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Anticuerpos Los anticuerpos son moléculas de peso molecular aproximado de 150 kDa, pertenecientes al grupo de las inmunoglobulinas (Ig). Son moléculas capaces de reconocer otras moléculas, los antígenos. La capacidad de reconocimiento de un anticuerpo radica en las secuencias variables de sus cadenas proteicas, generadas por recombinación de una serie de 'gene cassettes" en el proceso de producción de los linfocitos B durante el desarrollo embrionario. La combinatoria de estas secuencias puede producir más de un billón de secuencias diferentes. Esta información es almacenada en el 'pool' de linfocitos B presentes en nuestro tejido linfático. La estructura básica de un anticuerpo se esquematiza en la figura: formado por dos cadenas proteicas pesadas y dos ligeras, unidas por puentes disulfuro. Se dividen en varias clases que se identifican según el tipo de cadena pesada en: IgG, IgM, IgA, IgD e IgE. La acción de enzimas proteolíticas sobre los anticuerpos permite obtener fragmentos que presentan actividades biológicas diferenciales. Los fragmentos obtenidos son: Fc. Corresponde al extremo C-terminal de las dos cadenas pesadas. Este fragmento está constituido por la región constante de la cadena pesada y es característica de cada clase de inmunoglobulinas. Es en esta región donde radican las funciones efectoras de la molécula como son la fijación del complemento, la interacción con los receptores celulares de monocitos y macrófagos, la interacción con la proteína A de S. aureus y G de Streptococcus sp. etc... La región Fc es característica de especie. F(ab')2. Corresponde al extremo N-terminal de las dos cadenas pesadas y a las dos cadenas ligeras. Se obtiene por digestión con pepsina. Tiene reconocimiento divalente del epítope. F(ab). Corresponde al extremo N-terminal de una cadena pesada y a una cadena ligera, unidas por puentes disulfuro. Se obtiene por digestión con papaina. Tiene reconocimiento monovalente del epítope. De las distintas clases de inmunoglobulinas las que se encuentran predominantemente en el suero de animales inmunizados son las IgM y las IgG. Las IgM se sintetizan durante la respuesta primaria y se asocian en una estructura pentamérica. Su capacidad de reconocimiento de epítopes es por ello de 10. Las IgG se sintetizan tanto durante la respuesta primaria como secundaria, siendo en esta última donde se consiguen los mayores niveles de producción. Su acción bivalente les permite interactuar con más de una molécula de antígeno. Antígenos, Antigenicidad e inmunogenicidad. Virtualmente toda molécula ajena a un determinado organismo se comporta frente a éste como un antígeno, Se pueden diferenciar dos características primordiales en un antígeno. Por una parte la inmunogenicidad o capacidad que presenta una molécula para generar una respuesta inmune en un organismo dado y la antigenicidad o particularidad del antígeno que hace que éste sea reconocido por un determinado anticuerpo. Ambas propiedades pueden o no estar presentes en un determinado antígeno. Moléculas de pequeño tamaño (haptenos o péptidos) son poco inmunogénicas y por ello se asocian a proteínas transportadoras de alto peso molecular o 'carriers' para inducir una respuesta inmune adecuada. Macromoléculas ubícuas (albúminas, citocromos, etc...) o de especies filogenéticamente relacionadas, son poco inmunogénicas. En estos casos, para obtener una respuesta adecuada es aconsejable utilizar como animal huésped una especie filogenéticamente alejada a la del antígeno a inocular. Habitualmente se emplean como antígenos puros o previamente enriquecidos mediante técnicas de concentración o de separación electroforética. Uno de los criterios de mayor importancia en la obtención de un suero monoespecífico es la inmunización con antígenos puros. A la región del antígeno reconocida por un anticuerpo se le denomina epítope o determinante antigénico. Un antígeno puede presentar un número variable de epítopes de estructura única o repetitiva. La complejidad estructural de las proteínas favorece que éstas presenten por lo general un número elevado de epítopes distintos, mientras que los ácidos nucleicos y los polisacáridos, dada su repetitividad estructural, poseen un número escaso de epítopes diferentes. Inmunización y preparación del antígeno El proceso de inmunización es aquel en el que se inyecta al animal el antígeno en condiciones adecuadas de cantidad, sustancias acompañantes, y número de veces, que sean necesarias para conseguir una buena respuesta inmune. En general se divide en dos fases: inmunización primaria, en la cual se administra una determinada cantidad de antígeno en presencia de adyuvante, e inmunización de recuerdo ('booster'), en la que el antígeno es administrado en forma soluble o bien con adyuvante. Existen numerosos protocolos de inmunización, con una duración variable. Cuando se inmuniza un animal con un antígeno y se provoca una respuesta inmune aumenta notablemente en el suero del animal la cantidad de Ig específicas del antígeno empleado. Esto es la consecuencia de la selección clonal de los limfocitos B que producen anticuerpos contra el antígeno. Como hemos visto un antígeno puede presentar diferentes epítopes, y cada uno de ellos ser reconocido por un clon de linfocitos B que producirá moléculas Ig con una secuencia característica. Por ello en el suero de un animal inmunizado se acumulan un número desconocido, posiblemente elevado, de diferentes moléculas de Ig específicas en mayor o menor medida de nuestro antígeno. Se trata de un suero producido por la acción de síntesis de numerosos clones de linfocitos B y por ello se ha denominado policlonal. Interacción primaria antígeno-anticuerpo. Afinidad y avidez La interacción entre antígeno y anticuerpo se estabiliza mediante enlaces débiles, como puentes de hidrógeno, fuerzas de Van der Waals e interacciones electrostáticas e hidrofóbicas. La suma de todos estos enlaces genera una interacción estable entre el lugar de unión del anticuerpo (paratope) y el lugar de unión del antígeno (epítope). Estas fuerzas son inversamente proporcionales a una potencia de la distancia entre los grupos interactuantes, lo que implica que epítope y paratope deben presentar estructuras complementarias para obtener una energía de unión suficiente como para resistir la disrupción termodinámica. La suma de estas fuerzas de atracción y de repulsión se conoce como afinidad del anticuerpo. Los anticuerpos son moléculas multivalentes en su interacción con el antígeno. Las moléculas de inmunoglobulina presentan un máximo de 10 (IgM) y un mínimo de 2 brazos de unión con el antígeno. En el caso de que este último también sea multivalente, presentará un mínimo de dos puntos de anclaje para el anticuerpo correspondiente. Esta interacción multivalente entre antígeno y anticuerpo permite introducir el concepto de avidez o afinidad funcional. Especificidad y reacción cruzada La complementariedad existente entre epítope y paratope condiciona la relación específica entre antígeno y anticuerpo. Dicha complementariedad afecta tanto a una relación espacial entre los grupos químicos reaccionantes, a la relación complementaria de cargas netas como a la relación estérica entre las estructuras reaccionantes. En general los anticuerpos son altamente específicos, siendo capaces de discernir entre pequeñas variaciones del antígeno, tanto a nivel de estructura primaria como de conformación estérica o configuración óptica del mismo. Interacción secundaria antígeno-anticuerpo. En la interacción in vitro de un antígeno con su correspondiente anticuerpo se distinguen dos etapas, la reacción primaria no visualizable y la reacción secundaria, que sigue a la anterior y se caracteriza por la aparición de un fenómeno visible como la aglutinación, la precipitación, etc. Los complejos iniciales que se forman rápidamente, sobre los que dentro de ciertos limites las variaciones de temperatura y concentración salina tienen poca influencia, se agregan luego para dar diferentes fenómenos visibles cuyas características dependen en gran parte del estado físico del antígeno. Esta etapa se acelera con la temperatura, la agitación y es electrolitodependiente. Es importante separar las etapas de la reacción antígeno-anticuerpo. Puede ocurrir que se demuestre la presencia de anticuerpo por interacción primaria, pero que este no sea detectable por interacción secundaria o terciaria. Esto puede ser consecuencia de variaciones cuantitativas, ya que para conseguir fenómenos visibles son indispensables determinadas concentraciones de anticuerpo, y cualitativas inherentes a las propiedades de la clase de inmunoglobulina comprometida en la respuesta inmune, así como de las características del ligando. Si bien es posible detectar un anticuerpo mediante estudios de interacción primaria, ello no significa que siempre deban ocurrir reacciones secundarias o terciarias. Precipitación Cuando una anticuerpo, excepción hecha de los bloqueantes y no precipitantes, es puesto en contacto con una solución de macromoléculas que lo origino, se forman complejos Ac/Ag que se insolubilizan luego en su mayor parte dando una reacción de precipitación, que puede ser total o zonal. Es una propiedad de la mayor parte de los anticuerpos y no una característica particular de un determinado tipo al que originalmente se lo llamo anticuerpo precipitante. Precipitación en medios líquidos Esta reacción se produce en dos etapas. En la inicial, que se desarrolla rápidamente y es influida muy poco por la temperatura y los electrolitos, se forman los complejos Ac/Ag primarios. A medida que el tiempo transcurre, esos complejos iniciales se agregan, originando micelas de diferentes tamaños, las que finalmente precipitan. Algunos complejos no alcanzan a hacerlo y quedan en solución. La temperatura acelera esta segunda etapa, siendo además electrolitodependiente. Es mucho más lenta que la inicial, puede durar minutos, e incluso horas, para que se complete. La formación de agregados es una consecuencia de la bivalencia de los anticuerpos y la multivalencia de los antígenos. Con haptenos monovalentes o antígenos que poseen un solo determinante antigénico por molécula, la precipitación no se produce. Un hecho muy particular lo constituyen los anticuerpos monoclonales, que en su mayor parte no muestran actividad precipitante. Ello se debe a que en muchos casos, especialmente cuando están dirigidos contra macromoléculas en solución, reconocen a un único epitope no repetido, lo que les impide formar agregados. La formación de estos diferentes complejos ha sido explicada mediante la llamada teoría del enrejado, que considera que la composición del precipitado formado es una consecuencia del modo en que anticuerpo y antigeno se han unido. Dada la bivalencia del anticuerpo y multivalencia del antigeno, las posibilidades de combinación varían según que en la mezcla exista exceso de antigeno, exceso de anticuerpos o equivalencia de ambos. En la zona de exceso de antigeno, los complejos son solubles. Si bien la precipitación en medios líquidos es muy útil para la identificación de antígenos y anticuerpos, teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto en lo relativo a la formación de los precipitados, la misma puede usarse con fines cuantitativos y constituye un buen método para la medida de la concentración de los anticuerpos presentes en un suero. Puede usarse también para medir niveles de antígeno. Precipitación en medios gelificados Las macromoléculas pueden difundir libremente a través de geles; dicha difusión esta limitada por la concentración del gel. Empleando soportes adecuados, en especial aquellos que como base tienen agar disuelto en electrolitos, es posible hacer migrar antígenos y anticuerpos de modo que al encontrarse interaccionen. Pueden utilizarse también geles con base de pectina, alginatos, pliacrilamida y aun tiras de acetato de celulosa gelatinizado. Los precipitados que se originan se visualizan como nítidas bandas de precipitación, que permanecerán estables mientras un mayor aflujo de moléculas de los reactivos no provoquen su redisolución. Se han descripto numerosas técnicas cualitativas y cuantitativas basadas en este principio, entre las que pueden citarse la difusión simple monodimensional, difusión doble monodimensional, difusión doble bidimensional, difusión radial, etc.. Difusión simple monodimensional Se coloca en un tubo de ensayo pequeño agar fundido, solución al 1% en cloruro de sodio 0,15 M, mezclado con un volumen igual del antisuero para analizar. Producida la solidificación, se añade la solución de antigeno. Por difusión a través del gel el antigeno va penetrando, creando un gradiente de concentración. En la interfase gel-liquido no se forman precipitados, dada la alta concentración antigénica, y aparecen con la forma de bandas cuando la concentración del antigeno que ha difundido es la optima. Si en el suero había mas de un anticuerpo y en la solución añadida mas de un antigeno que se correspondan, se formara tantas bandas de precipitación como sistemas hayan interaccionado. Esto no es exacto, pues si se tiene en cuenta que dichas separaciones dependen de las velocidades de difusión de las diferentes moléculas antigénicas, solo será cierto si aquellas son distintas. El numero de bandas de precipitación nos indica la cantidad mínima de sistemas reaccionantes presentes. Esto también es relativo, ya que es indispensable que los reactivos no estén en concentraciones inferiores a las necesarias para que la reacción ocurra. Difusión doble monodimensional En este caso la reacción se efectúa colocando en la parte inferior del tubo un volumen de agar al 1 % fundido, mezclado con partes iguales del antisuero. Producida la gelificación, se agrega agar al 0,5 % en solución salina, en un volumen igual a la mitad del anterior. Después de la solidificación se cubre todo con un volumen de agar al 1 % fundido, mezclado con igual volumen de la solución antigénica. Antígenos y anticuerpos migrarán hacia la zona media e interaccionarán desencadenándose la precipitación cuando las concentraciones sean las óptimas. Estando la difusión en relación directa con la concentración de la sustancia que difunde, la banda de precipitación estará más próxima a la zona del antígeno cuando hay exceso de anticuerpo, y ocurrirá lo inverso en caso contrario. Este es un buen método cualitativo que permite demostrar varios sistemas reactivos simultáneos, cosa que no ocurre en la precipitación en medios líquidos. Pueden detectarse hasta 10 µg/ml de anticuerpo. Difusión doble bidimensional Un interesante método de doble difusión en placas fue descripto por Oüchterlony. Consiste en enfrentar en pequeñas perforaciones efectuadas en el agar, y a distancias convenientes, las soluciones de antígeno y de anticuerpo. Al difundir ambos y ponerse en contacto, producirán una banda de precipitación cuando estén en la relación óptima. Con esta técnica puede tenerse una idea de las relaciones entre los pesos moleculares de los antígenos y anticuerpos reaccionantes. Trabajando con concentraciones óptimas de Ag y de Ac, si la banda de pecipitación formada es recta, indica que los pesos moleculares de ambos son muy próximos. Si la banda es cóncava con especto al reservorio del antígeno, señala que el peso molecular de éste es superior al del anticuerpo, siendo menor en el caso en que la banda presente convexidad. Todo esto es una consecuencia de las leyes generales de la difusión, que establecen que la distancia a la que una sustancia difunde está en relación directa con su concentración y en relación inversa con su peso molecular. Mediante esta metodología, es posible identificar varios sistemas reaccionantes simultáneamente, pues cada uno de ellos dará una banda de precipitación específica y, además, investigar reacciones cruzadas, pues en estos casos habrá fusión de bandas. Originariamente Oüchterlony describió, de acuerdo a este hecho, tres tipos de reacciones. Fueron denominadas como reacciones de identidad, no identidad e identidad parcial. En el primer caso, los dos sistemas reactivos se funden en una única banda de precipitación. Si los sistemas no son iguales (reacciones de no identidad), cada uno reacciona independientemente originando bandas de precipitación que se cruzan. Cuando uno de los antígenos analizados tiene algún componente capaz de dar una reacción cruzada con el anticuerpo elaborado por el otro (identidad parcial), las bandas de precipitación de ambos sistemas se unen y funden parcialmente en una banda, apareciendo una prolongación o espolón en la correspondiente al antígeno que se empleó para la obtención del antisuero. Esto indica que en este antígeno hay componentes antigénicos no compartidos con el restante. Difusión radial (Técnica de Mancini) Cuando un antígeno es colocado en un orificio circular practicado en una placa de agar, al cual se adicionó anticuerpo monoespecífico, difunde en forma radial y, de acuerdo con los principios básicos de la difusión, el diámetro del halo de precipitación está en relación directa con su concentración. Si a esta operación se la efectúa colocando en varios orificios de la placa cantidades variables conocidas del antígeno específico para el antisuero mezclado con el agar y se lo deja a temperatura ambiente hasta que el halo de precipitación no se modifique, con los resultados obtenidos se puede confeccionar una curva relacionando el diámetro de los halos de precipitación con las correspondientes concentraciones antigénicas. Esta curva permite calcular la concentración de ese mismo antígeno en cualquier muestra desconocida. La difusión radial se utiliza en la cuantificación de proteínas que se encuentran presentes en mezclas complejas como lo son los componentes del suero humano. Es indispensable disponer para ello de antisueros monoespecíficos destinados a los antígenos que se quieren valorar. Bibliografía http://www.ub.es/biocel/wbc/tecnicas/anticuerpos.htm#arriba Inmunología e Inmunoquímica. Margni, R. A., 5° edición Editorial Médica Panamericana 1996.