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Transcript
Desarrollo cerebral en el niño
( Publicado en Revista Creces, Agosto 1998 )
En el año recién pasado, la universidad de chicago organizó una reunión para
actualizar los conocimientos nuevos relacionados con el desarrollo cerebral
del niño pequeño. Los avances han sido significativos y dan una nueva visión
de este proceso. Los principales aspectos se analizan en este artículo.
Hasta hace sólo 15 años, los especialistas sostenían que el niño en el momento de
nacer ya tenía estructurado su desarrollo cerebral, y que básicamente estaba
condicionado por la genética. En general no reconocían el impacto que en su estructura
tenían las experiencias que el niño podía tener, ya fuera en sus primeros días de vida
extrauterina o en los primeros meses o años posteriores. Ahora gracias a los avances
en la química cerebral, la histología, y el uso de las nuevas y fantásticas tecnologías
desarrolladas, se demuestra que el proceso es más complejo y que en él tiene una gran
influencia el medio ambiente.
Se sostenía también que existía un periodo crítico, que se extendía hasta los ocho
meses de edad, y que cualquier factor adverso (como la desnutrición) durante esta
etapa, dejaba inexorablemente huellas irreparables. Sin embargo, ya CONIN, en su
enorme experiencia ganada en la recuperación de niños pequeños con desnutrición
grave, había demostrado que contrariamente a lo que se afirmaba, el cerebro era
enormemente plástico, y que el daño producido por la desnutrición era perfectamente
recuperable si mejoraba el medio externo. Ahora, después de esta reunión, se confirma
la enorme importancia que el medio ambiente puede tener durante los primeros tres
años de vida y su proyección para su futuro.
Los resultados de las investigaciones presentadas durante esta reunión (organizada per
la Universidad de Chicago), más algunos otros datos recogidos de la literatura, se
pueden resumir en cinco puntos básicos. Todos ellos de gran trascendencia tanto para
los padres, para los educadores y para los encargados de dictar políticas de atención
del niño.
1.- El desarrollo del cerebro es la consecuencia de la interrelación entre la
genética y el medio ambiente
Contrariamente a lo sostenido hasta hace sólo 15 años, ahora los neurocientistas han
encontrado evidencias que en todo el proceso de desarrollo cerebral, incluso antes de
nacer, está influenciado por condiciones ambientales, incluyendo entre ellas la
nutrición, el cuidado, el afecto y la estimulación individual que reciba cada uno. El
impacto del ambiente es dramático y específico, no sólo en desarrollo general del
cerebro, sino también en la construcción del intrincado proceso de interconexión
neuronal, que los científicos han llamado "el cableado del cerebro". Como el medio
ambiente es diferente para cada niño, el cableado de él también es diferente, no
habiendo desde este punto de vista dos cerebros iguales.
El concepto de "cableado" o "circuitos" se usa ahora para referirse a la complejidad de
la red neuronal. Las funciones cerebrales, se basan fundamentalmente en el rápido y
eficiente pasaje de señales de una parte del cerebro a otra, para lo que se necesita una
muy bien organizada red neuronal de interconexión. Los elementos básicos son las
células cerebrales (neuronas) y las interconexiones que se establezcan entre ellas
(sinápsis). Las sinápsis son vitales tanto para el desarrollo normal como para el proceso
del aprendizaje. Al interactuar el individuo con el ambiente, toma informaciones de él,
las procesa y las almacena, activando así toda la red.
En el momento de nacer, un lactante tiene aproximadamente 100 mil millones de
neuronas, cada una de las cuales puede producir 15.000 sinápsis (conexiones). La
mayor parte de estas sinapsis se establecen durante los tres primeros años de vida y
luego se mantienen más o menos estables durante los primeros diez años de vida, para
posteriormente decrecer. Es así, que durante los primeros años el cerebro aparece
extraordinariamente denso, con dos veces más sinapsis de las que eventualmente
podría necesitar más adelante. Durante la segunda década de la vida, una buena parte
de este exceso de sinápsis desaparece. Es decir, el cerebro sufre un proceso de poda
(fig. 1).
Esta es la razón de por qué las primeras experiencias de la vida son tan cruciales.
Aquellas sinápsis que frecuentemente se han activado en base a las experiencias
vividas, tienden a permanecer, llegando así a ser permanentes, mientras que las que
no se han usado lo suficiente tienden a desaparecer. En la medida que el lactante y el
niño mayor van ganando experiencia (positiva o negativa), el cableado del cerebro
pasa a ser más definitivo. Este proceso requiere de una enorme cantidad de energía, y
es así como en la primera década de vida el cerebro del niño tiene una doble actividad
en relación al cerebro del adulto (fig. 2.)
En resumen, el nuevo conocimiento generado permite aclarar definitivamente la
dualidad de los factores genéticos y ambientales que actúan en el desarrollo cerebral y
en definitiva en la inteligencia, aún cuando la cuantía de la influencia de uno y otro no
ha podido ser aún cuantificada.
2.- El cuidado temprano es decisivo y su impacto es duradero en la posterior
capacidad de aprendizaje y la capacidad de regular sus propias emociones
Tanto los padres como los que tienen la responsabilidad del cuidado de niños, saben
intuitivamente que los niños responden bien cuando hay cuidados adecuados. Ahora se
comienzan a entender los mecanismos biológicos que explican esta experiencia.
Investigaciones recientes demuestran también que esos adecuados cuidados son
fundamentales también en los niveles de salud, y ello se puede detectar en la adecuada
formación del pattern neuronal.
En particular, la capacidad del niño de controlar sus emociones depende del tipo de sus
primeras experiencias. No se puede definir una metodología adecuada para crear esta
capacidad, ya que el afecto y el cuidado responsable toman muchas formas. Pero lo
que está claro es que los niños que han sido olvidados o abandonados en las primeras
etapas de la vida, más tarde tienen problemas en el desarrollo de la empatía, el afecto
y en las expresiones de sus emociones.
Los neurocientíficos han podido demostrar que la preocupación y protección que se da
al niño, logra además una adecuada funcionalidad biológica del mismo, un crecimiento
físico normal y una apropiada respuesta al stress de la vida diaria. En alguna forma (a
través de mecanismos hormonales), los factores emocionales captados por el cerebro
llegan a influir directamente en el crecimiento físico y en el desarrollo adecuado de los
procesos inmunológicos. Si estos estímulos emocionales son negativos, se traducen en
un retardo en el crecimiento y en una mayor susceptibilidad a las infecciones. Ello se ha
visto claramente en los niños no deseados y/o con desnutrición grave en los primeros
períodos de la vida. Junto a ello, también hay un retraso de las funciones cerebrales,
cognitivas, motoras y sociales.
Por el contrario, los niños que han recibido adecuada atención, cariño y estimulación,
también responden más adecuadamente a las situaciones de stress, no sólo durante la
etapa infantil, sino también más tarde durante la adolescencia.
3.- El cerebro humano tiene una notable capacidad de cambio, pero el tiempo
es crucial
Se ha acumulado una enorme cantidad de evidencias acerca de la plasticidad del
cerebro. Esto significa que este órgano tiene una capacidad de cambio en respuesta a
las experiencias ambientales. Es así como hay evidencias científicas de que el cerebro
no es estático y que las capacidades individuales no están fijas en el momento de
nacer. El cerebro puede adaptarse para compensar los problemas, respondiendo a
intervenciones externas. Esto es especialmente notable en los primeros años de vida.
Por esta capacidad de cambio, es que los padres, los amigos, los cuidadores y los
médicos, tienen una gran oportunidad de influir positivamente en el normal crecimiento
y desarrollo del niño. Pero el tiempo es crucial. Mientras la capacidad de aprendizaje se
mantiene a lo largo de la vida, hay oportunidades óptimas durante las cuales el cerebro
es particularmente eficiente en su plasticidad. Así por ejemplo, la parte del cerebro que
procesa la información visual se desarrolla temprano en la vida, y durante un tiempo
específico. Si el cerebro no recibe estímulos visuales durante este período, se
comprometerá por siempre su capacidad visual. Basados en estos hechos, es que los
oftalmólogos proceden rápidamente a remover las cataratas en aquellos niños que por
alguna razón médica las presentan en los primeros periodos de la vida. Del mismo
modo, las capacidades del lenguaje se adquieren rápidamente durante el primer
decenio de la vida, cuando la densidad de sinapsis y la capacidad metabólica del
cerebro son las adecuadas. Es en este sentido que los especialistas hablan de "períodos
críticos".
4.- La plasticidad cerebral, también significa que hay un tiempo en que las
experiencias negativas 0 la ausencia de estimulación adecuada tienen más
posibilidades de dejar daños permanentes y graves
Existen también nuevos datos acerca de la vulnerabilidad del cerebro a factores
ambientales, como la nicotina, el alcohol y las drogas, tanto en el útero como en el
periodo post natal. Sus efectos son más dañinos y de mayor gravedad que lo pensado
hasta ahora.
Muy a menudo, los hijos de madres fumadoras no presentan en los primeros días daños
aparentes, sin embargo son numerosos los trabajos que demuestran daños en el
desarrollo cerebral posterior, consistentes en una inhibición del crecimiento neuronal.
Se sabe también que la nicotina influye en la bioquímica cerebral y que disminuye la
síntesis de DNA y RNA en las células cerebrales.
Dados estos efectos comprobados, es lógico pensar que los niños que han estado
sometidos al efecto de la nicotina durante el embarazo tienen un mayor riesgo de
retardo más tarde en su vida. En efecto, las investigaciones demuestran que los hijos
de madres fumadoras presentan un mayor porcentaje de alteraciones neurológicas y de
comportamiento, incluyendo dificultades en la atención, impulsividad e hiperactividad.
Uno de los estudios realizados con madres excesivamente fumadoras durante el
embarazo, tienen ocho veces más posibilidades de desarrollar más tarde desórdenes
conductuales.
Por otra parte, estudios realizados en animales, también detectan efectos negativos
durante el embarazo, consecutivo a uso de varias substancias. Así por ejemplo, cuando
se exponen ratas al alcohol antes del nacimiento, las neuronas dejan de crecer y
emiten menos sinápsis, lo que se puede apreciar en ciertas regiones de la corteza
cerebral, especialmente en la zona responsable de las funciones del lenguaje y
orientación espacial.
También es peligrosa la exposición fetal a la cocaína. Temprano en la gestación, esta
droga altera la migración de neuronas hacia la pared de la corteza, proceso que tiene
una secuencia y tiempo muy específico dentro del desarrollo cerebral. A menudo las
células que migran por mal camino y a destiempo mueren precozmente. Si las células,
en su migración, se colocan en un lugar equivocado y en un tiempo equivocado, forman
sinápsis inapropiadas, lo cual puede resultar en desórdenes neurológicos, como son por
ejemplo las epilepsias infantiles graves, el autismo y la esquizofrenia. Ya más cerca del
período prenatal, la exposición a la cocaína puede dificultar la producción de sinápsis.
En dosis más altas, la cocaína puede afectar la bioquímica cerebral. También se ha
visto que muchos niños expuestos a la cocaína "in útero", presentan más tarde
excitaciones, dificultades de atención y reactividad al stress.
Después del nacimiento, la exposición a factores adversos ambientales también puede
tener efectos deletéreos en el desarrollo cerebral. Las experiencias traumáticas
tempranas, como es el caso de agresiones y abusos, pueden interferir con el desarrollo
de las áreas subcorticales y límbicas del cerebro, lo que se traduce en síntomas de
ansiedad extrema, depresión a incapacidad de relacionarse adecuadamente con otros.
A su vez las experiencias adversas en la adolescencia pueden también llegar a alterar
las condiciones cognitivas, lo que induce a respuestas agresivas violentas o
frustraciones exageradas frente a problemas de stress.
Algunos autores han estudiado el efecto en el niño de la depresión de la madre. Sucede
a veces que ésta también interfiere en el desarrollo cerebral del niño, afectando
especialmente a la parte del cerebro que tiene que ver con la expresión y regulación de
las emociones. La depresión post parto de la madre, que generalmente dura unos
pocos meses, no parece tener efectos en el niño. Pero en niños de entre 6 a 18 meses,
la depresión de la madre parece ser un factor de alto riesgo. Cuando la madre es
tratada y logra superar la depresión, tanto la actividad cerebral del hijo como su
comportamiento mejoran notablemente.
En la práctica, muchos de estos factores se superponen y sus efectos no es raro verlos
que se exacerban en situaciones de pobreza. La deprivación económica afecta la
nutrición, dificulta el adecuado acceso a la atención médica y a la seguridad de su
ambiente físico, sumándose una serie de efectos negativos que actúan día a día.
5.- Durante la última década numerosos expertos han insistido en la eficacia
de las medidas de prevención e intervención temprana
Es evidente que existen casos de alteraciones genéticas, cuyas consecuencias no sólo
son difíciles de revertir, sino imposibles. Aparte de estos casos, son numerosos los
estudios donde intervenciones bien diseñadas y ejecutadas en un tiempo oportuno
pueden mejorar notablemente las perspectivas. lncluso en algunos casos que se han
considerado intratables, pueden ver aminorar notablemente su condición, como por
ejemplo los casos de autismo o retardo mental.
Numerosos casos bien estudiados y documentados, sugieren que los programas bien
concebidos, implementados y desarrollados tempranamente, tienen efectos muy
favorables. Es especialmente importante la eficacia de intervenciones tempranas. Son
ellas donde se observan los efectos más duraderos, especialmente si se continúan
durante los años de educación básica y elemental.
Del mismo modo pueden verse efectos muy beneficiosos, mediante el desarrollo de
programas en niños prematuros, cuyos cerebros han tenido menos tiempo de
desarrollarse dentro del útero, y por lo tanto son más vulnerables a factores
ambientales. Tradicionalmente estos niños han estado demasiado tiempo en
incubadoras, con luces brillantes, con excesos de monitoreos y muy escaso contacto
humano, lo que evidentemente les deja secuelas difíciles de reparar. Ellos también
pueden ser muy beneficiados con una intervención activa y oportuna.
En resumen, la prevención da mejores resultados si se interviene oportuna e
intensivamente. No así si se deja pasar el tiempo y se pierde la oportunidad de actuar
durante las etapas en que aún el cerebro es plástico. No olvidar: los primeros tres años
son de enorme importancia para el futuro del niño. No se puede perder la oportunidad
de promover un normal desarrollo durante este período, ya que actuar después puede
ser muy tarde.
Artículo extraído de CRECES EDUCACIÓN - www.creces.cl