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23
EL SILENCIO DE LA ESPERA
23. EL SIELNCIO DE LA ESPERA
TEXTO BIBLICO
“…Después Jesús, sabiendo que todo había
terminado, para que se cumpliese la Escritura, dice: Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre,
Empaparon una esponja en vinagre, la sujetaron a
un hisopo y se la acercaron a la oca. Jesús tomó el
vinagre y dijo: - Está acabado.. Dobló la cabeza y
entregó el espíritu…” (Jn 19,28-30).”…En el lugar
donde había sido crucificado había un huerto y en él
un sepulcro nuevo, en el que nadie había sido
sepultado. Como era la víspera de la fiesta judía y
como el sepulcro estaba cerca, colocaron allí a
Jesús…” (Jn 19,41-42)
María es la mujer de la esperanza. Todo su ser se abrió a la acción de
Dios. Más allá de la muerte, María espera en la actuación de Dios. Mientras
llega la luz, se mantiene como centinela aguardando la aurora. La esperanza
alcanza todas las rendijas del corazón de María, donde han penetrado la
pena y la tristeza. Ahí, en su fondo, el gozo empieza su camino para terminar
explotando con un Aleluya gozoso que se oirá en toda la humanidad.
María brilla ante el pueblo de Dios en marcha, c om o señal de
esperanza y de consuelo…
Mirando a la vida
… La vida de las personas está tejida de pequeñas esperas. La puerta
de cada casa se queda abierta cada noche para recibir en la mañana como
un regalo, la respiración, la salud, las voces amigas, el pan...
… La humanidad está a la espera. A veces la esperanza sufre derrotas,
pero sobre todo despojo se levanta una y otra vez la vida y se abre la
esperanza. Hay muchas historias de esperanza sembradas en los corazones,
aunque a menudo sean semillas humildes y estén escondidas en lo cotidiano
de la vida.
… En este camino, Dios es compañero del ser humano y
también espera una nueva humanidad. Y ha puesto sus manos
junto a todas las manos para que florezca el futuro.
… Vivir la vida para esperar, a la vez que se construye el
futuro, es un regalo que el Espíritu deposita en cada pueblo y en
cada corazón. …El porvenir de la humanidad está en manos de
quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para
vivir y razones para esperar…
¿Quién no pasa por temporadas malas? ¿Quién vive en un mundo
de porcelana? ¿Quién camina sin horas oscuras? A todos nos llegan
momentos en los que los problemas se agolpan. Unas veces es en
forma de conflictos que nos llenan de preocupación. Otras veces nos
golpean fracasos inesperados. Hay ocasiones en que nos falla la gente,
hasta sin quererlo, sin poder evitarlo, tal vez sin saberlo... Y entonces
nos invade la inquietud, nos martillean las sienes con la preocupación,
las preguntas, las dudas y el sin sentido...
Aprender a ser fuertes en esos momentos no es hacernos
impermeables o impasibles. No es revestirnos de una capa de dureza
que nos haga inmunes a las tormentas. No es compensar los problemas
con otras satisfacciones, ni negar que existen, pues muchas veces son
dolorosamente reales. Ser fuertes es ser capaces de caminar, aun
heridos; de creer, aun agitados; de amar, aun vacíos.
No es más fuerte quien no llora, o quien no tiembla, o quien no
vacila. No es más fuerte quien más grita o quien menos duda. No es
más fuerte quien golpea con más contundencia. Es fuerte quien está
dispuesto a arriesgarse, aunque en el camino el corazón se le
atraviese una y mil veces. Quien se atreve a hablar en tiempos de
silencio. A ser tenido por idiota por aventurarse a amar sin medida.
Porque quien así vive y actúa no tendrá mucho descanso, pero sí una
vida intensa, y apasionante, y apurará la humanidad en sí mismo y en
los otros.
…Los tiempos difíciles anhelan personas fuertes; es decir,
que vivan en la firmeza y la perseverancia de la esperanza,
que sean pobres y contemplativas, totalmente desposeídas de
la seguridad personal para confiar solamente en Dios, con una
gran capacidad para descubrir cotidianamente el paso del
Señor en la historia y para entregarse con alegría al servicio de
los hombres en la constitución de un mundo más fraterno y más
cristiano…
MADRE DE LA ESPERANZA
TE OFRECEMOS MARÍA UN CANTO DE ALABANZA
PORQUE TÚ ERES SIEMPRE NUESTRA ALEGRÍA,
Y TÚ ERES MADRE DE LA ESPERANZA. (bis)
Esperanza del hombre que ha encontrado un camino,
esperanza de aquellos que han perdido ilusión,
esperanza de quienes ven oscuro el destino,
y esperanza de todos los que creen en Dios.
Esperanza del hombre que al caer se levanta,
esperanza de aquellos que han caído en error,
esperanza de quienes han perdido la calma,
y esperanza de todos los que aman a Dios.
Esperanza del hombre que se esfuerza y avanza,
esperanza de aquellos que golpea el dolor,
esperanza de quienes no hablan ya de esperanza,
y esperanza de todos los que esperan en Dios.
Tu corazón está silencioso, ama en silencio. Te has asomado al brocal
de la cruz, donde se ha escondido el rostro de tu Hijo. Acostumbrada a
saborear en el silencio lo de Dios, para dar una oportunidad al amor, te
callas ahora en lo más hondo. Silencio no es ausencia, es tu forma de
implicarte en lo que ha sucedido. ¿Cómo es tu diálogo con Jesús en el
silencio? ¿Qué le dices al Hijo de tus entrañas? Sus gestos, su palabra, su
mirada… se te metieron muy en los adentros. ¿Cómo entrar en esa
hondura y estar cerca? ¿Cómo callar contigo y esperar que la luz venga
pronto y la palabra? Ayúdanos, María, a estar contigo. A una espera
insospechada nos invitas, tu corazón se convierte en casa abierta, para
ver el milagro de la luz. Contigo, juntos, en iglesia nos reunimos, en
soledad sonora estamos todos. La espera se hace grande por
momentos, la alegría se escapa ya de sus mazmorras. ¡Cristo viene, llega,
resucita!
Respeta el ritmo de la vida. Si quieres que una planta crezca de
prisa, terminarás rompiéndola. La última palabra la tiene el Dios de la vida.