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ARTÍCULO DESTACADO
Memoria inmunitaria activa transferible: El caso de los
factores de transferencia antígeno específicos
By Dr. R. H. Bennett, President
Applied Life Sciences
Resumen
La memoria inmunitaria que permite el rápido reconocimiento y respuesta ante infecciones es una
función exclusiva y crucial del sistema inmunitario. La memoria funcional representada por anticuerpos
específicos constituye un ejemplo de la memoria inmunitaria. En la forma del calostro, la experiencia
inmunitaria del sistema materno se transfiere de manera pasiva al hijo. En la actualidad, la evidencia
sugiere claramente que la memoria inmunitaria celular es altamente antígeno específica, reside en un
pequeño polipéptido y se transfiere como inmunidad activa a través de las secreciones del calostro.
Esta revisión plantea la evidencia científica que implica que los factores de transferencia son moléculas
de memoria inmunitaria celular.
Introducción
La capacidad del sistema inmunitario de los animales superiores de reconocer de forma correcta y
responder a la estructura antigénica única de los microbios externos es fundamental para la salud y
supervivencia de las especies. Sin embargo, los mecanismos precisos del reconocimiento inmunitario
continúan siendo una incógnita. Igualmente importante es la capacidad del sistema inmunitario de
almacenar la información de reconocimiento inmunitario de manera tal que ofrezca una recolección
eficaz y una respuesta eficaz. Este fenómeno de memoria inmunitaria activa es la base práctica para
todas las estrategias exitosas de inmunización. Sin embargo, el mecanismo por el cual la identidad
estereoquímica específica de los antígenos microbianos se crea, almacena y comunica dentro de la
fisiología inmunitaria en su mayoría sigue sin conocerse.
La evidencia científica y las experiencias prácticas en los últimos 50 años brindan una base para el
avance de la teoría sobre la memoria inmunitaria codificada en estructuras proteicas simples. Las
inferencias de esta propuesta pueden encontrarse en las especifidades de la interacción entre el
anticuerpo y el antígeno. La capacidad de un anticuerpo de ligarse a un único antígeno reside en la
región específica del epítopo del anticuerpo. La porción del epítopo del anticuerpo está compuesta por
relativamente pocos aminoácidos en comparación con el balance de la gran estructura molecular de un
anticuerpo. Estas secuencias de aminoácidos son el producto de la reorganización geno celular y de la
síntesis proteica controlada del ácido ribonucleico ribosomal. La exitosa reorganización de los genes da
lugar a un anticuerpo que se liga al antígeno que causa la ofensa. El posterior ligamiento al antígeno
por parte del anticuerpo del linfocito B estimula la selección clonada de dicha célula que produce el
anticuerpo y se pueden producir grandes cantidades de anticuerpos altamente específicos.
Probablemente operen mecanismos similares en la línea del linfocito T para la selección y desarrollo de
los linfocitos T específicos para el antígeno.
Esta revisión realiza un seguimiento de las investigaciones científicas de las respuestas inmunitarias y
la biología de la comunicación inmunitaria dentro de los individuos y con sus progenitores. La evidencia
acumulada sugiere que la memoria inmunitaria se codifica en un pequeño polipéptido; una pequeña
porción de una estructura única que contiene importante información estructural de los antígenos. Este
polipéptido llamado factor de transferencia (FT) es la base de la memoria inmunitaria.
Evidencia biológica y clínica
Ya en el año 1922, Smith y Little, (1922) indicaron la importancia de la memoria inmunitaria y su
transferencia al observar que los terneros recién nacidos que no recibían el calostro por lo general
fallecían. Especularon que un factor en el calostro protegía a los terneros de alguna manera. Muchos
años después, McGuire et al (1976) documentaron claramente que la falla cuantitativa de transferencia
pasiva de anticuerpos traía aparejados grados de susceptibilidad a la enfermedad infecciosa. Incluso
otros, entre ellos Kerr (1956), mostraron que algunos terneros parecían tener más respuestas
inmunitarias efectivas para ciertas enfermedades como por ejemplo la Tuberculosis (TB). Dado que no
todos los agentes de enfermedades, como la TB, son controladas de forma eficaz por la actividad
exclusiva de los anticuerpos, se pudo haber interpretado en la observación que los factores que
formaban al calostro, además de los anticuerpos, contribuyeron a la competencia inmunitaria completa
del recién nacido.
A finales del 1900, los investigadores en su mayoría atribuyeron el beneficio del calostro en la
resistencia animal y humana de enfermedades exclusivamente a la protección pasiva de los
anticuerpos maternos circulantes y absorbidos. En ese momento existía un leve reconocimiento
científico, si es que realmente existía, del rol de la inmunidad celular transmitida a través del calostro.
Por otro camino de investigación, los experimentos de 1949 de Lawrence sugirieron otros medios por
los cuales la memoria inmunitaria activa específica podía ser transferida. Lawrence produjo un extracto
dializado no celular de linfocitos humanos disueltos (EDL) de un paciente al que se le efectuó la prueba
cutánea de la tuberculina y dio positiva. Cuando se inyectó el extracto dializado en otro individuo que
había obtenido hasta el momento un resultado negativo a la prueba cutánea de tuberculina, el individuo
rápidamente obtuvo un resultado positivo. Esta sustancia desconocida que transfería la reactividad
inmunitaria fue denominada factor de transferencia. Dada la naturaleza prolongada de la infección de la
Tuberculosis (TB) y del tiempo necesario para convertir un paciente en un reactor a la TB, es altamente
improbable que el extracto dializado fuese una fuente de infección.
Las observaciones en vacas y seres humanos de reactores a la TB sugieren que una señal química o
celular transfiere la información. Sin embargo, los resultados pueden llegar a ser explicados por
algunas actividades no específicas similares a la de los adyuvantes que se aplican sobre la
micobacteria y no necesariamente como una transferencia de información antígeno microbiana.
Se realizaron posteriores investigaciones sobre la biología inmunitaria de las glándulas mamarias que
mostraron claramente que sus funciones inmunitarias son mucho más que la concentración de
anticuerpos para la síntesis de calostro. En 1978, Bennett y Jasper estaban evaluando la cantidad de
leucocitos en las secreciones de las glándulas mamarias que no estaban lactando. Las semanas
previas al parto, las glándulas sanas producían un gran número de células mononucleares en las
secreciones. Se especulaba que una enfermedad latente fuese la causa; sin embargo, el examen de
vacas jóvenes no infectadas revelaba un patrón similar. La presencia de las células mononucleares
durante la formación del calostro sugería un rol de inmunidad celular para la protección inmunitaria del
neonato a través del calostro.
Una década después, Benoco et. al. (1987) demostraron grandes poblaciones de linfocitos T y B en las
secreciones mamarias que no estaban lactando. Quizás por primera vez, los investigadores sugirieron
que esto podría ser un evento esencial en la transferencia de inmunidad celular a través del calostro.
La creencia de que el anticuerpo del calostro era tan solo una fuente de protección inmunitaria ahora
estaba en duda.
El trabajo de Schlessinger y Covelli (1977) sugirió la transferencia de función e información activa
inmunitaria en la leche y el calostro humano. Los neonatos de madres con resultados positivos en la
prueba de DPP-TB (derivado proteico purificado de tuberculina) tenían linfocitos circulantes reactivos a
la tuberculina en los ensayos in vitro, mientras que los neonatos de madres no reactivas no los tenían
según las estadísticas. Del mismo modo que el trabajo de Lawrence, estos investigadores sugirieron
que una sustancia similar a los factores de transferencia o células intactas transmitía la reactividad a la
tuberculina.
Otra importante pieza del rompecabezas es proporcionada por Yang et. al. (1997). Al realizar un
seguimiento de los marcadores para las subpoblaciones de linfocitos CD4+ y CD8+, informaron flujos
dinámicos de poblaciones de linfocitos en las secreciones mamarias cuando los animales se
encontraban próximos al parto. Estos tipos reguladores y antígeno específicos de linfocitos T se
encuentran presentes en grandes cantidades en el calostro. Los autores especulan que estas células
sobreviven y maduran en el tracto gastrointestinal del recién nacido. Sin embargo, no evaluaron este
potencial. Dados los procesos digestivos monogástricos del neonato y el potencial de
histoincompatibilidad del huésped contra injerto y del injerto contra huésped, la viabilidad funcional de
estas células es altamente cuestionable.
La evidencia de que los factores derivados del calostro educan y activan específicamente al sistema
inmunitario del neonato fue desarrollada de modo significativo por Wilson et al. (1988). Su trabajo
demostró varios atributos importantes de propiedades de incremento de la inmunidad celular en los
extractos del calostro. Los agentes infecciosos exclusivos de las aves de corral se utilizaron para
vacunar al ganado antes del parto y de la producción del calostro. Se inyectó un extracto dializado de
linfocitos del calostro en las aves de corral que no tenían agentes patógenos. Las aves a las que se les
inyectó el extracto dializado demostraron reactividad in vivo e in vitro a los agentes patógenos
específicos utilizados para vacunar al ganado. Las aves que no recibieron el extracto dializado no
tuvieron reacción en ningún ensayo. No se observó reactividad cruzada que indicara la especificidad de
la vacuna para evaluar el sistema antígeno. El trabajo también muestra que este “factor de
transferencia” funciona entre líneas de especies ampliamente divergentes. Por medio de vacunación
exógena, se puede lograr una mayor influencia de los factores de transferencia del calostro.
Otros trabajos de Wilson y Shuler (1988) brindaron evidencia de la exitosa autorización de una vacuna
a base de factores de transferencia para el virus de la gastroenteritis transmisible en el ganado porcino.
La gastroenteritis transmisible (GET) es una infección viral altamente letal de los cerdos recién nacidos.
Los investigadores inmunizaron a parte del ganado con una vacuna contra la GET y la otra parte no fue
vacunada. Los cerditos que recibieron los factores de transferencia del calostro de vacas vacunadas
tuvieron un porcentaje significativamente menor de mortalidad que aquellos que recibieron los factores
de transferencia del calostro de vacas no vacunadas. Esta observación claramente confirma la
capacidad de los factores de transferencia de producir inmunidad efectiva y específica y de hacerlo en
un período de tiempo mucho más corto que el proceso de inmunización activa.
El reconocimiento de la especificidad de los factores de transferencia fue desarrollado posteriormente
por Arnaudov y Tziporkov (1996). Se inmunizaron conejos con Salmonella Cholerae-Suis para producir
un extracto dializado de linfocitos (EDL). Se inyectó de forma intraperitoneal el extracto dializado en los
ratones. Frente a la Salmonella Cholerae-Suis, los ratones que habían sido inyectados tenían un 70%
de protección eficaz. La inyección de EDL no poseía un efecto protector sobre la Salmonella Dublin.
En un ensayo clínico con seres humanos, Borkowsky et. al ( 1987) trataron ocho pacientes con SIDA
clínico y coinfectados con Cryptosporidium Parvum con factores de transferencia bovinos con un
extracto oral dializado de linfocitos. Cuatro de los ocho pacientes mejoraron clínicamente y uno no fue
afectado por Cryptosporidium Parvum durante un período de 2 años luego de la interrupción de la
terapia con factores de transferencia. El sistema inmunitario del paciente con SIDA está altamente
deteriorado por la infección viral de los linfocitos CD4+ y CD8+ y sin embargo los factores de
transferencia de los terneros inmunes a Cryptosporidium Parvum fueron específicos y capaces de
mejorar la función inmunitaria en parte de los pacientes.
Estas líneas de investigación indican que los factores de transferencia son realmente específicos. Sin
embargo, los investigadores utilizaron preparados microbianos completos que contenían una amplia
gama de antígenos. Dado que diversos microbios comparten estructuras antigénicas similares, la
especificidad molecular de los factores de transferencia continúo siendo un tema de conjetura hasta
hace muy poco tiempo.
Evidencia molecular
La base molecular y especificidad de los factores de transferencia se hicieron más claras luego del
trabajo de Charles Kirkpatrick y sus colaboradores. Ya en 1985, Kirkpatrick et. al. demostraron vínculos
específicos entre los factores de transferencia y los antígenos utilizados para generarlos. Estos factores
de transferencia específicos se pueden ligar y extraer de manera selectiva y la reactividad inmunitaria
específica puede se transferir a los ratones receptores. Los trabajos posteriores confirmaron la base
molecular para la especificidad de los factores de transferencia.
Kirkpatrick (1996) realiza un informe sobre el trabajo de su laboratorio y de otros laboratorios. Las
distintas investigaciones revelaban métodos afines de purificación de factores de transferencia. En
especial Rozzo y Kirkpatrick (1992) demostraron afinidad en la purificación de factores de transferencia
específicos que se ligaban a antígenos específicos y la pureza fue confirmada a través de la
cromatología líquida de alta presión (HPLC, por sus siglas en inglés). Kirkpatrick (1996) demostró la
especificidad de los factores de transferencia utilizando moléculas antigénicas únicas como la ferritina y
el citocromo C para vacunar a los ratones para la producción de factores de transferencia. La
administración oral de los factores de transferencia purificados y los subsiguientes ensayos in vivo de
inmunidad celular en la planta del pie demostraron especificidad clara y distintiva a estos pequeños y
exclusivos antígenos.
En un segundo estudio, Thull y Kirkpatrick (1996) evaluaron la producción de citocina en ratones
inmunes al virus Herpes simple por medio de la vacunación o por medio de la administración de
factores de transferencia específicos para el virus Herpes simple (VHS). Se evaluaron los cultivos
celulares del bazo extraídos de animales para detectar la producción de citocinas en respuesta a la
exposición al virus matado. Las células del bazo de los ratones inmunizados con factores de
transferencia para el VHS produjeron un patrón diferente de producción de citocinas. El patrón de
producción de citocinas era típico al del fenotipo del linfocito T cooperador 1 donde el interferón gama
es la citocina predominante.
Estos datos no sólo brindan evidencia molecular adicional sobre la especificidad del mensaje de los
factores de transferencia sino que también revelan una señal selectiva que posibilita las funciones
inmunitarias celulares del sistema de linfocitos T cooperadores 1.
En un intento por identificar la identidad molecular de los factores de transferencia, Kirkpatrick (2000)
investigó la secuencia de aminoácidos de la molécula del factor de transferencia. Los resultados
revelaron una secuencia común de aminoácidos para todos los factores de transferencia
independientemente del origen. Parece ser que esta porción de la molécula se conserva entre las
diferentes líneas de especies. Otra región más pequeña de la molécula es hipervariable en la
composición del aminoácido. Esta región variable muy probablemente contenga la imagen química
inversa al estereotipo que permite que se realice un ligamiento altamente selectivo al antígeno. Es
también esta porción de la molécula la que codifica el reconocimiento inmunitario activo del antígeno.
Estas observaciones concuerdan con nuestro conocimiento de la especificidad de los anticuerpos, en
los que el epítopo de la cadena ligera está determinado por tan solo 10 aminoácidos. Ese parece ser el
caso de la especificidad de los factores de transferencia. Sin embargo, en este caso, la molécula del
factor de transferencia brinda la información antigénica clave para los linfocitos T no comprometidos y
los linfocitos T cooperadores 1, y permite que mantengan funciones inmunitarias activas durante algún
tiempo.
Conclusión
En el transcurso del descubrimiento de la memoria inmunitaria, surgió un patrón similar de
especificidad de los anticuerpos y de las células. Desde una perspectiva teleológica y biológica, la
comunicación de la memoria inmunitaria dentro de una especie y entre la madre y su cría o hijo es
esencial para la supervivencia.
El factor de transferencia es el polipéptido pequeño y rico en información que almacena la experiencia
inmunitaria celular exclusiva del animal. La manera en que los factores de transferencia realizan esta
función en el animal y a nivel molecular se está esclareciendo cada vez más.
Dado el rol vital y central de la inmunidad celular en la resistencia a enfermedades, el potencial de
cosechar esta molécula para la prevención de la enfermedad y la intervención clínica en prácticamente
todas las especies vertebradas es sorprendente.
Además, los efectos adversos de los preparados de vacunas de agentes patógenos inactivos y
vivientes modificados pueden evitarse gracias a la aplicación de factores de transferencia específicos
como inmunoprofilaxis. El reconocimiento de los factores de transferencia antígeno específicos y la
investigación activa con estos objetivos tienen gran potencial en el futuro inmediato.
Referencias
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La naturaleza de los antibióticos
Los milagros de la medicina se desvanecen: Abandonando la era de los
antibióticos®
Richard H. Bennett Ph.D.
Especialista en Microbiología de enfermedades infecciosas/ Especialista en Inmunología
Luego de un largo día de trabajo, dispuesto para ir a descansar, James pasa por la puerta de la
habitación de su hijo y observa el sueño inquieto del pequeño David. Para asegurarse de que estuviera
bien, coloca su mano en la frente de David, sin despertarlo. James se alarmó al sentir la temperatura
que irradiaba la frente del pequeño. ¡Dios mío, está ardiendo!, murmuró. La fiebre había sido incitada
por una candente infección de oído que lo azuzaba y nuevamente el niño tendría que ir al “especialista
de oídos” para completar otras dos semanas de antibióticos. Esta vez tenía que ser diferente, ya que la
vida del pequeño David dependía del poder de los antibióticos, el cual que se desvanecía.
Al igual que antes, le recetaron a David dos semanas de tratamiento con Ampicilina y a diferencia de
los diversos tratamientos en el pasado, las bacterias adquirieron resistencia a la ampicilina y no
pudieron ser combatidas por el efecto de la misma.
Dos días después, la fiebre azuzó nuevamente a David, pero esta vez, él permaneció en cama
prácticamente sin reaccionar. La familia estaba totalmente alarmada. David fue llevado rápidamente a
la sala de emergencias y fue ingresado en el hospital con el diagnóstico de Meningitis Purulenta (una
infección en las membranas que cubren el cerebro). En niños pequeños, la meningitis purulenta es una
infección con peligro de muerte. Tal vez fue el tratamiento precoz en la sala de emergencias o tan sólo
buena suerte que los nuevos antibióticos que utilizó el hospital tuvieron efecto. David se recuperó
completamente y ahora juega y ríe como sus pequeños amiguitos.
Aunque ésta es una situación ficticia, está basada en hechos reales. Más y más infecciones no logran
ser tratadas satisfactoriamente con antibióticos. Los antibióticos como la penicilina y la tetraciclina se
anunciaban en otros tiempos como las herramientas para darle fin a todas las enfermedades
infecciosas. ¿Qué sucedió con este sueño?
Luego de décadas de utilizar antibióticos de manera inadecuada, para resfriados comunes, los
microbios han desarrollado maneras de protegerse a sí mismos. Cuanto más ampliamente sean
utilizados, con más rapidez se desarrollará la resistencia.
Actualmente, el Staphylococcus Aureus común, el agente que normalmente infecta las heridas y causa
diversas infecciones graves en los huesos, las válvulas cardiacas y en la sangre, es altamente
resistente a la penicilina. La meticilina se convirtió en el fármaco de elección para las infecciones por
estafilococo. En la actualidad, casi un tercio de las bacterias del estafilococo son resistentes a la
meticilina.
Muchas de estas estirpes resistentes a los fármacos provienen del lugar a donde vamos a curarnos, el
hospital. Actualmente ir al hospital comprende el riesgo adicional de adquirir una infección de
transmisión interna del hospital. De acuerdo con el CDC (Centro de Control y Prevención de los
Estados Unidos) aproximadamente 20 de cada 100 personas ingresadas en un hospital contraerán una
infección durante su estadía en el mismo. ¡Aproximadamente 40.000 personas al año mueren a causa
de infecciones adquiridas en hospitales!
El costo de este problema es espeluznante. La Fundación Nacional de Enfermedades Infecciosas
(National Foundation for Infectious Disease) calcula que el costo de la resistencia a antibióticos es de 4
mil millones anuales. Podemos y debemos desarrollar programas alternativos de salud y prevención.
De lo contrario, el costo en enfermedades, vidas y presupuesto continuará incrementándose de manera
alarmante.
El uso adecuado y el uso inadecuado de los antibióticos
Los antibióticos son vistos por lo general, tanto por el paciente como por el medico, como una solución
rápida. Se recetan 150 millones de antibióticos al año en clínicas de pacientes ambulatorios. De
acuerdo con el CDC, un tercio del total de las recetas o 50 millones de recetas son emitidas
inadecuadamente. A veces no son infecciones bacteriales o las bacterias no son susceptibles al
antibiótico recetado.
El uso abusivo de antibiótico en pacientes hospitalizados también es una causa de preocupación. En
cualquier momento, de 25 a 40 pacientes reciben antibióticos en hospitales. Muchos de estos
tratamientos son inapropiados. Los hospitales utilizan el antibiótico Vancomicina, el arma más reciente
para muchas infecciones. En la actualidad, existe un número cada vez mayor de infecciones que son
resistentes a la vancomicina. A la vez, un estudio demostró que el 63% de las recetas no concordaban
con las pautas dictadas por el CDC. Estas pautas tienen el objetivo de limitar el uso de la Vancomicina
a fines de que mantenga su eficacia. Los fabricantes de antibióticos no son capaces de desarrollar
nuevos antibióticos con suficiente rapidez. La biología de los microbios y la manera abusiva en que
empleamos los fármacos mantendrán siempre a los virus a la cabeza.
Los mismos antibióticos utilizados para tratar infecciones humanas graves son también utilizados para
tratar a los animales, tanto a las mascotas como a los animales que son fuente de alimentos. La
agricultura utiliza el 40% de todos los antibióticos empleados en los Estados Unidos. Una causa de
mayor preocupación es el uso de antibióticos en la comida para animales. Tanto como el 80% de los
antibióticos utilizados en la agricultura son empleados como aditivos en alimentos para promover el
crecimiento de animales para consumo, como son el ganado bovino y las aves de corral.
Varios estudios científicos han mostrado claramente el vínculo entre los antibióticos en alimentos, las
estirpes resistentes y las enfermedades en seres humanos. Por ejemplo, la nueva clase de antibiótico
Fluoroquinolona es un importante fármaco para uso humano. La Dirección de Alimentos y
Medicamentos de los Estados Unidos permite su uso en las aves de corral por sobre la objeción del
Centro de Control y Prevención de los Estados Unidos y la Asociación de Enfermedades Infecciosas de
América. Los estudios muestran que sólo luego de dos años de su uso en las aves de corral existe un
incremento en la resistencia en los pavos, las gallinas y los seres humanos. (Además, alrededor del 50
al 75% de toda la carne de las aves de corral está contaminada con bacterias que producen
enfermedades).
Cómo proteger la eficacia de los fármacos y romper el ciclo de resistencia
¿Qué puede hacer para evitar el dolor y la tragedia de lo que representa nuestra historia del pequeño
David? Existen tantas cosas que el gobierno y la sociedad pueden hacer para retrasar esa tasa de
resistencia a los antibióticos. La medicina se está volviendo más responsable de sus acciones. El
paciente debe comprender que su pedido de “un comprimido” para el dolor de garganta, la tos, el
resfriado, también alimenta el fuego de la resistencia.
Sin embargo, es poco lo que podemos hacer de forma individual para cambiar la marea. Por otra parte,
es mucho lo que podemos hacer para reducir el riesgo de necesitar antibióticos que puedan no
funcionar. En resumidas cuentas, mantenernos sanos y fuera del hospital.
No existe una receta ni un fármaco que pueda mantenernos libre de infecciones. Sin embargo,
mantener nuestra salud global requiere vitalidad de mente, cuerpo y espíritu. Este triunvirato de salud
es la base de la prevención. Los antibióticos pertenecen al tratamiento y son siempre reactivos. El
nuevo paradigma tiene que ver con la prevención y es el camino a recorrer. Aquellos estilos de vida,
prácticas y hábitos que nos hacen más resistentes a la infección, naturalmente, son el camino.
Apéndice 1: Microbios y enfermedades comunes resistentes a los fármacos
Microbio
Enfermedades causadas
Fármacos a los que se poseen
resistencia
Staphylococcus Aureus
bacteriemia (infección sanguínea),
neumonía, infecciones de heridas
quirúrgicas, meningitis, neumonía,
otitis media (infección en los
oídos) tuberculosis
Cloranfenicol, Rifampicina,
Meticilina, Ciprofloxacina,
Clindamicina, Eritromicina, Betalactámicos, Tetraciclina,
Trimetoprima, Aminoglucósidos,
Penicilina
Streptococcus
Pneumoniae
media (infección en los oídos)
Cloranfenicol, Eritromicina,
Trimetoprima-Sulfametoxazol
Mycobacterium
Tuberculosis
tuberculosis
Aminoglucósidos, Etambutol,
Isoniacida, Piracinamida,
Rifampicina
Haemophilus Influenzae
epiglotitis, meningitis, otitis media,
neumonía, sinusitis
Beta-lactámicos, Cloranfenicol,
Tetraciclina, Trimetoprima
Enterobacteria (por
ejemplo, Klebsiella
Pneumonia, Escherichia
Coli, Salmonela)
bacteriemia, neumonía,
infecciones urinarias, infecciones
de heridas quirúrgicas, diarrea
Aminoglucósidos, Beta-lactámicos,
Cloranfenicol, Trimetoprima
Enterococo
bacteriemia, infecciones urinarias,
infecciones de heridas quirúrgicas
Aminoglucósidos, Beta-lactámicos,
Eritromicina, Vancomicina
Neisseria Gonorrhoeae
gonorrea
Beta-lactámicos, Penicilina,
Espectinomicina, Tetraciclina
Pseudomonas
Aeruginosa
bacteriemia, neumonía,
infecciones urinarias
Aminoglucósidos, Beta-lactámicos,
Ciprofloxacina, Tetraciclina
Bacteroides
septicemia, infecciones
anaeróbicas
Sulfonamidas, Penicilina,
Clindamicina
Shigella Dysetiteriae
diarrea aguda
Ampicilina, TrimetoprimaSulfametoxazol, Tetraciclina,
Cloranfenicol
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