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Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. UNAN – Managua
Facultad Regional Multidisciplinaria. Estelí.
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE NICARAGUA.
FACULTAD REGIONAL MULTIDISCIPLINARIA.
Asignatura
Carrera
Año Académico
Tema No. I
Profesor
:
:
:
:
:
Economía Agrícola.
Economía.
II Año.
La economía agrícola como ciencia social aplicada.
Mauricio Navarro Zeledón.
Tema No. I. La economía agrícola como ciencia social aplicada.
1. De que trata la economía agrícola.
Economía agrícola o economía agraria es la rama de la ciencia económica que estudia la
especificidad del sector agropecuario y sus múltiples interrelaciones con el conjunto de la
economía.
La economía agrícola aplicó originalmente los principios de economía a la agricultura, y la
ganadería una disciplina conocida como "agronómica". La agronómica como rama de la
economía se ocupó específicamente de uso de tierra y la aplicación de los métodos económicos
para optimizar las decisiones tomadas por los productores agropecuarios. Se centró en cómo
maximizaba el rendimiento de las cosechas a la vez que se sostenía el ecosistema del suelo. A
lo largo del siglo XX la disciplina se amplió y su alcance actual es mucho más amplio. La
economía agrícola incluye hoy una variedad de áreas aplicadas, teniendo considerables
intersecciones con la economía convencional.
Historia y campos de estudio.
Un precursor de la economía agrícola, con el enfoque del productor agrícola, fue Olivier de
Serres (1539-1619), en su obra fundadora de la Agronomía, Le Théatre d'agriculture et mesnage
des champs.
Renta del suelo
Los economistas propiamente dichos se ocuparon más al principio de las interrelaciones del
sector con el sistema económico, problema abordado por François Quesnay (1694-1774) en el
Tableau économique, modelo fisiócrata según el cual solamente las actividades del sector
primario, como la agricultura, son productivas y generan la renta al propietario de la tierra y las
ganancias al otro sector, comercial, financiero e industrial
Posteriormente el tema de la renta del suelo centró muchas de las discusiones sobre economía
agraria. Adam Smith (1723-1790) consideró que la tierra como bien escaso genera una renta
semejante a la de todo monopolio David Ricardo (1722-1823) afirmó que la renta era la porción
del producto de la tierra que se paga al propietario por el uso de "las fuerzas originarias" del
suelo y por tanto varía según la calidad y ubicación del terreno.
Karl Marx optó por distinguir entre la "renta absoluta" que resulta de la concentración de la
propiedad de la tierra y la "renta diferencial" que resulta de la calidad y localización del suelo. 5
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Henry Charles Carey (1793-1879) desde Estados Unidos cuestionó las tesis de Smith y Ricardo
sobre la renta en cuanto que consideró que siempre habría disponibles tierras de calidad y
tecnología que permitiera producir más.6 Carey mostraba como alternativa al modelo europeo, el
modelo norteamericano de tierras disponibles y proteccionismo. El italiano Francesco Ferrara
(1810-1850) acogió las tesis de Carey sobre la renta y la asimilación de la tierra a una mercancía
cualquiera que solamente se valoriza por el aporte del capital y el trabajo, pero abogó por el libre
comercio y las extensión de los análisis de mercado a la economía agraria.
Ámbito de estudio de la economía agrícola.
La economía agrícola es la parte de la economía general que estudia los problemas económicos
de la agricultura a actividades afines. En rigor, es sólo una rama de la economía aplicada, cuya
existencia se debe a la especialización profesional impuesta por el progreso y a la complejidad
creciente de la ciencia y de la tecnología contemporáneas. La economía agrícola no es una
disciplina autónoma, pues depende de la economía general para fundamentar sus
interrelaciones causales y para probar la validez de sus conclusiones.
Si partimos de que la economía es el estudio de los principios que determinan la asignación de
medios escasos entre fines competitivos cuando el objetivo de la asignación es elevar al máximo
el logro de los fines. Esta definición debe descomponerse para darle realce a cada una de sus
facetas.
El primer objetivo, implica el problema obvio de la eficiencia, o sea el objetivo inmediato de
obtener lo más con lo menos.
En segundo la distribución del ingreso que más convenga al logro de los fines que la comunidad
persigue.
En tercero, la necesidad de producir precisamente los bienes que la comunidad desea en las
cantidades necesarias.
En cuarto, la necesidad de emplear razonablemente, a niveles altos de ocupación, la fuerza de
trabajo.
En quinto, el logro de una asignación de los recursos más o menos satisfactoria entre la
producción para el presente y para el futuro (formación de capital): entre lo que se produce para
el consumo y lo que interviene en nuevas instalaciones y en los procesos necesarios para
asegurar y aumentar el consumo futuro.
En sexto, el mantenimiento de condiciones que faciliten la investigación y el desarrollo
tecnológico y permitan la invención o la adopción y adaptación de nuevos métodos de nuevos
productos y de formas de organización social más avanzadas.
La economía agrícola estudia los mismos principios y persigue finalidades idénticas a las de la
economía general, excepto que lo hace dentro del marco específico de la agricultura.
En el nivel macroeconómico, la economía agrícola estudia las interrelaciones causales entre lo
que ocurre en la agricultura y lo que acaece fuera de ella. Dentro de su propia jurisdicción, que
incluye la agricultura, propiamente dicha, la ganadería y la silvicultura, estudia las reacciones que
surgen de combinar los factores de la producción en las proporciones posibles, igual que las
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peculiaridades de la oferta y la demanda de los factores y de los productos. En ambos casos, su
finalidad última estriba en llegar a generalizaciones que, ajustándose a las características y
limitaciones propias de un país, de una región y de una etapa de desarrollo histórico, puedan
servir de guía para iniciar y llevar a cabo una política concreta y congruente de desarrollo
agrícola y de desarrollo general. Naturalmente, el estudio de los cambios sociales que
acompañan al desarrollo económico y que forman parte de éste constituye una parte esencial del
ámbito de esta disciplina.
2. Relación de la economía agrícola con otras ciencias.
Para deslindar el campo de la economía agrícola es preciso, en primer término, analizar los
diversos elementos que intervienen en su definición y, en segundo aclarar cuáles son las
relaciones que la ligan a otras ciencias y técnicas afines, tales como la antropología económica,
la agronomía y la administración agrícola.
Relaciones entre la economía agrícola y la antropología.
La economía agrícola tiene relaciones muy estrechas con la antropología económica. No
obstante existen entre ellas notorias diferencias. La principal estriba en que mientras el
economista agrícola se ha dedicado particularmente a estudiar las economías de cambio, el
antropólogo ha dirigido su atención, sobre todo en el principio, al estudio de la matriz cultural y
de los cánones de propiedad y de conducta de las sociedades primitivas.
El trabajo de los economistas agrícolas en las economías de cambio, y ocasionalmente en
algunas áreas de contacto entre las economías de cambio y las de subsistencia, por un lado y
las investigaciones de los antropólogos, por el otro, ha arrojado cierta luz sobre la dinámica del
desarrollo económico de las sociedades agrarias de subsistencia.
Sin embargo en muchos países las economías de autoconsumo constituyen la raíz que
sustentará el progreso económico y la única fuente de recursos internos para costear sus etapas
iniciales. A este nivel, los linderos entre la antropología económica y la economía agrícola
desaparecen tan pronto como se trata de investigar la forma en que las ecomunidades se
ajustarán psicológica, social cultural y políticamente a los cambios económicos y viceversa.
Relaciones entre la economía agrícola y la agronomía.
La agronomía es la ciencia que estudia las leyes que presiden las funciones de los vegetales, la
influencia del medio externo en que se viven de manera de modificar esta influencia en sentido
favorable para el agricultor. La diferencia fundamental entre la agronomía y la economía agrícola
consiste en que la primera estudia las relaciones entre insumos físicos y productos físicos para
llegar al “cómo”, mientras que la segunda debe dar respuesta a las cuestiones: ¿Qué producir?
¿Dónde? ¿Cuánto? y ¿Para quién?
Determinar cuál es la forma más eficaz de sembrar maíz en cierta región, qué variedad de
semillas es los más aconsejables y qué abonos e insecticidas deben usarse, compete al
agrónomo. Decidir si conviene fomentar la siembra de maíz para lograr la autosuficiencia, o si es
preferible importar los faltantes y señalar acuciosamente cuál sería el pro y el contra de cada una
de las medidas, es tarea que corresponde al economista agrícola.
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La selección de las razas, de los sistemas de cría y de los métodos de alimentación más
eficaces para satisfacer la demanda de alimentos de origen animal de una gran metrópoli, son
problemas cuyo estudio y solución caen dentro del dominio de la zootecnia y de las ciencias
afines.
Decidir si tal actividad resultaría conveniente o si sería preferible importar tales productos,
corresponde al economista agrícola de la misma manera que, en caso afirmativo, señalar dónde
debe localizarse la actividad y qué recursos deberán asignarse.
La agronomía y la zootecnia sólo pueden proporciona los datos necesarios para elevar la
productividad física al máximo, haciendo caso omiso de los costos, de las posibilidades de
sustitución económica y del combinación de factores de que resulten los rendimientos
marginales más elevados.
Relaciones entre la economía agrícola y la administración agrícola.
Entre la economía agrícola y la administración agrícola existen nexos estrechos, toda vez que
ambas disciplinas se ocupan de los mismos problemas, aunque a distintos niveles y en ámbitos
de magnitud diferente.
La administración agrícola toma como campo de estudio la empresa agrícola, y se propone como
finalidad última elevar el máximo de ingreso neto del agricultor o empresario, partiendo de la
cantidad limitada de recursos existentes en la empresa o unidad agrícola. Estudia la forma y los
medios de organizar la tierra y el trabajo, el capital, la aplicación de los conocimientos técnicos y
la capacitación del agricultor, para que la empresa agrícola rinda los ingresos netos máximos. En
esta disciplina se toma en consideración cada factor, ya sea agronómico, social o económico.
Toda información obtenida proporciona mayores elementos de juicio, y cada dato debe
considerarse en la medida en que se pueda ser útil para la organización y administración de la
empresa, con la finalidad de que todos los factores de producción sean utilizados en la mejor
forma, es decir, que rindan los ingresos netos máximos tomando la empresa agrícola en su
totalidad.
3. Desarrollo y la economía agrícola.
Conviene señalar un contraste significativo: mientras en la mayoría de los países industrializados
muchos de los problemas económicos más graves – y sin duda más irritantes- surgen del exceso
de producción agrícola, en los países sin industria el problema principal, no sólo de la agricultura,
sino de toda la economía, radica en la insuficiencia de la producción de alimentos.
Las siguientes características son comunes a todos los países en vías de desarrollo:
a) Una parte considerable de la PEA se dedica a actividades primarias, inclusive en los más
atrasados es el sector en donde más gente se emplea.
b) Casi un 40% del ingreso nacional es generado en actividades primarias.
c) El ingreso per cápita del sector agrícola es inferior al ingreso medio per cápita.
El desarrollo económico de estos países inevitablemente exigirá un cambio estructural: la
proporción de la población agrícola deberá disminuir mientras el sector no – agrícola deberá
aumentar. No importa que este cambio sea considerado como el “propósito” u “objetivo” del
desarrollo económico o como su consecuencia. Ya sea que el desarrollo se inicie con la
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industrialización, con el fomento agrícola, o como sea, el aumento del ingreso deberá ser
acompañado de la disminución relativa de la población agrícola.
En los países industrializados el ingreso agrícola asciende sólo a una fracción relativamente
menor del ingreso total. La fuerza de trabajo ocupada en la agricultura constituye alrededor de un
1/10 parte de toda la mano de obra ocupada y, en general, los agricultores necesitan un
tratamiento preferencial que obtienen a través de subsidios, exenciones, tarifas protectoras y
medidas similares, cuyo propósito consiste en aliviar la desventaja competitiva que padece la
agricultura en una economía industrial.
Aunque el desarrollo de la industria y los servicios haya colocado a la agricultura en los países
desarrollados, en una posición de desventaja relativa, las condiciones de vida de los agricultores
han mejorado sustancialmente. El sector agrícola se ha beneficiado con los aumentos de
productividad y el ahorro de esfuerzo implícito en las innovaciones técnicas y, además, ha
compartido lo altos niveles de consumo y el bienestar sin precedente que trae aparejado el
desarrollo del capitalismo industrializado.
En las economías preindustriales contemporáneas, así como en el feudalismo, el hombre está a
merced del clima, de la fertilidad natural y de las fuerzas bióticas que rigen la vida animal y
vegetal. El grueso de la fuerza de trabajo subsiste precariamente de la agricultura y los límites al
desarrollo de la especie son fijados, en última instancia, por la disponibilidad de alimentos. La
agricultura se halla profundamente arraigada en la tradición y ésta, a su vez, descansa en el
conocimiento empírico de las limitaciones ecológicas y de las consecuencias que los fenómenos
naturales pueden tener sobre la disponibilidad de víveres.
4. Caracterización de la agricultura a nivel mundial.
A lo largo de los 10.000 años transcurridos desde el desarrollo de la agricultura, los pueblos de
todo el mundo han descubierto el valor alimenticio de plantas y animales salvajes,
domesticándolos y criándolos. Los más importantes son los cereales, como el trigo, el arroz, el
maíz y el centeno; la caña de azúcar y la remolacha azucarera; los animales de carne, como las
ovejas, las vacas, las cabras y los cerdos; las aves, como los pollos, los patos y los pavos; y
productos como la leche, el queso, los frutos secos y los aceites. La fruta, las verduras y las
aceitunas son también importantes fuentes de alimentos para el ser humano. Los granos para
pienso de animales incluyen la soja, el maíz forrajero y el sorgo.
También se obtienen ingresos de cultivos no alimentarios como el caucho, las plantas de las que
se obtienen fibras, el tabaco y las semillas oleaginosas empleadas en compuestos químicos
sintéticos, así como de la cría de animales para la obtención de pieles.
Las condiciones que determinarán el tipo de explotación incluyen el clima, el suministro de agua
y el terreno.
Casi el 50% de la población del mundo se dedica a la agricultura. La distribución, a finales de la
década de 1990, variaba desde un 64% de la población activa en África hasta un 4% en Estados
Unidos y Canadá. En Asia, la cifra era de un 61%; en América del Sur, un 24%; en Europa del
Este y la antigua Unión Soviética (URSS), el 15%, y el 7% en Europa Occidental.
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El tamaño de las explotaciones varía enormemente de una región a otra. Por ejemplo, a finales
de la década de 1990, su tamaño medio en Canadá era de unas 230 hectáreas (ha) por granja,
mientras que la media en Filipinas era algo inferior a 3,6 ha, y en Indonesia, de menos de 1,2
hectáreas.
El tamaño depende también del propósito de la explotación. Las explotaciones comerciales, cuyo
propósito es hacer dinero, suelen emplear grandes superficies de terreno. Los latifundios de
Latinoamérica son propiedades de gran extensión, privadas, explotadas por mano de obra
arrendataria y caracterizada por una ineficaz utilización de los recursos disponibles. En algunas
áreas de Latinoamérica llegan a alcanzar miles y hasta decenas de miles de hectáreas. Los
monocultivos producen té, caucho y cacao. La eficiencia de las plantaciones de trigo se optimiza
cuando abarcan algunos miles de hectáreas y pueden ser trabajadas por equipos agrícolas y
máquinas. Las granjas de ganado ovino australianas y otras granjas de cría de ganado deben
ser igualmente extensas para proveer de pastos a miles de animales. Las explotaciones
agrícolas de las comunas chinas, las cooperativas gestionadas por comunidades peruanas o los
ejidos mexicanos son otros ejemplos de unidades agrícolas que han de ser amplias, como lo
eran las granjas colectivas propiedad de empleados del estado, que eran los encargados de
trabajarlas, en la desaparecida URSS.
Las explotaciones individuales de subsistencia y las pequeñas explotaciones mixtas unifamiliares
van decreciendo en número en los países desarrollados, pero siguen siendo numerosas en los
países en vías de desarrollo de África y Asia. Los ganaderos nómadas recorren el África
subsahariana, Afganistán y Laponia; y el pastoreo sigue siendo una parte importante de la
agricultura en áreas como Mongolia.
Buena parte de las divisas ingresadas por un país puede depender de una única mercancía; por
ejemplo, Sri Lanka depende del té, Dinamarca está especializada en productos lácteos, Australia
en la producción de lana, y Nueva Zelanda y Argentina en productos cárnicos.
La importancia de un determinado país como exportador de productos agrícolas depende de
muchas variables. Entre ellas está la posibilidad de que no esté suficientemente desarrollado en
el ámbito industrial para producir mercancías elaboradas en cantidad suficiente o que carezca de
la necesaria sofisticación tecnológica. Este tipo de exportadores agrícolas incluye a Ghana, que
exporta cacao y a Myanmar (Birmania) que exporta arroz. Por otra parte, un país muy
desarrollado puede producir excedentes que su población no necesita; es el caso de Estados
Unidos, Canadá y algunos países de Europa occidental.
Dado que las naciones dependen de la agricultura no sólo para alimentarse, sino para obtener
ingresos y también materias primas para la industria, el comercio agrícola es una preocupación
constante, regulada por acuerdos internacionales como la Organización Mundial del Comercio
(ONC), el Mercosur y por grupos con intereses comerciales comunes como la Unión Europea.
5. La agricultura en el sector de la economía.
La agricultura es un importante sector económico de Nicaragua y emplea a casi un tercio de la
mano de obra del país. El café es uno de los principales cultivos comerciales y la principal
exportación. Nicaragua es el país que está a la cabeza en Centroamérica en cuanto a la
importancia de la agricultura dentro del Producto Interno Bruto (PIB), ya que representa un 32
por ciento de este.
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La agricultura en Nicaragua está en crisis. Casi la mitad de la población de Centroamérica vive
en zonas rurales y de estos, cerca del 80 por ciento depende de la agricultura. Y por si fuera
poco, el problema aumenta cuando se analizan las cifras de pobreza, donde “los agricultores
tienden a ser los más pobres de entre los pobres”.
Mientras tanto, en el otro extremo del mundo se encuentran los agricultores de la mayoría de los
países desarrollados. En países como Francia, Dinamarca y Australia, los hogares agrícolas o
rurales reciben un ingreso de entre el 50 y el 100 por ciento mayor al hogar promedio nacional.
La principal causa de la crisis tiene que ver con productividad y no con distorsiones al comercio.
Las políticas de apoyo productivo hacia el sector no han logrado reducir las brechas de esta
productividad. “La región se ha quedado atrás de las grandes mejoras experimentadas en
sistemas agroindustriales en otras partes del mundo, en especial en países desarrollados”.
Si bien en Nicaragua ha aumentado la productividad agrícola, su incremento ha sido a tasas muy
inferiores que las de los países desarrollados. “Las brechas reales de competitividad son mucho
más grandes en la agricultura, que en la industria o en los servicios. En agricultura, las
diferencias de valor agregado por trabajador, entre Nicaragua y países desarrollados, son de
hasta 50 a uno, en desventaja, pero en manufactura esa diferencia es sólo de 10 a uno”.
LA agricultura nicaragüense fue, por varias décadas, un sector sumamente vigoroso dentro del
crecimiento de largo plazo, que tuvo la economía nicaragüense. Sin embargo, su dinámica
empezó a agotarse en parte debido a la imposibilidad para poder construir, a pesar de los éxitos,
un sector bien integrado. Desde hace más de 30 años pesan como lastres la falta de inversiones
suficientes en irrigación e infraestructura de carretera, comunicaciones, sistemas modernos de
almacenaje y embarque, etc.
La crisis agrícola de Nicaragua puede convertirse en desastre. Existe todo un nudo de elementos
adversos que gravitan en esa dirección. La ausencia de agentes sociales y privados que realicen
las inversiones necesarias, las altas tasas de interés bancarios son, entre otros, los problemas
que integran el complejo nudo del campo agrícola nicaragüense: en este contexto, la inminente
puesta en marcha de semillas mejorada, el más reciente programa de apoyo gubernamental al
sector agrícola, no introduce ningún elemento radicalmente distinto. En suma: las soluciones no
están a la vista.
Existen problemas adicionales: a la apertura comercial en vigor desde hace algún tiempo, debe
sumarse la exportación a la agricultura estadounidense que es, con mucho, la más grande,
productiva y la mayor potencia exportadora del mundo, y además altamente proteccionista.
Distintas políticas de fomento productivo, comercialización y de exportaciones obligan a realizar
análisis adicionales. La importancia política y social de este sector productivo en Nicaragua debe
ser sopesado con un cuidado extremo, además de ser muy importante para la economía del
país.
Para la agricultura nicaragüense parece que lo peor llegó en los momentos más inadecuados.
Este sector económico tiene que enfrentarse a un doble reto. De una parte, no está clara su
perspectiva en el orden interno. Tal es el saldo de varias décadas en declive productivo y de
productividad, una política de inversión pública errática e inversión privada casi a los niveles
mínimos. De una trayectoria de insuficiencia alimentaria con exportaciones esporádicas,
Nicaragua es hoy uno de los países con un alto déficit en su sector agrícola, particularmente en
la producción de alimentos para su población. El sector se encuentra ahora en una incertidumbre
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enorme. Su debilidad interna es manifiesta y públicamente reconocida, su situación es precaria
con un futuro impredecible. Es en este contexto en la que se presenta un elemento importante a
considerar, referido al cambio tan drástico del papel del Gobierno se constituía en el eje
fundamental para el fomento y apoyo de la producción agropecuaria, ya fuera como inversionista
directo o como responsable de la infraestructura hidráulica, los créditos blandos o los insumos
como agua, semillas mejoradas y fertilizantes.
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