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Buenos Aires, 22 de Octubre de 2010
Nº 792
La puja distributiva
Paritarias e inflación en 2011
 La fuerte aceleración en la suba de precios –especialmente en alimentos- una
vez comenzadas las negociaciones paritarias impulsó mayores reclamos
nominales por parte de los gremios.
 Por caso, a principios de año se pensaba que el incremento del salario mínimo
docente alcanzado (23,5%) podía funcionar como una pauta de referencia. Sin
embargo, a mediados de año las subas acordadas se ubicaron en torno de 30%.
 Los incrementos firmados en los primeros convenios fueron quedando
rezagados en la carrera entre precios y salarios. Por ello no sorprende que estos
hayan agudizado reclamos para reabrir paritarias antes de fin de año.
 Este año –como sucedió en 2007- la inflación superó las expectativas previstas.
Por ello es lógico, que los gremios que percibieron menores subas exijan algún
tipo de compensación para revertir la pérdida de salario real.
 Además, el nuevo shock en el precio de la carne representa un incremento
añadido a la fuerte suba de los alimentos que puede elevar la proporción de
trabajadores que reclamen una mejora este mismo año.
 Más allá de cómo cierre el año, acortar los períodos de revisión de los contratos
laborales es una opción peligrosa que puede generalizarse en la práctica: un
único ajuste anual requiere de una inflación baja y predecible.
 En 2011, los trabajadores pueden elevar sus reclamos para no repetir lo
sucedido este año. Para peor, las expectativas inflacionarias se ubican en 30%
para los próximos doce meses.
 En buena medida el resultado de las paritarias definirá el año si la inflación se
acelera o no, pues desempata entre fuerzas que contienen las presiones
inflacionarias y otras que las exacerban.
 En 2011 el dólar y los subsidios seguirán funcionando como un ancla nominal de
la economía, mientras que la política fiscal y la monetaria serán muy
expansivas.
 El problema es que en un año electoral los incentivos a aplicar una política de
ingresos moderada son escasos.
 En síntesis, si no existen shocks como la intensa suba de precios de la carne y
los aumentos salariales se ubican en torno de los niveles de este año, la
inflación se mantendría en niveles similares a los de 2010.
 En cambio, si la mayoría de los acuerdos cierran por encima del 30%, el
traslado a precios del mayor costo de la mano de obra exacerbará aún más las
presiones inflacionarias, especialmente en el sector servicios.
La aceleración de la inflación impulsa reclamos salariales
Las negociaciones paritarias de 2010 se desarrollan en un marco complejo. No
existió una pauta salarial de referencia y los reclamos gremiales se basaron no sólo
en la inflación pasada sino que tuvieron un componente significativo de
expectativas.
En el comienzo de las negociaciones, hubo una fuerte aceleración en la suba de
precios -especialmente en alimentos- que impulsó reclamos por mayores subas. Por
caso, a principios de año se pensaba que el incremento del salario mínimo docente
alcanzado (23,5%) podía funcionar como una pauta de referencia. Sin embargo, a
mediados de año los incrementos acordados se ubicaron en torno de 30%.
De hecho, los aumentos firmados en los primeros convenios fueron quedando
rezagados en la carrera entre precios y salarios. Por ello no sorprende que varios
gremios (docentes, tabaco, bancarios, UTA1 y Luz y Fuerza) hayan agudizado
reclamos para reabrir paritarias antes de fin de año.
Esta dinámica es similar a la ocurrida en 2007. Ese año la fuerte aceleración de
los precios impulsó en el último trimestre la reapertura parcial de paritarias, cuando
varios gremios consiguieron un “plus” no remunerativo para suplir la pérdida de
poder adquisitivo por una inflación superior a la prevista.
Si bien a mediados de 2008 existía la posibilidad de una renegociación a fines de
año (por el fuerte aumento de los alimentos durante el conflicto con el campo), el
estallido de la crisis global enfrío los reclamos. La desaceleración de la inflación y la
caída de la actividad también acotaron las subas salariales en 2009.
Este año –como sucedió en 2007- la inflación real terminó superando las
expectativas previstas hace doce meses. Según el relevamiento elaborado por la
Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), en el último trimestre de 2009 de las
expectativas de inflación se ubicaba en torno de 22,5% y ya en septiembre de 2010
la suba de precios rozaba el 25% anual.
Por ello es lógico, que los gremios que percibieron menores subas exijan algún
tipo de compensación para revertir la pérdida de salario real. Más aún, el nuevo
shock en el precio de la carne puede aumentar la proporción de trabajadores que
reclamen una mejora este mismo año.
En los últimos dos meses el Índice Novillo trepó 26% y los aumentos ya se están
trasladando a los mostradores. El problema es que en lo que va de 2010 el rubro
alimentos y bebidas subió en promedio 31% i.a.
1
En particular, UTA consiguió una suba adicional que eleva al 27% el incremento salarial este año.
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Más allá de cómo cierre el año, los niveles actuales de inflación generan dudas
sobre la modalidad de los acuerdos. Acortar los períodos de revisión de los
contratos laborales es una opción peligrosa que puede generalizarse en la práctica:
un único ajuste anual requiere de una inflación baja y predecible que sólo se
observa en las estadísticas públicas.
La política de ingresos jugará un rol clave en 2011
La renegociación salarial de aquellos gremios que quedaron rezagados en la
carrera precios-salarios no sienta un buen precedente para las paritarias de 2011.
Los trabajadores pueden elevar sus reclamos (sobreestimar la inflación futura) para
no repetir lo sucedido este año y en 2007.
Para peor, la suba del precio de la carne vacuna registrada en octubre -bien
salario por excelencia- impulsa al alza las expectativas inflacionarias. De hecho,
según relevamientos de la UTDT, la mitad de los encuestados espera una inflación
de 30% ó superior para los próximos 12 meses.
A esto se le suma que el año que viene hay elecciones presidenciales, por lo que
las próximas negociaciones paritarias lucen muy complejas. Si bien se esperan
mayores reclamos salariales del sector registrado, no está claro si los incrementos
efectivos serán similares o superiores a los de éste año.
Si sucede lo primero, las variables nominales de la economía podrían
estabilizarse pero si ocurre lo segundo, lo más probable es que la suba de precios
se acelere aún más el año próximo.
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En buena medida las paritarias definen la aceleración de los precios, pues
terminan desbalanceando un delicado equilibrio entre las fuerzas que contienen las
presiones inflacionarias y las que la exacerban. En 2011 el dólar y los subsidios
seguirán funcionando como un ancla nominal de la economía, mientras que la
política fiscal y la monetaria serán muy expansivas.
No es novedad que el gasto público crece en la mayoría de los países en años
electorales pero el problema de Argentina es que el rojo fiscal se está financiando
crecientemente con recursos del BCRA.
La utilización de reservas del Central y la emisión de pesos para financiar al
Tesoro (adelantos transitorios y/o utilidades contables) implica mayor inflación pues
la política monetaria está subordinada a los objetivos fiscales.
Además, anclar el valor del dólar sirve para acotar las expectativas cambiarias
pero no alcanza para frenar la suba de precios. Vale destacar igualmente que a
medida que la pérdida de competitividad se profundiza, la aceleración de las
compras externas (proceso inverso a la sustitución de las importaciones) puede
acotar más la suba de precios.
Pese a que el ancla cambiaria puede ser más efectiva (si no se restringen las
compras externas) y los subsidios mantendrán a raya la suba de precios de los
servicios públicos, estas dos aristas no alcanzan para contrarrestar el sesgo
expansivo de la política fiscal y monetaria.
El problema es que en un año electoral los incentivos a aplicar una política de
ingresos moderada son escasos. Sin una pauta coordinadora decreciente de precios
y salarios la inflación no va a desacelerarse, especialmente en un contexto mundial
en el que el dólar pierde terreno y suben fuerte las commodities alimenticias.
En síntesis, si no existen shocks como la intensa suba de precios de la carne y
los aumentos salariales se ubican en torno de los niveles de este año, la inflación se
mantendría en niveles similares a los de 2010.
En cambio, si la mayoría de los acuerdos cierran por encima del 30%, el traslado
a precios del mayor costo de la mano de obra exacerbará aún más las presiones
inflacionarias. Especialmente en los servicios, donde los salarios son la parte más
significativa de los gastos.
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