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TRASTORNOS EMOCIONALES FACTORES AMBIENTALES En los trastornos emocionales infantiles se han aislado múltiples factores de riesgo que actúan en una compleja asociación. Cada escuela teóricapropone un origen de la depresión, aunque en ciencias humanas no es fácilencontrar una relación firme entre causa y efecto (Del Barrio, 2007). Se saberelativamente poco acerca de las causas de los problemas conductuales yemocionales (Achenbach, 1995). Existen dos grandes grupos de factores: loscircunstanciales y/o ambientales y los que se refieren a las características delsujeto. Factores ambientales. Las relaciones familiares son, quizás, el factor más importante en eldesarrollo emocional del individuo. Sin lugar a dudas, los desajustesemocionales en el seno de la familia repercuten negativamente en elcrecimiento y el ajuste emocional de sus miembros (Del Barrio, 2002, Méndez,2001; Domènech y Polaino-Lorente, 1990). Ya sea por problemas económicos,laborales, desempleo o bien por enfermedad importante (por ejemplo, unadepresión grave del padre o la madre), es conveniente siempre analizar elambiente familiar y las implicaciones emocionales que conlleva. La existenciade problemas dentro del seno familiar es uno de los predictores más potentesen el caso de la depresión (Shafii y Shafii, 1995). Relaciones padre-madre Los estudios revelan que un porcentaje significativo de casos dedepresión infantil o juvenil proviene de hogares desestructurados (Méndez,2001). Los cambios que se producen a partir de una ruptura matrimonial(pérdida de determinadas relaciones y vínculos familiares, régimen de visitas...)suscitan asimismo una pérdida de reforzamiento general que expone a losmiembros integrantes del núcleo familiar a experiencias traumáticas que, encada caso, se perciben de distinto modo. De todas ellas, la conflictividadconyugal presenciada por los hijos es la más negativa, y no todos la pueden soportar. Para Del Barrio (2003) la existencia de la mala calidad de lasrelaciones paternas antes y después de un divorcio es lo que verdaderamenteinfluye en la aparición de depresión en los hijos. Cuando esta hostilidad seexpresa abiertamente e implica al niño, éste muestra claros signos de ansiedadincluso en edades muy tempranas. Relaciones padres-hijos Hay diversas causas que pueden actuar como posiblesdesencadenantes de la depresión infantil. Entre ellas, la muerte de uno de lospadres (Brown y Harris, 1978; Crook y Elliot, 1980), la negligencia en loscuidados básicos (Parker, 1992), el rechazo psicológico del hijo, los malostratos, el abuso sexual y los trastornos emocionales de los padres. Laexistencia de trastornos depresivos en los padres se considera que es el factor de riesgo más potente en relación con la aparición de la depresión infantil(Kaslow, Gray y Ash, 1996). En la misma línea Rohde y cols., (2005) hanmostrado que adolescentes hijos de padres deprimidos tienen siete veces másprobabilidad de desarrollar episodios depresivos y una conducta suicida en laedad adulta. Parece que los padres ansiosos tienden a ser menos cariñosos eimplicados en la crianza, lo que facilita la aparición de sintomatología depresivaen los hijos (Kashdan y cols., 2004).A lo descrito añadimos los estilos educativos inadecuados, queconstituyen, también, factores de riesgo afectivos. No son buenos ni los estilosfríos y distantes, ni los sobreprotectores y permisivos, que forman niños conbaja tolerancia a la frustración. Esta misma frustración puede ser consideradaun importante variable de predisposición a la conducta depresiva. En poblaciónespañola se ha encontrado repetidamente que el rechazo de los padres es elmejor predictor de emociones negativas (Del Barrio, y Carrasco, 2006; Aluja,Del Barrio y Garcia, 2005). Relaciones escolares y sociales El entorno familiar en el que crecemos es básico. Sin embargo, elcolegio adquiere un papel fundamental, en tanto que incide notablemente enlas relaciones sociales de los niños y les ayuda en el proceso de formación adaptativa en el mundo normativo en el que se van a desarrollar. De hecho, enla infancia, el maestro es una figura importante para el niño, aunqueposteriormente decaerá en cuanto éste llegue a la adolescencia: las opinionesde los adultos serán sustituidas por las de los compañeros o amigos y serebelará en un acto propio de los adolescentes y del momento especial queviven (Méndez, 2001).Con el paso de los años aparecen nuevas causas de la depresión comoel fracaso escolar, las decepciones con los amigos o los desengaños amorosos(Del Barrio, 1997). Según argumenta Klein (1997), además, los adolescentesque sufren trastorno distímico (depresión leve con tendencia a la cronicidad)continúan experimentando dificultades significativas en las funcionespsicosociales incluso aún después de la recuperación CLASIFICACIÓN Los trastornos emocionales pueden dividirse en:- Trastornos afectivos derivados del ambiente (en base a las actitudes del medio frente aél)- Trastornos conflictivos sintomáticos (Con causa ambiental, pero los síntomas semantienen pese a desaparecer la causa).- Trastornos estructurales de la personalidad (debido a fallas en las funciones toicas).Además, es interesante agregar en esta revisión, las distintas maneras en que cada teoría psicológica entiende dicho trartorno y sus posibilidades de intervención. Nos referimosa este punto más adelante.Barbe, R. (1968), agrega que no hay que confundir trastorno emocional con trastornosocial, y tampoco con ciertos períodos de desajuste que se dan en ciertas etapas deldesarrollo.El mismo autor enuncia algunos síntomas y efectos de dicho trastorno: excesivasensibilidad, baja en el rendimiento escolar, ensoñación, esfuerza por complacer,egoísmo, dificultades de separación de la madre, rechazo escolar. TRASTORNOS DE CONDUCTA Las conductas agresivas, de oposición, desobedientes o desafiantes se encuentran a menudo en la población infanto-juvenil como parte de un desarrollo evolutivo "normal". Establecer los límites en donde se debe acudir al profesional de la salud es difícil de concretar. Las pistas nos las tiene que dar la frecuencia, magnitud y perseverancia en el tiempo de la conducta en cuestión en función de la edad del niño. El hecho de que consideremos la manifestación de dicha conducta como trastorno leve (no clínico) o trastorno más severo (clínico), tiene una importancia vital ya que de ello va a depender el tipo de intervención. Cuando los problemas de comportamiento no son considerados clínicos, la intervención psicológica se dirige a informar y asesorar a los padres (técnicas de dominio de contingencias, refuerzo, etc...) principalmente. En el trastorno clínico, el psicólogo además deberá trabajar directamente con el niño en tareas de evaluación e intervención como parte del tratamiento. En esta sección se analizaran las características generales de los trastornos clínicos de conducta. Para ver información sobre los problemas habituales de conducta en la infancia (problemas de conducta) pulsar sobre el enlace. 2- Los primeros signos -Los Trastornos del comportamiento son extremadamente comunes en la infancia. Del 2 al 7%, de los niños en edad escolar cumple los criterios diagnósticos de T.D.H.A.(Trastorno Déficit Atencional con Hiperactividad), o bien un trastorno de conducta. Desde los primeros meses de vida pueden observarse en algunos casos, conductas que a la larga se podrían convertir en trastornos del comportamiento. Concretamente: 3- Evolución Edad Manifestaciones o signos 6 a 12 meses Algunos autores afirman que pueden aparecer ya algunas conductas parecidas a la agresión. 12 a 18 meses Pueden establecerse conductas de empujar o golpear para obtener algo. 18 a 24 meses Se empiezan a observar ya conductas que pueden ser clasificadas de hostiles o agresivas hacia otros. 30 a 36 meses Se reducen las conductas agresivas que tienen como finalidad obtener alguna cosa y en su lugar empieza a aparecer la agresividad verbal y las amenazas. 36 a 48 meses Repertorio de conductas obstinadas e intransigentes. 5 a 6 años Problemas de atención. Crueldad con los animales, comportamientos de oposición, mentiras, pequeños hurtos, etc... -Existen evidencias que los trastornos de conducta severos que presentan los preescolares sitúan a estos niños en un alto riesgo de presentar trastornos de conducta en edad escolar, adolescencia y edad adulta. Lo cual indica la importancia de una detección e intervención precoz. -Según estudios epidemiológicos, la prevalencia de trastornos de conducta severos (clínicos) en la etapa preescolar se sitúa alrededor del 4 al 9% de la población. 4- Características básicas de los T.C. -Trasgresión de -Agresividad. -Impulsividad. -Ausencia de sensibilidad -Carácter -Permanencia en el -Falta de respuesta -Carácter inapropiado para su edad. las a los tiempo los a normas sentimientos de premios sociales. de los las y el otros. manipulador. conductas. castigo. 5- Factores de mal pronóstico -Comienzo de los -Variedad, frecuencia y -Asociación con -Ausencia de pautas -Nivel económico -Presencia de violencia y -Historia de conducta delictiva en la familia. T.C. amplitud a de el educativas y maltratos en socio-cultural en el corta los edad. síntomas. T.D.A.H. la familia. desfavorecido. entorno próximo. 6- Etilogía -Los Trastornos de conducta no son una entidad simple, sino el resultado de la interacción de diferentes tipos de vulnerabilidad psicobiológica y de muchos tipos diferentes de estresores ambientales. -Desde la bioquímica se señala el problema de la autorregulación del sistema nervioso autónomo y, problemas del metabolismo de las sustancias noradrenergicas, que estarían implicadas en la manifestación de agresividad. Aún no verificado del todo, algunos investigadores apuntan a la presencia de un nivel más elevado de testosterona en los sujetos con T.C. lo que les predispondría a episodios disruptivos con mayor facilidad. -Los factores ambientales son igualmente importantes. Los abusos y el maltrato se apuntan como factores de alto riesgo para la génesis de los T.C. Las carencias afectivas severas en la infancia apuntan hacia el mismo sentido. Finalmente señalar la influencia de los modelos inadecuados (padres delincuentes, maltratadores, alcohólicos, etc). 7- Comorbilidad y patologías asociadas -Los Trastornos de Conducta aparecen frecuentemente asociados a niños con T.D.A.H. -Muchos de los niños afectados por T.C. presentan un Cociente Intelectual (C.I.) límite. Esta asociación entre T.C. y C.I. límite no sería consecuencia del fracaso escolar ya que se da a edades muy tempranas. -Existe una alta correlación entre T.C. y problemas de aprendizaje, sobretodo en la área verbal. -Problemas cognitivos precederían a los trastornos de la conducta. -La disfunción del lóbulo frontal en los T.C., implicaría problemas de memoria, razonamiento abstracto y de concentración. -Los T.C., pueden aparecer asociados con otros trastornos clínicos cómo depresión, ansiedad, retraso mental, epilepsias, trastorno bipolar y dificultades del aprendizaje en áreas específicas como la lectura, escritura o cálculo. 8- Pautas de intervención -Los Trastornos de Conducta (T.C.), conforman un conglomerado de síntomas que van desde la desobediencia, el insulto verbal, con menosprecio de las personas, a manifestaciones comportamentales de agresividad física extrema. Se ha comentado ya la multiplicidad de factores, internos y externos, decisivos en su génesis y expresión. Hoy por hoy, el tratamiento que ha demostrado mayor efectividad, según muchos estudios, es la combinación del tratamiento farmacológico con la psicoterapia (en aquellos casos que la medicación está indicada). Se han utilizado, según la gravedad, los psico-estimulantes (metilfenidato) o anti-psicóticos. La medicación, aunque puede mejorar muchos de los síntomas positivos (impulsividad, hipercinesia, agresividad, falta de atención...) no mejora los aspectos relacionados con las habilidades comunicativas o sociales. Las técnicas cognitivo-conductuales son las más utilizadas en la modificación de comportamientos disruptivos y/o agresivos. -La intervención es multicontextual y se aplica una vez efectuada la evaluación y el análisis funcional de la conducta o conductas problemáticas. -La entrevista con los padres es fundamental, en un primer momento, para obtener información, pero ésta, no suele estar expresada en términos conductuales sino en términos de su propia interpretación. Puede ocurrir también que haya discrepancias entre diferentes miembros de la familia acerca del origen y/o mantenimiento del problema. Igualmente, puede darse la situación de que el niño sea etiquetado como "problemático", "gamberro", "rebelde", "no tiene respeto por nada"..., sin asumir, los padres, ningún compromiso. A estas alturas ya se habrán establecido un marco de interacciones verbales coercitivas y desafiantes entre ambos lados que llevan sólo a la perpetuación del problema. -El niño nos aportará su punto de vista, siendo necesaria la utilización de autoregistros a la hora de analizar su conducta y obtener información acerca de sus consecuencias (positivas o negativas) o su frecuencia e intensidad. Este instrumento nos permite, además, fomentar la autoobservación y el aumento de conciencia, por parte del niño, del problema. Otra fuente de información necesaria es la del tutor o profesor, especialmente, si las conductas se manifiestan también en este ámbito.