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Para que te suene: audios de economía
Unidad 16
Economía española: la política económica en acción
En esta unidad se analizará, a la luz de la evolución reciente de la economía
española, la puesta en práctica de la política económica. El periodo analizado
comprende desde el final de la Guerra Civil española hasta nuestros días.
Durante estas últimas décadas, la economía española ha experimentado un
cambio muy pronunciado, y en esta evolución ha influido de forma notable la
política económica seguida por las autoridades. Así, por ejemplo, el conjunto
de medidas de carácter liberalizador y aperturista tomadas en el contexto del
Plan de Estabilización de 1959 tuvo un efecto decisivo sobre la marcha de la
economía. Lo mismo se puede decir de la política seguida a raíz de la
integración en la Unión Europea, cuyos objetivos eran propiciar la convergencia
con los países más estables de la misma, y formar parte de la Unión Monetaria.
1. El periodo de reconstrucción y autarquía: de 1939 a 1958
[Cortinilla de audio]
En la década posterior al final de la Guerra Civil española se reforzó el sistema
intervencionista y proteccionista instaurado a comienzos del siglo XX, mediante una
política de desarrollo autárquico por la que se pretendía impulsar el crecimiento
del país contando solamente con los propios recursos. La reconstrucción de la
economía española fue difícil y larga, por la destrucción causada por la guerra y por
el contexto internacional adverso. España contaba con un mercado interior débil, la
energía y las materias primas escaseaban y las infraestructuras eran muy
deficientes. Todo ello hizo imposible el desarrollo autárquico.
Además, las políticas de industrialización y de recuperación agrícola resultaron
costosas y dieron pobres resultados, escasearon aún más los bienes de
consumo y, a la vez, aumentaron las tensiones inflacionistas. El comercio
exterior presentaba un déficit persistente. A finales de la década de los
cincuenta, la reducción de la cantidad de reservas de divisas amenazaba con
situar la economía española en bancarrota.
2. La época del desarrollismo español: de 1959 a 1973
[Cortinilla de audio]
Un primer paso hacia la apertura de la economía española al exterior se dio en
1953 con el Tratado de Defensa con Estados Unidos, mediante el cual el país
americano estableció bases militares a cambio de ayudas económicas. Las
claves del fuerte crecimiento experimentado por la economía española fueron
un conjunto de medidas liberalizadoras tomadas a partir de 1959, junto con
factores exteriores como el fuerte crecimiento de la economía mundial y la
entrada de inversiones extranjeras directas.
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El Plan de Estabilización Económica de 1959 supuso un cambio significativo
en la política económica: el final de la autarquía. El Plan se caracterizó por una
estricta política monetaria cuyo fin era combatir la inflación.
Los objetivos del Plan de Estabilización pueden concretarse en la reducción del
gasto público, restricciones de crédito al sector privado, aumento de los precios
de los servicios públicos, elevación de los tipos de interés, devaluación de la
peseta y liberalización de las inversiones extranjeras y del comercio exterior.
El Plan causó una mejora inmediata de la balanza de pagos, pero también una
severa recesión. La clave para que las medidas del Plan de Estabilización
originaran un desarrollo desconocido en la economía española, en vez de
desembocar en una prolongada y profunda crisis, estuvo en la favorable
coyuntura internacional.
A comienzos de la década de los sesenta, los países europeos iniciaron una
etapa de crecimiento sostenido, que sirvió para crear un mercado para las
mercancías españolas y que dio oportunidades de empleo a un número muy
considerable de emigrantes. Estos, a su vez, contribuyeron a equilibrar la
balanza de pagos con las remesas de dinero que enviaban a sus familiares.
Paralelamente, el turismo empezó a emerger como un sector de capital
importancia para la economía española.
A pesar de que el Plan de Estabilización apostó en muchos terrenos por la
liberalización de la economía, en la práctica el proteccionismo continuó, si bien
adoptando nuevas formas, como, por ejemplo, las acciones concertadas. Por
otro lado, la nacionalización del Banco de España en 1962 permitió al Gobierno
incrementar el control del sistema financiero.
Durante el periodo del desarrollismo tuvieron lugar una serie de cambios
estructurales, entre los que cabe destacar la reducción de la población
empleada en la agricultura, el aumento del consumo de petróleo y un sistema
productivo más intensivo en capital. Quizá el hecho económico más
significativo durante la década de los sesenta fue el fuerte aumento del
comercio exterior y de las inversiones extranjeras.
De todos modos, siguieron quedando importantes problemas pendientes de
resolver, como el atraso tecnológico, la desigualdad regional, el excesivo
intervencionismo, y la concentración del tejido productivo en industrias
tradicionales.
3. La crisis económica de los años setenta: de 1974 a 1982
[Cortinilla de audio]
A finales de 1973, la economía española tenía claros síntomas de
recalentamiento, y los precios alcanzaban cotas que empezaban a ser
preocupantes. Precisamente en estas fechas, la Organización de Países
Exportadores de Petróleo decidió elevar drásticamente los precios del crudo, lo
que deterioró mucho la relación real de intercambio de los países
industrializados, surgiendo la denominada crisis de la energía.
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La economía española se vio particularmente afectada, en parte debido a la
delicada situación política que atravesaba. Se estaba asistiendo a los últimos años
del franquismo, y las autoridades españolas no se decidieron a tomar medidas de
ajuste. De hecho, se tomaron algunas medidas que causaban un deterioro mayor
de la balanza de pagos. Con la muerte de Franco en 1975, la situación política se
hizo aun más delicada, y las autoridades económicas fueron muy permisivas para
facilitar la transición democrática. Así, los salarios crecieron por encima de la
inflación, la política monetaria fue laxa y la peseta se devaluó un 20 %.
Tras las primeras elecciones democráticas, en 1977, el nuevo Gobierno tomó
medidas para ajustar la economía a la recesión. El marco fueron los Pactos de
la Moncloa, que suscribieron todos los partidos políticos, los empresarios y los
sindicatos, y en los que se señaló el camino para afrontar los años de crisis. En
ellos también se acordó procurar un mayor grado de apertura de la economía y
una orientación internacional para integrar a España en la Comunidad
Económica Europea.
Durante esta década, la intervención del Gobierno continuó siendo importante.
Había que iniciar el desmantelamiento del sistema de regulaciones, y realizar
un proceso de reestructuración y reconversión del sistema productivo que lo
preparase para una economía más abierta.
4. La recuperación de los años ochenta y la integración en la Comunidad
Económica Europea: de 1982 a 1992
[Cortinilla de audio]
En 1982, la economía española entró en una nueva fase, caracterizada
inicialmente por una moderada recuperación. A ello ayudó la coyuntura
internacional, pero también la política de concertación social, la puesta en
marcha de una política de ajuste global con flexibilización y el relanzamiento de
las obras públicas. Todo ello permitió que entre 1985 y 1989 la economía
española experimentara una fase de crecimiento solo comparable a la
atravesada en los años sesenta.
En la década de los ochenta, la política económica española estuvo
condicionada por las expectativas asociadas a la incorporación a la Comunidad
Económica Europea. Concretamente, a partir de 1982, se puedan sintetizar en
la lucha contra la inflación, la reducción del déficit público y el control del tipo
de cambio. A finales de la década se abandonó la política de concertación
social, lo que imposibilitó la aplicación de una política de rentas amplia y
consensuada.
La instrumentalización de la política antiinflacionista fue marcadamente
monetarista, centrada en el control de los agregados monetarios, y la
consiguiente elevación de los tipos de interés. Si a ello unimos el moderado
éxito en la contención del déficit público, la presión sobre los tipos de interés
fue doble. La necesidad de financiar la deuda pública contribuyó a elevar los
tipos y a reducir los recursos financieros disponibles para el sector privado. Un
fruto no deseado de esta política fue una apreciación artificial de la peseta.
Esto causó una pérdida de la competitividad que echó por la borda los logros
alcanzados en el sector exterior con las devaluaciones de 1982 y 1987.
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5. De la convergencia con Europa a la crisis internacional: de 1992 a 2012
[Cortinilla de audio]
Durante el periodo 1992-2012, la economía española ha atravesado dos etapas
claramente diferenciadas. Una primera, 1992-2007, caracterizada por un fuerte
crecimiento y un notable proceso de convergencia con Europa, y una segunda,
2008-2012, que ha estado marcada por la crisis financiera internacional.
Los primeros años de esta fase, la política económica seguida se centró en tratar
de cumplir los criterios establecidos en los Acuerdos de Maastricht para poder
integrarse en la Unión Monetaria Europea. Para cumplir con ellos, los objetivos
de la política económica se concretaron en el control de la inflación y el déficit
público, la lucha contra las rigideces del sistema y lograr la inclusión de España
en el primer grupo de países en adoptar el euro. La economía española creció
más deprisa que la de la Unión Europea, gracias a la fuerte creación de empleo.
El año 2008 puso fin al largo ciclo de alto crecimiento iniciado en 1995. La crisis
internacional se desencadenó en Estados Unidos a mediados de 2007 por el
estallido de la burbuja inmobiliaria. El detonante fueron las hipotecas
«subprime», y su impacto inmediato fue muy acusado en las entidades
financieras. El resultado fue una crisis de confianza en la banca y el bloqueo del
crédito, que desembocó en 2009 en una recesión global, la mayor desde 1929.
Los Gobiernos acudieron en ayuda de los bancos con problemas, a la vez
actuaban mediante políticas expansivas de carácter monetario y fiscal para tratar
de compensar la caída de la demanda agregada. Gracias a ello, en 2010 la
economía mundial empezó a superar la crisis. Pero los importantes aumentos del
gasto público y los déficits públicos hicieron que volviera a aparecer la
desconfianza en los mercados financieros internacionales. Todo ello degeneró
en una crisis de deuda de proporciones no conocidas hasta la fecha. De nuevo,
las economías occidentales se pusieron al borde de otra recesión.
Si las reformas son acertadas y la confianza en el euro se restablece, la gran
recesión desencadenada a mediados de 2007 se estudiará en el futuro como
una crisis en forma de «W» que terminó con crecimiento equilibrado.
El acusado impacto de la crisis internacional en España, especialmente en
forma de paro, dejó al descubierto las notables debilidades del modelo de
crecimiento español. El crecimiento económico había sido desequilibrado y con
baja productividad, se había basado en un fuerte endeudamiento externo y
había acontecido en medio de fuertes rigideces en los mercados.
Dadas estas características, la aparición de la crisis supuso una acumulación de
males en cadena: el estallido de la burbuja desplomó los precios de las viviendas,
la riqueza de los consumidores se evaporó, debido a la caída del valor de mercado
de sus viviendas y de los activos financieros, y la demanda de viviendas, y en
general la demanda agregada, cayeron drásticamente. El resultado fue que la
construcción se desplomó y el empleo inició una caída libre. Por otro lado, las
entidades financieras, que estaban muy endeudadas, se encontraron con dos
serios problemas: tenían muchos préstamos concentrados en el sector inmobiliario
y, en buena medida, con una financiación obtenida en uno los mercados
internacionales, debido a la crisis, se habían reducido drásticamente.
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El resultado fue que se vieron forzados a cortar los créditos que concedían a
las empresas y a las familias, pues ellos mismos tenían dificultades para
financiarse y hacer frente a sus propias deudas. En el transcurso de la crisis, y
conforme el sector público aumentó el gasto y sus necesidades de financiación
crecieron, la escasa capacidad de financiación que podían ofrecer las
entidades financieras se canalizó progresivamente a la deuda pública. El
resultado fue que las empresas y las familias vieron limitadas más aún sus
posibilidades de financiación.
A pesar del fuerte impacto de la crisis y de la elevada tasa de paro, de cara al
futuro la economía española presenta fortalezas que habría que explotar. Para
empezar, se cuenta con infraestructuras de primera línea mundial. Además,
existe un abundante capital humano, y el tejido empresarial es competitivo a
nivel mundial.
Partiendo de las potencialidades citadas, los sectores que podrían actuar como
motores del crecimiento en un futuro inmediato son los que fabrican bienes
exportables, el turismo y los servicios locales y empresariales.
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