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Manifiesto
de la Asamblea ¡Córdoba Ciudad Despierta!
Presentada ante los consiliarios de la Universidad Nacional de Córdoba
el 13 de Octubre de 2009.
Nosotros hombres y mujeres autoconvocados por la defensa de
nuestros bienes comunes y la vida, nucleados en la asamblea
¡Córdoba Ciudad Despierta!, nos presentamos ante este Honorable
Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba, a los fines
de que se pronuncie contra la aceptación de los fondos provenientes
del emprendimiento Yacimiento Minero Aguas de Dionisio, socia de
Minera Bajo la Alumbrera Limited.
La megaminería a cielo abierto genera daños irreparables a la
tierra, el agua, la flora, la fauna y la vida de los seres humanos.
No profundizaremos en argumentaciones de carácter técnicocientífico respecto de la mega minería contaminante puesto que
sus consecuencias nefastas son harto conocidas,
según la
documentación que oportunamente se hiciera llegar al Honorable
Consejo Superior de La Universidad Nacional de Córdoba.
Hoy martes 13 de octubre de 2009 a 507 años y un día del 12 de
octubre de 1492 nos encontramos aquí reunidos hombres y
mujeres, en la misma situación que se encontraron nuestras
poblaciones originarias, padeciendo no sólo la fiebre del oro sino
de todas nuestras riquezas, poniendo en acto renovadas formas
de neocolonialismo a la que pareciera estar condenada la historia
de nuestro continente.
La salvaje expoliación de Abya Yala (hoy continente americano)
se funda en una concepción eurocentrista del desarrollo y el
progreso que justifica el modelo neoliberal imperante.
A
diferencia de los Pizarro y los Cortez, que trajeron espejitos y
cuentas de colores, hoy esa avanzada colonialista se presenta con
la figura de empresas transnacionales que buscan comprar con
migajas la licencia social que les permita continuar con sus planes
de despojo y saqueo de los bienes comunes. La estrategia de
estas
empresas
es
dar
limosnas
sociales
a
comunidades
sistemáticamente empobrecidas, debilitar la resistencia de los
pueblos organizados, enfrentar a sus pobladores y recurrir a la
complicidad y el silencio de corruptos gobernantes, para que sean
sumisos ejecutores de sus planes neocolonialistas.
Los millones de habitantes originarios de estas tierras fueron
desposeídos de sus bienes naturales, de sus formas de vida y
sufrieron el más espantoso de los genocidios. Hoy, en las
proximidades a estos emprendimientos, los hombres y mujeres
sufren otra clase de genocidio: desde el desarraigo fruto de las
“migraciones ambientales” forzadas hasta las enfermedades y la
muerte: la contaminación, los ríos secos, los glaciares destruidos
ya son un hecho. Sirva de triste ejemplo Andalgalá, en la
provincia de Catamarca, hoy reconocida como zona de sacrificio
en los mapas mineros y Provincia en la que pronto comenzará a
funcionar, entre otros emprendimientos mineros Agua Rica, que
sería tres veces más grande que Bajo la Alumbrera.
El quiebre-bisagra del presente que hoy vivimos ocurrió hace 30
años con la dictadura genocida, que destruyó los pilares de
nuestra sociedad y dio paso al proceso neoliberal de la década
del ’90, instaurando un marco legal que excluyó al estado del
uso,
control
y
disposición
de
nuestros
bienes
nacionales,
permitiendo de esta manera la entrega lisa y llana de dichos
bienes comunes a empresas transnacionales. Esta política se
mantiene en la actualidad, ratificada por todos los gobiernos
‘democráticos’ argentinos. Denunciamos que este proceso de
entrega se ejecutó en toda América Latina y hoy se ve reflejado
en
un
plan
organizado
capitalismo insaciable, plan
por
los
intereses
económicos
del
denominado IIRSA (Infraestructura
para la Integración Regional Sudamericana).
Si 500 años atrás vinieron con la cruz y la espada, en esta
ocasión, los malinches actuales, los entregadores de hoy –Carlos
Menem, José Luis Gioja, Beder Herrera, Brizuela del Moral, Das
Neves, etc.- perpetúan el modelo colonialista con numerosas
leyes dictadas entre 1992 y 2001, con el sello del Banco Mundial,
perpetuando la entrega de nuestros bienes comunes a grupos
financieros internacionales. Estas leyes muestran la subordinación
de nuestra nación a grupos del poder privado, tal como se expuso
obscenamente en oportunidad de la formulación de la Ley de
Protección de los Glaciares, la cual, a pesar de haber sido
aprobada por unanimidad en ambas cámaras legislativas (con
solo tres abstenciones en senadores) fue vetada por la Presidenta
de la Nación.
Sin embargo, esta entrega tiene un costado aun más perverso.
Estamos discutiendo en esta Universidad Pública la aceptación de
fondos que aunque son previstos por ley, sabemos que son
contrarios al espíritu con que esa ley fue dictada. Estos fondos,
que son fruto de la entrega, generan divisiones y enfrentamientos
en los claustros universitarios, apelar a estas cuestiones legales
es una patraña que deja de lado el deber ético y moral. Esto es
perverso ¿Dónde esta la Universidad?
¿Y qué decir de esos peligrosos discursos como el de la
“remediación”? ¿o aquellos que afirman sin reservas que la
minería a cielo abierto contamina, pero seguidamente aseguran
que la Universidad no puede renunciar a recursos que muy bien
podría usar para revertir políticas y prácticas ambientales
imperfectas? Son posiciones bochornosas donde se cuelan falsos
paradigmas de progreso y desarrollo.
Lo que se dice en nombre del “desarrollo” en realidad implica la
pérdida de eslabones irrecuperables. Los recursos de la vida son
finitos. No podremos reestablecer, ni reparar, ni devolver los
ambientes naturales que la megaminería destruye. Lo volvemos a
decir: la mina a cielo abierto contamina, la mina a cielo abierto
mata. No seamos cómplices; no se trata de costos y beneficios:
se trata de otra de las maneras autoritarias donde se expone una
geopolítica de colonias, de extracción, imponiendo formas de
vida.
Si las universidades son sostenidas por el sacrificio de todo el
pueblo argentino, a sabiendas que la mayoría de estas personas
no tendrán acceso a estos claustros, al menos sus voces hoy
deberían ser tenidas en cuenta. Reivindicamos a la Universidad
de Córdoba, aquella Universidad de la Reforma del 18, la que se
involucró en procesos sociales como el Cordobazo, la que se
mantuvo
firme
y
comprometida
con
la
sociedad
y
sus
necesidades. Reconocemos que hay personas en la Universidad
Nacional de Córdoba, que con su trabajo de investigación,
docencia y extensión denuncian el atropello de la depredación y
la contaminación de la minería a cielo abierto, y demás
problemáticas socio-ambientales.
Pero hoy venimos a decirles
que necesitamos que esas actitudes individuales se constituyan
en una política de conjunto.
Las
buenas
intenciones
no
alcanzan:
es
necesario
un
pronunciamiento institucional. Es necesario decir no a los fondos,
un No rotundo a los fondos provenientes de La Alumbrera.
Afirmamos
que
la
Universidad
Nacional
de
Córdoba
debe
encabezar la lucha para la derogación de la ley de inversiones
mineras Nº 24196 y leyes complementarias. Decir no a los fondos
de La Alumbrera constituye un primer paso en este camino, como
pronunciamiento ético y moral que evidencie la clara decisión de
reconocer y apoyar a los colectivos y movimientos sociales que
casi en soledad –invisibilizados por los medios de comunicacióncomprometen sus vidas al ser
reprimidos y
judicializados
en
base a leyes antiterroristas que responden al mismo modelo
neoliberal de las empresas transnacionales.
Para que la UNC vuelva a ser un ejemplo de lucha y compromiso
social en el país y en América Latina, como alguna vez lo fue, la
Asamblea ¡Córdoba Ciudad Despierta! sostiene que éste es el
momento de tomar una posición contundente de independencia,
pronunciándose en rechazo de los fondos de YMAD. Sabrán los
consiliarios ponerse a la altura de los grandes hombres de
nuestra
patria,
valorar
la
trascendencia
histórica
de
sus
decisiones y ser protagonistas en este camino de liberación de
América Latina, retomando el espíritu del Manifiesto Liminar de la
Reforma del 18, cuando dice “...desde hoy contamos para el país
una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos
quedan son las libertades que nos faltan...”