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FUNDEHI, UNA APUESTA POR LA LIBERTAD Johan Andrés Nieto Bravo1 Carlos Andrés Pinto López2 DIRECTORES DE TRABAJO DE GRADO Sandra Nieto Useche Adriana Clavijo Resumen: La presente ponencia se enfoca en la reflexión sobre las concepciones pedagógicas de una egresada de la licenciatura en Filosofía de la Universidad Santo Tomás, a partir del tinte humanista cristiano que recorre la formación de este claustro, así la experiencia de educación no formal liderada por la Hermana Beatriz Charria, en el sector del Arroyo en Altos de Cazucá, es muestra de una concepción filosófica, antropológica y pedagógica marcada por una mirada integral del ser humano, manifestada también en la construcción de proyectos formativos y productivos que permitan superar los límites de pobreza y exclusión que han estigmatizado a este sector. Esta práctica de educación popular puede ser leída no solo desde la perspectiva filantrópica que ciertamente reviste, sino desde la lectura de una práctica pedagógica emancipadora, que busca ir más allá del asistencialismo o de la enseñanza de técnicas y saberes, buscando la libertad en la elaboración de nuevos sueños y proyectos de vida. PALABRAS CLAVE: Práctica pedagógica, Humanismo, Libertad, Filosofía. FUNDEHI Abstract: This paper focuses in a graduate of the Philosophy Bachelor’s degree at Santo Tomás University pedagogical conceptions, from the christian-humanistic conception which goes trough all formative experience at this University, In this way, the non-formal education experience leaded by Sister Beatriz Charria, at the neighborhood El Arroyo at Altos de Cazucá, it´s a sample of a philosophical, anthropological and pedagogical conception marked by a comprehensive view of the human being, also manifested in the building of formative and productive proyects, in order to overcome the poverty and exclusion limits, that have stigmatized this sector. This Popular-education practice can be readed not only from a philantropic perspective which indeed has, but also from the reading from an emancipatory pedagogical practice, that tries to go beyond welfarism or the teaching of techniques and knowledges, looking for the freedom in the elaboration of new dreams and life proyects KEYWORDS: Pedagogical practice, humanism, freedom, phylosophy. FUNDEHI INTRODUCCIÓN El papel que ejerce el Licenciado en Filosofía, egresado de la Universidad Santo Tomás, en la reconstrucción del tejido social, se desarrolla desde la reflexión humanista que impregna sus prácticas pedagógicas. Este insumo esencial durante su formación académica, es exteriorizado en el encuentro con comunidades, desde las cuales fundamentará su quehacer docente. La Fundación para el desarrollo humano integral (FUNDEHI) iniciada por la Hermana Beatríz Charria, es una de las obras emergentes tras la consolidación de las corrientes de pensamiento latinoamericanas en el ámbito de la pedagogía y la filosofía, que gestan el anhelo de Libertad, en las personas y comunidades que viven la opresión material y existencial. 1 Licenciado en Filosofía y Educación Religiosa de la Universidad Santo Tomás, docente investigador de la Facultad de Educación de la Vicerrectoría de Universidad Abierta y a Distancia de la Universidad Santo Tomás. Perteneciente como docente de tiempo completo de la Licenciatura en Filosofía, Pensamiento Político y Económico. Maestrante en Educación. 2 Teólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana, docente de Ética y Valores del Colegio Parroquial Santa Isabel de Hungría. Bogotá. Maestrante en Educación. FUNDEHI, ha hecho una apuesta por la libertad, al consolidar como eje transversal en su quehacer el desarrollo integral de la persona desde el humanismo, por ello el presente ejercicio investigativo se cuestiona con relación a ¿cuáles son los fundamentos pedagógicos que originaron la experiencia, desde la práctica pedagógica de una egresada tomasina? El aproximarse a la relación entre la hermana Beatríz Charria y la comunidad del Arroyo, ha permitido identificar una práctica pedagógica en la cual se toma conciencia de lo humano, a partir de la problemática social y comunitaria, comprendiendo con ello las razones por las cuales sus protagonistas han reconstruido desde la interioridad, una relación entre el conocimiento y la acción, que les permite encontrarse con la realidad y gestar la transformación de la misma. Esta ponencia presenta la experiencia pedagógica desarrollada por FUNDEHI y la comprensión pedagógica que la ha fundamentado, como una apuesta por la libertad desde la educación. FUNDEHI, EXPERIENCIA EN CONTEXTO El contexto de las megalópolis latinoamericanas, marcado por los anhelos de avances urbanísticos y sociales, guarda también un sinnúmero de realidades de pobreza, exclusión y marginalidad, trazando múltiples rostros sufrientes que caen en el anonimato de las masas, invisibilizados por la fuerza de la rutina; Bogotá también es una ciudad de exclusiones, pobrezas y dramas humanos que habitan en las periferias físicas y existenciales de la ciudad, conocidas por muchos como cinturones de miseria, los cuales se han hecho visibles en la forma de llamados y búsquedas de unas condiciones de vida digna para los que habitan en ellos, en ocasiones en la forma de asistencialismos privados y gubernamentales, pero también de proyectos de pensamiento autónomo y productivo que permiten pasar de la espera pasiva a la producción laboriosa construyendo no solo nuevas empresas, sino nuevos futuros posibles mediante cambios en la manera de ver el mundo desde las personas como gestores de sueños y de libertades autogestionadas. De este modo, entre el municipio de Soacha y Bogotá, se encuentra el amplio sector de Altos de Cazucá, uno de los lugares estigmatizados por sus realidades de desplazamiento y pobreza extrema, que es definido en un informe presentado por Médicos Sin Fronteras para ACNUR (2004) de esta manera: Altos de Cazucá es, junto con Altos de la Florida, uno de los lugares más deprimidos de Soacha. En este Municipio, colindante con Bogotá (Departamento de Cundinamarca), se concentran algunos de los mayores cinturones de pobreza de la ciudad y del país. Está situado en la falda de las colinas del Municipio y comenzó a poblarse por invasión hacia 1975, por la parte baja de la loma, formando el Barrio Julio Rincón y desde entonces, no ha parado de crecer. Los barrios que conforman esta zona se encuentran sin legalizar y cuentan con una infraestructura de servicios muy precaria e insuficiente. A esta zona llega un alto porcentaje del total de desplazados que constantemente recibe el Municipio de Soacha y allí se mezclan con el resto de la población en un contexto de miseria y marginalidad. Según datos del censo experimental llevado a cabo en mayo de 2003, en la Comuna 4 hay 7.718 personas desplazadas, el 43.4% del total de población desplazada de toda Soacha (17.751 personas). Según este censo, la población total del municipio en esa fecha era de 364.625 habitantes, siendo la tasa de crecimiento de la población del 4,8%, tres veces mayor que el promedio nacional (1,6%) y dos veces mayor que el de Bogotá (2,2%). La Comuna 4 a la que pertenece Altos de Cazucá contaría con 63.308 habitantes, la segunda más poblada del Municipio. A este lugar llegó la Hermana Beatriz Charria, una religiosa Dominica, en ese entonces vinculada como docente de la Licenciatura en Filosofía y Ciencias Religiosas de la Universidad Santo Tomás, de la que ella es también egresada. En el año de 1997, mientras vivía su experiencia comunitaria en San Mateo (Soacha), conoció a una ciudadana Suiza, Christiane Thibaud, con cuya ayuda comenzó la construcción de una escuela en el barrio El Arroyo, perteneciente a este sector de Altos de Cazucá; así, ante la urgencia de cubrir otras necesidades de la población en el ánimo de prestar ayudas efectivas y alejadas de la perspectiva asistencialista del Estado, se creó la Fundación para el desarrollo humano integral (FUNDEHI) que busca generar procesos que contribuyan a la promoción del bienestar, en todos los niveles posibles, de las comunidades en situación de vulnerabilidad, buscando moverlas hacia una autonomía productiva que les permita comprenderse en medio del mundo como sujetos de derechos y deberes, y como constructores de un futuro con una mayor calidad de vida. En el marco de este proceso, FUNDEHI ha encontrado diferentes necesidades evidenciables en el cotidiano de quienes habitan este sector, y en espíritu de fidelidad a su propia misión, se han logrado consolidar proyectos productivos y de educación no formal: Un jardín infantil con su respectivo comedor, donde se atienden cientos de niños cada día en sus necesidades alimentarias y educativas de la mano con los programas propuestos para la educación y el cuidado de la primera infancia; así como escuelas de formación en artes, música, deportes y danzas, que no solo buscan la ocupación del tiempo libre de los niños del sector, sino que ellas mismas se constituyen en herramientas de gran importancia en la construcción de un proyecto abierto a las posibilidades de un futuro con una mayor calidad de vida; también atiende a un número considerable de adultos mayores en el sector con un comedor para ellos; asimismo, pensando en el sostenimiento digno y estable de las madres cabezas de hogar, FUNDEHI ha logrado construir una fábrica de galletas: Corazones de Cazucá, vendiendo no un producto, sino la idea de la responsabilidad corporativa, teniendo como clientes a hoteles y otras empresas, con este proyecto, se busca consolidar la posibilidad de una independencia económica de quienes allí trabajan; y puesto que la dimensión espiritual también es importante en el desarrollo integral del ser humano, existe un lugar de encuentro comunitario y trascendente, donde no solo se celebra la fe, sino también la vida en común, que se ha convertido en un espacio de doble encuentro: con Dios y con los demás, la Capilla San Pedro del Arroyo, donde se celebran los sacramentos y se lee, de la mano de la Hermana Beatriz, la Palabra de Dios desde la óptica de la propia vida. Estas múltiples experiencias, anidadas en la fundación, tienen el enorme tinte del pensamiento humanista cristiano, uno de los acentos del trabajo de la Universidad Santo Tomás, y que es, sin lugar a dudas, una huella silenciosa presente en el trabajo de una mujer portadora de la obra tomasina en beneficio de la comunidad, en este sentido, León (2015) expresa: En primer lugar es preciso reconocer, que el concepto «persona» es un concepto nodal, que abarca su corporeidad, su afectividad, su lenguaje, su espiritualidad. La persona abarca, recoge, unifica e integra esa pluralidad de aspectos. Pero la persona también es «respuesta» a un proyecto inacabado, a una llamada que se le hace para que busque su plena realización como ser. (pág. 181) De estas afirmaciones se encuentran enormes trazas tanto en una mirada general de la obra, como en el testimonio de quienes han sido partícipes de ella, pues para todos los actores es claro que se trata de una construcción procesual en la que se integran los valores personales, comunitarios, de trabajo en equipo, espirituales y de aprendizaje, orientados a la finalidad común de la construcción de personas que se ven a sí mismos en un proceso de elaboración personal tendiente hacia la emancipación y la construcción de una vida más digna y de mayor calidad. PEDAGOGÍA COMUNITARIA Y FILOSOFÍA PERSONALISTA, GESTORAS DE LIBERTAD La consolidación de FUNDEHI como una obra social, se fundamenta en las comprensiones pedagógicas que gestaron su origen, crecimiento y proyección. La hermana Beatríz Charria como docente de Filosofía, comprendió que el cambio social de la comunidad del Arroyo, se gestaría desde la educación, por ello a lo largo de los años ha consolidado lo que ella denomina una pedagogía comunitaria, la cual pone en diálogo las necesidades cognitivas del individuo, con la transformación social del sujeto colectivo. Esta perspectiva pedagógica abre la puerta al “otro”, reconociendo el aprendizaje como un ejercicio común, donde lo intersubjetivo gesta una fuerza transformadora de la realidad, propiciando que la práctica pedagógica sea vinculante con la conciencia social. La construcción de una pedagogía comunitaria, desarrolla una acción liberadora, que asume la conciencia de la realidad propia del contexto y de los sujetos sociales que se desarrollan en este ambiente de aprendizaje. Freire relaciona la pedagogía de la esperanza como realidad ontológica, con la dimensión comunitaria como experiencia óntica, pues es en el ejercicio dialógico de la comunidad, en donde se gesta la esperanza que transforma: En cuanto necesidad ontológica la esperanza necesita de la práctica para volverse historia concreta. Por eso no hay esperanza en la pura espera, ni tampoco se alcanza lo que se espera en la espera pura, que así se vuelve espera vana. (Freire, 2005, p. 25) Esta esperanza transformadora adquiere rostros concretos con historias tangibles, que se desarrollan en contextos comunes, así entonces, tanto enseñanza como aprendizaje son manifestación de un experiencia comunitaria, en donde las personas se reconocen a sí mismas y reconocen al otro, generando productos dilógicos que humanizan, personifican y consolidan lazos de transformación social común, por ello: Es a través del diálogo como la educación alcanza su verdadero carácter humanista y se transforma en práctica de libertad; dicho de otro modo, siempre será creación cultural que intenta el rescate de lo comunitario como forma de expresar el compromiso con lo real. (Pérez y Sanchez, 2005, p. 322) El aproximarse a lo real, ha permitido que esta pedagogía comunitaria consolide un diálogo entre la formación y la acción, con la intención de empoderar a los vecinos del Arroyo para que haciendo conciencia de su realidad, sean los primeros agentes de transformación comunitaria. La educación que reciben, los lanza a la práctica efectiva y reflexiva, haciendo del conocimiento una respuesta al variopinto horizonte de problemáticas sociales y culturales, que a lo largo de los años se han transformado de forma sustantiva. Es por esta razón que el conocimiento emergente de esta comprensión pedagógica, nace en la comunidad misma y se construye como una fuerza de emancipación social que dignifica integralmente a la persona, permitiendo que sus protagonistas se encuentren con el mundo social, para responder a éste desde el diálogo de la conciencia individual y la conciencia comunitaria, por ello: El papel de la educación comunitaria permanente, concebida como proceso libertario, tiene que definir una filosofía de la educación pública que rescate el ser cultural que es el hombre. Este concepto de ser cultural parte de un rescate ontológico considerando que el ser social es ciencia social, y por lo tanto es su compromiso estudiar la realidad para vincular su acción social con respuestas coherentes que contribuyan a resolver problemática, satisfacer necesidades y a elevar la participación en el proceso libertario. (Pérez y Sánchez, 2005, p. 327). La fuerte influencia de la Filosofía Latinoamericana, que gira alrededor la Liberación, impactó el proceso de formación pedagógica de la hermana Beatríz, por ello Freire y Dussel se convirtieron en referentes fundamentales para la consolidación de FUNDEHI. Dejar atrás las lógicas ensimismadas del Ego, propias del pensamiento heredado por occidente, para dar paso a una lógica dialogal del Alter, permitió a la hermana comprender que la pedagogía se gesta en comunidad. La configuración de una identidad social en su comunidad ha sido la tarea de FUNDEHI durante estos dieciocho años de trabajo, el empoderamiento de las mujeres, la creación de espacios formativos para los niños y el fortalecimiento de la dimensión espiritual, ha permitido que la pedagogía comunitaria, afirme un “nosotros”, al interior de las personas que viven en el Arroyo. [...] dialogando sólo con nosotros mismos, logramos un primer momento de autoconciencia (monológica), necesaria pero aún sumamente abstracta, para adquirir una identidad verdaderamente concreta es preciso entrar en contacto con el “otro” y éste, a su vez, necesita aproximarse a nosotros para descubrir en nuestro reconocimiento su verdadera identidad (Dussel, en Sánchez, 1995, pág.66). La Pedagogía comunitaria de esta experiencia, se ha visto enriquecida con la fuerza del pensamiento Filosófico, propio de la formación tomista de la Hermana Beatríz, el personalismo como la reafirmación de la identidad individual de cara a la comunidad, es un horizonte para que los protagonistas de la experiencia descubran que las angustias, miserias y problemas que afrontan son propios, pero se pueden solucionar comunitariamente, porque existe un nosotros, que vive dificultades similares. Emmanuel Mounier consideró que el personalismo era más que una doctrina filosófica, él lo comprendió como un estilo de vida, que pone en el centro de su ser y obrar a la persona humana, de allí que la experiencia se denomine Fundación para el Desarrollo Humano Integral (FUNDEHI), y no busque satisfacer la necesidad material en sí misma, sino como parte de un proyecto, que le permite al ser humano repensar y reconstruir su propia historia. Llamamos personalista a toda doctrina y a toda civilización que afirma el primado de la persona humana sobre las necesidades materiales y sobre los mecanismos colectivos que sostienen su desarrollo... El personalismo no anuncia, pues, la creación de una escuela, la apertura de una capilla, la invención de un sistema cerrado. Testimonia una convergencia de voluntades, y se pone a su servicio, sin afectar su diversidad, para buscar los medios de pensar eficazmente sobre la historia (Mounier, 1995, pág. 9). Esta Filosofía que sostiene el ejercicio de una Pedagogía Comunitaria, reconoce como valor absoluto la dignidad de cada persona, sin hacer discriminación de su sexo, raza, política o religión. Unido a esto la Filosofía asumida por FUNDEHI reconoce en la persona una dimensión comunitaria que hace parte de su esencia misma, de allí que el trabajo que se realiza no busca copiar modelos sociales, sino solidificar la vida comunitaria de estas personas, para que con ello se geste un cambio social, lo personal se hace transpersonal; la persona sigue siendo individuo, pero su individuación es plena en cuanto sale de sí para comunicarse al otro, en palabras de Mounier «la persona se gana perdiéndose; se posee, dándose», es una dialéctica entre personalización y comunitariedad. En la Filosofía personalista la dimensión espiritual encuentra un lugar especial, en cuanto se considera que da un sentido de vitalidad a la persona, ya que tiene primacía sobre lo material, pues proyecta a la persona hacia lo trascendental, pero no desde el deseo de lo eterno, sino desde su dignificación a partir de lo inmanente, de la realidad misma que le rodea, por ello Mounier (1972) define así a la persona: es un ser espiritual constituido como tal por una forma de subsistencia y de independencia en su ser; mantiene esta subsistencia mediante su adhesión a una jerarquía de valores libremente adoptados, asimilados y vividos en un compromiso responsable y en una constante conversión; unifica así toda su actividad en la libertad y desarrolla por añadidura impulsos de actos creadores, la singularidad de su vocación (pág. 59). Es por ello que la Filosofía que fundamenta la Pedagogía Comunitaria de todas las prácticas pedagógicas de FUNDEHI, ha buscado consolidar el humanismo y la promoción de la persona como una realidad integral, más allá del asistencialismo. La experiencia ha empoderado a sus protagonistas, para que puedan ser gestores de cambio al interior de su comunidad, sus vidas y acciones se han visto transformadas por el aporte de esta propuesta de emancipación. El poder trabajar en diversos frentes de formación de la persona ha permitido que filosóficamente la pedagogía se haga auténticamente comunitaria, en cuanto es interdisciplinar y transdisciplinar. Un proceso educativo, teniendo en cuenta las características esenciales de la persona, ha de situarnos en esta era sistemática que se abrió paso para trabajar en función de los sujetos, teniendo en cuenta la interdependencia de los mismos y las relaciones que deben mantener en diferentes campos, poniendo en juego todas sus potencialidades. Para poder vivir en el siglo xxi se necesita dotarnos aún más como educadores de tal modo que se transfiera el empowerment (empoderamiento) al estudiante, en los campos del dominio personal, la creatividad e innovación, el trabajo en equipo, la sistematización de cuanto se proyecte y realice, teniendo en cuenta la interdisciplinariedad y transdisciplinariedad, según los casos. (Guevara, 2015, pág. 186) Es en este horizonte de sentido, en donde se gesta la experiencia de Formación para el desarrollo humano integral, a la cual la presente investigación se aproxima desde la lógica de la Sistematización de experiencias, comprendiendo a partir de Jara (2006) que las experiencias son: Procesos socio-históricos dinámicos y complejos, individuales y colectivos que son vividas por personas concretas. No son simplemente hechos o acontecimientos puntuales, ni meramente datos. Las experiencias, son esencialmente procesos vitales que están en permanente movimiento y combinan un conjunto de dimensiones objetivas y subjetivas de la realidad histórico-social. (p. 7) Además de ser una experiencia de índole social, FUNDEHI puede considerarse una experiencia pedagógica, que fundamentada en la pedagogía comunitaria y en la concepción de persona, gesta procesos de prácticas formativas al interior de comunidades sociales, aproximándose a las lógicas de educación popular, procurando con la misma procesos de emancipación comunitaria, que partiendo de la realidad que rodea a los sujetos concretos, se convierta en un canal de transformación social. En este sentido Jará (2010) afirma: Así, una educación “popular” hace referencia a aquellos procesos político-pedagógicos que buscan superar las relaciones de dominación, opresión, discriminación, explotación, inequidad y exclusión. Visto positivamente, se refiere a todos los procesos educativos que buscan construir relaciones equitativas y justas, respetuosas de la diversidad y de la igualdad de derechos entre las personas.(pág. 5) MUY BIEN De este modo, la experiencia de FUNDEHI está enmarcada en una mirada cercana a la de la educación popular, en cuanto ella misma supone una mirada integral de la persona como sujeto de derechos, deberes, necesidades y dimensiones, que necesita ser acompañada más que asistida, y de quien dependen, en últimas, las transformaciones políticas y sociales que puedan realizarse. A modo de conclusión La experiencia pedagógica desarrollada por la hermana Beatríz Charría, egresada tomasina de la Licenciatura en Filosofía, no ha consistido en la creación de obras materiales, o en la asistencia social a comunidades vulnerables, estos han sido efectos de la esencia misma de la experiencia. El ser y el quehacer de FUNDEHI ha girado alrededor de la reflexión pedagógica desde la cual se busca restituir el valor de la persona individual y del sujeto colectivo al cual se le conoce como comunidad. La experiencia ha brindado formación para que los protagonistas de la misma, reflexionen sobre la relación entre el pensamiento, la existencia y la realidad, es decir entre los conocimiento desarrollados en la obra, la constitución del ser tanto de la persona como de la comunidad, y finalmente la transformación de la realidad que le rodea, así la persona que se había perdido en la masificación del constructo social colonizante, se reconoce a sí misma como parte de un todo y se empodera para promover la acción comunitaria de humanización. El ejercicio de la Pedagogía comunitaria, ha posibilitado que FUNDEHI, deje de ser una balsa salvavidas que asistía a los pobladores del Arroyo, para convertirse en un buque de transporte puesto en altamar por los miembro de la comunidad, el cual los lleva a nuevos puertos distantes a las turbias aguas de la miseria, la pobreza y la injusticia social. La formación como una acción vinculante a la vida, ha propiciado el ideal dominicano-tomista de la Conductio y la Promotio, pues FUNDEHI ha trazado una intencionalidad de formación que impregna la obra en su totalidad; y la comunidad se ha promovido en un ejercicio autónomo, que les permite obrar la acción humana, según unos valores sustantivos que dignifican la persona y consolidan la comunidad. La Práctica docente desarrollada por la Hermana Beatríz, se ha convertido en una acción social de transformación, su quehacer consolida un dinamismo complejo, que se fundamenta en la dialéctica entre persona y comunidad, que entreteje relaciones humanas que consolidan identidades colectivas. La acción de esta maestra reinstituye el rol de la filosofía como aprendizaje académico y proyecta socialmente el papel del licenciado tomasino en el panorama educativo colombiano. Trashumar por las periferias existenciales de la persona, no es una tarea fácil, sin embargo sabemos que se siguen “horneando” Corazones de Cazucá, pues el Arroyo es una tierra de oportunidades. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Freire, P. (2005). Pedagogía de la esperanza, un reencuentro con la pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI. Bilbao Guevara, J. (2015). La persona vista desde Emmanuel Mounier y su repercusión en la misión educativa. En: Aula, Revista de Pedagogía de la Universidad de Salamanca. 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