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Lectio Divina viernes 21 de junio, undécima semana Tiempo Ordinario -Ciclo –C2Corintios 11, 18.21-b31; Salmo 33; Mateo 6,19-23
PALABRA QUE DA VIDA
-Reflexionemos-
¡QUE NO SE NOS APOLILLE!
1. Hagamos las LECTURAS
Dijo Jesús a sus discípulos: -«No atesoren tesoros en la tierra, donde la polilla y la
carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesoren tesoros en el
cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes
y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el
ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo
entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la
oscuridad!»
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El Sermón de la Montaña presenta dos recomendaciones: no acumular bienes y cuidar la
lámpara del cuerpo humano. La primera recomendación cuestiona la fe depositada en
los bienes materiales. Son tan perecederos que no resisten ni las polillas. La segunda
recomendación: la lámpara del cuerpo es la coherencia de vida que da salud a toda
nuestra vida. Un cuerpo sano a través de una vida sana es el mejor testimonio de la luz
de Dios ante los hermanos. – ¿Cuáles son los verdaderos tesoros en nuestra vida? ¿Es
nuestra vida luz u oscuridad para los demás?
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
El Evangelio de este día me recuerda casi siempre una historia que escuché hace
muchos años. Es la de aquellos dos chinos que están enfrente de una montaña de arroz
ya cocinado. El aroma es excelente. Y los dos tienen hambre. Pero para comer, para
meterse el arroz que tanto desean en la boca sólo disponen de unos enormes palillos.
Son tan largos que cada vez que lo intentan, fracasan estrepitosamente. Son más largos
que sus brazos. Así pasa el tiempo. El hambre arrecia y el arroz sigue allí como una
promesa inalcanzable. Hasta que uno de ellos tiene una idea. Deja de pensar en sí
mismo y en su hambre. Ante la sorpresa del otro, esta vez no intenta llevarse el bocado
de arroz a su propia boca sino que con sus largos palillos lleva el bocado –tan apetitoso
y deseado– a la boca del otro. Y alcanza su objetivo. El otro comprende rápidamente la
lección. Hace lo mismo. El final es ya sabido. A través de la colaboración los
consiguieron su objetivo: calmar su hambre con aquella montaña de apetitoso arroz. A
través de la colaboración y de pensar en las necesidades del otro antes que en las suyas
propias.
Digo que me acuerdo de esta historia porque veo que hay mucha gente que sigue
pensando sólo en sus propios intereses, en su propia seguridad, en tener como medio
para sentirse mejor. Y claro, para proteger lo propio, hacen falta cerraduras, candados,
guardias, perros... Algo así como la casa del señor Burns en la serie de Los Simpsons.
Enorme y llena de riquezas, pero llena también de muerte. Nada que ver con la casa de
Homer y Margie Simpson, llena de problemas pero llena también de vida.
Más allá de los ejemplos, el Evangelio nos dice algo que es obvio. Guardar y conservar
no sirve para nada. Y menos poner el corazón en las cosas que se guardan. Al final la
felicidad y la seguridad se encuentra mucho más en la relación con las demás personas,
en el descubrimiento gozoso de que somos hermanos y hermanas y no amenazas unos
para otros, que en las altas vallas, electrificadas y llenas de cámaras de televisión, que
encierran edificios que no tienen nada que ver con un hogar.
Donde esté nuestro tesoro estará siempre nuestro corazón. Eso es inevitable. Por eso,
donde tenemos que afinar bien es en lo que creemos que es realmente nuestro tesoro.
Para no equivocarnos. Porque nos jugamos mucho en acertar con el verdadero tesoro.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del
corazón
Hoy día creemos en Jesucristo y en el dinero, pero no en el prójimo. Practicamos una
religión sin amor, sin compasión, pues nuestra medida es el placer y la satisfacción
individual, pero no atendemos al dolor de nuestros semejantes y mucho menos a los
gemidos de la creación. No estamos dispuestos a dejar las seguridades que el capital nos
ofrece por el mandato del amor. Si el fundamento de nuestra existencia son los bienes
materiales, corremos el peligro de perder lo acumulado; pero si nuestro fundamento es
la fe en Dios, nadie podrá destruirnos, y tendremos el deseo interior de compartir con
nuestro prójimo todo lo que tenemos.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: De las palabras y de la presencia misteriosa de Jesús aprendemos
que no hay nada más precioso que tu amor hacia nosotros y el Reino que tú quieres
construir con nosotros. Queremos que seas nuestra alegría y nuestro tesoro. Te damos
gracias, porque nos has encontrado. Que nosotros también sigamos siempre
encontrándote a ti en las diferentes formas en las que te manifiestas, en la bondad de la
gente, y en los tesoros de nuestra fe. Nuestras sinceras gracias a ti, Padre, por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: El Papa Francisco nos advierte diariamente contra lo que se ha llamado
CAPITALISMO ESPIRITUAL: esas tendencias a acumular méritos cultuales y
piadosos, es decir, a mayor participación en actos de culto -puertas adentro del temploy a mayor cantidad de oraciones repetidas a ultranza, mejor y más elevado será nuestro
status espiritual. QUE NO SEA ASÍ ENTRE NOSOTROS. EL TESORO
CERCANO
Un hombre soñó con un gran tesoro bajo el puente. Se puso de camino y empezó a
cavar febrilmente. Un viejo pasó por allí: "¿Qué hace ahí cavando?". "He soñado que
había aquí un tesoro". "Yo también soñé con un gran tesoro..." Y le describió la casa y
la aldea soñada.
El hombre que cavaba bajo el puente reconoció su propia casa en la descripción del
viajero. Corrió a su aldea y empezó a cavar bajo su propia casa. Allí había estado
siempre su tesoro. No busques el tesoro lejos ni fuera. Búscalo en tu casa, entre los
tuyos, en tu corazón. Y pide a Dios la gracia de saber encontrarlo.