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Vínculo Trapense nº 8 Monasterio Trapense Ntra.Sra. de los Ángeles C.C. 34 B 7300 WAA Azul noviembre y diciembre de 2006 enero de 2007 Estimado Amigo del Monasterio: Uno de los aspectos de nuestra comunidad que impacta, sobre todo a los huéspedes que se quedan algunos días, es lo que se puede llamar la dimensión mariana. La experimentan de distintas maneras: en el pequeño grupo que reza el Rosario cada madrugada; por el hecho de comenzar con un canto a la Virgen cada Hora de la oración pública de la comunidad; quizá especialmente al fin de cada día en el largo canto solemne de la Salve Regina: “Dios te salve, Reina y Madre de misericordia…”. Llama la atención también el lugar central del vitral de María, Nuestra Señora de los Angeles, detrás del altar, al fondo del ápside central del templo. Dicho vitral, inspirado en un manuscrito cisterciense de la Edad Media, sobresale más aún por ser la única imagen en nuestra iglesia, fuera del Crucifijo colgado sobre el altar. La falta de otras imágenes o estatuas hace incluso que algunos visitantes nos preguntan ¡si somos católicos! La razón de esta sencillez de estilo, que es común a todas las iglesias trapenses del mundo, es más bien el deseo de ayudarnos a concentrar nuestra atención y de profundizar en lo que es más céntrico de nuestra fe católica: la revelación del amor y de la verdad de Dios realizada en Jesús y en María. 2 ¿Quién es María? A partir del momento en que María aceptó la invitación de Dios a ser Madre del Salvador, Hijo único del Padre, María es inseparable de Jesús. La Virgen estaba presente y activa en los tres momentos clave de nuestra salvación: la venida de Jesús al mundo, su muerte redentora sobre la Cruz, y la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, para dar a la Iglesia su forma y su energía divina. María se hace así no sólo Madre de Jesús, sino también Madre de la Iglesia y Madre nuestra. Así nos ayuda muchísimo en nuestro caminar, a conocer mejor a Jesús, a amarlo más y a servir con amor a todos. Los hermanos en el monasterio vivimos intensamente todo esto, cada uno a su propia manera. Para algunos, los 20 Misterios del Rosario, Misterios de la vida de Jesús y de María, representan el mejor sumario de la verdad y del amor de Cristo. Para otros, basta la oración común de la comunidad: la celebración de la Eucaristía cada mañana y los Oficios en la iglesia a lo largo de la jornada. Lo que armoniza las distintas atracciones personales, es que todos nos damos cuenta de que María es Madre de todos. Lo que importa es permitir que ella reproduzca en el corazón humano sus propias disposiciones y actitudes, que coinciden totalmente con las de Jesús, su Hijo: es decir, la oración de corazón, la docilidad a la voluntad del Padre celestial, la humildad abierta a los demás y respetuosa de sus sentimientos, la paciencia en la tribulación y la confianza alegre en el amor victorioso de Dios. Pero hay momentos especialmente significativos en la jornada, como los hay en la vida de 3 todos. Los huéspedes captan fácilmente que los dos momentos cumbres en la jornada de los hermanos son, a la mañana la santa misa y, al atardecer, el canto comunitario de la Salve Regina, cuando los hermanos se ponen cerca del altar, bajo la vitral de María, y se expresan en una de las piezas más hermosas y más inspiradas del Canto Gregoriano, que remonta hasta comienzos del siglo XII, y quizá aún antes. Se trata de un saludo final a la Virgen, al terminar el día. Es una emotiva canción de amor, cuyo punto melódico más alto describe los “ojos misericordiosos” de María, pero el climax real se logra cuando se le pide, en ritmo de canción de cuna: “Después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre”. En el transcurso de la Salve, el monje puede expresar así sus sentimientos personales respecto de la Madre de Jesús: “Reina”, “Madre de misericordia”, “Vida”, “Dulzura”, “Esperanza nuestra”, “Abogada nuestra”, “Clementísima y piadosa”, “Dulce Virgen”, para terminar suavemente con el nombre de María. María y nosotros: dos hechos. Al concluir este bosquejo del aspecto mariano de la vida en el monasterio, vale la pena subrayar dos hechos más generales. El primero es que vamos entrando, durante todo el mes de diciembre, en la preparación inmediata para Navidad: es lo que se llama Adviento, que comienza el domingo 3 de diciembre. Luego, después de Navidad, nos gozamos de una nueva presencia de Cristo a lo largo del mes de enero. Estas semanas, antes y después de Navidad, constituyen un fuerte tiempo 4 mariano para todos, a fin de apreciar mejor a esta mujer, María, a quien Dios nos ha dado como Madre personal nuestra ahora y para siempre. El segundo hecho general, fluye del primero. Es la necesidad de preguntarnos: ¿Cuál es mi experiencia personal de María? ¿Hace falta un cambio de profundidad en mi relación con ella? Quizá algo de lo descripto más arriba puede ayudar en este tipo de reflexión. Fechas claves este verano: 11 de noviembre San Martín de Tours, monje y obispo. 26 de noviembre Jesucristo, Rey del Universo. 30 de noviembre San Andrés, Apóstol. 3 de diciembre Primer domingo de Adviento. 8 de diciembre Inmaculada Concepción de María. 12 de diciembre Fiesta de Ntra. Sra. de Guadalupe. 25 de dicimebre Natividad del Señor Jesucristo. 31 de diciembre Sagrada Familia de Jesús, María y José. 1º de enero Santa María, Madre de Dios. 6 de enero Reyes: Epifanía del Señor. 7 de enero Bautismo del Señor. 25 de enero Conversión de San Pablo. 2 de febrero Presentación del Señor. Tel: (02281) 49-8005 Mail: [email protected] Fax: (02281) 49-7455