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KARL MARX – (1818-1883)
TRAYECTORIA FILOSÓFICA
La vida de Marx transcurre a lo largo del siglo XIX, un siglo marcado por la formación y
consolidación de las sociedades industriales. Este proceso es contestado desde sus comienzos
por una masa de obreros que se concentra en los principales núcleos urbanos y que protesta
contra un sistema que defiende una fuerte productividad y la ley del máximo beneficio.
Marx, después de unos años de formación intelectual en la izquierda hegeliana, ve la
posibilidad de un cambio que mejore la organización social. Inicia una actividad que le lleva a una
comprensión científica de la realidad y a promover una transformación revolucionaria de las
condiciones sociales.
Período de formación
Marx nace en Tréveris (Renania), región de Prusia, cercana a Francia. Nieto y sobrino de
rabinos judíos, se tiene que bautizar en el protestantismo para poder ejercer la carrera de
abogado. Estudia en Bonn y en Berlín, donde toma contacto con la izquierda hegeliana (sobre
todo con el Club de Doctores que lidera Bruno Bauer). Abandona el Derecho y se dedica a la
Filosofía. Realiza su tesis doctoral en la Universidad de Jena, con el título “Diferencias en la
Filosofía de la naturaleza en Demócrito y Epicuro”
Período especulativo: 1842-1848
Forma parte de la redacción de la Gaceta Renana, periódico diario de la oposición liberal en la
zona más industrializada de Alemania. A causa de la censura es obligado a abandonar el
periódico. Se casa y emigra a París, donde entra en contacto con socialistas y comunistas. En
1844 redactó los Manuscritos de Economía y Filosofía. Realiza ya una primera crítica de la
filosofía de Hegel. En esta época escribe también: La Sagrada Familia, La ideología alemana
(exposición del materialismo histórico), Once tesis sobre Feuerbach, La miseria de la filosofía, y el
Manifiesto del Partido Comunista.
Período revolucionario: 1848-1883
Al producirse la revolución del 48, Marx es expulsado de Bruselas. Va a París, Colonia y Viena,
donde conoce “La Liga de los Justos” que pasará después a ser la “Liga de los Comunistas”. Se
establece definitivamente en Londres donde vivirá hasta su muerte.
Su situación familiar estuvo amenazada constantemente por la enfermedad y por la penuria
económica: puede salir adelante gracias a la ayuda de su amigo Federico Engels. En Londres
toma contacto directo con la miseria y humillación de los trabajadores: jornada laboral de
catorce horas o más; mala situación de las mujeres y niños que trabajan durante esas jornadas;
se trabaja los domingos y no existen vacaciones; la enfermedad y los accidentes dejan a los
trabajadores sin empleo; no hay jubilación y el despido es totalmente libre; se vende por
anticipado el trabajo de los hijos: si el padre pide dinero anticipado, llegado el momento del
trabajo del hijo, éste no cobra; no existe salario familiar; el sueldo es el más pequeño posible para
que le trabajador no muera de hambre.
En esta época escribe: La lucha de clases en Francia; El 18 Brumario de Luis Bonaparte (ensayo
sobre el golpe de Estado en Francia); La Guerra Civil en Francia; Contribución a la crítica de la
Economía política y El Capital (que es su principal obra).
Marx centra su estudio en la naturaleza de la explotación que sufre el trabajador en el régimen
capitalista: lo que el trabajador vende no es su trabajo, sino su fuerza de trabajo (que es la única
que crea valores). El trabajador recibe por la venta de su fuerza de trabajo el valor
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correspondiente al coste de su producción (el salario), pero crea un valor excedente del que se
apropia el capitalista: la plusvalía. De esta manera la explotación del trabajador es
independiente de la buena o mala voluntad de los capitalistas; sólo se debe al sistema y no es
modificable a menos que cambie el sistema: un régimen en el que los productores sean los
propietarios de los medios de producción.
EL MATERIALISMO HISTÓRICO: ALIENACIÓN E IDEOLOGÍA
El materialismo histórico (llamado por Marx “método dialéctico”) quiere ser una teoría
científica sobre la formación y desarrollo de la sociedad. Mediante una teoría económica,
histórica y filosófica intenta descubrir las leyes que rigen el cambio social y presenta un método
para la interpretación de los conflictos sociales y, en esa medida, para cambiar la sociedad. Su
tesis principal consiste en afirmar que son las bases económicas y los modos de posesión de los
bienes materiales el fundamento de toda estructura y transformación social. El motor del cambio
y la base de toda estructura social no son las voluntades individuales de las personas, ni las ideas,
ni la voluntad divina, sino lo material, las necesidades económicas y los intereses económicos de
los distintos grupos sociales. Con esta forma de materialismo, Marx se enfrentó al “materialismo
teórico” de Feuerbach y al idealismo de Hegel, destacando en ambos casos que para entender al
hombre y su historia, es imprescindible el estudio de las condiciones económicas y sociales en las
que vive.
1. La alienación económica
Para comprender la situación de los oprimidos en toda sociedad de explotación (esclavista,
feudal, capitalista) emplea Marx el concepto de alienación (enajenación, extrañamiento). Toma
esta noción de Hegel, que la había utilizado para explicar el proceso por el cual la Idea pone la
Naturaleza, es decir se pone a sí misma como lo absolutamente otro, se enajena. Marx hace una
interpretación materialista de dicha noción puesto que, para él, el sujeto de la alienación no es el
Espíritu o Dios sino el hombre, y la causa de la misma no es teológica sino económica y política:
la alienación es la condición histórica en la que se encuentra el hombre consecuencia de la
propiedad privada de los medios de producción. La propiedad privada aliena al hombre porque
lo transforma de fin en medio, de persona en simple instrumento para la producción, ignorando
sus necesidades, exigencias y dignidad. En el sistema de producción capitalista el hombre se hace
cosa, mercancía, usada por el propietario de los medios de producción como un simple
instrumento más en la cadena de producción de bienes. En el trabajo, el hombre se enajena, no es
dueño, de sus propias facultades creadoras ni de los objetos de su trabajo, que se convierten en
seres ajenos y llegan a dominarlo. La preocupación esencial de Marx no fue la desigualdad en la
riqueza sino la liberación del hombre de un tipo de trabajo que lo transforma en cosa y lo
convierte en esclavo de las cosas. Su crítica de la sociedad capitalista se dirigió principalmente a
su modo de producción: Marx suponía que la enajenación del trabajo, aunque existente a lo largo
de toda la historia, alcanza su cima en la sociedad capitalista y que la clase trabajadora es la más
enajenada. Marx no se limitó a reivindicar la emancipación de la clase trabajadora, sino que
buscó la emancipación general del ser humano, y la creación de un orden social en el que el
hombre, y no la producción de cosas, sea el fin.
2. Alienación y estructura social
El materialismo histórico entiende que el hombre es un "ser de necesidades", desde las más
elementales como la comida, la ropa, la casa, hasta las más refinadas como las culturales. El
“trabajo” o “actividad productiva” crea los bienes necesarios para la satisfacción de dichas
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necesidades, y constituye la actividad principal del hombre y la base de toda vida social, de su
organización y de su historia. La producción de bienes está condicionada por "las fuerzas
productivas" (las riquezas naturales y los conocimientos y las técnicas utilizadas en la
producción). A un determinado estado de desarrollo de las fuerzas productivas, corresponde un
tipo concreto de "relaciones de producción" (relaciones entre los hombres con miras a la
producción). Las relaciones de producción son "relaciones de propiedad", relaciones de trabajo
entre propietarios de las fuerzas productivas y no propietarios, entre "explotadores y
explotados" entre clase dominante y clase dominada. Según el modo de producción y las
relaciones sociales que de él se derivan, así será la estructura social. Las clases sociales quedan
definidas por las relaciones económicas entre las personas: son la expresión de la propiedad o no
de los medios de producción y de la capacidad adquisitiva. En las sociedades clasistas, una de las
clases será explotadora y otra, la compuesta por los trabajadores, la explotada; así en la
Antigüedad había amos y esclavos; en la Edad Media señores y siervos, y en la Edad Moderna
capitalistas (burguesía) y proletarios.
3. Alienación y cambio social
El motor de la historia, el cambio social, se basa en la existencia de una sociedad escindida: es
el enfrentamiento entre explotadores y explotados, el afán de dominio de una clase y los intentos
de liberación por parte de la otra. Este enfrentamiento es inevitable e independiente de las
voluntades y conciencias de los individuos. A su vez, la existencia de dichas clases antagónicas
tiene como origen el distinto desarrollo técnico y económico con el que los hombres han
intentado resolver los problemas de supervivencia, y ha dado lugar a las luchas de clase y
enfrentamientos entre explotadores y explotados; pero, según la concepción optimista y utópica
de Marx, esta oposición no es ineludible ni se ha de mantener hasta el fin de la humanidad: es
posible y necesaria la transformación de la sociedad y ello mediante una acción y proceso
revolucionario que elimine la propiedad privada y suprima las clases sociales. Las etapas de este
proceso serán la "dictadura del proletariado" (el proletariado toma el poder, quita a la burguesía
sus privilegios económicos y políticos, y se hace con los grandes medios de producción); el
socialismo (período de gran desarrollo de los medios de producción y de la riqueza social, que
será administrada por el Estado, en representación de los intereses de toda la sociedad) y el
comunismo (culminación del proceso revolucionario; época de abundancia, de plenitud y
libertad, en la que habrán desaparecido definitivamente las clases y también el Estado).
4. Alienación e ideología
El marxismo afirma que la base real de la sociedad es la base económica, los medios y las
fuerzas de producción (la infraestructura); mantendrá también que a consecuencia de la
alienación económica las organizaciones políticas, jurídicas y las concepciones del mundo
(religiones, moral, ciencia, filosofía, arte) (la superestructura) no responden a una dinámica
propia, independiente, sino a los intereses de clase de los grupos que las han creado. En un
sentido general, se llama ideología, al sistema de representaciones (imágenes, ideas, conceptos,
teorías), con el que la sociedad intenta explicar y describir la realidad. Pero dichas ideas o
representaciones pueden hacerlo de un modo adecuado y verdadero, o, por el contrario, de un
modo falso, que es precisamente lo que ocurrirá en las sociedades de explotación. Así, en Marx el
término "ideología" tiene un significado más restringido y preciso: conjunto de "ideas" que dan
una imagen o representación falseada y falsificadora de la realidad y de las condiciones en que se
desarrolla la vida de los hombres. Para el marxismo, lo que piensan los hombres, sus
representaciones o ideas (su ideología), es un producto de la sociedad en que viven, es "un
producto social"; además, la ideología tiene un sentido básicamente negativo, en cuanto "ideas"
falsas y falsificadoras; finalmente, los contenidos ideológicos de la conciencia (la religión, la
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filosofía, la moral, la política, etc.) ni tienen sustantividad propia ni su propia historia y
desarrollo.
Puesto que la ideología tiene como función ocultar, deformar o justificar la situación de
alienación que el hombre vive en un momento histórico, la crítica marxista de las ideologías es
una consecuencia de la crítica más general a la alienación del hombre. Un claro ejemplo de la
actitud crítica de Marx ante las producciones ideológicas lo encontramos en sus ideas relativas a
la religión: dado que no existe Dios, afirma, la aparición de la religión es una consecuencia de la
vida humana, y, de acuerdo con sus planteamientos generales, ligada a la explotación del hombre
por el hombre. Para Marx la crítica a la religión es la premisa o preámbulo de toda crítica: la
religión es alienación al proyectar al hombre fuera del mundo real finito, único existente, en un
mundo ficticio e ideal. Además, la religión no sólo es alienación de cada hombre individual, sino
instrumento de la clase dominadora para oprimir a los dominados: primero, al justificar
teológicamente la división social que provoca la alienación, la explotación existente; y, en
segundo lugar, al ofrecer “paraísos” ficticios en los que los hombres pueden realizar su afán de
justicia y felicidad, frenan la posibilidad de rebelión y de su realización en este mundo, el único
real y existente (la religión es el “opio del pueblo").
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