Download cooperativas, democracia y genero : ¿que tiene que ver el uno con

Document related concepts

Principios cooperativos wikipedia , lookup

Democracia de género wikipedia , lookup

Salud de las mujeres en India wikipedia , lookup

Economía feminista wikipedia , lookup

Beatrice Brigden wikipedia , lookup

Transcript
COOPERATIVAS, DEMOCRACIA Y GENERO: ¿QUE TIENE QUE VER EL
UNO CON EL OTRO?
A fin de combatir la pobreza y la exclusión, el Fondo de Cooperación al
Desarrollo (FOS) de Bélgica apoya la organización social y productiva de los y las más
excluidos con miras a promover su empoderamiento social y económica. La construcción
de relaciones de poder equitativas e “incluyentes” requiere que las organizaciones
sociales promuevan el control democrático y la equidad de género al interior de su
organización.
Género y cooperativas
El ser ”hombre” o “mujer”, además de ser un hecho biológico, es una condición o
“construcción” histórica y cultural. Cada persona no solamente “nace” hombre o mujer
pero “se hace” hombre o mujer: aprende en un proceso único su género y lo interioriza.
Un campesino en el Perú aprende que él, como buen hombre, debe ser el proveedor
económico de la familia, el jefe de hogar que toma las decisiones importantes, que manda
a su esposa, hijos e hijas y que les representa en público, que es responsable por el
comportamiento social y moral de su esposa y de su familia, que es el dueño de la casa,
de las tierras y de los beneficios o productos del trabajo de su familia. En fin, aprende que
es el encargado del “orden” económico, social, político y moral de la familia y de la
comunidad en general. Para cumplir con esas funciones, se le enseña ser responsable,
fuerte, emprendedor, inteligente, independiente, confiable, seguro de sí mismo, etc. A su
esposa, desde la cuna, le han enseñado que para ser una buena mujer, tiene que escuchar a
la autoridad y sabiduría de su padre, sus hermanos y más tarde su esposo. Aprende que
su función en la vida es llegar a ser esposa y madre cuyo objetivo principal es servir a los
demás, en primera instancia a su esposo e hijas/os pero también a sus padres y la
comunidad en general. Su identidad se deriva principalmente del hecho de ser “esposa
de… y madre de…”. Su responsabilidad mayor se sitúa en la casa y la “reproducción” de
la familia, ya sea la reproducción biológica, o la atención diaria hacia el cuidado físico y
emocional. Su lugar es el espacio privado, escondido y “seguro” de la casa. Aprende a
ser amable, complaciente, dependiente, obediente, honesta y estar disponible a toda hora.
Esta identidad o “condición” de género (lo que tradicionalmente se considera
como “la naturaleza femenina o masculina”), organiza las relaciones emocionales,
sociales, económicas, políticas y laborales entre hombres y mujeres. Define normas,
sentidos, actividades, comportamientos, deberes, premios y castigos, etc. A nivel del
trabajo, la situación de género se traduce en que las mujeres hacen, en su gran mayoría, el
trabajo doméstico no visible y no valorizado y muchas otras tareas “productivas” y
actividades que generan ingresos en una economía de subsistencia o en el sector
informal, que todavía no son consideradas como “trabajo” en las estadísticas oficiales.
Como los hombres rara vez asumen responsabilidades reproductivas, las mujeres tienen
una carga de trabajo superior, lo que se expresa en la llamada “doble” o “triple” jornada
de trabajo. Además, la carga de trabajo para mujeres ha aumentado durante los últimos
años como efecto de la degradación ambiental, los efectos negativos de programas de
ajuste estructural, un aumento en la migración masculina y en la desintegración familiar,
1
una proporción más alta de niñas que van a la escuela y de ancianos que necesitan ser
cuidados.
En las cooperativas, la situación de género se expresa en una participación
femenina bastante baja en general y aún más baja en los niveles directivos. A veces existe
una discriminación directa y visible cuando, por ejemplo, no se admiten mujeres en la
cooperativa, no se les permite asumir puestos de liderazgo, cuando se les excluye de
reuniones o de información importante, etc. Por otro lado, existen expresiones de
discriminación menos visibles cuando las leyes y los estatutos de la cooperativa ponen,
por ejemplo, que un requisito para asociarse es ser “jefe de hogar” o dueño de la tierra. En
general, se considera automáticamente al hombre como “jefe del hogar” en una pareja
independiente de quién es el sostén económico y/o emocional de la familia y parece que
solamente las “madres solteras” pueden ser identificadas como “jefas de hogar”, es decir
cuando no hay un hombre en las cercanías. De igual manera, puede existir la prohibición
legal o “por costumbre” para las mujeres de ser propietarias de terrenos.
Aún más indirectamente discriminatorias pero no menos impactantes, son las
prácticas y tradiciones culturales que impiden que las mujeres participan, en iguales
condiciones, en la organización. Ello se relaciona con la pesada carga de trabajo (doble,
triple jornada: madre, dueña de la casa, responsable por el bienestar de la familia y la
comunidad, agricultora/generadora de ingresos), la falta de acceso a recursos (crédito,
tierra, insumos de producción, nexos con el mercado, experiencia técnica, programas de
educación), la falta de experiencia y autoestima para “salir del esquema aprendido” y
hablar en voz alta, debatir y competir en público con los hombres, de utilizar su
inteligencia, de rehusar y negociar, de ser independientes, de tomar riesgos y de asumir la
responsabilidad tanto para sus éxitos como para sus fracasos. El problema de la noigualdad entre hombres y mujeres en las cooperativas, por supuesto, no es un hecho
aislado sino que refleja la realidad social, política, cultural y económica a un nivel más
amplio.
Cooperativas, democracia y género
Uno de los principios cooperativos se refiere a la membresía abierta y voluntaria,
destacando que las cooperativas están abiertas a todas aquellas personas dispuestas a
utilizar sus servicios y a aceptar las responsabilidades que conlleva la membresía, sin
discriminación. Es claro que las declaraciones de principios apuntan al cooperativismo
“ideal”. En otras palabras, es preciso transformar los principios en la práctica. Ello
siempre resulta más difícil que la elaboración de los principios mismos. ¿Cómo se
traduce, por ejemplo, en la práctica real el principio que se refiere al control democrático
de las cooperativas por parte de los miembros?
En el pasado, y todavía ahora, “democracia” parece significar en la realidad:
igualdad entre algunos y exclusión para el resto. La discriminación por género fue muy
obvia: como se consideraba “la política” el terreno de los hombres, las mujeres quedaron
excluidas de la toma de decisiones en los espacios públicos. Obtener oficialmente el
derecho de votar fue un paso importante para las mujeres, así como lo es en las
2
cooperativas donde se reconoció el igual derecho de voto (un miembro, un voto.) No
obstante, ello no quiere decir que ya se haya logrado la democracia efectiva desde una
perspectiva de género. ¿Qué vale el derecho de votar para cada miembro si las mujeres no
logran insertarse en las cooperativas por diferentes razones (anteriormente mencionadas)?
¿Y se construye la democracia únicamente al momento de votar? ¿Es válido, desde una
perspectiva de género, una democracia que se base en estructuras sumamente jerárquicas
y que se base en poderes de dominación?
La experiencia muestra que, en las cooperativas mixtas, las mujeres tienden a
tener un papel más pasivo; que los hombres asumen casi “automáticamente” las funciones
de liderazgo y se niegan a compartir responsabilidades con las mujeres. Aunque los
procesos democráticos parecen funcionar mejor en los grupos informales de auto-ayuda
que en las cooperativas formales, difícilmente se encuentran mujeres en los niveles
directivos.
En una organización democrática tanto hombres como mujeres están activamente
involucradas en todas las funciones de la cooperativa incluyendo el diseño de políticas,
planes y propuestas, la toma de decisiones, la implementación, el control financiero y la
gestión. Incluyendo más activamente a las mujeres, se puede esperar una modificación en
la organización, intereses y actividades de la cooperativa dado que hombres y mujeres
enfocan la realidad y solucionan los problemas de una manera diferente. La experiencia
muestra que mujeres en puestos directivos, están más inclinadas a salvaguardar los
intereses de las mujeres. Adicionalmente, en un clima político y socio-económico tan
cambiante, las cooperativas y la sociedad en general deberían aprovechar el aporte
creativo e innovador de los enfoques “diferentes” que han quedado demasiado tiempo al
margen de la corriente dominante.
Género y el desarrollo de las capacidades
Trabajar con enfoque de género en el desarrollo de las capacidades implica, en
primer lugar, dar atención a las necesidades y a los intereses y aspiraciones de no
solamente hombres sino también de las mujeres. Hay que tener conciencia de que “las
necesidades de la sociedad (en general)” muchas veces traducen las necesidades de un
sistema patriarcal que al final limita la superación personal de las mujeres hasta
conducirlas a un desarrollo “en función de los otros”. Es justamente en un proceso de
capacitación y formación que las mujeres pueden tomar conciencia de sus propias
intereses y aspiraciones: su necesidad de libertad (Ej. la necesidad de tiempo “libre” para
sí misma, libre de cuidado de maridos, niños, ancianos, enfermos); su independencia
económica, social y psicológica; el ejercicio de su ciudadanía; su poder social y político;
su autoestima y autonomía.
Hasta ahora la atención se ha concentrado en aumentar la participación de las
mujeres en los diferentes espacios de formación, midiendo el éxito con indicadores
cuantitativos y porcentajes de mujeres capacitadas. Para lograr una igualdad real se
tendría que evaluar también los procesos mismos de formación y capacitación: ¿En qué
estamos formando las personas y cómo? ¿Les estamos ofreciendo una educación o
3
capacitación sexista que reproduce esquemas de desigualdad y que conforme a las
mujeres con su posición subordinada y explotada? ¿O estamos buscando nuevos caminos
y nuevas posibilidades de superación personal, tanto para las mujeres como para los
hombres? ¿Ofrecemos una formación que reproduce relaciones desiguales o una
formación innovadora que fomente nuevas relaciones de co-vivencia?
Recomendaciones prácticas para promover una perspectiva de género en el
desarrollo democrático de las cooperativas.
Si una/o entiende bien lo anteriormente afirmado, se da cuenta que el proceso
apenas ha empezado. Ni una organización, ni un proyecto, ni un grupo de personas puede
pretender que esté trabajando completamente “con una perspectiva de género”. Si fuera
así, el mundo en que vivimos ya no sería igual sino que habría cambiado completamente
la manera de concebir y hacer las cosas.
Para lograr que cambie la perspectiva dominante, es importante crear las
condiciones para que los grupos marginados dejen de ser marginados y participen
activamente en “la corriente principal”. En primer lugar, se necesita pensar en las mujeres
ya que forman la mitad de la población mundial y porque la discriminación de género
cruza (y aumenta) todos los otros tipos de discriminaciones existentes ya sea por
pertenencia étnica, por edad, por clase social, por posición económica, por creencia, por
convicción política o por lo que sea. Para promover cooperativas que funcionan “con
perspectiva de género”, es necesario incentivar una mayor participación (cuantitativa y
cualitativa) de las mujeres y garantizar que llegue hasta las mujeres más marginadas. Con
tal objetivo se pueden tomar en cuenta las siguientes medidas:
 Las reuniones de los comités deben ser físicamente accesibles a las mujeres: los
lugares de reunión no deben encontrarse demasiado alejados de sus respectivos
hogares, ya que algunas no podrían afrontar el gasto de viajar y otras tal vez vean
restringidos sus desplazamientos por su marido o sus padres. Las reuniones han de
programarse en horarios que les resulten convenientes y tienen que ser conducidas de
manera efectiva para no desperdiciar su tiempo.
 En las reuniones se debe utilizar el idioma local, que se entiende comúnmente.
 Es recomendable promover ciertas facilidades para las mujeres y hombres que tienen
responsabilidades familiares (ej. guarderías) con miras a facilitar su participación en
las reuniones.
 Es preciso garantizar que las mujeres realmente reciban información pertinente a su
participación. Deben emplearse canales de información accesibles para ellas.
 En las cooperativas mixtas, debe ponerse el acento en el derecho igualitario de la
mujer a participar, así como en su derecho a votar y contribuir activamente en un
proceso democrático de toma de decisiones.
 En el caso de muchas mujeres, la falta de confianza puede constituir una importante
limitación para que se integren, especialmente cuando son analfabetas. Por ende, los
programas de formación deben ser accesibles a las mujeres y concebirse con el
propósito de reforzar su seguridad y autoestima.
 Se ha de difundir información y nuevas ideas en boletines, en programas radiales, en
cassettes, etc. Constituyen un medio significativo en la sensibilización acerca de los
4
aprietos por los que atraviesan las mujeres, y pueden conducir gradualmente a
modificar las normas y actitudes culturales que las discriminan.
Obviamente, la lista de recomendaciones no es completa y nunca estará completa.
Cada continente, cada país, cada región, cada comunidad y cada cooperativa tienen sus
particularidades que se necesitan considerar en la promoción de la igualdad. Para lograr
una igualdad mayor es necesario aprender a diferenciar y, al mismo tiempo, aprender la
distincción entre “diferenciar” y “discriminar”.Trabajar con enfoque de género nunca
significa “homogeneizar”. Al contrario, implica reconocer las diferencias y las
desigualdades existentes y partir desde allí. Seguramente, este enfoque más diferenciado
no solamente beneficiaría a las mujeres, sino a muchos grupos que son distintos y que
luchan por un reconocimiento y participación formal y real.
A menudo la gente conoce la perspectiva de género por una obligación
institucional y burocrática. Se menciona “género” porque es requisito trabajar con el
género y cada uno parece interpretarlo a su manera. Sin embargo, comprometerse con una
mayor equidad de género es una opción política que busca transformar las desiguales
relaciones de poder, desde el ámbito más privado hasta el ámbito más publico, lo que
implica un cambio radical en la manera de ver y hacer las cosas. La perspectiva de género
es una mentira si continuamos haciendo lo que siempre hemos hecho y en la misma forma
de siempre.
Lieve Daeren
Representante FOS Perú
Agosto 2004
(Este artículo es una re-elaboración del documento “Cooperativas, democracia, recursos
humanos y género”, elaborada por la autora en febrero 1997 y publicado en
www.neticoop.org.uy )
5