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TEMA 13- EL ARTE DEL RENACIMIENTO EN ESPAÑA. ARQUITECTURA (EL
PLATERESCO, EL PURISMO Y EL ESTILO ESCURIALENSE). ESCULTURA
(BERRUGUETE Y JUAN DE JUNI). PINTURA: EL GRECO.
El Renacimiento Italiano influyó en España entre fines del siglo XV y principios del
siglo XVI. España, y especialmente la Corona de Aragón, había mantenido estrechas
relaciones con Italia durante buena parte del siglo XV, pues los monarcas catalanes
habían intervenido repetidamente en los asuntos italianos (Sicilia y Nápoles). Uno de
estos monarcas, Alfonso V el Magnánimo, se instaló en Nápoles y se convirtió en un
mecenas renacentista a mediados del siglo XV. Estos contactos explican en parte las
tempranas muestras del Renacimiento en España.
Así el Renacimiento Italiano influyó en España desde fines del siglo XV. Ya entonces,
durante el reinado de los Reyes Católicos la música y la literatura hispanas reflejaban la
influencia renacentista: Jorge Manrique, el Marqués de Santillana, Juan del Encina, etc.
Por su parte, la influencia en las artes plásticas se retrasó algo hasta principios del siglo
XVI.
Este retraso se explica en parte por la fuerza del Arte Isabelino en Castilla, un estilo
artístico impulsado por los propios Reyes Católicos como arte de propaganda política.
Este Arte Isabelino pertenece más bien al estilo Gótico Tardío muy influido por el
Estilo Flamígero de Flandes y del Norte de Europa. De este modo lo italiano aparece a
principios del siglo XVI como una nueva moda extranjera que penetra en España a
duras penas y que debe luchar contra el Gótico Isabelino local más ligado a los estilos
nórdicos.
Las instituciones que favorecieron la penetración del Arte del Renacimiento Italiano en
España fueron los propios gobernantes que sucedieron a los Reyes Católicos,
especialmente el Cardenal Cisneros (regente de Castilla hasta 1517), Carlos V (que
mandó construir el Palacio Renacentista de La Alhambra) y Felipe II (que hizo construir
El Escorial). El Renacimiento también fue impulsado por la alta nobleza castellana
contagiada de los ideales renacentistas, (por ejemplo, los Mendoza), las universidades,
la iglesia, etc. Sin embargo, en España no hubo mecenas humanistas de la talla de los de
Italia, además éstos fueron rápidamente eclipsados por el mecenazgo de los reyes y la
iglesia.
Una de las vías de penetración del Renacimiento Italiano fue la llegada de artistas
italianos a España (Torrigiano, Domenico Fancelli, los hermanos Leoni) o los artistas
españoles que viajaron a Italia y volvieron a España para plasmar el aprendizaje
conseguido en tierras italianas (Diego de Siloé, Bartolomé Ordóñez, Pedro Berruguete,
etc.).
No conviene exagerar, de todos modos, la importancia del Humanismo en la España del
siglo XVI. Los ideales humanistas encarnados por el Erasmismo chocaron aquí con la
Inquisición Española fundada en 1492 y posteriormente con el triunfo de la
Contrarreforma. El Renacimiento Español tiene así un matiz más religioso y menos
profano que el Renacimiento Italiano, además el Arte Renacentista Español es a veces
superficial, y se centra en lo ornamental sin plantearse los principios esenciales del
Renacimiento Italiano.
ARQUITECTURA RENACENTISTA EN ESPAÑA
La Arquitectura del siglo XVI en España se puede subdividir en dos épocas:
Estilo Plateresco (dos primeros tercios del siglo XVI).
Estilo Herreriano o Purista (Manierismo-tercer tercio del siglo XVI).
EL ESTILO PLATERESCO Y OTRA OBRAS RENACENTISTAS
CONTEMPORÁNEAS
La denominación Estilo Plateresco proviene del juicio equivocado que hicieron los
escritores del siglo XVI (Ortiz de Zúñiga), al comparar la compleja decoración de los
edificios (horror vacui), con la labor de los plateros. Hoy en día es una denominación
muy criticada, pues ese no es su origen.
El Plateresco es más un estilo decorativo que un estilo arquitectónico, pues la mayor
parte de los edificios que llevan esta decoración mantienen una estructura gótica (por
ejemplo la fachada de San Esteban de Salamanca), no obstante, junto a estos edificios
gótico-platerescos, existen construcciones con una nueva estructura renacentista más
parecida a la italiana (así ocurre en palacios como el Alcázar de Toledo). Incluso ocurre
que ambos estilos se mezclan entre sí (como en el Colegio de Valladolid) e incluso con
la tradición mudéjar española (como ocurre en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá
de Henares).
El Plateresco hereda muchos elementos del Gótico Isabelino: el gusto por las fachadasretablo, la representación de la heráldica, las cresterías, el horror vacui. Así, es
interesante comparar la Fachada de la Universidad de Salamanca de Estilo Plateresco,
con la del Colegio de San Gregorio, edificio isabelino de Valladolid. A pesar de que los
motivos decorativos son muy distintos en ambos edificios, éstos se emplean de forma
similar y consiguen un efecto semejante.
Muchos elementos ornamentales del Plateresco provienen del Arte Italiano: los
grutescos, los tondi o medallones, los putti o amorcillos, las hornacinas rematadas por
veneras, los sillares almohadillados, las columnas con proporciones clásicas, encintadas
o abalaustradas, la superposición del dintel al arco, etc.
Ocasionalmente, este primer Renacimiento Español se plantea una imitación no sólo
ornamental sino también estructural de los edificios italianos. Así ocurre en los palacios
de planta cuadrada con patio interior formado por una arquería en forma de loggia (por
ejemplo el Hospital de Afuera en Toledo). Incluso en algún caso encontramos la
imitación del estilo de Bramante (Patio interior del Palacio de Carlos V en Granada) y la
aplicación del principio de planta centrada a las iglesias (como ocurre en la Catedral de
Granada).
Los principales centros del Plateresco fueron:
Salamanca “la capital plateresca”, se convirtió en un importante centro humanista
gracias a su universidad. Es inevitable ver en la fachada de la Universidad de Salamanca
(anónima) la huella del arte del Gótico Final: arcos rebajados, fachada-retablo,
heráldica, cresterías e incluso imitación de pináculos, sin embargo, la abigarrada
decoración está formada por elementos platerescos (medallones, grutescos, putti, etc.).
Burgos: La Catedral de Burgos centró buena parte de las realizaciones platerescas como
ocurre con su cimborrio, sin embargo, la obra plateresca más genuina es la Escalera
Dorada de Diego de Siloé. En ella apreciamos múltiples elementos platerescos, la
superposición del dintel al arco, etc. Incluso sus escalones curvos nos recuerdan una
obra manierista: la escalera de la Biblioteca Laurenciana de Miguel Ángel.
Toledo: El Alcázar de Toledo fue realizado por Alonso de Covarrubias tras el fracaso de
la Rebelión de los Comuneros. Este palacio-fortaleza se asemeja a los palacios
renacentistas italianos en los que se combina el aspecto recio al exterior, acentuado por
sus cuatro torres y el almohadillado, con la gracilidad y elegancia del patio interior
formado por dos pisos de arcos de medio punto que cabalgan sobre columnas exentas de
estilo compuesto. Covarrubias también realizó el hospital de la Santa Cruz.
Rodrigo Gil de Hontañón realizó la Fachada de la Universidad de Alcalá de Henares,
una fachada no muy recargada en la que destacamos su cuerpo central enmarcado por
columnas pareadas y rematado con frontón, así como el complejo enmarcamiento de las
ventanas.
Granada: la capital Nazarí se convirtió tras su conquista en la sede de los Reyes
Católicos durante un tiempo así como la de Carlos V, también radicó en ella la nueva
chancillería. Todo ello convirtió a Granada en un foco político y artístico de primer
orden en la primera mitad del siglo XVI. Así hay que destacar su catedral, proyectada
en un principio con una planta gótica que recuerda a la de la Catedral de Toledo. La
intervención en ella a partir de 1520 de Diego de Siloé supone una transformación del
proyecto. Así, Siloé cierra el presbiterio a la nave y lo convierte en un cuerpo casi
independiente de planta centrada dentro de un cuerpo longitudinal (ello provoca una
cierta ambigüedad en la planta). Asimismo, las bóvedas góticas se superponen a pilares
con columnas adosadas de proporciones clásicas.
Una excepción al Plateresco es la obra de Pedro Machuca que construyó el Palacio de
Carlos V en la Alhambra de Granada. Machuca es un seguidor de Bramante, por eso
renuncia a una decoración abigarrada, especialmente en el patio interior del palacio y se
limita a realizar una columnata en dos pisos, de planta circular, adintelada con
superposicion de órdenes y prácticamente desnuda de decoración. El sobrio estilo
toscano del piso inferior recuerda a la desnudez decorativa del estilo de Bramante. El
exterior es bastante más decorado pero con una fuerte influencia italiana manifestada en
su recio almohadillado y sus columnas pareadas.
ARQUITECTURA HERRERIANA ESCURIALENSE O PURISTA
El último período de la arquitectura renacentista española recibe su nombre de Juan de
Herrera, arquitecto de El Escorial, palacio, monasterio y panteón real, construido por
Felipe II a partir de 1570.
Juan de Herrera es un seguidor de Bramante, y aplica los principios de éste a rajatabla.
Su arquitectura busca así la simplicidad decorativa más absoluta y la limpieza de líneas.
De este modo, el Estilo Escurialense o Purista significa una reacción radical contra el
Plateresco, y en concreto contra el recargamiento decorativo de éste. Asimismo, el
Herreriano renuncia a todo resto de Arte Gótico que aún permanecía en las obras
platerescas.
El edificio más famoso del Estilo Herreriano es El Escorial: monasterio, palacio y
panteón real construido por Felipe II. La planta de El Escorial tiene ciertas similitudes
con el proyecto de Bramante para el Vaticano. Así tiene una estructura cuadrangular
con torres en sus vértices, mientras la planta de la iglesia se sitúa de forma ambigüa
entre la planta longitudinal y la planta centrada. Alrededor de la iglesia se construye una
auténtica “parrilla” de patios y galerías que parecen inspirarse en los hospitales de
planta cruciforme típicos del Gótico Isabelino. El alzado recuerda nuevamente la
arquitectura de Bramante, por la utilización del estilo toscano, el más sobrio de todos.
Las ventanas carecen de enmarcamiento, todo ello para acentuar la desnudez decorativa.
Los chapiteles piramidales de pizarra que coronan las torres serán típicos del Barroco
Español. Esta arquitectura sobria y robusta de El Escorial ha sido puesta en conexión
con el carácter austero y decidido del rey Felipe II y la orientación religiosa y
contrarreformista de su política.
ESCULTURA DEL RENACIMIENTO EN ESPAÑA.
Los escultores españoles del Renacimiento imitaron el arte de los italianos
estrechamente, sin embargo, las diferencias técnicas y temáticas son muy marcadas. En
España triunfó sobre todo la escultura de madera de los retablos decorada con la técnica
del estofado. Esta preferencia tenía como precedente la escultura del Gótico Isabelino
(recuerda los retablos de madera de Gil de Siloé) que a su vez debía mucho a la
escultura alemana en madera. La escultura de madera pintada recibe a partir del
Renacimiento el nombre de Imaginería, y tendrá un enorme éxito durante el Barroco,
convirtiéndose en una manifestación cultural típicamente hispánica ligada a la
celebración de la Semana Santa: los pasos procesionales.
El arte escultórico italiano llegó a España gracias a las obras italianas que, en un
principio fueron importadas. Posteriormente los propios artistas italianos (Fancelli,
Torriggiano) acudieron a España y los españoles (Diego de Siloé, Bartolomé Ordóñez),
viajaron a Italia.
Materiales y técnicas: domina la escultura de madera policromada, el mármol y el
alabastro. La técnica del estofado consiste en cubrir las vestiduras de la escultura de
madera con pan de oro, pintar encima de éste y esgrafiar la pintura para permitir que el
oro se vislumbre a través de la pintura. Para las partes desnudas se utilizan las
carnaciones, una especie de pasta más viscosa de color carne. Normalmente el escultor
no es quien aplica la policromía a las estatuas, sino que esto lo hace un taller
especializado en la técnica del estofado. A menudo estos pintores son artistas de primera
fila. Así, la elaboración de retablos se convierte en una tarea de grupo o de taller, similar
a la que llevaban a cabo los canteros y escultores medievales.
Soporte: la portada, tan típica de la Edad Media, pierde importancia como soporte, uno
de los soportes más típicos de la escultura es el retablo renacentista que consta de zócalo
(a veces de piedra), cuerpos y calles en cuadrícula y ático. Los cuerpos están separados
por entablamentos y las calles por columnas (a menudo se superponen los órdenes) y
entrecalles. Otro soporte típico es la tumba en forma de túmulo con estatua yacente o de
forma frontal bajo arco (con precedentes también en el Gótico Isabelino). Otro tipo de
soporte es el trasaltar, relieve situado tras el presbiterio de la iglesia gótica, cara a la
girola (por ejemplo, el trasaltar de la Catedral de Burgos). También es muy habitual el
relieve realizado sobre sillería de coro de madera (respaldos, misericordias, etc.) (por
ejemplo, la sillería de coro de la Catedral de Toledo).
Temática: domina el tema religioso y funerario.
Elementos formales: la escultura renacentista española tiene los mismos elementos
formales que la escultura italiana. En ella hay idealismo, una gran preocupación por las
proporciones, la anatomía y la belleza. También hay una indicación del movimiento en
potencia, fruto de la influencia de Miguel Ángel. Sin embargo, hay que diferenciar
etapas.
A principios del siglo XVI la escultura renacentista española tiene aún caracteres
clásicos similares a los del Quattrocento Italiano: Fancelli (Tumba de los Reyes
Católicos en Granada), Vasco de la Zarza (Sepulcro de El Tostado de la Catedral de
Ávila), Felipe Vigarni (Trascoro de la Catedral de Burgos), Felipe Vigarni y Diego de
Siloé (Retablo de la Capilla del Condestable de la Catedral de Burgos)
En una segunda generación, a mediados del siglo XVI, la escultura española se puede
considerar manierista, especialmente por la insistencia en la expresión del pathos, la
utilización de estructuras compositivas complejas como la serpentinata, el dramatismo y
los gestos y movimientos apasionados, etc. Aquí destacamos las figuras de Alonso de
Berruguete y Juan de Juni.
A fines del siglo XVI, y muy relacionados con la obra de El Escorial, tenemos la obra
clasicista de los Hermanos Leoni.
Vamos a describir las
Valoración estética y simbolismo: la escultura española adolece a veces de cierta
imperfección técnica (así ocurre, por ejemplo con Alonso Berruguete), sin embargo, se
puede considerar como una escultura muy apasionada, de una gestualidad teatral, muy
acorde con las ideas de la Contrarreforma sobre una religión más dirigida a los
sentimientos y al corazón que a la cabeza.
Funcionalidad: religiosa y funeraria. La funcionalidad religiosa busca despertar
sentimientos de piedad en el cristiano. Así se persigue despertar este sentimiento
enfatizando el dramatismo del martirio de Cristo y los santos. Esta tendencia continuará
durante el Barroco haciéndose aún más intensa. Las estatuas funerarias buscan
ennoblecer al difunto destacando su posición social, pero a menudo se utiliza también
para ensalzar sus virtudes como personaje culto, humanista, etc (Sepulcro de El
Tostado). A veces se le compara con un modelo clásico (Carlos V y el Furor).
Segundo Tercio del siglo XVI
Este período se puede considerar como manierista por la influencia de Miguel Angel:
utilización del pathos en la expresión, las estructuras compositivas complejas y la
expresión del movimiento a veces dramático y distorsionado. Valladolid se convierte en
el gran centro de la escultura castellana.
Alonso Berruguete realizó el Retablo de San Benito en Valladolid del cual
conservamos el Sacrificio de Isaac, el Martirio de San Sebastián, la Adoración de los
Magos), también llevó a cabo parte de la Sillería de Coro de la Catedral de Toledo.
Berruguete adolece a menudo de ciertas deficiencias técnicas e incluso de un acabado
descuidado y chapucero, sin embargo, el resultado final es de una enorme fuerza y
apasionamiento que recuerda a Miguel Ángel, por eso se considera el más importante de
los escultores españoles del Renacimiento. El martirio de San Sebastián (1526-1532)
muestra la enorme influencia de un Miguel Ángel muy avanzado (véanse los esclavos
de la tumba de Julio II) con ese desequilibrio inestable, creando una sensación de
inquietud aumentada por la serpentinata y el pathos en el rostro.
Juan de Juni de origen francés, realizó el Santo Entierro del Museo de Valladolid. Es
más moderado que Berruguete, pero sus esculturas también reflejan el pathos en rostro y
manos (esto tendrá mucha influencia en Gregorio Fernández, escultor vallisoletano del
Barroco).
PINTURA DEL RENACIMIENTO.
La evolución de la pintura del Renacimiento Español tiene muchas similitudes con la de
la escultura. El Renacimiento Italiano penetra así primero en su faceta clásica
(influencia de Leonardo y Rafael), y posteriormente en su período Manierista.
Formalmente la pintura renacentista española imita muchos de los elementos italianos
(idealismo, perspectiva lineal, composiciones axiales, etc.).
Las diferencias más fuertes se aprecian en la temática, así en el Renacimiento Español
domina la temática religiosa y el retrato y queda completamente fuera de lugar la
temática erótica, y el paisaje pasa a un plano secundario.
Se utiliza como soporte la pintura de caballete, pero también es bastante habitual el
retablo sobre tabla.
Entre los pintores españoles del primer Renacimiento tenemos a Juan de Juanes, Pedro
Berruguete y Luis de Morales “El Divino”.
Pedro Berruguete llevó a cabo su aprendizaje en Italia, (en la corte de Urbino), sin
embargo, en su obra mezcla las influencias del Estilo Italiano con el Flamenco de moda
en Castilla durante el Reinado de los Reyes Católicos. Esta mezcla se aprecia en el
Retablo de Paredes de Nava (Palencia) o en la Anunciación de la Cartuja de Miraflores.
Luis Morales “el Divino” de Badajoz ya puede ser considerado como un pintor
manierista. En la Virgen con el Niño muestra la influencia de las madonas de Leonardo
y Rafael: idealismo, belleza física e incluso cierto grado de erotismo, sfumatto,
iluminación direccional, etc.)
El pintor más importante del siglo XVI en España fue El Greco. Nacido en Creta, pasó
por Venecia y acudió a España hacia 1570 para trabajar en El Escorial. Sin embargo, su
pintura no gustó a Felipe II y se retiró a Toledo, donde obtuvo numerosos encargos, (a
pesar de que su pintura tampoco gustó al Cabildo de la Catedral). A pesar de la calidad
de su arte, no tuvo seguidores.
La pintura de El Greco sintetiza tres influencias: Creta, Venecia y España.
La pintura de El Greco está influida por su aprendizaje en Creta. El modelo de los
iconos bizantinos se aprecia en su tendencia a la espiritualidad y a cierto
convencionalismo en los rostros.
En Venecia El Greco se familiarizó con el Manierismo de la Escuela Veneciana (colores
brillantes y estridentes, perspectivas laterales, personajes de espaldas, acumulación de
personajes en el primer plano y ventana de perspectiva, anamorfismo, deformación y
falseamiento del espacio).
Estos elementos se sintetizaron en una pintura intensamente espiritual y religiosa,
cuando El Greco recaló en Toledo en el ambiente religioso de la Contrarreforma.
El manierismo de El Greco iba en contra de los ideales religiosos de la Iglesia Española.
Para la Contrarreforma era importante despertar la piedad de los fieles representando
los hechos religiosos con el mayor realismo posible, por contra, el Greco pinta un
mundo irreal y profundamente subjetivo. Esta sensación viene acentuada por la
utilización de extraños colores, el acentuado anamorfismo de las figuras y la
deformación imposible del espacio.
El martirio de San Mauricio y la Legión Tebana: el Greco presentó esta pintura para
conseguir trabajo en el Escorial, pero a Felipe II no le gustó, precisamente por su
carácter irreal y por no dar protagonismo al martirio en sí, sino a un momento
secundario desde el punto de vista de la doctrina cristiana (dar importancia a lo
secundario es muy manierista). El cuadro representa tres momentos de la historia, en
primer plano San Mauricio y sus hombres comentan la conveniencia o no de aceptar el
martirio (dar importancia a este momento de duda es precisamente lo que no gustó al
rey). Estos personajes parecen realizar así un extraño “baile”, fruto de la representación
de una misma figura en contraposto representada desde tres perspectivas diferentes. Esta
primera escena ocupa todo el primer plano, mientras el martirio en sí aparece en
segundo plano en una ventana de perspectiva. En el cielo, los ángeles, en forma de
gloria triangular acogen el alma de los mártires en unos complejos escorzos. La obra da
una gran sensación de irrealidad. A ello contribuye la extrañeza del paisaje descarnado y
la deformación e incongruencia del espacio en sí (vemos simultáneamente una escena
que ocurre encima de nosotros y otra que ocurre bajo nosotros). Algunos personajes
nos observan desde la primera escena en esa “presión hacia el exterior” típicamente
manierista.
El Expolio: pintada por encargo del Cabildo de Toledo para la sacristía de la catedral,
representa el momento en el que los sayones se disponen a arrebatar a Cristo la túnica
antes de la crucifixion. Esta pintura, a pesar de su intensa espiritualidad y teatralidad no
gustó al cabildo, pues incurría en algunas inexactitudes como la presencia de las tres
Marías en la escena (según los evangelios no estaban allí). Sin embargo, hoy podemos
decir que El Greco nos somete a un juego visual típicamente manierista. ¿Realmente
están allí las tres Marías, o son espectadoras de una escena que está a su vez en un
cuadro o en su imaginación?. Resulta que si estas tres figuras cortadas por la cintura
realmente están allí se produce una incongruencia en la representación del espacio, pues
si bien vemos la escena a la altura de los ojos de Cristo, se nos obliga a mirar al sayón
de primer plano desde muy arriba. El intenso rojo de la túnica de Cristo produce una
extraña sensación pues destaca intensamente sobre los colores fríos de su alrededor,
aparte de esto rompe el equilibrio cromático de la composición. Es como si la figura de
Cristo iluminada a su vez por una luz misteriosa que sale de sí misma se “elevara”
espiritualmente sobre los personajes que le rodean que a su alrededor parecen meras
sombras.
El Entierro del Conde de Orgaz. Esta obra la realiza para la Iglesia de Santo Tomé de
Toledo y conmemora la legendaria aparición de San Lorenzo y San Agustín en el
entierro del Señor de Orgaz. El espacio del primer plano, real, está limitado por un muro
de personajes que impiden que se aprecie la perspectiva tras ellos. En ese muro se
aprecia una galería de retratos de la época de El Greco (él se autorretrata mirando al
espectador así como su hijo). En la obra existe una división entre el mundo real de la
tierra (pintado de una manera más realista) y el mundo de cielo (pintado de una manera
más difuminada e irreal). El sacerdote del primer plan establece un contacto visual con
lo que ocurre en el cielo, mientras un ángel en un prodigioso escorzo une ambos
mundos haciendo ascender el alma del Conde al cielo.
VOCABULARIO (10)
Venera
Columna encintada
Columna abalaustrada
Artesonado
Estofado
Imaginería
Carnación
Trasaltar/trascoro
Sillería de coro
Misericordia