Download Propiedades sintácticas y alomorfía: alternancias con el sufijo –ble
Document related concepts
Transcript
Propiedades sintácticas y alomorfía: alternancias con el sufijo –ble Antonio Fábregas IS-Universitetet i Tromsø 1. La alomorfía y las teorías morfológicas. Uno de los problemas fundamentales que han atraído la atención en los estudios sobre morfología es la situación en la que un mismo morfema tiene dos (1) o más (2) realizaciones morfofonológicas. (1) a. divid-i-r b. divis-i-ble (2) a. v-e-r b. vis-i-ble c. vid-e-nte En los ejemplos de (1) y (2), existe acuerdo general en que, descriptivamente, la raíz ha de ser la misma, ya que la posición que ocupa -a la izquierda de la vocal temáticaes siempre la misma y dado que el concepto que expresa resulta idéntico. Consideraciones históricas avalan también la idea de que en todos los casos estamos ante el mismo morfema. Varias son las cuestiones que se han considerado en relación al hecho de que la realización fonológica sea diferente. La primera de ellas se refiere a si en estas alternancias cabe hablar de piezas léxicas relacionadas a partir de una base común o, por el contrario, es más apropiado considerarlas formas léxicas independientes. En el primer caso, la teoría morfológica habla de alomorfía y se suelen proponer operaciones fonológicas que derivan todas las variantes a partir de la misma representación abstracta; en el segundo caso, suele hablarse de supletivismo, y se entiende que las formas se relacionan dentro de un paradigma morfológico (entendido en sentido amplio, para abarcar también la derivación y la composición), pero no se derivan una de la otra mediante regla alguna. Intuitivamente, la identificación de una alternancia como alomórfica depende de que exista una similitud fonológica notable entre las formas alternantes. Esto lleva a caracterizar como alomórfico el par de (3a), mientras que el par de (3b) se considera supletivo; el par de (3c) ocupa una posición intermedia, ya que existe cierta similitud fonológica pero la relación entre los dos elementos no parece derivable mediante reglas fonológicas en la actualidad, salvo que estas reglas reprodujeran sin más los cambios históricos sufridos por las formas. (3) a. divid-i-r ~ divis-i-ble (relacionados mediante espirantización). b. beb-i-ble ~ pot-a-ble c. láct-eo ~ lech-ero La relación entre alomorfía y supletivismo se ha estudiado también desde una perspectiva histórica. En general, la propuesta es que cabe hablar de alomorfía cuando las distintas variantes están relacionadas etimológicamente (lo cual agruparía 3c con 3a) y de supletivismo cuando no es así (como en 3b). En este trabajo, propondremos un mecanismo de inserción léxica que explica estas alternancias, pero que no hace distinciones entre el supletivismo y la alomorfía. La cuestión de si esta diferencia descriptiva tiene efectos sobre la estructura del léxico y la morfología –interesante en sí misma- no será tratada aquí. La cuestión que ha atraído más atención en el estudio de las variantes de un morfema es cuál es la forma más adecuada de representar y dar cuenta de estas alternancias. Concentrémonos en una alternancia como la de (3a), donde ambas variantes pueden derivarse una de la otra mediante una regla de espirantización que transforma la consonante oclusiva (/d/) en una fricativa (/s/) con la que comparte el rasgo [coronal]. En la morfología léxica, este tipo de alternancias se expresan mediante reglas contextuales, como en (4), de forma que un morfema X, marcado en el léxico mediante un diacrítico que indica que se somete a esta regla, se realiza como X’ en un contexto Y (cf., entre otros muchos, Booij 1977). (4) divid- divis- / _______ +ible Este tipo de regla tiene un problema inmediato, que es el hecho de que el contexto al que se alude no es local. Como se sabe, la localidad predice que una unidad (u operación) solo puede ser sensible a las propiedades de su contexto inmediato. El sufijo que motiva la alomorfía en el caso estudiado no es –ible, sino –ble, ya que la -idebe segmentarse como la vocal temática. Esta vocal temática, en la representación de (4), está adyacente a la raíz verbal, pero claramente no motiva la regla de alomorfía, ya que esta misma forma también es adyacente a la raíz en el infinitivo divid-i-r, donde no se produce la espirantización. Parece claro que el morfema que produce la regla es –ble, pero este morfema nunca es adyacente a la raíz, lo cual nos impide tener una regla local. Una alternativa para resolver este problema de localidad sería considerar que las formas alternantes no son las raíces, sino los temas verbales; es decir, la alternancia se daría entre dividi- ~ divisi-. Esta representación, sin embargo, pierde la generalización de que la vocal temática no es afectada por la alternancia. Otros tratamientos más recientes del problema, como los que se pueden dar en Morfología Distribuida, comparten con las reglas clásicas de la morfología lexicalista los problemas mencionados. La Morfología Distribuida se diferencia de la morfología lexicalista clásica en dos aspectos. El primero de ellos es que la formación de palabras se interpreta como un proceso sintáctico (Hale & Marantz 1993); el segundo de ellos es que el nivel morfológico actúa después de la sintaxis, en el nivel en que la estructura sintáctica es interpretada por la fonología, adaptando las estructuras arbóreas construidas por la sintaxis para que estas sean interpretables para el léxico (Bonet 1991). Es en este nivel fonológico en el que se toman en consideración las variantes fonológicas de cada morfema, y donde se resuelven las alternancias entre ellas. Pese a estas diferencias acerca del nivel de la gramática donde se resuelven las alternancias, el procedimiento para dar cuenta de ellas es fundamentalmente el mismo cuando la pieza que sufre la alternancia es una raíz:1 ciertas piezas léxicas (piezas de vocabulario en la Morfología Distribuida) están marcados con diacríticos que dictan que deben combinarse solo con otras piezas de vocabulario (véase, por ejemplo, el análisis que hace Oltra 1999 sobre las vocales temáticas en catalán). Así, la raíz dividestaría marcada con un diacrítico que la obliga a introducir una variante divis- cuando se combina con una pieza de vocabulario como –ble. El problema vuelve a ser el mismo: -ble y la raíz no son piezas léxicas adyacentes, ya que la vocal temática –que ni produce la alternancia ni se ve afectada por ella- está entre ambas. Lo ideal sería poder enunciar el problema dando cuenta de que hay tres piezas léxicas involucradas, y la alternancia se da entre las dos que no están adyacentes: divis-i-ble. Es interesante preguntarse por qué cae la Morfología Distribuida en el mismo problema que los planteamientos lexicalistas clásicos. Una razón de que estos dos 1 En los casos en que la pieza no es una raíz, la alternancia puede explicarse mediante un proceso de empobrecimiento de rasgos (Bonet 1991); en cambio, si estamos ante una raíz, la Morfología Distribuida no puede proponer este procedimiento porque, por suposiciones internas al sistema, las raíces carecen de rasgos formales, y el empobrecimiento tendría efectos vacuos. sistemas, aun siendo tan diferentes, se enfrenten al mismo dilema es que ambos coinciden en tratar las alternancias como una cuestión fonológica. Ambas teorías resuelven estas cuestiones en un nivel fonológico aislado de la sintaxis. Dada la Hipótesis de la Separación (Beard 1995), la realización formal de un morfema es una cuestión fonológica, mientras que su contribución gramatical y semántica se produce mediante operaciones propias de otros niveles. La consecuencia de esto es que se espera que las alternancias entre los exponentes morfológicos se produzcan en aquellos casos en que las piezas léxicas son inmediatamente adyacentes en la cadena del discurso, ya que la fonología tiene en cuenta precisamente este tipo de relaciones lineales (Kayne 1994). Ambos sistemas dejan de funcionar, pues, cuando se encuentran casos de alomorfía que no se dan en situaciones de adyacencia entre los morfemas, como el caso que nos ocupa. Frente a esta situación, en este trabajo defenderemos que (al menos algunas) alternancias morfológicas están motivadas por la sintaxis. Los planteamientos anteriores estudian las alternancias como producto de la combinatoria de unos exponentes con otros; nuestro análisis propondrá que la alternancia entre divid- y divis- está motivada por los distintos rasgos y estructuras sintácticas que realiza cada uno de estos elementos. Para considerar en toda su extensión nuestra propuesta, junto a sus consecuencias, consideremos el modelo generalmente aceptado en gramática generativa (5). (5) Sintaxis Fonología Semántica (Forma Fonológica) (Forma Lógica) El lexicalismo y la Morfología Distribuida tratan las alternancias como producto de una operación en la forma fonológica; en consecuencia, se predice que estas alternancias no tendrán ningún efecto en la semántica, ya que ambas ramas están solo conectadas mediante la sintaxis. Para que una operación tenga efectos en ambas ramas al mismo tiempo, esta debe tener lugar en la sintaxis. Siguiendo el mismo razonamiento, si la alomorfía no está motivada por la adyacencia con otras piezas léxicas, sino por la presencia de estructuras sintácticas diferentes, se espera que tenga efectos tanto en la fonología (mediante una materialización diferente de cada estructura sintáctica), como en sintaxis (donde la estructura es en sí misma diferente) y en semántica (ya que cada estructura pasa información distinta a este nivel de la gramática). Este artículo está estructurado de la siguiente manera. En la sección segunda presentamos los datos, relacionados con las raíces verbales y el morfema –ble. En la sección tercera, motivamos la propuesta de que cada variante tiene asociada una semántica y una sintaxis diferente. Mostraremos a continuación cómo se puede producir la inserción léxica para garantizar que es sensible a las propiedades sintácticas de las estructuras. En la sección quinta extenderemos el análisis a la variación histórica, mientras que la última sección está dedicada a las conclusiones. 2. Los datos: raíces verbales y el sufijo –ble. Una propiedad que se ha observado en el estudio del sufijo –ble, que forma adjetivos de significado pasivo a partir de verbos, generalmente transitivos, es que, cuando la raíz verbal tiene una variante alternante no patrimonial, este sufijo se combina con ella. En (6) presentamos algunos de estos casos. Recuérdese que, para los propósitos de este trabajo, nos interesa la existencia de alternancias, y no determinar si son alomórficas o supletivas. (6) com-e ed-i-ble, com-est-i-ble; o-í aud-i-ble; reí- ris-i-ble; v-e vis-i-ble; beb-e pot-a-ble, beb-est-i-ble; pod-e pos-i-ble; fall-a fal-i-ble; acced-e acces-i-ble; admit-i admis-i-ble; comprend-e comprens-i-ble; conced-e conces-i-ble; le-e leg-i-ble; describi descript-i-ble; destru-i destruct-i-ble; divid-i divis-i-ble; hace fact-i-ble; permit-i permis-i-ble; toc-a tang-i-ble El análisis general de estas alternancias es, como hemos visto, que existe una regla contextual que dicta la forma en que se combinan dos elementos léxicos; de alguna manera, esta regla capturaría el hecho de que el sufijo –ble debe combinarse con la variante culta de la raíz verbal siempre que el verbo la conserve en español. No obstante, junto a los problemas señalados en la sección anterior, esta forma de explicar los datos no tiene en cuenta el hecho de que, en el uso, los hablantes pueden combinar el sufijo –ble con las variantes patrimoniales de la raíz verbal. Los ejemplos de (7) están tomados, en la medida de lo posible, de CREA. Dada la presión normativa que rodea estos casos, hemos recurrido también a GOOGLE para constatar si se documentan las variantes patrimoniales en algunos otros de los casos mencionados. (7) a. No estaba el vino a la altura de lo comible (Vázquez Montalbán, La soledad del mánager). b. Se nota también la fidelidad a sí mismo del Luberri de Rioja [...], con su nariz tradicional de tempranillo golosa y una boca tierna, amable y fresca, bebible desde ya (El Mundo, 03/01/2003). c. ...si la interpretación se realiza con sentido relacional y los mensajes tienen una codificación bien comprendible para el cachorro (Rosa T. De Azar, El Border Collie). d. Describible: estas valoraciones constituyen una interpretación "a la antigua" [...] no describible en los términos acuñados cuando la izquierda se dividió en socialistas y comunistas (El País, 02/04/1989). e. Ingresé en el Banco Guipuzcoano el dinero [...] con un documento en el que se hacía constar que ese dinero no era tocable (El País, 01/06/1985) f. Ahí esta la versión en estudio de la canción armenia, se hace mucho más oíble; incluso ya me gusta algo (Google). g. Los desafío a inventar algo totalmente inútil, que dentro de sí no posea ningún objetivo, ... pero genialmente inocuo, transparente, amigable, reíble (Google). h. ...pero eso en los cines. Luego habrá que darle otros meses de prórroga para que salga algo veíble.(Google) i. Semana nefasta, fallando todo lo fallable (Google). j. No es admitible de ninguna de las maneras que empresas de seguridad... (Google). k. Es altamente comprendible, divertido y te enseña las cosas claves cuando debe hacerlo (Google). l. Seguramente no va a ser algo que se hace en 5 minutos, pero es totalmente hacible (Google). m. Pero también es permitible llamarlos tendencia, porque atrae a determinadas personas (Google). Esta variación es asimilable a ciertos casos del inglés, donde se constatan alternancias entre las bases germánicas y las bases latinizantes: potable ~ drinkable (cfr. potable ~ bebible), visible ~ watchable (cfr. visible ~ veíble), edible ~ eatable (cfr. edible ~ comestible). Como vemos, pues, la propiedad presentada en (7) no es exclusiva del español, sino que se extiende a algunas otras lenguas. Estos pares de palabras (divisible ~ dividible) no son equivalentes, sino que se distinguen por propiedades semánticas y formales diferentes de manera general. Como se sabe, las formaciones con –ble son formas pasivas: asesinable no quiere decir ‘que puede o debe asesinar’, sino ‘que puede o debe ser asesinado’. Pues bien: solo las formas en –ble que parten de raíces patrimoniales admiten un complemento agente introducido por la preposición por. (8) a. Un agua potable (*por animales domésticos) a’. Un vino bebible (por entendidos) b. Una solución factible (*por políticos) b’. Un examen hacible (por chavales) (Google) c. Un producto edible / comestible (*por animales sin dientes) c’. Una porquería apenas comible por pendejos de seis años (Google). d. Una estrella visible (*por astrónomos con buena vista). d´. Una película veíble por mucha más gente (Google). El valor con el que el prefijo re- tiene más productividad en español es el de denotar la repetición de un evento (Martín García 1996) o la restitución de un estado previo. Como se observa en (9), solo las formaciones que contienen la raíz patrimonial admiten esta interpretación aspectual de re-. Los que no la admiten bajo estas circunstancias son los verbos que, en todo caso, rechazan este sufijo por implicar la destrucción de un objeto (como *recomible ~ *recomer). (9) *relegible ~ releíble; *refactible ~ rehacible; *retangible ~ retocable Los dos tipos de formaciones también contrastan en el hecho de que la que contiene el verbo patrimonial admite modificadores de manera, pero no la que se construye sobre la forma latina. (10) a. un examen fácilmente {hacible / * factible} b. un texto difícilmente {leíble / *legible} c. Cambiar la consistencia de la comida para que sea fácilmente comible (Google). Como ya habrá notado el lector, estas tres diferencias se encuentran también entre las que distinguen las construcciones de estado adjetivales de las verbales (véase Conti 2004 para los criterios usados en la identificación de estas últimas). En la secuencia de (11), pasiva adjetival –que se corresponde con lo que Parsons (1990) y Kratzer (1996) llaman target state-, se rechazan los complementos agentes (11b), el prefijo eventivo re- (11c) y los modificadores de manera (11d). En la secuencia de (12), pasiva verbal que contiene un resultant state, se aceptan todos estos modificadores. (11) a. Esta estatua está (todavía) fija. b. Esta estatua está fija (*por nuestros albañiles). c. #Esta estatua está re-fija. d. Esta estatua está (*cuidadosamente) fija. (12) a. Esta estatua (ya) está fijada aquí. b. Esta estatua está fijada aquí (por nuestros albañiles). c. Esta estatua está refijada aquí, porque se cayó hace unos meses. d. Esta estatua está cuidadosamente fijada aquí. Junto a estas diferencias sintácticas, encontramos otras, propiamente semánticas. Si comparamos la interpretación de comestible y comible (13), observamos ciertas diferencias de significado. (13) a. un fruto comestible b. un fruto comible c. #una comida comestible d. una comida comible En (13a) decimos de un fruto que es posible comerlo, es decir, que no es venenoso y tiene sustancias que el ser humano puede digerir. En cambio, en (13b) presuponemos estas propiedades y afirmamos que el fruto es sabroso y tiene buen sabor. Si en el primer caso la paráfrasis adecuada parece la habitual ‘que puede / debe VERBO-se’, en el segundo caso el significado apunta más bien a la fórmula ‘que es agradable de VERBO’. Esto explica el contraste entre (13c) y (13d). Dado que a la comida se le presupone la propiedad de que puede ser ingerida, (13c) resulta redundante; en cambio, (13d) no lo es, porque aporta a las características anteriores, ya expresadas en el sustantivo, la de ser agradable de comer. Similares consideraciones cabe hacer en los ejemplos de (14), sobre potable y bebible, o en (15), sobre visible y veíble. (14) a. agua potable b. un vino bebible c. #un vino potable (15) a. una estrella visible (= que puede verse) b. una película veíble (=que causa placer verla) c. #una película visible Otro contraste semántico que se verifica frecuentemente en estos pares es el que diferencia entre la mera posibilidad de hacer algo (‘que puede VERBO-se’), expresado por la base latina, y la afirmación de que la acción expresada por el verbo puede ser ejecutada de forma sencilla y sin complicaciones (‘que es fácil de VERBO’). Quien utiliza la secuencia de (16a) dice de alguna cosa que es posible hacerla, pero quien utiliza la de (16b) presupone que es posible hacerla, pero añade a esto que, además, es fácil hacerla. De aquí se sigue que (16c), frente a (16d), sea marcada. (16) a. una opción factible b. una opción hacible c. #un examen factible d. un examen hacible Este mismo contraste se observa en otros pares, como comprensible ~ comprendible. Nótese, por ejemplo, en (17d), escrito en una discusión sobre una serie de televisión, que lo que se dice no es que era posible comprender los motivos que tenía el asesino, sino que era fácil llegar a la conclusión de que cierta persona era la culpable. (17) a. una situación comprensible (= que puede comprenderse) b. Ya estoy probando el primero de estos y me parece muy bueno y comprendible. (= fácil de comprender; Google) c. Esta sencillo y bastante comprendible, esta bueno (Google). d. Es comprendible que la misma protagonista haya sido la asesina (Google). En tercer (y, hasta donde se nos alcanza, último) lugar, estos pares contrastan ocasionalmente en que la base latina expresa la posesión de ciertas propiedades relacionadas de forma lata con el evento verbal, mientras que la base patrimonial se refiere a la participación potencial en un evento. Considérese, como ilustración, el caso de risible ~ reíble. El primero se interpreta como un sinónimo de ridículo, mientras que el segundo se refiere a que es posible reírse de dicha entidad. Que ambas lecturas no son equivalentes se observa claramente en el par de (18). (18) a. un chiste reíble (cfr. google, muy bueno, la verdad es que queda muy “reíble”). b. #un chiste risible (#un chiste ridículo). La diferencia queda explicada si risible, en realidad, no tiene nada que ver con el evento de reír, por lo que predicarlo de un chiste no equivale a decir que el chiste causa hilaridad, sino que es absurdo e insuficiente. Concluimos pues que, frente a lo que prediría una propuesta en que las alternancias se resuelven en la fonología como restricciones a la combinación de las piezas léxicas, la alternancia a la que nos enfrentamos aquí tiene efectos tanto en la sintaxis como en la semántica. Esto, sumado al hecho observado en la sección primera de que la pieza léxica que presuntamente causa la alternancia y la que la sufre nunca están adyacentes, sugiere de manera vehemente un análisis sintáctico del fenómeno. La siguiente sección presenta este análisis. 3. Un análisis sintáctico de la alternancia. 3.1. La estructura. Desde, al menos, Aronoff (1976) se viene observando que el sufijo –ble tiene un comportamiento doble en los procesos de formación léxica, y que, en cierto sentido, puede actuar sobre dos niveles diferentes. En unas formaciones del inglés, -ble parece comportarse como un sufijo que influye sobre la morfofonología de la base y causa, entre otros procesos, truncamiento de –ate (20a). En otras formaciones de esta lengua, el mismo sufijo no produce este truncamiento (20b). Esto llevó a algunos autores a considerar que –ble, en la morfofonología léxica, puede pertenecer variablemente al estrato más bajo o al más alto (Kiparsky 1982), o bien a que entre la base y el sufijo pueden encontrarse lindes de distinta categoría (Siegel 1974). (20) a. naviga-ble, cultiv-able, demonstr-able, educ-able b. navigatable, cultivat-able, demonstrat-able, educat-able navegable, cultivable, demostrable, educable Los datos que hemos descrito en español sugieren que esta actuación en dos niveles diferentes tiene reflejos en el comportamiento gramatical y semántico de las formaciones. Como se puede comprobar, en (21), la secuencia presentada tiene dos interpretaciones posibles. La primera es la que requiere la paráfrasis habitual ‘que puede verbo-se’, ‘es posible asesinar al presidente’; la segunda es la que requiere la paráfrasis ‘es fácil verbo’, ‘es fácil asesinar al presidente’. Solo en este segundo caso es posible añadir complementos agentes y adverbios de manera al adjetivo. Nuestra propuesta es que el comportamiento doble de –ble, reconocido por otros autores antes de nosotros, es el que se halla tras la alternancia estudiada en este artículo. Proponemos que el comportamiento de –ble se explica porque este sufijo encabeza una proyección sintáctica que puede tomar dos nudos diferentes: por un lado, un sintagma que contiene información acerca de un evento verbal (22a); por otro lado, un sintagma que contiene exclusivamente información acerca del estado asociado a ese evento (22b). (22) a. SA A -ble b. SA Sv v A -ble SEstado Estado SEstado Estado Como se observa, esta es una forma sintáctica de dar cuenta del comportamiento dual de un sufijo, algo que otros autores han caracterizado como una diferencia entre niveles léxicos (Siegel, Aronoff, Kiparsky) o entre la aplicación léxica de una regla frente a su misma aplicación sintáctica (cf. Picallo 1991 sobre –ción). Notese que, en la medida en que los estados no presuponen la existencia de verbos –ya que un adjetivo puede denotar un estado-, la estructura de (22b) no contiene propiamente estructura verbal y, en este sentido, puede interpretarse como la adjetivación expresa de una proyección sintáctica que ya contiene semántica adjetival. En cambio, la estructura de (22a) contiene estructura verbal expresa, el Sv, sobre la que se construye un adjetivo. Intuitivamente, la diferencia que hay entre –ble y su complemento es mayor en (22a) que en (22b), lo cual expresa de otra forma la intuición que Siegel capturaba mediante dos lindes de distinta fuerza. Veamos cómo las dos estructuras explican los contrastes en el comportamiento sintáctico que hemos estudiado en el apartado anterior. La presencia de una proyección verbal Sv garantiza que, si el verbo es causativo, el agente puede estar introducido en la estructura como su especificador. Esto deriva automáticamente que la primera construcción sea compatible con los complementos agentes, pero no la segunda, sencillamente porque en ella no hay ninguna posición para este papel temático. (23) SA A -ble Sv Agente v v SEstado... En la medida en que los eventos son objetos sintácticos distintos de los estados, el argumento eventivo debe estar introducido en Sv. Esto justifica que solo la primera estructura, con Sv, sea compatible con el prefijo re- en su interpretación eventiva. Por idénticos motivos, si los adverbios de manera se interpretan como predicados del evento, solo con un Sv podremos tener este tipo de modificadores, ya que sin esta proyección no tenemos ningún argumento eventivo. Dado que las diferencias entre las construcciones de estado adjetivales y verbales son similares a las que se dan entre los dos tipos de formaciones con –ble, esperamos que su estructura sea mínimamente igual, y, más específicamente, que en las construcciones de estado que admiten los complementos agentes, el prefijo eventivo re- y los modificadores de manera tengamos un verbo representado en la estructura. Por el contrario, esperamos que las construcciones de estado que rechazan estos modificadores carezcan de estas proyecciones. La predicción parece cumplirse, en la medida en que las construcciones de estado que admiten complementos de agente se asemejan a las pasivas y contienen siempre una forma verbal, un participio, mientras que las que lo rechazan se materializan morfológicamente como adjetivos que, por más que muchos de ellos vengan de antiguos participios truncos en su evolución histórica (seco, limpio, fijo, tinto...), no tienen en el español actual ningún rastro de morfología verbal. Esta propiedad queda explicada ahora directamente: la estructura de (22b) contiene proyecciones que caben dentro de la estructura del adjetivo, como los estados, mientras que la estructura de (22a) contiene un verbo, lo cual obliga a recurrir al participio para expresar la semántica de resultado dentro de este dominio. Consideremos ahora brevemente la semántica de las dos construcciones. La lectura de posibilidad emerge de la presencia de un estado, ya que lo único que requiere, para satisfacerse, es la constatación de que cierta entidad puede encontrarse en un estado particular (o, alternativamente, debe encontrarse en él). Como se sabe, las perífrasis modales se comportan aspectualmente como los estados, ya que rechazan los imperativos y las perífrasis progresivas (24). Por todas estas razones, la semántica de posibilidad y obligación queda satisfecha en sus condiciones eventivas mínimas por la existencia de un estado, sin necesidad de introducir evento alguno.2 (24) a. *Poded cantar; Debed cantar. b. *Estamos pudiendo cantar; *Estamos debiendo cantar. En cambio, la semántica de comible o bebible supone que hay una acción que resulta agradable para la persona que la ejecuta. Necesariamente, pues, deben encontrarse presente en la estructura la noción de agente y la acción que produce los resultados agradables. Esto supone que el SEstado no basta para satisfacer esta lectura y que sea necesario tener Sv en la estructura. La semántica de facilidad o simplicidad de una acción (hacible frente a factible) supone una forma particular de ejecutar la acción, o de alcanzar un resultado mediante la ejecución de dicha acción; por esta razón, esta semántica presupone la existencia de la entidad para la cual resulta fácil dicha acción y, además, requiere la existencia de 2 Nuestro análisis explica que la semántica de posibilidad y obligación no requiere un evento en la estructura verbal, pero no implica que estas nociones semánticas no deban ser introducidas en proyecciones más altas que controlan los estados representados en la estructura. La cuestión de si los operadores modales necesarios para estas nociones semánticas están introducidas en la proyección del adjetivo o en otra posición sintáctica queda, pues, para futuras investigaciones acerca de la estructura interna del sufijo –ble. una acción que se ejecute de esta manera particular. Una vez más, el Sv es imprescindible para obtener esta lectura. Finalmente, la presencia de Sv garantiza que una forma como reíble se asocie a una acción determinada, la de reírse de algo, mientras que su ausencia explica que risible denote un conjunto de propiedades que no se hallan asociadas a acción alguna. En realidad, distintos autores (cf. Ramchand 2008) han propuesto que la proyección que domina el SEstado debe descomponerse en dos, uno que da cuenta del proceso en desarrollo que se identifica con la acción (el Sintagma Proceso) y otro que codifica el subevento inicial que causa dicho proceso (el Sintagma Inicio). El Sintagma Proceso asigna el papel temático de tema, entendido como la entidad que sufre o experimenta el proceso, mientras que el papel temático de agente o causa lo asigna el SInicio. Este sintagma no puede aparecer sin el Sintagma Proceso, ya que una causa requiere mínimamente un proceso causado. En la estructura que selecciona –ble, pues, si distinguimos estos dos núcleos, obtenemos la representación de (25). Nótese que, cuando está dominado por el SProceso, el SEstado se interpreta de forma natural como un resultado (cf. Ramchand 2008); en estos casos, el papel temático que este núcleo asigna se interpreta normalmente como la entidad que termina en un estado resultado. (25) [SA –ble [SInicio [S Proceso [S Estado []]]]] La primera ventaja de esta estructura, además de que está de acuerdo con la investigación independiente que otros autores han hecho sobre el dominio verbal y la correlación entre papeles temáticos y estructura, es que predice que un tema verbal puede tener no solo dos, sino tres, variantes. Dado que Inicio no puede aparecer sin Proceso, las tres posibilidades que el sistema predice son las de (26). (26) a. [SInicio [S Proceso [S Estado []]]] b. [S Proceso [S Estado []]] c. [S Estado []] Veremos en la sección siguiente que estas tres estructuras pueden aparecer realizadas en el dominio que nos ocupa mediante tres piezas léxicas. 3.2. Las piezas léxicas. En el estudio de la relación entre el léxico y la sintaxis, la mayoría de los autores suponen que cada pieza léxica corresponde a un único núcleo. Por el contrario, un sistema con inserción tardía permite que las piezas léxicas correspondan a configuraciones sintácticas completas. Esta propuesta, que fue hecha por primera vez, hasta donde se nos alcanza, en McCawley (1968), propone que las entradas léxicas son relaciones entre exponentes fonológicos y configuraciones sintácticas, que pueden ser mínimamente un único núcleo, pero pueden extenderse a sintagmas completos. Véase Fábregas (2009) para algunos argumentos empíricos a favor de esta propuesta; por razones de espacio, no los repetiremos aquí. (27) da un ejemplo de estos tipos de entrada. En un verbo como romper en su uso transitivo, la vocal temática materializa el subevento más alto (SInicio), mientras que la raíz verbal realiza el constituyente que va desde la raíz hasta el SProceso. Véase Fábregas & Pazó (2008) para las pruebas de que la vocal temática en español se asocia con los subeventos e introduce estructura argumental. De esta forma, la estructura de (28) será realizada mediante estas dos piezas léxicas, dando lugar al verbo romper.3 (27) a. </e/, Inicio> b. </romp/ SProceso Proceso Estado (28) 3 SEstado SInicio Dependiendo de si la pieza léxica en cuestión corresponde a una categoría léxica o a una funcional en la descripción tradicional de estos términos- la entrada léxica contiene o no información acerca de un concepto específico. En el caso no marcado, sin embargo, el léxico no agrega conceptos, ya que la información semántica relevante ya está contenida en los rasgos a los que se asocia el exponente fonológico. Inicio SProceso Proceso SEstado Estado Si combinamos el análisis precedente con la materialización morfofonológica de cada una de las variantes a las que da lugar el sufijo –ble, obtenemos la siguiente generalización: cuando un verbo tiene asociadas dos formas léxicas para la raíz, una latinizante y otra patrimonial, se escoge la primera en la estructura más pequeña, sin Sv, y la segunda cuando la Sv está presente. Dicho de otra forma, en un verbo como reír, el exponente ris- se asocia con la estructura que no contiene ni SInicio ni SProceso, y el exponente re- se asocia con la que contiene estos dos núcleos verbales. Dado que ambas formas contiene una vocal temática, proponemos que estas dos entradas léxicas tienen la forma de (29). (29) a. </ris/, b. </re/, > SProceso Proceso SEstado Estado Estas entradas léxicas, como se comprueba, hacen predicciones que se cumplen. Dado que la presencia de los núcleos verbales es una condición previa para introducir las proyecciones de aspecto, tiempo y modo, predecimos que en las formas conjugadas del verbo siempre se utilizará el exponente re- y nunca ris-. Por el contrario, ya que la raíz no contiene información acerca de la categoría gramatical, esperamos que ris- se emplee en categorías nominales o adjetivales (como sucede: ris-a). En ambos casos, risible y reíble, la vocal temática se asocia sistemáticamente a la proyección eventiva más alta. Esto da lugar a las lexicalizaciones de (30), donde (30a) corresponde a risible y (30b), a reíble. (30) a. SA A -ble SInicio Inicio -i- SProceso Proceso SEstado Estado b. re- SA A -ble SEstado Estado -i- ris- Hemos observado que, en los verbos donde no existe independientemente una alternancia léxica entre dos raíces, la misma raíz expresa sincréticamente los dos significados que se diferencian en risible ~ reíble. En estos casos, en lugar de tener dos formas léxicas que compiten dentro de una estructura, tenemos únicamente una pieza léxica (31). (31) </asesin/, SProceso Proceso > SEstado Estado Mediante el procedimiento habitual para resolver la competición entre piezas léxicas, la Condición por defecto (Elsewhere condition, Kiparksy 1982), en un verbo como reír, en la estructura menor se inserta la forma ris-, que difiere menos que re- de la estructura arbórea. Sin embargo, en un verbo como asesinar, solo hay una forma léxica y por tanto esta es la que se inserta en todos los casos, ya que no compite con otra más próxima al árbol sintáctico en cuestión. Las razones por las que unos verbos tienen dos (o más) formas en competición, mientras que otros tienen una sola forma con la que no compiten otras formas son impredecibles desde el punto de vista sincrónico y se deben a consideraciones históricas que han conservado en unos casos sí y en otros no las piezas léxicas latinizantes correspondientes. No es labor de la morfología sincrónica, pues, determinar por qué reír tiene dos variantes y asesinar una sola. La morfología sincrónica puede, en cambio, señalar los casos en que se emplea cada una de esas formas y asociarlas a consideraciones estructurales independientes, pero no puede predecir qué piezas léxicas componen el léxico de cada lengua particular en cada momento histórico particular. Un verbo como ver contiene tres formas para la raíz: v-, vid- y vis-. Proponemos que se asocian, respectivamente, a las entradas de (32a), (32b) y (32c). (32) a. </b/, SProceso Proceso > SEstado Estado b. </bid/, SEstado Estado c. </bis/, > > La forma v- se emplea cuando el verbo está conjugado, lo cual garantiza que deben estar presentes todos los temas verbales, o en la forma veíble, que se aplica a entidades como películas y espectáculos que son agradables de ver. En estos casos, la vocal temática lexicaliza el SInicio, y esperamos, de hecho, que el verbo ver se pueda interpretar aquí como una acción voluntaria, controlada por el sujeto. Esta predicción resulta confirmada, ya que la forma veíble corresponde a lo que en inglés se expresa como watchable, es decir, no el proceso involuntario de percibir algo mediante la vista, sino la acción voluntaria de contemplar una película o un espectáculo (recuérdese 15). La forma vid-, por el contrario, se encuentra en formas como (in)vidente, donde la acción de la que se habla no es la de presenciar algo voluntariamente, sino la de percibir objetos de forma inevitable; en efecto, un invidente no es el que se niega a ver películas, sino el que carece de la capacidad de ver. En estos casos, la estructura verbal no contiene el SInicio, la vocal temática lexicaliza el SProceso y la raíz lexicaliza tanto el SEstado como la raíz. Por fin, la forma vis- se corresponde con la raíz. En este caso, no se expresa acción alguna, ya que el SProceso no está presente en la estructura; la vocal temática lexicaliza el SEstado y vis- lexicaliza la raíz. Como predice el análisis, la forma vis- se empleará en aquellas formas relacionadas con el verbo ver donde no hay estructura verbal, como visión, vista o visera. Como se puede comprobar, la asociación de las distintas piezas léxicas a estructuras, en lugar de a núcleos simples, permite dar cuenta de forma directa de la distribución de estas formas en la morfología actual del español. 4. Conclusiones. En este trabajo hemos argumentado que (al menos algunas de) las alternancias morfológicas se deben a distinciones sintácticas, y, por tanto, que el lugar adecuado para dar cuenta de ellas no es la fonología, sino la sintaxis. Así, distintas variedades de un morfema están asociadas a distintas estructuras sintácticas. Las ventajas de nuestro análisis son varias: no nos enfrentamos al problema de la adyacencia estricta, al contrario de las teorías que se basan en explicaciones fonológicas basadas en la combinación de distintos exponentes entre sí; predecimos correctamente que cada variante está asociada a distintas interpretaciones semánticas; y predecimos correctamente que cada variante tiene un comportamiento sintáctico diferente. Nuestro análisis, sin embargo, no se extiende automáticamente a todos los casos de alternancias de morfemas. El razonamiento que presentamos aquí muestra que existen alternancias basadas en la sintaxis, pero no impide que otras alternancias estén basadas en la fonología y en la combinatoria con otras piezas léxicas. Lo que nuestro análisis aporta, sin embargo, son los criterios para distinguir entre estos dos casos. Si la alternancia está basada en la fonología o en la concurrencia con otras piezas, esperamos que entre dichas piezas haya adyacencia estricta y que la alternancia no tenga efectos semánticos reconocibles; en cambio, si está basada en la sintaxis, esperamos las propiedades opuestas. Queda, pues, para investigaciones posteriores la cuestión de determinar qué alternancias pertenecen a cada clase. Referencias bibliográficas Aronoff, M. (1976): Word Formation in Generative Grammar. Cambridge (Mass.): MIT Press. Beard, R. (1995): Lexeme Morpheme Based Morphology. Albany: SUNY Press. Bonet, E. (1991): Morphology after Syntax. Tesis, MIT. Booij, G. (1977): Dutch Morphology: A Study of Word Formation in Generative Grammar. Dordrecht: Foris. Fábregas, A. (2009): “An argument for Phrasal Spell-Out: Indefinites and Interrogatives in Spanish”. En Nordlyd 36:1, pp. 1-42. Fábregas, A. & J. Pazó (2008): “Un análisis radicalmente sintáctico de la vocal temática”. Cuadernos de Lingüística del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset 16, pp. 1-28. Hale, M. & A. Marantz (1993): “Distributed Morphology and the Pieces of Inflection.” In: K. Hale and S. J. Keyser (eds.), The View from Building 20: Essays in Linguistics in honor of Sylvain Bromberger. Cambridge, MA: MIT Press, pp. 111176. Kayne, R. (1994): The Antisymmetry of Syntax. Cambridge (Mass.): MIT Press. Kiparsky, P. (1982): “From Cyclic Phonology to Lexical Phonology.” En H. van der Hulst and N. Smith (eds.), The Structure of Phonological Representations I, pp. 131– 175. Martín García, J. (1996): Gramática y diccionario: el prefijo re-. Tesis doctoral, UAM. McCawley, J. (1968): “Lexical insertion in a transformational grammar without deep structure”. CLS 4, pp. 71-80 Oltra, I. (1999): On the Notion of Theme Vowel. Tesis de máster, MIT. Picallo, C. (1991): “Nominals and nominalizations in Catalan”. Probus 3, pp. 279316. Ramchand, G. (2008): First Phase Syntax. Cambridge: Cambridge University Press. Siegel, L. (1974): Topics in English Morphology. New York: Garland.