filosófico acerca de la ciencia entre los diversos estudios metacientíficos? La respuesta no es fácil, sobre todo, por las diferentes actividades que pueden encasillarse bajo el rótulo de “filosofía”. Si fuese necesario caracterizar con claridad el concepto de filosofía para poder caracterizar el concepto de filosofía de la ciencia, entonces estaríamos en problemas. La tarea aparece como imposible dado el desacuerdo general al respecto. Evitaré por lo tanto tal camino. Por otra parte, el enfoque que se seguirá aquí es una de las diferentes y heterogéneas discusiones filosóficas acerca de la ciencia, y el hecho de que se opte por tal no implica la desestimación de otros problemas y métodos. 1 ¿En qué consiste tal enfoque? Cualquier fórmula abstracta al respecto resultará vacía y es uno de los objetivos de estos textos y de esta materia dar respuesta a esta pregunta. Sin embargo se puede adelantar algo al respecto. Si bien podemos encontrar reflexiones previas de este tenor, y no es mi intención desestimarlas, podemos señalar el origen de lo que aquí entenderemos como filosofía de las ciencias naturales o fácticas, a comienzos del siglo 20 en las reflexiones de tenor lógico acerca de la ciencia realizadas en el marco del Circulo de Viena. Dentro de tal grupo, que suele considerarse central dentro del movimiento más amplio del positivismo lógico o del empirismo lógico, se consideraba que la tarea fundamental de la filosofía de la ciencia consistía en la clarificación y análisis lógico de los conceptos y teorías utilizados en la práctica científica. Consideraban, como veremos, que la tarea consistía en elucidar el lenguaje científico. Hoy esta sigue siendo una de las metas principales de la filosofía de la ciencia, aunque no se restringe al lenguaje, incluyendo prácticas, modelos, métodos, instrumentos, etc. ¿Por qué podría ser esta tarea interesante? La respuesta puede enfocarse de diversos modos. El primero, que hace que el resto de los estudios metacientíficos no sean suficientes y se requiera un enfoque filosófico, consiste en que la ciencia, a diferencia de otras manifestaciones humanas, tiene una naturaleza y una pretensión cognitiva o cognoscitiva. Es decir, tiene la pretensión de alcanzar la verdad, de alcanzar conocimiento, o alguno de los análogos más débiles que se nos puedan ocurrir. El análisis de estas pretensiones no es parte de enfoques sociológicos, políticos, psicológicos, etc. Por supuesto algunos consideran que no hay nada que distinga a la ciencia de otros fenómenos culturales, que tal pretensión cognoscitiva no es alcanzada o es una mera ilusión. Pero esta es una conclusión que también surge de la reflexión filosófica que no puede ser proporcionada por otras disciplinas metacientíficas. Alguien podría considerar que no se requiere un enfoque peculiar con estos fines, que la autoridad máxima para hablar de la ciencia es un científico y por lo tanto, no es necesario que existan especialistas en esta área. No es mi intención aquí discutir quién sea la autoridad máxima para hablar de la ciencia, sino señalar la pertinencia del enfoque y del tipo de estudio en cuestión. Para esto puede ser interesante señalar la diferencia que hay entre el conocimiento implícito y explícito. Existen dos modos en los que se puede decir que alguien sabe hacer algo. Así, por ejemplo, existe un sentido en el que se puede afirmar que un niño de 5 años sabe las reglas de conjugación de ciertos verbos. Así, cuando dice “puniste” en lugar de “pusiste”, puede afirmarse que existe un sentido en que conoce una regla de conjugación pero que todavía no conoce sus excepciones. Sin embargo, el niño es incapaz de formular tal regla. Este conocimiento de las reglas, llamado normalmente “saber implícito”, es el que nos permite afirmar que alguien sabe hablar a la perfección cierto idioma. El otro sentido de conocer las reglas, el de saber formularlas, es, en este ejemplo, tarea del gramático. Se ha llamado a este tipo de saber: “explícito”. Es una de las tareas de la filosofía de la ciencia, sea esta 2 realizada por científicos o por filósofos, el estudio de las reglas implícitas que gobiernan las prácticas científicas. Del mismo modo que es posible hablar perfectamente un idioma sin poder explicitar las reglas a las que responde, es posible hacer ciencia perfectamente sin poder explicitar las reglas en las que consiste hacer ciencia. Pero, ¿de qué sirve tal saber? En principio es posible dar una respuesta no utilitarista. Es posible estudiar ciertos ámbitos de la realidad aunque esto no implique ningún rédito más que el saber en sí mismo. Así como es interesante estudiar el origen del sistema solar aunque esto pueda no incluir ningún beneficio pragmático, existe un fenómeno en la realidad, que son las prácticas científicas, éstas tienen pretensiones cognoscitivas, y vale la pena estudiar tales pretensiones por el valor del saber en sí mismo. Si bien creo que esta respuesta es aceptable y suficiente, además, el trabajo de clarificación y explicitación de reglas tiene un papel fundamental para el desarrollo de la ciencia. Los científicos se encuentran constantemente en disputas que no son científicas en sí mismas (a veces son conocidas como cuestiones de fundamentos de la ciencia, a veces se encuentran en libros que son injustamente catalogados dentro del sector de divulgación científica en las librerías). Existe un trabajo, cuyos frutos son valiosos y esenciales a la práctica científica, que consiste en el análisis y clarificación de estas disputas. Sin embargo no cuento con un argumento a priori a favor de esto. La única forma de defender el enfoque es mostrando de hecho tales frutos. Así, no puedo más que prometer que las herramientas adquiridas en este curso serán de utilidad para la reflexión acerca de la ciencia. 2. Distinciones dentro de la filosofía de la ciencia La primera distinción interesante que se puede hacer dentro de la filosofía de la ciencia, es entre filosofía de la ciencia general y filosofías especiales de la ciencia. La filosofía de la ciencia general tiene por objeto la ciencia en general. Dentro de esta área se encuentran las discusiones acerca de la ciencia general y no de disciplinas particulares. Las problemáticas particulares de las diversas áreas del conocimiento científico son tratadas por las filosofías especiales de la ciencia. Así podemos encontrar los mismos compartimentos en la filosofía de la ciencia que podemos encontrar en el conocimiento científico (existe una filosofía de la biología, una filosofía de la economía, etc.). La primera distinción importante es entre las ciencias formales y las ciencias fácticas o empíricas. Ciencias formales son las ciencias, como la matemática, la lógica o la geometría, para cuya realización no es necesario realizar observaciones o experimentos. Las ciencias fácticas, por otra parte, hacen afirmaciones acerca del mundo y se relacionan, de un modo u otro, con la experiencia. Una distinción precisa entre estos dos tipos de ciencia es complicada y no se pretende aquí más que haber dado una mera caracterización incorrecta y borrosa. La reflexión acerca de las diferencias entre el conocimiento formal y el fáctico ha estado presente desde el origen mismo de la filosofía y la cuestión es, todavía hoy, controvertida. Pero es posible establecer entonces una primera distinción entre filosofía de las ciencias formales y filosofía de las ciencias 3 fácticas. En esta materia nos ocuparemos sólo de la última, aunque se hace necesario aclarar que ambas reflexiones tienen interconexiones y han influido una sobre la otra. Es conocida la distinción, dentro de las ciencias fácticas, entre ciencias sociales, como la sociología, la antropología, la psicología, etc., y ciencias naturales, como la química, la biología, la geología, la física, etc. Podemos encontrar, consecuentemente, una distinción entre filosofía de las ciencias sociales y filosofía de las ciencias naturales. Ha habido y sigue habiendo polémicas al respecto de si existe una unidad de método entre ciencias sociales y naturales de la cual veremos algunos aspectos más adelante. Sin embargo, es posible aclarar que tal distinción, si bien pueda ser útil para agrupar disciplinas científicas es algo insatisfactoria para distinguir entre distintas formas de hacer filosofía de la ciencia. Pues, por un lado, existen áreas de las ciencias sociales que se parecen más a áreas de las ciencias naturales que a otras áreas de las ciencias sociales. Así, por ejemplo, ciertas formas de teorizar de biólogos evolucionistas y de economistas son muy semejantes. O es posible encontrar patrones explicativos historicistas dentro de la física y la biología. Ya veremos mejor estas cuestiones más adelante. Adquiriendo mayor especificidad, existen filosofías especiales de las ciencias para cada ciencia particular. Así, se puede hablar de una filosofía de la economía, de la historia, de la sociología, de la biología, de la física, de la psicología, etc. Cada una trata problemas peculiares de tales áreas (ver fig.1). Incluso, también se habla de filosofías para ciertas temáticas dentro de esas ciencias. Por ejemplo, se puede hablar de filosofía de la física cuántica, dentro de la física, o filosofía de la teoría de la evolución, dentro de la biología. Existen dos tendencias, que considero viciosas, en la filosofía de la ciencia actual (y probablemente de todos los tiempos). Consiste, por un lado, en la creencia de que es posible hacer filosofía de la ciencia general sin dedicarse ni prestar atención a la filosofía de ninguna de las ciencias particulares, por un lado, y por el otro, que es posible dedicarse a una filosofía especial de la ciencia sin ningún tipo de reflexión general al respecto de la ciencia. Considero, con muchos, que la filosofía de la ciencia general se hace abstrayendo lo aprendido en el análisis de disciplinas particulares, y que, por otro lado, es imposible realizar dicho análisis de un modo satisfactorio sin tener marcos conceptuales metateóricos generales. Ésta es otra cuestión que considero que no puede argumentarse a priori, sino que pretendo extraerla como consecuencia general de lo visto en el curso. Otra distinción interesante es la que se suele hacer entre filosofía de la ciencia sincrónica y diacrónica. Tal distinción es transversal a las anteriores (es decir, se puede hacer al interior de cada una de las distinciones ya mencionadas). Del análisis de cierta teoría científica particular en un momento dado sin considerar sus cambios en el tiempo se ocupa la filosofía sincrónica de la ciencia. Del estudio de la forma en que las teorías evolucionan en el tiempo se ocupa la filosofía de la ciencia diacrónica. Ambos tipos de 4 reflexión involucran problemas peculiares y fueron abordadas en muchos casos por distintos teóricos de la ciencia. Ciencia formales Lógica Psicología Matemática Sociología Geometría Antropología Ciencias Historia Ciencias sociales Biología Ciencias fácticas o naturales Ciencias naturales Química Física Geología Distinción entre ciencias. A cada una de las distinciones corresponde una filosofía de la ciencia particular 3. Breve historia de la filosofía de la ciencia contemporánea Como ya se había comentado, es posible remontar los estudios metateóricos de índole filosófica al origen mismo de la filosofía1. Se hace necesario tomar la decisión drástica de no tratar autores anteriores al siglo XX sólo por cuestiones de extensión. La decisión no es, de todos modos arbitraria. Pues es a comienzos del siglo XX en que la disciplina se profesionaliza y distingue de otras partes de la filosofía. Tomando este punto de partida, entonces, es posible distinguir, y normalmente se distingue, entre las siguientes fases, que no necesariamente son entendibles como períodos, pues se superponen y todavía hoy permanecen de diversos modos: 1- Fase clásica: se origina en la segunda década del siglo XX, cuando se construye y consolida lo que hoy es llamado habitualmente “concepción heredada” o “concepción clásica”. Se puede catalogar bajo esta fase a autores como Carnap, Reichenbach, Popper, Hempel (quien después terminaría siendo uno de los críticos más fuertes de esta concepción), Nagel, y, podemos incluir por estas latitudes a Gregorio Klimovsky y a Mario Bunge. 2- Fase historicista: se inicia en los años 70’ en contra de la concepción heredada, aunque muchas veces las diferencias no son tan abismales como eran vistas por 1 Es posible acceder a una breve exposición de la historia anterior al siglo XX en el texto La philosophie des sciences, de Ulises Moulines. 5 los propios autores participantes de la polémica. Esta fase se caracteriza porque adquieren una mayor importancia los estudios historiográficos de la ciencia. 3- Fase modelística: puede ser caracterizada a partir de la búsqueda de formas alternativas a la concepción estándar de teoría y nuevas respuestas a las cuestiones planteadas en la fase 1 y cuyo tratamiento fue criticado en la fase 2. Ninguna de estas fases ofrece un grupo homogéneo de autores ni un enfoque particular dominante. La caracterización es didáctica y ordenadora, pero algo caricaturizada. A lo largo del curso veremos algunas posiciones de cada una de las fases. Bibliografía optativa recomendada: Moulines, C. U. (2006), La philosophie des sciences: L’invention d’une discipline, Paris: Éditions Rue d’Ulm. Prólogo y fragmentos del cap. 1 (disponible en el sitio de la materia). Diez y Moulines (1997), Fundamentos de Filosofía de la Ciencia, Barcelona: Ariel. Capítulo (disponible en el sitio de la materia). 6