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Ofrenda a la Madre
(Inicio de las Fiestas Colegiales, ante la Virgen)
- Canto de entrada (para serenar, y centrar la atención)
- Presentación de la ofrenda (delegado de alumnos)
En pleno mes de Mayo, al comenzar nuestras Fiestas Escolares, queremos traerte
estas flores que representan nuestra admiración por los valores que hoy no están
de moda, pero que reconocemos desde nuestra sinceridad más honda, como los
verdaderamente humanos.
- Ofrendas de flores (El delegado de cada curso lleva una rosa y la deposita a los
pies de la Virgen; mientras un representante del curso lee un párrafo, para explicar
brevemente el sentido que le da a las flores presentadas. A modo de ejemplo:
Eras Compasiva: Siempre cerca de cualquier dolor o necesidad. Escuchabas,
atendías, acompañabas, enjugabas muchas lágrimas. Tu rostro sereno,
apaciguaba. (1º ESO)
Eras Servicial: Pendiente de todo. Primero estaban los otros. Sin pereza para
levantarte, echar una mano y quedarte la última recogiéndolo todo. Parece como si
fueras la esclava de los demás. (2º ESO)
Eras Sencilla: Te colocabas la última, convencida de que era tu lugar. Cedías el
puesto y la palabra. Sin derechos sobre los demás. No juzgabas a nadie. Huías del
halago fácil, pero te dejabas querer por los niños y sencillos. (3º ESO)
Eras Pobre: Te conformabas con tener cubiertas las necesidades de cada día. No
almacenabas. Administrabas lo preciso y aún te quedaba para repartir entre los
indigentes. Cuando llegaba la sequía o la langosta exterminadora, siempre
repetías: “¡Dios proveerá!” (4º ESO)
Eras Silenciosa: De pocas palabras, pero con una enorme riqueza interior. Tus
palabras predilectas eran: “Sí” y “Gracias”. No necesitabas más vocabulario. (1º
Bach.)
Y eras Creyente: Sentías a Dios presente en cada instante. Te sentías protegida
como bajo una nube que da sombra. No entendías el dolor y el mal, pero se lo
dejabas en sus manos de Padre. Rezabas desde la autenticidad. Te fiabas, te
sentías segura en tu fragilidad. (2º Bach.)
- Respuesta de los alumnos (Después de cada lector, todos cantan el estribillo:
“Madre de todos los hombres, enséñanos a decir: AMÉN”.)
Conclusión (Delegado de alumnos) Por eso, tu bondad, tan sencilla, nos encanta.
A Ti, sí que se te puede decir: “¡Qué buena persona eres, María!” Eres esa Mujer
que necesita nuestra intimidad. Tenemos confianza para contarte nuestros
secretos, porque sabes guardarlos. No necesitamos palabras de consejo. Sólo con
observarte, nos basta.
- Respuesta de la Virgen:
Sacerdote: Vamos a escuchar con atención lo que nos contesta María.
Una profesora:
Queridos hijos:
Gracias por vuestras flores. Ya sabéis que me gustan. Me recuerdan al Padre
Dios que llevamos dentro. Su variada belleza no se repite; sus formas, sus
colores, sus tiempos de nacer y dormir. Así es el Creador. Sus perfumes que nos
facilitan agradecer el aire que respiramos gratis. La ternura con que las
cuidamos, recogemos y adornamos, expresan la felicidad que está muy cerca y
en cosas muy sencillas.
Os agradezco lo que queréis significar con estas rosas. Me ruborizo al
escucharos. Pero sabed que todo se lo debo a Dios, que me hizo así, para ser
Madre de Jesús y también madre vuestra.
Os veo todos los días cuando pasáis por delante de mi imagen. Veo vuestras
diversiones y travesuras, escucho vuestras conversaciones y repasos de última
hora ante el examen próximo. Siento vuestras pisadas y carreras para llegar a
clase.
Todo lo vuestro me interesa. Cuando me veis mirando al Cielo, es que se lo
estoy contando al Padre. Decidme lo que necesitáis, que se lo diré a mi Hijo
Jesús. Él sabe arreglar las cosas, a su estilo, ¡que es el que vale!
Gracias por vuestras flores, y por vuestro cariño. Un beso especial para cada
uno de vosotros
-MAGNIFICAT
Sacerdote: Te saludamos, María, la Mujer ideal que Dios soñó durante siglos y siglos
de historia,
la Virgen valiente que recibió en su seno al Cristo Redentor,
la que todo lo puede para proteger a todos tus hijos.
¡Bendita eres María entre todas las mujeres!
Lector 1º: Feliz eres, María, porque te fiaste de Dios.
Lector 2º: Sí, María, eres feliz, porque te hiciste la humilde sierva del Señor.
Lector 1º: Feliz, porque te supiste colocar en tu sitio con naturalidad, en la cruz y en la
gloria.
Lector 2º: Feliz, porque Dios miró tu humildad,
y, desde la aurora de la eternidad, ya pensó en Ti.
Lector 1º: Y, cuando hacía brotar las fuentes de las aguas, veía tu sonrisa.
Lector 2º: Cuando formaba los lagos en los valles, se miraba en tus ojos.
Lector 1º: Cuando cuajaba de estrellas el cielo, tejía tu manto de Reina.
Lector 2º: Por eso te decimos: Santa María, Madre de Dios, danos un corazón de
niño,
limpio y transparente, como el agua que brota de un manantial.
TODOS: TE LO PEDIMOS, MARÍA.
Lector 1º: Danos un corazón sencillo que no se quede en la tristeza.
TODOS: TE LO PEDIMOS, MARÍA.
Lector 2º: Danos un corazón grande para entregarnos a los demás, sensible a la
compasión.
TODOS: TE LO PEDIMOS, MARÍA.
Lector 1º: Danos un corazón fiel y generoso, que no olvide beneficio alguno,
y no guarde rencor por ningún mal.
TODOS: TE LO PEDIMOS, MARÍA.
Sacerdote:
Haz que nos parezcamos a Jesús, tu Hijo,
y así te amaremos como te ama El, por toda la eternidad;
a Ti que eres la mejor de las madres,
la esperanza de nuestra juventud, y el orgullo de nuestra raza.
Que el Señor Dios nuestro te bendiga para siempre.
TODOS: AMÉN.
- Canto de despedida:
Jaime Peñaranda, sj
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