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Nombre: Dr. Miguel Ángel Hernández Briseño Universidad de Procedencia: Universidad de Guanajuato Cuerpo académico: Epistemología y filosofía contemporánea Línea de investigación: Filosofía de la tecnología Eje temático: Filosofía política o filosofía de la ciencia Sobre el determinismo: ciencia y tecnología en la filosofía crítica dialéctica I Presentación En esta ponencia se intentará plantear la recepción que la filosofía de la tecnología postpositivista tiene de la filosofía crítico-dialéctica como un determinismo tecnológico lo que es completamente falso. Se intentará exponer algunos elementos de los conceptos de ciencia y tecnología sostenidos por la filosofía crítico-dialéctica (específicamente la línea marxismo-teoría crítica) ya que se piensa que dicha posición de discurso aún contribuye a la investigación filosófica en la actualidad y que exponerla como un determinismo es un error. Comprender la idea de ciencia y tecnología que la filosofía crítico- dialéctica ha aportado a la investigación filosófica nos ayuda a comprender el momento histórico en el que nos encontramos y nos ofrece derroteros para la investigación filosófica relacionados con nuestras formas de percibir la naturaleza y la sociedad contemporánea. II La postura del post-positivismo Las filosofías post-positivistas1 han señalado que el marxismo y la teoría crítica son iniciativas de investigación deficientes en torno al fenómeno tecnológico debido a que presentan una tendencia al determinismo en sus argumentos. El pensamiento de Karl Marx no ha sido del agrado de la llamada “filosofía de la tecnología” anglosajona. Carl Mitcham ha señalado que la filosofía marxista y post-marxista son corrientes que no representan una teoría de la tecnología común. Desde la óptica de Mitcham fundador de la moderna “filosofía de la tecnología”, los estudios sobre producción de Marx dan origen a una corriente de estudio que pone énfasis más en las relaciones sociales que en el aparato tecnológico mismo. Como se tendrá oportunidad de argumentar esto es falso dado que el materialismo histórico indica que no puede darse un estudio lineal al margen de situaciones concretas, no se puede hablar de tecnología sin conocer los sistemas tecnológicos. En su primer libro ¿Qué es la filosofía de la tecnología? Mitcham señaló que: 1 Por post-positivismo se comprende junto con Larry Laudam al conjunto de las elaboraciones teóricas influenciadas por el positivismo lógico en tanto su interés por la ciencia (segundo Wittgenstein, Kuhn, Lakatos, Feyerabend, etc); dicha corriente post-positivista se diferencia del positivismo lógico en su pretensión de tener un “programa fuerte”. Al rechazar el programa fuerte el post-positivismo es un relativismo. Cfr. Laudam, L., Beyond positivism and relativism, Chicago University Press. La tradición marxista -y posiblemente toda una tradición de ciencias sociales de la filosofía de la tecnología- puede ser vista como un enfoque suficientemente distintivo de las tradiciones ingenieril y de las humanidades para merecer atención especial. El enfoque central de esta tradición, puede decirse, no es la aceptación y elaboración de tecnología (enfoque ingenieril), ni el cuestionamiento de la tecnología (tradición de las humanidades), sino el análisis y la crítica sociales.2 A continuación se expondrá que esto anterior es falso por dos motivos que serán desarrollados en los dos siguientes apartados formulados en contra del determinismo como argumento de la filosofía crítico-dialéctica y su análisis de la tecnología. III Contra el Determinismo I : la posición de Marx ¿Por qué es importante estudiar la ciencia y la tecnología según Marx? Desde la época de Karl Marx la filosofía se interesó y ocupó de la situación de la clase obrera como el máximo ejemplo de la negación de la humanidad en tanto que forma de esclavitud emergente a lo que en lo sucesivo se le denominará “inducción de subjetividad”. Toda la teoría del trabajo alienado y el fetiche mercancía sólo ponen de manifiesto que el individuo es minimizado por la dinámica trituradora del capitalismo lo que puede constatarse puntualmente desde los Manuscritos de 1844 hasta El Capital (en 1867). Las siguientes son dos consideraciones en torno al trabajo de Marx que demuestran su no-determinismo tecnológico a) Lejos está Marx de caer en un determinismo tecnológico y de considerar que la marcha de las máquinas domina la vida humana de forma inexorable e irreversible. Cierto es que hay que ser bastante cuidadoso en este punto debido a que es fácil la malinterpretación de la obra de Marx lo genera controversias vanas y su análisis sobre la tecnología no está exento de polémica. A pesar de que Marx intuyó desde muy temprano en su vida que la producción capitalista esclaviza al trabajador, el mismo Marx pensó y registró en los Manuscritos de 1844 la necesidad de pensar que lo característico de la era industrial es que la ciencia se entrevera con la producción y la vida cotidiana. De esa manera la clave para desenmarañar la mística que envuelve a la producción capitalista y que le da apariencia al despojo salvaje que sufre el trabajador de ser algo de lo más natural 2 Mitcham, C.; ¿Qué es la filosofía de la tecnología?; Barcelona; Anthropos, 1989. P. 89. es el análisis de la ciencia y la tecnología. Por ello Marx comenzó desde 1844 y hasta un 1857 un estudio progresivo de la ciencia y la tecnología capitalistas que lo llevaron a ciertas conclusiones entre ellas que la comprensión racional y teórica del modo de producción capitalista supone el primer escaño en el camino a la superación revolucionaria del mismo. Hay que señalar que el planteamiento en conjunto de Marx sostiene que mediante la vía de la mecanización y el desarrollo tecnológico: “ […] desaparecen el trabajo inmediato y su cantidad como principio determinante de la producción […] el trabajo inmediato se ve reducido [...] a una proporción más exigua [y finalmente] El capitalismo trabaja, así, en favor de su propia disolución como forma dominante de la producción”3, y no exclusivamente como un fenómeno de control de la sociedad y de la subjetividad. En ese sentido hay que enfatizar que Marx no veía con ojos deterministas la situación del obrero debido a que él no era un inmediatista. La “situación de la clase obrera” era una condición necesaria para la ulterior emancipación del proletariado –y de la humanidad- y lograr obtener una posibilidad real de abandonar de una vez por todas, la sociedad de clases: En resumen, el capitalismo es la condición histórica necesaria del progreso de la tecnología y la organización del trabajo. El “ansia voraz” de plusvalía está en la base de la moderna industria y de los modernos métodos cooperativos, aunque este progreso se ha conseguido a costa de un indecible sufrimiento, explotación, pobreza y deshumanización. Por temibles que sean sus descripciones de la degradación de los adultos y los niños en el sistema capitalista, Marx considera que este sistema no fue un error histórico que podía haber sido evitado si alguien, hace tiempo, hubiera ideado una mejor forma de organización social, sino una condición necesaria del restablecimiento de una verdadera comunidad humana. Por esta razón, aunque creía que era indispensable la lucha económica del proletariado, no consideraba a esta lucha como un fin en sí, sino, por encima de todo, como un medio de acelerar el proceso revolucionario. La acumulación de capital, mediante la agravación de la pobreza de los trabajadores, aproximaba por esto mismo el día de su liberación. La esperanza de destruir al capitalismo no residía en la acción espontánea de la clase trabajadora. Las contradicciones internas del sistema estaban creando una situación en la que éste no podía subsistir por más 4 tiempo, y esto se debía al proceso de autocrecimiento que era su principio vital . La anterior no es la única vía de disolución del capitalismo. La “tasa media de beneficio” y la pérdida del standard de vida resultan ser otra más de las contradicciones del capitalismo que favorecen su disolución y explican el fenómeno de “inducción de subjetividad” (producción y manipulación de los individuos). 3 Marx, K., Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, México D.F., Editorial Siglo XXI, 1980, octava edición. Tomo II. P. 222. El añadido entre corchetes es mío. 4 Kolakowski, L., Las principales corrientes del marxismo, Madrid, Alianza, 1980., Tomo I.,Pp. 294295. b) En segundo lugar Marx no intenta un análisis sociológico como piensa Mitcham sino como lo demuestra el propio Marx en la introducción a los Grundrisse (1857) se pretende una análisis de la producción para comprender sus relaciones de producción social, en ese sentido el materialismo se deslinda de los sociólogos franceses y los economistas ingleses reprochando su falta de rigor científico. Aquí es de destacar que Marx sí se interesó por el proceso productivo y tecnológico en sí mismo como lo pone de relieve el Cuaderno histórico-tecnológico (que corresponde al período de 1851) y los Grundrisse. Allí aparece evidencia empírica de que Marx estudió los procesos tecnológicos en sí mismos. Recordemos que desde 1844 Marx consideraba que no había más que una sola ciencia que es la ciencia de la naturaleza, y como la naturaleza humana es transformarlo todo, la ciencia de la sociedad es simultáneamente la ciencia de la naturaleza. Por otra parte cuando Marx hablaba de la máquina es porque conocía muy cercanamente su funcionamiento, había estado en fábricas y talleres entrevistándose con operarios y jefes de máquinas desentrañando la operación del modo de producción en sí mismo: Las fuerzas de producción son en sí mismas un producto histórico y social y para Marx el proceso productivo es un proceso social. Es necesario enfatizar este punto con el fin de poner en evidencia que el importante papel que Marx asigna al desarrollo de las fuerzas productivas materiales bajo el capitalismo no lo convierte en un determinista tecnológico. Por el contrario, no es la teoría la que obliga al capitalista a acumular, sino la necesidad de acumular la que lo obliga a desarrollar los poderes de la tecnología. La base del proceso de acumulación, del proceso por medio del cual las fuerzas productivas se fortalecen, es la extracción de plusvalía de la fuerza de trabajo. La fuerza de producción es la fuerza de explotación.5 El señor Mitcham se equívoca al pensar que Marx preconiza cualquiera de los dos lados de la ecuación. No se pueden separar producción y sociedad, están dialécticamente determinados. Además Marx se preocupa por el trabajo, pero no por cualquier clase de trabajo. Su preocupación es el trabajo industrial. Esa diferencia anunciada es muy precisa y nítida: a diferencia de Hegel, Marx intenta plantear una teoría y un método de acción práctica para el sujeto y su devenir frente al mundo que le rodea y le afecta: Pero incluso cuando yo actúo científicamente, etc., en una actividad que yo mismo no puedo llevar a cabo en una comunidad inmediata con otros, también soy social, porque actúo como hombre. No sólo el material de mi actividad (como el idioma, merced al que opera el 5 Nicoalus, M.; El Marx desconocido, estudio introductorio en: Marx, K., Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, México D.F., Editorial Siglo XXI, 1980, octava edición. Tomo I, P. XXX. pensador) me es dado como producto social, sino que mi propia existencia es actividad social, porque lo que yo hago lo hago para la sociedad y con conciencia de ser un ente social. 6 Finalmente parece quedar claro que la filosofía de Marx y adherentes está lejos de ser una filosofía que promueva la inmovilidad práctica, ética, política, moral y el quietismo social.7 En ese sentido puede afirmarse que el marxismo sigue siendo la cultura de la crítica a la economía política (totalmente válida en nuestros tiempos) y no la cultura de la apología de la maquinaria a contrapelo de las filosofías post-positivistas. Hay que convenir que en lo sucesivo se pondrá en suspenso el punto concerniente a la veracidad de la acusación en torno a considerar que toda forma de “marxismo” es un “determinismo tecnológico”, es decir, una corriente de pensamiento que considera que la historia tiene leyes trascendentales y que al desencadenarse las fuerzas del cambio tecnológico se transforman inexorablemente las fuerzas sociales sin posibilidad alguna para la libertad y la acción del individuo. IV Contra el determinismo II: la posición de la Teoría crítica Con la exposición anterior se ha intentado exponer que en la línea materialismo histórico - teoría crítica no hay determinismo; ahora se intentará demostrar que a pesar de haber objeciones reiteradas contra la teoría crítica no se ha demostrado convincentemente que la misma teoría crítica implique una teoría determinista como lo pretende la filosofía de la tecnología post-positivista. A ello se dedicará el apartado siguiente. La presente sección analiza a la luz de nuestras impresiones el falso dilema que señala la existencia de un determinismo en la teoría crítica sobre los sistemas tecnológicos. En Contra el determinismo I se ha expuesto que Carl Mitcham el “fundador” de la filosofía de la tecnología contemporánea señaló que el materialismo histórico era un “determinismo” en la comprensión de la tecnología. En su argumento, que subraya su desconocimiento sobre la postura materialista, Mitcham colocó algunos elementos que serían explotados por 6 Marx, K., Manuscritos Economía y Filosofía, Madrid, Alianza, 1993, P. 146 “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico sino problema práctico. En la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica, es un problema escolástico”. Marx, C., Tesis sobre Feuerbach, en: Engels, F., Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, Bogotá, Editorial Linotipo, 1979. Apéndice. 7 sus adherentes ibéricos tiempo después en la obra de Fernando Broncano. Broncano ha ofrecido una definición de lo que es un determinismo tecnológico en uno de sus textos más conocidos Mundos Artificiales;8 en la obra mencionada el filósofo ibérico comienza aleccionando al lector sobre quiénes son los críticos de la racionalidad técnica y entre ellos se encuentran los filósofos marxistas y de la teoría crítica identificados como deterministas. Conviene saber entonces qué es lo que Broncano llama determinismo para entender el argumento. Para el pensador ibérico el determinismo presenta dos formatos o acepciones, el primero de ellos es un determinismo normativo que: “consiste en una crítica de la falta de control social de la tecnología y en las amenazas a la autonomía individual”.9 Todo intento de comprensión de la tecnología en esos términos es reducida por el filósofo español a la etiqueta de determinismo. En la segunda definición sobre el determinismo tecnológico que ofrece Broncano se implica una manera peligrosa la comprensión de la tecnología: […] el determinismo es mucho más grave como filosofía de la tecnología porque […] los artefactos abren pero no determinan trayectorias futuras de la sociedad. El hilo conductor que da coherencia a este libro [Mundos Artificiales] nos lleva a una conclusión contraria: el futuro está abierto y está constituido por las posibilidades disponibles o accesibles. La innovación tecnológica es, precisamente, un medio de transformación colectiva del futuro que nos cabe esperar: cada innovación abre posibilidades que pueden ser o no aprovechadas por las sociedades y los grupos y las sociedades. Sólo está escrito nuestro pasado.10 Ante lo expuesto por Fernando Broncano me parece que es posible señalar que su definición de determinismo procede de un campo de investigación realmente estrecho. En descargo de las corrientes materialistas y de la teoría crítica corresponde hacer los siguientes señalamientos. La historia del siglo XX ha puesto de manifiesto la existencia de varios Estados totalitarios (nos viene a la memoria el régimen de Francisco Franco en España, por ejemplo) en el que la dominación en sentido absoluto han producido varios genocidios lo que es una situación aberrante sin duda. Más aberrante aún es el hecho de gran parte de esos genocidios han sido técnica y tecnológicamente diseñados (de hecho en España se utilizaron a manera de ensayo las armas que el Nazismo utilizó en la segunda guerra mundial). 8 9 10 Broncano, F., Mundos artificiales: filosofía del cambio tecnológico; México D.F., Paidós/UNAM; 2000. Broncano, F., op. cit., nota 249, P. 30 Broncano, Ibid, P. 36. Uno de los grandes aciertos de la teoría crítica consistió en advertir que la técnica había pasado de ser un medio de la producción para convertirse en un fin. La existencia se tecnifica y se administra. Durante el período de la guerra la administración de la vida cotidiana derivó en el desarrollo de campos de concentración. Mientras en América en el seno de la sociedad capitalista, el colectivo social era idiotizado por los nacientes medios de comunicación masiva. Después de la guerra las opiniones de la teoría crítica sobre el uso de la tecnología en forma de armas atómicas no podían ser halagüeñas. A partir de los elementos mencionados la “primera” teoría crítica deduce que la subsunción del individuo social es el eje rector de la subjetividad en la época de la cual son espectadores estos pensadores lo que expresan de modo caustico en la Dialéctica de la Ilustración: Cuanto más complicado y sutil es el aparato social, económico y científico, a cuyo manejo el sistema de producción ha adoptado desde hace tiempo el cuerpo, tanto más pobres son las experiencias de las que este es capaz. La eliminación de las cualidades, su conversión en funciones, pasa de la ciencia, a través de la racionalización de las formas de trabajo, al mundo de la experiencia de los pueblos y asimila tendencialmente a éste de nuevo al de los batracios. 11 Por esas razones los autores aludidos reflexionan sobre el proyecto moderno de una sociedad libre compuesta de hombres libres. Pero la despiadada crítica de la Escuela de Frankfurt al horizonte de posguerra no tenía la intención de lamentarse por lo ocurrido. No obstante, Adorno y Horkheimer siempre tuvieron la inquietud de que la Dialéctica de la Ilustración no fuese comprendida. Y de hecho así fue: “[...] Adorno y Horkheimer temían una lectura no dialéctica de su obra conjunta pues podría darse una interpretación de su Dialéctica de la Ilustración que sólo viese el lado pesimista de la crítica, sin comprender precisamente el punto de vista dialéctico negativo de su propuesta”.12 La obra en cuestión ha sido frecuentemente malinterpretada junto con el resto de la perspectiva de teoría crítica fenómeno que ya se ha mencionado. Ahora regresando a la perspectiva de la teoría crítica, es de subrayar que su intento de rescate del proyecto moderno y de la Ilustración haya pasado desapercibido y se ha tildado a Max Horkheimer y Theodor W. Adorno de pesimistas (o deterministas, o tecnófobos). El proyecto de esta primera teoría crítica puede verse como un proyecto inacabado 11 12 Adorno, Th. W. y Horkheimer, M., Dialéctica de la Ilustración, Valencia, Trotta, 1998, P. 89. Corona, J., Theodor W. Adorno: Individuo y Autorreflexión Crítica, Guanajuato, UG, 2008. P. 173. (parafraseando a Habermas). Lo cierto es que nuestros mismos autores consecuentes con su manera de ver las cosas siempre sostuvieron que: Cada progreso de la civilización ha renovado, junto con el dominio, también la perspectiva hacia su mitigación. Pero mientras la historia real se halla entretejida de sufrimientos reales, que en modo alguno disminuyen proporcionalmente con el aumento de los medios para abolirlos, la realización de esa perspectiva depende del concepto. Pues este no se limita sólo a distanciar, en cuanto ciencia, a los hombres de la naturaleza, sino que además, en cuanto autorreflexión del pensamiento que en la forma de la ciencia permanece atado a la ciega tendencia económica, permite medir la distancia que eterniza la injusticia. Mediante ese recuerdo de la naturaleza en el sujeto, en cuya realización se encierra la verdad desconocida de toda cultura, la Ilustración se opone al dominio en cuanto tal, y la llamada a detenerla resonó incluso en tiempos de Vanini, menos por temor a la ciencia exacta que por odio al pensamiento indisciplinado, que se libera del hechizo de la naturaleza reconociéndose como el propio temblor de ésta ante sí misma.13 Sin duda ésta cita deja muy en claro que la denuncia que acusa determinismo sobre los autores de orientación marxista o de la teoría crítica no es válida. Aquí, por cierto, apreciamos que las observaciones de la teoría crítica no se dirigen directamente en contra de los medios técnicos de producción sino en contra de los fines hacia los cuales están orientados. A pesar de las críticas en contra del materialismo histórico y la teoría crítica enarboladas por la “filosofía de la tecnología” que son las que se ha intentado presentar en esta ponencia es necesario señalar que… cuál es la actitud con la que se acomete esta pequeña contribución teórica. Max Horkheimer expresó en Teoría tradicional y teoría crítica que la naturaleza es una construcción social que repercute directamente en la construcción del ser social, Horkheimer también piensa que el sujeto tiene cierta clase de incidencia en las formaciones sociales actuales mediante su proceder: “[...] la praxis verdaderamente subversiva depende de la intransigencia de la teoría frente a la inconsistencia con la que la sociedad permite reificarse al pensamiento. No son las condiciones materiales de la realización, la técnica desencadenada en cuanto tal, lo que cuestiona dicha realización”. 14 La realización de praxis en este sentido es la puesta en marcha de la autorreflexividad crítica de la teoría crítica, esa actitud de la que hablaba Horkheimer se ha perdido y que hay que recuperar a contracorriente de la forma de vida y pensamiento que es promovida por la economía eso es lo que orienta esta contribución. 13 14 Adorno, Th. W. y Horkheimer, M., Dialéctica de la Ilustración, Valencia, Trotta, 1998, P. 92- 93. Op. Cit. P. 94. Bibliografía Adorno, Th. W. y Horkheimer, M., Dialéctica de la Ilustración, Valencia, Trotta, 1998. Broncano, F., Mundos artificiales: filosofía del cambio tecnológico; México D.F., Paidós/UNAM; 2000. Corona, J., Theodor W. Adorno: Individuo y Autorreflexión Crítica, Guanajuato, UG, 2008. Laudam, L., Beyond positivism and relativism, Chicago University Press. Mitcham, C.; ¿Qué es la filosofía de la tecnología?; Barcelona; Anthropos, 1989. Marx, K., Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, México D.F., Editorial Siglo XXI, 1980, octava edición. Tomo II. Kolakowski, L., Las principales corrientes del marxismo, Madrid, Alianza, 1980., Tomo I.,Pp. 294-295. Marx, K., Manuscritos Economía y Filosofía, Madrid, Alianza, 1993, P. 146 Marx, C., Tesis sobre Feuerbach, en: Engels, F., Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, Bogotá, Editorial Linotipo, 1979. Apéndice. Nicoalus, M.; El Marx desconocido, estudio introductorio en: Marx, K., Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, México D.F., Editorial Siglo XXI, 1980, octava edición. Tomo I, P. XXX.