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Equipo # 7 Expone el viernes 23 de Octubre 2009 Olga Michel Beltrán Trasviña 235- 241 Pág. 105 IV. EL MILAGRO MEXICANO Y SU PARADIGMA DE POLITICAS, 1940-1970 A DIFERENCIA DE LAS DECADAS TURBULENTAS después de la Revolución, el periodo de la posguerra en México de caracterizo por una relativa paz social, así como por el impresionante crecimiento económico popularmente conocido como el “milagro mexicano”. La intervención del Estado en la economía, junto con el refinamiento económico reciente, creó una demanda de economistas tanto en el sector privado como en el publico, aunque en este ultimo todavía fue donde predominantemente encontraba empleo la mayoría de los economistas mexicanos. Los programas de economía en escuelas privadas sobre todo el del ITM, que se convertiría en el autónomo ITAM en 1962, y el del Tecnológico de Monterrey florecieron conforme los empresarios adquirieron mayor cultura con respecto al papel y a las funciones de los economistas en la empresa privada. De mayor interés teórico durante este periodo, sin embargo, fue la evolución del economista en el sector público, y la correspondiente evolución del centro más importante para la capacitación de economistas destinados a aquel: la Escuela Nacional de Economía de la UNAM. Después de las grandes agitaciones sociales de la presidencia de Cárdenas, el foco de la política del gobierno mexicano paso de los asuntos sociales y las políticas redistribuidas a la tarea de promover el desarrollo económico. La creciente necesidad de economistas como técnicos dentro de una burocracia desarrollista se reflejo en la creciente tecnificación del programa de economía de la UNAM. Al mismo tiempo, el consenso entre el gobierno y el sector privado se reflejo en el programa de economía del ITM patrocinado por el sector privado. Por consiguiente, la ciencia económica mexicana evoluciono junto con los cambios en su clientela del sector público y se volvió más unitaria cuanto más convergían los intereses de sus clientelas públicas y privada. EL DESARROLLISMO EN MEXICO Y EN AMERICA LATINA El modelo teórico mas importante para el desarrollo económico durante la posguerra en América latina fue el de la comisión económica para América Latina (CEPAL.) de Naciones Unidad, que fue organizada en 1948 con sede en Santiago de Chile. El marco teórico de la CEPAL constituyo el ejemplo fundamental del tipo de escuela regionalmente específico de pensamiento económico que prolifero durante el régimen keynesiano de la posguerra. Según el modelo de CEPAL, los países en vías de desarrollo se comportaban de acurdo con un conjunto de reglas muy diferentes a las esbozadas por los teóricos económicos clásicos y neoclásicos. La teoría económica clásica aseguraba que un régimen de libre comercio internacional permitía que los países ricos y pobres por igual se beneficiaran de la capitalización de sus “ventajas comparativas”. En cambio, la CEPAÑ alegaba que en un régimen de libre comercio internacional, los países del centro ganaban más que los periféricos, a causa del “deterioro en términos de comercio” ; es decir, que en un país periférico tendría que vender continuamente mas de sus productos primarios en el mercado mundial para comprar el mismo valor de bienes terminados. Estas desigualdades inevitablemente provocaron problemas en la balanza de pagos para los países periféricos, ya que el ingreso real que recibían de sus exportaciones fluctuaban y tendía a disminuir, mientras que la cantidad pagada por las importaciones permanecía constante o aumentaba. Los países periféricos que exportaban materias primas también sufrían un desempleo estructural que inhibía el crecimiento de los salarios reales y el desarrollo de mercados internos (Hirschman, 1961, pp. 12-13: Villareal, 1984, pp. 163-164; Zapata, 1990. pp. 149-154). La CEPAL argumentaba que los países periféricos podrían avanzar solo si dejaban de depender de la exportación de materias primas y de la importación de productos industriales acabados. Por tanto, la industrialización de estos países no podía dejarse a los caprichos de los mercados libres, sino que necesitaba ser promovida a través de activas políticas gubernamentales dirigidas a proteger a las “industrias infantes” de la competencia externa, junto con la protección de los salarios, a fin de mantener la demanda interna (Villareal, 1984, p. 165). Aunque las teorías de la CEPAL no se ajustaban a la tradición neoclásica dominante de la ciencia económica internacional de la posguerra, tenían importantes vínculos con una rama de esta tradición, a saber, la escuela de los economistas del “desarrollo” como Lewis, Rostow y Nukse (cf. Martinussen, 1997). Las prescripciones de política de la CEPAL y sus teóricos eran conocidas por los economistas y formuladores de políticas mexicanos del periodo de la posguerra. En 1944, Raúl Prebisch dio una importante serie de pláticas en el banco de México y una conferencia en El Colegio de México (Solís, 1988, p. 225). Prebisch utilizo por primera vez los famosos términos “centro” y “periferia” en una reunión de banqueros centrales latinoamericanos organizada por el banco de México en la ciudad de México en 1946 (Love, 1996, p. 225). Juan Loyola, un prominente profesor de la Escuela de economía de la UNAM fue líder teórico de la CEPAL. Sin embargo, quizá la mejor medida de la influencia intelectual de la CEPAL en México fue EL Trimestre Económico, que durante los años cincuenta dio un notable giro cepalino. Durante la primera mitad de esa década, por ejemplo, Víctor Urquidi que fungió como director del capitulo México de la CEPAL de 1951 a 1958 fue director de El Trimestre. Además de varios economistas gubernamentales importantes formados en el extranjero Lozano entre ellos Edmundo Flores Y Raúl Salinas ta durante los años cincuenta incluyo a Raúl Prebisch, el líder intelectual de la CEPAL. Prbisch permaneció en el consejo editorial de El Trimestre hasta 1973. Las políticas económicas de la posguerra en México en particular su compromiso con la industrialización a través de la sustitución de importaciones básicamente acordes con la prescripciones de la CEPAL sin embargo, esta institución nunca fue tan importante para determina las políticas del gobierno en México como en otros países latinoamericanos. Según algunos, esto se debió a que el gobierno mexicano era celoso de su autonomía respecto a influencias externas, sobre todo aquellas que, a diferencia del banco mundial o del FMI, no podían proporcionar recursos como complemento de su consejo (entrevista con Urquidi, 26 de septiembre de 1995). Este parentesco entre las políticas desarrollistas del México de la posguerra y las prescripciones de CEPAL era el resultado de antecedentes históricos comunes más que de una influencia directa. El modelo del laissez- faire, orientado a la exportación, de finales del siglo XIX y principios del XX había sido prácticamente abandonado como respuesta a la crisis económica global de principios de los años treinta. Posteriormente hubo una ola de políticas intervencionistas en toda América Latina, incluida la sustitución de importaciones (Díaz Alejandro, 1984, p. 17). Por tanto, cuando se organizo la CEPAL en 1948 con sede en Santiago de Chile, su papel era dar un fundamento teórico a las políticas que ya se habían puesto en marcha. Además del énfasis común sobre la industrialización basada en la sustitución de importaciones y otras formas de intervención gubernamental en el desarrollo económico, los modelos de México y de la CEPAL se parecían en que ambos dependían a menudo conscientemente del manejo eficaz de las demandas políticas. En muchos países latinoamericanos, contribuyeron al desarrollo económico en la posguerra los niveles relativamente bajos de conflicto social, que podrían atribuirse tanto a los beneficios compartidos del crecimiento económico como al establecimiento de marcos institucionales, como la legislación laboral, que permitían que diferentes clases se aliaran alrededor del proyecto nacionalista común de industrialización (Zapata, 1990, p. 154). De manera similar, el desarrollo económico de la posguerra en México fue posible gracias al manejo de las demandas desde abajo y al consenso entre el gobierno y el sector privado. EL MILAGRO MEXICANO El fin de la presidencia de Lázaro Cárdenas en 1940 marco la incorporación definitiva delos diferentes sectores sociales en el partido gobernante, que allano el camino para que la política estatal cambiara el rumbo de cuestiones relacionadas con la distribución de bienes, al fomento al desarrollo económico. Bajo la presidencia de Manuel Ávila Camacho (1940-1946), el gobierno limito la reforma agraria, moderó su controversial retórica sobre aspectos como la educación socialista y se concentro en mejorar las relaciones con los Estados Unidos y el sector privado. El presidente Miguel Alemán (1946-1952), en esta misma línea, siguió promoviendo políticas opuestas a los sindicatos, así como la legislación para proteger a los propietarios privados de tierras contra la expropiación; al mismo tiempo fomento la empresa privada a través del desarrollo de infraestructura y la apertura a la inversión extranjera(Maddison et al., 1989 pp. 123-126). Ambas presidencias aumentaron extraordinariamente los niveles de protección industrial, lo que demostró el compromiso del gobierno mexicano para promover el desarrollo económico (Hansen, 1971, p. 48). Las tres presidencias que siguieron al gobierno de Cárdenas estuvieron todas caracterizadas por un crecimiento económico importante a costa de la inflación, resultado de políticas basadas en el financiamiento inflacionario de los gastos del gobierno sin aumento de impuestos. Entre 1940 y 1954, el PIB creció en México en promedio mas de 5% anual (Ayala Espino, 1988, p. 288). Al mismo tiempo, los datos estadísticos señalan que estas políticas disminuyeron los salarios reales tanto en el sector agrícola como en el no agrícola, mientras que aumentaron los ingresos reales de los empresarios y formuladores conservadores de políticas deben haber aprobado el control firme que se ejerció sobre la demanda salarial de los trabajadores durante esos años (cf. Labotz, 1988), muchos no aprobaban el financiamiento inflacionario del crecimiento. Un oponente conspicuo de la política monetaria relajada fue el fundador del ITM y del banco de México, Miguel Palacios Macedo (Cárdenas, 1944, p. 103). En el contexto de un tipo de cambio fijo, la inflación de la posguerra tuvo efecto de provocar déficit en la balanza de pagos, lo que llevo a un ajuste de la moneda en 1948 con apoyo del FMI y prestamos posteriores del Banco Mundial y del Eximbank estadounidense. En 1954 hubo una devaluación del peso de $8.65 a $12.50 pesos por dólar, la cual estuvo acompañada de préstamos del Banco Mundial y asistencia para la balanza de pagos del FMI (Madison et al., 1989, p. 125; Cárdenas 1994, p. 149). En contraste con el crecimiento inflacionario que caracterizo los dieciocho años posteriores a la presidencia de Cárdenas, desde 1955 hasta 1970 tres periodos presidenciales sucesivos emprendieron la tarea de mantener altos niveles de crecimiento económico mientras evitaban el ciclo de inflación-devaluación-déficit que había caracterizado a las tres presidencias anteriores. Las políticas del “desarrollo estabilizador” se llevaron a cabo durante la gestión de Antonio Ortiz Mena como secretario de Hacienda, durante los periodos presidenciales sucesivos, y de Rodrigo Gómez como director del banco central. Como resultado, el gobierno mexicano abandono el financiamiento del gasto público a través de créditos directos del banco central y lo hizo depender, en cambio de la venta de bonos gubernamentales a través del sistema bancario comercial, requerimientos de reserva y deuda externa (Ayala Espino, 1988, p. 343). Al mismo tiempo, el gobierno no se comprometió a la libre convertibilidad del peso y una tasa de cambio fija, y restringió los precios de bienes de consumo como la gasolina, la electricidad, el azúcar y otros bienes y servicios a través de un amplio sistema de subsidios públicos (Izquierdo, 1995, pp. 18-28). En conjunto, el periodo de 1940 a 1970 fue de un mejoramiento económico importante, con tasas de crecimiento reales anuales del PIB de más de 6 % en promedio. Durante esos años, México transformo una parte de su atraso, de una economía predominante agrícola a una economía industrial dinámica y se hizo productos alimenticios, acero y bienes de consumo y productos básicos de petróleo (Hansen, 1971, p. 48). El sistema de políticas responsable de este éxito se caracterizo en general por un compromiso con la protección industrial, un alto nivel de intervención directa del estado en muchas aéreas de la economía sobre todo en la industria petrolera en la energía eléctrica, la promoción de la industria a través de la intermediación financiera de Nacional Financiera, el banco de desarrollo industrial estatal, y niveles sumamente bajos de impuestos. Estas políticas fueron elaboradas y manejadas por una creciente burocracia desarrollista en la que los servicios de los economistas fueron cada vez más importantes. Durante el ultimo periodo del “desarrollo estabilizador” (1955-1970) las actividades del gobierno fueron financiadas de manera creciente con prestamos en los mercados internacionales fue el banco de desarrollo estatal, que financio proyectos de desarrollo privado extraordinariamente provechosos (Thompson, 1979, p. 114, Blair, 1964). La viabilidad política progresiva del desarrollismo mexicano fue fomentada, en parte, por los resultados positivos: un crecimiento económico espectacular durante el periodo de la posguerra creo beneficios que, a la larga, terminaran por alcanzar a muchos, si no es que a todos, los grupos sociales. Pero el manejo político de las demandas de diferentes grupos sociales también factor un factor crucial en el crecimiento económico mexicano durante la posguerra. Considerando en retrospectiva este periodo, el economista mexicano Leopoldo Solís (1973) comentaba que “el sistema político mexicano ha sabido armonizar las diferentes presiones y demandas resultantes de los efectos que tienen un rápido crecimiento económico, especialmente sobre la distribución de la riqueza, gracias a lo cual el país ha disfrutado de una larga etapa de estabilidad política, la mas prolongada que México haya conocido desde la independencia” (p. 7). La paz social y política fue el fundamento sobre el cual se construyo el Milagro Mexicano. Esta paz, y la manera como se logro, tuvo importantes implicaciones para la economía profesional en México: Después de 1940, las relaciones entre el gobierno y el sector privado mejoraron constantemente y es fácil entender porqué: la política del gobierno mantuvo bajos los impuestos y los salarios, amplio la infraestructura y protegió a las industrias internas de la competencia extranjera. Mientras que el consenso entre el gobierno y las empresas es fácil de explicar, la paz relativa con los grupos sociales más bajos es más complicada. Este es el enigma central que Hansen (1971) plantea en su libro sobre los fundamentos políticos del desarrollo mexicano. Hansen observó: que el éxito económicos mexicano podrían explicarse, en parte, como resultado de su capacidad de evitar los gastos sociales costosos que provocan altos niveles de inversión productiva. Comparando con otros países latinoamericanos, México gasto relativamente menos en programas sociales, como el de seguridad social, y relativamente mas en infraestructura .además, en 1971, México tenia la carga fiscal mas baja de America latina, con excepción Guatemala, Paraguay, y Colombia: la distribución del ingreso en México era sumamente desigual, y esa desigualdad no se redujo mediante políticas gubernamentales de impuestos y gastos, como en otras partes desde America latina, en realidad, la desigualdad de ingreso aumento de maneta constante en México desde 1950 hasta 1968 (Hansen, 1971, pp. 7185; Félix, 1982).3 Aunque cuando el resultado predecidle en un escenario como este seria de inconformidad social a gran escala e inestabilidad, en el periodo de la posguerra México fue en realidad el mas estable y menos propenso a conflictos sociales que otros países latinoamericanos. ¿Como se logro esto? La respuesta de esta importante pregunta esta en el sistema político mexicano. La rápida circulación de la elites políticas mexicanas ofrecía muchas oportunidades para la movilidad social y el desarrollo económico, y la expansión de l gobierno mexicano agrando de manera importante la clase media mexicana; por consiguiente, aunque los que se encontraban en el nivel social mas bajo ciertamente no mejoraron, el descontento se calmaba por la posibilidades de ascenso (Hansen 1971, pp. 180-181). Al mismo tiempo, el sistema político proporcionaba pocas oportunidades para cuestionar y cambiar el orden existente; las demandas políticas eran limitadas. El pluralismo político formal era una mascara para un sistema real de partido único me imposibilitaba que las políticas gubernamentales fueran socavadas electoralmente. Mientas tanto, el corporativismo mexicano manejaba con cuidado las amenazas no electorales al sistema, como huelgas y movimientos sociales, la estructura del parido revolucionario institucional (PRI) incorporo a los sectores agrícolas y obrero oficiales---- junto con la amorfa clase media o sector “popular”----, pero estos sectores oficiales también fueron armas efectivas para el control de las demandas sociales. El gobierno controlaba la mano de obra a través de una estrategia conjunta de cooptación y represión: los dirigentes de las cooperativas eran recompensados con la permanencia de puesto e incluso con curules legislativas; los dirigentes disidentes eran apresados y, en su lugar, eran impuestos los dirigentes sindicales aprobados por el gobierno, conocidos como charros (middlebrouok, 1995). Además, si el sector obrero no podía considerarse como independiente, el sector agrario oficial lo era aun menos, sus dirigentes eran constantes mente puestos desde arriba y los legítimos portavoces de los campesinos eran derrotados en elecciones fraudulentas, apresados o incluso asesinados (Hansen, 1971, pp. 113-114) LA BUROCRACIA DEL DESARROLLO Durante los años del milagro mexicano los extensos poderes del presidente mexicano con respecto ala política económica eran refrendados en algunos aspectos por el secretario de hacienda, que controlaba tanto el proceso tributario como presupuestal. En los años cincuenta y principios de los sesenta el ejecutivo hizo algunos esfuerzos para limitar el poder del secretario de hacienda. Esto causo la creación de la secretaria de recursos naturales con discrecionalidad sobre la industria petrolera y paraestatal y otra áreas; mientras tanto, la recién creada secretaria de la presidencia se suponía que coordinara diferente programas económicos y llevara acabo la planificación económica Ayala, espino, 1988, p. 348; centeno, 1994, pp. 77-80; izquierdo, 1995, p. 49). La secretaria de economía se transformo en el la secretaria de industria y comercio, una acción de inquietaba quitarle poder ala secretaria de hacienda en el área de política comercial; simbólicamente esto significaba que la política fiscal era considerada como parte des esfuerzo deliberado de la protección industrial y no como un simple mecanismo para captar recursos fiscales (izquierdo, 1995, p. 44). Es probable que un efecto de estas medidas haya sido de difundir la demanda de economistas profesionales a todas las demás ramas del gobierno. Mientas tanto la “planificación económica” se convirtió en la frase de modo en los discursos de los administradores públicos, y un creciente consenso dentro del gobierno respeto ala necesidad de que se consideran y que se coordinaran con mayor cuidado la política de desarrollo hizo que apreciaran indispensables los servicios económicos. En 1960, en un discurso en la entrega del premio de la economía, el secretario de hacienda, Antonia Ortiz mena (un abogado con experiencia practica en el sector de las finanzas publica), dijo: “debemos planear nuestra industria y recursos….cada ves necesitamos mas en México el trabajo de los economistas; cada ves es mas necesario que pensemos en la planeación de nuestra industria y en la planeación del desarrollo de nuestros recursos económicos” (Barrosco castro, 1961, p. 19). La planificación económica centralizada a ahora una posibilidad real en México, a causa de las técnicas administrativas que habían mejorado considerablemente desde que se fundaron las instituciones para la elaboración de políticas económicas en los años veinte y treinta. Por ejemplo, hacia 1950, los analista estadísticos de las finanzas gubernamentales estaba los suficientemente desarrollados para integrarse en la cuentas nacionales y. Hacia finales de los cincuenta, los datos de las cuentas nacionales completamente desarrollados estaban disponibles en el banco central (Maddison et al., 1989, p. 127). A principios de los años cincuenta se desarrollo en la secretaria de hacienda un sistema de clasificación para el gasto publico, de modo que la secretaria pudiera vigilar con mayor exactitud el gato del gobierno (entrevista con Urquidi, 19 de septiembre de 1995). Y durante los años sesenta se mejoraron los procesos administrativos se la secretaría de hacienda, de manera de contar con información clara y exacta el control de las mercancías importadas (Solís, 1981, p. 17). Este énfasis en la planeación de México fue parte de una tendencia mas amplia en America latina, y en general en los países en vía de desarrollo, que fue resultado de las nuevas técnicas en la elaboración de políticas económicas y al mismo tiempo le sirvió de estimulo. Con base en observaciones de primera mano del papel de los economistas de la planificación de Colombia durante los años cincuenta, hirschman (1971) objetaba que la planificación económica en America latina a Menudo presupone una noción excesivamente optimista de la media en que los economistas equipados con nuevas técnicas podrían servir como micro gerentes eficaces (pp. 41-62).4 Ya sea que están intervenciones fueran o no eficaces como creían quienes las propusieron, uno de sus efectos fue colocar a los economistas en puestos cada ves mas importantes dentro de las burocracias gubernamentales latinoamericanas durante los años cincuenta y sesenta. Los avances internacionales en las técnicas estadísticas de que supusieron los gobiernos nacionales después de los años treinta y cuarenta hicieron posible la elaboración de los planes económicos detallados. Uno de los más importantes fue la contabilidad nacional, que do origen a las cuentas de ingresos nacionales durante los años treinta y, después de la segunda guerra mundial, a cálculos mas detallados de los flujos de dinero entre diferentes sectores. En 1953 las naciones unidas publicaron un sistema de contabilidad nacional que se convirtió en norma internacional; según Urquidi (1995), antes de esa época el departamento de los estados unidos había sido una especie de meca de la contabilidad nacional entre los funcionarios mexicanos. En esos años, los funcionarios mexicanos interesados en aprender las técnicas mas recientes para el cálculo de las balanzas de pagos organizaban visitas a la reserva federal de los estados unidos (Mcneely, 1995, pp. 76-77; entrevista con Urquidi, 26 de septiembre de 1995.) En contraste con los graduados de economía la UNAM de los años treinta y cuarenta, los economistas de México en los cincuenta y sesenta podían aspirar a ser mas que burócratas o supervisores de políticas e instrumentos previamente formulados, y participar relámete en el diseño de la política. De particular importancia en México durante este periodo fue una nueva generación de economistas formados en el extranjero con niveles más altos de competencia técnica que los graduados en la UNAM. Estos economistas---conocidos como “técnicos” según Raymundo Vernon, que los observo directamente en los años sesenta ---- se hicieron indispensables para el gobierno debido a que las técnicas para manejar una moderna economía capitalista simplemente se había vuelto muy complicada para dejárselas a aficionados: Por acuerdo general, asuntos tales como las políticas de tipo de cambio fiscal y monetario. De inversión y ahorro, y materias esotéricas similares ya no puedes dejarse por completo a los oficios rudos y expedidos de los políticos… Las técnicas económicas se han hecho tan complejas que están fuera de las comprensiones fácil de aficionados8 Vernon, 1963 p. 136). Relativamente pocos mexicanos habían estudiado economía en el extranjero durante ese periodo, por que no existía un programa extenso de becas que financiara sus estudios excepto el programa de capacitación para el personal del banco de México, el cual analizaremos en la siguiente sección. Como resultado, los economistas formados en el extranjero constituían recurso escaso y valioso, y rápidamente vinieron a ocupar puestos importantes. Dos de los primeros ejemplos de este tipo de economistas fueron víctor Urquidi y Josue Sáenz , que recibieron su licenciatura de economía en los años treinta de la Landon Scholl Of. economics y del swarthmore collage, respectivamente. Sáenz se convierto en director del departamento de crédito de la secretaria de hacienda en 1964 y Urquidi ocupo posterior mente puestos importantes en el banco de México y en la secretaria de hacienda. Otro prominente técnico, Edmundo Fores, recibió una beca de la universidad de Wisconsin para hacer su doctorado en economía agrícola a finales de los cincuenta y después de convirtió en un importante funcionario de la secretaria de agricultura y en director del consejo nacional de ciencias y tecnologías. Raúl Ortiz mena5 , un graduado de la escuela nacional de economía, tomo clases de economía en Harvard y en la universidad de Chicago en los años cuarenta con una beca del banco de México y llego a ocupar importantes puestos en la banca de desarrollo industrial; la secretaria de hacienda y la secretaria de presidencia. Rafael izquierdo termino sus estudios de licenciatura en la McGill University a finales de los años cuarenta y se convirtió en la cabeza de un importante grupo de la secretaria de hacienda y el banco de México en los años sesenta. Leopoldo Solís, un graduado de la UNAM que recibió su doctorado de economía en Yale en 1959 con la ayuda de una beca del banco de México, posteriormente encabezo el prestigioso departamento de estudios económicos del banco central. Raúl salinas lozano---cuyo hijo fuera presidente de México en 1988---- fue un graduado en economía de la UNAM que posteriormente estudio en Harvard con una beca de una secretaria de gobierno (pallares Ramírez, 1952, p. 14). Salinas fue el primer economista formado en el extranjero --- y el primer graduado en economía de la UNAM --- en ocupar un puesto de primer nivel de la creación de políticas--- secretario de comercio--, el cual asumió en 1958. La demanda de los servicio de estos economistas entrenados en el extranjero fue resultado no solo de las técnicas estadísticas y administrativas cada ves mas refinadas, si no también de un nuevo orden económico internacional de la posguerra de que México dependía cada ves mas de recursos externos. Al igual que otros países en vías de desarrollo, México dejo de pagar su gran deuda gubernamental por la época de gran depresión. Como resultado, el acceso mexicano a los recursos inversionistas de la cartera extranjera era prácticamente inexistente en los años cuarenta; hasta mediados de los cincuenta más o menos, el desarrollo económico mexicano se financio con recursos internos. Sin embrago varios sucesos históricos conspiraron para alterar esta extraordinaria situación de independencia. Primero motivo por la consideración política de mantener a México como aliado durante la segunda guerra mundial, estados unidos facilito en 1942 un acuerdo respecto a la deuda sin pagar de México, que fue sumamente favorable (Bazant, 1968, p. 214-221).Segundo, el fin de la guerra presencio la creación de varias instituciones de créditos bilaterales y multilaterales que le permitieron a México volver a tener acceso al financiamiento internacional, así, empezó a recibir prestamos del banco mundial en 1948; en 1954, lidio con la devaluación y la fuga de capital con ayuda de un préstamo de reserva del FMI (Thompson, 1979, pp. 114-122). En el año 1954 represento un momento crucial para la elaboración de políticas economistas de México en diversos aspectos. En contrastaste con las políticas inflacionarias de la década y media anterior, los formuladores de políticas economistas mexicanos se comprometieron con el objetivo de estabilizar los precios. O que produciría una baja notoria en las tasas de inflación acompañada por los altos niveles progresivos de crecimiento económico. Sin el impuesto de inflación, los recursos del gobierno utilizados para financiar el desarrollo económico podían prevenir ya sea de ingresos fiscales o de mercados financieros nacionales e internacionales. Y debido al fracaso de la reforma fiscal durante este periodo fueron los recursos provenientes de los mercados financieros los que utilizaron para financiar el desarrollo mexicano,. Además del FMI y el banco mundial empezaron a llegar recursos provenientes de Eximbank, del banco internacional de desarrollo (fundada en 1959) y de la agencia de los estados unidos para el desarrollo internacional (USAID). Lo mas importante fue que México adquirió una fama de estabilidad política y monetaria que le gano buena reputación en el exterior, lo que le permitió tener recursos de acreedores privados décadas antes de que estuvieran disponibles para otros países en vías de desarrollo. Hacia 1965, México tenía la mayor Derrama de crédito de todos los países en vías de desarrollo y podía emitir bonos a una tasa de interés apenas 1.5 puntos porcentuales arriba de la tasa prima de los estados unidos (Thompson. 199, pp. 177185). Además de su estabilidad política y monetaria, un factor poco reconocido sin duda importante que ayudo a México a asegurar su acceso a recursos extranjeros fue la importancia creciente de economistas formados en el extranjero en los ministros gubernamentales. Como observa Vernon, El flujo creciente de comunicaciones entre naciones y con agencias internacionales sobre temas [económicos] ha exigido que todos los países creen una clase d funcionarios responsables que sean capaces de mantener su fin en el intercambio. En México, los técnicos económicos se han convertido en un elemento integral en el proceso de roma de decisiones sobre asuntos que afectan el desarrollo de México (1963, p. 136). En 1951, por ejemplo el banco de mundial--- entonces conocido como IBRD--- y el banco de desarrollo mexicano, nacional financiera, crearon un “equipo de trabajo combinado”, cuyo puposito era “evaluar las tendencia de largo plazo en la economía mexicana con referencia particular a la capacidad de México de absorber inversiones extranjeras adicionales” (equipo de trabajo mexicano combinado, 1953, p. ix.). El grupo consistía en dos economistas del banco mundial y dos economistas del gobierno mexicano: Raúl Ortiz Mena y víctor Urquidi, los cuales habían estudiado economía en el extranjero y ambos hablaban en ingles con fluidez. Así, en el periodo de la posguerra, el acceso a los recursos extranjeros pudo facilitarse mediante la presencia de técnicos del gobierno que “hablaban el mismo idioma” – tanto len sentido litera como figurado--- que los funcionarios de las organizaciones internacionales. Además de que la mayoría hablaban ingles fluidamente y el lenguaje de la economía muchos de los nuevos técnicos trabajaban en esas organizaciones internacionales y, por tanto, tenia la ventaja de mantener vínculos personales con funcionarios extranjeros e información interna. Por ejemplo, al principio de su carreras, Edmundo flores trabajo en la Food and agriculture organization (FAO) e tacones unidas y víctor Urquidi en el banco mundial; así mismo, tanto Urquidi como Rafael izquierdo obtuvieron experiencia relacionada con las políticas de la CEPAL durante los años cincuenta. Un efecto importante de esta tendencia fue el de promover la influencia de un grupo de economistas dentro de la burocracia gubernamental mexicana que tenían mas en común, en muchos aspectos, con economistas de otros países que con otros funcionarios mexicanos. La presencia de estos individuos, aunque útil para la aplicación de nuevas técnicas del aseguramiento de los recursos de organizaciones internacionales, también constituyo ciertos conflictos dentro de la burocracia encargada de elaborar las políticas económicas. Pese a su papel como asesores y asistentes importantes en la preparación de políticas económicas, durante este periodo, por lo general, los economistas no hicieron ellos mismos las políticas económicas; los abogados y otros políticos seguían teniendo la ultima palabra.6 según Vernon (1963) los técnicos de este periodo fueron nacionalistas que favorecían la protección industrial y la intervención del estado, así como la planificación centralizada y la redistribución del ingreso (pp.138-149). Más que ponerse en contra de las ideas económicas internacionales dominantes, esta ideología intervencionista era prueba de que los puntos de vista de los técnicos eran compatibles con el consenso mundial keynesiano que prevalecía en la época. Sin embargo, las ideas de los técnicos a veces entraban en conflicto con las de los políticos-abogados tradicionales, a los que Vernon llama “políticos”. Las decisiones de política económica, en opinión de los técnicos tenían que hacerse sobre la base de normas aceptadas internacionalmente y por expertos. En contraste, los políticos creían en elaborar las políticas públicas de acuerdo con criterios más políticos, en particular, el efecto de las políticas en los grupos de interés más poderosos de México. Un ejemplo revelador del conflicto entre técnicos y políticos fue la disputa en torno a la reforma fiscal en los años sesenta. La Alianza para el progreso, financiada por Estados Unidos, prometía financiamiento externo a cambio de reformas estructurales y sociales en los gobiernos de los países latinoamericanos, y dio origen a la formulación de planes económicos en toda América Latina (izquierdo, 1995, p.48). Una de las recomendaciones de la Alianza fue la reforma fiscal y, en 1960, Nicolás Kaldor, un economista de fama mundial, fue invitado a hacer un informe para la Secretaria de Hacienda sobre la reforma fiscal en México. Kaldor fue un keynesiano en la London School of economics y, más tarde, en Cambridge que había trabajado con el CEPAL en los años cincuenta (Urquidi, 1987, pp. 919-922). Kaldor concluyo que el sistema de tributación mexicano captaba muy pocos recursos fiscales de una manera regresiva y otorgaba privilegios no garantizados a una porción importante del ingreso nacional. Como solución, recomendaba reformas radicalmente redistributivas que tendrían el deseable efecto agregado de ampliar la base de demanda interna (izquierdo, 1995, pp. 69-70). En 1961, un grupo de economistas mexicanos, todos ellos formados en el extranjero, presento en la Secretaria de Hacienda un informe basado en las recomendaciones de Kaldor. Sin embargo, estas reformas fueron desechadas a favor de un paquete de reformas más acotadas propuesto por un grupo de abogados de la Secretaria de hacienda. La razón para desechar la propuesta de los economistas fue aparentemente de la oposición a las reformas por parte del sector privado, cuyos abogados temían que se provocara una fuga de capital (Izquierdo, 1995, p.68; Madison et al., 1989, p. 129). Esta imposibilidad de incrementar reformas tributarias importantes en México tendría consecuencias de largo alcance, ya que los esfuerzos posteriores para aumentar el gasto social y en infraestructura del gobierno tendrían que ser financiados a través de deuda externa, lo cual contribuiría a la crisis de la deuda de los años ochenta. 7 Estos economistas fueron Rafael Urrutia Millán, Agustín López Murguía, Ernesto Fernández Hurtado, Ifigenia Martínez y Víctor Urquidi (Urquidi,1987, p.923). Este conflicto entre economistas y abogados –0 entre “técnicos” y “políticos” --- dentro de la Secretaria de Hacienda ilustra algunas de las contradicciones existentes entre profesionales y políticos en la toma de decisiones. Se supone que los políticos poderan las políticas basándose en sus efectos sobre diferentes grupos de interés de partidarios o detractores potenciales ---aunque también son bien conocidos por su retórica acerca del bien común---. En cambio, la legitimidad profesional depende de la apariencia de objetividad imparcial y de la adhesión a las normas de una comunidad de expertos. Centeno (1993) observa que “la legitimidad tecnócrata se basa en el atractivo del conocimiento científico….Mientras que el estado del político es un “recipiente vacio” en el que sus electores depositan sus necesidades y aspiraciones, el tecnócrata ve al Estado como una unidad que es mayor que la simple suma de sus partes”. (p.313). Porter (1995) señala de manera similar que los profesionales del gobierno ---tales como los economistas o los ingenieros civiles--- suelen presentar sus prescripciones como de utilidad para el “bien común”, a fin de protegerse a si mismos de la objeción de que sus políticas sirven a intereses particulares. 8 otro ejemplo del mismo fenómeno es el conflicto que surguio dentro del gobierno de Reagan cuando la posición de Surgeon general Koop en su calidad de doctor sobre el consumo de cigarrillos creó problemas para un partido que recibía un fuerte apoyo del cabildeo tabacalero. Como resultado, lo que prescriben los profesionales al formular una política puede estar en conflicto con lo que recomiendan los políticos.8 Edelman et al. (1991) analizan de manera parecida los conflictos experimentados por profesionales cuyo papel dentro de una organización es legitimarla a través de su experiencia, pero cuyas prescripciones profesionales pueden dañar los intereses de la organización. Sin embargo, en contraste con el ejemplo de Edelman, este conflicto entre políticos y técnicos sugiere que el cambio organizacional a través de la profesionalización puede estar limitado por el grado de control que tienen los profesionales dentro de sus respectivas organizaciones. Los economistas mexicanos formados en el extranjero pueden haber deseado moldear la política fiscal mexicana según las normas keynesianas internacionales, pero no pudieron imponer estos cambios porque las riendas de la elaboración de políticas todavía estaban en manos de abogados ---en vez de las de economistas profesionales. No sería sino hasta 1980 cuando los argumentos de los economistas tendrían un efecto determinante en la política económica de México. El BANCO DE MEXICO Y EL PERIODO DE LA POSGUERRA Las restricciones institucionales que el sistema político mexicano planteaba al desarrollo de la economía profesional también ilustra la lógica contradictoria de la política y las profesiones. La demanda de los profesionales por estatus y salarios privilegiados se funda en la legitimidad de la profesión, la cual, a su vez, se basa en la demanda de experiencia y competencia certificada en un campo dado. En contraste, los políticos demandan posiciones privilegiadas a partir de varios criterios distintos, inclusive el apoyo de los electores y las conexiones personales. Estas diferentes formas de legitimación significan que las profesiones en el gobierno suelen prosperar en ambientes que están relativamente aislados de la influencia de la política.9 Las burocracias con servicio civil de carrera son un terreno apropiado para profesionales, porque su 9 Por supuesto esto se aplica solo a profesionales del gobierno que se comportan como profesionales, no a todos los empleados del gobierno con títulos profesionales. Por ejemplo, aun cuando la ley ha sido desde hace mucho la norma profesional para capacitar a funcionarios electos en muchos países, se supone, por lo general, que los abogados en un cargo público se comportan como políticos más como profesionales que sirven a un cliente colectivo. Reclutamiento y sus procedimientos de ascenso se basan en el merito y no en criterios políticos En el México de las posguerra, esas burocracias eran la excepción y no la regla. El famoso sistema de rotación presidencial cada seis años de México ocasiona una renovación completa del personal de nivel superior dentro de los ministerios del gobierno, porque las posiciones deseables dentro de los ministerios donde se formulan las políticas económicas son otorgadas sobre la base de la lealtad política hacia el presidente entrante y los ministros, a su vez eligen a los administradores de nivel superior de entre sus camaradas políticos. Así, un economista en un puesto de responsabilidad dentro de la Secretaria de Hacienda no tiene garantía de ascender o siquiera de continuar en su actual empleo durante la siguiente administración; de manera que en lugar de esforzarse por lograr la excelencia profesional, sus energías se dirigen a cultivar las conexiones necesarias para asegurar su próximo empleo. Los economistas en México sin duda podrían ---y efectivamente lo hicieron---elegir “jugar el juego” de la política, pero este juego no era apropiado para procurar la legitimidad de los economistas mexicanos como profesionales; mejor dicho, la reputación de expertos de los economistas dependía de la confianza en sus posiciones y privilegios se debieron a sus aptitudes y no a sus conexiones políticas. Por consiguiente, la economía profesional de México necesitaba un terreno institucional más estable que el que los ministerios gubernamentales sumamente politizados le podían ofrecer. No es de sorprender, entonces, que las áreas dentro de la administración pública que estaban más aisladas del ciclo presidencial mexicano adquirieran la reputación de ser centros importantes de experiencia económica. Estas áreas ---el banco central (Banco de México), el banco de desarrollo industrial (Nacional Financiera)y el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomex)---pertenecían todas ellas al sector financiero público. *el 3 de abril del 2003 el senado de la República aprobó. La ley del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Publica Federal. (N. del E.) De estas tres organizaciones, el Banco de México tenía el mayor grado de autonomía organizacional y se convirtió en el lugar más importante para los economistas de la administración pública mexicana de la posguerra. Legalmente el banco central mexicano no era totalmente independiente del gobierno y, en última instancia, estaba sujeto a la discrecionalidad del presidente y de la Secretaría de Hacienda. Sin embargo, en la práctica, después de la devaluación de 1954, el gobierno mexicano le otorgo al banco un alto grado de autonomía como parte de una política consciente para tratar de controlar la inflación. Prueba de la independencia de facto del banco central mexicano fue la permanencia extraordinariamente larga de Rodrigo Gómez como director del banco, desde 1952 hasta 1970 ---la naturaleza y limitaciones de la autonomía del Banco de México se analizaran con mayor extensión en el capitulo V---. Durante el periodo del famoso “desarrollo estabilizador” mexicano (1955-1970), la inflación fue, en promedio, de apenas 4.71% anual, comparada con más de 10% en el periodo 1940-1954 (Ayala Espino, 1988, pp.315, 386). A diferencia de los ministerios gubernamentales que ofrecían puestos de nivel superior a quienes tenían contactos públicos, el Banco de México garantizaba empleo de por vida y se caracterizaba por su reclutamiento interno y un procedimiento de ascensos meritoraticos. Sus exámenes de ingreso incluían pruebas psicológicas y de aptitudes y el renovado Departamento de Estudios Económicos del Banco tenía sus propias pruebas para reclutar economistas a principios de los años sesenta (entrevista con Solís, 6 de agosto del 1996). A diferencia de los funcionarios de otras burocracias públicas, los empleados capaces del Banco de México podían empezar en puestos de bajo nivel y hacer carrera hasta llegar a los más altos. Un producto sobresaliente de este sistema fue Rodrigo Gómez, que asumió el puesto de director del banco tras una serie de ascensos de puesto durante dieciocho años. Otra característica del banco central que lo hacía particularmente atractivo era su impresionante paquete de beneficios adicionales, que incluían prestamos con bajo interés, seguro medico y planes de pensión de alta calidad, un paquete garantizado de alimentos básicos y un programa de becas para estudiar en el extranjero. La combinación de la reputación respecto a la estabilidad en el empleo, el ascenso meritocratico y los beneficios adicionales, sirvió de imán para los economistas jóvenes más talentosos de México. Un factor igualmente importante para hacer del Banco de México el “centro de talento” más importante dentro de la burocracia gubernamental mexicana fue interés inherente como lugar de trabajo, como la fuente de información básica sobre la economía. A diferencia de las secretarias donde los economistas se ocupaban de tareas mundanas como el procesamiento de las aplicaciones de exención de impuestos a las industrias, los economistas del banco central realizaban estudios sobre amplios temas macroeconómicos como la tasa de inflación, la tasa de crecimiento de la economía y el déficit comercial de México. Además, más que las otras áreas aisladas de la burocracia financiera ---el Banco de Desarrollo Industrial y El Banco de Comercio Exterior---, el Banco de México tenía cierta discrecionalidad en las decisiones sobre política monetaria, aunque finalmente tuviera que diferir las decisiones al secretario de Hacienda. Como resultado, los economistas del banco central no solo podían encontrar una carrera estable con perspectivas de ascenso, sino que también participaban en importantes decisiones de políticas públicas. El Banco de México adquirió una gran influencia dentro de la burocracia en la creación de políticas económicas a través de su programa de “prestamos de personal”, que permitía que los empleados trabajaran en diferentes puestos dentro de otras ramas de la burocracia del sector publico ---tales como las secretarias de la presidencia, Hacienda y Comercio---, mientras conservaban sus puestos en el Banco y los beneficios adicionales. Los economistas del Banco de México prestados a otras burocracias publicas generaban una reputación de excelencia profesional, tanto por la reputación meritocratica de este ---que otorgaba legitimidad a los funcionarios del banco como profesionales---como porque estos economistas no dependían de sus superiores dentro de otras burocracias para mantener sus puestos; en otras palabras, podían confiar en presentar análisis objetivos sin preocuparse por consideraciones políticas internas (camp, 1997, p. 16). Camp (1997) observa que, como resultado de este programa de préstamos,, los empleados del Banco de México desempeñaban un papel análogo al del U.S Council of Economic Advisors (Consejo de Asesores Económicos de Estados Unidos) en el proceso ejecutivo de la toma de decisiones. Un ejemplo de la participación clave del banco central en otros ministerios son Octaviano Campos Salas y Placido García Reynoso, quienes contribuyeron desde la secretaria de comercio a proporcionar la asesoría que llevo a la aprobación del Acuerdo de Libre Comercio de América Latina (ALCAL) en los años sesenta (pp.16-17). Por tanto, el Banco de México ofrecía importantes precondiciones organizacionales e institucionales para la legitimidad de la profesión económica dentro del gobierno mexicano: no solo ofrecía un marco para reclutar y certificar expertos, sino que también proporcionaba un canal mediante el cual su asesoría podía extenderse a toda la administración pública mexicana. El papel del Banco de México como hogar organizacional clave para los economistas lo volvió influyente para moldear la profesión mexicana de la economía: el banco social fue una sub-clientela fundamental dentro del sector público que legítimo la ciencia económica mexicana. Una característica importante de esta organización que tanto influyo en la ciencia económica mexicana fue su insólito grado de isomorfismo institucional internacional. Como muchas otras burocracias económicas, el banco central estaba llamado a servir como intermediario entre el gobierno mexicano y las organizaciones económicas internacionales: mientras que Nacional Financiera era el vínculo del gobierno con el Banco Mundial, el Banco de México estaba a cargo de tratar con el FMI y con el Banco Interamericano de Desarrollo. Sin embargo, en mayor medida que otras organizaciones gubernamentales, el banco también estaba inmerso en un campo organizacional internacional de bancos centrales, lo que con frecuencia lo introducía en foros n como la reunión de 1946 en la ciudad de México sobre problemas de los bancos centrales del continente Americano (Banco de México, 1946). “En el Departamento de Estudios Industriales del Banco de México se llevaba a cabo simultáneamente un programa de becas separado para capacitar a personas no empleadas en el banco en especialidades relacionadas con el desarrollo económico, sobre todo ingeniería y medicina. Este contacto frecuente con sus contrapartes organizacionales en otros países significo que el Banco de México estuviera muy a tono con las normas técnicas y profesionales de los bancos centrales de todo el mundo. Y como parte de su compromiso con estas normas, el Banco de México tenía un programa de becas a gran escala del gobierno mexicano para financiar la educación en economía en el extranjero: entre 1941 y 1970, 36 empleados del Banco de México recibieron esta formación.11 Como parte del mismo programa de becas, gran parte del profesional fue enviado a estudiar técnicas de banca central en las sucursales de Washington y Nueva York de la Reserva Federal de los Estados Unidos, en el Departamento de Comercio ---donde aprendieron técnicas para calcular balanza de pagos y cuentas de ingresos nacional---, y al Centro para Capacitación Estadística en Chile ---un programa patrocinado por la organización de Estados Americanos (OEA) para la formación de técnicas estadísticas-- (entrevistas con Urquidi, 26 de septiembre de 1995; y con Durandeau,8 de noviembre de 1995). Así, el Banco de México fue la organización de mayor responsabilidad para la internacionalización de la profesión económica mexicana en el periodo de la posguerra. Sin embargo, el isomorfismo facilitado por el Banco de México no fue generado por dependencia de recursos, sino que corresponde, más bien, a lo que DiMaggio y Powell (1983) refieren como isomorfismo “mimético”, generado por incertidumbre y la seguridad que conlleva la emulación del éxito aparente de otras organizaciones dentro de un campo organizacional. La adhesión del banco a las normas mundiales estuvo acompañada, por supuesto, por una proclividad hacia las teorías económicas más de moda internacionalmente en la época. Como resultado, la ideología predominante en el Banco de México durante el periodo de la posguerra fue un hibrido de conservadurismo de los banqueros privados mexicanos y el keynesianismo de los banqueros centrales de la posguerra. Los directores del Banco de México de 1946 a 1952 y de 1952 a 1970 habían sido banqueros del sector privado antes de ingresar en el banco central; las extensas redes entre los financieros públicos y privados de México significaron que los banqueros centrales mexicanos favorecían menos la política monetaria inflacionaria al servicio del crecimiento que otros economistas del sector público. 12 No obstante, el banco central mexicano también estaba claramente comprometido con la intervención del estado al servicio del desarrollo industrial. El departamento de investigaciones del banco financio muchos estudios de viabilidad en diferentes áreas de la economía mexicana y otorgo becas, a fin de que México adquiriera “recursos humanos para una tarea especifica de importancia nacional” (bravo Jiménez, 1982, p. 252). El banco de México de posguerra también apoyo políticas electivas de crédito para financiar proyecto en agricultura, turismo y desarrollos habitacionales (entrevista con peralta Gómez, 5 de septiembre de 1995). La ideología prevaleciendo dentro del banco de México de la posguerra puede, por tanto describirse mejor como “desarrollista conservadora”, y aunque el banco puede haber estado a la derecha del espectro de la posguerra del pensamiento keynesiano y desarrollista, todavía estaba dentro de ese espectro. 11 Los datos sobre las becas del Banco de México para economía fueron tomados de una base de datos que yo construí, a partir de la información de los siguientes documentos: Banco de México, Departamento de Investigaciones Industriales, 1961; Banco de México, Departamento de Capacitación de Personal, 1987. 12 Un funcionario del Banco que trabajaba con Gómez lo describe como “…un monetarista pragmático más que uno automático en el sentido regido de Milton Friedman…” (Pérez López, 1991, p. 163). Es probable que no hubiera diferencia ideológica sustánciales entre los funcionarios de México y los economistas del sector publico, pero es evidente que los funcionarios del banco de posguerra percibieron un desajuste entre la ideología de la escuela de economía de la UNAM y las necesidades organizacionales del banco. Incluso a esta altura de tecnicismo durante los años cincuenta y setenta, la escuela nacional de economía seguía teniendo fuertes tendencias marxistas, así como problema con su sistema de selección y certificación de estudiantes—lo cuales se analizaran en la siguiente sección---. En su estudio de lo graduados ene economía de la UNAM de 1929 a 1952, camp (1975) observa que los dos destinos mas profesionales mas importantes para los economistas egresado de esta universidad eran las secretarias de comercio y de hacienda---es decir, no en el banco de México (p. 147). Como resultado de este desajuste, los funcionarios del banco mexicano hicieron diversos esfuerzos para crear alternativas y complementar la información de economistas en la UNAM. En 1958, Rodrigo Gómez envío a la funcionaria del banco central consuelo Meyer a reorganizar el programa de la universidad de nuevo león en monterrey; el banco también otorgo al nuevo programa algunos recursos financieros e infraestructurales (Alanìs Gómez, 1969, pp. 30-31; entrevista con bolaños lozano, 8 de noviembre de 1995). El programa reorganizado en nuevo león desarrollo posteriormente la reputación de ser uno de los programas más rigurosos de Eunomia en México y se convirtió en una fuente importante de funcionario del banco central en los años sesenta y setenta. La idea original de crear el primer programa de posgrado en economía en El Colegio de México, en 1964, fue concebida entre un grupo de funcionario y ex funcionarios del banco de México que incluía a Ernesto hurtado, Daniel cosió Villegas, víctor Urquidi y Rodrigo Gómez. El programa intentaba responder al fracaso de muchos becarios del banco de México para terminar sus estudios en extranjero debido a deficiencias en ingles, matemáticas y economía neoclásica; se creía costosa que el programa colmes seria una alternativa menos costosa que estudiar en el extranjero y que compensaría las deficiencias en la educación recibida por los graduados de la UNAM (entrevista con Urquidi, 19 de septiembre de 1995). El programa de posgrado fue parcialmente diseñado de acuerdo con las recomendaciones de un informe cuyo autor fue el director del departamento de Estudios Económicos del Banco de México, Leopoldo Solís (entrevista con Solís, 6 de agosto de 1996). En el siguiente capitulo veremos como el banco de México también desempeño un papel fundamental en la americanización del programa de economía del ITAM. Pág. 129