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Homeopatía y otras Racionalidades
sin añoranzas
(chega de saudades)
autor: Danilo Clímaco
traducción: Inés Olivera
Lisa Malasartes
2004
2
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
A meus pais y
a Inés, mi simillimum
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
3
Sumário:
1. Presentación, por Ondina Pena Pereira
.............................................................................................................................................4
2. Introducción: Porque homeopatía. Otra racionalidad médica y humana
.............................................................................................................................................6
3. Ensayo I: Un Movimiento Negro frente a Una Antropología: Lucha por definir el
Racismo en Brasil
.............................................................................................................................................11
4. Ensayo II: La Odissea entre dos mundos de Sammuel Hahnemann: de la enfermedad al
ser humano
.............................................................................................................................................22
5. Ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: Procesos infinitos
de aprendizaje
..............................................................................................................................................41
6. Bibliografía
.............................................................................................................................................52
4
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
Presentación
por Ondina Pena Pereira1
Presento al lector un texto que posee calidades difíciles encontrarse en los textos
académicos de la actualidad. Reuniendo tres ensayos aparentemente sin conexión entre si,
los hilos de la tesitura de Danilo de Assis Clímaco no dejan de recuperar constantemente
los aspectos que constituyen, a mi modo de ver, como la pregunta de fondo que guía el
pensamiento del autor y que relaciona los ensayos entre si.
El primer aspecto es que los ensayos, al abordar el racismo, la homeopatía o el valor de la
ciencia, colocan al lector en contacto con el problema epistemológico con el que debe
siempre depararse la antropología en su tarea de dar voz a los temas y sujetos que son
sutilmente desautorizados por los saberes oficiales. Esta etnografía, "Homeopatía y otras
racionalidades - sin añoranzas", dejó claro tanto el cuidado cuanto el valor que un autor
necesita tener para subvertir la clásica relación entre el sujeto y su objeto, dejando que en
este momento se instaure otro juego de conocimiento. En este, sujeto y objeto ya no se
oponen, pero se hacen una pareja en la búsqueda de espacios para la inscripción de otras
verdades. Aquí encontramos desde la verdad pronunciada por las propias víctimas del
racismo, tan bien realizada en el primer ensayo, en dónde Danilo hace un genuino ejercicio
antropológico, paradoxalmente criticando la antropología, hasta aquella verdad que se
refiere a una otra relación de los humanos con su cuerpo y la salud, abriendo un hueco en
los cerrados circuitos de la medicina oficial.
Magister en Filosofía Contemporanea por la Universidade Federal de Minas Gerais y Doctora en
Antropología por la Universidad de Brasília, es actualmente profesora de la Universidad Católica de
Brasília.
1
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
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El segundo aspecto dice respecto a la idea de apertura, presente en todos los ensayos. Así,
la errancia heideggeriana, en las manos del autor, lo aproxima al pensamiento trágico, ya
que conquista poco a poco su singularidad de autor en la medida misma en que se va
haciendo capaz de asumir la incertidumbre, lo imprevisto del mundo y, consecuentemente,
de reconocer en si la fragilidad en la cual se constituye (al igual que todos nosotros) como
sujeto de conocimiento.
Eso me remite a un tercer aspecto, muy importante, presente en todos los ensayos. Se trata
verdaderamente de un trabajo experimental, de búsqueda incesante de un movimiento y un
pensamiento propios. El autor experimenta la incertidumbre en el texto, expone situaciones
y pensamientos paradoxales, así como tiene valor de autocrítica y la sofisticación de la
ironía, que posibilita al propio antropólogo el ejercicio saludable de la descontrucción/
reconstrucción de la antropología.
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Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
Introducción: Porque homeopatía.
Lo que me llevó a este sistema médico fue una consulta con el homeópata Plínio, en
Goiânia, Brasil, el año de 1999. Me quedé maravillado con la existencia, que hasta entonces
me era desconocida, de una medicina que busca encontrar en la personalidad de una
persona las razones de sus males físicos. Esta correspondencia entre cuerpo y personalidad
me pareció osada, pero, una vez enterado de su existencia, sentí que habría que acceder a
esta tradición de pensamiento, tratar de comprenderla y de comprender quienes fueron las
personas que la crearon, que la construyen, cuales son sus motivaciones, en dónde
encuentran sustento para el conocimiento que producen, como lo justifican.
Entonces, cuando a finales del año 2000 necesité un tema lo suficientemente atrayente para
iniciar el trabajo de campo que me llevaría a sustentar esta monografía de pre-grado en el
departamento de antropología de la Universidad de Brasília (UnB), elegí con gusto la
homeopatía, no como un objeto de estudios, pero como un nuevo campo de conocimiento al
que habría que acercarse. La monografía la sustenté en febrero de 2003 en la UnB y ahora,
un año y medio después, la “cuelgo” en internet con el objetivo principal de intentar
establecer un diálogo con las diferentes tradiciones de homeopatía de cuyas fuentes bebí
bastante. La idea de colgar esta página existe desde antes del sustento de la monografía y
no son sino los problemas de tiempo que me lo impidieron hacer antes.
A principios de 2001 empecé a hacer mis primeras lecturas de textos sobre medicina
homeopática y a hacer entrevistas a médicos homeópatas. Varios conjuntos de reflexiones
se desprendieron a partir de entonces y sería impracticable enumerarlos, quisiera aquí
destacar apenas algunos de ellos, sabiendo que ni siquiera todos estos algunos yo pude
desarrollar en los ensayos que componen esta monografía. (1) Llama la atención en primer
lugar la firmeza con que Sammuel Hahnemann – el creador del sistema médico
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
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homeopático – defiende la unidad entre cuerpo, psicología y espíritu: él no renunció a
separarlos y para tal fue necesario desarrollar una serie de metodologías para sistematizar el
conocimiento que busca unir estas diferentes esferas de los seres humanos. No conozco
ninguna otra tradición de pensamiento que haya hecho un esfuerzo tan grande en la
búsqueda de documentar, aprehender y analizar las interrelaciones entre estas tres esferas
humanas. (2) Es bella y admirable la tenacidad que Hahnemann mantuvo hasta su (tardía)
muerte: desde joven y pese a las dificultades económicas, él se inició en las universidades
de medicina, desde temprano se destacó como estudiante y desde temprano también
cuestionó la terapéutica agresiva de la época y la poca rigurosidad de sus bases. Después de
pocos años ejerciendo la profesión de médico, tuvo el valor de abandonarla por no
considerarla eficaz y regresó a ella después de que los primeros experimentos homeopáticos
le dieron un nuevo suelo sobre el cual ejercer una medicina segura para sus pacientes. (3)
Este tercer punto es el más importante y es a él al cual siempre apunté pero al cual nunca
ataqué directamente: ¿de dónde sacó Hahnemann tantas fuerzas para abandonar mundos y
crear otros? Él era una persona sobre humana. Él fue capaz de abandonar su propia
profesión para después recrearla y retomarla – creando el sistema médico homeopático.
Después, negó gran parte de su propio discurso para hacer un nuevo giro en su medicina –
creando la homeopatía miasmática. Estos rompimientos no son simplemente científicos,
son también sociales – Hahnemann tuvo que renunciar a su propio empleo, a amistades, a
medios sociales de prestigio y aparte fue obligado a desplazarse constantemente de ciudad
en ciudad – hostigados por otros médicos y por farmacéuticos. Y son también
rompimientos sicológicos: ¿Cómo logró actuar positivamente en medio a tantos
rompimientos, a tantas renuncias? ¿No añoraba él un puerto seguro dónde descansar sus
inquietudes? (4) La homeopatía miasmática es un sistema médico que da prioridad al ser
humano y lo hace reflexionar sobre si mismo, de esta manera, es opuesta a la biomedicina
hegemónica, que ubica en las enfermedades a diferentes agentes patológicos. Hay una
visión endógena de la homeopatía miasmática que se opone a la exógena de la biomedicina:
en nuestras sociedades occidentales de los últimos años las personas parecen evitar entrar
en contacto consigo mismas, ¿sería este un elemento importante para explicar la limitada
acogida que tiene la homeopatía? (5) Paulo Rosenbaum, Hahnemann, Masi Elizalde, los
homeópatas de la Escuela Kentiana del Rio de Janeiro son todos personas muy religiosas y
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Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
no separan su homeopatía de sus creencias. Yo, desde finales del siglo pasado siempre
estuve muy atado a las reflexiones feministas, en las cuales la religiosidad se presenta
apenas en la medida en que evoca un conservadurismo. Entonces, leer referencias a Dios en
las obras de los homeópatas arriba citados y a los cuales admiro muchísimo, siempre fue un
choque, sin embargo, nunca logré hacer el trabajo de reflexionar sobre la religiosidad y la
homeopatía, desde un principio intuí que no lo lograría y lo evité más o menos con
conciencia. (6) ¿Cual es el peso de la industria farmacéutica y hospitalera en general en el
papel de sofocamiento de la homeopatía? ¿Cual es el peligro económico que representa este
sistema médico?. (7) ¿Como han actuado los homeópatas en estos dos siglos de su
existencia para lograr mantener la existencia de su sistema médico? ¿Cómo se organizan
sus comunidades de conocimiento? ¿Cómo buscan apoyos políticos? ¿Cómo logran
explicar la validez de su conocimiento ante el discurso científico hegemónico?
Todos estos conjuntos de reflexiones fueron apareciendo y remodelándose a lo largo de los
años de 2001, 2002 y 2003, haciendo con que mi interés por esta medicina no cesara. Haber
presentado a estos conjuntos de reflexiones, aun cuando no los desarrollé a todos, es una
manera de entregar al lector más elementos a través de los cuales leer estos ensayos, así
como una manera de que ellos perciban otros caminos que pueden ser explorados.
En esta monografía llama la atención, sin embargo, que a pesar de tener como tema a la
homeopatía, el primero de sus tres ensayos, “Un Movimiento Negro frente a una
Antropología: Lucha por definir el racismo de Brasil”, no trata sobre ella. Tal se debe a
que, como anteriormente mencioné, me aproximé de la homeopatía de la misma forma que
me aproximé a otras tradiciones de pensamientos, o sea, con la intención de enriquecer mis
reflexiones sobre el ser humano y sobre nuestras sociedades. Así, dentro de mis
preocupaciones intelectuales, la homeopatía dialogó junto a la antropología de Segato,
Carvalho o Pena Pereira, a la filosofía de Heidegger o Nietzsche, a los feminismos de
Haraway o Navarro y a los movimientos negros del EnegreSer o de Fanon. Y para mi fue
muy importante, en el momento de escribir esta monografía – mi primer documento
público – expresar una posición clara sobre lo que yo pretendía del conocimiento sobre el
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
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ser humano, para de cierta forma independizarme de todos estos autores y autoras2.
Entonces acudí a una experiencia personal, a un momento en el cual mis actitudes como
intelectual y como persona se vieron cuestionadas por un grupo de estudiantes negros – el
EnegreSer - que había sido víctima de racismo por los propios vigilantes que yo, junto a
mis compañeros de antropología, habíamos contratado para una fiesta. Al ser acusado de
racista, estaba también recibiendo una censura de mi posición como pensador, pues
quedaba de esta forma bajo sospecha mi capacidad de analizar a la sociedad de forma
adecuada. Obligado a repensar mis actitudes y a reanalizar el propio concepto de racismo
que tenía, acepté lo que proponía el EnegreSer: no podemos concebir el racismo en Brasil
como actitudes concretas de determinadas personas contra otras personas, sino que
tenemos que comprenderlo como un sistema que es realimentado por todas nuestras
acciones, debemos por lo tanto hacernos responsables de como actuamos para poder
redireccionarnos. Para comprender el racismo de esta manera, debí hacer un corte y
recomienzo y en este proceso, me espejaba también en Samuel Hahnemann. Por más que
ausente de este primer ensayo, su propuesta sobre como conocer el ser humano – no a
partir de una manera intervencionista, sino a través de una escucha que siempre se deja
renovar – me ayudó a conducirme en el conjunto de reflexiones que dio origen a este
primer artículo, así como a los demás.
Y esta escucha que siempre se deja renovar es sin duda uno de los puntos a través de los
cuales la concepción sobre el conocimiento – y principalmente sobre el conocimiento del
ser humano – de Hahnemann se une a la de los otros autores que antes cité. La abertura al
ser propuesta por Heiddegger, la incredulidad ante las experiencias oraculares expresada
por de Carvalho, las concepciones de racismo propuestas por Fanon o por el EnegreSer, el
ciborgue de Haraway, apuntan junto a Hahnemann a un horizonte de lo humano que no se
deja aprender por concepciones fijas, pero que exige siempre una escucha y una
reelaboración. Pero esta imposibilidad de aprensión no debe expresar, sin embargo, una
sensación de impotencia, por el contrario, ella debe evocar en nosotros una conciencia de
creación y afirmación, de responsabilidad alegre frente al mundo que construimos.
Esta necesidad de independizarme de los otros autores puede ser leída también como un
momento de inseguridad, lo que sería bastante adecuado.
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Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
Agradecimientos.
Agradezco en primer lugar a los médicos homeópatas que me apoyaron de alguna forma,
sea concediéndome entrevista o respondiéndome correos electrónicos. En especial
agradezco a los homeópatas de la Escola Kentiana do Rio de Janeiro, que me permitieron
participar en las charlas dadas por el dr. Masi Elizalde en julio del 2002 en aquella ciudad,
a Paulo Rosenbaum por sus libros y por haberme invitado a escribir un artículo para la
revista Cultura Homeopática de la Escola Paulista de Homeopatia, a Plínio por su
maravillosa consulta, a Carlos Lima por su atención e interés que dispuso en las dos largas
entrevistas por teléfono que me concedió y principalmente a César Nascimento, por la
enorme ayuda que me trajo para la comprensión de mis dolores y por las varias y largas
conversaciones sobre el arte de curar.
Agradezco también a mis colegas estudiantes de antropología, en especial a los que hicimos
y llevamos a cabo el Grupo de Estudios Michel Foucault, por las ganas que tuvimos de
aprender juntos para hacer un mundo mejor, a Gabriel Arriarán por las charlas sobre
modernidad, a Sergio Verasategi por las charlas sobre arte, a Rita Segato por acceder a ser
mi asesora y a Ondina Pena Pereira por haber estado presente en la mesa frente a la cual
presenté esta monografía, a Inés, mi Simillimum, por todo – todavía lograré expresarme de
una manera que cada línea remitirá explícitamente lo que aprendo de ti - y a mi familia,
también por todo.
Y para que esta versión electrónica haya podido ver la luz, tengo que agradecer nuevamente
a Ondina, que aceptó la responsabilidad de presentarme a la sociedad cibernáutica,
escribiendo estas líneas tan amables y “encorajadoras”. Gracias otra vez también a mi
Simillimum por haber traducido del portugués al castellano esta obra y a Carlos por
haberme enseñado a usar Dreamweaver y Fireworks.
Muchas gracias.
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
Ensayo
I:
11
Un Movimiento Negro frente a una
Lucha por definir el racismo de Brasil.
Antropología:
...............................................................................................................................................................
resumen:
Es analizada la situación generada por el intento del grupo EnegreSer de hacer que la comisión
organizadora de un evento de antropología estudiantil en Brasil se responsabilizara por un hecho
de racismo ocurrido en su evento. A partir de ahí, busco reflexionar sobre los límites de la
antropología como ciencia que estudia desde afuera una determinada realidad y apuntar a que los
miembros de grupos oprimidos pueden, a partir de su propia experiencia como oprimidos, ofrecer
discursos más eficaces no apenas sobre la opresión misma a la que están sometidos, pero
también discursos más eficaces sobre la propia manera de conocer de nuestra sociedad y de la
antropología. Propongo entonces dos actitudes que debemos tomar como pensadores sociales
académicos: 1. Asumir la historicidad de nuestro pensamiento y los lazos sociales que nos
sostienen y 2. Compartir nuestra autoridad de productores de pensamiento social con otros grupos
sociales.
...............................................................................................................................................................
“En una cultura con racismo, el racista es, pues,
normal.”
(Frantz Fanon 1980)
"La formación que recibimos de la antropología
incluye un principio básico (...): es el principio de
la sospecha, de la desconfianza en relación a
verdades fijas.”
(Alcida Rita Ramos 1995)
Nosotros, estudiantes de antropología de la Universidad de Brasília (UnB), organizamos el
VIII Foro Estudiantil Latinoamericano de Antropología y Arqueología (VIII FELAA), en
agosto del 2001. En la fiesta de clausura, a la cual fue cobrada una entrada de dos dólares,
los vigilantes que contratamos cometieron un acto de racismo contra cinco estudiantes de la
misma UnB, tres de ellos hombres negros, una mujer negra y otra blanca. No permitiendo
que ellos estuviesen en la vereda del lado de fuera del Centro Comunitário, local donde fue
realizada la fiesta, ubicado dentro de la UnB, universidad pública y abierta a la libre
circulación de todos los ciudadanos. Los vigilantes también acusaron a uno de los
estudiantes negros, Rafael dos Santos, de intentar entrar en la fiesta para robar cerveza. Los
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Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
cinco estudiantes – a los cuales a partir de ahora me referiré como miembros del grupo
EnegreSer3 - escribieron una carta abierta, titulada "Problematizando el FELAA", en la cual
colocaban a la comisión organizadora del VIII FELAA como cómplice con el racismo.
Algunos días después de la divulgación de la carta, se realizó una reunión entre el
EnegreSer y la comisión organizadora (esta compuesta por dieciocho estudiantes, dieciséis
de ellos de antropología). También participaron en la reunión cerca de otros veinte
estudiantes de ciencias sociales de la UnB que habían trabajado como "monitores" durante
el VIII FELAA, la profesora Paula Vilas, del Núcleo de Estudios Afro-brasileños (NEAB)
de la UnB y otros estudiantes de diversas áreas.
Los miembros de la comisión organizadora, simplemente, no comprendían la carta, estaban
completamente desconcertados y alterados4. Su reacción era de rabia perpleja. Ellos no
comprendían el porqué de la agresividad del EnegreSer, como lo comprueban algunas de
las frases que fueron dichas por la comisión, que aquí transcribo, de acuerdo con mi
memoria: "si el racismo ocurre en todo lugar, ¿Por qué ustedes (miembros del EngreSer)
tienen que decir que somos justo nosotros los que lo hacemos? – ¿por qué ustedes no hacen
una crítica a toda la sociedad?", "todos somos racistas, incluso ustedes", "y ustedes? Qué es
lo que ustedes están haciendo para cambiar las cosas?" y "nosotros trabajamos duro para
hacer este foro y no vamos a permitir que nadie ridiculice nuestro esfuerzo". La concepción
de la comisión organizadora era que el racismo es un hecho en el Brasil y ocurre en todo
momento, por lo tanto no se es cómplice del racismo, porque no hay cómo controlarlo, aun
si el racismo es cometido por las personas que uno mismo contrató para determinado
servicio. La carta del EnegreSer fue entonces tomada como un acto de pura maldad e
injusticia innecesaria, de tal modo que la única manera de entender sus motivaciones era
Esos cinco estudiantes son Rafael Santos, França Júnior, Aida, Andréia y Renato. Antes del VIII FELAA
ellos ya participaban en un grupo de estudio sobre la cuestión de la negritud, junto a otros "unbistas" negros,
sin embargo, fue recién en noviembre del mismo año – después de ocurrida la reunión que ahora narro,
ocurrida en agosto - que ellos dieron el nombre de EnegreSer al grupo.
4
No es relevante para mi análisis la posición que tomé en la reunión, pero mi orgullo me impide colocarme
enteramente del lado de la comisión organizadora del VIII FELAA en este momento. Desde un início, dos
miembros de la comisión, Ernesto de Carvalho y yo, aceptamos la legitimidad de la problemática presentada
por el EnegreSer y la ilegitimidad de la defensa de la comisión, más como en breve defenderé, eso no nos
colocaba como conscientes de toda la dimensión del acto de racismo ocurrido y tampoco nos excusa de
nuestra responsabilidad como miembros de la comisión y propiciadores del acto.
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Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
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colocarlas dentro del orden emocional: la rabia, unida a poca reflexión y a la falta de
respeto, sería el motivo principal por lo cual la carta abierta fue escrita.
Mi posición fue favorable al EnegreSer pero, al mismo tiempo, yo no comprendía la
esencia de la carta. Quiero manifestar mi insuficiencia vivencial con respecto al racismo
para poder identificar todos los mecanismos que funcionan en su producción y en sus
manifestaciones. De aquella reunión, antes de que ella empezara, yo esperaba una rápida
conciliación entre las dos partes en conflicto. Ingenuamente, esperaba que el EnegreSer
ablandara su discurso y que la comisión organizadora hiciera un formal pedido de disculpas
por lo ocurrido en la fiesta y que, así, las tensiones rápidamente se disolverían.
Pero en la reunión el EnegreSer no ablandó su discurso y ni tampoco se interesaba por un
pedido de disculpas formal. Su discurso fue mucho más duro en la reunión de lo que había
sido la carta, como sugieren las palabras que me dirigió Renato algunos días después de la
reunión: “yo, la verdad, ni iba a aparecer en la reunión, encontraba que no iba a servir de
nada, pero en aquella mañana yo conversé con dos organizadoras del FELAA y no pude
creer lo racistas que eran, entonces yo fui a la reunión solo para mirar a esos antropólogos y
decirles en la cara que son racistas.” Esa frase expresa bien el tono que juzgo haber
encontrado en los miembros del EnegreSer en el día de la reunión: ellos no querían hacer
concesiones y no querían tampoco concesiones por parte de los organizadores: de estos,
ellos querían el reconocimiento del acto de connivencia con el racismo: “Asuman que
ustedes son racistas, ese es el primer paso para cambiar” dijo Renato en una de sus
intervenciones en la reunión. La carta formal de disculpas no representaría nada, la
formalidad puede ser – y de hecho acostumbra serlo - una manera de disculparse sin
compromiso. Creo que no eran grandes las esperanzas del EnegreSer de convencer a la
comisión, pero eso no sería lo fundamental: era importante el hablarles directamente y el
dejarles claro que su posición de representantes académicos del conocimiento sobre el
campo social es precaria porque protege intereses de un grupo privilegiado.
Por lo que entendí de lo que proponía el EnegreSer y por la adaptación que hago de sus
ideas a las mías, la comisión organizadora del VIII FELAA fue cómplice del racismo a
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Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
partir del momento en que contrató una empresa de seguridad para vigilar la entrada de la
fiesta e impedir que hubiese tumultos. Cuando los vigilantes intentaron obligar a los
miembros del EnegreSer a salir de la vereda del lado de fuera del Centro Comunitário,
estaban usando uno de sus mecanismos para mantener el orden: apartar personas cuyo
perfil racial no se adecuaba al de los que frecuentaban la fiesta, es decir, de los que podían
pagar para frecuentarla. Ser cómplice, según defendía el Ennegrecer, no es apenas ser
consciente de una determinada situación de discriminación y dejarla ocurrir, pero es dar las
condiciones para que esta ocurra, y eso fue hecho por la comisión organizadora; en ningún
momento, nosotros nos detuvimos para reflexionar sobre las implicaciones que traería la
contratación de la empresa de seguridad y, consecuentemente, no pensamos otras
alternativas. Por lo tanto, no hay otro camino que no sea el reconocimiento de connivencia
con el racismo, que significa el reconocimiento de estar implicados en los mecanismos de
producción y de reproducción del racismo y, finalmente, el reconocimiento de ser racistas.
La idea (que es la del sentido común) de que el racismo ocurre apenas cuando una persona
cree ser superior a otra por su constitución racial es insuficiente para dar cuenta de la
dimensión del racismo en nuestra sociedad. Frantz Fanon, con la frase “En una cultura con
racismo, el racista es, pues, normal” se dirigía a los franceses con el intento de mostrarles
que el racismo es estructural y no dependiente de actitudes personales. El racismo
brasileño, en esta concepción más amplia que propone Fanon - y que yo veo ser semejante
a la que busca el EnegreSer - está imbricado en cada rincón de nuestra sociedad desde el
momento en que creamos expectativas con respecto a una persona a partir de su condición
racial y esto ocurre constantemente con todos nosotros.
Sin embargo, no fuimos nosotros antropólogos los que nos dimos cuenta de este racismo
amplio, por el contrario, asumimos acríticamente la concepción del sentido común sobre el
racismo, o mejor, nunca salimos de ella, la tomamos como una verdad fija. Aquellos que
pudieron percibir la amplitud del racismo fueron precisamente aquellos que la sufren y,
como propongo aquí, la percibieron precisamente porque la sufren.
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
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La reunión entre la comisión organizadora del VIII FELAA y el EnegreSer fue, tal vez, el
más importante evento del cual participé en la universidad, sin embargo, en este ensayo, yo
desarrollaré apenas dos puntos de razonamiento a los cuales la reunión me impulsó, los
cuales son fundamentales para mostrar mi concepción de la antropología y para mostrar el
camino que escogí para escribir el conjunto de ensayos que componen esta monografía.
1. El racismo, como intenté mostrar, es permanentemente vivido en la sociedad brasileña de
una manera diferente de la cual él es reconocido por los miembros de esta sociedad. La
antropología que nos es enseñada en la UnB, como nos ejemplifica la citación de Ramos, se
auto-considera especialmente apta para la reflexión y para el desmantelamiento de verdades
fijas. La afirmación de Ramos no es una excepción, pero hace parte del sentido común
antropológico y es repetida frecuentemente de una manera tan descuidada que nos muestra
lo enraizada que está en el imaginario del antropólogo, al menos en la referida universidad.
El antropólogo cree que su capacidad de deconstruir verdades está asociada a su
entrenamiento para ingresar en su objeto de estudio y de, rápidamente, distanciarse de él
nuevamente, tal como lo vemos en la cita de abajo, extraída del “Manual de Orientación al
Alumno del Curso de Ciencias Sociales (Habilitación en Antropología)”, que el
Departamento de Antropología de la UnB dispone a sus alumnos:
(La disciplina Excursión Didáctica de Investigación) “busca permitir a los alumnos:
(i) el desarrollo de las habilidades necesarias para su introducción en un cotidiano
ajeno y, de esta manera, pasar por la experiencia de aproximarse a lo extraño y
encontrar extraño lo próximo, que es el aprendizaje peculiar de la Antropología
(...)”
Lo que el EnegreSer mostró en aquella reunión es para mí el límite de la capacidad de los
antropólogos para encontrar extraño lo próximo. Si los negros de Brasil conocen el racismo
brasileño en sus minucias, es exactamente porque no se alejan de aquello que viven. El
antropólogo supone que existe un conocimiento imparcial proveniente de un observador
foráneo que tiene una visión no contaminada con respecto a una determinada realidad y que
esa visión no contaminada es la más adecuada para la comprensión y el análisis. El
“nativo”, no. Implícitamente, el nativo – tal como nos es descrito por gran parte de los
profesores del departamento de antropología de la UnB - está imbricado en procesos
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
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sociales que determinan sus valores, los cuales le impiden tomar distancia y tener una
comprensión más amplia de lo que vive. Es interesante pensar que ella es opuesta a la
visión del sicoanálisis – y es, como veremos más adelante, también opuesta a la de la
homeopatía. El psicoanalizando, como afirma la psicoanalista Vânia Otero, descubre
verdades de su ser exactamente cuando penetra en ellas, no cuando se aleja. El psicoanalista
no se comporta como una simple autoridad de conocimiento, sino que se abre a compartir
un conocimiento con su analizando. ¿Por qué en el campo de lo social no sería así?.
Considero esta concepción mucho más fértil intelectual y políticamente. Veo como
extremadamente conservadora la noción del antropólogo de que es una visión que se aleja,
que se torna extraña la eficaz para conocer. Y lo creo por una serie de elementos, que
suponen que la antropología venga a parecerse a una criminosa perfecta, en los términos de
Baudrillard:
“el crimen sólo es perfecto cuando hasta las huellas de la destrucción del Otro han
desaparecido [...]. Con la modernidad, entramos en la era de la producción del otro.
Ya no se trata de matarlo, de devorarlo, de seducirlo, de rivalizar con él, de amarlo o
de odiarlo; se trata fundamentalmente de producirlo. Ya no es un objeto de pasión,
es un objeto de producción.
Lo que define la alteridad no es que los dos términos no sean identificables, sino
que no sean enfrentables entre sí. La alteridad pertenece al orden de las cosas
incomparables. No es intercambiable según una equivalencia general, no es
negociable” (apud SEGATO, 1998)
La creencia de que aquella persona que vive una determinada experiencia no la puede
expresar adecuadamente porque está contaminada de valores, supone la existencia de una
otra persona no contaminada, que, “formada” por el saber antropológico (implícita o
explícitamente considerado científico) está apta para decir lo que tiene o no valor, o qué
puede o no ser expresado. Así, una determinada realidad es cambiada por otra, sin que el
cambio sea explicitado como tal. La realidad que el antropólogo ve pasa a tener un status
científico que substituye la realidad que el nativo vive, sin embargo, toda esta operación es
realizada de una manera tan banal, que no llegamos a percibirla. Esta es mi apropiación del
crimen perfecto.
Pero, ¿qué hacer cuando el nativo dice: “no”?, fue eso mismo que el EnegreSer hizo. El
negro, no hace falta decirlo, es uno de los tradicionales objetos de estudio de la
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
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antropología. El primer gran libro de esta disciplina en el Brasil asesinó la negritud, la
substituyó por otra y nuestro país aún no lo percibió. En “Casa Grande & Senzala”,
Gilberto Freyre describe un país donde las relaciones raciales son fundamentalmente
harmónicas, los conflictos existentes son tenidos como parte de un proceso que culminaría
en la armonía total. La vigencia actual de esa falacia es algo escandaloso y solamente se
explica si percibimos la utilidad que ella tiene para la sociedad moderna, la cual supuso
siempre un sujeto blanco, masculino y heterosexual. Lo que Gilberto Freyre hace es lo que
yo llamaré aquí “ tranquilizar”, término que consiste en construir un mito que permita que
una realidad desordenada – y en este caso violentamente instituida – sea leída por las clases
dominantes y/o por las clases subalternas, como algo lineal, comprensible y no conflictivo.
El trabajo antropológico en enorme medida se constituye gracias a esta función de
tranquilizar: siempre matando y substituyendo. La antropología, como disciplina científica,
fue útil en un determinado momento del desarrollo de la sociedad moderna para dar cuenta
de otras cosmologías, para permitir que ellas no coloquen en jaque el ideal modernizador
basado en la idea de un sujeto emprendedor, blanco, masculino y universal: única manera
de ser humano. El deseo del sujeto moderno de comprender al otro, vendría - así como su
deseo de comprender el mundo - con el deseo de dominación. El conocimiento propio de la
modernidad, según Heidegger en “La época de la imagen del mundo” es el “proceder
anticipador”: el objeto de la investigación científica solamente puede serlo si es conocido
de antemano, o sea, si ya de antemano pertenece al sujeto. El conocimiento anticipador
hace del objeto una propiedad de la investigación que previamente lo fija, no permitiéndole
aparecer de una forma imprevista. Así, la antropología estudia, como nos esquematiza Rita
Segato en “El paradigma del relativismo: el discurso racional de la antropología frente a lo
sagrado”, proposiciones lineales del tipo:
“X significa Y e Y se expresa en X, dentro del conjunto Z” (SEGATO, 1989)
Segato ejemplifica en su propio trabajo de campo para ilustrarlo. En su tesis de doctorado,
ella trata de articular las características de cada “filho de santo”5 a un determinado perfil
Una persona se hace “filha de santo” (hija de santo) en su ritual de iniciación en la religión Xangô
de Recife – de manera semejante al Candomblé de Bahia o a la Santería cubana. En este
5
18
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
psicológico, pero el momento en que ese perfil es descubierto dentro de las familias de
santo, ocurre cuando los búzios son jugados6 y Segato no considera el juego de los búzios
como un dato analizable: su investigación podría ignorarlo sin perder consistencia.
Entonces podemos pensar, de la misma manera que Heidegger piensa la disciplina
científica de la historia, que es precisamente aquel elemento fundamental y grandioso, lo
que la antropología no puede aprehender. Es objeto antropológico aquello que es
mensurable y comparable. Lo específico, lo grandioso, es ignorado y silenciado, y haciendo
repetir a Baudrillard, “La alteridad pertenece al orden de las cosas incomparables”. La
posición en que caen los búzios, la podemos ver como lo extraordinario, lo incomparable,
de las comunidades afro-brasileñas y justamente por ese ineditismo, el juego de búzios es
imposible de ser anticipado y así, es imposible de ser conocido. José Jorge de Carvalho
apunta también a esa imposibilidad de la ciencia de llegar a lo extraordinario:
“(...) mi propia experiencia personal, de haber constatado la acuidad de
innumerables lecturas del juego de búzios practicado por miembros de los xangôs
de Recife. Y más aún, de haber aprendido a jugarlos, con mis informantes, lo que
implica profundizarme en una dimensión de la cual yo no puedo dar cuenta,
racionalmente, como cientista social y académico, de la certeza de las afirmaciones
que oso hacer cuando juego los búzios para alguien.” (CARVALHO, 1993)
Para Carvalho, el juego de búzios estaría dentro de la experiencia humana de los oráculos,
tipo de experiencia que está estudiada por la antropología de una manera “muy pobre”
(ibidem). Aquí me gustaría pensar que la experiencia sufrida por los miembros del
EnegreSer, tal como fue narrada por ellos mismos, ocupa un lugar tan inaccesible a la
racionalidad del “cientista social y académico” como la experiencia oracular, porque fuera
del discurso de coherencia que tomó su forma más concreta en Freyre. La experiencia de
ser constantemente juzgado por su color de piel es tan inaudita para un antropólogo como la
posición en que caen los búzios jugados por un iniciado en los terrenos del Xangô de
Recife.
momento la persona iniciada pasa a tener un santo (orixá) que le guía, de su orixá él o la “filha de
santo” tendrá importantes rasgos en su personalidad.
6 Búzios son un tipo de conchas. El juego de búzios del Xangô de Recife es un momento oracular
en que la persona iniciada "echa" un determinado número de búzios sobre una canasta de paja y
consigue leer lo que significa la posición en que estos caen.
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
19
El racismo freyriano, que se encamina a un futuro harmónico, es lo único percibido por la
antropología brasileña. Es una falacia que apenas sirve para fijar al antropólogo en un lugar
de poder el hecho de que sea tenido como formado para desconfiar de verdades fijas.
Porque el antropólogo ocupa tal lugar de poder y es algo que solamente podemos
comprender cuando vemos el papel que le es asignado dentro de la sociedad, el papel de
tranquilizar al hombre moderno de la certeza de su proyecto, el papel de impedir que la
concepción de un otro radicalmente distinto llegue a confundir su auto-percepción de
sujeto. Inclusive – y es probable que principalmente – las propias contradicciones
inherentes a la sociedad del antropólogo deben ser silenciadas; o sea, el antropólogo debe
afirmar constantemente que los sujetos de su sociedad disponen de los mismos derechos y
es por eso que él no puede asumir ninguna postura que tenga una semejanza con el racismo
estructural reivindicado por Fanon, ellos deben mantenerse en el nivel del racismo
individual, pues así, el negro sistemáticamente excluido, no es tenido como un otro dueño
de una experiencia radicalmente diferente - casi oracular - más es considerado como un
individuo más, cuya experiencia de racismo vivida es apenas una variable. Sin embargo,
creo que el lugar desde el cual habla el negro es radicalmente diferente del lugar del cual
habla el blanco y su discurso puede desestabilizar profundamente el discurso moderno.
2. Como quise demostrar, el antropólogo defiende las redes sociales de manutención del
racismo y forma parte activa de estas redes en la medida en que está situado en un lugar a
partir del cual el discurso sobre la sociedad es legítimamente instituido de poder. Las redes
que articulan el discurso sobre el racismo funcionan con precisión y mantienen el
imaginario del brasileño alejado de una concepción más amplia sobre el racismo. Cuando
Renato dice que no servirá de nada ir a la reunión con la comisión organizadora del
FELAA, está implícita la consciencia que él tiene de que el racismo es un hecho
ininteligible para quién no lo sufre. El racismo se comporta frente a la antropología como
una alteridad radical contra la cual esta disciplina académica no tiene los recursos de
aprehensión, o por lo menos, no moviliza estos recursos con la atención que requiere
nuestra situación actual. Renato ya sabía la posición que la comisión del FELAA iría a
tomar, las frases que allá fueran dichas acusando al EnegreSer de irrespetuoso, de chocante,
20
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
eran frases ya previstas por él, y por eso, no debería haber consenso: un consenso sería un
nuevo mestizaje, una nueva manera de igualar diferencias manteniendo el orden de
jerarquía. De ahí que él diga a los organizadores la necesidad de que ellos reconozcan su
propio racismo, de que ellos reconozcan la insuficiencia de los presupuestos en los cuales
se basan.
Pero, si pensamos nuevamente el negro - y por tanto el EnegreSer - como un típico objeto
de estudios de la antropología, podemos hacer una inversión irónica, pero válida: en el
contacto entre el antropólogo y su objeto, no es el antropólogo el que detiene la capacidad
de descifrar al otro, es el objeto quien lo descifra. El objeto sabe lo que el antropólogo sabe,
conoce sus mañas, sus limitaciones, sabe en qué red de poder él está imbricado, sabe para
qué sirve. Y lo contrario no es verdad. El negro brasileño es socializado dentro del
imaginario de democracia racial, pero cuando él pasa a percibir el racismo brasileño como
parte fundamental del funcionamiento de nuestra sociedad, él no apenas trae un nuevo
punto de vista para el conocimiento social, como danifica las bases en que se sustenta la
antropología como ciencia, pues evidencia que la propia antropología está atada a los
valores sociales que sustentan el racismo y apenas a partir de estos valores sociales es que
ella se erige.
Viendo a la antropología como descifrada por su objeto de estudios, creo que su salida
ahora es una abertura radical a nuevas maneras de conocimiento. No apenas en la medida
en que pueda realizar un análisis más agudo a partir de diferentes puntos de vista, no se
trata de que se perfeccione, sino que se transforme. Creo que la antropología debe dejarse
llevar por las experiencias radicales a las cuales es sometida y así, poder comenzar por
aproximarse a sí misma, buscar cuáles son los deseos implícitos a sí misma, cuáles son los
objetivos sociales que ella cumple y que le permiten sobrevivir y, así, poder resurgir de otra
manera, en otras formas de escritura, de autoría, en dónde una audiencia más amplia estará
exigiendo interpretaciones cualitativa y políticamente diferentes, en dónde habrá un diálogo
– tenso muchas veces, aunque ni siempre – con diferentes grupos sociales, que demandarán
también, autoridad sobre el conocimiento social. En resumen, los antropólogos deberemos
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
21
estar más concientes de la historicidad de nuestro pensamiento, de los lazos sociales que
nos sostienen y menos celosos de compartir nuestra autoridad como pensadores.
22
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
ensayo II: La Odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann:
de la enfermedad al ser humano.
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resumen:
se presenta una versión de la historia de la homeopatía que busca realzar que el proceso que llevó
a su creador, Samuel Hahnemann, a abandonar una medicina basada en la cura de entidades
nosológicas y a lanzarse sobre una medicina basada en el conocimiento sobre el ser humano
apenas fue posible en la medida en que él consiguió mantenerse abierto a la infinita variedad de
vidas humanas, en detrimento de un sistema de conocimiento clasificatorio. Se propone también
que la medicina basada en entidades nosológicas supone la creación de mal exterior, mientras una
medicina basada en el ser humano supone la asunción de que nuestras enfermedades están
relacionadas a procesos endógenos y que entonces la cura pasa más por crear una relación sana
y responsable con el mundo que nos envuelve y menos en combatir males externos.
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Samuel Hahnemann y la creación de la homeopatía.
Samuel Hahnemann nació el 10 de abril de 1755, en Meissen, en la Sajonia. Su padre,
comerciante, lo preparaba para que también lo fuera, y para eso aprendió en su infancia
ocho lenguas extranjeras. En la escuela siempre se destacó como excelente alumno. Sin
embargo, queriendo ser médico, en 1775 fue a estudiar en la Universidad de Leipzig, ya
pensando en ir a estudiar a Viena (lo que haría en 1777), pues en Leipzig no había
enseñanza práctica. De esta manera, ya distinguimos tempranamente en Hahnemann un
rasgo que lo caracterizará como médico y como investigador: su preocupación por una
medicina basada en el contacto entre el médico y el ser humano enfermo.
En ambas ciudades, las aulas de idiomas y la traducción fueron sus mayores fuentes de
ingresos, una vez que la ayuda financiera que sus padres podían darle era insuficiente. Sin
embargo, la traducción no fue apenas fuente de ingresos, sino también un medio de
alimentar su conocimiento médico, una vez que vertía obras médicas escritas en italiano,
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
23
inglés y francés al alemán. El doctorado - y con él el permiso para ejercer la medicina en
Alemania - vendría en 1781, por la Universidad de Erlangen, por ser esta más barata que la
de Viena.
Sin embargo, los historiadores de la homeopatía apuntan que desde sus inicios en la
universidad de medicina, Hahnemann se mostró decepcionado con los límites del sistema
médico y asustado con la agresividad de la terapéutica de la época 7. La decisión de
abandonar la clínica pautada por la medicina hegemónica es tomada en 1787, año en que un
amigo muriera, lo cual generó que Hahnemann sintiera más profundamente los caminos
equivocados que tomaba la profesión que él había escogido. Este drama, además, llevó
Hahnemann a las investigaciones que resultarían en la invención del sistema médico
homeopático, y es este mismo drama el que de cierta forma vive cada uno de los médicos
que deciden adherirse a la homeopatía: el de sentirse incapaces ante el sufrimiento humano
a pesar de todos los instrumentos dados por la medicina hegemónica.
Habiendo abandonado la clínica, Hahnemann vuelve nuevamente a la traducción, ahora con
la necesidad de sustentar una extensa familia, que llegaría a once hijos. Se cuenta que
dormía una noche sí y otra no. Su interés por la medicina nunca disminuyó y con esmero
leía los libros médicos que traducía. Uno de ellos propició el experimento que le abriría los
horizontes para el sistema homeopático. En 1790, traduciendo al alemán la materia médica
del escocés William Cullen, discrepa profundamente de la explicación que éste ofrece sobre
la cura de la malaria mediante la quina: afirmaba Cullen que el ardor en el estómago
provocado por la quina causa el fin de la fiebre palúdica. Hahnemann, toma como absurda
la versión de Cullen y decide probar él mismo la quina:
"Tomé, para experimentar, dos veces por día, cuatro dracmas (un dracma es
equivalente a 3 gramos y 24 centigramos) de pura China (quina – n.a.) (...) Mis pies,
extremidades de los dedos etc., tornáronse primeramente fríos; me sentí somnoliento
y lánguido, mientras mi corazón palpitaba; temblaba sin que estuviésemos en la
época de frío; postración en todo el cuerpo, en todos mis miembros; pulsaciones en
la cabeza, enrojecimiento de mis mejillas; sed; y finalmente todos esos síntomas
característicos de la fiebre intermitente, aparecieron unos después de otros, aunque
7
Cfr. GALHARDO (poner acá la web)
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
24
sin el peculiar y riguroso frío. Estos paroxismos presentaban la duración de 3 a 4
horas en cada vez, y REAPARECÍAN SI YO TOMABA LA DOSIS DE LA
MISMA MANERA. Dejé de tomar la China y la salud volvió.". (GALHARDO)
(énfasis de los editores)
Hahnemann repetiría el experimento de la quina en sus familiares y amigos, y a lo largo de
los siguientes seis años lo haría en sus conocidos nuevos así como exhaustivos
experimentos con otras substancias. Los resultados de estas investigaciones Hahnemannn
los expondrá por primera vez el 1796, en el artículo “Ensayo sobre un nuevo principio para
descubrir las virtudes curativas de las substancias medicinales”, en el cual ya están
explicitados los tres primeros principios homeopáticos:
1. La ley de la similitud, expresada por el dictado latino atribuido a Hipócrates: similia
similibus curentur. Tal ley reza que “la substancia que produce síntomas en un individuo
sano es también capaz de curar un enfermo que presente estos mismos síntomas" (RUIZ,
2001).
2. La patogenesia o el experimento en el hombre sano: el remedio homeopático solamente
puede ser descubierto a través de este método. En un experimento organizado, el cual
recibió el nombre de patogenesia, un grupo de individuos toma determinada substancia
(una por vez) y relata las provocaciones que esta substancia le causó en su organismo, sean
ellas "psíquicas" u "orgánicas". Las ingestiones e intoxicaciones involuntarias de
substancias, también son utilizadas para la materia médica del medicamento8.
3. Medicamento único - como el experimento en el hombre sano se da apenas con una
substancia, no hay cómo descubrir cómo dos substancias ingeridas en el mismo momento
puedan actuar en el cuerpo del individuo y por eso el medicamento debe ser apenas uno. La
teoría de los miasmas, a la cual más tarde introduciré al lector, irá reforzar aún más ese
tercer principio. Este medicamento único es el simillimum, que en esta primera fase de
elaboración de la teoría homeopática corresponde al medicamento que cubre la mayor parte
posible de los síntomas clínicos sufridos por el paciente. Apenas después de agotada la
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
25
actuación del primer medicamento, puede el homeópata optar por la utilización de un
segundo.
Necesito ser cuidadoso al exponer aquí estos principios que guían la homeopatía, para no
caer en un error que es frecuente entre sus historiadores. Sin duda, la teoría homeopática
surgió en un corto espacio de tiempo y con una solidez que impresiona. La dificultad de
concebir una explicación histórica con respecto a este rápido proceso de su origen, genera
que frecuentemente la creación del sistema médico homeopático sea presentada como una
leyenda, en la cual Hahnemann actúa como un escogido que pasa simplemente a desvelar
verdades divinas. Tal leyenda tiene una extensa aceptación dentro del propio medio
homeopático, sin embargo, la considero extremadamente nociva en la medida en que
encubre toda una parte de la medicina que fue hábilmente rescatada por Hahnemann. Este
encubrimiento puede hacer con que el homeópata se comprometa apenas con el
descubrimiento hahnemanniano y tenga con este una relación mecánica, olvidando el
carácter de investigador del maestro. Tal como comprendí la homeopatía, ella exige del
médico actual un trabajo constante y renovador que es pautado por el trabajo realizado por
Hahnemann, y por eso creo en la importancia de rescatar el descubrimiento del sistema
médico homeopático sin dejar de apuntar el hercúleo proceso por el cual tuvo que pasar su
creador. Ciertamente, me falta la cultura histórica y médica necesaria para presentar la
grandeza del proceso emprendido por Hahnemann, pero debo, dentro de mis limitaciones,
apuntar algunas de sus fuentes teóricas y permitir al lector concebir una parte de la
dimensión del descubrimiento del sistema médico homeopático.
Ninguno de los principios homeopáticos fue inventado por Hahnemann, y sí rescatados por
él a partir de la conjunción de sus estudios y su práctica clínica, sin embargo, este hecho es
olvidado frecuente y estratégicamente por muchos homeópatas, porque comprometería la
idealización de Hahnemann como ser iluminado. La ley de los semejantes había sido
enunciada ya por la escuela hipocrática. El experimento en el hombre sano había sido
teorizado por el médico persa Rhazés (860-932) y casi mil años después, en el siglo XVIII,
por Albrecht Von Haller, sin embargo, ninguno de los dos lo llevó a la práctica. Así mismo,
8
Las materias médicas homeopáticas son formadas por el estudio de cada medicamento a partir de los experimentos en el
26
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
el medicamento único, tanto para evitar efectos contradictorios como por una concepción
única de la enfermedad también tuvo varias formulaciones a lo largo de la historia de la
medicina. El mérito de Hahnemann no está, por tanto, en la invención de principios
médicos, sino en que él fue quien dio a estos principios una manera segura de utilización.
Él recogió elementos de la historia de la medicina que fueron enunciados, pero que no
habían sido desarrollados de manera satisfactoria. Más que un solista improvisador, fue
Hahnemann un maestro que armonizó y conectó elementos brillantes de la medicina que se
encontraban dispersos.
La influencia de los médicos empíricos ingleses sobre Hahnemann fue fundamental en este
momento. Entre ellos se destacan Thomas Sydenhan, médico inglés del siglo XVII, quien
tomaba de sus enfermos minuciosas anamnesis, en las cuales hacía constar elementos de la
vida del individuo, tales como “vivencias íntimas, proyectos de vida, pensamientos y
sensaciones” (ROSENBAUM, 1998). Sin embargo, Sydenhan no consiguió llevar adelante
la biografía que recogía, las informaciones sobre la individualidad de sus pacientes no
encontraban consonancia con su terapéutica. Hahnemann si llevará adelante la biografía de
sus pacientes: a través de las patogenesias y del simillimum: con las patogenesias él
consigue una serie de elementos de gran riqueza sobre la individualidad del ser humano, lo
que le permite identificar síntomas además de las circunstanciales quejas de una
determinada expresión patológica. Esta patogenesia, la enfermedad artificialmente
provocada en el individuo sano, encontrará en el consultorio una unión con la enfermedad
espontáneamente surgida en el individuo enfermo, a través de la minuciosa anamnesis
levantada sobre los síntomas expresados por este. El simillimum, en cuanto es el
propiciador de la cura, se vuelve el sello que cierra esta unión, él comprueba la relación
existente entre lo expresado por el ser humano enfermo y lo expresado por la persona que
se sometió a la patogenesia. Y de esta manera, queda instituido el sistema médico
homeopático.
En un espacio de pocos años, Hahnemann forma un sistema médico que, siendo aún basado
en entidades nosológicas, comienza a dar énfasis a la especificidad del individuo y huye a
hombre sano, de las intoxicaciones y de la experiencia clínica de los homeópatas.
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
27
la agresividad de la medicina de su época. Sin embargo, quedaba aún un vestigio de
agresividad, el llamado “agravamiento homeopático”, al cual Hahnemann pasa a dedicar
sus atenciones. Tal agravamiento es provocado por la forma en que actúa el simillimum:
este provoca en el organismo los mismos síntomas que la enfermedad y, por veces, antes de
la cura, el individuo enfermo sufría un agravamiento sintomático que podría ser muy
severo. Preocupado con ese sufrimiento extra que sus medicamentos provocaban,
Hahnemann pasa a buscar maneras de reducirlo. Él apuesta por la capacidad del cuerpo de
reaccionar a la enfermedad a partir del nuevo estímulo que le provoca el medicamento. Para
Hahnemann, el cuerpo adolece cuando los esfuerzos que realizó para expulsar la
enfermedad no fueron suficientes para lograrlo. Rigurosamente, la enfermedad no es una
entidad nosológica externa, sino que es el propio cuerpo, o mejor dicho, la enfermedad es
el intento fallido del cuerpo por erradicar a la entidad nosológica. La dosis del
medicamento no necesita ser excesiva, pues el desencadenamiento de la nueva reacción
corporal no depende directamente de la cantidad de substancia que él recibe, pero de la
calidad de esta, o sea, de las correspondencias entre los síntomas de la enfermedad y de los
síntomas que el remedio provoca. Hahnemann pasa entonces a reducir cada vez más las
dosis necesarias para provocar la reacción del organismo y la consecuente cura en sus
pacientes, sin embargo, los agravamientos continuaban siendo preocupantes. En este
camino, Hahnemann llegará a las dosis ultradiluídas y finalmente a las dosis dinamizadas,
las cuales carecen de substancia activa y son potencializadas por agitaciones y por
succiones (succión es el choque del frasco del medicamento contra una superficie rígida).
Cómo llegó él a esa conclusión es la parte más enigmática de la homeopatía y aun hoy
confunde a médicos de gran experiencia. Frecuentemente escuché de varios homeópatas la
versión que dice que fueron los viajes de Hahnemann los que le hicieran llegar a esa
conclusión. Hahnemann sufrió enormes presiones por parte de sus compañeros médicos –
debido a las fuertes críticas que dirigía a la medicina hegemónica – y de los farmacéuticos pues declaraba que no eran ellos de confianza - y por esto pasó, él mismo, a fabricar los
remedios que daba a sus pacientes. Fueron innumerables las dificultades para llevar a cabo
su clínica y eso lo obligó a desplazarse de una ciudad a otra frecuentemente. La versión
más famosa para el descubrimiento de la dinamización vendría de que los medicamentos
28
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
que eran llevados en los viajes más largos eran los que mejor resultaban y que Hahnemann
tendría atribuido esos buenos resultados a las sacudidas que los medicamentos sufrían en el
lomo de los caballos. Hay aún otra versión, menos difundida y bien graciosa que dice que
por ser el laboratorio de Hahnemann muy desorganizado y con los frascos cayendo por
todos lados, potencializando así los medicamentos. Esta folclorización sobre el
descubrimiento de las dosis dinamizadas ciertamente refuerzan la concepción del
legendario Hahnemann que actuaba no como investigador sino como iluminado.
Apenas recientemente versiones más elaboradas están pasando a ser vislumbradas por los
epistemólogos de la homeopatía (RUIZ, 2001): de la misma forma que de los otros tres
principios homeopáticos, este nuevo descubrimiento no habría sido fruto de una intuición
divina, sino de una aplicación del conocimiento alquímico de Hahnemann. Muy bien
conoce nuestro sentido común la historia de que la reconquista europea del mundo árabe
permitió una gran influencia de los sabios de esas culturas sobre los occidentales, y que la
medicina fue una de las áreas del conocimiento que más se aprovechó de ese contacto. Lo
que no se dice es que los médicos árabes eran también alquimistas. Hoy, las fuentes más
fiables nos llevan a creer que Hahnemann utilizó el conocimiento alquimista para elaborar
y desarrollar las dinamizaciones. La total ausencia de esas referencias en su obra serían
fácilmente explicadas por las censuras que él ya sufriera a lo largo del desarrollo de su
teoría. Cargar – además - con el estigma de la alquimia sería proveer a sus opositores de
armamento pesado contra los cuales sería demasiado costoso defenderse.
Este sería, entonces, el cuarto principio de la homeopatía, el del medicamento diluido,
dinamizado, inmaterial o infinitesimal. Lo que yo quiero defender aquí es que estos cuatro
principios funcionaron exactamente como principios para Samuel Hahnemann. No actuaron
como leyes que hicieran rígidos a sus pensamientos, muy por el contrario, fueron,
literalmente, el comienzo de lo que algunos homeópatas consideran la mayor revolución
hecha dentro del campo de la medicina.
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
29
La segunda invención de la Homeopatía: la teoría miasmática.
Hahnemann se intrigó profundamente con la eficacia de las dosis infinitesimales. El
medicamento, ya nulo en substancia, pasaba a producir síntomas imprevistos tanto en sus
pacientes como en los individuos que se sometían a las patogenesias. Digo imprevistos,
porque muchos de los medicamentos dinamizados pasaban a producir una serie de síntomas
mentales y físicos de gran variedad y sutileza que impedían una simple correlación con una
sola entidad anátomo-patológica, como ocurría, por ejemplo, con la enfermedad de la
malaria y su simillimum no dinamizado, la quina. En su consultorio, muchos de los
pacientes que él había considerado como curados, retornaban años más tarde con sus quejas
recrudecidas: la homeopatía encontraba grandes dificultades para resolver casos crónicos y
el alivio momentáneo de estas, Hahnemann lo consideraba un límite muy bajo que había
que ser superado. Otros pacientes, cuando curados de determinados síntomas, volvían a
quejarse de síntomas de enfermedades anteriores. Además, los medicamentos dinamizados
podían, en un individuo no funcionar absolutamente y en otro provocar una cura rápida y
permanente. Y un último factor intrigante era, sin embargo, positivo y estimulante: algunos
enfermos sufrían una cura cualitativamente diferente, cualitativamente superior: pacientes
que tenían no solo sus síntomas curados, pero que también se encontraban con una actitud
ante la vida mucho más positiva, lo que ayudó a Hahnemann a concebir una cura que no
pasaba por el simple alivio de determinados síntomas, sino también por toda la
personalidad del individuo.
El propio Hahnemann señala el año 1810 como el de inicio de sus dudas con respecto al
sistema que él mismo había dado a luz (FARIAS, sin fecha), por lo tanto, catorce años
después del lanzamiento del artículo en que enunciaba los tres primeros principios
homeopáticos. Había algo más de lo que él mismo había previsto. Una demostración de
integridad intelectual, tal vez impar en la historia del conocimiento humano: aun ya
teniendo un control satisfactorio de los casos clínicos agudos que acudían a su consultorio,
siendo ya un médico creador de una escuela que comenzaba a tener relativo suceso, decide
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
30
demoler parte del edificio de su teoría anterior en busca de la perfección de su legado a la
humanidad, como podemos percibir a partir de sus propias palabras:
“El Donador de todas las cosas me hace sufrir para que yo solucione este sublime
dilema en beneficio de la humanidad” (apud ROSENBAUM, 1998)
Hahnemann decía confiar más en la experiencia que en la inteligencia. Esta actitud cara al
conocimiento es, sin duda, la que le posibilitó la humildad intelectual de asumir su propia
ignorancia con respecto a aquello que él había propuesto estudiar y solucionar. Durante más
de una década, la principal defensa de Hahnemann a las críticas que le predicaban sus
opositores, era la ausencia de síntomas en sus pacientes, como la certeza de la cura. A partir
de sus estudios sobre la acción de las dinamizaciones en el ser humano él destruye
completamente esa principal defensa y llega en la década de 1820 a recomendar a sus
discípulos que duden de toda cura realizada por la homeopatía pré-miasmática.
Hemos visto que la persistencia de las enfermedades crónicas, las transformaciones de una
enfermedad en otra, la aparición de una gran cantidad de síntomas sutiles en los individuos
que hicieron uso de las dosis dinamizadas, la diferencia de reacciones de diferentes
individuos a un mismo medicamento y una cura más amplia en algunos pacientes llevó
Hahnemann a repensar su sistema médico. Estando dentro del limitado espacio de esta
monografía y de mi aún más limitado conocimiento, debo tomar el cuidado de no
transfigurar ese proceso reflexivo en más de una anecdótica historia de un genio iluminado;
este proceso duró por toda la vida del maestro alemán y prosigue aun hoy en la de sus
seguidores.
Así como no creó los principios homeopáticos a partir de iluminaciones, el camino de
Hahnemann en la homeopatía miasmática también fue guiado por su cultura médica. Tanto
la noción de individualidad del paciente como la percepción de que una enfermedad
suprimida podría transformarse en otra enfermedad de una naturaleza aparentemente
diferente ya habían sido apuntadas a lo largo de la historia de la medicina desde, por lo
menos, la época hipocrática (ROSENBAUM, 1998). La noción del medicamento único, ya
acatada por Hahnemann en la fase pré-miasmática, pasa a aparecer cada vez más necesaria
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
31
cuando se percibe que diferentes individuos sufren procesos diferentes a partir de la acción
del mismo medicamento.
No es posible estar seguro de las intenciones de Hahnemann cuando él comienza a usar las
dinamizaciones. No creo que se limitaran a la intención de inhibir los agravamientos;
ciertamente, Hahnemann, siguiendo el conocimiento alquímico, creía también en la
liberación de una otra fuente medicamentosa que no fuera la física y que esta pudiera dar al
organismo una capacidad de reacción más completa que la substancia pura. Sin embargo,
creo que las transformaciones que el medicamento dinamizado provocó en los que lo
tomaron fueron muy superiores a la imaginación de Hahnemann. Se encontró él en un
mundo imprevisto, rodeado de misterios para los cuales los parámetros de análisis deberían
ser completamente nuevos con respecto a lo ya existente.
Teniendo delante de si medicamentos capaces de transformar la actitud del individuo en su
interrelación frente al mundo y percibiendo las diferencias de relaciones que cada individuo
manifestaba ante el medicamento, Hahnemann apostó más fuerte que nunca por la
individualización del enfermo y por la concepción de que cada individuo actuaría a partir
de su propia fuerza vital. Esa “fuerza” o “principio” vital, que hoy es comúnmente llamada
“energía vital” en los medios homeopáticos, sería la responsable por la individualización
del ser humano y por su actitud frente al mundo. Esta fuerza o principio, no es ni
psicológica ni física, como me decía el homeópata César Nascimento; apenas nos aparecen
de esta manera según las limitaciones de nuestros mecanismos de aprensión de la realidad,
como nos confirma el propio Hahnemann:
"esa fuerza invisible por sí misma es apenas reconocible por sus efectos en el
organismo, su perturbación mórbida se vuelve conocida apenas por la manifestación
de la enfermedad en las sensaciones y funciones" (HAHNEMANN, 1962: 61)
El devenir del médico homeópata sería este: encontrar en cada ser humano su fuerza vital
específica y darle el medicamento que le permita equilibrarla y llevarlo a los “más altos
fines de nuestra existencia” (ibidem: 61).
32
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
Para que el médico pueda encontrar esta fuerza vital específica de cada paciente, fue
necesario romper con varias de las premisas pré-miasmáticas, en especial, la concepción de
que el ser humano sin síntomas anátomo-patológicos carecía de enfermedad. Habría una
enfermedad original, el miasma, que caminaría a lo largo de toda la vida con el ser humano.
El principal miasma, que significaría siete octavos de las molestias sufridas por la
humanidad, es la psora. El miasma como psora, según lo expresado por Hahnemann,
emergería en la vida de las personas a partir de una mal procedida “cura”9 de una
enfermedad de piel. Los otros dos miasmas serían la syphillis y la sycosis, que emergerían
a partir de enfermedades venéreas curadas a través de la supresión. El miasma es anterior a
esas infecciones y podría mantenerse latente, en un estado que hoy nosotros calificaríamos
como de salud. Agentes externos apenas despiertan el gigante adormecido, nunca lo causan.
Las diferentes enfermedades que ocurrieran a lo largo de la vida de un individuo tendrían
una misma lógica: la necesidad de expresar su angustia existencial particular. Esta angustia
existencial sigue su propia lógica y su descubrimiento resultaría en el descubrimiento del
medicamento adecuado para el individuo. Sin embargo, esa concepción de enfermedad es
por demás diferente de las concepciones anteriores a Hahnemann y a las aun vigentes en la
biomedicina. La psora dice respecto a la interacción del individuo con el mundo y esta
interacción es en si defectuosa, por tanto la vida existe en la enfermedad o más
específicamente, la vida existe en una imperfecta relación con el mundo y que es a partir de
una comprensión adecuada de la angustia que esa imperfección nos trae, que podremos
mantener latentes los miasmas. La comprensión de esta angustia particular, debo repetirlo,
pues no podemos dejarnos llevar por la inercia de nuestros conceptos, no es psicológica,
pero si se refiere al invisible principio vital. El medicamento homeopático traería la
comprensión de la angustia y la aceptación de la misma como forma de ser de lo humano,
devolviendo a este el estado de latencia de su psora.
El “desideratum” del médico homeópata se torna por tanto el de conocer la angustia de su
paciente y de reconocer en ella la correspondencia a un medicamento. ¿Como lo hace? A
Una cura no miasmática no es una cura, sino una supresión. Una enfermedad curada por cualquier médico sin que la
energía vital que provocó la dolencia haya sido también curada, no será una cura, fatalmente el cuerpo encontrará otra
manera de expresar la angustia sentida por la energía vital.
9
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
33
través de la anamnesis que busca la comprensión del individuo como un todo, a lo largo de
toda a su existencia. Tal anamnesis pasa por los síntomas particulares de una determinada
entidad anátomo-patológica del individuo apenas en la medida en que estos síntomas son
una manera peculiar del individuo de expresar su angustia vital. Otros elementos de la vida,
como las preferencias por horario de dormir o por este o aquel alimento conforman
elementos de análisis igualmente ricos que los síntomas patológicos. Aquí ya podemos
decir que la propia noción de similimum fue modificada con relación a la etapa prémiasmática. Como hemos visto, similimum era el medicamento que cubría todos los
síntomas que determinado paciente sentía cuando afectado por determinada patología. Con
la homeopatía miasmática, la patología con la cual el enfermo llega al consultorio no es ya
el objetivo de la cura del médico, Hahnemann llegó a decir que el médico no debe
considerar la forma patológica que es la razón de la consulta para escoger el medicamento
correcto. La enfermedad actual del individuo debe ser vista como apenas un estado de la
evolución miasmática de su angustia esencial. El medicamento único cobra una nueva y
mayor fuerza: ahora ya no apenas debe ser único porque las acciones de uno o más
medicamentos podrían anularse o complicarse entre si, sino porque la enfermedad es una
sola y no existen dos medicamentos para el mismo mal. La patogenesia y el experimento en
el hombre sano, como ya referimos, cobran también otra importancia, ambos pasan cada
vez más a servir al conocimiento del médico con respecto a la individualidad del enfermo y
menos con respecto a las patologías específicas.
Los principios continúan siendo los mismos, sin embargo, fueron adecuados a una nueva
lógica y responden a otras cuestiones, no nosológicas y más humanas. Pero lo humano aquí
no es aprehendido con la facilidad con la cual en su día la enfermedad fue aprehendida por
la homeopatía prémiasmática. El ser humano de Hahnemann es infinito, pues aparecerá
siempre como único. Entonces, ¿cómo compatibilizar esta radical individualidad del ser
humano cuando el número de medicamentos es reducido y cuando la angustia de un
enfermo ya fue vivida por aquél que ya tomó el medicamento en la patogenesia? La
especificidad del individuo sería su manera especial de vivir su drama. Cada medicamento
representa un drama vivido por la humanidad, pero la manera de vivir este drama es infinita
y depende del individuo que lo padece. El medicamento homeopático, dentro de la teoría
34
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
miasmática, no aprisiona la individualidad y las características intrínsecas de cada ser
humano. De ahí la humildad del homeópata y la abertura infinita que su práctica médica le
exige, pues cada nuevo caso clínico es una nueva dimensión de la homeopatía. La
patogenesia es de por si incompleta en la medida en que no alcanza al total de individuos
existentes en el mundo, la homeopatía es, consecuentemente, también incompleta: no posee
nunca de antemano la llave del descubrimiento de su objeto, esta llave quien la posee es el
enfermo, quien a través de sus propias palabras dirá al médico sus angustias y alegrías y el
homeópata intentará asociar la información recibida a su libro de trabajo, a su materia
médica, compuesta también por el habla de individuos - artificialmente –enfermos. Todo
ocurre como, por lo menos, una bonita analogía con lo que nos expone Heidegger sobre el
ente del mundo griego que se abre al observador dejándose aprehender en su ser:
“El ente no accede al ser por el hecho de que el hombre lo haya contemplado
primero, en el sentido, por ejemplo, de en la representación como las de la
percepción subjetiva. Es más bien el hombre el que es contemplado por lo ente, por
eso que se abre a la presencia reunida en torno a él.”10 (HEIDEGGER, 1996)
No busco aplicar la manera de conocer que Heidegger identifica en los griegos
directamente al conocimiento homeopático, pero la analogía es posible y eficaz para que
podamos identificar las especificidades de la manera de conocer de la medicina
homeopática. Como ya mostré en una citación anterior, para Hahnemann la energía vital es
invisible, estando fuera del campo de visión y estando al acceso de los sentidos humanos
apenas a partir de manifestaciones indirectas, o sea, a partir de los síntomas. Por tanto, es
necesario que el ser humano espere esas manifestaciones para llegar al conocimiento de lo
que es la energía vital: el sujeto no tiene como invadir el cuerpo humano para encontrar su
energía vital. El conocimiento homeopático, visto de esta manera, es entonces un
conocimiento contemplativo y no invasivo. También corrobora esa mi analogía con
respecto a la manera del conocer homeopático el hecho de que tanto la materia médica
homeopática como el repertorio homeopático, o sea, los libros que guardan todo el
conocimiento práctico de este sistema médico, no están formado por las palabras de ningún
médico, sino por las palabras de los “experimentandos”, o sea, de los individuos
In Heidegger, M., Caminos de bosque, Madrid, Alianza, 1996. También en internet:
http://persoenlales.ciudad.com.ar/M_Heidegger/epoca_de_la_imagen.htm
10
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
35
artificialmente enfermos, como podemos ver por esta bonita afirmación del homeópata
James Tyler T. Kent:
“Muchos se equivocan en el uso del repertorio11, porque piensan en los síntomas en
un lenguaje patológico o porque buscan expresiones que pertenecen al lenguaje
tradicional. Es necesario recordar que los síntomas llegan a nosotros a partir de
experimentandos que no tienen conocimientos de medicina, y que personas
enfermas son personas que no tienen conocimientos de medicina". (KENT, 1998:
57)
Así, siendo el objeto de estudios del homeópata (la energía vital) invisible y apenas
accesible a los sentidos humanos a partir de manifestaciones indirectas (los síntomas) y,
siendo la única manera posible de recoger y clasificar los síntomas escuchando el habla del
propio individuo dueño de la energía vital, podemos llegar a la conclusión que el sistema
médico homeopático trabaja con un objeto que se comporta de manera semejante al ente del
conocimiento griego. El médico homeópata no parece contemplar el conocimiento de la
energía vital, sino parece ser contemplado por la energía vital y es apenas por esa manera
de conocer que Hahnemann pudo crear su sistema médico y que hoy en día sus discípulos
siguen desarrollando su arte de curar.
La teoría miasmática para Alfonso Masi Elizalde.
“Aquí el miasma ya no conservará una
máxima y absoluta identidad con las
vesículas pruriginosas o las descargas
exonerativas de la psora, tampoco con las
verrugosidades condilomatosas (verruga
acuminata) genitales de la sycosis, ni con
las pústulas e ulceraciones del chancro
venéreo de la syphilis. Aquí el miasma
pasará a mantener apenas los elementos
simbólicos de estas pistas sintomatológicas
engendradas por él.” (ROSENBAUM,
1998)
El repertorio es un libro organizado a partir de los síntomas recogidos por la materia médica, él busca facilitar la tarea del
homeópata en cuanto terapeuta, en la medida en que permite que él identifique un síntoma específico sentido por un
paciente por un medicamento sin la necesidad de leer todos los remedios de la materia médica homeopática.
11
36
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
La teoría miasmática, por su carácter infinito que yo quise anteriormente señalar, no podría
terminar en Hahnemann, pero exigía un redescubrimiento y una recreación permanentes.
En 1823, con la publicación de “Doctrina y Tratamiento Homeopático de las Enfermedades
Crónicas”, el creador de la homeopatía da a conocer al mundo las primeras elaboraciones
de esta teoría, a pesar de que no se sentía cómodo de tener que traer al mundo un
conocimiento sobre el cual no tenía pleno dominio, pero, ya a los sesenta y ocho años de
edad, temía no tener tiempo para dejar sus últimas reflexiones. El trabajo de proseguir con
el desarrollo de la teoría miasmática era entonces conscientemente dejado a sus seguidores:
al ser cuestionado por uno de sus discípulos sobre la necesidad de que el propio maestro
escribiese con respecto a la syphilis y a la sycosis, respondió Hahnemann que ese ya era un
trabajo de responsabilidad de las futuras generaciones (ROSENBAUM, 1998). Importante
y bonito apuntar que Hahnemann no se retiró en ningún momento y el fallecimiento le
llegaría apenas a los 88 años, cuando aun investigaba, lo que para él significaba, como para
todo homeópata, ejercer también la clínica.
La teoría miasmática no fue desarrollada linealmente, como parece ser evidente si la
pensamos como un conocimiento de la humanidad sobre ella misma. Es importante hacer
notar que ella sufre un gran rechazo, inclusive dentro de los propios medios homeopáticos,
rechazo explicado fácilmente por el hecho de que la teoría miasmática exigía una
elaboración intelectual más vivencial del ser humano que difícilmente podría ser traducida
en reglas científicas. Como el homeópata Alfonso Masi Elizalde nos afirma, los cuatro
principios homeopáticos en nada difieren con respecto a la mentalidad positivista que
reinaba en la época de Hahnemann (ROSENBAUM, 1996: 09), por tanto, la adhesión a la
homeopatía pré-miasmática no pasaba necesariamente por una mudanza radical en la
concepción de ser humano por parte del médico. Sin embargo, la teoría miasmática, sí,
exigía esta mudanza radical. El número de discípulos fieles a Hahnemann se redujo y las
elaboraciones teóricas de los mismos no fueron fluidas en los años posteriores. Además de
eso, la oposición externa a Hahnemann aumentó. Las dosis infinitesimales que siempre
fueron el principal motivo de oposición ( y ridiculización) a la homeopatía, pasaron a tener
el acompañamiento de otras nociones, tales como la de fuerza vital o la del propio miasma.
Desarrollar aquí la evolución de la teoría miasmática sería demasiado extenso, por eso opto
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
37
por apuntar apenas las elaboraciones teóricas que sobre ella el homeópata argentino
Alfonso Masi Elizalde hizo, debido a su elaboración sensible y osada y a su aceptación
relativamente amplia en el medio homeopático.
Masi Elizalde, a partir de un estudio minucioso de todas las patogenesias, trae a la
homeopatía una serie de propuestas que se traducirían en polémicas vigorosas, si bien los
avances parecen ser evidentes y reconocidos en gran medida. El médico argentino empieza
a ver como imposible una homeopatía que no esté elucidada por una metafísica y pasa a
usar el esquema referencial aristótelo-tomista, “cuyos recursos están direccionados a la
investigación teleológica” (ROSENBAUM, 1998: 16). La versión que aquí presento de su
teoría proviene principalmente del libro "Miasmas, - salud y enfermedad en la Práctica
Clínica Homeopática" del homeópata brasileño Paulo Rosenbaum.
Las conclusiones de su exégesis de los medicamentos llevan Masi Elizalde a pensar sobre
lo que, en Hahnemann, aparecía de cierta forma como una confusión: la cuestión de que si
existía una o tres enfermedades. Siguiendo las pistas de los clásicos, llega él a la conclusión
de que es apenas una enfermedad, la psora, y trata de evitar la confusión conceptual
proponiendo una serie de cambios, los cales abajo trato de exponer.
Habría una psora primaria, que es la angustia esencial vivida por el ser humano: apenas el
sufrimiento, sin comprensión de cómo éste actúa y sin la posibilidad de reacción. Según la
característica intrínseca a la angustia de cada individuo, su percepción deformará de
determinada manera la realidad
y “determinará los
contenidos
distorsionados
absolutamente peculiares a cada sujeto" (ibídem: 18).
Una segunda fase de la evolución psórica encuentra su momento cuando el individuo pasa a
localizar en su exterior los conflictos que le son endógenos, debido a la dificultad que él
encuentra para asumirlos. A partir de este momento, el individuo pasa a imaginar agentes
externos que son la causa de sus sufrimientos y a estos agentes imaginarios el individuo
38
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
reacciona fugando, atacando o dominándolo. Cuando el individuo domina al agente
externo, hay una mayor eficiencia, uso de estrategias de fuga y de ataque, impidiendo que
se vicie en determinada acción.
Sin embargo, cuando la reacción es regularmente de determinada forma, podemos llegar a
la psora terciaria y así encontrarnos con la sycosis y la syphillis. Llegamos a una reacción
automática y cuando este automatismo es de fuga o de imposición (o sea, de ignorar o
actuar como si no existiese sufrimiento) la psora terciaria se estructura en sycosis. Cuando
la actitud es de destrucción, de revuelta, ella se articula en syphillis. La posibilidad de
lesión permanente– cuando en la psora secundaria esta es apenas ocasional– surge, pues el
individuo, al estructurarse apenas en torno a una actitud, conforma su ser solo a una
reacción, lo que causa el daño. En la psora secundaria, cuando hay variación entre una
actitud y otra, la lesión permanente es imposibilitada, pues no hay cómo adaptarse
únicamente a una manera de reacción.
Esta visión de la homeopatía se encuentra bastante más adecuada a la manera de
presentación del conocimiento que predominó en el siglo XX. Hahnemann, pese a que no
enfrentó pocas dificultades en su época, utilizó un lenguaje metafórico para expresar el
surgimiento de los miasmas. Masi Elizalde, pese a que en ningún momento se abstuvo de
expresar sus concepciones filosóficas y religiosas con respecto al ser humano – lo que le
provocó mucho rechazo - trae una sistematización más cercana a lo que hoy día
comprendemos como conocimiento válido, con el cual encontramos una mayor
complicidad. Me resultó extremadamente extraño ver como Hahnemann expresaba que una
enfermedad de piel pudiese ser el origen de casi todas las enfermedades y por eso quise
aquí explicar la consistencia de la teoría miasmática a partir, también, de un autor
contemporáneo12. Sin embargo, si nos atenemos a la simbología, encontramos que la
explicación dada por Masi Elizalde está mucho más cerca de lo que parece del miasma
hahnemaniano.
Alfonso Masi Elizalde vino a fallecer recientemente, en la segunda mitad del año de 2003, después de que yo ya había
sustentado esta monografía. Esta publicación web es también un homenaje a él.
12
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
39
La enfermedad de piel, como la enfermedad original del ser humano, significa que la
primera impresión del mal es justamente externa, un síntoma visible que nos permite
identificar inmediatamente la presencia de la enfermedad y así, el primer sufrimiento
psórico, que según Masi Elizalde no sabe la razón de su existencia, encuentra, finalmente,
una identificación en la consciencia de quien lo sufre. La syphillis y la sycosis, en
Hahnemann, encuentran su origen en las enfermedades sexuales justamente porque en ellas
está encarnado el símbolo del vicio. Esas dos enfermedades, que para Masi Elizalde surgen
de la psora, son provocadas a partir del momento en que las defensas de un individuo pasan
a actuar siempre en una dirección, lo que implica un error constante, que estructura una
personalidad a partir de un vicio de acción.
Ambas interpretaciones de la psora apuntan para una concepción del ser humano
fundamentalmente semejantes: creo ver que, tanto para Hahnemann como para Masi
Elizalde, el ser humano tiene en si una angustia interior - que para ambos es fruto del
pecado original - y la condición del ser existente es mantenida a través de esta angustia. Las
manifestaciones patológicas aparecen en la vida del individuo en la medida en que éste
desarrolla sus reacciones a la angustia interior y estas tienen una función teleológica en la
vida del individuo, pues le traen síntomas físicos y psíquicos que son la manera de conocer
el estado de su propia espiritualidad. La enfermedad miasmática es un termómetro, las
enfermedades anátomo-patológicas son entidades sin significados en si mismas que nos
remiten a la interioridad espiritual. El ser humano debe mantenerse en conformidad con su
propia angustia, vivirla a partir del auto conocimiento y no a partir de la construcción
externa de males. El remedio homeopático actúa espiritualmente, sellando la conformidad
del individuo consigo mismo y así, llevándolo a una mejor interacción con el mundo. La
manipulación de remedios que actúan sobre enfermedades anátomo-patológicas supondría
la exclusión de un mal exterior, el dominio del ser humano sobre una entidad amenazadora.
La dominación sobre el mundo propuesta por la biomedicina hegemónica y la solidaridad
del ser humano con el mundo a través del autoconocimiento propuesta por la homeopatía
constituyen tal vez la diferencia fundamental entre ambos sistemas médicos y además un
40
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
elemento clave que nos permitiría comprender, pese a que no tocamos este tema aquí,
porque la biomedicina hegemónica, aliada de las grandes industrias farmacéuticas, triunfa
en el mundo del terrorismo de género, del capitalismo y de las guerras.
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
41
ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática:
Procesos infinitos de aprendizaje.
...............................................................................................................................................................
resumen:
Destacaré algunos de los elementos que constituyen la patogenesia (experimento en el hombre
sano) y la clínica homeopática. Haciendo un contrapunto entre las teorías de Alfonso Masi Elizalde
y Edward C. Whitmont, trataré de defender el carácter emprendedor del primero, que busca
encarar el riesgo del asumir que cada ser humano es diferente, en toda la amplitud que eso
implica. Así siendo, cada vez que un ser humano se expresa en la clínica o en la patogenesia, el
médico homeópata es impulsado a reordenar su conocimiento. Los riesgos que esto implica
pueden hacer al médico caer en la tentación de ceder a sistemas clasificatorios, pero una
homeopatía que, por el contrario, asume los riesgos, debe apostar por un conocimiento empático
con relación a su paciente, en dónde no hay una llave previa para desvelar la verdad.
...............................................................................................................................................................
a. La patogenesia
“¡(H)echo irrefutable: tenemos millones de
sustancias naturales y millones de
individualidades!
Muy
casualmente
encontramos en un grupo de experimento
patogenésico al verdadero simillimum. Todo
lo que provocamos deben ser similitudes
parciales.”
(Alfonso Masi Elizalde13)
A lo largo del desarrollo de las ideas que concluyeron en la teoría miasmática, Samuel
Hahnemann transfirió la importancia de su terapéutica de la patología al ser humano. El ser
humano pasa a ser lo importante, lo que debe ser conocido y curado. En realidad, si
revisamos su biografía, percibimos claramente que él nunca consideró al ser humano como
un espacio hueco en el cual se instalaba una enfermedad; todavía en la universidad, tuvo la
preocupación por el exceso de medicamentos y por la brutalidad de las terapéuticas de su
época. A lo largo de su desarrollo intelectual como médico, su preocupación por la persona
13
Apostila Masi Elizalde, editada por la Escola Kentiana do Rio de Janeiro, 1988.
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
42
humana siempre estuvo presente, como nos indica la importancia que él dedica a las
anamnesis de los médicos empíricos ingleses, incluso antes de iniciar el sistema médico
homeopático. Sin embargo, será con la homeopatía miasmática que el ser humano llegará
mucho más alto que las entidades anátomo-patológicas que lo podrían afligir. Como ya
vimos en el ensayo anterior, para Hahnemann, la inteligencia valía menos que la
experiencia y debemos necesariamente pensar que las fuentes de experiencia a las cuales
Hahnemann acudía deben haber sido las principales influencias a lo largo del proceso que
lo llevó a priorizar al ser humano. La patogenesia y la clínica eran esas fuentes y creo que a
través de ellas podremos percibir un poco de lo que yo defiendo como el carácter abierto al
conocimiento por parte de este sistema médico.
La patogenesia, a lo largo de su historia desde que la inventó Hahnemann hasta el
momento, fue hecha por una serie de médicos homeópatas a partir de diferentes
concepciones de lo que es la enfermedad o de lo que es el ser humano. Aquí, intentaré
resaltar la versión de la patogenesia que Alfonso Masi Elizalde propuso, por considerarla
muy consecuente con los objetivos de Hahnemann. Antes, hago un pequeño recorte de la
que habría sido la evolución de este método de experimentación.
Como podemos fácilmente inferir, la primera patogenesia realizada por Hahnemann fue
provocada por el efecto tóxico de la quina en su organismo14. En su estado bruto, inerte, la
materia deja una mínima posibilidad de acción individualizada por parte del cuerpo. En la
medida en que el grado de intoxicación es menor – debido a la disminución de las dosis y
no aun a su dinamización – el cuerpo pasa a reaccionar de manera más individualizada.
Fácilmente podemos percibir esa lógica si nos atenemos a la droga más consumida en el
mundo occidental, el alcohol: ingestiones de pequeñas dosis del mismo llevan a una
inmensa variedad de reacciones por parte de diferentes individuos, en la medida en que las
dosis son aumentadas, progresivamente los cuerpos de diferentes personas pasan a
responder de manera semejante y cuando se llega a dosis mayores de 400mg/dl, el camino
natural puede ser insuficiencia respiratoria, coma o muerte, dejando pocas posibilidades
14
ver el ensayo anterior “La odisea de Sammuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano”
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
43
para una variación individual. A partir de este dato podemos comprender, por qué, incluso
antes de la utilización de dosis infinitesimales, Hahnemann daba enorme importancia a la
individualidad del enfermo y realizaba anamnesis detalladas: aunque en sus inicios la
homeopatía privilegiaba la enfermedad, las variaciones individuales con respecto a
determinadas sustancias deberían indicar los limites y las posibilidades de cura en cada
individuo.
Con las dosis infinitesimales – en las cuales el medicamento no funciona como materia y sí
como energía - la importancia ya no podía recaer en la enfermedad, sino en el ser humano,
pues el efecto tóxico de la sustancia ya no se impone al organismo, por el contrario, hay
entre la droga y el organismo una nueva interacción. Esta interacción no es el fruto de la
intoxicación, pero si de un contacto energético que mueve a todo el ser humano.
Hahnemann construyó y sustenta la hipótesis de que la naturaleza de la sustancia es
modificada en el proceso que la dinamiza15. La dinamización libera la energía
medicamentosa que estaba presa en la sustancia, y la energía liberada pasa a actuar en el
nivel de la fuerza vital, motivando en esta una nueva reacción de defensa que deberá
significar la eliminación del núcleo patógeno. El problema surge en que la interacción es
conseguida de manera satisfactoria apenas cuando la energía del medicamento y la del
individuo que lo toma son semejantes entre si. Cuando las energías son muy diferentes, los
efectos medicamentosos de la droga en el organismo pueden ser pocos, nulos o
direccionarse por un rumbo no curativo. Si la patogenesia, como único experimento válido
dentro del sistema médico homeopático, pasa a depender no de efectos tóxicos causados
por una sustancia a un organismo humano, sino de la interacción entre este y la energía de
la substancia, el paso de la entidad anátomo-clínica para el ser humano como centro de la
terapéutica homeopática se torna una necesidad, pues queda evidente la capacidad de
reacción del ser humano como un todo y pierde importancia la acción de un determinado
agente externo sobre el cuerpo humano. Como bien expresa Rosenbaum, Hahnemann
devuelve al enfermo “el papel de protagonista principal de su propio drama”
(ROSENBAUM, 1998: XXVII)
44
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
Sin embargo, al depararse con las dosis infinitesimales, la patogenesia se complica de
forma espectacular. Con dosis bajas, pero aun tóxicas, el padrón de reacciones del
organismo de los diferentes experimentadores aun era regular, la sustancia continuaba
imponiéndose al organismo. Pero cuando comienzan las experimentaciones con dosis
infinitesimales, las reacciones pasan a ser cualitativamente diferentes de un experimentador
para otro. A esta nueva dificultad, diferentes tendencias homeopáticas responderán de
diferentes maneras, tanto al realizar las respectivas patogenesia como al analizar los datos
obtenidos por sus patogenesia y por las patogenesia de otros grupos o las realizadas a lo
largo de la historia homeopática.
Puede causar curiosidad al lector saber en cuales condiciones materiales deberían darse las
patogenesia. La cantidad de individuos que a ella se somenten, el tiempo en que estarán en
observación, son aspectos prácticos que muchas veces no responden a cuestiones teóricas,
pero a límites materiales. Una condición ideal para una patogenesia seria virtualmente
imposible; exigirían millares de personas tomando una misma e única sustancia en diversas
dinamizaciones a lo largo de varios años. Esas condiciones materiales no serán aquí
problematizadas, pues demandarían mucho tiempo de exposición y traerían pocas
contribuciones para comprender el modo en que la humanidad es tratada por la homeopatía
a partir de la patogenesia, que es lo que busco en este momento. Acredito que, para este fin,
es más válido que priorice la manera a través de la cual los síntomas expresados por los
experimentadores son valorizados.
La patogenesia, o mejor dicho, un experimento patogenésico, consiste en un grupo de seres
humanos que toman por un cierto período determinada sustancia y que relatan, al jefe de la
experimentación, los síntomas que esta sustancia les provoca a lo largo de la duración del
experimento. El jefe de la experimentación debe coger las informaciones literalmente,
absteniéndose de modificar cualquier narración del grupo que él controla. El médico, al
estudiar la materia médica del medicamento, leerá todas las narraciones de cada uno de los
La dinamización no apenas transforma la naturaleza de sustancias medicamentosas, pero también
despierta la acción medicamentosa en sustancias que en su estado material no las tienen, como es el caso
15
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
45
experimentadores. Los experimentadores, en su mayoría, no son personas médicas, carecen
del conocimiento y del vocabulario propio a esta profesión, por lo tanto, la composición de
la materia médica de un medicamento no es realizada por un vocabulario especializado.
¿Cómo hace el médico para seleccionar las narraciones más importantes? Para hacerlo se
encuentra con una serie de dificultades, en primer lugar, el número de medicamentos. Si
bien no se sabe exactamente la cantidad de medicamentos existentes (algunos homeópatas
creen que son alrededor de 2.000, otros, de 3.500), es sin dudas una cantidad inmensa. En
una concepción ideal, cada materia médica debería ser leída detenidamente por todos
homeópatas, sin embargo, ello podría demandar décadas y es virtualmente imposible que
alguien lo consiga hacer. Pero sobre las materias médicas que un homeópata ha leído,
¿cuáles son las narraciones que debe elegir como representantes del medicamento?
Para responder a este problema, me gustaría de tomar la solución que busca Masi Elizalde,
pues tal solución mantiene el misterio de las diferentes individualidades de los seres
humanos. Pero quiero antes exponer la versión que otro homeópata, Edward C. Whitmont,
ofrece para la resolución el mismo problema, intentando posteriormente comparar las dos
soluciones y, así, destacar los elementos que, para mí, sobresalen en Masi Elizalde.
En Whitmont (1989), encuentro una solución que trae un cierto reduccionismo con respecto
al ser humano. Como dije anteriormente, la prevalecencia de un determinado síntoma en
varios individuos trae más la actuación de los medicamento que la respuesta personal del
individuo. La propuesta de Whitmont es que un síntoma debe ser considerado como
homeopático, en la patogenesia, si más de la mitad de los individuos que a ella se
sometieran se quejaron de él. La propuesta de Whitmont le quita una potencia intrínseca a
la homeopatía, cual sea, la individualización del enfermo. La de Masi Elizalde preserva esta
potencia, al mismo tiempo y apenas debido a que mantiene la dificultad del
emprendimiento. Para Masi Elizalde, de ninguna manera debe prevalecer la importancia en
los síntomas sentidos por la mayoría de los experimentadores; por el contrario, estos deben
ser exactamente los síntomas de los cuales más debemos dudar, pues son los provocados
del oro o de la plata, que dinamizados se transforman en medicamentos homeopáticos.
46
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
por la imposición de la energía del medicamento y no por la interacción de la energía entre
el medicamento y el individuo.
Dada la individualidad radical de los seres humanos que la homeopatía miasmática lleva
consigo, supone Masi Elizalde que un grupo de individuos sometidos a la patogenesia de
una determinada sustancia tendrá diferentes energías vitales y, apenas por una increíble
coincidencia, encontraremos en un grupo de experimentadores un individuo cuyo
simillimum sea justo la sustancia experimentada. Estando la dosis infinitesimal en el nivel
energético, las posibilidades de que ella actúe en un organismo dependen de su consonancia
con la energía específica de este organismo. Si la mayoría de un grupo de experimentadores
tiene un determinado síntoma a partir de la ingestión de un cierto medicamento, debemos
pensar, según Masi Elizalde, que tal medicamento está imponiendo su energía al
experimentador y que no hubo por parte de este una respuesta especifica al medicamento.
La homeopatía no supone una acción del medicamento contra la enfermedad, como ya
dejamos presente en el ensayo anterior, pero si supone que la acción del medicamento debe
provocar una reacción en la fuerza vital del individuo para que este reaccione eliminando
los núcleos patógenos formados en el organismo. Cuando la mayoría de los
experimentadores reacciona de una manera X a tal medicamento, es obvio que esta reacción
X es un síntoma provocado por el medicamento y no por la interacción de la energía vital
del individuo junto a la energía vital del medicamento. Al contrario, aquellos síntomas
sentidos por apenas uno de los experimentadores son exactamente los que más cuidados
deben llevar al médico. La sustancia despertará en el individuo, de la cual es simillimum,
una reacción de desobstrucción de energía, no creará nuevas reacciones, mas permitirá que
acciones curativas latentes dentro del cuerpo puedan despertarse, en un individuo del cual
la sustancia no es simillimum, ella apenas desarrollará formas de curas incompletas, así
como traerá efectos contrarios o no curativos.
Las dificultades son entonces infinitas. Es en momentos como estos que sentimos con más
fuerza la frase de Masi Elizalde: “Es difícil? Claro que es difícil, nadie ha dicho que fuera
fácil”. Sin embargo, no hay cómo huir a la batalla. Simplemente aceptar que los síntomas
sufridos por la mayoría de los experimentadores son a los que debemos procurar
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
47
enfrentarnos es leído por Masi Elizalde como una fuga - y aquí, yo reivindico la validez de
esta lectura. La homeopatía es una abertura constante al ser humano y a los conocimientos
sobre este. Hahnemann, como quise antes mostrar, no creó la homeopatía acabada, por el
contrario, a cada nuevo paso dado por él, parecía que el camino era mayor y más difícil,
pero en ningún momento se detuvo ante la magnitud de la tarea: el curar al ser humano en
su energía vital y así permitirle acceder a los “más altos fines existenciales”
(HAHNEMANN, 1965: 61) pasó a ser su objetivo y para tal no era posible ningún recorte,
ninguna pausa. Quedar en el medio del camino dentro de la homeopatía es ciertamente
reconfortante. El médico puede acceder a determinados descubrimientos, conseguir
determinadas curas y, sobretodo, puede intelectualmente tranquilizarse. La cura de la
homeopatía pré-miasmática es de hecho superior a la gran parte de las curas alopáticas, en
la medida en que le impone al enfermo una mínima intromisión, un mínimo daño. Sin
embargo, esa cura pré-miasmática es apenas supresiva, no supone una cura de la energía
vital y si una supresión de una determinada entidad anátomo-patológica, permitiendo que la
energía vital siga enferma y pueda producir nuevas entidades nosológicas. El homeópata
que sigue la homeopatía miasmática no debe dejarse llevar por la tentación de suprimir
entidades nosológicas, sino que debe estar constantemente buscando la especificidad del
enfermo para poder curar su energía vital.
La aceptación de que un síntoma sentido por la mitad de los experimentadores es el síntoma
homeopático principal del remedio, implica dejarse llevar por síntomas que apenas son
producidos por medicamentos similares16 y no por medicamentos simillimum y por lo
tanto, implica asumir una comprensión apenas parcial del medicamento y una posibilidad
de cura apenas parcial para los enfermos.
Llevar el individuo a la cura real es una dificultad permanente y talvez interminable. La
lectura de las patogenesia hechas por Masi Elizalde representa, para mí, una asunción de
esta dificultad. De cierta forma, seria fácil acreditar a la mayoría de los síntomas
presentados por el grupo de experimentadores como los más específicos; pero la lógica de
El medicamento “similar” no es el que tiene una energía perfectamente consonante a la energía del
individuo que lo toma, mas el medicamento que encuentra semejanzas apenas parciales con la energía del
individuo, trayendo síntomas patogenésicos y curas incompletas.
16
48
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
la individualización del ser humano demanda una actitud más radical, que juega
nuevamente muchas dudas sobre la manera por la cual el médico debe proceder. Encarar el
“hecho irrefutable” de que es improbable que haya un solo simillimum en medio a un grupo
de experimentadores es casi un acto de coraje, pues nos lleva a ver que el único método
posible para la experimentación de medicamentos homeopáticos está sujeto a una falta
estructural y sin solución. El arte de curar se transforma, por lo menos momentáneamente,
en un arte de lo imposible.
Obviamente, en un grupo de experimentación patogenésica habrá individuos más o menos
consonantes a la energía de la sustancia experimentada. El médico analizará cada una de las
personas y sus narraciones a lo largo del experimento; esas narraciones deberán componer
un todo coherente, una cierta actitud frente a la vida por parte de los experimentados deberá
ser encontrada, esta actitud será reconocida no solo en su aspecto mental, como también en
su aspecto físico. Pero estas construcciones de un todo coherente que represente la angustia
existencial y la actitud frente a la vida por parte del médico homeópata es necesariamente
incompleta. En primer lugar, por lo ya mencionado: la construcción de la personalidad del
medicamento es hecha a partir de síntomas generados en personas que no responden
perfectamente al medicamento, en personas cuyo simillimum no es la sustancia
experimentada. Así mismo, dentro de un grupo de patogenesia podemos tener el hecho
improbable de que exista un individuo para el cual la sustancia experimentada es el
simillimum, aun en este caso nosotros tenemos apenas una personalidad que es simillimum,
la cual tendrá en si provocados síntomas de gran valor por su especificidad, pero, la manera
como esa persona vive los síntomas en ella despertados por el medicamento es única. Una
paciente que tenga el mismo simillimum, y por lo tanto comparta un semejante tema de
angustia existencial, tendrá otra manera de vivir esta angustia y sus síntomas se
manifestarán de maneras diferentes que las manifestadas por el individuo que sufre la
patogenesia. Dos personas con el mismo simillimum no son dos personas iguales y es
siempre una habilidad empática, no mensurable, por parte del médico, la que va encontrar
la equivalencia entre lo que estudió en su materia médica y lo que ve en su consultorio.
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
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La tarea es por tanto infinita, pues aun cuando la suerte trae condiciones óptimas para la
lectura del medicamento (o sea, cuando tenemos en el experimento patogenésico un
individuo cuyo simillimum sea justamente la sustancia usada en la experimentación), aun
en este caso no se llega a un esquema cerrado e inequívoco. Si el encuentro de la
patogenesia y de la clínica médica, sellado por el simillimum, es la base de la homeopatía17,
tal encuentro no es previsible a partir de simples superposiciones de síntomas entre el
paciente y el experimentador, pero, en la realidad, él está siempre perfeccionándose: el caso
clínico no es solo un espejo de la patogenesia, más es una complementación de esta y una
transformación de esta; cada nuevo paciente trae al consultorio nuevas maneras de ver un
medicamento.
b. Clínica médica homeopática
“El enfermo nunca miente”
Alfonso Masi Elizalde18 (1988)
Hahnemann dejó una recomendación importante: dejar al paciente narrar y evitar al
máximo interrumpirlo. No en vano una de las reivindicaciones de los medios homeopáticos
es el reconocimiento de que la anamnesis atenta y prolongada no fue para nada una
invención freudiana, sino que cien años antes fue desarrollada por Hahnemann. El médico
debe escuchar el paciente expresarse libremente y no inducirlo. Procedimiento idéntico al
que debe tener el jefe de un experimento patogenésico. El médico comparará el drama
existencial expresado por su paciente con el drama de alguno de los medicamentos que su
materia médica le permite. Aquí reside una de las críticas recurrentes contra la homeopatía:
como puede una medicina, que dice valorizar la individualidad de cada ser humano, basar
su terapéutica en una comparación con personalidades ya dadas de antemano. Tal crítica la
creo insuficiente; la homeopatía no trae un encuadramiento rígido a sus pacientes. De
17
18
Ver ensayo anterior "La odisea de Sammuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano"
Apostila Masi Elizalde, editada por la Escola Kentiana do Rio de Janeiro, 1988.
Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades.
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hecho, el medicamento, como lo expresa César Nascimento, homeópata establecido en
Brasilia, es simillimum, lo que significa semejante y no idéntico. Son suyas estas palabras:
“Lo que más me fascina hoy en día es como diferentes personas pueden tener un
mismo medicamento, como uno (el homeópata) percibe un drama parecido en
personas tan diferentes!”
Ejemplifica entonces con dos casos de Carbono Sulfurato. Tiene, Nascimento, dos
pacientes que están con evoluciones muy satisfactorias con el uso de este medicamento. Sin
embargo, uno de los individuos hace del caos y de la confusión las bases en que organiza a
su vida. Al otro paciente le ocurre o contrario, a él este caos y esta confusión lo someten, le
traen angustias que lo paralizan.
La clínica no es, por lo tanto, un lugar donde el paciente encuentra una personalidad
preexistente, pero de cierta forma, un lugar donde él expone su propia personalidad y entra
en relación con la personalidad preexistente del remedio, interfiriendo en esta. El propio
Hahnemann anotaba en la ficha de sus pacientes los nuevos síntomas provocados por los
medicamentos que les eran dados y más tarde transfería estos síntomas a su materia médica
(GENNEPER, 1996: 25). Concordando con Masi Elizalde, el experimentador puede mentir
con respecto al medicamento Z, mas el individuo cuyo simillimum es este Z no puede
hacerlo, en él estarán los síntomas y estará la evolución del proceso de cura provocado por
su simillimum. En este proceso de cura, donde dos energías interactúan con una armonía
cerca de la perfección, es donde la naturaleza de estas dos energías puede ser mejor
conocida.
Sin embargo, siendo millones tanto las energías de los seres humanos, como las energías de
las sustancias existentes en la Tierra y posibles de se transformar en medicamentos, es
bastante probable que, también en la clínica, el simillimum no sea encontrado19; esto no
todos los médicos homeópatas que entrevisté tienen pacientes de vários años para los cuales no
encontraron el simillimum.
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Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades
51
impide que la clínica siga funcionando como fuente de conocimiento, el medicamento, aun
no actuando como simillimum, actúa también de una manera específica en cada uno de los
individuos y los síntomas que en él provoca, aun no siendo los de una cura perfecta, si,
proporcionan elementos para el conocimiento del médico con respecto al medicamento.
El sistema médico homeopático actúa, por lo tanto, siempre a partir de un cierto
desconocimiento, y es aquí que yo lo tomo como un ejemplo de conocimiento abierto y, así,
respetuoso. El conocimiento homeopático no impone al mundo las reglas que este deba
seguir, sino que interactúa con ellas, podríamos jugar a decir que el homeopático es un
conocimiento no quirúrgico. Esta abertura, sin duda humilde, acata las limitaciones del ser
humano y al mismo tiempo produce una manera no agresiva de actuación en el mundo,
posibilitando también reflexiones sobre el respeto mutuo a otras formas de conocimiento y
abriendo posibilidades para la solidaridad. No en vano Hahnemann aconsejaba a sus
lectores escoger el médico a partir de su conducta como ser humano.
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Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades. Danilo de Assis Clímaco.
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