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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(026), 1 de agosto de 2003
APROXIMACIÓN SOCIOLÓGICA A LA VIVIENDA SECUNDARIA
LITORAL
Julio A. del Pino Artacho
Universidad Nacional de Educación a Distancia
Aproximación sociológica a la vivienda secundaria litoral (Resumen)
La vivienda secundaria ha sido escasamente tratada en los estudios de vivienda. La
sociología de la residencia formulada por Kemeny provee de un marco teórico idóneo
para el estudio de la misma como un fenómeno residencial integrado en dos
dimensiones: Una socioespacial y otra relativa a la unidad de análisis (base o colectiva),
a la que añadimos una tercera, la clásica distinción sociológica entre acción y estructura.
Este enfoque implica un planteamiento crítico de la base recreativa de la vivienda
secundaria y un análisis global de este fenómeno social. Siguiendo este esquema teórico
y una parcelación analítica en cinco áreas (espacial, económica, social, políticoinstitucional y cultural), se aborda una catalogación global de los asuntos sociológicos
relativos a la vivienda secundaria litoral, como tipo de vivienda de especial relevancia
en España.
Palabras clave: vivienda secundaria, sociología de la vivienda, litoral.
A sociological approach to coastal second homes (Abstract)
Second homes have scarcely been researched by Home Studies. Kemeny's sociology of
residence gives us a suitable theoretical framework to approach to this topic. He
considers housing as an integrated residential phenomenon with two dimensions: sociospatial and unit of analysis (base or collective). It is added a third dimension, the
sociological distinction between agency and structure. This framework implies a critical
approach to the leisure-based concept of second homes and a comprehensive analysis of
this topic. We focus our attention on one type, the coastal second homes, specially
important in Spain. Finally, through this framework and the analytical use of five areas
(spatial, economic, social, political and institutional, and cultural), it is shown a
comprehensive catalogue of sociological issues related to coastal second homes.
Key words: Second Homes, Sociology of Housing, Coast.
En estas páginas se realiza una aproximación a la vivienda secundaria desde la
sociología de la vivienda. A pesar de que los estudios de vivienda, por su naturaleza
pluridisciplinar, no son muy dados a explicitar el campo desde el que se aborda el
objeto de estudio, desde la sociología se han dado algunos pasos importantes para la
comprensión del fenómeno residencial que merecen ser destacados.
En general, el estudio de la vivienda secundaria se ha abordado poco. Los estudios de
vivienda no han entrado ni a definirla ni a caracterizarla. De esta manera, básicamente,
la vivienda secundaria se ha tratado con relación a dos asuntos: Por un lado, al definir y
examinar el concepto de vivienda, se refería la existencia de viviendas de recreo en los
estratos sociales más altos desde la antigüedad a nuestros días y su relación con la
vivienda principal, planteando, pero no analizando, la posibilidad de entender la
segunda residencia como parte de un solo hecho residencial. Y, en segundo lugar, se
refería con relación al problema de la vivienda, su escasez y los mecanismos de
asignación de este bien, destacando su condición de espacio infrautilizado.
Los escasos estudios que monográficamente han tratado las segundas residencias
provienen principalmente del campo de la Geografía Rural y de la Geografía del
Turismo. De manera que, aunque no exclusivamente, prima la dimensión espacial o
territorial, con una importante preocupación por el medio ambiente.
Al introducir un enfoque sociológico no se trata de devaluar otras perspectivas, sino de
añadir al conocimiento de la segunda residencia, una perspectiva que consideramos
relevante. Sumamos este enfoque al conocimiento de una realidad de la que pensamos
han de preocuparse los estudios sobre vivienda, esencialmente pluridisciplinares. Y, por
otra parte, añadimos al acervo sociológico el estudio de un tema hasta ahora
prácticamente ausente de nuestros programas de investigación.
La vivienda como espacio social y la Sociología de la Residencia como marco
teórico
Aunque la vivienda como espacio social es un tema recurrente para los investigadores
de las ciencias sociales que abordan el tema de la vivienda, la verdad es que el peso de
esta concepción de la vivienda a la hora de resolver problemas y articular proyectos es
pequeño frente a las consideraciones económicas, técnicas y políticas. Por esa razón, y
porque pensamos que la perspectiva social merece ser tenida en cuenta, su recurrencia
se hace ineludible. A continuación, exponemos una breve digresión sobre la vivienda
como espacio social, seguida de un apunte teórico para el análisis sociológico de la
vivienda.
La vivienda como espacio social
Una caracterización mínima de la vivienda nos lleva a definirla como un lugar
delimitado para el uso estable de sus habitantes. Ese uso estable se refiere a su
condición de refugio, frente a los demás y para el cumplimiento de las funciones vitales
de los moradores, configurándose como concha y nido de los mismos (Bachelard,
1975).
Existen dos líneas argumentativas suplementarias para la justificación sociológica del
tratamiento de la vivienda o para la introducción de la dimensión social en el análisis de
la vivienda. La primera consiste en percatarse de que la vivienda está unida a la
sociedad en tanto que objeto hecho por personas en sociedad para personas en sociedad.
En este sentido, por un lado, la vivienda reproduce las estructuras sociales al dar
continuidad dentro de la casa a hechos que provienen de la sociedad en la que se ubica
(por ejemplo, a través de las soluciones arquitectónicas adoptadas de sus invasores por
un pueblo, o a través del sistema de construcción de viviendas en una sociedad
avanzada, etc.) (punto de vista que se muestra en Rapoport, 1972). Por otro lado, la
vivienda produce las estructuras sociales, al dar continuidad social a la acción de los
moradores (socialización en el espacio, traslación de cambios sociales a través de la
reforma de vivienda, envejecimiento de un vecindario...). Aunque en principio el
aspecto productor de la vivienda puede parecer limitado a la traslación espacial de
estructuras sociales forjadas en otros ámbitos (como el laboral, el económico, el
universo de valores) o a su reforzamiento (dada la capacidad de anclaje que otorga una
restricción física como el espacio, unida a otros aspectos como las dificultades múltiples
del cambio de vivienda), hay que constatar que la vivienda, más allá de eso, puede
generar estructuras por sí misma. En un conocido trabajo Rex y Moore (1967)
propusieron un análisis neoweberiano de la estratificación social a partir del acceso a la
vivienda, que daba lugar a las housing classes. Para el asunto que tratamos, las
residencias secundarias litorales, caben hipótesis en este sentido, el de la capacidad
estructuradora social de la vivienda. Se puede imaginar que la vivienda secundaria
litoral es reproductora en tanto que ancla al espacio la ideología del ocio; pero, si se
consideran las relaciones entre residentes de las viviendas secundarias y residentes de
las principales en una misma población, probablemente encontremos cualidades
productoras en ese sistema de viviendas, de manera que ambas clases de residentes
compartirán la ideología del ocio, pero su particular posición en el espacio social
determinaría nuevos conflictos y necesarios apaños entre los dos grupos de residentes.
La segunda argumentación, que, repetimos, es suplementaria, deriva de considerar a la
vivienda como espacio social (espacio permanente limitado para vivir es el mínimo
antropológico que hemos enunciado; y el hombre, sin duda, vive en sociedad). Con ello
nos referimos a que la especificidad del objeto social al que nos enfrentamos deriva de
su condición de espacio social. Tal y como hemos apuntado más arriba, de entre las
características sociológicas del espacio que caracterizan a la vivienda, destaca su
importancia como límite, no "como un hecho espacial con efectos sociológicos,
sino[como] un hecho sociológico con una forma espacial" (Simmel, 1977, 652). En el
espacio social, como señala Santos, "el contenido [del espacio] (la sociedad) no es
independiente de la forma (los objetos geográficos), y cada forma encierra una fracción
del contenido. El espacio, por consiguiente, es un conjunto de formas, cada una de las
cuales contiene fracciones de la sociedad en movimiento" (M. Santos, cit. en Méndez,
1992,13). La vivienda es un espacio social de gran importancia por ser un espacio
vivido larga e intensamente por los individuos y los grupos, especialmente los hogares.
De forma análoga a como la familia se convierte en unidad social, como grupo primario
esencial para las personas y para la sociedad, así la vivienda se constituye en unidad
socioespacial fundamental para el individuo y para el sistema socioespacial en general.
En ese sentido, la vivienda se inserta en un sistema espacial, formando parte de
unidades superiores (como el barrio, la ciudad, el área metropolitana y hasta el espacio
global). Pero, además, juega un importante papel como escenario necesario de la
socialización, de los procesos económicos básicos, de la expresión de los valores
culturales, etc. (Pezeu-Massabuau, 1988).
Sociología de la vivienda
La vivienda ha sido objeto de numerosos estudios, que han llegado a constituir el área
pluridisciplinar de los estudios de vivienda, donde se han vertido enfoques sociológicos,
urbanísticos y geográficos, entre otros. Cortés (1995) realizó hace más de un lustro un
excelente sumario de las líneas fundamentales seguidas por los estudios de vivienda a lo
largo de su historia, haciéndose eco del estudio de Basset y Short (1980, 2) sobre los
diversos enfoques sobre la vivienda y la estructura social, añadiendo una serie de
enfoques temáticos relevantes. Los enfoques tratados por Basset y Short, que no
pretendieron ser exhaustivos, sino plantear las líneas centrales del debate, fueron el
ecológico (basado en la ecología humana), el neoclásico (basado en la economía
neoclásica), el institucional (basado en la sociología weberiana) y el marxista (basado
en el materialismo histórico). Cortés completó estos enfoques con una serie de enfoques
temáticos que, sin llegar a ser acabados esquemas sobre los aspectos sociales de la
vivienda, incidían en aspectos particulares relevantes de la misma. Así, el enfoque
político, el culturalista y el de las necesidades.
Por su parte, el enfoque tradicional de la sociología de la vivienda consistía en una
utilización del aparato conceptual de la sociología aplicado al estudio de la vivienda, a
través de estudios concretos y de cierta aplicabilidad. En este sentido, las tres áreas que
acaparaban los estudios eran las políticas de vivienda, relacionado con la economía; las
relaciones entre vivienda y vida familiar, más relacionado con la arquitectura; y entre la
vivienda y la comunidad, en conexión con el urbanismo (Vapñarsky, 1963).
Frente a esta situación, de incomprensión de los procesos residenciales como un hecho
social de características propias, se produce la renovadora propuesta de J. Kemeny,
interpretada por Cortés en España, para sentar las bases de una sociología de la
vivienda, la sociología de la residencia (Kemeny) o sociología del habitar (Cortés). No
es este trabajo el lugar en el que analizar como merecen los argumentos de Kemeny y
Cortés. Tan sólo queremos exponer las líneas principales que luego nos sirvan para
desarrollar nuestro enfoque sobre la vivienda secundaria. Así pues, de la perspectiva de
Kemeny destacaremos tres argumentos fundamentales:
Conecta la sociología de la vivienda con preocupaciones epistemológicas muy
relevantes, como los vínculos entre los niveles micro y macro de la realidad social o la
preocupación por conseguir un modelo integrado de análisis.
De esta manera, Kemeny analiza el fenómeno residencial como un hecho socioespacial
integrado. Frente a la diferenciación entre vivienda (dwelling) como ente espacial y
hogar (household) como ente social, señala la interrelación entre lo social y espacial en
la experiencia habitacional de los seres humanos, sin que ninguno de los aspectos
prepondere sobre el otro.
Por otra parte, Kemeny traza una segunda dimensión del residir, basada en las unidades
de análisis, que, como afirma el autor sueco, "no son lo mismo que micro-macro, sino
que, más bien, distingue las unidades básicas de análisis (individuo y vivienda) y todos
los demás niveles (que pueden ir, en términos sociales, desde los pequeños grupos,
pasando por las organizaciones, hasta las sociedades nacionales, o, en términos
espaciales, hasta el bloque, el vecindario, el barrio, la ciudad, la región, etc." (Kemeny,
1992, 163). Ambas dimensiones, junto con una relación de disciplinas afines según su
temática, aparecen en la figura 1.
Figura 1. Componentes de la Residencia.
Fuente: Kemeny, 1992: 163.
Cortés, además de dar a conocer en castellano la sugerente propuesta de Kemeny, añade
un esquema de acercamiento al fenómeno residencial que, aunque no está del todo
justificado, nos parece extremadamente útil. Las diferencias entre los conceptos de
residir y habitar son mínimas, poniendo más el acento Cortés en el significado social del
hecho de habitar, al modo antropológico-estructuralista heredado de Lefevbre, mientras
que Kemeny se centra en el debate epistemológico. Para Cortés, "en el habitar se
concentra los procesos sociales que tienen como centro la vivienda, tanto como foco
emisor de procesos sociales, como foco receptor" (Cortés, 1995, 136). Sin embargo, la
necesidad ineludible de un marco analítico para trasladar su visión a la realidad, al
campo, le lleva a formular una parcelación del contenido del habitar en cinco
dimensiones: la espacial, la económica, la social, la político-institucional y la cultural.
Estas áreas, como demuestra en su ulterior análisis, engloban razonablemente el hecho
de habitar, tocando todos los asuntos que, desde una perspectiva sociológica, atañen a la
vivienda.
Así pues, la propuesta teórica de Kemeny encuentra un desarrollo razonable en la
sociología del habitar de Cortés, que añade un marco analítico, en forma de herramienta
heurística, con la que abordar, desde los presupuestos teóricos de la sociología de la
residencia de Kemeny, la realidad residencial. Visto desde fuera, las sociologías de la
residencia y el habitar pecan en parte de estáticas. Es injusto no tener en cuenta, sin
embargo, que el esfuerzo de elaboración de un marco teórico sobre un objeto social, al
tender a fijar los conceptos, requiere focalizar más el interés en los aspectos
estructurales, fijos, del fenómeno que en los más variables. Por eso, introducir
conceptos dinámicos como el de estrategia, tal y como hace Laínez (2002), no sólo no
entra en contradicción con los análisis de Kemeny y Cortés, sino que aporta aspectos
complementarios que los autores no pretendieron abordar.
Siguiendo el debate planteado, creemos que sería de utilidad introducir al esquema de la
sociología de la residencia un tercer vector, junto a las dimensiones socioespaciales y de
unidad de análisis. Se trata de la dimensión micro-macro o acción-estructura[1]. Aunque
la tridimensionalidad hace más complicado su estudio, la complejidad de la realidad del
fenómeno residencial exige que, igual que se aborda un metaconcepto sobre la forma
del fenómeno, como es la dimensión del nivel de análisis, también se utilice un
metaconcepto sustantivo, que late en el análisis, aunque Kemeny le dé expresamente la
espalda: la distinción micro-macro o, si se quiere, la clásica distinción sociológica entre
acción y estructura. No abordaremos en este lugar la importancia de estas distinciones ni
la justificación de su inclusión en el análisis residencial. Sin embargo, parece que la
inclusión de este tercer vector respondería bien a la necesidad de incluir los aspectos
dinámicos en el estudio de la vivienda.
Concepto y tipologías de vivienda secundaria
Concepto de vivienda secundaria
La fijación conceptual del término "residencia secundaria" (second homes y résidences
secondaires son los términos más habituales, pero no únicos, en inglés y francés,
respectivamente) ha sido abordada de forma sucinta en muchos trabajos. Lo que aquí se
pretende es atraer el concepto al campo de la sociología de la vivienda que, por no decir
que nada, apenas lo ha abordado. Aunque se introduce algún razonamiento puramente
teórico, la definición de la vivienda secundaria es fundamentalmente empírica. Se basa
en la caracterización que de estas viviendas se ha venido haciendo en los estudios que
las han tratado, y que responden, a grandes rasgos, al entendimiento que de ellas tiene la
sociedad. Como señaló Coppock, "los problemas de definición surgen principalmente
del hecho de que las viviendas secundarias no constituyen un tipo discreto, bien distinto
de otras clases de alojamiento, sino que forma un grupo arbitrariamente identificado
dentro de un continuo. El carácter dinámico de la vivienda secundaria, en particular la
cambiante relación entre la primera y la segunda vivienda, también complica la
identificación y medida" (Coppock, 1977, 2)
La elaboración del concepto es relacional. Tiene que ver, pues, con cada una de sus
partes, vivienda y secundaria, y enteramente depende de cada una para convertirse en un
nuevo concepto. La vivienda secundaria es un sintagma nominal donde el núcleo es la
palabra vivienda y el atributo es la palabra secundaria. Esta disquisición lingüística vale
también para la definición del concepto sociológico de vivienda secundaria. Como
vivienda, por tanto, puede ser estudiada con las herramientas que proporciona la
sociología de la vivienda y, así, ser caracterizada como espacio social singular inscrito
en entidades socio-espaciales mayores de tamaño. Una forma sencilla de definirla es
contraponerla a la vivienda principal. Desde "un lugar para dormir que no sea una
residencia primaria" (propuesta por la delegación danesa en un coloquio sobre segundas
residencias, cit. en Llauger y Omberg, 1991, 384) hasta "una finca en propiedad o
alquilada por un periodo largo como residencia ocasional de un hogar que normalmente
vive en cualquier otro lugar" (Downing y Dower, 1973) y "una residencia que es
exclusiva o principalmente ocupada por alguien que la considera como diferente de su
primera residencia" (Dower, 1977, 160). A esta definición no se llega por falta de
análisis sino por la voluntad de abstracción, la necesidad de crear un término
excluyente, y ante la complejidad del fenómeno. Sin embargo rehuye de la explicación
del atributo, secundaria.
La relación básica entre vivienda principal y secundaria es que la secundaria sólo se da
cuando existe la principal, mientras que la principal puede darse (y se da habitualmente)
en ausencia de la secundaria. Este sencillo juicio, si añadimos la importancia de la
vivienda (principal) como bien necesario, nos aleja del debate en torno al derecho a la
vivienda digna, la accesibilidad, las necesidades de vivienda, etc., tema principal de la
sociología de la vivienda. Aunque también tenga algunas implicaciones importantes en
tal debate, la vivienda secundaria, en sí, no es un bien necesario.
Sin embargo, comparte con la vivienda principal la base eminentemente[2] familiar de
los procesos sociales que ocurren en torno a ella. Incluso cuando el disfrute no es
familiar, por ejemplo, en el caso de que su uso real se restrinja sólo a los padres o a los
hijos o a un solo miembro, la tenencia del bien, en alquiler, cesión o propiedad, tiene,
como en la vivienda principal, un componente básicamente familiar. Precisamente éste
es el hilo que relaciona a ambas viviendas, por la que una es principal y otra secundaria.
Lo son respecto a la unidad social habitacional: el hogar[3].
Al definir la vivienda secundaria con relación a la principal encontramos que su más
importante atributo es el tiempo que se utiliza la vivienda, en el sentido de que cumple
sus funciones como albergue. En relación con la vivienda principal, la vivienda
secundaria se utiliza menos. Pero se utiliza (lo que la distingue, por ejemplo, en el
sistema de definiciones censales español, de las viviendas desocupadas[4]). Se habla de
un uso ocasional en la vivienda secundaria y de un uso habitual en la vivienda principal.
Sin embargo, nadie ha explicitado los límites temporales de ambos adverbios referidos a
la vivienda. Dower señala que se han llegado a contabilizar, en una de las encuestas
pioneras sobre el tema, propietarios que viven trescientos días al año en su segunda
residencia (Dower, 1977, 160). Esto indica que la principalidad o secundariedad de la
vivienda, además de ser cuantitativo, es un asunto cualitativo[5].
Cabe señalar, finalmente, dos notas que las disquisiciones en torno a la definición de la
vivienda secundaria han tenido regularmente en cuenta:
La propiedad fue señalada por Barbier (1965, cit. en Coppock, 1977) como
característica fundamental de la segunda residencia. Con la propiedad se garantiza una
fuerte vinculación con la vivienda secundaria, especialmente si se considera como
recuerdo de los ancestros, sea la casa rural familiar o nos ligue al paisaje por otros
motivos. Esta fuerza simbólica de la segunda residencia, sin embargo, no tiene porqué
garantizarla la propiedad. Al contrario, de fijar ese criterio, escaparían demasiadas
situaciones de segunda residencia que no están basadas en la propiedad: alquileres, la
multipropiedad, las estancias vacacionales en casas de amigos... (Coppock, 1977, 2). No
obstante, muchas definiciones de vivienda secundaria se refieren a propiedades de uso
estacional u ocasional (por ejemplo, Clout, 1977 y Robertson, 1977).
En segundo lugar, debe introducirse ya la base recreativa de la segunda vivienda en
nuestra civilización. Los orígenes de la segunda vivienda están en las casas que las
clases opulentas que los pueblos egipcio, griego y romano construyeron en el campo
para huir de los problemas de las ciudades, de manera parecida a como hoy día ocurre a
otras escalas. La historia de estos pioneros muestra dos rasgos que permanecen en el uso
actual de las segundas residencias: la experiencia urbana y la disponibilidad de tiempo
libre (que sólo podían permitirse las clases pudientes). Hasta el siglo XIX, la
aristocracia fue la única capaz de mantener dos casas (o más), pero desde el comienzo
de este siglo, la burguesía comienza a adquirir suficiente tiempo libre y dinero para
acceder a la propiedad de segundas viviendas, a veces ya en los nacientes destinos
turísticos (Müller, 1999, 31). Sin entrar ahora en algunos rasgos importantes de la
segunda residencia, como la disponibilidad económica, la experiencia urbana o la
mitificación del campo, el rasgo de la segunda residencia sobre el que más se ha tratado
es su aspecto recreativo.
Hasta el punto de que muchos de los trabajos asimilan la vivienda secundaria a usos
ociosos, como si fuera su única posibilidad de uso. Frente a esto, el tratamiento de la
residencia secundaria desde el enfoque de la sociología de la vivienda supone realizar
un acercamiento crítico de esta realidad, en el que se analice el significado socioespacial
de la vivienda secundaria, más allá de la atribución directa del uso ocioso de las mismas
(generalmente ligado a su uso durante el tiempo libre, lo que no siempre es tiempo de
ocio). Detrás de la vivienda secundaria, incluso de la más puramente recreativa, hay un
fenómeno residencial complejo que engloba las tres dimensiones señaladas desde la
sociología de la vivienda (socio-espacial, nivel de análisis, acción-estructura) y que
puede estudiarse a través de los ámbitos señalados por Cortés (espacial, económico,
social, político-institucional y cultural). Esta concepción hará posible integrar multitud
de asuntos que actualmente se estudian parceladamente (vivienda como inversión,
vivienda secundaria de ocio, efectos territoriales, políticas fiscales y un largo etcétera).
De esta manera, por ejemplo, cabe integrar las motivaciones inversionistas y las ociosas
en la misma compra de la vivienda secundaria, el significado del entorno, las relaciones
con el lugar y la sociedad donde se ubica, el problema medioambiental, las políticas
fiscales, la relación con la vivienda principal, etc.
Antes de seguir, y para acabar con el tema de la definición, introduciremos la que hace
el Censo español de población, que aporta un concepto empírico muy razonable de
vivienda secundaria: "Una vivienda familiar se considera secundaria cuando es utilizada
solamente parte del año, de forma estacional, periódica o esporádicamente, y no
constituye residencia habitual de una o varias personas. Puede ser, por tanto, una casa
de campo, playa o ciudad que se emplee en vacaciones, verano, fines de semana,
trabajos temporales o en otras ocasiones" (INE, 1991).
Las tipologías de la vivienda secundaria
Un segundo paso, además del de la definición, para caracterizar las viviendas
secundarias es abordar las tipologías de las mismas. Ya hemos mencionado que parte de
la complejidad de la definición proviene de la variedad de situaciones residenciales
asimilables a la vivienda secundaria. Coppock (1977) señala que existe un continuo que
parte de las mobile accommodation (alojamientos móviles, como la tienda de campaña o
la autocaravana) y que termina en las amplias residencias veraniegas de la aristocracia,
(utilizadas por sus propietarios durante ciertos periodos, aunque permanentemente
ocupadas por el personal que las mantiene), conteniendo entre medias muchos otros
tipos de alojamiento de dudosa clasificación, tales como las casas de vacaciones, las
granjas de recreo o las fincas de recreo sin edificaciones. Asimismo, Valenzuela destaca
las innumerables formas de transición entre la vivienda principal y secundaria que se
dan en las áreas periurbanas de las grandes ciudades (Valenzuela, 1976) y la confusión
entre residencias secundarias y alojamientos turísticos extrahoteleros (Valenzuela, 1988,
72). En cuanto a los alojamientos, móviles o fijos (tiendas de campaña, caravanas fijas,
cabañas autoconstruidas, etc.), a pesar de que no suelen reconocerse como residencias
secundarias, componen en sí un campo de investigación, sobre todo investigado desde
los estudios turísticos. Tan peculiar forma de residencia secundaria (porque algo de ésta
sí que tiene) merece también un esfuerzo de integración para futuras investigaciones.
El peso del uso recreativo que los investigadores otorgan unánimemente a la vivienda
secundaria no debe hacernos olvidar, sin embargo, que existen algunos tipos no
recreativos de vivienda secundaria. Ortega Valcárcel señaló el caso de las casas de
labranza, las viviendas secundarias ligadas a tareas agrarias que, efectivamente, eran
utilizadas por sus dueños, o, en cesión, por sus trabajadores, con ocasión de
determinadas actividades pastoriles (viviendas para los transhumantes y cobijos para sus
rebaños) o agrícolas (Ortega Valcárcel, 1975, 24). También han sido señalados los pisos
urbanos en las grandes áreas metropolitanas, utilizados con ocasión de los viajes de
negocios, también llamados en la literatura internacional pieds-à-terre (Coppock, 1977;
Albarre, 1977; Dower, 1977). Sin embargo, debe volverse a destacar la actitud crítica
que una caracterización basada en los usos puede levantar.
Las tipologías de vivienda secundaria de recreo pueden ser muy diversas. Los criterios
más relevantes son (Llauguer y Omberg, 1991, 384-385):
Por la frecuencia de su uso: fines de semana, vacaciones / días festivos, estancias
breves;
Por la situación geográfica: cerca de las grandes ciudades, zonas rurales, montañas,
costas;
Por su morfología: bloques de pisos, unifamiliares de densidad media, unifamiliares de
baja densidad, unifamiliares dispersas;
Por su relación con las poblaciones existentes: dentro del núcleo de población, fuera del
núcleo, sin relación con el núcleo;
Por el sistema de propiedad: propiedad del usuario, arrendada a largo plazo,
multipropiedad;
Por el origen de la promoción: promociones unitarias concentradas, asentamientos
espontáneos dispersos;
Por el origen de los habitantes: regional, nacional, extranjero.
Quizás por la relevancia cuantitativa de los estudios geográficos sobre la vivienda
secundaria, la tipología más tratada, al menos en España, ha sido la de la situación
geográfica. En cierta medida, a través de esta tipología se define bastante bien el estado
de la cuestión sobre las segundas residencias en España.
En uno de los primeros estudios sobre la residencia secundaria en España, Ortega
Valcárcel (1975) señaló una tipología de criterio geográfico, que distinguía,
básicamente, tres tipos de residencia secundaria: el espacio residencial mediterráneo, las
periferias urbanas de residencia secundaria en las grandes ciudades y los espacios
residenciales de ocio no periféricos. Con el primero se aludía al naciente fenómeno del
turismo residencial, de escala nacional e internacional, que invadía las costas de nuevas
urbanizaciones. Con el segundo, a los procesos de suburbanización en torno a grandes
ciudades, asunto que centró el interés de la escasa investigación española sobre
segundas residencias a finales de los setenta y principios de los ochenta, por ejemplo,
sobre Madrid (del Canto, 1981; Valenzuela, 1976 y 1977; Gago, 1981). Finalmente, el
resto del espacio residencial secundario, está muy relacionado con el proceso de
emigración del campo a la ciudad sufrido desde los años cincuenta en el agro español, y
con procesos menores, cuantitativamente hablando, de generación de espacios de ocio
ecológicos, ligados a la ideología clorofila (Gaviria, 1971). Ortega señala, sintetizando,
que la distinción principal es entre los espacios de ocio de demanda internacional (el
arco mediterráneo) y el resto, de demanda nacional, principalmente ligado a las grandes
urbes (1975, 38-39). Este estudio, a pesar del tiempo transcurrido, señala una tipología
quizás todavía vigente.
La residencia secundaria litoral
En este último apartado tratamos de ensayar un catálogo de asuntos relacionados con la
vivienda secundaria litoral. El estudio de ésta debe combinar la triple perspectiva teórica
enunciada con la capacidad de análisis de las dimensiones de Cortés. Un tratamiento
completo de esta amplísima temática excede las posibilidades de un investigador
aislado. Al centrarnos en los aspectos sociales, entendemos que lo más sobresaliente es
señalar la importancia de la cultura del ocio en los espacios de segunda residencia y las
consecuencias territoriales que acarrea.
Una breve caracterización de la vivienda secundaria litoral en España pasa por apuntar
las tres siguientes cuestiones:
En primer lugar, el litoral es un clásico foco de atracción para la ubicación de
residencias secundarias. No sólo las costas marinas sino las interiores (por ejemplo, en
Norteamérica, Italia y los países escandinavos, los lagos). Esta relación, basada en las
posibilidades recreativas, se refuerza cuando encontramos mezclados el litoral y la
calidez del clima, como ocurre en el Mediterráneo. Lo que, en parte, explica la menor
fuerza del fenómeno en las costas cantábricas y gallegas.
Además, los espacios litorales están relacionados con el desarrollo del turismo desde sus
inicios en el siglo XVIII. El litoral mediterráneo es desde hace mucho tiempo lugar de
cita internacional, tanto para el turismo de masas como para el retiro de los jubilados, la
ubicación de segundas viviendas de profesionales, etc. A medida que el turismo de
masas ha cobrado más importancia, las formas de alojamiento hotelero han dado paso a
nuevas formas de alojamiento residencial, bastante cercanas a las segundas residencias.
No obstante, a pesar de las dificultades metodológicas, algunos estudios tratan de
deslindar las segundas residencias de lo que se ha dado en llamar "turismo residencial"
(como por ejemplo, en Raya, 2001), sin que haya consenso al respecto.
Finalmente, una característica esencial de las residencias secundarias litorales es la
juventud de las edificaciones, de manera que casi toda la residencia secundaria litoral es
de nueva planta, con los importantes impactos socioespaciales que conlleva. Pequeños
pueblos han tomado las formas y, hasta cierto punto, el contenido de las ciudades.
Frente a estas viviendas secundarias, las interiores se hayan más ligadas a la emigración
y por tanto a las antiguas viviendas familiares o, por lo menos, al cuidado de las formas
de poblamiento rural, aunque los cambios de estos entornos también han conllevado
discusiones entre los geógrafos rurales (Valenzuela, 1988).
El empeño por contemplar nuestro objeto como un fenómeno integrado, obliga a
distinguir dos enfoques complementarios. Por un lado, la vivienda secundaria forma
parte de la experiencia habitacional de sus moradores junto a la vivienda principal. En
este sentido, hasta cierto punto, la vivienda secundaria se convierte en una muy especial
prolongación de la vivienda principal. Pero, por otra parte, el enfoque territorial nos
recuerda que la vivienda secundaria se inserta en espacios singulares, que son tanto
escenarios de las vidas de los pobladores secundarios y pobladores
“principales”, como protagonistas de las particulares relaciones que cada
grupo de pobladores mantiene con el medio y de las relaciones de consenso o de
conflicto que ambos grupos desarrollan entre sí. O sea, que este enfoque, centrado en la
localidad o en la región, no sólo alude a los problemas de competencia o cooperación
respecto a asuntos medioambientales, sino que tiene que ver con profundas diferencias
en la situación social de ambos grupos. Nuestra hipótesis, no desarrollada en este
trabajo, es que estas diferencias provienen de la base recreativa de la segunda
residencia.
Exponemos a continuación un catálogo de los asuntos que componen el estudio de la
vivienda secundaria litoral como fenómeno residencial. El marco utilizado proviene de
parte de los argumentos teóricos que hemos utilizado para defender el análisis
sociológico de la vivienda. Como dijimos al principio, la realidad del fenómeno
residencial se muestra muy compleja y desordenada, por la cantidad de asuntos que en
ella se dan cita. El modelo analítico que se propone utiliza la división temática de Cortés
ya señalada. Esta división, de ninguna manera afecta a la definición tridimensional que
hemos propuesto del hecho social de residir, sino que sirve para explicitarla. Por otra
parte, se utilizan los dos niveles de análisis que se entrecruzan en la realidad del habitar,
el nivel base y el colectivo. Su utilización se justifica en la necesidad de agrandar el
número de cajones en los que ordenar esta compleja realidad, pero también en la
sustancial diferencia que existe en la investigación aplicada a la hora de abordar uno u
otro nivel de análisis.
En cuanto al contenido, debe decirse que se trata de una tentativa basada en lo que los
estudios sobre vivienda y, particularmente, vivienda secundaria, han hecho hasta ahora.
Pretende ser meramente orientativo, y en ningún caso exhaustivo.
a) Unidad de análisis base. Al focalizar nuestra atención en las unidades base, o sea, los
hogares y las viviendas, los fenómenos de segunda residencia estudiados se relacionan
más con los propios moradores de la vivienda secundaria.
Espacio:
La vivienda: distribución espacial y diseño (número de habitaciones, distribución
espacial, el espacio de recreo, relación con usos vacacionales, etc.);
El edificio: estado de las edificaciones, tipología edificatoria, antigüedad;
La vivienda secundaria como extensión espacial de la principal: trastero, espacio para
las aficiones, etc.;
Economía (las economías familiares en relación con la vivienda secundaria):
Consumo:
Gasto familiar en vivienda secundaria;
Adquisición o alquiler como decisión eficiente;
Costos derivados de la vivienda secundaria (gastos comunes, accesibilidad, vacaciones);
Consumo del espacio de ocio y de ¿trabajo? (bricolaje, actividades de reflexión);
El transporte y su precio.
Producción:
La vivienda secundaria como inversión y patrimonio;
El trabajo doméstico;
Posibilidades de trabajo en la vivienda secundaria: aficiones, teletrabajo.
Sociedad:
Los vínculos entre la vivienda secundaria y la familia: espacio para la familia extensa,
flexibilidad del uso (espacio de amigos y allegados);
Emigración y vivienda secundaria (sobre todo en las zonas de interior);
La vida social de las viviendas secundarias (vecindad, relación con población local);
La jubilación en condiciones físicas aceptables.
Político-institucional:
Condiciones político-institucionales que permiten o dificultan la compra y el uso de las
viviendas secundarias;
La liberación del tiempo de trabajo como requisito.
Cultura:
La vivienda secundaria como símbolo de estatus;
Valores asociados a la vivienda secundaria: ocio, postmaterialismo;
Ideología de la vivienda secundaria. Sedentarismo nómada;
b) Unidad de análisis colectivo. Al utilizar el nivel de análisis colectivo, el estudio se
centra en cómo se asienta la segunda residencia y sus discontinuos habitantes en el
espacio y el entramado social local.
Espacio:
Distribución de la vivienda secundaria dentro del territorio;
Factores de localización;
Apropiación de espacios de gran valor para las localidades. Uso y abuso del espacio;
Modificación del espacio;
Aumento de la urbanización;
Contaminación del medio ambiente. Consecuencias sobre la flora y fauna;
La distancia entre las viviendas secundarias y las principales;
Formación de espacios residenciales diferenciados;
Desequilibrios regionales e impactos en el sistema urbano;
Vivienda secundaria de fin de semana nacional y vivienda secundaria de vacaciones
nacional/internacional con relación a los grandes centros metropolitanos.
Economía:
Influencia en los mercados residenciales locales (¿presión al alza?);
Problemas de escasez de vivienda principal;
Beneficios económicos de la economía turística (empleo y renta en sectores de
construcción y servicios);
Dependencias locales de una base económica estacional.
Sociedad:
Integración de poblaciones flotantes y locales;
Temporalidad y sus consecuencias;
(Des)estructuración social;
Sedentarismo-nomadismo en un mismo espacio;
Características sociodemográficas y socioeconómicas de los propietarios de segunda
residencia. Lugares de origen.
Político-institucional:
Política urbanística, planificación: papel de la segunda residencia en el conjunto
territorial, apoyo o desincentivación;
Presupuestos públicos locales: gastos e ingresos producidos por la segunda residencia;
Deficiencias del marco legal y de los controles urbanísticos:
Cultura:
Ideología de la vida en función de los residentes secundarios;
Ocio y trabajo;
Encuentros y desencuentros culturales entre las poblaciones de residentes secundarios y
principales;
Aspectos lingüísticos;
Identidad comunitaria (de la sociedad local, de los residentes "secundarios");
Expansión de la cultura urbana en espacios "rurales" hasta hace poco.
Notas
[1] Sobre estos debates, Ritzer (2001) hace una buena síntesis.
[2] Eminentemente, porque pueden pensarse situaciones, no del todo descabelladas, en que la base del
hogar en el disfrute de la vivienda principal y secundaria varíe. Sería el caso de alguien que, teniendo
como vivienda principal la de sus padres, haya comprado y disfrute como propia una casa de recreo en la
playa.
[3] El hogar, puesto que son las verdaderas unidades residenciales, constituido por los individuos que
habitan una misma vivienda [principal, se entiende], a lo que puede añadirse que comparten gastos o que
comparten actividades comunes como la alimentación, independientemente del parentesco (Laínez, 2002,
475-476). En nuestra sociedad, los hogares tienen una gran relación con la familia (nuclear), y es probable
que, en el caso de las segundas residencias, su base familiar esté incluso más extendida, ya que, quizás, en
promedio, los hogares de base no familiar tengan más dificultades para afrontar el disfrute de la segunda
vivienda.
[4] Esta distinción entre viviendas secundarias y desocupadas es teóricamente importante, y tiene
implicaciones en los debates en torno a la provisión de viviendas como bien necesario. Sin embargo, en la
práctica, como se ha señalado corrientemente, la distinción es difícil de llevarse a cabo. Por ejemplo, los
agentes censales han de valorar si una vivienda está habitualmente deshabitada (definición de vivienda
desocupada) o es utilizada sólo parte del año, de forma estacional, periódica o esporádica (definición de
vivienda secundaria)
[5] Quizás por eso alguna definición de segunda residencia, como la de Dower señalada más arriba,
inciden en el componente subjetivo de la definición: "ocupada por alguien que la considera como
diferente de su primera residencia" (Dower, 1977, 160) (el subrayado es mío). En realidad, Dower señala
esta definición con relación a la legislación sobre exención de impuestos sobre incrementos de capital,
que sólo afecta a la primera vivienda, lo que debe acreditar el propietario. El Censo español de 2001 ha
preguntado por primera vez a los hogares si poseían segunda residencia; y, aunque existe definición
censal de viviendas secundarias, se supone que la contestación queda al libre albedrío de los censados.
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© Copyright Julio A del Pino Artacho, 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003
Ficha bibliográfica:
PINO, J. Aproximación sociológica a la vivienda secundaria litoral. Scripta Nova.
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