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NAVEGANTE VAGAMUNDO
Érase tiempos á, situación puerto “refugio”,de A Guarda, noroeste peninsular, en pleno invierno,
infernal diríamos, mes denominado con “R”, para los viejos lobos de mar locales, lo cuál quiere
decir mucho. Puerto cerrado por las inclemencias, marejada de fondo a tope, semblante del W. a
todo trapo, seis de la tarde, temporal lluvia, cerrazón, visibilidad cero, oscuridad total, día de perros
En medio de las tinieblas del escaso horizonte, observo como una luz muy débil, !! increíble !! ,será
la de San Telmo, parece que se va acercando por la difícil bocana del puerto, en medio de la
tormenta avistamos un mástil medio desarbolado, más pelado que un perro callejero, vamos.
Deduciendo, tratase de un velero, un yate de vela, se va acercando no sé como, por no tener no
tenía ni motor, ya dentro del puerto, cerca del único muelle de atraque, al cuál era imposible
acercarse, decide fondear, el ancla estaba dispuesta, pero el cabo de fondeo, amigos, brillaba por
su ausencia, con la poca visibilidad de noche cerrada, se le cruza un bollarín de una embarcación
local, fijado como muerto, nuestro navegante, parece que encontró la Virgen del Carmen, ahí
mismo quedó anclado, sin luces, sin rastro, así quedó en medio de las adversas inclemencias, mar
viento, oscuridad, incertidumbre, de lo peor que le podía pasar durante la noche.
A las once de la noche , se endurece el mar, y el temporal se hace insoportable, el navegante, da
señal de vida, hace sonar un claxon manual, por más que insista nadie se atreve ni a echarle un
cabo, la mentalidad del pescador, un navegante vagamundo, casi no merece auxilio, -nadie le
mandó embarcarse - . Insiste toda la noche con las pitadas del claxon manual, ni caso; con el paso
de la noche arrecia el temporal, no así la mar, llegado el amanecer, con poca visibilidad, se aprecia
el aventurero navegante, con un barco que más bien parecía un desarbolado náufrago de las islas
Caribeñas.
Ya con día claro, las autoridades portuarias brillan por su ausencia, se atreven dos pescadores
locales a prestarle auxilio, y con dificultad por el mar de fondo existente, ya que las instalaciones
portuarias son penosas para los tiempos que estamos, ayudados por una gamela típica consiguen
atracar al “aventurero”, un único tripulante, de origen alemán, peludo ,sucio, harapiento, con un
hambre y sed inenarrable, aconsejado abandona el barco y ya en tierra firme le suministran los
víveres necesarios para un superviviente, parece que ya vamos teniendo gente, confiesa con señas
y señalando con una húmeda carta náutica, se quiere desplazar a Bayona. Entre tanto van llegando
curiosos del lugar, pero de alemán casi nada, algunas palabras de cuando navegaron en pabellón
alemán, aparece un emigrante residente en Alemania, y ya empieza a traducir, vamos sabiendo
todos los datos del marino, las intenciones que tiene, son todas menos la de abandonar el barco, se
le informa que para desplazarse a Bayona, dispone de autobús de línea, pero está aparentemente
confuso, no sabe que hacer, en una de esas, el marinero más avispado, que en los puertos hay
mucho, se dirige al emigrante : ¿oye porqué no vas tu a llevarlo a Bayona en tu coche?, para eso
le estáis jodiendo los “Marcos” en Alemania, y el hombre avergonzado en medio de la multitud de
curiosos, no tuvo más remedio que acceder.
Después de dos horas, llegan, el alemán con un remolque en un fragante Mercedes,- las
apariencias engañan-, la intención de subir el barco por la difícil rampa existente en el puerto,
traduciendo las preguntas de tipo técnico, características del casco, si tenía orza abatible, ect., el
traductor dice que tiene orza abatible, entonces el problema estaba medio resuelto, se remolca el
barco, se aproxima a la rampa, el mar sigue muy bravo, lluvia a no más poder, un servidor y un
amigo que se sumó, mojados empapados como sopas, temblando de frío, llegamos a situar el
barco enfilado con el remolque, una vez dimos avante, el barco tocó fondo en la rampa con la orza,
dio un pantocazo a babor, donde nos vimos con el peligro de quedar debajo de la embarcación,
resulta que la orza no era abatible, el traductor, no debió hacer la pregunta, o no entendió o no
sabía lo que era la orza, ni la quilla, gajes del oficio.
Con una difícil maniobra llegamos a situar el barco en la cuna del remolque, aprovechando las
oportunidades que nos va dando el mar, el navegante, una vez vio subido el barco, abatió el mástil,
velamen no le vi ninguna, se le fueron con el viento. Después de la maniobra de amarre con el
remolque, nos dirigimos al traductor, por si tenía abordo alguna botella de wysqui, para calentar un
poco el cuerpo, el navegante nos muestra un baso con su respectivo cepillo de dientes, eran los
únicos objetos que se le observaban a bordo , por no tener no tenía nada.
Terminada la correspondiente maniobra de trincaje, se despide el navegante solitario, y se larga
con su barco y su Mercedes lentamente por la explanada del muelle, los colaboradores nos
quedamos desconcertados, después del trabajo
que habíamos pasado para que tuviera una
satisfactoria singladura aunque fuese por carretera, el mal navegante no fue agradecido, por lo
menos el traductor no lo mencionó.
No es de extrañar que los pescadores locales, cuando aparece un náutico solitario, traten de
escurrir el bulto, son muchas experiencias negativas que reciben, un servidor, nacido a tan solo
diez metros del mar, llevado por el instinto, siendo navegante a vela y pescador aficionado, me
motiva a prestar ayuda desinteresada a cualquier navegante que se atreva a navegar y recalar por
nuestras maravillosas costas de Galicia, sin ningún ánimo de lucro, aunque a veces el pago sea
como el anteriormente narrado, ¡! un mar de experiencia ¡! .