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LA HOJA VOLANDERA
RESPONSABLE SERGIO MONTES GARCÍA
Correo electrónico [email protected]
En Internet www.lahojavolandera.com.mx
EL ANARQUISMO MEXICANO Y LA
EDUCACIÓN
(Primera parte)
Sergio Montes García*
*Lic. en Pedagogía (FFyL UNAM).
Prof. Titular "C" T.C. Def.
Profesor de Historia de la Educación e Historia de la Educación en México
en la carrera de Pedagogía (FES-Acatlán)
[email protected]
Surgido originalmente en Europa durante el siglo XIX, el anarquismo es un movimiento que busca la solución de los problemas sociales en beneficio de todos. Para
alcanzar esta meta, según Enrico Malatesta (un importante anarquista italiano),
“…sólo hay un medio: acabar revolucionariamente con los detentadores de la riqueza social, ponerlo todo a disposición de todos y dejar que todas las fuerzas, todas las capacidades y toda la buena voluntad existente entre los hombres contribuyan a proveer las necesidades de todos”.1
Contrario a la idea popular que identifica al anarquismo sólo como una manifestación permanente y violenta contraria a todas las formas de gobierno, como son
los atentados terroristas contra personajes y funcionarios del Estado, esta corriente utiliza los medios más variados de propaganda y de acción, entre los que se pueden mencionar la organización de nuevos sindicatos e infiltración en los existentes;
mítines, asambleas, huelgas y boicots; la impresión de libros, folletos y periódicos;
y, sobre todo, la que nos interesa y que es el motivo central de esta plática: la orga-
1
Malatesta, Enrico, La anarquía y el método del anarquismo, segunda edición, Premía, México, 1989, p. 79.
Octubre 10 de 2013
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EL ANARQUISMO MEXICANO Y LA EDUCACIÓN (I)
nización y funcionamiento de escuelas cuyo fin es adoctrinar y preparar a los futuros anarquistas.
Dos figuras de gran relevancia en la construcción de la doctrina anarquista
fueron el francés Pedro José Proudhon (1809-1865) y el ruso Mijaíl Bakunin (18141876).
Proudhon, originario de un pequeño pueblo agrícola del sur de Francia, comparte con otros intelectuales franceses el rechazo a las ciudades en crecimiento
producto de una cultura capitalista-industrial. Contra ellas propone una sociedad
agrícola y con pequeña industria, basada en comunas voluntarias y cooperativas de
trabajadores, donde no hubiera la propiedad privada pero sí el derecho a la retención individual de los productos del trabajo y la distribución por partes iguales de
los excedentes. Pugna por la libertad individual y manifiesta su oposición a las intromisiones del gobierno en la vida de las personas. Es partidario del cambio social
sin violencia.2
A diferencia de Proudhon, Bakunin reconoce en la acción revolucionaria y
violenta la única vía para lograr la transformación de la sociedad, aunque no soslaya la importancia de la educación como medio de transformación social. Su pensamiento se expresa con claridad en los propósitos generales del programa anarquista publicado en Roma a mediados del siglo y que se exponen en los siguientes
términos:
“Toda autoridad humana o celestial debe desaparecer, desde Dios hasta el último agente
de la policía. Abolición de todo privilegio. Propiedad colectiva de la tierra y de los instrumentos de trabajo. Emancipación y reintegración del hombre individual y colectivo. No
más amos. Trabajo, pan, riqueza, instrucción, justicia y libertad para todos. La tierra, al que
la cultiva; la máquina, al que la emplea; la casa, al que la habita; la comunidad federada...
he aquí lo por venir”.3
Tres momentos del anarquismo mexicano. Las ideas de éstos, como de otros
pensadores anarquistas, traídas a México por inmigrantes europeos tuvieron gran
acogida en algunos sectores de la población, particularmente estudiantes, intelectuales y trabajadores artesanos, y, como escribe John M. Hart, “durante los cuarenta
y cinco años que precedieron a la Revolución mexicana, los anarquistas, que fueron
los primeros agraristas urbanos, contribuyeron con una doctrina al antes mal
entendido movimiento agrario mexicano”.4
De la injustamente no muy conocida historia del anarquismo mexicano atisbaremos un poco sobre el relevante papel que desempeñaron en ella tres notables
personajes: Rhodakanaty en la introducción del socialismo en México; Flores Magón en el movimiento precursor de la Revolución mexicana; y Moncaleano en la
fundación de la Casa del Obrero Mundial.
Hart, John M., Los anarquistas mexicanos, 1860-1900, SEP (Sep Setentas, 121), México, 1974, p. 10.
Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, Tomo 5, Madrid-Barcelona, 1982, p. 354.
4 Hart, John M., El anarquismo y la clase obrera mexicana, 1860-1931, tercera edición, Siglo XXI, México, 1988, p. 24.
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EL ANARQUISMO MEXICANO Y LA EDUCACIÓN (I)
Rhodakanaty y la introducción del socialismo en México. Plotino Constantino
Rhodakanaty fue el fundador del primer grupo anarquista que organizó a la clase
trabajadora en México. Nació en Atenas, Grecia, el 14 de octubre de 1828. Hizo estudios de medicina en Viena y de idiomas y filosofía política en París. En esta ciudad
conoció a un mexicano que le habló de la política agraria promovida por el presidente Comonfort y de su invitación a los extranjeros para venir México a crear colonias agrícolas, otorgándoles, inclusive, el derecho de naturalización. Entusiasmado,
Rhodakanaty se trasladó a nuestro país al que arribó en febrero de 1861, y en el
que vivió durante veinticinco años, realizando una vasta labor política y educativa
así como de difusión de la doctrina socialista. Así, en 1863, siendo profesor de una
escuela preparatoria de la ciudad de México organizó un círculo de estudios conocido después como el “grupo de estudiantes socialistas” donde estaban, recuerda
Hart, “Francisco Zalacosta, un joven fanático que posteriormente encabezó luchas
agrarias, y Santiago Villanueva, quien organizó el primer movimiento obrero”. Fuera de este grupo, en 1865, creó La Social, organización anarquista secreta que pretendía instaurar el socialismo en México. Ese mismo año fundó en Chalco la Escuela
del Rayo y el Socialismo dedicada a la instrucción de niños y peones en lectura, escritura, oratoria, métodos de organización e ideales socialistas. A pesar de su corta
existencia, alrededor de cuatro años, la Escuela del Rayo tuvo una considerable influencia en la región. La prueba de esto la encontramos en un joven asistente a ella,
trabajador de una hacienda cercana a Texcoco, Julio Chávez López, quien influenciado por las ideas libertarias de Rhodakanaty encabezará una rebelión contra los
hacendados y el gobierno, la que en poco tiempo fue sofocada.
Rhodakanaty fue un prolífico escritor, que además de fundar su propio periódico “El Cronoscopio. Periódico frenológico y científico”, colaboró con importantes
diarios de corte radical como “El hijo del trabajo”, “El combate” y “El socialista”. Las
temáticas abordadas por él fueron muy variadas como lo muestran algunos títulos
de artículos y ensayos: “Cartilla socialista”; “Reflexiones filosófico-sociales a favor
del divorcio”; “Escuela de filosofía trascendental”; “El Estado es el padrastro del
pueblo”; “Estudios de filosofía social”; “Filosofía de la religión”; “Estudios trascendentales de filosofía natural aplicada a la sociología”.5
Después de haber dejado sus mejores años en México desplegando su vitalidad e inteligencia en la escuela o en la prensa, Rhodakanaty se embarcó para Europa un día de 1886, sin hacer ruido, discretamente como había llegado. Era el epílogo de la primera época del socialismo mexicano.6
5
6
Rhodakanaty, P., op. cit., pp. 41-67.
Illades, C., op.cit., p. 17.
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Fuente: Sergio Montes García, La Universidad Nacional en el tiempo, segunda
reimpresión, UNAM- FES Acatlán, México, 2011, pp. 7-20.