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Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús Ritos de Convocación Pres En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R Amén. Pres El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo, nos colma con su alegría y con su paz esté con cada uno de ustedes. R Y con tu espíritu. Motivación inicial Guía Señor Jesús, Pan de Vida, venimos a ti para saciar nuestra hambre; hambre de verdad, de justicia y de paz. Queremos dar gracias por los infinitos dones que brotan de tu corazón. R (cantando) Danos un corazón, grande para amar… Danos un corazón, fuerte para luchar (bis). Guía Señor Jesús, manso y humilde de corazón, venimos a ti para que sanes las heridas de nuestro corazón. Tú tienes palabras de vida eterna. R (cantando) Danos un corazón, grande para amar… Danos un corazón, fuerte para luchar (bis). Acto penitencial Pres El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora a la conversión. Reconozcamos pues, que somos pecadores e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios. Guía Corazón de Jesús, transforma nuestro corazón de piedra en un corazón de carne y destierra de él el deseo de venganza y danos el deseo de la paz. R (cantando) Oh, Señor, ten piedad, de nosotros ten piedad (2 veces) Guía Corazón de Jesús, herido por nuestros pecados, sana nuestras enfermedades: envidias, recelos, malos pensamientos. R (cantando) Cristo, ten piedad, de nosotros ten piedad (2 veces) 1 Guía Corazón de Jesús, lleno de compasión y misericordia, danos un corazón solidario, sensible ante las necesidades del prójimo. R (cantando) Oh, Señor, ten piedad, de nosotros ten piedad (2 veces) Pres Dios todopoderoso, tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R Amén. Gloria Guía La presencia celosa del Señor entre nosotros, como el pastor con su rebaño, suscita nuestra alegría y nuestro canto. Cantamos al Pastor de Israel, porque nos conduce a fuentes tranquilas y nos acompaña en quebradas oscuras. Oración colecta Pres Oh, Dios, que en el corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad; te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una cumplida reparación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R Amén. Liturgia de la Palabra Guía Escuchamos muchas palabras, pero no todas nos hacen bien; hay palabras hirientes que nos dejan mal. Queremos escuchar palabras acogedoras pero no siempre las encontramos. Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna. Guía Con el entusiasmo de nuestro canto recibimos la Palabra de Dios, que es la palabra oportuna que pronunció el Padre para sanar nuestras heridas. 2 Monición a la primera lectura Dios tiene un corazón apasionado. Se enamoró de nosotros, y no nos va a dejar por más que nosotros le seamos indiferentes o insensibles. Su corazón es constante y fiel, se mantiene y nos mantiene en su amor. Lectura del libro del Deuteronomio Deut 7, 6-11 Moisés habló al pueblo diciendo: "Tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras su pueblo y su propiedad exclusiva entre todos los pueblos de la tierra. El Señor se prendó de ustedes y los eligió, no porque sean el más numeroso de todos los pueblos. Al contrario, tú eres el más insignificante de todos. Pero por el amor que les tiene, y para cumplir el juramento que hizo a sus padres, el Señor los hizo salir de Egipto con mano poderosa, y los libró de la esclavitud y del poder del Faraón, rey de Egipto. Reconoce, entonces, que el Señor, tu Dios, es el verdadero Dios, el Dios fiel, que, a lo largo de mil generaciones, mantiene su alianza y su fidelidad con aquellos que lo aman y observan sus mandamientos; pero que no tarda en dar su merecido a aquel que lo aborrece, a él mismo en persona, haciéndolo desaparecer. Por eso, observa los mandamientos, los preceptos y las leyes que hoy te ordeno poner en práctica". Palabra de Dios SALMO Sal 102, 1-4. 6-8. 10 R. El amor del Señor permanece para siempre. Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. R. El amor del Señor permanece para siempre. Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. R. El amor del Señor permanece para siempre. El Señor hace obras de justicia y otorga el derecho a los oprimidos; él mostró sus caminos a Moisés y sus proezas al pueblo de Israel. R. El amor del Señor permanece para siempre. El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. R. El amor del Señor permanece para siempre. 3 Monición a la segunda lectura Dios nos amó primero, se adelantó Él para brindarse y darnos la vida. Somos amados gratuitamente, no porque tengamos mérito ni porque Dios piense que le vamos a responder igual. Ese amor gratuito y desinteresado de Dios es el que quiere comunicarnos con su Espíritu. Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1Jn 4, 7-16 Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios; si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios permanece en Dios, y Dios permanece en él. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios permanece en él. Palabra de Dios Monición al Evangelio Sólo la justa medida del corazón humilde permite llevar una vida que no avasalle al pequeño ni irrite al necesitado. En estos tiempos, en que todo parece resolverse aplastando al otro o aparentando más de lo que se es, necesitamos corazones mansos y humildes. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo Mt 11, 25-30 Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". Palabra del Señor 4 Oración de los fieles Pres Acudamos a Jesús, descanso en nuestras fatigas, consuelo en nuestras aflicciones y digámosle: Te lo pedimos, Señor 1. Jesús, que quisiste ser traspasado por la lanza para que de tu corazón abierto, al brotar el agua y la sangre, naciera tu esposa, la Iglesia: haz que esta Iglesia sea siempre santa e inmaculada. Oremos. 2. Jesús, templo santo de Dios, destruido por los hombres y levantado nuevamente por el Padre: dígnate hacer de la Iglesia, morada del Altísimo. Oremos. 3. Jesús, Rey y centro de todos los corazones, que con amor eterno nos amas y nos atraes con misericordia: renueva tu alianza con todos los hombres. Oremos. 4. Jesús, paz y reconciliación nuestra, que haz hecho las paces en un solo hombre nuevo, dando muerte al odio mediante la cruz: danos acceso al Padre. Oremos. 5. Jesús, vida y resurrección nuestra, alivio de los que están cansados y descanso de los que se sienten agobiados: atrae hacia ti a los pecadores. Oremos. Pres Te pedimos, Dios todopoderoso y eterno, que, al celebrar la grandeza del amor que resplandece en el corazón de tu Hijo, recibamos de esta fuente divina, gracias cada vez más abundantes. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R Amén. Liturgia de la Eucaristía Presentación de los dones Guía Lo que somos, lo que tenemos, lo que hemos recibido de Dios, es lo que te presentamos como ofrenda: nuestro esfuerzo de hacer silencio para escucharle; nuestro empeño en crecer en solidaridad. Queremos ofrecer al Señor las flores de la justicia, de la honestidad, de la verdad, de la fraternidad y de la solidaridad. Acompañamos con nuestro canto la procesión de las ofrendas. 5 Comunión Guía Este es un momento largamente esperado; hemos sentido el deseo de encontrarnos con Jesús en la Eucaristía; nos acercamos con el corazón alegre porque Jesús sacia nuestra hambre y nuestra sed. Él nos dice: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna… Mi carne es verdadera comida, y mi sangre, verdadera bebida” (Jn 6, 54-55). Bendición solemne Guía Inclinamos nuestras cabezas y respondemos “Amén” después de cada una de las invocaciones. Pres El Señor esté con ustedes. R Y con tu espíritu. Pres Que el Dios todopoderoso les bendiga con su misericordia y les llene de la sabiduría eterna, en Jesucristo, nuestro Señor. R Amén. Pres Que Él les libre de toda perturbación y afiance sus corazones en el amor, en Jesucristo, nuestro Señor. R Amén. Pres Para que, enriquecidos con los dones de la fe, la esperanza y la caridad, abunden en esta vida en buenas obras y alcancen sus frutos en la vida eterna, en Jesucristo, nuestro Señor. R Amén. Pres Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes. R Amén. Pres Pueden ir en la alegría y en la paz del Señor. R Demos gracias al Señor. 6