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PROBLEMÁTICAS SALIENTES EN MAR DEL PLATA Y SU ÁREA DE INFLUENCIA. Al reflexionar sobre las problemáticas abordadas, recordemos que “la estructura espacial está implicada en la estructura social y no puede teorizarse una sin la otra. La hipótesis general que adoptamos es que el patrón social de acumulación y la forma en que se articulan las acciones del capital inmobiliario con las del Estado son determinantes primordiales de la estructura urbana”. (ver A.Cignoli: “La cuestión urbana en el posfordismo”) Dentro de ese contexto, al analizar la categorización resultante de la aplicación del Escalograma de Gutman, observamos que Mar del Plata se ubica en el tercero de los seis rangos en que han sido agrupados los centros urbanos de más de cinco mil habitantes. De acuerdo a su importancia demográfica, la ciudad queda ubicada en el séptimo lugar y resulta vigésimo tercera en función de su nivel de servicios, constituyendo un centro subregional. Una primera zona de influencia tendría una frontera que pasa por Necochea, Balcarce, Mar Chiquita; la segunda estaría delimitada por el arco que pasa por San Cayetano, Tandil, Ayacucho, Maipú y Gral. Madariaga. Una tercera zona (en virtud de los servicios universitarios, médico-asistenciales, informativos) alcanzaría a Tres Arroyos, Benito Juárez y Dolores. La cuarta zona de atracción sería de alcance nacional, determinada por su condición de centro turístico, pero concentrada en el Area Metropolitana de Buenos Aires, de donde proviene más del 70% de la afluencia turística veraniega. A pesar de su dinamismo demográfico, Mar del Plata no constituye una metrópolis, en tanto no es dominante en una vasta región ni constituye un mercado de trabajo potencial para el área de su influencia. Esto se explica, en buena parte, porque sus actividades productivas más importantes y tradicionales están ligadas al mar (pesca, turismo y sus derivadas) y no a la región pampeana. Destaquemos que Mar del Plata se fundó sobre tierras privadas y no sobre tierras fiscales, como disponía la legislación de la época. “Toda su historia está signada por los intereses del capital inmobiliario y las vicisitudes de ese mercado… La ciudad tiene una característica muy común en las ciudades argentinas: la extensión omnidireccional de la urbanización. También, como en casi todas las ciudades, su extensión se articula sobre ejes conformados por vías de circulación regional, que penetran como avenidas o bulevares. La costa configura uno de los ejes de urbanización”. (ver A. Cignoli, op. cit.) “El espacio urbano presenta zonas diferenciadas por usos dominantes e intensidad de la ocupación del suelo. Las actividades comerciales y de servicios se alinean sobre determinadas calles y avenidas, aunque el auge de los shoppings y supermercados ha producido alteraciones. La actividad turística se concentra en el área central y sobre la franja costera, que también concentra los edificios de altura. Gran parte del tejido urbano de la ciudad queda caracterizado por el típico chalet marplatense. Las industrias prevalen sobre la Avenida Champagnat, mientras que las actividades ligadas a la pesca se concentran alrededor del Puerto y en la Avda. Juan B. Justo se desarrolla un área comercial caracterizada por la industria textil”. “Mientras el área central concentra las actividades político-administrativas, financieras y de esparcimiento de la ciudad, el Puerto constituye el único subcentro de la estructura urbana”. (ibidem) Cignoli considera que el paisaje urbano denota la falta de interés o de concepciones claras sobre la organización “voluntaria” del espacio de la ciudad. En este sentido, los planes promovidos se habrían sucedido sin lograr establecer “ideas fuerza” que apoyadas en hechos esenciales concurrieran para la elaboración de una estrategia de desarrollo urbano consensuada. Para concluir, Cignoli sostiene que la ciudad concentra y moviliza excedente producido socialmente, por lo que resulta lugar primordial de valorización del capital. La concentración de la demanda de tierras urbanas incrementa las rentas inmobiliarias, valorizando el capital de ese origen y favoreciendo el mercado especulativo. “Hemos verificado que los planes urbanísticos nunca fueron realmente aplicados y que mediante artilugios interpretativos y el consuetudinario recurso de conceder excepciones, se burlan las disposiciones que regulan el uso y ocupación del suelo”. “En la práctica, los códigos normativos deben adaptarse a situaciones de hecho”. (ibidem) Con la política de “desregulaciones” que han sido promovidas en los últimos años desde el nivel nacional se han facilitado negocios inmobiliarios y la privatización de espacios públicos. Por lo tanto, cabe preguntarse si la flexibilidad que se está reclamando a los planes urbanísticos con el argumento de adecuarlos a cambios frecuentes no oculta el interés de dar respuestas rápidas a demandas del capital inmobiliario en esta época de simbiosis entre consorcios privados y el Estado. Las cuestiones expuestas abren interrogantes respecto a la posibilidades que se le ofrecen al Plan Estratégico para Mar del Plata. En tal caso, deberán establecerse los marcos de acuerdo y concertación que permitan resguardar el pregonado “interés general” ante las distintas presiones originadas en las condiciones que impone la economía globalizada. LA CUESTIÓN URBANA EN MAR DEL PLATA Y SU ESTRUCTURA. El cuerpo disciplinar de las concepciones urbanísticas desarrolladas a partir de las concepciones higienistas y las formulaciones utópicas emergentes de la ciudad industrial, alcanzaron una cierta sistematización que, a fines del siglo XIX, se expresan en el trazado de la ciudad de La Plata. Destinada a constituirse en la capital de la Pcia. de Buenos Aires, nos resulta una “ciudad diseñada”, pero no una “ciudad planificada”, al punto que el pavimento de sus calles del damero inicial recién fue completado para celebrar sus 120 años, cuando ya su continuidad urbana abarcaba Berisso, Ensenada, Olmos y otros distritos circundantes. Años más tarde, el Urbanismo se manifiesta con la incorporación de la sociología urbana a través de la Escuela de Chicago y con los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) y su Carta de Atenas, de 1933. Éstos reconocían en la ciudad cuatro funciones básicas: habitar, trabajar, recrear, circular. Como hemos visto, los criterios de zonificación derivados alcanzan su más ambiciosa materialización con la construcción de la ciudad de Brasilia. Para comprender sus alcances, nos ocuparemos de ponderar sus manifestaciones en la ciudad de Mar del Plata. El análisis histórico de Mar del Plata muestra que se originó -a posteriori de su condición de Saladero- como el espacio urbano necesario para reproducir el excedente originado por las actividades agrarias y comerciales mediante la venta especulativa de tierras. Su evolución posterior estuvo signada por la lógica de la reproducción del capital, producto en buena parte de rentas obtenidas en otras regiones del país -del Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) especialmente- en base a la actividad turística y las que ésta generaba. Los próximos años serán seguramente determinantes en la redefinición de su papel como centro turístico y ámbito convocante para las radicaciones de capital. Entre los temas comunes a las ciudades, aparecen habitualmente la promoción de actividades productivas que aseguren su sustentabilidad y eviten el deterioro ambiental.