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Ludwig Wittgenstein (1889-1951)
Claves para entender al autor.

Al igual que Kant había intentado establecer las posibilidades y límites del conocimiento (mediante un
análisis o crítica de la Razón), Wittgenstein se propone realizar un análisis del lenguaje con el fin de
determinar el límite de todo lo que puede ser dicho “con sentido”. Para él, la tarea de la filosofía ha de
consistir en una “aclaración lógica del pensamiento, a través del lenguaje” (T. 4.112.). Es lo que se conoce con
el nombre de “Terapéutica del lenguaje”.

El pensamiento de Wittgenstein se enmarca dentro de un amplio movimiento filosófico, de tradición
angloamericana, del que es su inspirador. Dicho movimiento se caracteriza por:
 Una actitud filosófica de tendencia empirista, que se remonta a Hume, y que incluye el rechazo de la
metafísica
 Atención especial al estudio del lenguaje
 La convicción de que el análisis del lenguaje constituye la tarea
central de la filosofía y su método
Dentro de este movimiento pueden señalarse 3 corrientes:
 Atomismo lógico (síntesis de empirismo y lógica), representado por
B. Russell y la obra de Wittgenstein "Tractatuslogico-philosophicus"
 Positivismo lógico, originado por un grupo de filósofos conocidos
bajo el nombre de "Círculo de Viena", que se inspiraron en gran
medida en la obra citada de Wittgenstein.
 Filosofía analítica, impulsada por la obra de Wittgenstein
"Investigaciones filosóficas", obra en que se dio un giro importante a
su concepción de la filosofía, hasta el punto de que se suele hablar
de dos Wittgenstein: el del Tractatus y el de las Investigaciones.
El pensamiento de Wittgenstein.
(Introducción) Ludwig Wittgenstein nació en Viena en 1989. Por lo menos tres corrientes filosóficas
contemporáneas (“Atomismo lógico”, “Positivismo lógico” y “Filosofía analítica”) tienen su origen en su
pensamiento. Él, sin embargo, no se identificó con ninguna de ellas. A lo largo de su vida desarrolló dos
planteamientos filosóficos radicalmente distintos, por lo que es habitual distinguir entre el primer Wittgenstein,
autor del Tractatus, y el segundo, el de las Investigaciones filosóficas (etapa iniciada a partir de 1929). Entre
ambos hay un cambio de enfoque radical, aunque el tema central de su filosofía no varía: el análisis del lenguaje.
I.
El “Primer Wittgenstein”: el “Tractatus logico-philosophicus”.
El Tractatus, obra escrita en forma de aforismos enumerados según el sistema decimal de clasificación, contiene
siete proposiciones fundamentales, que se van desgranando sucesivamente en otras tantas.
En dicho libro, Wittgenstein se propone trazar los límites del pensamiento o, mejor dicho, de la expresión lógica
del pensamiento: el lenguaje. De esta forma, la filosofía se convierte en una aclaración lógica del pensamiento a
través del lenguaje, con el fin de establecer los límites de lo que puede ser dicho “con sentido” (qué proposiciones
lingüísticas tienen sentido y cuáles carecen de él). Y es que, para Wittgenstein, “la mayor parte de las proposiciones
filosóficas, no son falsas; simplemente no tienen sentido” (T. 4.003). A su preocupación por la lógica se une su
interés por la ética, la estética y la religión; temas éstos que pertenecen a lo que él denominó "lo místico"; es decir:
aquello que va “más allá” del lenguaje y sólo puede ser “mostrado”.
El presupuesto que a todo esto subyace, es la convicción de la existencia de un isomorfismo entre la realidad, el
pensamiento y el lenguaje (tienen la misma forma o estructura).
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Por lo que se refiere a la estructura de la realidad….
Dice Wittgenstein que el “mundo es la totalidad de lo que acaece”, siendo esto que acaece “hecho”. Los hechos
pueden ser a su vez simples (atómicos) o compuestos. Un hecho simple (aquel que no puede descomponerse en
otros más simples) es una combinación “de estado de cosas” y éstos una combinación de “objetos” (a los que
Wittgenstein denomina la “sustancia del mundo” 1); pero lo originario del mundo no son los objetos sino su
combinación formando hechos. En este sentido, el mundo (o la realidad total T. 2.063) es el conjunto de todos los
hechos posibles (tanto los existentes –los efectivos o positivos- como los que pudieron darse, pero no lo hicieron -T.
2.06-), no de las cosas.
(El pensamiento)
Los hechos tienen su correspondencia en el
pensamiento en forma de “figura” o
representación de dichos hechos. La figura de
los hechos es el pensamiento.
(El lenguaje:
“la totalidad de las proposiciones es el
lenguaje” T. 4.001)
El pensamiento se expresa mediante proposiciones (lenguaje). Dichas proposiciones “pintan” o “figuran” los
hechos de los que se compone el mundo. Es lo que se conoce como la “teoría figurativa o pictórica del
significado”: el lenguaje tiene la propiedad de representar, como en un “espejo” o en un “cuadro”, la realidad del
mundo. De este modo, los “hechos atómicos” tienen su correspondencia en las “proposiciones simples” del
lenguaje, del mismo modo que los “objetos” de dichos hechos se corresponden con los “nombres” de las
proposiciones. Entre la proposición y el hecho se da un isomorfismo, al poseer la realidad y el lenguaje una misma
estructura lógica. Es esta conexión necesaria entre hechos y proposiciones, lo que hace válido (dotado de sentido)
al lenguaje, garantizando de este modo su correspondencia con el mundo.
En una proposición hay que distinguir su significado de su verdad. Una proposición tiene significado cuando
representa un “hecho posible”, ya sea verdadero o falso. Es verdadera cuando “figura” la realidad, es decir: cuando
aquello que representa coincide con un hecho del mundo. Por esta razón, las proposiciones que no describen
hechos carecen de sentido (son pseudoproposiciones), aunque puedan ser verdaderas: tal es el caso de las
tautologías propias de la lógica y de las matemáticas 2.
En resumen, sólo las proposiciones de las ciencias empíricas tienen sentido (“la totalidad de las proposiciones
verdaderas es la ciencia natural total” (T. 4.11)).
El “Tractatus” termina con este dictamen: “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse”. Es aquí donde entra
lo que Wittgenstein denomina lo “místico”. Las proposiciones con sentido no son capaces de darnos el “sentido”
del mundo, pues para captarlo tendríamos que salirnos de él y de la “prisión” que es el lenguaje, algo que es
1
Un hecho atómico resulta compuesto de objetos simples, o sea, indescomponibles, que constituyen la “sustancia del mundo”.
El constituyente último del mundo son los objetos, o cosas, las entidades que percibimos con los sentidos; los objetos son
simples y forman parte de los hechos atómicos. Se llama forma de los objetos al conjunto de los modos determinados en que
pueden éstos combinarse en los hechos atómicos. Por lo cual la forma de los objetos es también la estructura del hecho
atómico y, en este sentido, son formas de los objetos el espacio, el tiempo, el color. Pero lo que puede conocerse de las cosas
del mundo es sólo «lo que acaece», esto es, las combinaciones o relaciones de cosas y objetos: los hechos atómicos, o hechos
simples y los hechos compuestos de simples, o simplemente hechos, cuyo conjunto constituye la realidad.
2Las proposiciones sin sentido pueden ser de dos clases. La primera clase comprende las tautologías, o enunciados
necesariamente verdaderos, que nada dicen respecto del mundo (o sus negaciones, las contradicciones). La segunda clase
comprende aquellas proposiciones que no comparten la figura lógica con la realidad que pretenden representar. Y esto último
sucede de dos maneras: porque se da “a un signo un sentido falso”, una mala orientación, construyendo enunciados que
contienen signos carente de significado, como sucede con las proposiciones mal construidas o con las de carácter metafísico, o,
simplemente, porque apuntan a objetos que quedan fuera del mundo, trascienden el mundo, queriendo expresar lo
inexpresable, como pasa con las proposiciones sobre ética, y aquellas que quieren esclarecer el sentido del mundo.
2
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imposible. Ante este “vacío de sentido” surge lo místico: la ética, la estética y la religión (dios). Lo “místico” es una
tendencia natural del espíritu humano que pretende dar respuesta a las grandes preguntas acerca de la vida (las
preguntas por el sentido, por lo bueno y por lo valioso); pero al intentar mostrarnos el “sentido”, quedan “fuera”
del mundo (no hablan de hechos); por lo tanto no se pueden decir, tan sólo mostrar. Lo místico está ligado al
sentimiento, no a la razón.
El hecho de la ética intente sobrepasar los límites del lenguaje (o “arremeter” contra dichos límites), no implica un
mal uso del lenguaje, sino más bien que su lugar natural no es éste. En el mundo todo es como es y sucede como
sucede; en el no hay valor alguno, dado que los valores no son hechos. Algo muy diferente ocurre cuando la ética
pretende adoptar la forma de la “ciencia”; cuando esto sucede, la ética se convierte en una actitud intolerante y
destructiva. En último término, la ética pertenece al reino de lo inexpresable, como los problemas sobre el sentido
del mundo y la existencia de los valores3.
Un texto para finalizar.
[La función de la filosofía]
6.53. El verdadero método de la filosofía sería propiamente este: no decir nada, sino aquello que se puede decir; o
sea, las proposiciones de la ciencia natural –algo, pues, que no tiene nada que ver con la filosofía–; y siempre que
alguien quisiera decir algo de carácter metafísico, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos en sus
proposiciones. Este método dejaría descontentos a los demás –pues no tendrían el sentimiento de que estábamos
enseñándoles filosofía–, pero sería el único estrictamente correcto.
6.54. Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo: que quien me comprende acaba por reconocer que
carecen de sentido, siempre que el que comprenda haya salido a través de ellas fuera de ellas. (Debe, pues, por así
decirlo, tirar la escalera después de haber subido). Debe superar estas proposiciones; entonces tiene la justa visión
del mundo.
7. De lo que no se puede hablar, mejor es callarse.
(Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus)
II. El “Segundo Wittgenstein”: las “Investigaciones filosóficas”.
La segunda etapa filosófica gira principalmente en torno a las “Investigaciones filosóficas” y es el momento en el
que Wittgenstein abandona la “teoría figurativa” del significado, para dar paso a los “juegos de lenguaje”. El
lenguaje ya no es entendido como una “figura de los hechos”; su función no se reduce a “pintar” o “reflejar” la
realidad (hechos del mundo), de modo que toda aquella proposición que no “pinte” hechos, será una proposición
“sin sentido” (algo que, dicho sea de paso, es demasiado pobre). El lenguaje es, ante todo, una “forma de vida” (o
de conducta) con infinidad de usos (o funciones): ordenar, describir, informar, hacer conjeturas, manipular,
persuadir, agradar, sonrojar, divertir, etc. Cada una de estas funciones o “usos” puede describirse como un “juego
de lenguaje” (dirá Wittgenstein que los “juegos de lenguaje” son parte de una actividad humana o de una “forma
de vida” (Investigaciones, § 23))4.
3 Contra las apariencias, sin embargo, Wittgenstein no era un positivista, y sus ulteriores relaciones con los positivistas lógicos
vieneses darían cumplida muestra de ello. Su actitud antes el problema del sentido de la vida revela una tensión interna, así
como una complejidad, desconocidas para el positivismo: “sentimos que. aun cuando todas la posibles cuestiones científicas
hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han rozado en lo más mínimo. Por supuesto que entonces ya
no queda pregunta alguna, y esto es precisamente la respuesta”, “la solución del problema de la vida se aprecia en la
desaparición de ese problema. (¿No es esta la razón por la que las personas que tras largas dudas llegaron a ver claro el sentido
de la vida no pudieran decir, entonces, en qué consistía tal sentido?)”, “lo inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es lo
místico” los positivistas lógicos interpretaron la máxima “de lo que no se puede hablar hay que callar” en el pedestre sentido de
que hay que callar porque, en rigor, no hay nada que hablar”, pero para Wittgenstein el silencio sería más bien indicio de
encontrarnos ante algo profundo e importante, algo ante lo cual habríamos interrumpido la cháchara para prestar oídos a
otro tipo de voz que la palabra, pues lo que no puede ser dicho aun puede ser mostrado (cibernous)
4 El término “juego lingüístico” lo emplea Wittgenstein precisamente para subrayar el hecho de que el lenguaje es una
actividad o una forma de vida. El lenguaje es un producto de la conducta humana, que debe interpretarse
gramaticalmente, esto es, desde la pragmática.
3
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¿Para qué sirve el lenguaje? Cosas que “hacemos” o “vivimos” con el lenguaje.
Pragmática del lenguaje.
En consecuencia, ya no hay un único lenguaje (como defendía en el Tractatus), sino multiplicidad de lenguajes,
integrados éstos por diferentes juegos, todos ellos igualmente válidos o “con sentido”.
Al ser entendido el lenguaje como un “juego”, lo importante en él no va a ser las palabras, sino el uso. Lo que
determina el significado de las palabras, no es su correspondencia con los objetos del mundo, sino el uso que se
hace de las mismas (“El significado de una palabra es el uso que de la misma se hace en el lenguaje”
(Investigaciones, § 43)). Dicho “uso” viene determinado por el contexto o el juego de lenguaje en el que nos
encontremos, por lo que de ello dependerá el sentido o “significado”.
Para saber el significado de algo (una expresión, una frase, un término…) es necesario preguntarse: “¿En
qué contexto o juego del lenguaje se ha usado dicho término?”
El sentido, por tanto, lo dan las reglas de uso, del mismo modo que en el ajedrez, el sentido de cada una de las
piezas no lo da el “nombre” de las mismas (“caballo”, “reina”, “alfil”…), sino las reglas que describen sus
movimientos.
La diversidad y heterogeneidad de los juegos lingüísticos es tal que ni siquiera se pueden reducir a un concepto
común; sus relaciones recíprocas pueden caracterizarse como “parecidos de familia”, del mismo modo que los
miembros de una familia (hermanos, primos…) guardan cierto parecido entre sí.
La filosofía, en este segundo momento, sigue entendiéndose como análisis del lenguaje. Más que una doctrina (un
sistema teórico coherente y cerrado), la filosofía debe ser una actividad de carácter “terapéutico”. Su misión es
tratar de “disolver malentendidos”, más que resolverlos o solucionarlos5. En palabras de Wittgenstein: la filosofía
tiene como objetivo "ayudar a la mosca a salir de la botella" o, “La filosofía es una lucha contra el embrujamiento
de nuestro entendimiento, valiéndonos de los medios del lenguaje”.
Herencia de Wittgenstein:
La defensa de la multiplicidad de lenguajes, o del relativismo lingüístico, es el aspecto más importante de la
segunda fase de Wittgenstein. Esta tesis, análoga a la del relativismo de las culturas, se ve confirmada hoy, en el
terreno de los hechos, por los estudios lingüísticos. Vinculada a ella hay otra tesis fundamental: el lenguaje es un
instrumento (técnica o conjunto de técnicas) para actuar frente a situaciones existenciales; los conceptos nos guían
en las investigaciones: son la expresión de nuestros intereses y dirigen nuestros intereses.
5
Lo que hay que hacer es comprender y estudiar el uso real del lenguaje en sus diferentes "juegos", y no mezclarlos aplicando
a unos las reglas de otros -incluso para las mismas palabras o estructuras gramaticales-, porque si no se llegará a malentendidos
y a originar muchos de los que se han dado en llamar "problemas filosóficos", que no son en realidad más que pseudoproblemas.
Veamos algún ejemplo: la ética y la física son dos actividades humanas donde se emplean palabras y se unen según estructuras
gramaticales que pueden ser las mismas. Decimos "X es incoloro", igual que podemos decir "X es malo". Hay que comprender,
sin embargo, que en física se usan los términos para describir una propiedad del mundo objetivo, verificable,
intersubjetivamente observable; mientras que la segunda expresión puede usarse para expresar mi sentimiento hacia X (como
defendería Hume). No hay que pensar que podemos interpretar el término "malo" como un término con referencia clara en el
mundo, como otro término físico: hay que distinguir usos, y preguntarnos, ahora, no "¿Qué es malo?" sino "¿Qué quiere decir
alguien cuando afirma que `algo es malo´?", o sea, cómo usa ese término en ese "juego lingüístico". ,Si estudiamos esas
distinciones de uso no caeremos en los malentendidos que originan los problemas tradicionales de la filosofía. Dentro de este
planteamiento, todos los territorios integrados en la ética, la estética, la religión (lo "místico") no son ya incluidos en lo
"indecible" ("Tractatus") o descalificados como sinsentidos por ser inverificables (Círculo de Viena), sino que son aceptados
como juegos lingüísticos plenos, aunque debe analizarse qué reglas de uso tienen los términos en ellos y no equipararlos a
conocimientos en el sentido científico de la palabra) Tomado de http://manuelmacia.iescla.org/?p=103.
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