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Psicoanálisis Freud
Profesor Titular: Osvaldo Delgado
Escuela de formación de Ayudantes
“Algunas notas acerca del concepto de fantasías en Freud”
por Santiago Uviernes
Año: 2007
Este trabajo se propone tratar el concepto de fantasía en Freud, realizando un breve recorrido
por su obra a partir de 1897, momento en que se introduce esta noción. Este escrito no presenta
como finalidad un tratamiento exhaustivo del tema en cuestión sino solo mostrar la evolución y
complejidad que adquirió con los años, en relación a su producción hasta aquel entonces y con
algunas de sus elaboraciones posteriores.
Las primeras ideas de Freud entorno al concepto de fantasía se encuentran en las cartas a Fliess.
En la nº 59, fechada el 6 de abril de 1897, indica que las fantasías histéricas se remontan a lo
oído por los niños en épocas tempranas, y solo después pudieron comprendier. En la nº 61, del
2 de mayo de 1897 comunica haber encontrado por primera vez, una vislumbre cierta sobre la
estructura de la histeria. Dice que todo desemboca en la reproducción de escenas, unas se
obtienen directamente y otras a través de fantasías interpuestas. En el manuscrito L señala “Las
fantasías son unos parapetos psíquicos edificados para bloquear el acceso a la memoria”,
además señala que combinan lo vivenciado y lo oído por uno mismo y por los padres y
antepasados. La formación de las fantasías es semejante a la de los sueños salvo que no se trata
de una regresión sino de una progresión dentro de la figuración. En el manuscrito N, adelanta
que el mecanismo de la poesía es el mismo que el de las fantasías histéricas
En la carta 69, del 21 de septiembre de 1897, Freud introduce otra dimensión del concepto de
fantasías, con lo cual produce el rumbo del psicoanálisis naciente. Examinando y comparando,
en algunos puntos ambas traducciones al castellano se puede apreciar que en la traducción de
Luis López Ballesteros, el gran secreto que Freud comunica a Fliess es “ya no creo en mis
neuróticos”. Mientras que para José Etcheverry es “ya no creo en mi neurótica”. Si bien esta
diferencia no es insalvable, por lo que se lee a continuación en ambos trabajos, una cosa es no
creer en sus neuróticos y otra muy distinta, es que no crea en su teoría de las neurosis. Pero
repito, esta diferencia no impide ver lo que supongo que Freud quiere mostrar.
En el segundo grupo de motivos que lo llevan a la incredulidad, Etcheverry traduce “la
sorpresa que en todos los casos el padre hubiera ser inculpado como perverso, sin excluir a mi
propio padre”. En Ballesteros, esta última parte no figura, habiendo en su lugar puntos
suspensivos “ la asombrosa circunstancia que todos los casos obligaban a atribuir actos
perversos al padre..., ”. Al final del párrafo, hace una llamada al pie de página, la cual
permitiría salvar esta elisión “Es dable suponer que sólo el autoanálisis del verano transcurrido
le permitió dar el paso decisivo hacia el abandono de la hipótesis de la seducción”. Estas ideas
revolucionarias, para la dirección del psicoanálisis no fueron incorporadas inmediatamente al
naciente psicoanálisis. Tuvieron que esperar hasta 1905 para salir a la luz oficialmente. Más
adelante, Freud dice que no se puede distinguir la verdad de la ficción afectivamente cargada
“quedaría una solución: que la fantasía sexual se adueña casi siempre del tema de los padres”
y en una nota agregada a esta carta1 comunica que las fantasías pueden obrar con toda la fuerza
de las vivencias reales. Empieza a vislumbrar que la realidad que importa es la realidad
psíquica.
A pesar que en este texto se provoca el giro que lo hace pensar en la sexualidad infantil, todavía
sostiene la idea de una vivencia sexual prematura traumática, el primer testimonio de esto da la
carta fechada el 10 de marzo de 1898 (84) en donde dice: “Lo que en la época prehistórica es
visto, de por resultado el sueño, lo que en ella es oído da por resultado las fantasías, y lo que en
ella es vivenciado sexualmente, las psiconeurosis”2.
Volviendo a la carta 69, encontramos un claro indicio de cómo Freud se topa con el complejo de
Edipo en sí mismo. La articulación del Nombre del Padre en Freud, le posibilita transportar la
posibilidad del hecho a la fantasía con el mismo nivel de consecuencia que si hubiese realmente
acontecido.
Pienso que en ese momento, el psicoanálisis pasa a ser una práctica de la responsabilidad
entendida como toma de posición subjetiva en relación al inconsciente, una práctica en contra
del refugio en la minoridad de edad, al estilo kantiano, que devela la satisfacción en ese ser
menor de edad. Ni victima ni culpable, responsable,3. Donde ello era el yo debe advenir, es el
mandato del psicoanálisis. Podría pensarse que este es el primer contacto de Freud con el
complejo de Edipo, no obstante, en la carta del 31 de mayo de 1897, le comunica a Fliess su
nuevo hallazgo, que consistía en que el deseo de muerte se dirige en los hijos contra el padre y
en las hijas contra la madre. Sin duda, en ninguno de las dos cartas logra apreciarlo debajo de su
“fantástico disfraz”.
Luego de un período de transición, se puede apreciar como el concepto de fantasía va tomando
otro estatuto. En “Recuerdos encubridores” (1899) Freud señala que es indudable que los
acontecimientos de los primeros años de vida dejan una huella indeleble, pero cuando queremos
recordar aquel tiempo, nos encontramos con un reducido número de recuerdos y de valor
dudoso. Los recuerdos más tempranos de algunas personas tienen por contenido impresiones
cotidianas que no pudieron provocar afecto alguno, sin embargo, perduran en la memoria a
diferencia de otros sucesos importantes. En estos casos tales escenas se han conservado
incompletamente en el recuerdo, y en los elementos omitidos, se encuentra lo digno de ser
retenido en la memoria.
Freud reconoce distintos tipos de recuerdos encubridores: de acuerdo a su contenido, pueden ser
positivos o negativos, y con respectos a su significación, regresivos o prospectivos. A esta
última clase de recuerdos se debe la inclusión de este tema en el presente trabajo. “ A tales
recuerdos que adquieren un valor por representar en la memoria impresiones y pensamientos
1
Amorrortu, p. 302-303, nota 192
El subrayado es mío.
3 Delgado, Osvaldo Teórico Nº 2 Año 2007
2
de épocas posteriores, cuyo contenido se halla enlazado al suyo por relaciones simbólicas, le
damos el nombre de recuerdos encubridores 4” En este caso la función del recuerdo encubridor
es de soporte de la fantasía, no son recuerdos infantiles, sino fantasías retrotraídas a la infancia.
Estas escenas de carácter nimio se han recomendado a la memoria, por su carácter indiferente
que permite representar fantasías. A estos recuerdos imaginarios refiere Freud, en “Mis tesis
sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis” (1906)5 , cuando dice que los
síntomas histéricos ya no se le presentan como un derivado directo de los recuerdos reprimidos
de experiencias sexuales, sino que entre ellos y las impresiones infantiles, se interpolan las
fantasías mnémicas.6 Estas fantasías son una tentativa de defensa contra el recuerdo de la
masturbación infantil. También insiste en que, por un lado, estas ensoñaciones son construidas
sobre la base de los recuerdos infantiles, y agrega que se podrían convertir en síntomas. Casi
sobre el final del texto dice: “los síntomas representan la actividad sexual de los enfermos (...)
incluso los síntomas más complicados se nos revelan como representaciones disfrazadas de
fantasías cuyo contenido es una situación sexual”.
En “Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad” (1908), revela que las fantasías
histéricas, tienen su fuente en los sueños diurnos de la juventud. En las mujeres, estas fantasías
suelen ser de carácter erótico y en los hombres de carácter erótico o ambicioso (siempre detrás
de éstas se oculta el deseo de gustarle a una mujer). Estas fantasías son satisfacciones de
anhelos, que son retoños de deseos reprimidos, que también constituyen el nódulo de los sueños,
los cuales serían la representación deformada de tal satisfacción. Más adelante, Freud explica
que los ataques histéricos, estudiados por él hasta ese momento, han sido el emergente
involuntario de estas ensoñaciones.
Las fantasías pueden ser inconscientes o concientes. Si bien en 1915 Freud destaca la
movilidad de las fantasías, que las hace irreducible a uno solo de tales registros, las primeras
podrían haber sido siempre inconscientes o han sido concientes y por efecto de la represión,
devienen inconscientes. Tales ensoñaciones son las que podrían devenir patógenas. En cuanto a
su contenido, éste puede permanecer invariado o haber sido alterado, en cuyo caso integraría
importante relación con la vida sexual. En un principio la actividad sexual era puramente
autoerótica. Luego esta actividad se fusiona con una representación perteneciente al círculo de
la elección de objeto y sirve para dar, en parte, realidad al guión fantástico. Cuando el individuo
“renuncia” a este tipo de satisfacción, se abandona la acción y la fantasía pasa de ser conciente a
ser inconsciente, y cuando la satisfacción sexual abandonada no es reemplazada, quedando en
Freud, S “Recuerdos encubridores” (1899) p. 337 Tomo I Biblioteca Nueva
En este texto escrito en 1905, Freud, hace una recopilación de sus investigaciones acerca de la etiología de las
psiconeurosis, anterior a “Tres ensayos”, previo a aportar nuevo material. Expresa que lo que va a exponer es
producto de diez años de labor, pero que en el fondo, buscar la etiología en las experiencias sexuales tempranas, le
parecía correcto.
6 Esta introducción de las fantasías histéricas descubrió sorprendente analogía con las fantasías que se hacen
concientes en la paranoia.
4
5
abstinencia y sin poder sublimar su libido; “cuando todo esto se une, quedan cumplidas las
condiciones necesarias para que la fantasía inconsciente adquiera fuerza, y se exteriorice, por
lo menos en parte, bajo la forma de síntoma patológico.”7 La libido insatisfecha, rechazada por
la realidad tiene que encontrar otro camino para su satisfacción, según lo exige el principio de
placer. Bajo estas condiciones emprende un camino regresivo e intenta satisfacerse en
organizaciones ya superadas o en objetos no completamente resignados en el pasado. Sus
retoños son retenidos aun con cierta intensidad en las fantasías. La libido en caso de frustración
no tiene más que volver sobre ellas para hallar el camino a las fijaciones reprimidas. Los
síntomas histéricos son la realización de una fantasía inconsciente, puesta al servicio de un
cumplimiento de deseo. Conjuntamente con esta definición de los síntomas histéricos, Freud da
otras, expuestas ya en textos anteriores, que no se contradicen, sino que se complementan8. En
“El camino de la formación de los síntomas”, Freud señala que la regresión es posibilitada por
la existencia de fijaciones. Por el rodeo a través ellas y del inconsciente la libido llega a una
satisfacción real, aunque restringida y apenas reconocible. Casi siempre prescinde del objeto y
resigna, por lo tanto su vinculo con la realidad exterior. En este período Freud ya cuenta con el
concepto de realidad psíquica, y con que ésta realidad, es la decisiva en el “mundo” las neurosis.
Las fantasías primordiales o filogenéticas, retornan siempre en la historia juvenil de los
neuróticos. Estas fantasías, según esta conferencia 23º son: el comercio sexual entre los padres,
la seducción y la amenaza de castración (en “Tres ensayos…”, Freud proponía una cuarta, la
vida prenatal en el seno materno9). Sería un error suponer que nunca les corresponde una
realidad material, pero no en todos los casos es así. Es sumamente improbable, dice Freud, que
los niños reciban la amenaza de castración, en un número congruente al que él se encuentra en
la clínica. El niño se compondría esta amenaza, de la fusión de lo oído (la prohibición de su
satisfacción autoerótica) y lo visto (los genitales femeninos). En la fantasía de la observación
del coito entre los padres, el relato de los pacientes, dice Freud, están llenos de detalles precisos
que difícilmente podrían observarse, no cabe duda, que el motivo de esta fantasía es el
insatisfecho placer de ver. El producto extremo de esta fantasía es el de, siendo no nato haber
observado el coito entre los padres en el seno materno. La fantasía de seducción es la que
presenta particular interés, porque a veces no es una fantasía sino que es una experiencia real.
Con la fantasía de la seducción el niño encubre el período autoerótico de su quehacer sexual.
Más adelante en el mismo escrito, Freud se pregunta de donde viene la necesidad de crear tales
fantasías a lo que responde, que la fuente se encuentra en las pulsiones. También señala que es
7
Freud, S “Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad” Biblioteca Nueva Tomo 2 p. 1350
9 Resumo algunas de estas definiciones no expresadas anteriormente en este trabajo: a)Síntoma histérico como
símbolo mnémico de experiencias eficaces; b)Como transacción entre dos movimientos afectivos contrarios, uno que
tiende a exteriorizarse y otro que se afana en impedírselo; c) el síntoma no puede carecer de significación sexual. en
algunos casos, para resolver el síntoma histérico no basta con la referencia a una fantasía sexual inconsciente, sino
que son necesarias dos fantasías de carácter sexual, una masculina y la otra femenina.
9 Biblioteca Nueva, nota al pie 705 p. 1227 Tomo 2. Amorrortu Tomo VII p 206 np 28
posible que lo que le cuenten en análisis como fantasías, haya sido realidad en los tiempos
originarios de la familia humana, entonces el pequeño no haría más que llenar con valores
personales las incógnitas que le plantea la estructura prehistórica. Esto se retomará luego, ahora
una vez realizado el camino de la realidad a la fantasía, se emprende el inverso, de la fantasía a
la realidad, que es el arte. La creación literaria, que es el fantaseo del poeta, produce placer
porque troca el carácter egoísta de las fantasías, por medio de modificaciones y ocultamientos.
Nos ofrece un placer puramente estético que permite que no nos reprochemos ni avergoncemos
de nuestros propios impulsos. El poeta hace lo mismo que el niño en el juego, crea un mundo
propio, es decir sitúa las cosas de su mundo en uno más grato para él. Se apoya en los objetos de
la realidad para representar sus fantasías y esto es lo que lo diferencia del fantasear del adulto.
A diferencia del niño el adulto oculta sus fantasías, incluso preferiría confesar sus culpas a
comunicar alguna de ellas.
Fantasea el que está insatisfecho y esa es justamente la única forma de permanecer en la cultura.
Los sueños diurnos comprenden tres tiempos, “ la labor anímica se enlaza a una impresión
actual (...) susceptible de despertar uno de los grandes deseos del sujeto; emprende
regresivamente desde este punto el recuerdo de un suceso pretérito, casi siempre infantil, en el
que quedo satisfecho tal deseo, y crea entonces una situación referida al futuro”.10
En los temas que proceden del acervo popular, la investigación psicoanalítica averiguó que es
muy probable que los mitos, leyendas y fábulas correspondan a fantasías optativas de la
humanidad. No se trata de una casualidad o simple analogía, sino que encuentra una relación
recíproca entre lo individual y lo colectivo. Los mitos, las leyendas y las fábulas obedecen a un
tiempo primario, en que el hombre entró en contacto con el lenguaje. El lenguaje es una realidad
autónoma, con dinámica propia que precede al individuo, y al mismo tiempo, es la expresión de
la vida psíquica del sujeto.
Tal como señala Freud en Moisés y la religión monoteísta acerca del trabajo de Otto Rank “ El
mito del nacimiento del héroe”, los pueblos alzan en creaciones poéticas y leyendas a sus reyes
y
héroes nacionales. Las historias de nacimiento y juventud de estos personajes fueron
adornadas con rasgos fantásticos. Lo llamativo para los investigadores es la similitud e incluso,
en ocasiones, concordancia textual en pueblos distintos, alejados e independientes entre si. Se
podría hablar una “leyenda tipo” que se destacan, abreviadamente, estos rasgos esenciales: 1- El
héroe es hijo de padres ilustrísimos. 2- Su concepción precedida por dificultades. Durante el
embarazo, o antes de él, ocurre un anuncio (sueño, oráculo) que advierte que su nacimiento
amenazará la seguridad del padre. 3- En consecuencia, el niño recién nacido es condenado, casi
siempre por el padre o el personaje que lo representa, a ser muerto o abandonado;
frecuentemente se lo abandona en las aguas dentro una caja. 4- Luego es salvado por gente
10
“El Creador literario y el fantaseo” Biblioteca Nueva Tomo 2 p 1345
humilde o por animales y amamantado por una mujer de bajo estirpe. 5- Una vez que es mayor,
se reencuentra con sus nobles padres por caminos azarosos; se venga de su padre y además, es
reconocido y alcanza grandeza y gloria. Algunos ejemplos son: Edipo, Moisés y Karna.
Esta “leyenda tipo” hace recordar a “La novela familiar del neurótico”11.Al principio los padres
son la única autoridad y fuente de toda fe. El deseo más intenso en esta época es llegar a ser
como el progenitor del mismo sexo. A medida que continua su desarrollo, el niño se anoticia a
la verdadera categoría a la cual sus padres pertenecen. Conoce a otros padres y duda de las
cualidades que les atribuía. Por otra parte también son frecuentes las oportunidades en las cual
se siente menospreciado, esta sensación se ahoga en la idea de ser hijo adoptivo. Estos impulsos
psíquicos de la infancia nos permiten comprender el mito del nacimiento del héroe.
Esta fantasía cumple múltiples propósitos, sirven a la realización de deseo, a la rectificación de
las experiencias cotidianas, a la venganza hacia los padres por haberlo castigado con el fin de
corregir sus hábitos sexuales, y por último, pero no por eso menos importante, eliminaría la
prohibitiva relación de parentesco con el familiar al cual se siente sexualmente atraído. En el
fondo esta fantasía no es más que la nostalgia por ese tiempo perdido en el cual el padre era el
hombre más noble y fuerte de los hombres, y su madre, la mujer más bella y amorosa.
En relación con los mitos no se puede dejar de nombrar “Tótem y Tabú”, mito del que se
valió Freud para representar, entre otras cosas, el surgimiento de la cultura
Los mitos son una representación fantaseada del goce como posible junto con el castigo
correspondiente por acceder a él. La función de los mitos sería sostener ilusoriamente esa
posibilidad de goce para uno... o para el Otro.
Santiago Uviernes
Junio 2007
11
El germen de este texto se encuentra en la carta 57. Amorrortu Tomo 1 p 285 nota al pie 140.
Biblioteca Nueva Tomo III p. 3561
Bibliografía
Delgado, Osvaldo Teoricos Nº2 2007
Diccionario de la Real Academia Española vigésima segunda edición 2001
Freud, S 1897 Carta 57 Obras Completas, Buenos Aires: Amorrortu Vol. I
Freud, S 1897 Carta 59 Obras Completas, Buenos Aires: Amorrortu Vol. I
Freud, S 1897 Carta 61 Obras Completas, Buenos Aires: Amorrortu Vol. I
Freud, S 1897 Carta 63 Obras Completas, Buenos Aires: Amorrortu Vol. I
Freud, S 1897 (21-9) Carta 69 Obras Completas, Buenos Aires: Amorrortu Vol. I
Freud, S 1897 (15-10) carta 71 Obras Completas, Buenos Aires: Amorrortu Vol. I
Freud, S 1897 (12-12) carta 76 Obras Completas, Buenos Aires: Amorrortu Vol. I
Freud, S 1898 (10-3) carta 84 Obras Completas, Buenos Aires: Amorrortu Vol. I
Freud, S 1899 Los recuerdos encubridores* Obras Completas Biblioteca Nueva Vol. I
Freud, S 1905 “Tres ensayos para una teoría sexual infantil” ensayos Obras Completas
Biblioteca Nueva Vol. 2
Freud, S 1906 “Mis opiniones acerca del papel de la sexualidad en la etiología de las
neurosis” Obras Completas Biblioteca Nueva Vol. 2
Freud, S 1907 “El creador literario y el fantaseo” Obras Completas Biblioteca Nueva Vol.2
Freud, S 1908 “Fantasias histéricas y su relación con la bisexualidad” Obras Completas
Biblioteca Nueva Vol.2
Freud, S 1908 “La novela familiar del neurótico” Obras Completas Biblioteca Nueva Vol.2
Freud, S 1915 “Lo inconsciente” Obras Completas Biblioteca Nueva Vol.2
Freud, S 1915-1917 Conferencia XXIII “Los caminos de la formación de síntomas”
Conferencias de introducción al psicoanálisis. Obras completas, Amorrortu tomo XVI
Freud, S 1924 “Autobiografía” Obras Completas Biblioteca Nueva Vol.3
Freud, S 1939 Moises y la religión monoteísta. Punto I Obras Completas Biblioteca Nueva
Vol.3