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TEMA 3: EVALUACIÓN DE LOS TRASTORNOS DISRUPTIVOS, DEL CONTROL DE IMPULSOS Y TRASTORNO DE LA CONDUCTA Orientaciones concretas de estudio Céntrense, por una parte, en los componentes que han de estar presentes para un diagnóstico en cada uno de los trastornos y los instrumentos para su contrastación; por otra, en los constructos para la conceptualización del caso y los principales instrumentos que lo evalúan. Estudien los instrumentos utilizados para evaluar los efectos del tratamiento. Memoricen con detalle las características de los instrumentos del protocolo básico 1.- INTRODUCCIÓN La impulsividad es un rasgo constitutivo de los sujetos que forma parte del temperamento; es objetivable a partir del primer año de vida y puede mantenerse durante todo el ciclo vital. Un elevado grado de impulsividad sin las habilidades autorregulatorias necesarias para su control puede desencadenar en un importante desajuste psicológico. El Trastorno de Control de Impulsos refleja la incapacidad autorregulatoria para resistir un impulso, la demora de una gratificación o la tentación de realizar un acto, que es perjudicial para la persona y su entorno. El inicio o desencadenante en el individuo es una sensación de tensión o activación interior previas a la emisión del acto. Tras su realización, la persona experimenta una sensación de placer, gratificación o liberación que resulta reforzante y que consecuentemente genera un refuerzo de la conducta impulsiva y sus efectos. Tras la emisión de la conducta disruptiva, en muchas ocasiones, no aparece ningún sentimiento de arrepentimiento o culpa. Los problemas de conducta acompañan de manera normativa el crecimiento de los niños, lo que podría entenderse como una forma de adaptarse a las normas sociales de cada entorno. Cuando este proceso de adaptación e interiorización de normas no se produce de manera adecuada pueden emerger alteraciones o trastornos relacionados con la conducta desafiante, negativista o violenta. En población infantojuvenil, es la causa más importante de conflictos en casa y el colegio. Los problemas de conducta en los jóvenes son uno de los motivos más habituales de consulta de padres y adolescentes a los profesionales de la salud mental. 1.1.- Descripción de los Principales Trastornos según el DSM-IV-TR y DSM-V La edición provisional del DSM-V introduce cambios en la clasificación de los trastornos derivados de los problemas de conducta y de la impulsividad al ofrecer una categoría nueva: Trastornos disruptivos, de control de impulsos y los trastornos de conducta. Esta nueva categoría recoge los diagnósticos de la versión vigente, DSM-IV-TR en sus capítulos correspondiente a los Trastornos con inicio en la infancia, la niñez o la 1 adolescencia, Trastornos del control de impulsos no clasificado en otra parte, y la sección de los trastornos depresivos en la que se incluye el Trastorno de conducta por desregularización del estado de ánimo. Estos cambios pueden estar sujetos a modificación en versión definitiva del DSM-V. Tabla 3.1: Descripción de los Principales Trastornos Disruptivos y de Control de Impulsos según Criterios DSM-IV-TR y DSM-V DSM-IV-TR (APA,2000) Trastornos de Inicio en la Infancia, la Niñez o la Adolescencia Trastornos por déficit de atención y comportamiento perturbador (TDAH). Trastorno Disocial (TD). Agresión a personas y animales, destrucción de la propiedad, fraudulencia o robo, violaciones graves de la norma antes de los 18 años. Trastorno negativista desafiante (TND). Persona negativista, desobediente y con conductas hostiles. Trastorno de comportamiento perturbador no especificado (TCPN). Comportamiento negativista desafiante que no cumple criterios de trastorno disocial ni negativista desafiante. Trastornos del Control de los Impulsos no Clasificados en Otros Apartados Trastorno explosivo intermitente (TEI). Arrebatos temperamentales desproporcionados a la circunstancia que los ocasiona, produciendo agresión física o verbal. Aparece en la adolescencia tardía. Cleptomanía. Impulso de robar objetos no necesarios o de valor. Piromanía. Fascinación por el fuego y gratificación en provocarlo. Juego patológico. Comportamiento de juego desadaptativo, que va en aumento y produce una disfunción. Tricotilomanía. Falta de control de impulsos de arrancarse los pelos. Trastorno del control de los impulsos no especificado. Trastorno de control de impulsos que no cumplen los criterios para los descritos anteriormente DSM-V (APA, 2012) Trastorno Disruptivo, de Control de Impulsos y Trastorno de Conducta Trastorno negativista desafiante. Trastorno explosivo intermitente. Aparece a partir de los 18 años. Trastorno de conducta. Persona antisocial y agresiva con más severidad: agresividad con la gente y los animales, destrucción de la propiedad, engaño o robo y graves violaciones de la norma (después de los 10 años). Trastorno de conducta con frialdad emocional, dureza e insensibilidad (callous and 2 unemotional). Rasgos anteriores a los que se le une ser insensible y carente de emociones. Aparece en los niños antes de los 10 años y, tanto la repercusión de sus actos como la remisión de sus conductas, son más problemáticas. Se caracteriza por utilizar la agresión para conseguir un objetivo concreto (agresión instrumental o proactiva). Trastorno de personalidad disocial. Como en el anterior DSM. Trastorno de conducta disruptiva no clasificado en ningún otro lugar. Como en el anterior DSM Atendiendo a los cambios propuestos en la versión provisional del DSM-V, la piromanía deja de tener un apartado específico; lo relevante pasa a ser la edad de inicio y la frecuencia de estas conductas desadaptadas involucradas en la falta de control de impulsos. La cleptomanía deja de tener identidad diagnóstica y se analiza como una conducta impulsiva relacionada con la depresión o el trastorno de conducta (TC). 1.2.- Epidemiología y Curso La prevalencia estimada para los problemas de conducta, entre jóvenes en población normal, oscila entre el 6 y el 10%. El trastorno negativista desafiante (TND) se presenta en un 3-5% de los jóvenes y el TC entre 1-4%. La incidencia de los problemas de conducta tiende a decrecer desde la edad preescolar hasta primaria, de 4 a 6 años y se incrementa hasta la adolescencia de 6 a 15 años. Este incremento no es consistente para todos los tipos de problemas de conducta. Las formas leves de agresión física, como pelearse, muestran un decremento en la prevalencia a lo largo del desarrollo del niño, mientras que las conductas antisociales encubiertas no agresivas, como mentir o robar, y la agresión grave, como un asalto sexual, muestran un incremento en la prevalencia. En cuanto a las diferencias de sexo, la estimación total de la ratio por sexos es de 2:1 a 4:1 con diferencias importantes en el curso evolutivo. Antes de los 4 años no hay diferencias significativas entre sexos, pero a partir de esa edad, decrecen en las niñas mientras que aumenta entre los niños. Este ratio se reduce de 4:1 en la infancia a 2:1 en la adolescencia debido al incremento del número de niñas con problemas. En cuanto a los problemas por control de impulsos, su prevalencia depende del tipo de patología que desencadena y del ciclo evolutivo en que se encuentre el sujeto. La tricotilomanía es de curso variable con exacerbaciones y remisiones, su prevalencia es del 3% a lo largo de la vida y se presenta más en mujeres (3,4% vs. 1,5%). Respecto a la cleptomanía, se trata de una alteración poco habitual que se presenta en menos del 5%, siendo más frecuente en mujeres. La piromanía es un trastorno raro, su prevalencia y curso no se han determinado. El trastorno explosivo intermitente tiene baja incidencia, es considerado como raro, característico de países asiático y se manifiesta principalmente en varones; su edad de inicio más habitual es al final de la adolescencia tardía hasta la tercera década de vida. 1.3.- Factores Etiológicos y Factores Asociados 3 Los problemas de conducta e impulsividad son el denominador común en la sintomatología del trastorno disruptivo, de control de impulsos y TC. Éstos son resultado de una compleja interacción de numerosos factores causales: Factores biológicos: Relacionados con dificultades perinatales, alteraciones de neurotransmisores, disfunciones en las áreas responsables de la función ejecutiva y una excesiva reactividad autonómica. Factores temperamentales y de personalidad: El temperamento es la conducta característica y distintiva del niño en su interacción con el entorno y es el núcleo del desarrollo posterior de la personalidad; tiene una base constitucional que se manifiesta en un patrón específico de reactividad y autorregulación. Los procesos autorregulatorios en niños con problemas de conducta e impulsividad son deficitarios y se inician por la dificultad de controlar emociones como ira o frustración; rasgos temperamentales como la ausencia de miedo, la falta de inhibición y una excesiva actividad motora o aproximación. Estos rasgos parecen asociarse en el niño a dificultades en el desarrollo de su capacidad empática, al aumento de su sensibilidad al refuerzo y a su escasa respuesta a los castigos. Todo ello, hace que sean menos responsivos a las prácticas de socialización parental. En el caso de los adultos, los rasgos elevados de personalidad psicopática (insensibilidad, frialdad emocional, falta de empatía) y neurótica parecen estar en la base de los problemas de control de impulsos y conductas desadaptadas. Factores cognitivos: Un CI bajo, principalmente verbal, y los problemas en el procesamiento de la información social y su codificación se han asociado a los problemas de conducta impulsiva. Las dificultades en la solución de problemas, caracterizadas por la evaluación positiva que hace el sujeto de sus habilidades violentas para solucionar los problemas, y las atribuciones incorrectas de intencionalidad son algunos de los factores que inciden. Factores familiares: Relativos al vínculo afectivo y al comportamiento parental. Las dificultades en el establecimiento de una relación afectiva segura, la presencia de conductas hostiles y los problemas en los hábitos de crianza adecuados parecen facilitar los problemas de conducta. Los comportamientos parentales caracterizados por una escasa involucración en las tareas educativas, el uso de disciplina autoritaria, inconsistente u hostil y la falta de supervisión, son algunos de los comportamientos parentales que favorecen la aparición y mantenimiento de problemas de conducta en los hijos. Los problemas en las relaciones de pareja y el estrés de los padres son otras de las variables que contribuyen a estos desajustes. Factores sociales: Abarcan los relativos a la influencia de grupo incluidas las relaciones interpersonales, así como los factores sociales correspondientes a su entorno. En las relaciones de iguales encontramos el rechazo de los compañeros, la victimización y las 4 relaciones conflictivas así como la identificación con un grupo de iguales conflictivo, que presenta conductas antisociales o consumo de sustancias. Respecto al entorno social y económico, los problemas de conducta tienen mayor incidencia entre sujetos que proceden de un nivel socioeconómico bajo, lo que se suele explicar por la acumulación de factores de riesgo que se produce entre clases desfavorecidas. 2.- EVALUACIÓN PARA EL DIAGNÓSTICO Y LA DELIMITACIÓN DEL PROBLEMA: CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS DIAGNÓSTICAS Contamos con distintas técnicas de evaluación para diagnosticar los problemas de conducta e impulsividad, sus características y gravedad. Destacan las entrevistas, escalas de puntuación y cuestionarios y registros de observación. La evaluación debe incluir múltiples métodos y fuentes de evaluación que contribuyan a aportar la información más completa posible. 2.1.- Instrumentos de Evaluación Utilizados La evaluación supone delimitar el problema en relación con las conductas problema, la intensidad y significación, grado de interferencia en la vida familiar, social y personal, y su correspondencia con los criterios diagnósticos de los sistemas clasificatorios al uso. Esto es lo que denominamos evaluación de la delimitación y diagnóstico del problema. 2.1.1.- Descripción de los principales instrumentos Como ocurre con el resto de trastornos, contamos con dos métodos de evaluación elementales para el diagnóstico: las entrevistas diagnósticas, para una evaluación categorial, y los cuestionarios estandarizados, para una evaluación dimensional. Las entrevistas estructuradas con los instrumentos de elección para un diagnóstico categorial. Permiten identificar los criterios diagnósticos, realizar diagnóstico diferencial (evaluar la diferenciación con otros trastornos) y estimar la severidad y grado de interferencia en el funcionamiento social, académico o laboral del evaluado. Ayudan a identificar la edad de aparición de las primeras conductas disruptivas, dato esencial para valorar la gravedad de pronóstico del trastorno, y los conflictos anteriores y posteriores asociados a los problemas. Las entrevistas estructuradas suelen componerse de dos tipos de preguntas: guías o sondeo y subsecuentes. Las guías o sondeo responden a las preguntas de un problema concreto que, sólo en caso de contestarse afirmativamente, dan paso a las preguntas subsecuentes, derivadas de ese problema particular. El tiempo de administración varía de 45’ a 2 horas. La edad de uso recomendada es para niños a partir de 6 años, aunque algunos autores la aconsejan a partir de los 9. Sus principales limitaciones o puntos débiles están en su elevado coste temporal, el entrenamiento requerido para su correcta administración y la posible implicación de los sesgos del evaluador en la valoración de la 5 información. Es importante tener en cuenta que las personas con problemas de conducta tienen a minimizar u ocultar las incidencias negativas de su conducta, por lo que es recomendable el uso de medidas alternativas como la observación y el uso de distintas fuentes informantes. Los cuestionarios y escalas de puntuación son pruebas psicométricas con puntuaciones referidas a criterios sustantivos y normativos elaborados en base a criterios de fiabilidad y validez. Su fundamentación estadística y valoración de los problemas dentro de un continuo, nos proporcionan una evaluación dimensional del problema. Los cuestionarios más utilizados cuentan con una muestra de sujetos grande estandarizada que permite comparar los problemas de los niños con los de un grupo de referencia normativo. Suelen presentar versiones paralelas según la fuente informante, lo que permite evaluar la conducta del niño en diferentes contextos y según la perspectiva de distintos informantes. Algunos contienen sub-escalas adicionales que evalúan otras alteraciones, como ansiedad, depresión, problemas sociales y familiares. Esto posibilita realizar un diagnóstico alternativo, valorar la presencia de otros problemas concurrentes con los problemas de conducta y evaluar algunos de los factores de riesgo que funcionan como facilitadores y mantenedores. Dentro de los cuestionarios estandarizados cabe mencionar aquellos que proporcionan escalas sistematizadas de observación, las cuales para la evaluación de los problemas exteriorizados poseen un especial interés. Destacan: BASC-SOS: Integrada en el sistema de escalas BASC-2. La observación está sistematizada para implementarla en el contexto del aula. Permiten la observación por muestreo temporal de 65 conductas adaptativas y no adaptativas. ASEBA-DOS de Achenbach: 96 ítems referidos a conductas interiorizadas y exteriorizadas, y están diseñadas para observar en periodos de 10’ a niños de 5-14 años. Estas escalas de observación sistematizadas pueden ser complementadas con registros de observación elaborados ad hoc que incluyan los antecedentes y consecuentes de las conductas problemas. Estos registros son de interés en niños menores de 8 años, dada la limitación de éstos para informar en los cuestionarios. Tabla 3.2 : Principales Entrevistas Utilizadas para el Diagnóstico Categorial de los Problemas de Conducta e Impulsividad1 Identificación Aplicación y Formato Dimensiones Entrevista Para padres de niños de 6-17 años Síntomas del trastorno Diagnóstica para (DICA-P). Para niños de 6-12 años negativista desafiante y Niños y Adolescentes (DICA-C). Para adolescentes de 13-18 trastorno de conducta DICA-IV. años (DICA-A). Diseño en forma de según el DSM-IV. 1 Solo aparecen los instrumentos que son materia de examen. 6 racimo. Tiempo de 45’ a 2 horas. Tabla 3.3: Principales Cuestionarios para el Diagnóstico Dimensional y la Delimitación de los Problemas de Conducta e Impulsividad2 Identificación Aplicación y Formato Dimensiones Evaluación multifuentes, multimétodo. Dos partes: aspectos de adaptación social (20 ítems); listado de conductas (118 ítems). Escalas de diferentes Sistema de síndromes interiorizados y Evaluación Empírica exteriorizados y escalas clínicas de Achenbach Versiones autoinformadas: acordes al DSM-IV. ASEBA. Traducción Adolescentes (YSR). española de las Versiones heteroinformadas: Síndromes clínicos: versiones niños y Padres (CBCL 1-5 y 6-18 años), ansiedad/depresión, adolescentes UAB. profesores (TRF); Entrevista inhibición/depresión, quejas Clínica Semiestructurada somáticas, problemas sociales, ASEBA-DOS con (SCICA); Observación Directa problemas de pensamiento, de escalas clínicas (DOF), Observación durante la atención, conducta delictiva, orientadas del evaluación (TOF). agresiva. DSM. Corrección informatizada. Escalas clínicas DSM: trastorno negativista desafiante, trastorno de conducta, problemas afectivos, de ansiedad, somáticos y problemas de hiperactividad y déficit de atención. Versión padre, profesor y El del Padre y Profesor evalúa Sistema de autoinformada. Tres niveles: problemas exteriorizados e Evaluación 3-6 años; 6-12 años y 12-18 interiorizados y rasgos positivos. Conductual BASCaños. Cuenta con historia El protocolo del profesor evalúa 2. Adaptado a clínica estructurada, protocolo también problemas de población española de observación y batería de aprendizaje y habilidades de 2004. conductas y emociones. estudio. En la del Niño se evalúa 2 Solo aparecen los instrumentos que son materia de examen. 7 también sus actitudes, autoconcepto y relaciones sociales. Existe otro grupo de instrumentos que si bien no permiten establecer un diagnóstico, nos permiten evaluar el tipo específico de conductas y manifestaciones comportamentales concretas, así como el nivel y la severidad del problema. Es de gran utilidad para determinar el grado de afectación y delimitar las conductas problema para el diseño de la intervención y su evaluación. Por otra parte y dado que las manifestaciones de estos trastornos pueden adquirir diferentes formas agresivas o violentas existen cuestionarios diseñados para la evaluación de estas conductas. 1.1.1 Evidencias de fiabilidad y validez para el diagnóstico del trastorno disruptivo, del control de impulsos y el trastorno de conducta Las entrevistas estructuradas muestran una buena fiabilidad y validez, ofreciendo una adecuada utilidad clínica. Contamos con la adaptación al castellano de la entrevista DICA, la cual es una buena elección para el diagnóstico de estos problemas. Estas entrevistas están indicadas para el diagnóstico categorial. Entre los cuestionarios estandarizados, cabe destacar el BASC-2 y los listados del sistema ASEBA. Ambas cuentan con una sólida evidencia acumulada de validez de constructo que hacen muy recomendable su uso, principalmente para la evaluación dimensional de los problemas de conducta. Estos listados muestran una baja correspondencia con las categorías diagnósticas del DSM por lo que para un diagnóstico categorial deben ser usados con cautela. No obstante, los autores conocedores de esta limitación, elaboraron las escalas DSM acordes a los criterios DSM-IV y CIE-10, las cuales minimizan esta dificultad. Del resto de cuestionarios se han documentado adecuadas propiedades de fiabilidad y validez que hacen recomendable su uso, principalmente para la evaluación de conductas específicas y la valoración de su intensidad o severidad. 8 Son altamente recomendadas para el diagnóstico, la entrevista DICA y los listados de conductas ECBI, ASEBA y BASC-2 junto con los registros de observación sistematizados de los dos últimos. Para la delimitación de los problemas de conducta se sugiere el empleo de índices de deterioro funcional, entre los que destaca la Escala de Evaluación Funcional para Niños y Adolescentes CAFAS. 1.2 Diagnóstico Diferencial El diagnóstico de los problemas de conducta e impulsividad deben ser establecidos a la luz de otros diagnósticos que comparten ciertas similitudes pero que constituyen una categoría diagnóstica diferente. Trastorno negativista desafiante (TND): Comparte las características de impulsividad con el TDAH, y la irritabilidad y los problemas comportamentales con el episodio maniaco; se asocia con problemas de comprensión del lenguaje, aunque sin llegar a constituir una alteración del lenguaje independiente; y a diferencia del trastorno disocial presenta un patrón de comportamiento menos grave. Los problemas de conducta suelen aparecer con síntomas de ansiedad y depresión. En caso de depresión o un trastorno psicótico no deben diagnosticarse los problemas de conducta. Trastorno explosivo intermitente (TEI): Ha de considerarse que no aparece en el transcurso de un delirium o como parte de una demencia y debe distinguirse del comportamiento agresivo que puede aparecer en el TND, disocial, antisocial de la personalidad (sólo puede diagnosticarse después de los 18 años), límite de la personalidad, o en un episodio maniaco o en la esquizofrenia. En síntesis, todos estos trastornos deben ser considerados antes de confirmarse el diagnóstico de TND o TEI y por extensión, de cualquier otro trastorno de conducta. 1.3 Comorbilidad Los niños con problemas de conducta a menudo tienen numerosos problemas simultáneos que le dificulta su adaptación. Hay una alta comorbilidad con TDAH, trastornos interiorizados (depresión o ansiedad), consumo de sustancia (especialmente en la preadolescencia), problemas del lenguaje (en edad preescolar), y problemas académicos. El TDAH es con diferencia el trastorno que aparece un mayor número de casos asociado a problemas de conducta. Se han estimado tasas de comorbilidad del 36% de los niños y 57% en las niñas. Los problemas interiorizados tienen tasas de comorbilidad superiores a los que se podría esperar por efecto del azar. En la mayor parte de los casos, los problemas de conducta preceden a la aparición de los síntomas depresivos o ansiosos; estos síntomas se ven a menudo como consecuencia de algunos problemas de adaptación experimentados por el niño/a con problemas de conducta. La comorbilidad con el abuso de sustancias es importante porque el patrón más probable es el asociado al abuso de múltiples sustancias. También, el retraso en el lenguaje se asocia con los problemas de conducta entre los niños más pequeños mientras que entre los más mayores, estos problemas suelen venir acompañados de un bajo logro académico. 9 2 Evaluación para la Conceptualización Planificación del Tratamiento del Caso y la La planificación del tratamiento terapéutico requiere previamente de una adecuada conceptualización del caso. La naturaleza multicausal de estos trastornos confiere una enorme complejidad a la intervención sobre estos casos. Las principales variables asociadas a los problemas de conducta son: Rasgos de vulnerabilidad temperamental y de la personalidad como inestabilidad emocional, frialdad o dureza, bajos niveles de empatía… Problemas emocionales reflejados en elevados niveles de ira, depresión o ansiedad. Inadecuadas estrategias de socialización parental basadas en la hostilidad, falta de afecto y supervisión, control punitivo, autoritario o permisivo. Dificultades en las relaciones interpersonales, aceptación de los compañeros o competencia social. Variables relativas al procesamiento inadecuado de la información como atribuciones de intencionalidad, creencias sobre la adecuación de la violencia como estrategia de resolución de conflictos, justificaciones morales de la conducta violenta o establecimiento de metas hostiles. Es importante también recoger información mediante autorregistros y entrevistas individualizadas que profundicen en la relevancia de estas variables y en sus relaciones con las situaciones concretas de la vida del evaluado. Es recomendable el uso de autorregistros de situación-pensamiento-emoción, en el que se registren las situaciones de conflicto, las cogniciones de los sujetos junto con autorregistros de antecedentesconductas-consecuentes que informen de las contingencias y la dinámica de relaciones entre variables en el entorno particular del sujeto. Tabla 4: Variables Relevantes e Instrumentos para la Conceptualización de los Problemas de Conducta e Impulsividad (Contrastación para las Hipótesis de Conceptualización)3 Instrumentos Dimensiones y Características Hipótesis a Contrastar: Variables de Vulnerabilidad Temperamental y de Personalidad Cuestionarios de Temperamento de Rotbart. IBQ de 3-12 meses; ECBQ Diferentes ítems según versiones. Evalúa de 1-3 años; CBQ de 3-7 años; diferentes rasgos de temperamento relativos a la TMCQ de 7-10 años; EATQ-R de reactividad y autorregulación. 9-15 años; ATQ adultos. Cuestionario de Personalidad de 100 ítems dicotómicos. 4 escalas: Neuroticismo, Eysenck EPQ-R. Versión Extraversión, Psicoticismo y Deseabilidad social. adolescente EPQ-J. Cuestionario de Personalidad BFQ. 132 ítems para adultos/65 para niños. Escala Versión infantil BFQ-N. Adaptación Likert 5 puntos. 5 escalas: Inestabilidad 3 Solo aparecen los instrumentos que son materia de examen. 10 española. emocional, Extraversión, Apertura, Amabilidad y Responsabilidad (Conciencia). Autoinforme. 45 ítems. Adolescentes y adultos. Escala de Dificultades de Evalúa: Búsqueda de sensaciones, Ausencia de Socialización de Cantoblanco SOC. miedo, Impulsividad. Contiene un Índice Global de Dificultades de Socialización. 30 ítems con escala de 1-4. Evalúa: Impulsividad Escala de Impulsividad de Barratt motora, Impulsividad no planificada e Impulsividad BIS-11. atencional. Adolescentes y Adultos. Evalúa componentes cognitivos y afectivos de la empatía. 5 factores: Índice de Reactividad Emocional de Empatía intelectual, Empatía emocional positiva, Davis IRE. Empatía emocional desorganizadora, Empatía virtual e Impasibilidad. Hipótesis a Contrastar: Problemas Emocionales Inventario de Expresión de Ira Estado-Rasgo STAXI. Adaptación 55 ítems versión adulta. 49 versión infantil con española 2001. Versión infantil, escala 1-3. Para niño y adolescente. Evalúa Ira STAXI-NA. Adaptación española como emoción, estado o rasgo y el afrontamiento. 2004. Hipótesis a Contrastar: Problemas Interpersonales, Habilidades Sociales, Rechazo Grupal Aplicación grupal. Evalúa las relaciones sociales en Evaluación de la Competencia Social un grupo, el clima social y la posición social del entre Iguales SOCIOMET. sujeto (preferido, rechazado, ignorado, controvertido). Cuestionario de Habilidades de 60 ítems. Evalúa habilidades interpersonales Interacción Social. CHI-1 (versión agrupadas en 6 escalas: Básicas, Hacer amigos, heteroaplicada), CHI-2 (versión Conversacionales, Emocionales, De solución de autoaplicada). problemas y De relación con adultos. Hipótesis a Contrastar: Problemas de Socialización Parental Evalúa mediante 29 situaciones cotidianas el estilo de socialización de los padres en las escalas de Escala de Socialización Parental en Aceptación/Implicación y Coerción/Imposición que la Adolescencia ESPA29. resultan en 4 tipologías: Autoritativo, Indulgente, Autoritario o Negligente. En el análisis de estas variables, debe tenerse en cuenta la edad de inicio de los problemas, la cual diferencia dos trayectorias con pronósticos diferentes. Si los problemas de conducta aparecen antes de los 10 años, asociados a problemas de capacidad intelectual y rasgos de vulnerabilidad temperamental el pronóstico será menos 11 favorable que si aparece en la adolescencia y responde a un problema de adaptación transitoria. 2.1 Evidencias de Fiabilidad y Validez de la Evaluación para la Conceptualización del Caso Los instrumentos muestran una sólida fiabilidad y validez y son buenos predictores del comportamiento futuro problemático, impulsivo o violento, permitiéndonos identificar las actitudes y creencias susceptibles de ser modificadas en la intervención. 3 Evaluación para el Tratamiento, Resultados de la Intervención su Progreso y los La evaluación adquiere importancia en la evaluación de la intervención elegida. Un objetivo dentro del proceso de evaluación será contrastar el progreso del tratamiento y los resultados. Este objetivo es importante en la intervención sobre los problemas en conducta e impulsividad en los que se han documentado casos donde el tratamiento en jóvenes ha producido un incremento de los problemas de conducta. El progreso y los efectos del tratamiento pueden ser valorados mediante la obtención de medidas postest con algunos de los instrumentos empleados en el diagnóstico y delimitación del problema. Aquellos instrumentos que proporcionan una evaluación dimensional, suelen mostrarse más sensibles a los efectos del tratamiento dado el carácter continuo de sus escalas de medida. Han destacado los listados de conducta de Achenbach o el Inventario de Problemas de conducta de Eyberg. Los registros de observación cumplimentados por padres son también buenas medidas para la evaluación del tratamiento. Es recomendable que sean también cumplimentadas por profesores o evaluadores que no tengan implicación directa en la intervención a fin de controlar las expectativas sobre los resultados. Pueden utilizarse los registros de observación BASC-SOS o la Escala de Observación ASEBA-DOF de Achenbach. Otros instrumentos de observación diseñados para evaluar las interacciones padreshijos son los sistemas de codificación. Consisten en un conjunto de categorías que el observador ha de registrar en situaciones tanto de juego libre como estructuradas. Dos ejemplos son el Sistema de Codificación Interacción Padre-Hijo DPICS y el sistema de Codificación Conductual BCS. El inconveniente es el alto coste que suponen para el evaluador, dado el prolongado entrenamiento que requieren para que sean fiables. Estos sistemas, además no están adaptados al español. Una alternativa es el Sistema de observación SOC-III de Interacciones familiares. Es un sistema de observación de las interacciones familiares, ideado para niños con problemas de conducta. Permite una observación sistematizada de la frecuencia, duración, secuencia y valencia (aversiva, positiva o neutra) de las interacciones conductuales (atención social, instrucción, obediencia, oposición) en el contexto familiar. La evaluación del progreso de tratamiento además debe incluir escalas de deterioro funcional altamente recomendadas por su adecuación psicométrica y sensibilidad al tratamiento e instrumentos para la medida de los niveles de adaptación y medidas de satisfacción con el tratamiento como por ejemplo el Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación Infantil TAMA, Escala de Evaluación Funcional de Niños y Adolescentes 12 CAFAS, Escala de Evaluación de la Actividad Global EEAG. Versión para niños CGAS y Escala Abreviada de Discapacidad para padres de niños de 4-17 años. 4 Propuesta Trastornos de un Protocolo para la Evaluación de los La evaluación básica para el Trastorno disruptivo, de Control de impulsos y del Control de la conducta debe incluir al menos instrumentos para: El diagnóstico y la delimitación de las conductas problema. La conceptualización y planificación de la intervención. La evaluación, el seguimiento y resultados de la intervención. Tabla 5: Protocolo Básico para la Evaluación de los Trastornos de Conducta e Impulsividad Evaluación para el Diagnóstico y Delimitación del Problema Entrevista Diagnóstica para Niños y Adolescentes DICA-IV. Sistema de Evaluación Empírica de Achenbach ASEBA. Sistema de Evaluación Conductual BASC-2. Evaluación para la Conceptualización del Caso Cuestionarios de Temperamento de Rotbart. Cuestionario de Personalidad. A elegir: EPQ-R, BFQ, Versión infantil BFQ-NA. Escala de Dificultades de Socialización de Cantoblanco SOC. Escala de Impulsividad de Barratt BIS-11. Índice de Reactividad Emocional de Davis IRE. Inventario de Expresión de Ira Estado Rasgo STAXI. Versión Infantil STAXINA. Cuestionario de Habilidades de Interacción Social CHI-1, CHI-2. Escala de Socialización Parental en la Adolescencia ESPA29. Evaluación de la Competencia Social entre Iguales SOCIOMET. Registros de contingencias (antecedentes-conductas-consecuentes) y Autorregistros de situación-pensamiento-emoción. Evaluación para el Progreso y Eficacia del Tratamiento Sistema de Evaluación Empírica de Achenbach ASEBA. Sistema de Evaluación Conductual BASC-2. Escala de Evaluación de la Actividad Global EEAG. Versión para niños CGAS. 13