Download II.- La competitividad: muestrario de paradojas

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
CONTENIDO
I.- Introducción
II.- La competitividad: muestrario de paradojas
III.- Los caminos ensayados: el caso Venezuela

La acción pública de lo macro a lo micro

Privados y públicos: cada cual por su lado

La creación del MIC, el nuevo enfoque de Conicit y otros
desarrollos institucionales

Las distorsiones del plan petrolero
Conclusiones preliminares
INTRODUCCIÓN
El desarrollo ha sido un tema obsesivo para varias generaciones de
latinoamericanos. En esa búsqueda se han recorrido los más disímiles territorios
intelectuales, sociales y políticos, habiéndose pasado por épocas muy diferenciadas en
el tiempo y en el tono. Unas fueron de franco optimismo, como los años 50 y 60,
mientras durante los 70 se produjo el estancamiento de la actividad económica al
tiempo que la producción intelectual sobre el tema se encontraba en plena ebullición.
Luego de la denominada década perdida, que significó una caída de buena parte de los
indicadores de crecimiento y de las esperanzas, se inició durante los 90 el tránsito
doloroso hacia políticas de reforma económica que aún no terminan y que significaron
una separación abrupta con la tradición de muchas décadas. Sus consecuencias
políticas y sociales todavía se manifiestan, a veces con severidad, como lo muestran
agudamente Venezuela, Ecuador y Colombia.
La época que se vive actualmente es de búsqueda, de renuncia a los dogmas de
cualquier signo, de convergencia analítica, de pragmatismo, pero también de
reconstrucción social y política, por no hablar de una nueva fase de reivindicación de lo
latinoamericano, en el plano cultural y en el de las aspiraciones de los pueblos. Aunque
en un número importante de países pareciera haberse recobrado una ruta más
aceptable de crecimiento económico, ella se encuentra todavía signada por amplios
espacios vacíos, especialmente lo atinente a la equidad en los frutos del desarrollo.
Hago esta introducción para traer a colación un aspecto que estará presente en
el resto del trabajo: la competitividad no aparece en el escenario latinoamericano como
un paradigma aislado de la experiencia anterior. En buena medida, se tropieza con
evidencias anteriores y planteamientos de larga data con los cuales se entrecruza para
entrar en simbiosis, por no hablar de hibridación o de sincretismo, en la más genuina
tradición del subcontinente. No hay en estas líneas, sin embargo, el propósito de hacer
historia de las ideas. Tan sólo un poco de condimento para tener claro dónde estamos
parados.
-2-
LA COMPETITIVIDAD: MUESTRARIO DE PARADOJAS
En el momento actual, y no sólo en América Latina, están abiertas numerosas
preguntas concernientes a la orientación económica sobre la cual se quiere iniciar el
siglo XXI y es sobre ese telón de fondo que cabe enfocar y profundizar los temas
relativos a la competitividad, en los distintos ámbitos en que ellos se plantean. En el
ejercicio que sigue planteo varios temas en forma de dilema o de paradoja; lo hago de
esa manera porque son preguntas abiertas que pueden tener respuestas opuestas o
contradicciones para las cuales no hay fácil solución. Veamos.
Paradoja 1. ¿Son posibles esquemas de competitividad nacional en una época en la
cual las naciones viven los embates positivos y negativos, y en ocasiones hasta
violentos, de la globalización?
Este no es un tema menor, pues atraviesa como una falla geográfica a todas las
naciones por igual, independientemente del continente en que se hallen o de la
subregión de la cual se reconozcan miembros. El estado nación se encuentra debilitado
en sus funciones clásicas de soberanía política, hecho concomitante con la
internacionalización e interdependencia creciente de la vida humana. Como
consecuencia de ello los espacios económicos han dejado de estar separados, al
menos en lo que respecta a los flujos de comercio, de capitales y de información.
De modo que la globalización ha pasado a ser un parámetro más que obvio en el
proceso de crecimiento y de búsqueda de estabilidad. Pero también significa una fuente
perenne de incertidumbres, sobre todo en el plano financiero, como lo revelan el efecto
‘Tequila’ y la debacle del Lejano Oriente, hasta hace muy poco la tacita de plata de los
defensores a ultranza del comercio abierto.
En ese ambiente, las trincheras se encuentran ocupadas principalmente por el
mundo productivo y sus actores privilegiados: las empresas. Y en ese proceso de
apertura al mundo las empresas —tanto individual como colectivamente— han iniciado
una importante fase de aprendizaje, tanto en función del comercio intrarregional como
dirigido al comercio internacional en general. En países con una trayectoria anterior de
volcamiento al exterior, como Colombia, se trata más de una ratificación que de una
novedad, no siendo así para el resto de los países andinos. Pero en todo caso, se
asiste a una reestructuración de las corrientes comerciales con base en la presión más
directa del comercio internacional.
Luce por decir lo menos contradictorio plantearse abiertamente proyectos de
corte estrictamente nacional en un contexto como el descrito. También la experiencia
internacional habla por sí sola. Aquellas naciones que se han visto forzadas a seguir un
curso de autonomía cercana a la autarquía por razones de guerra o por circunstancias
políticas (Corea del Norte, Cuba, Irak, Libia) experimentan hoy en día una degradación
profunda de sus niveles de vida, justamente lo contrario a lo que acontece en naciones
tradicionalmente cerradas al mundo como China que decidieron un curso de apertura
económica y cultural.
Disminuido el margen de maniobra que le resta a las naciones para acometer
proyectos autónomos de crecimiento, sigue abierta la opción de ampliar los espacios
económicos, sociales y políticos como resultado de la integración, esfuerzo que los
países andinos se han planteado desde hace varias décadas, similar a lo hecho por la
Unión Europea pero sólo en el plano económico.
-3En la subregión andina los mejores frutos se han cosechado sólo recientemente,
con motivo de un proceso bastante audaz de apertura comercial, de los servicios y del
espacio aéreo. En esa misma perspectiva se encuentra Mercosur, cuya evolución inicial
ha avanzado con buen pie, principalmente porque los dos socios principales son países
de tamaño económico significativo y herederos de una larga experiencia industrial. Pero
el camino de la integración sigue empedrado de dificultades e incertidumbres, como
revelan las fricciones recientes entre Argentina y Brasil y entre Colombia y Venezuela,
por causa de los impactos que suelen tener los esfuerzos hacia el comercio abierto.
La experiencia más audaz en estas lides integracionistas parece corresponder a
un grupo de países centroamericanos que no se contentaron con adelantar esfuerzos
en el plano comercial, sino que han intentado converger en el plano macroeconómico,
en la provisión de infraestructura y en aspectos sectoriales. Para lo cual avanzaron en
una agenda que ha contado con presencia decisiva del más alto nivel político, contando
con mecanismos de seguimiento relativamente poco formales, con un flujo de
información fluido entre la cumbre y los órganos de decisión concretos y con el apoyo
de organizaciones ‘neutrales’ como el INCAE (Universidad de Negocios de Costa
Rica)1, que ha permitido incorporar todo el soporte técnico, incluido el externo (en este
caso la Universidad de Harvard).
En todo caso, hasta donde alcanza la mirada que proporcionan todas estas
experiencias aisladas, no parece enteramente traída por los cabellos la búsqueda de
una patria latinoamericana más vasta, esta vez bajo un signo económico; o como ha
sido preconizado por la nueva administración de Venezuela, la ‘vuelta a Bolívar’ con
fachada del siglo XXI.
En ese contexto tiene pertinencia la armonización de políticas, tanto en el plano
comercial y macroeconómico como en el de corrientes productivas, sólo que lo segundo
—como se sabe— es bastante más difícil de lograr. El subcontinente, al igual que los
bloques subregionales circunscritos en él, enfrentan una dificultad adicional: cómo
conciliar una larga historia de territorios económicos nacionales que, salvo excepciones,
no avanzaron sustancialmente en la especialización productiva, como no fueran los
consabidos productos históricos de exportación, minerales o agrícolas, cuyo papel en el
mundo económico actual pierde cada vez más terreno. Lo que convierte a la integración
en una empresa más dificultosa pues los países parten en su mayoría de estructuras
económicas muy similares y poco complementarias. Una excepción a esta regla es el
comercio entre Venezuela y Colombia, el cual sí muestra una mayor complementación,
según la cual Venezuela proporciona en su mayoría productos semi-elaborados
mientras Colombia vende productos más terminados.
Esa situación de escasa especialización la revelan los resultados de la
metodología CAN desarrollada por Cepal con base en las ventajas comparativa
reveladas: la estrategia de crecimiento horizontal seguida por América Latina durante
cerca de medio siglo, destinada a dotar a cada país de tejido industrial diversificado, ha
dejado sus saldos perversos: economías poco especializadas, salvo en productos de
corte tradicional y que ahora deben reorientarse para responder a mercados muy
dinámicos y segmentados que en su mayoría claman por productos muy diferenciados.
En síntesis, que no por inevitable resulta fácil la adaptación a un mundo global,
pues requiere de esfuerzos a todos niveles: micro, de la mano principalmente del propio
mundo empresarial; nacional, creando los medios, los instrumentos y el ambiente para
mejorar la capacidad de respuesta de cada país; finalmente, el plano subregional o
-4continental, en el cual juega un rol decisivo el comercio y las condiciones de acceso de
todos los países en condición de igualdad.
Paradoja 2. Aun con las debilidades señaladas, la competitividad de una nación
pareciera estar compuesta al menos de dos vertientes que no siempre se tocan; una
primera de tipo agregada que se origina en el ritmo y orientación logrado por el
crecimiento y que no siempre presta atención a las tendencias de la segunda,
consistente en movimientos tácticos de corte microeconómico o microsocial, donde se
despliega con toda propiedad la acción de los agentes, especialmente los de
emergencia reciente.
Dependiendo del país que se considere, en los últimos diez a quince años estas
dos vertientes tienden a encontrarse o se mantienen prácticamente separadas. El
crecimiento visto a escala nacional suele responder a una agregación de procesos en la
cual cuentan decisivamente variables de igual peso como el ahorro interno, las tasas de
inversión acumuladas durante períodos relativamente largos y el comportamiento del
consumo. La competitividad, en cambio, aunque susceptible de ser aplicada a las
naciones, surge de la iniciativa de los agentes y del comportamiento sectorial, en cuyo
desempeño cuentan principalmente elementos microeconómicos como el tipo de
demanda, los factores de producción, la naturaleza de la competencia y el papel jugado
por otras industrias relacionadas, tal como lo plantea Porter en su famoso diamante 2.
La naturaleza de las relaciones entre el comportamiento micro, o
mesoeconómico y el crecimiento agregado de la economía sigue siendo una incógnita
difícil de resolver. Y la herencia productiva latinoamericana es testigo mudo de la
dificultad para forzar esos cambios por la vía de la voluntad política o administrativa de
los estados nacionales. Para algunos, como North y sus seguidores de la escuela
institucionalista el eslabón que une ambos niveles es el sistema de incentivos y la
defensa de los derechos de propiedad que proporcionan las instituciones3, lo que trae
de vuelta a las naciones al escenario, mientras que para otros como el propio Porter,
son las interacciones y encadenamientos entre distintos segmentos del mundo
económico las que cuentan, según fórmulas que hacen recordar a lo planteado hace
bastante por Hirschman.
La obsesión inalcanzada por estabilizar la economía en su escala macro —
suerte de mito de Sísifo— por parte de algunos países de la subregión como
Venezuela y Ecuador, ha marchado a contracorriente de algunos de los mejores
esfuerzos individuales y colectivos por construir la prosperidad ‘desde abajo’. Ha
ocurrido con frecuencia, al menos en Venezuela —el caso que obviamente mejor
conozco— que la volatilidad de la economía nacional y la necesidad de controlar la
liquidez monetaria forzando interrupciones en el crecimiento de la demanda, obra
directamente en contra de aquellas empresas que apuestan al riesgo y a la expansión
en medio de las dificultades. Y no se hable de aquellas otras empresas que apostaron
simultáneamente al mercado interno y la expansión externa en un período crítico en los
mercados naturales de exportación.
De manera que cuando se va al plano de la experiencia específica en no pocas
ocasiones nos encontramos con empresas que intentan hacer caso omiso —y algunas
veces lo logran— de los vaivenes de la economía. De hecho, algunos de sus rasgos de
éxito nacen precisamente de su disposición a lidiar o superar los obstáculos adicionales
que el entorno le coloca a los retos estrictamente empresariales.
-5Los procesos de liberalización económica han tenido consecuencias bastante
azarosas sobre el dinamismo relativo de los distintos sectores productivos,
contribuyendo —aunque no siempre con suerte— a una mayor iniciativa de parte de
los agentes económicos, bien sea en el sector moderno de la economía o en el vasto
mundo de la informalidad. Como resultado han surgido innumerables iniciativas
empresariales, principalmente medianas y pequeñas, que han tenido que aprender el
capitalismo desde el ABC, sin contar casi con la mano amiga del estado. Estas
iniciativas emergentes se han venido desarrollando en dos direcciones: a
contracorriente de lo que fueron durante mucho tiempo los grupos tradicionalmente
más dinámicos de la producción primaria, la manufactura o los servicios, o cabalgando
sobre ellos.
A este comportamiento ‘azaroso’ o espontáneo que ocurre en el plano micro
suele añadirse que muchas de las propuestas de política pública diseñadas para
promover las corrientes productivas descansan más en mitos de larga incubación como
la industrialización o la seguridad alimentaria que en programas contundentes y viables.
Siendo así, pocos efectos prácticos tienen sobre el esfuerzo de los actores. Ya volveré
sobre este punto.
Uno de los aspectos útiles de la discusión de este seminario consiste en explorar
hasta qué punto las experiencias competitivas individualmente consideradas expresan
algo más que su sola particularidad. Dicho de otra manera, ¿tienen acaso tales
experiencias rasgos en su comportamiento que los hace parte de una tendencia
mayor? Si bien es poca la data agregada que al respecto se ha acumulado, y menor
aún el esfuerzo taxonómico y comparativo, no es menos cierto que el éxito alcanzado
por las organizaciones empresariales de los distintos países apunta a ciertas claves de
comportamiento, a lo que diversos estudios realizados en América Latina y también en
otras latitudes intentan dar respuesta.
Es el caso de la larga lista de organizaciones documentadas por Venezuela
Competitiva en ese país, inicialmente con propósitos divulgativos y de promoción,
aunque también estrictamente analíticos; o de programas internacionales como
Interman, con apoyo de la OIT, que buscan comparar el desempeño de organizaciones
variadas en distintos continentes, en su empeño por producir respuestas adecuadas a
la crisis4.
En el primer caso se está en presencia de un número bastante amplio de ‘claves’
que intentan dar cuenta del ‘éxito’ en su desempeño, mientras en el segundo se le da
preponderancia a la innovación como mecanismo central. En ambos casos se trata de
enfoques heterodoxos y no estrictamente económicos que buscan ilustrar lo que ocurre
en la vida real, tanto en términos de gerencia espontánea como de ciertas claves que
muestran cómo el éxito puede construirse sobre la base de un sustrato cultural —el
latino— que la tradición muchas veces dictaminó como negativo e imposibilitado para
alcanzar la prosperidad.
Un ejemplo de lo que planteo es el Banco Sol de Bolivia —seguido de cerca por
experiencias similares en Colombia y Perú— que muestra cómo una falla de mercado
en el sistema financiero boliviano abre oportunidades inauditas para incorporar al
ahorro y al crédito a vastas capas de una población tradicionalmente tenida como
marginal (que no marginada), vale decir en sí misma condenada al fracaso económico.
Y es precisamente la incorporación al mercado financiero una de las claves para el
tránsito de esa población al mundo de los emprendedores formales. Falta ver cómo
-6evoluciona ese tránsito en el tiempo y cuántos de ellos irrumpen en actividades de
mayor envergadura.
La lista de experiencias es larga e incluye organizaciones que han surgido de
crisis muy fuertes, como una cooperativa de campesinos creada con posterioridad al
estallido del volcán Nevado del Ruiz, en Colombia, o el de una cooperativa de
pequeños empresarios del calzado en Bucaramanga que se unieron para compartir
espacios, tecnologías, acciones de comercialización e incluso de mejoramiento
tecnológico y de diseño5. O un organismo local de financiamiento de pescadores y
campesinos en un estado del norte de Venezuela 6. Se trata de una vasta gama de
organizaciones tanto privadas como públicas, signadas por la propensión a la eficiencia
y la excelencia, sin necesariamente renunciar a valores que son caros en el contexto
latinoamericano como la solidaridad.
Para algunos seguidores de los enfoques tipo Porter, la clave consiste en dar el
salto de la iniciativa individual al plano sectorial o a las cadenas productivas. De allí que
sea decisiva una evaluación sistemática de los resultados arrojados por las actividades
de promoción de ‘clusters’ por parte de la empresa Monitor financiada por la
Corporación Andina de Fomento en todos los países andinos. Hasta ahora la
interpretación más concienzuda ha sido realizada por dos de los representantes de la
empresa7, pero los distintos países están a la espera de una versión desde el punto de
vista del cliente. Quizás haya pecado el enfoque de los consultores de marras en el
énfasis sectorial en detrimento de la empresa individual, con lo cual se ignoran ciertos
hechos del comportamiento de los mercados en los países estudiados. De hecho,
buena parte del análisis versa sobre la manera como se insertan los sectores citados
en mercados externos. Y aunque ese sea un aspecto esencial delproblema, no agota
los problemas de configuración de los mercados, los tipos de competencia interna, las
variedades de estrategias empresariales presentes, etc.
Paradoja 3. Derivada de la vertiente crecimiento de la segunda paradoja hay una
tercera que reza más o menos así: a los países se le presentan dos alternativas para el
crecimiento, o dejarse llevar por lo que indiquen las ventajas comparativas, cuya senda
se ha labrado desde mucho antes —en ocasiones durante décadas— u optar por
desarrollar nuevas y flamantes ventajas competitivas.
Uno de los discursos más populares en la prédica reciente sobre la
competitividad se enfoca precisamente sobre esta presunta escisión paradigmática en
la manera de afrontar el futuro productivo por parte de una nación. De acuerdo con tal
enfoque, el aprovechamiento de los recursos naturales —tradición de la cual
Latinoamérica parece haber hecho profesión de fe durante buena parte de su
experiencia económica— ha sido poco menos que terreno perdido. Nos pasamos
largas décadas apostando a extraer la mayor de las ventajas de unos recursos
naturales que a la larga terminaron por pesar bastante poco en el comercio
internacional.
En cambio, el mundo moderno estaría ofreciendo oportunidades insospechadas
al alcance de la mano de todo aquel que le ponga su toque especial, adicionándole a la
ventaja de unos costos comparativos favorables, el componente de la calidad, los
tiempos de entrega o un diseño coincidente con los gustos de un mercado usualmente
sofisticado de algún país de primer mundo.
Al respecto me permito tomar una idea que Carlota Pérez ha tratado en varias
ocasiones. Parodiando la vieja conseja “no importa donde se nace, sólo importa donde
-7se lucha”, cabría decir con esa autora que lo importante para el logro de ventajas
competitivas no reside tanto en cuál sea el sector económico, ni si proviene
directamente de los frutos de la tierra o de la localización geográfica, sino que las
condiciones para su aprovechamiento logren aproximarse a las mejores prácticas
tecnológicas y organizativas que dicta la experiencia mundial 8. Ese es precisamente el
terreno privilegiado en donde la innovación cumple una función decisiva, bien sea en el
comportamiento de una empresa o en un segmento de mercado determinado.
Al respecto cabe mencionar dos maneras de constatar lo que digo, una negativa
y otra positiva. La negativa corresponde a un ejercicio de interpretación ya señalado de
dos de los miembros más conspicuos de la empresa Monitor 9. El saldo que presentan
los autores de marras es francamente precario, a juzgar por las limitaciones que van
detectando bien sea en los productores de flores de Colombia, o en los de soya de
Bolivia, o en el turismo de Arequipa. Visto desde una perspectiva sectorial el
diagnóstico es sombrío: dificultades para conocer los clientes, demasiada confianza en
ventajas de costo no atribuibles a la propia acción, desconocimiento de la propia
posición competitiva, etc.
La otra visión, nacida desde una perspectiva más restringida a la empresa
individual la ilustra uno de los casos seleccionado para el seminario y documentado
previamente por Venezuela Competitiva10 (Ventajas ompetitivas, 1995). Se trata de
FIOR, una empresa venezolana del ramo metalúrgico (mayor ventaja comparativa
imposible), que le tocó heredar una tecnología para producir briquetas en lecho
fluidizado que no logró su objetivo en el tiempo previsto, lo que significó la salida del
inversionista norteamericano que formaba parte del consorcio inicial. Más tarde la
salida como accionista de SIDOR, para entonces la empresa estatal de acero, obligó al
grupo privado venezolano (SIVENSA) a asumir la plena responsabilidad en la puesta a
punto y ulterior optimización del proceso.
Para hacer el cuento corto: luego de aproximadamente un lustro la tecnología
produjo resultados que permitieron a la empresa competir exitosamente en mercados
internacionales mediante la producción de insumos siderúrgicos en momentos en que
se producían cambios importantes en la tecnología dominante en los mercados. Tan
exitoso fue el resultado que ha dado origen a varias plantas en suelo venezolano con la
misma tecnología, a su comercialización internacional por una empresa austríaca y a
un acuerdo para construir una planta similar en Australia, recientemente inaugurada. En
este caso se estaría hablando de la transición desde un esfuerzo individual hasta la
captura de un nicho relativamente especializado en un mercado de ‘commodities’.
Lo que quiere indicar el ejemplo es el papel que juegan la innovación, la
oportunidad y la persistencia en un sector tildado de tradicional, pero que logra irrumpir
con un proceso novedoso en el mercado internacional. ¿Ventajas comparativas?
Naturalmente, pero también competitivas. Ejemplos de ese tipo los hay numerosos,
como el rol de la selección genética de variedades en el posicionamiento del salmón
chileno como rubro de alto crecimiento en las exportaciones no tradicionales de ese
país, o el desarrollo de la consultoría especializada en minería que se originara como
producto de largos años de producción de cobre. O la petrolera en Venezuela. Pero
también la primera fase en las exportaciones de flores colombianas y el seguimiento de
esa ruta por los floricultores ecuatorianos. Precisamente se presentará en el seminario
la experiencia ecuatoriana, bastante menos conocida y estudiada que la colombiana.
De la misma manera, hay indicaciones hasta ahora puntuales de cómo han
surgido en los distintos países segmentos de productos o servicios que poco o nada
-8tienen que ver con las tradicionales fuentes de ventajas comparativas de estos países.
Se pueden mencionar al respecto el software educativo, el boom de la producción
editorial colombiana y su penetración en el mercado latinoamericano desplazando
jugadores de larga data como México o Argentina. O el papel que comienzan a jugar
recientemente las franquicias en el dinamismo del sector comercial en Venezuela. O el
ya señalado éxito del banco Sol dirigido a financiar las iniciativas de los pobres en
Bolivia. O el diseño de alta costura de varios representantes del genio latinoamericano,
por no hablar de las telenovelas en varios de los países.
Conviene, entonces, aprender de las limitaciones que la propia empresa Monitor
ha recogido como parte de su experiencia en el terreno, pero añadiendo los
condimentos individuales y de nichos que han revelado bastante más éxito. Al
respecto, se podría estimar por parte de la empresa mencionada una cierta —y por
demás comprensible— obsesión metodológica con su enfoque, cuando por lo general
la realidad tiende a comportarse de manera mucho más azarosa.
Paradoja 4. El examen de la dinámica productiva de los países andinos, así como la de
otros al sur del Rio Bravo es revelador de otra paradoja: los sectores que hasta ahora
muestran un mayor crecimiento y potencial de generación de divisas emplean muy
escasa mano de obra. Al contrario, buena parte de la población ocupada lo está en
actividades de servicios, comercio informal o conexas, con muy baja productividad y
muy bajo dinamismo agregado.
Esta paradoja muestra otro ángulo del mismo problema, a saber la dificultad en
conseguir potenciales fuentes de dinamismo productivo que tengan sentido en el
crecimiento agregado de largo plazo, pero que igualmente reflejen tendencias o
realidades con manifestaciones concretas en la historia reciente. Las evidencias
microeconómicas mencionadas, y muchas otras que se desconocen, revelan que los
distintos países se encuentran en una etapa que, a falta de mejor denominación, cabe
catalogar como de intensa búsqueda pero de escasos resultados agregados. Ello a
menudo se expresa en desempeños espectaculares individualmente considerados,
pero que aun no conducen a una ruta de crecimiento sostenible en el tiempo. De esa
manera se estaría haciendo difícil conciliar crecimiento con competitividad real a escala
micro.
En el caso venezolano esta paradoja se muestra con mayor brutalidad que en
otros, por la preeminencia del factor petrolero en el crecimiento. No es solamente que
el petróleo y sus derivados concentran una porción decisiva de los ingresos de divisas,
sino que tal influencia crea una propensión hacia la apreciación sistemática del tipo de
cambio (el fenómeno que suele denominarse ‘enfermedad holandesa’) 11, lo que debilita
las condiciones de inversión y de desempeño de amplios segmentos productivos. Más
adelante me detengo con cierto detalle en esa consideración. Allí se expresa esa otra
paradoja que, naciendo en ocasiones de características estructurales de algunas
naciones, tiene importantes implicaciones desde el punto de vista del bienestar, que es
en el fondo el objetivo final de una ruta económica de prosperidad.
Si se evalúa el proceso a escala nacional, subregional e incluso del
subcontinente, cabe enfocarlo como resultante de la denominada hipótesis de la
convergencia. Según ésta, el proceso dominante en la competitividad de los distintos
sectores —industriales en este caso— vendría determinado por el acercamiento a los
niveles de productividad de la nación líder en el rubro considerado. Al decir de autores
como Baumol12, Dollar & Wolff13 y otros, lo que revela la data agregada sobre
desempeño mundial desde la postguerra es que la nación marcadora en productividad
-9ha sido EEUU. Lo que ha venido ocurriendo es un acercamiento progresivo de los
distintos sectores industriales de los países más desarrollados a los niveles logrados en
esa nación; estaríamos hablando especialmente del comportamiento de Europa, Japón
y posteriormente de otros países del Lejano Oriente.
En el cuadro que sigue se ilustra el argumento anterior en el sector
manufacturero, comparando la productividad de varios países con la de EEUU entre la
década de los sesenta y finales de los ochenta. Más adelante se presenta un gráfico
igualmente revelador: se trata de las tasas de crecimiento de la productividad agregada
por regiones, que muestran cómo América Latina se rezaga en la carrera, mientras
Japón avanza aceleradamente al igual que el resto de Asia. Aunque EEUU se
mantiene por debajo del promedio en las tasas de crecimiento de la productividad, esto
se debe a que todavía se mantiene la carrera de los demás países por aproximarse a
sus niveles de desempeño.
Cuadro 1
Valor agregado por hora en la manufactura de varios países
( Indice, EEUU= 100)
Estados Unidos
Canadá
Alemania
Japón
Reino Unido
Suecia
Dinamarca
Australia
Francia
Italia
Finlandia
Austria
Noruega
Coeficiente
de variación
Promedio no ponderado
(excluyendo EEUU)
1963
1970
1982
1986
100
77
54
26
52
52
41
47
53
45
34
37
46
100
80
68
49
60
68
54
53
64
50
48
47
58
100
76
68
61
88
78
59
56
67
88
51
49
49
100
93
66
65
54
62
58
56
56
55
51
51
51
.36
.24
.23
.24
47
58
66
60
(Fuente: Dollar&Wolff, op.cit)
Gráfico 1: Evolución de la Productividad Total de los Factores
regiones)
(Varias
- 10 -
390
340
290
240
190
140
90
1950
América Latina
1960
Asia
1973
1980
Resto
OCDE
1989
Japón
1994
Estados
Unidos
Base 1950 = 100
FUENTE: Lino Clemente, 1999.
En el gráfico 2 se ilustra la misma situación para un grupo de países de la región,
mostrándose los distintos momentos en el desempeño de la productividad, tanto
individual como colectivamente. De nuevo aparecen con claridad las décadas de
crecimiento, las de estancamiento y aquellas en que la actividad cae con fuerza.
También destacan las diferencias individuales, apareciendo como relativos campeones
Argentina y Chile. Después de un desempeño prometedor entre 1950 y 1970, el país
que cae más dramaticamente es Venezuela, llegando a un piso relativo a fines de los
años ochenta, para estancarse en los noventa.
- 11 -
Gráfico 2: Evolucion de la Productividad Total de los Factores
(América Latina, varios países)
170
160
150
140
130
120
110
100
90
1950
Promedi
o
1960
Argentina
1973
Brasil
1980
Chil
e
Colombi
a
1989
Méxic
o
1994
Venezuela
Base 1950 = 100
FUENTE: Lino Clemente, 1999.
Aunque obvian procesos microeconómicos subyacentes como los mencionados
en las paradojas anteriores, estas metodologías permiten explorar el panorama
agregado del comercio. De ser aplicada esta metodología de manera más desagregada
seguramente quedaría evidenciada la falta de especialización de buena parte de las
economías latinoamericanas, cuya falta de exposición a la competencia internacional
por demasiado tiempo habría dificultado su capacidad para conseguir ventajas en
rubros distintos a los recursos naturales (salvo honrosas excepciones) y mantenerlas
en el tiempo. De nuevo, resultados similares se evidencian en los estudios producidos
por la Cepal con base en metodologías de saldos de comercio que buscan medir la
competitividad de un país de acuerdo a la variación en suparticipación global dentro de
la estructura de las imprtaciones totales de la OCDE14. En efecto, el examen del
comportamiento comercial agregado de los distintos países refleja esta tendencia, con
mayor preponderancia en unos que en otros
Otros autores como Krugman cuestionan en parte la hipótesis de la
convergencia, al menos en lo que respecta al sudeste asiático, planteando que
precisamente las fallas en la mejora de la productividad total de esos países del
‘Milagro’ habrían sido la causa última del ‘crack’ de sus economías, que se reflejó de
manera dramática en la volatilidad cambiaria. Según su apreciación, el crecimiento
ocurrido en buena parte de esas naciones se habría debido a la incorporación
acelerada de factores de producción al proceso y no a la productividad. No obstante,
- 12 quedaría por explicar porqué esos países lograron la expansión en rubros industriales
que antes eran sólo característicos de los países industrialmente avanzados.
Pareciera ser un consenso bastante amplio que ello fue posible porque su
modelo industrial, aunque tuvo elementos muy importantes de sustitución de
importaciones, siempre los subordinó a una estrategia de promoción de exportaciones y
para ello su herramienta principal fue la búsqueda permanente de un tipo de cambio
real neutral o ligeramente devaluado15.
Paradoja 5. La paradoja final está relacionada con las herramientas y estrategias del
sector público para actuar en tareas de promoción. La agudización de los problemas
sociales producto de la prolongada crisis económica pareciera requerir un
redoblamiento de las acciones públicas para retomar la senda del crecimiento, pero las
nuevas circunstancias en que funciona la economía desde al menos una década, hace
que la intervención estatal sea cada vez más ineficaz y limitada.
Visto el panorama en función de desarrollo y competitividad, tal como se expresa
en la segunda paradoja, las posibilidades de acción pública para incidir sobre el
desarrollo se ven limitadas, dado que en buena medida las variables económicas
principales (tipo de cambio, tasa de interés, precios de bienes y servicios, comercio
internacional) no vienen determinadas por la decisión de un agente público,
desplazando aparentemente las potencialidades de la acción hacia territorios más
acotados, tales como infraestructura, disponibilidad y eficiencia de servicios públicos,
formación de recursos humanos, investigación científica, etc.
Más allá del discurso a menudo cargado ideológicamente sobre el tamaño del
Estado y su rol en la época actual, ciertamente se ha venido produciendo un cambio
muy significativo en las labores cotidianas de los organismos estatales y paraestatales.
Algunas de ellas mantienen parte de la tradición, como el financiamiento, sólo que
buscando intervenir bajo modalidades más recatadas como la banca de segundo piso,
creando sociedades de garantías recíprocas, o utilizando instrumentos anteriormente
poco conocidos como el ‘factoring’.
Esto ocurre en un momento en el cual se acumulan inmensas debilidades en la
capacidad de respuesta de la organización estatal de las distintas naciones. Es lo que
en su momento Moisés Naím denominó el eslabón débil de los procesos de
reestructuración económica en América Latina16.
No obstante, hay un intenso activismo público en los distintos países dirigido a
mejorar las condiciones de competitividad de segmentos particulares de la actividad
productiva, llámese agrícola, industrial o turística. Activismo que no parece haber
conseguido una ruta clara y mucho menos estable. Algunos ejes de esa actividad
serán explorados en el seminario.
LOS CAMINOS ENSAYADOS: EL CASO VENEZUELA
No resulta fácil resumir los esfuerzos realizados durante una década para
promover la competitividad en un país como Venezuela, tan pródigo como fue en
recursos en otra época y tan convencido como siempre ha estado de las bondades del
activismo estatal. Como quiera que la evolución de las acciones de política ha ocurrido
al son del proceso político, esta sección se propone principalmente reconstruir el
sentido general de esas políticas y no su detalle, razón por la cual el resultado quizás
- 13 se aproxime más a un esbozo de economía política de la acción económica del estado
venezolano que a una descripción institucional.
La acción pública: de lo macro a lo micro
Cuando se inicia la reforma económica radical en Venezuela, durante la segunda
administración de Carlos Andrés Pérez entre 1989 y 1992, se venía de un período —el
del Presidente Lusinchi— durante el cual se procedió a las mayores extremos del
manejo administrado de la economía. No contento con exacerbar los controles a la
importación, el gobierno anterior a la reforma procedió a regimentar el manejo de la
divisa mediante un régimen de cambio diferencial, que condujo a gruesas distorsiones
en la protección efectiva de productos industriales y agrícolas.
La puesta en marcha del plan de ajustes a partir de 1989 hizo oscilar la balanza
de poder interno en los organismos económicos del Estado, pasando la batuta del
Ministerio de Fomento al organismo de Planificación (Cordiplan), y en un tercer lugar el
Ministerio de Hacienda, situación que se ha mantenido desde entonces, salvo que
Hacienda e Industria y Comercio continuamente se disputan el segundo y tercer lugar.
No obstante que la reforma económica le quitaba un grueso margen de maniobra
al tipo de regulaciones características de los años 70 y 80, y por ende al Ministerio de
Fomento, en torno a éste se construyeron fuertes expectativas, pues ya existían
precedentes de intentos por convertir a ese ente en un organismo tipo MITI japonés. No
se olvide que se iniciaba la época de oro de los dragones asiáticos y a su éxito se
encontraba asociada la orientación ‘proactiva’ de los estados de esos países,
principalmente Corea del Sur. También obraba con gran fuerza la imagen del ya citado
ministerio japonés, a pesar de que, como lo ha recordado Krugman, para ese momento
había comenzado a declinar el crecimiento espectacular de ese país, cuyas tasas
descendieron del 7% anual a un más modesto 4% 17. En todo caso, formaba parte de la
gruesa parafernalia construida en torno al mito industrial durante varias décadas.
También Venezuela quería tener su MITI y ya se habían adelantado diversos
estudios sobre su diseño funcional básico. De manera que paralelamente al adelanto
de las reformas económicas, se inició en 1990 el primer intento de reestructuración del
ministerio de Fomento para adecuarlo a tiempos de promoción distintos a la época de
regulación. Conforme al discurso del momento, se trataba de desarrollar nuevos
instrumentos, nuevos enfoques que ayudaran a crear y encauzar condiciones de
competencia razonables en los distintos mercados, proceso en el cual el estado
fungiría de facilitador.
El prototipo de propuesta planteado fue la reconversión industrial, a la cual se
imaginaba como un proceso concertado que iba permitir poner a la disposición de los
sectores empresariales más dinámicos y de mayor potencial mecanismos para
promover su expansión y su incursión en mercados de exportación. En este caso jugó
fuertemente el ejemplo de España, país que venía de un proceso bastante acelerado
de integración al mercado europeo, para lo cual hubo de superar deficiencias crónicas y
un punto de partida mucho más rudimentario desde el punto de vista industrial y
comercial que el de sus socios europeos.
Ese primer intento de reestrucutración de Fomento —para convertirlo en un
verdadero ministerio de industrias— fue fallido, entre otras cosas porque se intentó una
modalidad de reorganización ‘desde dentro’, que debió contar con la pesada herencia
de una organización deteriorada, superpoblada y con perfiles de funcionarios
- 14 inadecuados, por no hablar de las más que infundadas sospechas de corrupción. Pero
esa primera época del nuevo ministerio marcó pautas sobre los objetivos y permitió la
creación de diversos organismos paraestatales cuyas funciones se fueron decantando
con el tiempo. Entre ellos cabe mencionar Conapri, dedicado a la promoción de
inversiones, principalmente extranjeras, ProCompetencia, organismo dedicado a la
promoción de la competencia y al combate a las tendencias oligopólicas muy
arraigadas en la economía venezolana. Igualmente la Comisión Anti-Dumping y AntiSubsidios, así como el rediseño de los organismos financieros, para convertirlos en
banca de segundo piso.
Por otra parte, fuera de la periferia de acción del Ministerio de Fomento, se
profundizó una tendencia anterior de deterioro de las corporaciones de desarrollo
regional, concebidas en el esquema económico de crecimiento hacia dentro como
órganos de promoción directa de actividades productivas y de apoyo al productor
regional. Con el avance del proceso de descentralización política y administrativa
aquéllas fueron sustituídas por organismos más ágiles y especializados, diseñados
para funciones específicas. Le ha ocurrido a algunas organizaciones públicas lo que le
aconteció a los grandes almacenes tipo Maxy’s o Sears: que han sido sustituidos por
almacenes especializados: ferreterías, almacenes de ropa, farmacias y cosméticos, etc.
Mientras se producía esta transformación institucional en el estado venezolano,
la polémica pública ha estado centrada desde entonces hasta el presente en los temas
de estabilidad macroeconómica, salvo excepciones que mencionaré en detalle más
adelante. La razón de este sesgo de la preocupación pública en Venezuela por los
asuntos más generales estriba, entre otras cosas, en que hasta el presente, y a
diferencia de otros países latinoamericanos, ese país ha sido poco feliz en ese terreno,
teniendo grandes dificultades en lograr una estabilidad de precios y del tipo de cambio.
En no poca medida esas dificultades para el logro de la estabilidad se han
debido a lo convulsivo del proceso político, que a su vez es revelador de la mezcla
explosiva de expectativas sociales y económicas que anida en el venezolano común.
En otro contexto intenté una explicación sobre esas dificultades de Venezuela 18, pero
plantearlas aquí supondría un desvío muy grande. En todo caso, bajo las sucesivas
administraciones se han ensayado diversos esquemas de política estabilizadora —
desde los más ortodoxos, pasando por una gama de enfoques heterodoxos hasta
volver a la ortodoxia original— que han sido interrumpidos o cambiados abruptamente,
sin que al final se vean los frutos. Y esa preocupación constante ha desviado el interés
por aspectos más específicos de donde pudieran derivarse acciones productivas para
la promoción económica.
Privados y públicos: cada cual por su lado
Las tormentas no han ocurrido sólo en el seno del sector público venezolano,
sino que a lo largo de esta década, y también a diferencia de otros países, las
relaciones entre el mundo empresarial y el gobierno han estado plagadas de
incomprensiones y tensiones. En el terreno de las percepciones más generales, puede
hablarse de una crisis de consenso. El sector privado suele concebir a los políticos
como un puñado de corruptos, tan sólo preocupados por mejorar su visibilidad de corto
plazo en la opinión pública y negados a todo proyecto de aliento más largo, mientras
por su parte una buena parte de funcionarios gubernamentales y el mundo político en
general, percibe a los empresarios como unos seres sólo movidos por su afán egoísta
de hacer dinero.
- 15 En Venezuela este clima de confrontación llegó a sus extremos durante la
segunda administración del Dr. Caldera, entre 1994 y 1999, con motivo de la crisis
financiera que se desató al inicio de su gestión y que colocó de rodillas a buena parte
de los bancos. En ese momento se desató una cruenta guerra de persecusión judicial
contra la profesión bancaria, la cual fue juzgada abiertamente culpable por la opinión
pública. Con el tiempo las aguas llegarían a su nivel, pero quedaron profundas heridas
entre distintos grupos empresariales entre sí y entre éstos y el gobierno.
En medio de este clima ha sido difícil crear condiciones para la colaboración
entre ambos sectores, lo que ha conducido a que cada cual se aboque a sus propias
redefiniciones sin mucho contacto con el otro. Eso contrasta con la experiencia de otros
países como Colombia, reveladores de una mayor vocación de entendimiento. Una
explicación de esa diferencia se debe a la mayor fluidez de la actividad profesional
entre la élite colombiana, pues las personas migran de un papel a otro sin demasiados
prejuicios. En todo caso, hay que reconocerle al Ministerio de Industria y Comercio su
vocación concertadora, pues ha mantenido viva la llama de la colaboración. A ello
contribuyó el segundo intento por crear al MIC y otros desarrollos institucionales.
La creación del MIC, el nuevo enfoque de Conicit y otros desarrollos
institucionales
La segunda administración de Rafael Caldera, amén de otras implicaciones
políticas que no vienen al caso, será recordada como una época de fuertes contrastes.
Electo por oponerse a la reforma económica, debió navegar en un mundo de
ambigüedades. En medio de una turbulencia económica, de origen tanto interna como
externa, que se mantuvo durante casi todo el período hubo ocasión para mejoras
institucionales significativas, tanto en el sector público como en el privado.
Independientemente de lo aisladas que estuvieron una de la otra, finalmente
contribuyeron a una convergencia en las orientaciones de política. Veamos.
Luego de un período de estancamiento de unos tres años, finalmente la
Administración Caldera le da luz verde al proyecto de creación del MIC, entonces con
mayores visos de viabilidad, ya que se basó en la fusión del Instituto de Comercio
Exterior con el viejo Ministerio de Fomento, juntando acciones que durante demasiado
tiempo marcharon separadas. Luego se procedió a un diseño integral de una nueva
institución, bajo la orientación de una prestigiosa consultora internacional, para pasar a
la revisión exhaustiva del personal de ambos organismos y el reclutamiento de nuevos
miembros. Como orientación filosófica se proponía dejar atrás la denominada ‘apertura
ingenua’ (?) para sustituirla por una acción más decisiva del estado en la modernización
y densificación de la estructura industrial y en la creación y consolidación de ventajas
competitivas.
Por su parte, en el sector empresarial se venía adelantando un proceso de
transformación de sus organismos, especialmente del Consejo Venezolano de la
Industria, el cual fue convertido en Confederación Venezolana de la Industria, sus
objetivos redefinidos y modernizadas sus estructuras de gestión. En su orientación
hubo plena coincidencia con lo expresado por el sector público. De hecho, al igual que
el MIC, se entendía a las cadenas productivas como la referencia principal de la política
industrial y tecnológica, cuyo desarrollo debía ser estimulado, así como las instituciones
y esquemas de incentivos que generaran una vigorosa cooperación interempresarial19.
La coincidencia de propósitos culminó en la creación del Consejo de Desarrollo
Industrial, con participación mixta, para contribuir en las orientaciones tanto privadas
- 16 como públicas. Lamentablemente, el citado organismo consultivo no ha arrojado
resultados en los cuatro a cinco años desde su creación, más allá de servir como caja
de resonancia de los problemas coyunturales que suelen aquejar al sector productivo.
Cabe destacar dos hechos institucionales adicionales, uno del sector público y
otro donde la iniciativa principal provino del mundo privado. Se trata del giro estratégico
de CONICIT y de la creación de Venezuela Competitiva.
Desde su creación CONICIT concedió prioridad casi exclusiva a la promoción de
la investigación, al fortalecimiento de laboratorios en universidades y a la formación de
recursos humanos de alta calificación científica. Con el tiempo, las bases filosóficas que
le dieron origen mostraron su debilidad y sus funciones tendieron a aislarse de las
necesidades sociales y económicas más evidentes. Luego de una transición difícil en
la cual esta institución no hallaba su lugar adecuado, se produjo un giro que ha
permitido vincular, casi por primera vez, al mundo de la investigación y la academia,
con problemas concretos de la sociedad y la economía.
Un ejemplo de lo dicho fueron las agendas sectoriales, que permitieron el
establecimiento de necesidades y orientaciones para ser eventualmente cubiertas por
distintos centros de investigación y estudio. Destacaron entre ellas la Agenda Petróleo,
que permitió canalizar recursos hacia proyectos muy diversos relacionados con el
negocio petrolero y su impacto económico y social 20. O la Agenda de la violencia, que
permitió desarrollar estudios inéditos sobre la delincuencia en Venezuela.
Por su parte, Venezuela Competitiva fue creada en 1993 como una manera de
responder ante las dificultades colectivas que se plantean ante la modernización
económica. Creada por una antigua Ministra de Fomento, se planteó desde su inicio
servir de puente entre el mundo privado y el público, más allá de las fricciones
habituales entre ambos. Para sustentar su labor en bases sociales sólidas ha
destacado los valores criollos de la excelencia, sobre la base de la documentación y
difusión de la experiencia exitosa de múltiples organizaciones de todo género. Su foco
está dirigido a las organizaciones y para ello ha confeccionado distintas herramientas
de apoyo, a las empresas, a las personas, a los exportadores, a estudiantes y padres
de las comunidades educativas21. Adelanta buena parte de sus acciones con un fuerte
sesgo comunicacional, buscando impactar al máximo por los medios de comunicación
social.
Con todo, a pesar de los avances institucionales, se mantiene en Venezuela una
fuerte dispersión de esfuerzos, pues el Consejo de Desarrollo Industrial y el propio MIC
no han servido como mecanismo eficaz de coordinación. Un ejemplo de ello es el
mundo de la PYME, en el cual han surgido muy variadas acciones por parte de
organizaciones nuevas o antiguas que compiten entre sí por un mercado estancado.
Las distorsiones del plan petrolero
Las dificultades vividas por Venezuela durante cerca de una década de pronto
parecieron mitigarse a raíz de la Apertura Petrolera, un ambicioso plan de expansión a
partir de 1997 que contaría con el concurso de inversionistas extranjeros, la empresa
Nacional PDVSA e inversionistas nacionales privados. El gobierno de Caldera decidió
apostarlo todo al petróleo y una vez lanzado el plan, comenzó a destaparse un ‘boom‘
de expectativas positivas, especialmente en zonas del oriente del país donde se veía
venir un alud de inversiones. Solo para ilustrar lo dicho, cabe destacar que los precios
de las tierras urbanas y los inmuebles de una ciudad como Maturin, la nueva capital
- 17 petrolera, sufrieron aumentos de hasta diez veces su valor inicial en solo dos años. En
el mismo sentido, se hablaba de que en un solo municipio costero del estado
Anzoátegui se esparaba una inversión en cinco años mayor que la que permitió crear
las empresas básicas de Guayana, una ciudad y gigantescas represas... en veinte
años. Durante un par de años de ensueño el país vivió la magia de la prosperidad
recobrada. Como en tantos otros lugares del mundo, la crisis asiática acabó la ilusión.
El interés de destacar la influencia de la Apertura Petrolera es para poner de
manifiesto la fuerte polarización que vive la economía venezolana entre una variedad
de actividades que han venido emergiendo en medio de la crisis y el efecto ‘embudo’
que representa el petróleo cada cierto tiempo. Con todo el bien que pudiera haber
representado la activación de la máquina petrolera en tiempos en que los
encadenamientos que genera son muy intensos, no es menos cierto que enviaba
señales negativas a ese mundo emergente, pues ofrecía a corto plazo lo que cientos de
miles de personas venían trabajando por una o varias décadas.
El rompimiento de las ilusiones ha dejado una sensación de agotamiento en el
pequeño inversionista, el cual sigue sometido a los vaivenes de una economía muy
inestable. En ese contexto, resulta difícil retomar el hilo de las acciones públicas,
especialmente cuando se supone que deben obrar en el mayor acuerdo con los planes
privados. Falta ver qué impacto tendrán en el diseño de las acciones económicas las
transformaciones que están teniendo lugar con motivo del proceso constituyente.
- 18 Notas y Bibliografía
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3
4
5
6
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8
9
10
11
12
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17
18
19
20
21
Me baso en una relación verbal descrita por el Sr. Brizio, presidente saliente del INCAE en la cual
recientemente comentó sobre este proceso que lleva más de tres años y que ha logrado resultados
muy importantes
Michael Porter (199 ) La ventaja competitiva de las naciones
Douglass North (1993) Instituciones, cambio institucional y desempeño económico
Ver Venezuela Competitiva (Carole Leal y Haydée Faverola, coordinadoras), Ventajas Competitivas de
ser Competitivos, varios volúmenes, varios años (1994, 95, 96, 97, 98). También Gómez, Leal, Vivas y
Márquez (1998) Gerencia Exitosa con Sello Latinoamericano. Por la parte de Interman, ver Valerie
Hammond (Editor) (1995) Interman Management Innovation Programme, Context, methodology and
case stories
Interman, op.cit
Venezuela Competitiva, Ventajas Competitivas... (Volumen Gobiernos, 1995)
Fairbanks & Lindsay, Plowing the Sea
Carlota Pérez, 1993
Fairbanks&Linsay, op.cit.
Venezuela Competitiva, Ventajas Competitivas...(Volumen Empresas, 1995)
H. García Larralde,
William Baumol, Sue Batey Blackman, and Edward Wolff (1992), Productivity and American Leadership
David Dollar and Edward Wolff (1993), Competitiveness, Convergence and International Specialization
O. Mandeng (199) “Competitividad Internacional y Especialización”, Revista de la CEPAL, No 45,
Santiago de Chile, Diciembre
Banco Mundial (1994) The Asian Miracle
Moisés Naím, “Instituciones: el eslabón perdido en la reforma económica de América Latina” , Trabajo
presentado al Seminario Latinoamericano sobre Crecimiento Económico, Bogotá, junio de 1994
Paul Krugman (1999) The return of recession economics
Leonardo Vivas (1995), Crónicas de un tecnócrata en apuros
Ministerio de Industria y Comercio (1996), Agenda Venezuela: Política de Oferta y Competitividad
CONICIT, Informes del Directorio (varios años)
Venezuela Competitiva, borrador de Case Study presentado a la Escuela de Negocios de la
Universidad de Harvard.