Download 2.2 El desarrollo de la conciencia moral
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UNIDAD 3: LA AUTONOMÍA MORAL Los valores y normas morales que tenemos nos vienen de nuestro entorno social. Pero nuestra conducta no está necesariamente determinada por esos valores y normas. Somos libres: podemos elegir si vamos a comportarnos de acuerdo con ellos, o en contra de los mismos. Ahora bien, la libertad no consiste en actuar al margen de toda norma moral, sino en la posibilidad de elegir cuáles son las normas que vamos a seguir. Por ello, a pesar de que las normas que encontramos en nuestro entorno influyen en la forma en que nos comportamos, siempre tenemos la opción de criticarlas y modificarlas utilizando la capacidad de reflexión racional que posemos, y seguir nuestros propios criterios, los criterios de nuestra conciencia moral autónoma. 1.- AUTONOMÍA Y HETERONOMÍA. 1.1 Heteronomía moral La mayoría de nuestros valores y normas morales provienen de nuestro entorno social. Normalmente nuestro comportamiento se ajusta a dichas normas y valores, sobre todo, porque es la mejor manera de evitarnos problemas (simplemente es lo más práctico). Pero, si seguimos las normas por miedo al “qué dirán” o simplemente porque creemos que así no seremos molestados, criticados o castigados, en muchas ocasiones no estaremos haciendo lo que realmente queremos hacer, sino que estaremos haciendo lo que otros quieren que hagamos. Cuando actuamos pensando únicamente en los demás, con la idea de complacerlos (caerles bien) o para evitar una censura o un reprimenda, sin pensar en lo que realmente queremos o nos conviene hacer (irreflexivamente) a nosotros, estamos siendo heterónomos. Heteronomía moral significa que la norma o normas que seguimos nos vienen dadas o impuestas desde fuera. La heteronomía implica ausencia de libertad: no eliges tú actuar, sino que los demás eligen por ti. 1.2 Autonomía moral Por el contrario, a veces hacemos lo que realmente queremos, siguiendo nuestros propios principios, sin preocuparnos demasiado si los demás aprueban o no nuestro comportamiento. En este caso, nuestra conciencia está por encima de las opiniones o consideraciones de los demás. Cuando actuamos de esta manera, somos autónomos. Es decir, es autónomo aquel que sigue las normas y valores que le dicta su conciencia al margen de cualquier imposición social. Autonomía moral significa que somos nosotros quienes nos damos a nosotros mismos la norma o normas que queremos seguir. Cuando somos autónomos somos realmente libres, porque hacemos lo que nosotros queremos, no lo que quieren los demás que hagamos; es decir, tomamos nuestras propias decisiones (elecciones) morales (autonomía = libertad). Aclaremos unas cuestiones: a) La autonomía no implica el rechazo de las normas y valores de la sociedad en la que vivimos (actuar de forma contraria a como actúan los demás). Cualquiera que acata las normas de su sociedad es autónomo si considera que dichas normas son acordes con sus principios morales, y las cumple, porque las considera adecuadas y correctas (piensa que es su deber seguirlas) y no porque se las imponen los demás. Ahora bien, algunas veces la autonomía moral nos obliga a enfrentarnos o a rechazar algunas normas o leyes con la que mucha gente está de acuerdo, simplemente porque es contraria a lo que nos dicta nuestra conciencia y viola lo que podríamos llamar principios universales éticos (Derechos Humanos); lo cual, puede acarrearnos no pocos problemas. (Ej: El soldado que se niega a obedecer una orden que cree injusta; un hombre que ayuda a morir a otro). b) Ser autónomo es hacer lo que uno quiere. Cierto. Pero hacer lo que uno quiere no es lo mismo que hacer lo que a uno le venga en gana. Es decir, actuar impulsivamente no coincide siempre con hacer lo que uno quiere de verdad. Cuando nos dejamos llevar sin más por nuestros impulsos ( no los controlamos) nos sometemos a ellos , no estamos siendo libres y autónomos. Cuando actuamos impulsivamente nos comportamos de forma heterónoma, porque seguimos una ley que se nos viene impuesta desde fuera, aunque ésta no venga de la sociedad sino de nuestra propia naturaleza.. (Ej: estudiar/irse de fiesta con los amigos; tomar una cubata/coger una borrachera gigantesca; tener relaciones sexuales/ quedarse embarazada; huir de una operación/ sanar). Las decisiones autónomas son fruto de nuestra razón y nuestra voluntad, no de nuestros impulsos instintivos. c) Actuar de manera autónoma, de manera auténticamente libre, es al mismo tiempo actuar de manera responsable. Sólo si asumimos las consecuencias de nuestros actos (si somos capaces de responder de ellos) estaremos queriéndolos de verdad, y por tanto, siendo auténticamente libres y autónomos. (lo que hacemos será lo mismo que lo que queremos hacer). Pero además, la responsabilidad “imprime carácter”, es decir, las consecuencias de nuestra acciones afectan a los otros pero también nos afectan a nosotros mismos ; si alguien miente, con su mentira engaña a los demás, pero se hace a sí mimo un mentiroso. 2.- LA CONCIENCIA MORAL 2.1 Concepto y características La conciencia moral es el lugar de donde surge la conducta autónoma. Se entiende por ella normalmente, “la capacidad de juzgar nuestros propios actos” ( lo que está bien o está mal). Es la voz interior que nos dice: “ Esto es lo que tiene que hacer”; “Eso no está bien”; “No debiste hacer eso”; “Aquello que hiciste mal lo tienes que arreglar”; “Ten cuidado que te estás pasando”... Nietzsche dijo una vez, con malicia, que con frecuencia no es sino "la voz de la vecina" . Y Fromm ha observado que puede reducirse a la "voz de una autoridad externa interiorizada, los padres o el Estado". Pero ésta no sería sino la "conciencia autoritaria". La auténtica conciencia moral es "nuestra propia voz, presente en todo ser humano. Es la voz de nuestro verdadero yo" (E.FROMM, Ética y psicoanálisis) Si analizamos el contenido de la conciencia moral podemos encontrar: - - Conjunto de valores y normas que cada uno posee. Es lo que se suele llamar el deber, nuestro deber. La conciencia es voz que llama al cumplimiento del deber. El juicio sobre los actos realizados. La conciencia es voz que juzga. Los impulsos de obligación que acompañan a nuestros juicios, mediante los cuales el hombre se auto obliga sí mismo. La conciencia es voz que obliga. - Los sentimientos que surgen como consecuencia de lo anterior (remordimiento o satisfacción). La conciencia es voz que sanciona. 2.2 El desarrollo de la conciencia moral La conciencia moral cambia y evoluciona a medida que vamos creciendo y madurando. No juzgamos de la misma forma o del mismo modo las acciones en las distintas etapas de nuestra vida. No es lo mismo lo que juzga como bueno y malo un niño, que lo que juzga bueno y malo un adolescente y un adulto; sobre todo, son distintos los razonamientos en que se basan unos y otros para emitir sus juicios morales. Lorenz Kohlberg, un filósofo que ha estudiado este tema, considera que el desarrollo moral está relacionado con el desarrollo cognitivo de los individuos, es decir, con el modo de razonar y de juzgar que tienen en las distintas edades las personas acerca de las cuestiones morales. Por eso, analiza la estructura del crecimiento moral de la persona teniendo en cuenta cómo formula juicios, y muy concretamente los juicios sobre lo que es "justo o correcto". EL DESARROLLO MORAL SEGÚN LORENZ KOHLBERG. Kohlberg establece una secuencia de tres niveles y seis estadios (dos por cada nivel) en la evolución moral de la persona, desde la infancia hasta la edad adulta. -Los niveles definen las perspectivas de razonamiento que la persona puede adoptar en relación a las normas morales de la sociedad. -Los estadios expresan los criterios mediante los que la persona emite su juicio moral, lo cual muestra la evolución seguida dentro de cada nivel. Los niveles del desarrollo moral según la teoría de Kohlberg son los siguientes: Nivel preconvencional: el egoismo como principio de justicia Este nivel representa la forma menos madura de razonamiento moral. Una persona se encuentra en él cuando enjuicia las cuestiones morales desde la perspectiva de sus propios intereses. En ente sentido, la persona tiene por justo lo que le conviene egoístamente. En un principio, el niño sigue las normas establecidas por la autoridad adulta para evitar el castigo. Posteriormente, ve las normas de un modo "mercantil e individualista": lo justo es ahora lo que satisface las propias necesidades e intereses y las de los demás cuando satisfacen las propias. Según Kohlberg, este primer nivel caracteriza principalmente el razonamiento moral de los niños, aunque muchos adolescentes y un buen número de adultos persisten en él. Nivel convencional. Conformismo con las normas sociales Una persona en este nivel enfoca las cuestiones morales de acuerdo con las normas, expectativas e intereses que convienen al "orden social establecido", porque le interesa ante todo ser aceptada por el grupo, y para ello está dispuesta a acatar sus costumbres. En este sentido, la persona tiene por justo lo que es conforme a las normas y usos de su sociedad. Por eso considera que es valioso en sí mismo desempeñar bien los "roles" o papeles sociales convencionales, es decir, adaptarse a lo que su sociedad considera bueno. Al principio, lo justo es lo que gusta a los demás, lo que el grupo acepta, que suele plasmarse en los modelos sociales vigentes y en lo que hace la mayoría. Posteriormente, el juicio moral se orienta hacia el respeto a la autoridad establecida, hacia la conformidad con las normas vigentes y la justificación del orden social "tal cual está". Lo justo consiste ahora en que cada uno cumpla con sus obligaciones sociales, adoptando así el punto de vista del colectivo social y situándose por encima de los intereses individuales. Según Kohlberg, este segundo nivel surge normalmente durante la adolescencia y es dominante en el pensamiento de la mayoría de los adultos. No superarlo supone plegarse a lo que el grupo desee, lo cual tiene serios peligros, porque los grupos tienden a generar prejuicios frente a los diferentes e intolerancia ante los que no se someten al rebaño, de forma que pueden acabar ahogando a los individuos. Por eso es preciso acceder al nivel supremo de madurez: el postconvencional. Nivel postconvencional: la autonomía moral En este nivel, la persona distingue entre las normas de su sociedad y los principios morales universales, y enfoca los problemas morales desde estos últimos. Esto significa que es capaz de reconocer principios morales universales en los que debería basarse una sociedad justa y con los que cualquier persona debería comprometerse para orientar el juicio y la acción. La medida de lo justo la dan los principios morales universales desde los cuales puede criticar las normas sociales. En un principio, los justo se define en función de los derechos, valores y contratos legales básicos reconocidos por toda la sociedad, de manera constitucional y democrática. La legalidad se apoya, además, en cálculos racionales de utilidad social ("el mayor bien para el mayor número posible"). Posteriormente, la persona puede ir más allá del punto de vista contractual y utilitario para pensar en la perspectiva de principios éticos de justicia válidos para toda la humanidad. Se trata de reconocer los derechos humanos en la igualdad y el respeto por la dignidad personal de todos los seres humanos. Lo justo se define ahora por la decisión de la conciencia de acuerdo con tales principios. La conquista de la autonomía es considerada así como la meta del desarrollo moral de la persona. Según Kohlberg, este nivel es el menos frecuente, surge durante la adolescencia o al comienzo de la edad adulta y caracteriza el razonamiento de sólo una minoría de adultos. Efectivamente, el máximo desarrollo moral solo lo alcanzan aquellas personas que actúan siguiendo únicamente principios que nacen de su propia conciencia moral, principios universales como el derecho a la vida, la libertad, la dignidad, la igualdad, etc. Pero, a la vista de las continuas violaciones de esos principios éticos que tiene lugar en todo el mundo, de la cantidad de injusticias que se comenten en todas partes a diario, parece como si a muchos seres humanos se les hubiese atrofiado la conciencia moral, como si no se hubiesen desarrollado moralmente.