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Indicaciones y efectividad Vacunación antigripal Aurelio Barricarte Gurrea. Jesús Castilla Catalán. Instituto de Salud Pública de Navarra La gripe es una enfermedad aguda que cursa con afectación de las vías respiratorias y un síndrome general. Es causada por el virus influenza, que se propaga en forma de epidemias estacionales por todo el mundo. Se estima que entre el 5 y el 20% de la población tiene gripe cada año y esta cifra supera el 30% en caso de pandemia. Anualmente ocasiona en torno a 100 millones de casos y más de 30.000 muertes en los países desarrollados. Taxonomía y nomenclatura de los virus gripales Los virus de la gripe se clasifican en tres géneros, A, B y C. El virus A es el principal responsable de las epidemias estacionales, y el B se asocia con brotes locales y también suele presentar circulación estacional más circunscrita. Los virus A de la gripe se clasifican a su vez en subtipos, según las propiedades de sus principales glucoproteínas de la membrana, Hemaglutinina (H) y Neuroaminidasa (N). Se han identificado quince subtipos de H y nueve subtipos de N en los virus A. La nomenclatura de los virus de la gripe incluye el género, lugar geográfico donde fue aislado, año en que se aisló, número de identificación de la cepa del laboratorio y, para los virus gripales A, el subtipo de HA y NA (p. ej., A/Solomon Islands/3/2006(H1N1)). Transmisión Los virus de la gripe se diseminan mediante los aerosoles producidos por la tos o los estornudos de individuos contagiosos. El virus también se puede transmitir por contacto directo con secreciones respiratorias infectadas. El período de incubación de la gripe comúnmente es de dos días, pero oscila entre uno y cuatro días. El virus se puede aislar de la nasofaringe de adultos hasta cinco días después de la enfermedad. Los niños pueden excretar virus durante dos semanas, mientras que las personas inmunodeficientes pueden hacerlo durante meses. Enfermedad primaria por el virus de la gripe Aproximadamente el 30-50% de las infecciones por virus de la gripe son asintomáticas; sin embargo, las personas asintomáticas infectadas pueden infectar y transmitir la gripe a otras personas. La enfermedad se caracteriza por el inicio repentino de fiebre, faringitis, cefalea, mialgia, escalofríos, anorexia y astenia. La fiebre por lo general oscila entre los 38º C y los 40º C, pero puede ser más alta, y habitualmente persiste durante 3-5 días. La tos usualmente es improductiva, siendo comunes la rinorrea y la congestión nasal. El dolor subesternal, la fotofobia, el dolor abdominal y la diarrea son menos frecuentes. Típicamente, el paciente mejora en una semana, pero la tos y el malestar pueden persistir de algunos días a algunas semanas más. En los neonatos, la principal manifestación de la enfermedad es la fiebre. En los niños, la fiebre habitualmente es más alta que en los adultos y algunas veces provoca convulsiones febriles. Complicaciones de la gripe El riesgo de complicaciones graves de la enfermedad es alto en las edades extremas y también en las personas con determinadas patologías de base. Las complicaciones graves más frecuentes incluyen exacerbación de procesos crónicos pulmonares y cardiopulmonares, como enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma e insuficiencia cardiaca congestiva. Con alguna frecuencia los casos se pueden complicar con neumonías bacterianas, habitualmente por Streptococcus pneumoniae. La neumonía vírica primaria es poco frecuente, pero a menudo fatal. Se han descrito también, neumonías mixtas, víricas y bacterianas. Otras complicaciones que afectan a las vías respiratorias son sinusitis bacteriana, bronquitis y otitis media. No se sabe con certeza si la gripe se asocia con síndrome de Reye. Se han comunicado algunas complicaciones relacionadas con el sistema nervioso central, entre ellas encefalopatía, encefalitis, mielitis transversa y síndrome de Guillain-Barré, pero no está claro sin son causadas por la gripe. Diagnóstico Las infecciones por otros microorganismos, entre ellos virus sincitial respiratorio, adenovirus, parainfluenza, rinovirus, Mycoplasma pneumoniae, Chlamydia pneumoniae y Legionella pneumophila pueden provocar enfermedades similares a la gripe. Durante muchos años, el “patrón de referencia” para el diagnóstico de la gripe fue el aislamiento del virus en cultivos celulares o huevos embrionados. El cultivo vírico es sumamente útil porque permite tipificar, subtificar y aun caracterizar antigénicamente y genéticamente a la cepa aislada. Sin embargo, la sensibilidad de esta técnica depende de la calidad de la muestra y del momento de la evolución de la enfermedad en que el frotis fue tomado. Actualmente se va extendiendo el uso de técnicas moleculares (PCR) para el diagnóstico de las infecciones por los virus de la gripe. Importancia como problema de salud pública En los países con climas templados, las epidemias estacionales de gripe típicamente comienzan a finales del otoño y principios del invierno, y los picos de enfermedad se registran desde mediados hasta finales del invierno. Los casos esporádicos y los brotes institucionales pueden ocurrir en cualquier momento del año, incluso en los meses de verano. En zonas tropicales, los patrones estacionales de la gripe aparecen menos determinados. Durante la estación de la gripe, se estima que el 10-20% de la población puede contraer la enfermedad y tasas de ataque de 40-50% son bastante frecuentes en instituciones. En la población general, los casos de gripe a menudo aparecen primero entre los niños en edad escolar. Frecuentemente, en este grupo se registran las máximas tasas de ataque y las tasas mínimas se observan en los ancianos (Figura 1). Sin embargo, los casos de enfermedad grave y complicaciones se registran entre los ancianos, los muy pequeños y los que tienen determinadas enfermedades crónicas de base. Figura 1. Incidencia semanal de síndromes gripales según edad declarados en atención primaria en Navarra, 2006-2007 Tasa por cien mil 1000 Edad (años) 0-14 15-44 45-64 >=65 800 600 400 200 0 40 42 44 46 48 50 52 2 4 6 8 10 12 14 16 18 20 Semanas Notificación al sistema OMI En los países templados las tasas de mortalidad más altas coinciden cada año con el pico de de la onda epidémica gripal. El exceso de muertes durante una epidemia de gripe respecto al número esperado de muertes cuando no hay una epidemia se atribuye a la gripe (Figura 2). Figura 2. Incidencia semanal de síndromes gripales declarados en atención primaria y defunciones en >65 años Navarra, 2007-2008 Tasa por cien mil Muertes Síndromes gripales Muertes >65 suavizadas 500 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 400 300 200 100 0 40 42 44 46 48 50 52 Notificación al sistema OMI 2 4 6 Semanas 8 10 12 14 16 18 20 Indicaciones de la vacuna antigripal La principal intervención de salud pública para controlar la difusión y las consecuencias de la gripe en la población es la vacunación antigripal anual de los grupos de población con mayor riesgo. Esta vacuna está especialmente indicada en mayores y en personas con enfermedades crónicas. La Organización Mundial de la Salud establece anualmente las recomendaciones de composición de la vacuna para la siguiente temporada. Las recomendaciones de vacunación antigripal tienen como objetivo reducir la mortalidad y morbilidad asociada a la gripe y su impacto en la comunidad. Por ello, deben ir dirigidas a proteger a las personas que tienen un mayor riesgo de presentar complicaciones en caso de padecer la gripe, a las que pueden transmitir la enfermedad a otras que tienen un alto riesgo de complicaciones y a aquellas que, por su ocupación, proporcionan servicios esenciales en la comunidad. Desde los años 1990 muchos países comenzaron a recomendar la vacunación de la gripe en función de la edad. En casi todos ellos, el grupo de edad a partir del cual se indicaba la vacunación eran los individuos de edad igual o superior a 65 años, debido a que es el grupo que presenta mayores tasas de morbilidad grave y de mortalidad. Asimismo se incorporaron en las recomendaciones de vacunación antigripal aquellas personas que, por presentar condiciones médicas de gravedad, tenían una alta predisposición a complicaciones. De forma progresiva se fueron ampliando los grupos y condiciones en los que se recomendaba la vacunación antigripal teniendo en cuenta, de forma especial en los países industrializados, que la gripe puede estar asociada con una considerable carga económica en términos de costos en los servicios de salud, pérdidas de días de trabajo y de disrupción social. A continuación se presentan las indicaciones de vacunación antigripal que se han establecido en Navarrra en la temporada 2008-2009: 1. Personas de 60 años o más (grupo 1). Se hará especial personas que conviven en instituciones cerradas. énfasis en aquellas 2. Menores de 60 años con factores de riesgo (grupo 2). Personas que por presentar una condición clínica especial tienen un alto riesgo de complicaciones derivadas de la gripe o porque el padecer la enfermedad puede provocar una descompensación de su condición médica: - Niños/as mayores de 6 meses y adultos con enfermedades crónicas cardiovasculares o pulmonares, incluyendo displasia bronco-pulmonar, fibrosis quística y asma. - Niños/as mayores de 6 meses y adultos con enfermedades metabólicas crónicas, incluyendo diabetes mellitus, insuficiencia renal, hemoglobinopatías y anemias, enfermedades neuromusculares graves o inmunosupresión, incluida la originada por la infección de VIH, por fármacos y receptores de transplantes. En este grupo se hará un especial énfasis en aquellas personas que precisen seguimiento médico periódico o que hayan sido hospitalizadas en el año precedente. - Personas que conviven en residencias, instituciones o en centros que prestan asistencia a enfermos crónicos de cualquier edad. - - Niños/as y adolescentes de 6 meses a 18 años en tratamiento prolongado con ácido acetilsalicílico, por la posibilidad de desarrollar un síndrome de Reye tras la gripe. Mujeres embarazadas que vayan a estar en el segundo o tercer trimestre del embarazo durante la temporada gripal. Aunque la vacunación antigripal es segura en embarazadas, es preferible administrarla después del primer trimestre del embarazo para evitar la asociación coincidente con el aborto espontáneo, que ocurre fundamentalmente en ese trimestre. 3. Personas con riesgo de transmisión (grupo 3). Personas que pueden transmitir la gripe a aquellas que tienen un alto riesgo de presentar complicaciones: - Profesionales sanitarios (médicos, enfermeras, farmacéuticos…) y parasanitarios, tanto de atención primaria como hospitalaria. Se hará especial hincapié en aquellos que atienden a pacientes de algunos de los grupos de alto riesgo anteriormente descritos (grupo 3.1). - Personas que trabajan en instituciones geriátricas o en centros de cuidados de enfermos crónicos y que tienen contacto directo con los residentes (grupo 3.2). - Personas que proporcionen cuidados domiciliarios a pacientes de alto riesgo o ancianos (grupo 3.3). - Personas que conviven en el hogar, incluidos niños/as, con otras que pertenecen a grupos de alto riesgo (grupo 3.4). 4. Otros colectivos (grupo 4) : - Personas que prestan servicios comunitarios esenciales: personal docente, policías, bomberos, protección civil (grupo 4.1). - Personas que trabajan en granjas de aves o mixtas (de aves junto a otros animales) (grupo 4.2). Efectividad de la vacuna Antes de que se comercialice cualquier fármaco, incluidas las vacunas, se exige que se haya demostrado suficiente seguridad y eficacia. La eficacia de una vacuna resulta de protección que proporciona frente a la enfermedad en condiciones ideales de aplicación, es decir en ensayos clínicos. La efectividad de una vacuna es la protección que proporciona frente a la enfermedad en condiciones rutinarias de aplicación y se mide mediante estudios de cohortes o casos control después de su comercialización. En el caso de la vacuna antigripal como cada año tiene una composición diferente en función de los virus gripales que se espera circulen no se puede medir la eficacia antes de la comercialización mediante un ensayo clínico ya que cuando hubiera concluido, se habría acabado la onda epidémica correspondiente a esa temporada y para la siguiente tendría diferente composición. Por ello las vacunas antigripales se comercializan en función del nivel de anticuerpos con que responden los individuos vacunados. Los anticuerpos neutralizantes anti-H son el principal mediador inmunitario de protección frente a la infección y la enfermedad gripal. Los altos niveles de anticuerpos séricos anti-H se correlacionan bien con la resistencia a la infección por el virus de la gripe, mientras que los niveles inferiores de anticuerpos se asocian con mayor riesgo de enfermedad en las personas expuestas al virus. La efectividad de vacunas contra la gripe dependerá en parte de la edad, inmunocompetencia del vacunado, el grado de similitud entre el virus en la vacuna y los que están en circulación. Un factor importante que afecta las determinaciones la efectividad de la vacuna es la especificidad del criterio de valoración utilizado en el estudio. Algunos estudios utilizan criterios altamente específicos, como infección por virus gripal confirmada por estudios serológicos o confirmada por cultivo, mientras que otros utilizan casos clínicamente definidos, como enfermedad de tipo gripal u hospitalizaciones o muertes relacionadas con gripe, sin confirmación mediante pruebas de laboratorio. Los criterios más específicos por lo general se asocian con determinaciones superiores de eficacia. Por ejemplo, un estudio sobre la misma población adulta sana realizado el mismo año indicó una eficacia del 86% frente a la enfermedad gripal confirmada por estudios serológicos, del 34% frente a la enfermedad respiratoria febril y del 10% frente a la infección de las vías respiratorias altas. Cuando se utilizan criterios menos específicos, la circulación simultánea de otros patógenos que causan síndromes clínicos similares puede reducir la efectividad calculada. Por ejemplo, si la eficacia de la vacuna antigripal es del 80% pero el virus de la gripe causa apenas la mitad de las enfermedades respiratorias en una comunidad, la efectividad calculada frente a todas las enfermedades respiratorias será del 40%. La vacuna antigripal produce una respuesta inmunitaria, sistémica y local, rápida en los adultos jóvenes sanos. Se ha demostrado que hasta el 90% de los sujetos sanos desarrolla títulos séricos, de 1:40 o más en las dos semanas posteriores a la vacunación, y que la segunda dosis genera un escaso aumento de los títulos o ninguno. Los niveles de anticuerpos séricos máximos se alcanzan 4-6 semanas después de la vacunación, y posteriormente desaparecen gradualmente hasta un 50% en los seis meses posteriores. La respuesta de las personas de más edad a la vacuna antigripal, por lo general es inferior a la de los adultos jóvenes sanos, y la respuesta de las personas con enfermedades médicas crónicas debilitantes es inferior a la de las personas sanas de la misma edad. Son justamente estas las personas que pueden tener mayor riesgo de complicaciones en el caso de adquirir la gripe y es por ello la importancia de vacunar también a las personas de su entorno, especialmente a cuidadores y personal sanitario. Estimación de la efectividad de la vacuna antigripal en Navarra en la temporada En la temporada 2007-2008 circularon en Navarra dos virus gripales. Uno de ellos tenía buena correspondencia con los incluidos en la vacuna y otro fue totalmente diferente a los incluidos en la vacuna de esta temporada. Por este motivo, cabe esperar que el efecto preventivo de la vacuna haya sido tan sólo parcial. No obstante, cuando se compara la incidencia de síndromes gripales diagnosticados en atención primaria entre vacunados y no vacunados se observa sistemáticamente una menor incidencia en los primeros, independientemente del grupo de edad (Figura 3). Esto demuestra que la vacuna tuvo un efecto preventivo apreciable. Figura 3. Incidencia de síndrome gripal con diagnóstico en atención primaria, según estado vacunal y edad. Temporada 2007-2008. % 5 No vacunados Vacunados 4,2 3,9 4 3,5 3,53 2,95 3 2,1 2 1,9 1,01 0,8 1 0,6 0 0- 15- 40- 60- 70- Edad Todavía resulta más llamativa la comparación de la mortalidad durante las semanas de actividad gripal (semana 51 a semana 15) entre vacunados y no vacunados, donde observamos una menor mortalidad en los primeros en la mayoría de los grupos de edad, tanto en hombres como en mujeres (Figura 4). Figura 4. Mortalidad general durante el periodo de actividad gripal 2007-2008 en función del estado vacunal y edad. HOMBRES % 5 MUJERES % No vacunados Vacunados 4 4,3 3,67 2,8 3 1,5 1,1 1 0,4 0,48 4 No vacunados Vacunados 3 1,87 2 5 2,4 2 2,5 1,6 1,26 1,01 1 0,4 0,2 0 0,3 0,03 0,6 0,26 0,28 0 65- 70- 75- Edad 80- 85- 65- 70- 75- 80- 85- Edad Esto demuestra, que aún en los años en los que la vacuna no consigue una buena correspondencia con los virus gripales circulantes, la vacunación antigripal consigue un efecto preventivo beneficioso sobre la morbilidad y la mortalidad. Hay que tener en cuenta que las personas vacunadas no son totalmente comparables con las no vacunadas de su mismo grupo de edad, ya que suelen vacunarse más aquellas personas con más problemas de salud añadidos. Por tanto, si la reducción en la incidencia de síndromes gripales y de mortalidad atribuible a la vacuna será aún mayor que la descrita. Además, hay que tener en cuenta que la adecuación de la vacuna de la temporada 2007-2008 a los virus que circularon fue solo parcial, por lo que en otras temporadas el efecto de la vacuna será seguramente mayor.