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CARITAS Y LAS PASTORALES SOCIALES ESPECÍFICAS 1. CUESTIÓN A DEBATE 2 2. IDEAS CLAVE 4 3. PALABRA DE VIDA 8 4. PARA PROFUNDIZAR 11 5. ATERRIZANDO 14 1. CUESTIÓN A DEBATE EL CORAZÓN MÁS BELLO Un buen día, un hombre joven se puso en el centro de un poblado y proclamó a gritos que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni manchas ni rasguños. Sí, todos coincidieron en que era el corazón más hermoso que habían visto. De pronto, un anciano se acercó y dijo: “Creo que ese corazón no es, en realidad, tan hermoso como el mío.” Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, aunque latía vigorosamente, estaba cubierto de cicatrices, e incluso había zonas donde faltaban algunos pedazos. Estos habían sido reemplazados por otros que no encajaban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares aquí y allí. Es más, había incluso sitios donde faltaban trozos. La gente no entendía nada. ¿Cómo puede decir este viejo que su corazón es más hermoso?, pensaban. El joven contempló el corazón del anciano y, al ver su deteriorado aspecto, se echó a reír. - “Usted debe estar bromeando” –le dijo-. “Compare su corazón con el mío. El mío es perfecto. El suyo, en cambio, es un amasijo de cicatrices y dolor.” - “Es cierto, dijo el anciano, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás apostaría por él. Mira el mío: cada cicatriz representa una persona a la cual le di mi amor. Arranqué trozos para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos, a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron marcas, de lo cuál me alegro porque me recuerdan el amor que hemos compartido. Hubo veces en las que entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. Y así quedaron huecos. Uno arriesga y a pesar del dolor que producen las heridas abiertas, ellas me recuerdan que sigo amando a esas personas. Alimentan mi esperanza de que algún día, tal vez, regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?” El joven se había quedado en silencio y por sus mejillas corrían algunas lágrimas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y, a su vez, haciendo lo mismo en su corazón viejo y maltrecho, tapó con un trozo la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Los bordes se notaban. El joven miró su corazón, que ya no era perfecto pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior. Cuestionario Quizá mi corazón tiene cicatrices. Y detrás de ellas hay nombres e historias … Los rotos de mi corazón aún pueden ser rellenados si … Tal vez tengo miedo a que mi corazón sea lastimado y por ese motivo…. Puede que algunas veces deje o haya dejado morir el amor a causa de… ¿Acepto la ayuda de quienes, desde su pobreza, me la ofrecen? También a mí me cuesta aceptar los limites de… Y a las personas mayores las veo… Podría también yo hacer milagros compartiendo… 2. IDEAS CLAVE CARITAS Y LAS PASTORALES SOCIALES ESPECÍFICAS 1. Evangelización y servicio a los pobres Son muchos los esfuerzos que se vienen realizando por renovar la acción pastoral y reavivar la misión evangelizadora de la Iglesia. Hoy, como siempre, necesitamos encontrar el lugar adecuado desde donde escuchar fielmente el Evangelio de Cristo, leer los “signos de los tiempos” y promover la nueva evangelización. En la actividad pastoral se ha de mostrar nuestra capacidad de vivir cada día, de manera renovada, lo que proclamaba el Concilio Vaticano II: que los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de la gente de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son también los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de los discípulos de Cristo (LG 1). Jesús evangelizaba junto a los pobres. Hoy ellos siguen siendo el lugar privilegiado para hacer presente al Dios de Jesucristo en nuestro mundo. “Se anuncia a los pobres la Buena Noticia” (Mt 11,5). Este es el marco de referencia y un criterio esencial para discernir la acción evangelizadora y pastoral de la Iglesia. La auténtica evangelización está exigiendo una pastoral de gestos y no solo de palabras, de signos proféticos, acciones de solidaridad con los marginados, tomas de posición ante las injusticias, y colaboración en iniciativas humanizadoras. Y es que: “El amor –caritas- siempre será necesario… Siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo y ayuda. Siempre habrá soledad. Siempre se darán también situaciones de necesidad material en las que es indispensable una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo” (DCE 28b). Por esta razón, una tarea fundamental y permanente de la comunidad cristiana es educar para la solidaridad. La comunidades cristianas han de promover el crecimiento de personas y grupos en fraternidad para que “cumplan, antes que nada, la exigencias de la justicia a fin de no dar como ayuda de caridad lo que ya se debe por razones de justicia” (AA 8). 2. El reto de la PS – Caritas: confrontar la soledad y el sufrimiento Benedicto XVI, en su Encíclica “Deus caritas est,” nos recuerda la importancia central del servicio a la caridad en la vida de la Iglesia: “Con el paso de los años y la difusión progresiva de la Iglesia, el ejercicio de la caridad se confirmó como uno de sus ámbitos esenciales, junto con la administración de los sacramentos y el anuncio de la Palabra: practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio. La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra” (DCE 22). La Pastoral Social - Caritas asume la responsabilidad de promover el servicio de la caridad y lo hace ayudando a la comunidad cristiana a acercarse con realismo y eficacia a las nuevas situaciones de pobreza y marginación: presencia consoladora y humanizadora en el mundo de la salud, apoyo en situaciones de soledad e incomunicación, acompañamiento a los migrantes y refugiados, cercanía que rompe el aislamiento de los presos, denuncia que defiende a la mujer maltratada… Una única dimensión esencial de la vida de la Iglesia se desarrolla y se concreta de este modo en distintos servicios específicos. Los agentes de Pastoral Social - Caritas, ya sean voluntarios o retribuidos, están llamados a servir a los hermanos/as más vulnerables y débiles articulando sus actuaciones en distintos programas, cada uno con su identidad peculiar. 3. Pastorales sociales específicas La pastoral de la caridad es una dimensión esencial de la vida de la Iglesia, una actividad comunitaria que ayuda a visualizar la fuerza transformadora de la fe y la grandeza del amor de Dios, que no hace distinciones entre personas. No hay comunidad cristiana sin experiencia de servicio a los menos favorecidos. Por eso es tan importante que en cada lugar se dedique tiempo y energía suficientes para organizar bien los servicios de Caritas, Pastoral de la Salud, Pastoral Penitenciaria, Movilidad Humana, Promoción de la Mujer, etc. En otras cartillas de esta serie se han desarrollado con suficiente detalle los elementos esenciales de una “teología de la caridad” que fundamenta y contextualiza la actividad de la Pastoral Social, así como el sentido evangelizador y eclesial del servicio a la Caridad. Ahora vamos a describir brevemente las características de algunas pastorales específicas: La Pastoral de la Salud ayuda a la comunidad cristiana a humanizar la asistencia a los enfermos, estando cerca de los más necesitados y desasistidos (ancianos, minusválidos, personas sin recursos, tóxico dependientes de difícil recuperación, enfermos de sida, enfermos en fase terminal, enfermos psíquicos, etc.). Difícilmente podrá la Iglesia impulsar una nueva evangelización sin presentar al hombre y a la mujer de hoy la salvación de Jesucristo como fuerza sanante y humanizadora que, a pesar de la fragilidad de nuestra existencia, puede ser experimentada ya desde ahora. La Iglesia ha de asumir con responsabilidad la tarea de educar en materia de salud y enfermedad. Esta sociedad necesita testimonios sencillos pero eficaces de personas que entienden la vida como un don, capaces de acogerlo, desarrollarlo y disfrutar de él de manera responsable, al servicio de los hermanos y para gloria del Creador. La cultura actual está pensada para las personas sanas y no prepara para enfrentarse con serenidad a la enfermedad y a la muerte. La Iglesia tiene una asignatura pendiente: promover una “sabiduría del sufrimiento” que, sin ocultar ni desvirtuar la cruz de Cristo, tampoco haga del dolor el centro de obsesiones enfermizas. La Pastoral Penitenciaria se encarga de hacer presente la fuerza salvadora del Evangelio de Jesucristo en las cárceles, solidarizándose con uno de los grupos de personas más olvidadas y excluidas en nuestra sociedad. Así dará ante el mundo un testimonio humilde pero sincero de lo que significan la misericordia y la esperanza cristianas. Y eso lo logrará, entre otros medios, defendiendo los derechos inalienables de los presos, promoviendo su reeducación y verdadera rehabilitación, prestándoles en el momento de la excarcelación apoyos adecuados para facilitar su inserción social. Los presos han de sentir la cercanía de una comunidad cristiana que les ayude a sobrellevar dignamente su privación de libertad y a redescubrir un sentido nuevo para su vida. La Pastoral de Movilidad Humana intenta buscar formas concretas y eficaces de responder a los distintos retos que plantea la situación de los migrantes que llegan a Ecuador o salen del país. Su horizonte es colaborar en el desarrollo de un proyecto de convivencia global, por encima de las fronteras, promoviendo un nuevo orden internacional que garantice la libre circulación de las personas y respete los derechos de los migrantes y refugiados. “La Iglesia muestra por ellos un especial cuidado, no sólo con la presencia pastoral y el socorro material, sino también con el compromiso de defender su dignidad humana” (CDSI 505). Esta meta se promueve mediante actividades en cuatro áreas de trabajo: (1) organización y coordinación de iniciativas en las distintas jurisdicciones; (2) formación y capacitación de agentes; (3) acogida y acompañamiento; (4) incidencia política. La Pastoral de la Mujer busca contribuir a que se den pasos significativos en la larga tarea de reconocer, teórica y prácticamente, igual dignidad humana en ambos sexos, superando progresivamente las distintas formas de discriminación todavía existentes. Se promueve la presencia y participación activa de las mujeres en todos los ámbitos de la vida social: familia, Iglesia, organizaciones locales, etc. Y para conseguirlo se desarrollan programas de capacitación, fortalecimiento organizacional y puesta en marcha de pequeños proyectos económicos que permitan mejorar las condiciones de vida de las mujeres y de sus familias. Estos programas ayudan a las mujeres a convertirse en sujetos de su propio desarrollo, mejorando su autoestima y su capacidad para realizar una contribución significativa al entorno familiar y comunitario. Estas son algunas de las pastorales sociales específicas más comunes. Determinadas circunstancias pueden aconsejar la puesta en marcha de otros programas particulares, concebidos como propuestas capaces de responder a retos circunstanciales o permanentes. 4. Respeto a la diversidad y atención a la unidad Junto a estos programas más comunes, existen otras iniciativas tanto de órdenes religiosas como de otros grupos cristianos que han sentido la llamada de Dios a responder a necesidades acuciantes de personas o grupos sociales. Ante toda esta variedad de iniciativas, ¿no se producirá dispersión en los esfuerzos? ¿No habrá duplicidades que resulten en la utilización inadecuada de unos recursos siempre escasos? Estos peligros son reales pero, en parte, resultan inevitables ya que es mucho mayor el riesgo de una centralización impuesta. La diversidad de carismas en la Iglesia requiere espacios de libertad, de experimentación, en los que puedan expresarse y concretarse las ideas y proyectos que el Espíritu inspira a unos y a otros. Por eso conviene excluir de entrada cualquier forma de entender la Pastoral Social - Caritas como una agencia de centralización forzosa de todas las actividades caritativo-sociales que se desarrollan en una diócesis. En el otro extremo, es muy importante evitar la proliferación de iniciativas autocentradas, incapaces de entender que toda la actividad caritativa de la Iglesia forma parte de un único esfuerzo evangelizador, de una única responsabilidad y misión social de la comunidad. Desde esta conciencia de identidad común, desde ese deseo de cohesionar nuestro testimonio ante el mundo, desde la necesidad de utilizar eficazmente recursos humanos y económicos siempre escasos, surge la llamada a la coordinación de los distintos programas y actuaciones. El respeto a la libertad de iniciativas no contradice la necesidad de promover un auténtico espíritu de colaboración, capaz de limitar protagonismos y competencias absurdas, de reconocer y valorar el trabajo de los otros, de identificar objetivos compartidos en áreas de trabajo similar y de buscar, en la medida de lo posible, fórmulas concretas para unir esfuerzos aunando fortalezas complementarias. 3. PALABRA DE VIDA EL MODELO DEL BUEN PASTOR (Jn 10) Una imagen bíblica resume las líneas maestras que hay que recorrer para humanizar y evangelizar la vida social: el icono del “Buen Pastor”. El análisis de los contenidos de esta imagen desvela formas concretas de encarnar lo específico de la misericordia cristiana al lado de quien sufre. La imagen del pastor aparece muchas veces en la Sagrada Escritura. Simboliza la relación de Dios con su pueblo, similar a la de un pastor con su rebaño. Son muchos los verbos que describen la acción de Dios pastor: apacentar, conducir, guiar, buscar, conocer, cuidar, custodiar, reunir, proteger, hacer salir, hacer entrar… (cf. Ezequiel 34,1-25). Especialmente Juan ilustra la identidad y las actitudes del buen pastor que el agente de pastoral social está llamado a encarnar. (a) Yo soy el buen pastor Jesús se define con el adjetivo “bueno”, porque la bondad es un ingrediente esencial para quien se propone cuidar un rebaño. Esta virtud interior contrasta con la actitud del mercenario. La bondad brota del corazón y se transmite con gestos de benevolencia; la actitud del mercenario lo lleva a abandonar las ovejas frente al peligro. Bondad es ofrecer la ternura de Dios a quien se encuentra afligido o en peligro. (b) El buen pastor da la vida por sus ovejas El rebaño debe ser guiado, reunido y defendido hasta dar la vida por las ovejas si resulta necesario. El ofrecimiento que el pastor hace de su vida nos recuerda el amor incondicional de Dios por su pueblo: “Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que tuviéramos vida por El” (1 Jn 4,9); “Nadie tiene amor tan grande como éste: dar la vida por los amigos” (Jn 15,13); “En esto hemos conocido el amor: en que Él dio su vida por nosotros, y por eso también nosotros debemos dar la vida por los hermanos” (1 Jn 3,16). Ofrecer la vida es la máxima forma de desprendimiento. Es un ideal exagerado para muchos y que la mayoría nunca llevaríamos a la práctica. Pero algo de esta generosidad desprendida tiene que existir en todos los agentes de PS-Caritas: dedicarse humildemente pero en cuerpo y alma al hermano/a vulnerable, dedicar nuestro tiempo y nuestra energías a consolar a quién está solo/a, acompañar en silencio a quién está agotado/a, estar en vela junto al agonizante, poner a la persona necesitada por delante de nuestros intereses, incluso legítimos…. (c) Yo conozco a mis ovejas... Cristo tiene la capacidad de leer los corazones, de conocer las intenciones y las necesidades. Intuye la vanidad y la hipocresía de los fariseos (Mt 23,1-21); la búsqueda que esconde la curiosidad de Zaqueo (Lc 19,1-10); el drama de la viuda de Naím (Lc 7,11-15); los sentimientos de la mujer que llora mientras le seca los pies con sus cabellos (Lc 7,37-38)… El conocimiento que tiene de sus interlocutores le lleva a acogerlos, curarlos o consolarlos, según las circunstancias. La PS-Caritas no puede consistir en actuaciones puntuales, protagonizadas por personas que aparecen y desaparecen. Se necesita tiempo para entrar en el corazón de las personas. (d)…y mis ovejas me conocen Jesús se deja conocer por lo que es y por lo que hace. Jairo, que sabe de su fama, le pide que vaya a su casa y cure a su hija moribunda (Lc 8,41-42; 42-56); las hermanas de Lázaro, conscientes de la profunda amistad que tiene con su hermano, le envían un mensaje: “Señor, tu amigo está enfermo” (Jn 11,3). El agente de pastoral social no podrá esperar que los demás se abran a él si él mismo no se muestra dispuesto a dejarse conocer, a compartir su propia humanidad. Si se mantiene distante, escondiéndose tras la máscara de una función más o menos profesionalmente realizada, no será instrumento del Espíritu. (e) Tengo otras ovejas que no son de este rebaño El proyecto de salvación de Jesús quiere llegar a todos los hombres y mujeres. Los destinatarios de la buena noticia son los justos y los pecadores, los sanos y los enfermos, los pobres y los ricos. Su misericordia se dirige de manera especial a los excluidos de la sociedad. Cristo, dando prioridad absoluta al amor, entra en conflicto con los jefes de su pueblo, con los doctores de la ley y de la cultura de su tiempo. El amor como valor supremo se manifiesta en su contacto con los leprosos (Lc 5,12-14), en su acogida de los pecadores (Lc 7,37-49), en el perdón que ofrece a la mujer sorprendida en adulterio (Jn 8,3-11). El proyecto del Buen Pastor es abrir los brazos para acoger a todos, sin tener en cuenta su raza, su pertenencia religiosa o su origen social. El agente de pastoral está llamado a ser instrumento de misericordia especialmente para con quien se siente más abandonado, conforme al espíritu de Raoul Follerau, el Buen Pastor de los leprosos: “Señor, enséñanos a amar no sólo a los nuestros, enséñanos a pensar en los otros, a amar, ante todo y sobre todo, a los que nadie ama… No nos permitas, Señor, vivir felices solos. Haznos sentir la angustia de la miseria universal y líbranos de nosotros mismos”. (f) Oirán mi voz Al encarnarse, el Hijo de Dios entra en nuestra historia. Muchos creyentes se han sentido atraídos por Él, porque se hizo vulnerable y se identificó con nuestra debilidad. La vulnerabilidad hace que la persona esté sedienta de palabras capaces de animarle y consolarle. Su corazón herido no necesita reproches, sino caricias. El mundo del sufrimiento no entiende el lenguaje abstracto, filosófico o racional, sino aquel que es encarnado, concreto y cercano. En su mensaje, el agente de pastoral social debe evitar el tono piadoso o protector. En todo caso, antes de hablar es importante escuchar con paciencia y atención lo que nos están diciendo. Solo así podremos valorar la aflicción interior de los sufrientes y explorar con ellos itinerarios constructivos para afrontar mejor su dolor. (g) Serán un solo rebaño y un solo pastor La misión de Cristo consiste en superar las diferencias, guiando a la humanidad en una unidad cada vez mayor hacia el encuentro definitivo con Dios. La unidad no es uniformidad sino convivencia armónica que resulta de los intercambios entre diferentes culturas y tradiciones. La diversidad es riqueza si las personas y los grupos ponen sus características específicas y cualidades al servicio de la comunidad. De modo similar los distintos programas de PS-Caritas (salud, penitenciaria, movilidad humana, mujer, cooperación…) son todos ellos necesarios, no solo porque atienden a distintos colectivos, sino porque reflejan diferentes modos de concretar un mismo deseo: servir más y mejor a la humanidad doliente. Buscar la unidad no significa eliminar las diferencias, sino lograr que las criaturas, en la diversidad de sus itinerarios, puedan experimentar y confirmar la centralidad de Dios en la historia humana. La salvación no es un proyecto individual, sino comunitario. Toda la historia de la salvación es un camino hacia la unidad. “Que todos sean una sola cosa; como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean una sola cosa en nosotros… Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en la unidad” (Jn 17,21-23). Nuestra labor es construir comunidad, actuando en unidad de intenciones con cuantos desean, como nosotros, promover el Reino de Dios en la vida social. La meta de la unidad exige el compromiso de armonizar creativamente los dones de cada uno para ponerlos al servicio de Dios y del bien común. Estas son las actitudes de Cristo, su modo de hacer pastoral. Cuando el agente de pastoral las hace suyas y las pone en práctica, se convierte en reflejo del Buen Pastor, en icono viviente de la compasión del mismo Jesús. El texto en nuestro tema Jesús se presenta con imágenes distintas, algunas tan cercanas como el “Buen Pastor” o el “Buen Samaritano”. Las dos figuras reflejan un modo especial de atender al otro diferente y vulnerable. Como agentes de PS-Caritas, aspiramos a reflejar estas cualidades. ¿Hasta qué punto lo logramos? El agente de PS-Caritas debe inspirar su trabajo y su modo de relacionarse con los demás en la figura del “Buen Pastor” si quiere comunicar la solicitud y la ternura de Dios. ¿Qué notas del estilo “Buen Pastor” podemos destacar como las más capaces de reflejar el amor por la dignidad de cada persona? Nuestra gente sabe distinguir rápidamente el talante del verdadero pastor, animado por la fe y el amor, del talante del “funcionario”. Tratemos de precisar algunos rasgos fundamentales del talante pastoral que mueve a un agente de PS-Caritas deseoso de evitar caer en el funcionariado. ¿Cuál puede ser el aporte específico de cada programa de Pastoral Social citado más arriba a la vida de una comunidad integrada e inspirada en el ejemplo del Buen Pastor? 4. PARA PROFUNDIZAR LA FORMACIÓN, CLAVE DE UNA ACCION CARITATIVA Y SOCIAL EFICAZ Actuar en comunidad y no como francotiradores No sólo cada cristiano de manera aislada, sino toda la comunidad está llamada a vivir la solidaridad fraterna con los pobres y necesitados. No basta con estimular el compromiso individual de los creyentes. Hemos de promover la caridad como un hecho comunitario que nace de la vida y del esfuerzo de todos los seguidores de Cristo. Lo que no es posible lograr solos, podemos hacerlo en comunidad. En ella, de acuerdo a su vitalidad y posibilidades, podrán ir organizándose los distintos servicios: Caritas, Pastoral de la Salud, Pastoral Penitenciaria, etc. En algunas diócesis van cobrando fuerza pequeñas comunidades, movimientos eclesiales y grupos catecumenales. Respetando su propia originalidad y dinamismo, es necesario cuidar de que la acción caritativa y social de esos grupos se desarrolle adecuadamente, evitando que quede al margen de la que realiza el conjunto de la comunidad cristiana. El impulso y la renovación de la pastoral de caridad dependerán, en gran parte, del esfuerzo que se haga por promover los oportunos equipos de colaboradores. Ello supone apostar decididamente por el voluntariado, es decir, por la colaboración gratuita de creyentes que puedan incorporarse en distintos grados a alguno de los servicios caritativo-sociales. Organizar y animar un voluntariado parroquial Los agentes de pastoral parroquiales (sacerdotes, religiosos/as y laicos con responsabilidades) deberán procurar que en cada comunidad exista un pequeño grupo de cristianos responsables de estimular la dimensión caritativa y social. Naturalmente, Caritas presentará una estructura diferente según las características de cada lugar. En algunas parroquias pequeñas y rurales, donde todos se conocen y son “vecinos,” bastará un seglar o dos dispuestos a servir de enlace con la Aritas zonal y a prestar la atención que se considere necesaria. En parroquias mayores convendrá constituir un equipo más numeroso, según las necesidades y la vitalidad de la comunidad. Si sabemos presentar de manera sólida y convincente la misión de Caritas, encontraremos creyentes que, de forma gratuita y generosa, se presten a colaborar en este servicio parroquial. ¿Dónde se encuentran esos cristianos? En esos grupos de reflexión y de oración donde los creyentes adultos van madurando su fe; entre esos jóvenes que han recibido la Confirmación de manera responsable y desean colaborar en la construcción de una sociedad más humana; entre esas mujeres que pueden y quieren dedicar parte del día al servicio de los demás; entre esos jubilados perfectamente capaces de realizar diversas tareas con eficacia y entusiasmo; entre esas personas sin empleo, que entienden bien lo que es la necesidad porque la están sufriendo ellas mismas; entre esas religiosas/os que pueden encontrar aquí un cauce concreto para desarrollar su carisma y enriquecer con él a la comunidad local. Lo importante es que, de uno u otro modo, en cada parroquia logremos sensibilizar a todos los creyentes explicándoles con claridad lo que Caritas quiere ser, y ofreciendo a la gente posibilidades concretas de colaboración y de participación. La formación, una apuesta necesaria Pero la buena voluntad y la generosidad no son suficientes. Si queremos que Caritas lleve adelante su misión de manera adecuada, ello exige preparación. Algunos pueden pensar que la colaboración en la catequesis, la administración económica o la liturgia requieren personas preparadas y capacitadas, mientras que el servicio de la caridad solo pide tener un buen corazón. ¡Grave error! La buena voluntad no garantiza la realización de un acompañamiento adecuado a pobres y enfermos. Para ello es necesaria la formación. Es cierto que la misma experiencia del trato con los necesitados y el conocimiento cercano de los problemas es una fuente de formación irrenunciable. Pero no es menos cierto que alguien con buena intención puede trabajar muchos años en Caritas cometiendo errores graves y no darse cuenta de ello. La formación por la acción es importante pero no basta. Debe ser contrastada con la experiencia de otros compañeros/as y con la reflexión sistemática de personas con capacidad para iluminar la revisión de nuestra acción. Hay tres campos en los que el equipo de la PS-Caritas parroquial puede y debe ir adquiriendo una formación cada vez mayor: Formación cristiana. Todos los miembros del grupo deben tener una conciencia clara de las exigencias sociales y caritativas de la fe, de la misión de la Iglesia en la sociedad, de los objetivos y las responsabilidades de Caritas. Por eso los colaboradores de la Pastoral Social parroquial deben aprovechar cualquier oportunidad para conocer y utilizar materiales y guiones que contribuyan a una educación en la caridad, bien porque son ofrecidos desde la Caritas Diocesana o Nacional, bien porque vengan recomendados por agentes de pastoral cercanos o por algún miembro del grupo. También es conveniente la lectura de revistas sobre el tema. Formación social. Los voluntarios/as han de conocer la realidad social de su entorno, los problemas socio-económicos que nos afectan y sus consecuencias, las injusticias que se cometen en nuestra sociedad, las diversas situaciones de necesidad, pobreza y marginación, tanto las cercanas como las que afectan al conjunto de la nación. Sobre todo han de aprender a leer y analizar toda esta realidad social con unos ojos cristianos. Para ello conviene que dediquen energías suficientes a conocer y estudiar los elementos básicos de la Doctrina Social de la Iglesia, así como las catequesis y documentos sociales que algunas diócesis y servicios eclesiales puedan ir elaborando. Formación especializada. De cara a responder de manera adecuada a problemas y situaciones específicas, muchas veces se hace necesaria una preparación especializada. En muchos casos (drogadictos, SIDA, enfermos terminales, tercera edad, alcoholismo, inadaptación social, movilidad humana, etc.) no se podrá acompañar eficazmente a las personas y colectivos afectados si no se conocen bien las características de cada situación y la legislación relevante en cada caso. No se puede ignorar la experiencia acumulada por otras personas, ni trabajar de espaldas a otros servicios sociales y organismos activos en esos ámbitos, etc. En cualquier caso, para que Caritas funcione adecuadamente habrá que prestar la necesaria atención a la formación del grupo de colaboradores. Ello puede garantizarse mediante encuentros específicos en la misma comunidad. Convendrá también aprovechar las oportunidades de formación en la zona o sector, y a nivel diocesano. Estos encuentros fuera de la parroquia proporcionan una ocasión para contrastar experiencias con otras personas que, trabajando en situaciones similares o distintas, comparten con nosotros ilusiones y dificultades. Crecer en sabiduría y en libertad profética Hoy, más que nunca, se necesita una catequesis evangelizadora y una formación cristiana sólida. Esa formación es la adquisición de una sabiduría que se entiende como verdad en el amor. La sabiduría es comunicada, transmitida, compartida de muchas maneras. Requiere una relación personal con aquellos que la poseen. La sabiduría cristiana está en una íntima relación con la experiencia de la comunidad, con los siglos de vida compartida, con nuestro ser pueblo de Dios en marcha. La sabiduría cristiana es siempre sabiduría de la Iglesia. Crecer en sabiduría supone beber de las fuentes de la espiritualidad cristiana. Pero conlleva también la adquisición de habilidades para el análisis, la comunicación, la organización y el liderazgo, así como el desarrollo del sentido de responsabilidad y un mayor deseo de participar en la vida de la Iglesia y de la sociedad. El compromiso con la construcción de una sociedad justa es uno de los pilares de la vida cristiana. Los líderes laicos deberán formarse y capacitarse para participar con garantías en el espacio público porque la causa del Reino de Dios también se juega fuera de los templos. El sentido renovado de solidaridad al que nos llama “Ecclesia in America”, viene a recordarnos nuestras responsabilidades públicas. Los líderes cristianos deben aspirar a articular un modelo de Iglesia profundamente enraizado en la realidad del pueblo. Un modelo que busque responder a las necesidades y aspiraciones de los pobres, los indocumentados, los trabajadores migrantes, los encarcelados, los enfermos y los grupos más vulnerables, particularmente mujeres y niños. Este modelo profético llama a buscar fórmulas eficaces para acompañar a los pobres y a los marginados a superar sus sufrimientos. Y llama también a preparar adecuadamente a todos los católicos, de diversos grupos étnicos y nacionales, para que puedan participar plenamente en la vida de la Iglesia y la sociedad. 5. ATERRIZANDO REALIZAR LAS OBRAS DE JESUS EN UNIDAD Y EN DIVERSIDAD Ahora te proponemos unos ejercicios que faciliten la sistematización de las ideas expuestas y puedan enriquecer tus aportaciones como agente de pastoral social. Todos los ejercicios se harán por escrito. 1. Escribe tres ideas que te quedan después de la lectura y los trabajos realizados _____________________________________________________________ ______________________________________________________________ _____________________________________________________________ ______________________________________________________________ _____________________________________________________________ ______________________________________________________________ 2. Si tuvieras que presentar a un amigo lo que has descubierto en este tema, ¿qué titulo le darías a tu presentación? ¿Cómo resumirías lo más importante? ________________________________________________________________ 3. Lee el texto de profundización y subraya dos pasajes que consideras especialmente importantes. 4. En algunas comunidades cristianas existen distintos grupos trabajando en apoyo de colectivos y personas que sufren. Pero a menudo unos no saben lo que hacen los otros. ¿Qué significa “hacer las obras de Jesús” con espíritu de unidad y sintiéndonos parte de una comunidad? ¿Qué ventajas y peligros tiene para la acción caritativa y social de la comunidad el respeto a la autonomía de cada grupo? ¿Cómo podrían limitarse los peligros sin suprimir la iniciativa particular? 5. ¿Qué servicio de pastoral social específico entre los señalados en el apartado “Ideas clave” está mejor organizado en las comunidades que tú conoces? ¿Cuál es más débil? ¿Por qué razones? 6. ¿Qué nos enseña el vuelo de los gansos? Aprender del vuelo de los gansos 1. Cuando veas los gansos emigrar, dirigiéndose hacia un mismo lugar más cálido para pasar el invierno, fíjate que vuelan en forma de “V”. La bandada entera aumenta en un 71% la eficacia del esfuerzo individual. en el grupo, otros salen de la formación y lo acompañan para ayudarlo y protegerlo. Permanecen con él hasta que muera o sea capaz de volar nuevamente. Luego intentan alcanzar la bandada, o se integran a otra formación. Compartir una misma dirección permite llegar más rápido y fácilmente a la meta; ayudándonos los unos a los otros, los logros serán más fáciles. Unidos, unos al lado de otros, por encima de las diferencias, tanto en los momentos difíciles, como en los de plenitud… Si nos apoyamos y acompañamos, si aprendemos a trabajar y a caminar juntos, si, aún siendo tan distintos, logramos conformar un grupo y afrontar juntos las más adversas situaciones… Si redescubrimos el verdadero valor de la amistad, y el compartir se hace una necesidad… ¿Qué no será posible? 2. Cuando un ganso sale de la formación, advierte la resistencia del aire y siente la dificultad de volar solo. Entonces rápidamente retorna a la formación para aprovechar el poder de elevación de los otros gansos. Permaneciendo unidos, volando hacia un mismo objetivo, el esfuerzo será menor. Será más sencillo y placentero alcanzar la meta, siempre dispuestos a aceptar y ofrecer ayuda. 3. Cuando el ganso líder se cansa, pasa al final de la formación, mientras otro toma la delantera. Es importante compartir el liderazgo y respetar las capacidades de los demás en todo momento. Enfrentar juntos los problemas y los trabajos. Compartir habilidades, dones, talentos y recursos. 4. Los gansos volando en formación graznan para dar coraje y aliento a los que van al frente, y así mantener la velocidad. Cuando se valora y estimula a los demás, los logros son mejores. Una palabra de aliento ofrecida a tiempo, motiva, respalda, da fuerzas, produce beneficios. 5. Cuando el ganso se enferma, es herido o está cansado y ya no puede mantenerse GLOSARIO DE SIGLAS AA - Apostolicam Actuositatem, Concilio Vaticano II, 1965. DCE – Deus Caritas Est, Encíclica Benedicto XVI, 2005. CDSI – Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, 2004. LG - Lumen Gentium, Constitución Dogmática, Concilio Vaticano II, 1965.