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España tiene futuro: una nueva inserción de la economía española en la globalización.
En Europa, a diferencia de lo sucedido en EEUU, ni el Banco Central Europeo (BCE) ni unas
débiles instituciones comunitarias dotadas de una irrelevante capacidad presupuestaria para
actuar de forma anticíclica, han sido capaces de resolver de forma satisfactoria las necesidades
de financiación exterior de algunos países del euro (Portugal, Grecia, Irlanda, España, Chipre),
tras el colapso que sufrieron los mercados financieros mundiales a partir de 2007.
El BCE tuvo más en cuenta los imaginarios peligros inflacionistas de una expansión monetaria
que las necesidades crediticias reales de particulares, empresas y estados. Esto fue
acompañado por la imposición por parte de la Comisión Europea, fundamentalmente por las
presiones de los gobiernos alemán, holandés y finlandés, de unas estrictas políticas de
austeridad salarial y de gasto público a esos países. El saldo global de esas medidas ha sido tan
negativo que varios de estos países han visto como se colapsaba su demanda interior,
agudizándose la crisis hasta tal extremo que ha llegado a ralentizar la incipiente recuperación
de los países centrales.
En concreto en España, la insuficiente expansión monetaria de la zona euro y las políticas de
austeridad fiscal y salarial han incrementado la magnitud de los efectos contractivos sobre la
demanda interna, produciendo un elevadísimo desempleo y un creciente subempleo del
capital instalado. El crecimiento de las exportaciones (derivado principalmente del esfuerzo de
las empresas, y de sus trabajadores, por internacionalizarse para sobrevivir) no ha podido
cubrir esa caída de la demanda nacional. La magnitud de la economía española no es
comparable con otros países mucho más pequeños, en los cuales el impulso de las
exportaciones podría compensar en mayor medida la caída de la demanda nacional.
En este sentido los datos macroeconómicos entre el primer semestre de 2012 y el mismo
periodo de 2013 son contundentes. Las exportaciones de bienes y servicios españoles, la
demanda exterior, se han incrementado en 11.800 millones de €, pero ha sido insuficiente
para suplir los efectos contractivos que las políticas de recorte del gasto público y de
devaluación salarial están teniendo en la demanda nacional, que ha caído en 20.700 millones
de €. La capacidad de consumo de las Administraciones públicas ha disminuido en 2.500
millones €, el de los hogares en 7.800 millones de €, la inversión en la compra de viviendas se
ha desplomado, reduciéndose en 9.100 millones de €. Asimismo también hay que achacar a la
caída de la demanda nacional, derivada de las políticas de devaluación salarial, la reducción de
la inversión empresarial en bienes de equipo en 1.600 millones de €. Por tanto, en España las
exportaciones deberían casi doblar su volumen de incremento para compensar los efectos
negativos que sobre el PIB y el empleo que tiene la caída del consumo y la inversión
nacionales. Algo que, hoy por hoy, parece imposible. Si continuamos por este camino la salida
a la crisis será mucho más lenta, y por tanto más dolorosa, como indica la caída del PIB del
1,4% en 2012, las previsiones para 2013 de descenso de un 1,5% y las estimaciones
generalizadas de que el estancamiento continuará en 2014.
1
Evolución de los componentes del PIB 2012-2013
(Miles millones €)
1er semestre
1er semestre
Precios corrientes.
2012
2013
DEMANDA NACIONAL
Evolución
en
términos absolutos
521,1
499,4
-20,7
307
299,2
-7,8
100,8
98,3
-2,5
capital
59,3
50,2
-9,1
Formación Bruta capital Bienes
equipo
33,4
31,8
-1,6
Exportación bienes y servicios
160,5
172,3
+11,8
PIB a p.m.
518,6
511,7
-6,9
Gasto Consumo final hogares
Gasto Consumo final AA.PP.
Formación
Construcción
Bruta
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE.
La Comisión Europea y el BCE no van a ser el Séptimo de Caballería.
Desde el estallido de la crisis se ha debatido profusamente a escala europea, y también en
España, sobre cuales debieran ser los mecanismos e instrumentos para enfrentarse a esa
situación. Acelerar el proceso de integración europea a través de un presupuesto comunitario
digno de tal nombre, una Unión Bancaria que rompiera con la tendencia a la renacionalización
de los mercados de crédito, un sistema de mutualización de la deuda pública a escala europea,
un nuevo papel del Banco Central.
Posiblemente tras las elecciones alemanas se vaya a producir una laxitud en las políticas de
austeridad, pero la realidad política europea (la validación por parte de gran parte del
electorado alemán de las políticas de la CDU junto a la pasividad francesa, la sumisa
aquiescencia española y la incapacidad italiana de superar sus problemas de gobernabilidad a
escala nacional) indica que no existe una correlación suficiente de fuerzas en Europa para que
se produzcan grandes cambios en estas cuestiones en un futuro cercano. Este sería un camino
deseable, pero cuya materialización solo es posible a muy largo plazo.
Tampoco una quita ordenada de la deuda, en el actual escenario político europeo, parece un
objetivo posible a corto plazo, a menos que la situación española se deterioré a niveles como
los alcanzados en Grecia, algo a todas luces no deseable.
Por último, en parte importante de la ciudadanía se ha producido un creciente desencuentro
con la moneda común, llegándose a plantear la salida de España del euro. Las razones están en
la fuerte perdida de soberanía en política económica que de forma poco democrática, sin un
debate público frente a los ciudadanos, España ha sufrido en los últimos años debido a las
actuaciones de los gobiernos de los principales partidos (PSOE y PP). La modificación
2
constitucional, inducida por la presión de los prestamistas, que ha priorizado la devolución de
la deuda sobre las necesidades de servicios sociales de los ciudadanos y la puesta bajo el
control de las autoridades comunitarias de una parte relevante de nuestro sistema financiero
(Bankia, Novagalicia Banco y Catalunya Banc) son los episodios más sobresalientes de este
proceso.
No obstante, este planteamiento olvida que nada asegura que una salida del euro permita un
cambio en las actuales políticas económicas. Las consecuencias en nuestras relaciones
económicas con el resto del mundo de una salida del euro, y una posterior devaluación de la
moneda, serían similares a las que está generando la devaluación interna impulsada por el
gobierno: nuestro empobrecimiento relativo y acelerar una carrera competitiva a escala
europea basada en la rebaja de los salarios. Además a corto plazo la salida del euro supondría
un volumen tal de incertidumbres económicas y políticas sobre el futuro de España que
agudizaría la recesión. Estudios realizados en Austria cifran los efectos económicos de la salida
de este país del euro en una caída del 10% del PIB.
¿Estamos ante un problema sin solución?, ¿no hay capacidad política y social para actuar?, si
esto fuera realmente así puede tener consecuencia funestas en la aceptación democrática de
la actual institucionalidad, lo que a corto plazo solo puede acentuar la crisis.
Políticas de demanda y una nueva inserción de la economía española en la globalización.
Pese a que el gobierno justifica muchas de sus medidas en imposiciones europeas hay
márgenes suficientes para que España desarrolle una política económica que, atendiendo a los
intereses de la mayoría de los españoles, compagine la creación de empleo con la reducción
del endeudamiento exterior. Para ello, es imprescindible que se tomen medidas que recuperen
parte de la soberanía económica que se ha perdido por la crisis:
- Impulsar una política de demanda que corrija la errónea concepción de que la salida a la crisis
solo es posible mediante el esfuerzo exportador. Una política de demanda que debe
contemplar tanto políticas de estimulo fiscal como el fin de la devaluación salarial.
Pero para poder terminar con las políticas de austeridad fiscal en el sector público se requiere
una reforma fiscal que, en relación con el impuesto de sociedades, termine con la creciente
desfiscalización de gran parte de los beneficios de las grandes empresas y sea capaz de hacer
pagar impuestos progresivos a las rentas del trabajo y el capital más altas. Una eficaz lucha
contra el fraude y la elusión fiscal es imprescindible en este sentido. Hay que recordar que
nuestra presión fiscal es inferior en siete puntos del PIB a la media de la UE.
En términos salariales es necesario restituir la relación entre la evolución de los salarios reales
y la productividad, teniendo en cuenta las diferencias de productividad existentes en el tejido
empresarial español (como en gran parte ya sucede en el descentralizado sistema de
negociación colectiva español), así como modernizar las relaciones laborales, en sentido
inverso a lo que han hecho las últimas reformas laborales del PP y el PSOE. Las experiencias
desarrolladas en Alemania, a través de los Consejos de Vigilancia, donde hay más de 800
empresas que disponen de ese órgano, o en Suecia, donde se desarrollaron los Fondos de
3
Asalariados, ponen de manifiesto el papel que puede jugar la participación de los trabajadores
en mejorar la competitividad y productividad de las empresas.
- Buscar una nueva inserción de nuestra economía en la globalización que tenga como
objetivo que las empresas españolas, además de ampliar geográficamente su
internacionalización, escalen en la cadena de valor de las actividades productivas que
actualmente realizan.
Esta nueva inserción de España en la globalización no significa ni desvincularse de los
mercados europeos, ni de las instituciones europeas, pero si diversificar nuestra actividad
comercial, así como nuestra búsqueda de financiación exterior, para poder desarrollar una
política económica con mayores márgenes de soberanía económica (que considere en primer
lugar los intereses mayoritarios de los ciudadanos españoles), de autonomía frente a los
dictados comunitarios que defienden los intereses de otros países.
En muchos casos, las instituciones con capacidad de financiación en los países emergentes son
fondos soberanos (o de empresas públicas o semipúblicas) cuyos objetivos no priorizan
obtener altas rentabilidades inmediatas, como hace el impaciente capital anglosajón, sino
garantizar una rentabilidad durante un largo periodo de tiempo, aunque sea más moderada.
En 2012 Qatar Holding amplió su participación en Iberdrola hasta el 8,4%, convirtió sus bonos
de deuda en acciones del Banco de Santander y en 2013 adquirió el lujoso hotel W de
Barcelona. En 2012 el fondo chino CIC compró a Abertis el 7% de Eutelsat y el 10% del
aeropuerto de Heathrow a Ferrovial. En 2013 Temasek, el fondo soberano de Singapur,
aumentó un 5% su participación en Repsol.
Lograr una mayor integración económica con las economías emergentes, mercados de alto
crecimiento, es algo que por otro lado ya están haciendo los principales países europeos.
Como puede verse en el cuadro adjunto en 2010 las exportaciones alemanas a las economías
emergentes de Asia supusieron el 12,8% del total, mientras que tan sólo representaron el 4,5%
de las españolas.
Exportaciones de España y Alemania en 2010.
% sobre total
España
Alemania
Intra UE
67,6%
60,1%
Extra UE
32,4%
39,9%
Rusia
1,1%
2,8%
China (inc. Hong-Kong)
1,8%
6,3%
DEA
1,6 %
3,7%
Total emergentes Asia
4,5%
12,8%
DEA: Economías Asiáticas Dinámicas (Singapur, Corea del Sur, Malasia, Tailandia, Taiwán).
Fuente: ICEX
4
No somos la periferia de Europa, somos el puente entre Europa y los países emergentes de
Asia, America y África. Y en ese sentido hay que tener en cuenta las oportunidades que abre
para nuestro país la plena operatividad de la ampliación del Canal de Panamá que tendrá lugar
a partir de inicios de 2015. Supondrá un fuerte crecimiento del ya elevado volumen de tráfico
marítimo existente entre la costa Oeste de América y Europa. Para aprovechar dichas
oportunidades es imprescindible diseñar una estrategia de intermodalidad en los principales
puertos españoles (integrando el transporte marítimo de mercancías con el ferroviario) capaz
de absorber esa demanda creciente, en competencia con otros grandes puertos europeos que
en la actualidad tienen elevados niveles de congestión, como ha reconocido la propia Comisión
Europea. Hay que tener en cuenta que el mayor puerto español por volumen de tonelaje,
Algeciras, apenas supone un 15% del tráfico comercial del principal puerto europeo,
Rotterdam.
Esta nueva inserción de España en la globalización no debería caer en los errores que se
cometieron en el pasado, que llevaron a aceptar una posición muy subordinada de nuestro
tejido industrial frente a las empresas de los países centrales de Europa (fundamentalmente
francesas y alemanas). Esto es, aceptando ser solo proveedores de productos intermedios
estandarizados que compiten principalmente vía precios, aceptando que las filiales españolas
de las multinacionales europeas tuvieran importantes restricciones a la hora de invertir en
I+D+i, de acceso a otros mercados diferentes a los que venían determinados por las estrategias
de la sede central, aceptando “precios de transferencia” tanto de productos exportados, como
de tecnología importada, que trasladan los beneficios a otros países.
Reorientar parte de su actividad a los mercados emergentes, es una oportunidad de mejorar la
posición de las empresas españolas en la cadena de valor de lo que ahora producen, ya que
van a tener una mayor capacidad de optar por ser contratistas principales, esto es de tener un
mayor poder de mercado, cierta capacidad de imponer precios.
Hay que recordar que las empresas españolas de más de 250 trabajadores, las que tienen una
mayor propensión exportadora, tienen una productividad mayor que las alemanas o británicas
y prácticamente igual que las americanas1. La caracterización2 de las empresas exportadoras
españolas es que son empresas de alta productividad, un 55% superior a las no exportadoras,
con un elevado volumen de capital por empleado, un 150% superior a las no exportadoras,
muchos más empleados cualificados y mucho mayor esfuerzo en I+D+i.
Una nueva política industrial para el s. XXI
1
Apuntes 02 de Fedea. Competitividad. El comportamiento de las exportaciones españolas. Noviembre
2011
2
El Sector Exterior en España. BBVA Research, abril 2013.
5
Este necesario esfuerzo empresarial no va a tener mucho éxito si no va acompañado de una
inteligente y novedosa política industrial que coordine las iniciativas del sector privado y del
Estado, a través de adecuadas medidas horizontales y sectoriales. La mejora de la posición de
las empresas españolas en la cadena de valor significa impulsar el crecimiento, en tamaño y
número, de empresas-tractoras. Esto es, de las empresas capaces de lograr un crecimiento
sostenido de su productividad gracias a que tienen cierto poder de mercado sobre alguno de
estos cinco activos intangibles específicos3: el acceso a la tecnología, los conocimientos de
gestión en equipo, las economías de escala en los centros de producción, mejores ideas de
comercialización, marcas bien conocidas. Una política industrial que debe ser mucho más que
un dispensador automático de ayudas públicas vinculadas al esfuerzo inversor en I+D+i de las
empresas y no a sus resultados.
Una nueva política industrial para el siglo XXI debe partir de la consideración de que la
capacidad competitiva de las empresas, además de a factores internos de gestión empresarial,
también depende de la estructura económica de la que forman parte, lo que se conoce como
Competitividad Estructural, y sobre la que se puede y se debe actuar desde las instituciones
públicas:
1) El tamaño y sofisticación de la demanda nacional (lo que permite una mayor
diversificación de los productos, y que la calidad del producto, la marca sean factores
competitivos para un gran volumen de producción). Evidentemente la reducción y
empobrecimiento de la demanda a la que nos conducen las políticas de austeridad va
en sentido contrario. Según un estudio de la consultora Nielsen los consumidores
españoles están cambiando sus pautas de consumo como efecto de la crisis ha
cambiado, un 74% ha reducido su consumo, comprando sólo lo esencial, un 24% busca
a marcas más baratas.
2) Las estructuras de las relaciones de producción nacionales entre diferentes sectores
Con el o0bjetivo de intentar evitar estrangulamientos productivos a escala nacional
como el que tiene España con la energía y el sector financiero que suponen una
importante pérdida de competitividad.
3) El tamaño y poder de mercado de proveedores y clientes (en el que juegan un papel
importante la gestión de los servicios de distribución y venta y la internacionalización,
incluido el comercio intrafirma entre filiales de una misma empresa transnacional), la
conformación de oligopolios y otros elementos de competencia imperfecta.
4) La difusión de tecnología, que afecta a la capacidad de innovación global de un país.
Medidas de carácter horizontal que además de aumentar inversión y difusión tecnológica
aumenten la relación entre capital productivo y PIB, particularmente a través de una mayor
reinversión de los beneficios obtenidos.
Entre 1995 y 2008 el porcentaje que representan los beneficios empresariales distribuidos
entre los accionistas y de los intereses financieros sobre el beneficio total, la parte del
3
Kindeblerger, C.P., 1969.
6
beneficio que no se reinvierte en la empresa, que no incrementa su productividad, pasó del
39% al 60%.
Este escaso volumen de beneficios reinvertidos ha hecho que el stock de capital productivo en
los últimos 15 años, excluidas las viviendas, creciera a una tasa tan solo del 1%, mientras que
en los años sesenta y setenta creció a una tasa anual del 10%.
El decreciente compromiso de los accionistas con sus empresas es un elemento muy
preocupante en una economía como la española, cuyo stock de capital en 2009 representaba
tan sólo de un 161% PIB, un peso muy inferior al que tiene en otras economías desarrolladas
como Alemania, un 184% y EEUU, un 209%. El stock de capital productivo privado por
empleado en 2009 apenas representó un 75,6% de la medía del área euro, el mismo
porcentaje que en 1995.
Regular incentivos fiscales para Fondos de reinversión de beneficios en los que participen los
representantes de los trabajadores significaría desarrollar de forma proactiva en nuestro país
la senda abierta por la Ley alemana de Participación Financiera de los Trabajadores de 7 de
marzo 2009, que vincula las ayudas públicas en procesos de reestructuración con el aumento
de los derechos de participación de los trabajadores.
Medidas de carácter sectorial que deberían considerar en primer lugar aquellos sectores en
los que se observan ventajas comparativas.
- La Producción de alimentos, bebidas y tabacos, supuso el 9,6% de las exportaciones
españolas en dicho periodo, mientras que a escala mundial significó el 5,7%. Esta es
una actividad de bajo contenido tecnológico, pero susceptible de incrementar su valor
añadido mediante adecuadas estrategias de calidad y diferenciación del producto, así
de internacionalización de los procesos de distribución y comercialización.
- El Turismo. Una actividad de alta elasticidad-renta en la cual España tiene una fuerte
posición a escala internacional gracias a que se han aprovechado las ventajas
competitivas naturales, pero en la que las empresas nacionales deben mejorar su
posición en la cadena de valor. El ejemplo de lo que esta pasando con Iberia, el
aeropuerto de Barajas y el turismo en Madrid muestra el camino que hay que
desandar.
- El Sector aerospacial. Una actividad de fuerte crecimiento de la demanda (sobre todo
por las necesidades de las líneas aéreas asiáticas), alta elasticidad-renta y contenido
tecnológico, en el cual nuestro país está muy bien posicionado al participar en
consorcios europeos que tienen una posición líder. Las horas de insolación son
determinantes en la estructura de costes de este sector en las fases de incorporación
de las innovaciones tecnológicas a los aviones.
- Sectores emergentes vinculados a la economía verde (Energías renovables, Gestión
de Agua, Energía y Residuos, Nuevas redes de Transporte colectivo, Química Verde,
Forestal, Agricultura Ecológica) en los cuales las características físicas y climatológicas
de nuestro país son muy importantes.
7
- Industria Cultural (incluido el papel, la edición y la producción audiovisual). En este
sector las oportunidades de mercado que ofrece nuestro idioma juegan un papel
fundamental.
-Fabricación de vehículos de motor, un sector de tecnología media-alta, que en el
periodo 1998-2008 supusieron el 25% de la exportaciones españolas, frente a un 11%
que representó este sector en el total mundial de importaciones. El futuro de las
empresas está ligado en gran medida a los esfuerzos que realizan por desarrollar
tecnologías más eficientes energéticamente, incluidas las relacionadas con el coche
eléctrico.
-La Producción de minerales no metálicos, un 3,3% de nuestras exportaciones, tan sólo
un 1,3% de las importaciones mundiales. El reto actual de la minería no energética es
compatibilizar sus expectativas de expansión con los crecientes requerimientos
medioambientales que intentan impedir que no se vuelvan a cometer abusos como los
sucedidos en el pasado, de los que Aznalcollar es un triste ejemplo.
- Construcción naval, un 1,3% de las exportaciones españolas, un sector que a escala
internacional sólo representó el 0,4%. Este sector, aunque a escala global tiene unas
enormes perspectivas de crecimiento, a escala europea, y más en España, está sujeto
actualmente a enormes incertidumbres, derivadas de la consideración de la Comisión
Europea de las ayudas públicas nacionales.
- Fabricación de Material Ferroviario. Un sector con gran capacidad exportadora, de
contenido tecnológico medio y vinculado a la reducción de la dependencia energética
por sus bajos consumos de energía por pasajero transportado.
Por último, sería necesario mantener un mayor ámbito de soberanía económica nacional
(pública o privada) en algunos sectores productivos estratégicos, que se caracterizan por ser
mercados oligopólicos con alto nivel de regulación y cuyos productos y servicios son
transversales, afectan al conjunto de la actividad económica, como son el sector energético,
financiero y el de las telecomunicaciones.
Sector energético: reducir la dependencia es impulsar las renovables.
El tradicional déficit de nuestra balanza por cuenta corriente está ocasionado
fundamentalmente por las importaciones de combustibles y lubricantes, que representaron en
2012 6% del PIB. La fuerte dependencia energética exterior de las actividades industriales y de
servicios, particularmente del transporte, y no la evolución de los salarios es lo que ha
determinado el desequilibrio estructural exterior de nuestra economía y, por tanto, es clave en
la capacidad de reducción de nuestro endeudamiento exterior, tal como indica el BCE4.
Por tanto, una política orientada a reducir la alta dependencia energética, impulsando las
energías renovables (en algunos de cuyos segmentos como la energía eólica somos altamente
competitivos) y sistemas de transporte colectivos y menos contaminantes que el vehiculo
4
BCE. Boletín mensual de enero de 2013
8
privado, también es clave para reducir las necesidades de financiación exterior de nuestra
economía.
Sector financiero: Impulsar un sistema de bancos públicos, independientes del poder
partidista, para que el crédito llegue a las pymes.
La tardía, carísima y finalmente fallida reestructuración financiera no ha resuelto los
problemas de escasez y encarecimiento del crédito en España, ya que ha reducido la
competencia en el sector (en los últimos tres años han desaparecido una de cada tres
entidades de depósito existentes en nuestro país). Según las previsiones de la banca privada el
70% del mercado bancario quedará concentrado en tres entidades.
Dado el actual volumen de dinero público invertido en sanear la banca privada, debería
plantearse que, como contrapartida a esas ayudas el Gobierno, se imponga un control sobre la
gestión de esas entidades que vaya en la dirección de crear un sistema de bancos públicos a
través de las sinergias que pueden generarse en las entidades intervenidas (Novagalicia Banco,
Bankia y Catalunya Banc) y aún no adjudicadas a otros bancos privados.
Ello permitiría ofrecer financiación barata a las empresas, y sobre todo las pymes, que apenas
pueden optar por buscar una financiación menos bancarizada.
Sector de Telecomunicaciones: Las redes de fibra óptica son las autopistas del s. XXI.
La baja penetración de la fibra óptica en nuestro país en empresas y hogares, está detrás de la
baja velocidad media de conexión por banda ancha, lo que en la práctica supone un
encarecimiento relativo del servicio de conexión a Internet frente a otros como Japón, cuya
velocidad de conexión al mismo precio puede llegar a ser 20 veces superior, o Corea del Sur.
Esto supone un grave handicap de nuestro país a la hora de mejorar la competitividad sectores
tradicionales e impulsar sectores emergentes, como son el audiovisual y la telemedicina.
Los países emergentes que están ganando cuota de mercado mundial (China incrementó su
cuota exportadora mundial desde el 2,2% en 1994 al 8,7% en 2007, Brasil entre 2001 y 2011
pasó del 0,9% al 1,4%; Corea del Sur del 2,4% al 3%), o los países desarrollados que menos la
están perdiendo (Alemania, del 9,2% al 8,1%) han venido desarrollado diferentes actuaciones
de política industrial. Estos países consideran, y los datos lo confirman, que una inteligente
actuación estratégica del Estado para favorecer a un sector, o a una empresa, que compite en
un mercado global puede generar más beneficios al país que la cuantía de la ayuda recibida.
Algo, por otro lado, que no es nada nuevo en la historia de la Humanidad, si tenemos en
cuenta que la hegemonía ateniense en el Mediterráneo oriental a partir del siglo V a.C. tuvo su
origen en el particular reparto que hizo el arconte de Atenas de las minas de plata que se
encontraron cerca de la ciudad. Distribuyó los beneficios de su explotación entre las familias
más ricas, hasta aquí el comportamiento habitual de la época, pero a cambio de que cada una
de ellas se comprometiera a financiar una embarcación comercial. En pocos años Atenas
dispuso de la flota comercial más importante del Mediterráneo.
Bruno Estrada López
9
Director de Estudios y Proyectos de la Fundación 1º de mayo.
(Agradezco a Georg Feigl los comentarios realizados, en todo caso cualquier error del texto solo
puede ser imputable al autor).
10