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Ofrenda de flores
a la Madre
- Canto de entrada
- Presentación de la ofrenda (delegado
de alumnos)
Para felicitarte en tu día, Virgen del
Patrocinio, queremos traerte estas flores
que representan nuestro cariño.
Eras Compasiva: Siempre cerca de
cualquier dolor o necesidad. Escuchabas, atendías, acompañabas, enjugabas
muchas lágrimas.
Eras Servicial: Pendiente de todo. Primero estaban los otros. Sin pereza para
levantarte, echar una mano y quedarte la última recogiéndolo todo.
Eras Sencilla: Te colocabas la última, convencida de que era tu lugar. Cedías
el puesto y la palabra. Sin derechos sobre los demás. No juzgabas a nadie. Te
dejabas querer por los niños y sencillos.
(Se puede intercalar un canto)
Eras Pobre: Te conformabas con tener cubiertas las necesidades de cada día.
No almacenabas. Administrabas lo preciso y aún te quedaba para repartir entre
los indigentes. Cuando llegaba la escasez, siempre repetías: “¡Dios proveerá!”
Eras Silenciosa: De pocas palabras, pero con una enorme riqueza interior. En
tus palabras nunca faltaban: “Sí” “Por favor” y “Gracias”.
Eras Creyente: Sentías a Dios presente en cada instante. Te sentías protegida.
Rezabas y te fiabas, aunque muchas veces no entendías lo que pasaba.
(Se puede intercalar un canto)
Conclusión (Delegado de alumnos) Por eso, tu bondad, tan sencilla, nos
encanta. A Ti, sí que se te puede decir: “¡Qué buena eres, María!” Eres esa
Mujer que necesita nuestra intimidad. Tenemos confianza para contarte
nuestros secretos, porque sabes guardarlos. No necesitamos palabras de
consejo. Sólo con observarte, nos basta.
-MAGNIFICAT
Profesora: Te saludamos, María, la Mujer ideal que Dios soñó durante siglos y
siglos de historia,
la Virgen valiente que recibió en su seno al Cristo Redentor,
la que todo lo puede para proteger a todos tus hijos.
¡Bendita eres María entre todas las mujeres!
Lector 1º: Feliz eres, María, porque te fiaste de Dios.
Lector 2º: Sí, María, eres feliz, porque te hiciste la humilde sierva del Señor.
Lector 1º: Feliz, porque te supiste colocar en tu sitio con naturalidad, en la cruz y en
la gloria.
Lector 2º: Feliz, porque Dios miró tu humildad,
y, desde la aurora de la eternidad, ya pensó en Ti.
Lector 1º: Y, cuando hacía brotar las fuentes de las aguas, veía tu sonrisa.
Lector 2º: Cuando formaba los lagos en los valles, se miraba en tus ojos.
Lector 1º: Cuando cuajaba de estrellas el cielo, tejía tu manto de Reina.
Lector 2º: Por eso te decimos: Santa María, Madre de Dios, danos un corazón
limpio y transparente, como el agua que brota de un manantial.
TODOS: TE LO PEDIMOS, MARÍA.
Lector 1º: Danos un corazón sencillo y alegre.
TODOS: TE LO PEDIMOS, MARÍA.
Lector 2º: Danos un corazón grande para ayudar a los demás, sensible a la
compasión.
TODOS: TE LO PEDIMOS, MARÍA.
Lector 1º: Danos un corazón fiel y generoso, que sepa agradecer
y no guarde rencor por ningún mal.
TODOS: TE LO PEDIMOS, MARÍA.
Sacerdote:
Haz que nos parezcamos a Jesús, tu Hijo,
y así te amaremos como te ama El, por toda la eternidad;
a Ti que eres la mejor de las madres,
la esperanza de nuestra juventud, y el orgullo de nuestra raza.
Que el Señor Dios nuestro te bendiga para siempre.
TODOS: AMÉN.
- Canto de despedida: