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UNIDAD IV: ÉPOCA MEDIEVAL. La pregunta por DIOS.
C
on la irrupción del Cristianismo, la historia en general y
la historia del pensamiento en particular sufre una
transformación, un cambio decisivo.
Aunque la filosofía había sido un “invento” de los griegos y
ellos eran los responsables de su puesta en marcha y de su
desarrollo; la filosofía griega representaba una superación de
la explicación mítico-religiosa de la realidad.
El Cristianismo por su parte no poseía una estructura
filosófica; no era una filosofía: eso no significa que el
cristianismo no tuviera una forma de pensar y de explicar las cosas. El cristianismo, con su lenguaje y
con sus formas de pensamiento, portaba una serie de ideas originales, inéditas, algunas por proceder de
una cultura distinta: la judía (oriente semita), y otras por proceder de un personaje histórico
excepcional: Jesucristo (independientemente del valor religioso que le podamos asignar)
Aportes del Cristianismo al pensamiento occidental a partir de su mensaje específicamente
religioso
1.
Presenta una RELIGIÓN REVELADA: las Sagradas Escrituras (la Biblia) no una obra humana,
sino LA PALABRA DE DIOS; allí es el mismo Dios el que nos dirige su palabra.
2. Dios es absolutamente trascendente respecto del mundo: Dios ha creado el MUNDO en un
acto libre de su voluntad: lo ha hecho de la nada.
3. El Dios cristiano – a través de la revelación y de la ENCARNACIÓN de su hijo Jesucristo – se ha
vuelto un Dios personal, preocupado por salvar, atender, redimir al hombre.
4. Como religión, el Cristianismo está interesado en la conversión del hombre: desea su vuelta a
Dios.
5. El creyente es alguien que acepta el mensaje revelado porque sabe que lo lleva a Jesús,
Camino, Verdad y Vida.
Algunas verdades son comprensibles y pueden ser descubiertas a través de la razón, pero otras
solo son conocidas a través de la revelación de Dios.
6. El Cristianismo al pensamiento y a la sociedad otras “verdades” desconocidas:
a. El amor al prójimo sobre todas las barreras posibles;
b. Revalorización del papel de la mujer;
c. Anulación de privilegios y de diferencias, por la invitación universal de salvación;
d. Nueva propuesta moral que compromete de manera integral a toda la persona
(llamado a la perfección)
e. Sentido de pertenencia a una comunidad de creyentes, que vive como valor no sólo
la fe en Dios sino el amor entre lo hermanos;
f. Un tipo de Dios que escandaliza por su “humanidad”
7.
El CRISTIANISMO es una RELIGIÓN, no es una filosofía. Pero en el cristianismo hay una serie de
presupuestos filosóficos: una concepción del hombre, de la vida, e la realidad, del mundo, del
destino, de la divinidad, etc.
La Fe: Diferente al Mito y la Mera Creencia Humana.
Frente al contenido de la Revelación, existe un acto de fe, donde se acepta lo que Dios nos dice.
Dicho acto puede irse perfeccionando en la medida que más se ejercita la confianza en Dios y Su
Palabra, por eso decimos que la fe es una virtud.
El contenido de la fe se asienta en la inteligencia, por tanto se vuelve necesario que la inteligencia
este justamente asociada a la Revelación, porque de lo contrario el entendimiento de la Revelación
es errado.
Es decir, el contenido y acto de fe no tienen posibilidad de error, pues el origen se encuentra en Dios,
por el contrario, si puede errar el entendimiento de ese contenido de fe, pues la fuente de ese
entendimiento es la inteligencia desordenada del hombre.
Por tanto, la fe nunca se equivoca. La fe es el conocimiento que yo obtengo por la aceptación de lo
que Dios me revela. Es decir, de lo que la Verdad misma me revela. La fe, no proviene de un invento o
una fabula humana, sino que tiene su origen en Dios mismo. Por ello es que tenemos fe. Pues si no se
originara en Dios, no habría razón por la cual creer en dicha Revelación.

Reconociendo entonces que la fe cristiana tiene origen en Dios, sabemos que esta no es un
mito.
Un mito, nos dice la Real Academia Española, es una “narración maravillosa situada fuera del
tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia
interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad”. El mito no es
algo real, verdadero. Más, la fe cristiana tiene como contenido Verdades, y lo sabemos
porque la garantía de ello es la Verdad misma que se reveló.

Por su parte, la fe cristiana tampoco debe confundirse con una mera creencia humana.
Una creencia, nos dice la Real Academia Española, implica un “firme asentimiento y
conformidad con aquello de lo que se tiene noticia”. Así, yo puedo creer en otra persona
humana, como también puedo creer en Dios. Cuando creo en Dios, previamente tengo que
tener en cuenta que quien se revela es la Verdad misma, por tanto no puede engañar, no
quiere engañar, ni se puede equivocar.
Relación Fe y Razón.
Catecismo de la Iglesia Católica.
“Art. 158: “La fe trata de comprender”: es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a
Aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más
penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida en amor.
Art. 159: “A pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber desacuerdo entre
ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios y comunica la fe, ha hecho descender en el
espíritu humano la luz de la razón, Dios no podría negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir
jamás a lo verdadero”. “Por eso, la investigación metódica en todas las disciplinas, si se procede de
un modo realmente científico y según las normas morales, nunca estará realmente en oposición con
la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios”.
“9. «Hay un doble orden de conocimiento, distinto no sólo por su principio, sino también por su
objeto; por su principio, primeramente, porque en uno conocemos por razón natural, y en otro por
fe divina; por su objeto también porque aparte aquellas cosas que la razón natural puede alcanzar,
se nos proponen para creer misterios escondidos en Dios de los que, a no haber sido divinamente
revelados, no se pudiera tener noticia». La fe, que se funda en el testimonio de Dios y cuenta con la
ayuda sobrenatural de la gracia, pertenece efectivamente a un orden diverso del conocimiento
filosófico. Éste, en efecto, se apoya sobre la percepción de los sentidos y la experiencia, y se mueve a
la luz de la sola inteligencia. La filosofía y las ciencias tienen su puesto en el orden de la razón natural,
mientras que la fe, iluminada y guiada por el Espíritu, reconoce en el mensaje de la salvación la
«plenitud de gracia y de verdad» (cf. Jn 1, 14) que Dios ha querido revelar en la historia y de modo
definitivo por medio de su Hijo Jesucristo (cf. 1 Jn 5, 9: Jn 5, 31-32).
Relación entre la Fe y la Razón.
1. El cristianismo y la fe deben rechazar la razón y la filosofía porque en ellas están las fuentes de
todos los errores: nunca la razón puede comprender la riqueza de las Verdades de la Fe. ¿Para qué
sirve recurrir a un instrumento falible?
2. Si la fe no acepta la “prueba de la razón”, no sirve, es muy frágil y por tanto debe ser eliminada.
Sirve solamente lo racional.
3. Razón y fe son dos tipos de “verdades” incompatibles entre sí: mientras se cree no se razona y
mientras se razona no se cree: hay una doble verdad: una filosófica y racional y otra, cristiana y de fe.
4. Fe y conocimiento racional son diferentes, pero no son opuestos: deben distinguirse, pero deben,
también, armonizarse: ambas proceden de Dios y buscan a Dios, pero siguen caminos diversos y
compatibles entre sí.
Introducción
Ahora bien, Dios se revela para que nosotros alcancemos la invitación recibida, pero dicha
invitación no puede ser aceptada plenamente si no conocemos a qué se nos invita, es decir, cómo
aceptamos el llamado si no sabemos a qué somos llamados. Por eso, se vuelve necesaria la razón,
que buscando saber a qué se nos invita, desde sus fuerzas naturales, trabaja para atender el mensaje
Divino. Así, nos encontramos con dos caminos que recorre la razón para entender qué nos dice Dios:
El primero, que parte de lo captado por nuestros sentidos, experiencia, y se eleva a las verdades
inteligibles: la filosofía, por ejemplo: el contenido de lo Revelable; el segundo, que parte de la
Revelación misma e intenta entender lo que dice la autoridad Divina. De modo que el primer camino
no llega a conocer si quiera la posibilidad de la existencia de los Misterios Divinos, es decir no tiene
posibilidad de encontrarse, de preguntarse por la existencia de aquello que nos excede y que no
podemos alcanzarlo con nuestro entendimiento ya que supera nuestras capacidades naturales.
El primer camino, el del creyente que filosofa, constituye el camino de la filosofía cristiana.
Por poseer el don sobrenatural de la fe, por creerle a Dios, cree en lo que Él ha revelado, en los
misterios, y los tiene presentes en su filosofar, que parte de la evidencia racional de lo real. El
segundo camino parte de la Revelación misma, de los misterios contenidos y se esfuerza con la razón
por entender, esto a lo que adhiere, dentro de sus límites, sin lograr nunca abarcarlos, dado que
sobrepasan la capacidad de la razón.
Por todo, vemos que la razón no es contraria a la Revelación sino que colabora para el
entendimiento de la misma; pero también vemos que esta colaboración con el entendimiento de la
Revelación no es comprensión, no es agotamiento de la Revelación y de todas aquellas novedades
introducidas por Cristo. Por tanto, de esta manera se nos hace más fácil entender que si bien la razón
colabora con el esclarecimiento del contenido de la fe, la razón o algún filósofo nunca podrían
alcanzar la totalidad de la Revelación, porque no es abarcable por la inteligencia humana. En aquel
que posee el don de la fe, la razón le permite descubrir a éste que la fe es supraracional, es decir, que
hay algo que descubre que de su contenido puede razonarse o entenderse y algo que lo excede. Así
por ejemplo: 1) los griegos lo más que lograron en sus planteos teóricos fue pensar en la necesidad
de un Primer Motor Inmóvil del cosmos; pero no en un Dios Creador de todas las cosas visibles e
invisibles; 2) los griegos desembocaron en una especie de maniqueísmo cosmológico en donde el
amor tenía que vencer al odio, pero ninguna formulación helénica concibió el amor incondicional
como eje de la Historia.
Primeros Cristianos: Época Apologética y Patrística.
Los primeros cristianos que se ocuparon de analizar el mensaje de Cristo fueron influenciados
por los pensamientos de su época: el platonismo primariamente, y el aristotelismo luego.
Considerando al Platonismo, vemos cómo su esquema tenía varias similitudes con el del
cristianismo y a eso se debe su influencia sobre los primeros pensadores, dado que en él se
encuentra la idea de la existencia de dos mundos: el inteligible o suprasensible y el sensible: 1) El
mundo sensible es el mundo material, imperfecto, copia del inteligible; 2) El mundo inteligible, en
cambio, es el mundo perfecto, donde habitan los dioses y las ideas. Como también el hecho de que
en estos dos mundos se encuentra el alma del hombre, pues cae en un cuerpo que es sepulcro del
alma, ya que la condena a vivir en un mundo aparente hasta la corrupción de aquel, para volver al
mundo inteligible.
Sin embargo, cabe destacar que los cristianos sabían, pese a todo, que Platón no llegó a
afirmar la existencia de un Dios Creador y personal. Eran conscientes, en definitiva, de que su visión
del mundo era “limitadamente” helénica, aunque veían en Platón elementos de encuentro y de
diálogo. Y esto es tan cierto, que la simbiosis platonismo – cristianismo no se produjo
instantáneamente. La instrumentalización de la Filosofía grecolatina dentro del cristianismo fue tan
intensa como problemática, y por ello siempre debió reformular a la primera.
Durante el siglo I los principales autores cristianos serían los Apologetas. Una apología es
una defensa o alegato ante el Emperador sobre el culto cristiano.
En el siglo III y IV se desarrolló la Patrística que refiere al conjunto de las obras cristianas que
datan del tiempo de los Padres de la Iglesia. En principio designa a todos los escritores eclesiásticos
antiguos, muertos en la fe cristiana y en comunión con la Iglesia; de modo estricto, un Padre de la
Iglesia debe presentar cuatro características: A) Ortodoxia Doctrinal, B) Santidad de Vida, C)
Aprobación por parte de la Iglesia, D) Antigüedad Relativa hasta aproximadamente finales del siglo
III. Así, cuando falta la antigüedad, pero presenta todas las otras características, se llama a tales
autores: Doctores. Por ejemplo: el Doctor Angélico, Santo Tomás de Aquino.
Dentro de los Padres, podemos ver a Clemente de Alejandría (150 – 215), a Orígenes (185-254)
En su comunión, la fe y la razón nos permiten formular las llamadas Teologías Positiva y
Negativa. La primera nos habla de un conocimiento de Dios por analogía, es decir, se resalta la
posibilidad de seguir las huellas de Dios a partir de lo creado: Ley Eterna, Ley Natural, Ley Positiva. La
segunda nos habla de un conocimiento de lo que Dios es por medio de la afirmación de que Dios no
es la creación, es decir, Dios no es por ejemplo la bondad que nosotros conocemos en las creaturas,
sino que es mucho más que esa conceptualización que podemos hacer de Él, ya que Él es
inabarcable. Esto se llama Teología Superlativa.
San Agustín de Hipona. (354-430)
En el año 312 se convirtió Constantino al cristianismo, y al año
siguiente dictó el Edicto de Milán por el que se concedía libertad al
cristianismo en el Imperio Romano.
San Agustín nació en Hipona en el año 354, años después que
San Ambrosio y San Jerónimo; en el marco del Concilio de Nicea,
convocado para condenar a la secta arriana que exponía la herejía de
que Cristo no era Dios; y poco antes de la invasión bárbara al Imperio
Romano de Occidente.
Agustín, persona inquieta, iba de filosofía en filosofía buscando la verdad, como él mismo
relató en su obra autobiográfica: Las Confesiones. Al final se convirtió al cristianismo, fue bautizado
por San Ambrosio, posteriormente pasó su vida en Hipona, donde murió en el año 430 cuando los
vándalos asediaban la ciudad.
A este pensador no solamente apasionado, sino sobre todo entusiasmado no le preocupaba
el conocer meramente teórico, sino el conocer vivencial, la cercanía raciocordial y totalizante
respecto de la realidad, convencido de que lo importante es “soy amado, luego existo”: porque Dios
me ama descubro lo profundo de mi existir.
Por ello, para llegar a Dios lo necesario es la interiorización, puesto que Dios ilumina al
hombre interior, aquel que profundiza tanto en sí mismo que encuentra a quien realmente está en el
fondo, Dios mismo. Sólo volviendo sobre sí mismo encuentra, quien busca, el fundamento de su
amor.
Así, el camino del conocer que por iniciativa del alma vuelca sobre los sentidos su propia
actividad, parte del mundo de los cuerpos mudables, es decir de los sentidos, para volver sobre la
inteligencia; O sea, el hombre para conocer va de lo exterior a lo interior, y luego de la parte inferior
del alma, a la parte superior del alma o de la interioridad, vecina de donde Dios se encuentra, y por
ello donde se encuentran las ideas y la captación de lo inmutable que Dios infunde en nosotros.
Ahora bien, si el alma contiene en sí misma las reglas e ideas con que ha de guiar a los
sentidos es porque las recibe de Dios. Las ideas que Dios pone en la mente antes de nuestro
contacto con los sentidos no las tiene la mente en sí misma como algo propio, sino que pertenecen a
Dios. Es el Espíritu divino el que vive en nosotros y nos sostiene ayudándonos a conocer. Sin Dios
andaríamos a ciegas.
Todo ser humano es iluminado por Dios. La persona descubre en los actos de su vida
espiritual, en el pensar, en el sentir y en el querer, verdades eternas, inmutables y necesarias. Podrá
el ser humano pasarlas por alto, desatenderlas, contradecirlas, rebelarse contra ellas; pero ellas
permanecerán inmutables en su interior, porque tales verdades no tienen su asiento en el espacio ni
en el tiempo perecederos, sino que detrás de ellas se revela otro orden y otra jerarquía procedente
de Dios.
Ahora bien, si, iluminando sus sentidos, detrás de cada uno de los seres humanos se
encuentra Dios, no solo será para darle a conocer la verdad, sino para que el hombre la siga, es decir,
haga el bien.
Dios ha puesto en el mundo una Ley Eterna que manda conservar el orden natural y prohíbe
destruirlo. Tal ley eterna es precisamente la Voluntad de Dios. La Ley Eterna es el fundamento de la
Ley Natural, reflejo del orden de Dios en la naturaleza entera. Y a su vez la Ley Positiva humana, en la
medida en que refleje por su parte el orden natural, y sólo en la medida en que lo refleje, será
plausible. Por ello, el mal en el mundo, que San Agustín lo entendió como privación del bien debido
en una naturaleza que debería poseerlo. Es el orden el que permitiría la vida feliz al hombre, es decir,
orientada a Dios.
Guía de lectura.
1. Resuma el pensamiento de San Agustín
2. Haga un listado de aquellas partes del texto que le resulten dificultosas.
3. ¿Cómo se da el conocimiento según San Agustín?
Alta Escolástica.
El contexto histórico y cultural en que se desarrolló la vida de Tomás de Aquino (1225-1274) es
el del apogeo de la Alta Edad Media, o sea, el tiempo del esplendor medieval, es decir, de las luces de
la edad cristiana.
En la Alta Edad Media, entre los cristianos, se conocían solo algunas obras aristotélicas por
medio de las traducciones del “último de los romanos” Boecio (S. V-VI); Por tanto el conocimiento de
Aristóteles era escaso, y debido a que el platonismo presentaba en principio una mayor similitud al
cristianismo, por lo general se solía rechazar al aristotelismo o al menos no prestarle mucho interés.
Así, tras la caída del Imperio Romano, Occidente perdió el contacto que había mantenido
con el pensamiento filosófico griego, aunque el platonismo aún predominaba. Mientras tanto, un
fenómeno nuevo había hecho aparición: en el primer tercio del siglo VII Mahoma predicaba otra fe, la
religión islámica. Desde Arabia, su país de origen, el Islamismo se extendió por Oriente y Occidente.
De modo que, cuando los árabes conquistaron Siria entraron en contacto con algunos reductos de la
Filosofía griega aun existentes, entre ellos espacios aristotélicos.
A la Universidad de París, entonces capital intelectual de Occidente, llegó la obra aristotélica
casi íntegra, comentada por Averroes. Autor que propone tres afirmaciones básicas, extraídas
supuestamente de Aristóteles: La Eternidad del Mundo, La Mortalidad del Alma y la Teoría de la
Doble Verdad1. Por lo cual, los cristianos en general rehusaban la filosofía aristotélica.
Santo Tomás de Aquino. (1224-1274)
Santo Tomás se inserta en medio de toda esta problemática. Él
rechazaba la interpretación averroísta de Aristóteles, aunque admiraba
mucho sus comentarios, y reasumió al propio Aristóteles procurando
compatibilizarlo con correcto entendimiento de la fe cristiana.
De Aristóteles entonces, pudo rescatar: 1) La teoría de las cuatro
causas: formal, material, motriz y final. 2) La definición del movimiento
1
La fe puede afirmar una cosa, mientras que la razón puede afirmar su contraría. Es decir, pueden existir, por tanto,
determinadas tesis que siendo falsas según la fe, sean verdaderas según la razón.
como “El acto de lo que está en potencia en cuanto que está en potencia”, y la anterioridad del acto
respecto de la potencia, así como la división del movimiento en sustancial y accidental, y éste en
cuantitativo, cualitativo y local. 3) La distinción entre sustancia y accidentes. 4) La composición
hilemórfica de las sustancias materiales, las cuales constan de materia y forma.
Los elementos del macedonio, sin embargo, fueron completamente transformados cuando
comenzaron a formar parte de la doctrina del Aquinate, pues en ésta se tiene presente el dato
revelado de la creación. Así, si bien se mantiene la misma noción de la causalidad formal, se introduce
una nueva causalidad que refiere a la eficiencia.
Santo Tomás sostiene, como Aristóteles, que las sustancias poseen una esencia compuesta
por una materia en potencia respecto a la forma, y una forma que informando a la materia, la
actualiza. Pero añade que existe en el ente, es decir, en lo que es, otra composición que le permite
ser tal. Por un lado la essentia, y por otro el esse, o también llamado acto de existir. Así, el ente se
compone de una esencia, es decir el principio que lo hace ser tal cosa y no otra, y un acto de ser, es
decir el principio que lo hace ser o existir.
De este modo, en cuanto a la constitución formal de la sustancia, Santo Tomás concuerda
con Aristóteles, pero le agrega (ya que Aristóteles no lo logró ver) el esse, descubierto por reconocer
la existencia de una causa última eficiente. Sostiene pues que el ente tiene un acto de existir que no
pertenece al orden de la esencia, sino que es un principio diferente que hace que “lo que”: sea. Pero
el ente no es ese acto de existir, lo tiene y le ha sido dado, ya que el ente no explica la causa de su
ser, su existir desde sí mismo, sino que su existencia es dada por Dios, que la crea. Y Dios siendo El
que Es, el Esse Subsistente En Sí Mismo, es capaz de crear puesto que en Él esencia y acto de ser o
existencia se identifican, o sea, no tiene existencia, sino que es el Ser. Es decir, al preguntar por la
esencia del hombre decimos que es un animal racional y en su esencia no está implicada su
existencia, pero si preguntamos por la esencia de Dios, decimos que su esencia es su ser, su existir:
Dios Es. Y en cuanto que Él es el mismo Ser, se explica de dónde procede el existir de los entes, pues
Él los crea libremente.
Guía de lectura.
1. ¿Por qué crees que Santo Tomás no niega el aporte que hizo el pagano Aristóteles?
2. ¿Cuáles son los principios fundamentales que ve Santo Tomás?
3. ¿Qué es Dios? ¿Por qué crees que se diferencia del hombre?
Ahora bien, en lo que respecta a cada individuo humano, Santo Tomás dice que es un ente
cuya esencia está compuesta por alma y cuerpo, siendo a su vez el alma principio de vida, es forma y
acto del cuerpo. A su vez el alma posee potencias o facultades que tienen determinadas capacidades
de obrar y que, sin abandonar ni por un momento esa unidad que caracteriza al alma, se encargan de
especializarse en el conocimiento de los objeto y del mundo en general.
Santo Tomás distinguió cinco potencias2: a) vegetativa, que pertenece a la vida en su ínfimo
grado, como se da ya en las plantas; b) sensitiva, que proporciona las sensaciones; c) apetitiva, que
comprende las tendencias instintivas de los animales y del ser humano; d) locomotora, que abarca lo
relativo al movimiento; e) intelectiva, que es la potencia puramente espiritual del pensar y del amar
libre. Es ahí donde, según Tomás, radica nuestra superioridad sobre el resto de las criaturas de este
mundo y en donde reside nuestra mayor cercanía a Dios, pues, según este autor, y a diferencia de lo
que sostenía Aristóteles y toda la filosofía griega, el alma ha sido creada directamente por Dios en el
momento de la concepción del cuerpo. En este sentido, los seres humanos aparecen de un modo
sublime como hijos de Dios en tanto en cuanto su alma, es infundida a cada uno particularmente por
Dios.
Guía de lectura.
1. ¿Cómo entendería Santo Tomás la estructura antropológica?
2. ¿Dónde se encuentra el acto de existir: en el alma o en el cuerpo? ¿Y la esencia?
3. ¿Qué es el hombre? ¿Por qué ves que se diferencia de Dios?
Ahora bien, respecto a la intelección, Tomás señala que el modo de conocimiento parte de
las observaciones de la experiencia sensible que capta datos singulares y concretos, de los cuales se
predica algo3. Por ejemplo: Aquel árbol es verde. Si el intelecto se adecuó a la realidad para decir
eso, hablamos de Verdad, de modo contario su falta de adecuación es falsedad.
Por medio de la abstracción pasamos de la individualidad de las percepciones sensibles a la
universalidad de los conceptos, por ejemplo: decimos “árbol” para referirnos a cualquier árbol,
aunque en principio solo vimos uno. Así, en el proceso abstractivo, pueden distinguirse los siguientes
momentos: 1) los sentidos, que perciben lo individual, 2) la imaginación, que registra y evoca una
imagen de lo percibido. Allí lo primero que reconoce mi inteligencia es que estoy en presencia de un
ente, de algo que es, de algo real, 3) luego el entendimiento activo, abstrae y universaliza el
contenido esencial de la imagen, 4) y el entendimiento pasivo, que formula el concepto universal
correspondiente.
Otro orden de conocimiento es el de la fe, que consiste en un acto del entendimiento movido
por la voluntad que, asistida por la gracia de Dios, se hace capaz de aceptar las verdades reveladas
que no comprende (encierra) por superar las posibilidades del entendimiento humano, pero que sin
embargo sí puede atender con la razón para profundizar sobre lo dado. Así, en la relación entre fe y
razón podemos ver que: 1) la razón puede hacer propuestas que están en desacuerdo con la fe y por
tanto dichas proposiciones son falsas; 2) la razón puede descubrir por sí algunas verdades reveladas
(revelabile); 3) la teología se sirve de la razón para entender mejor su fe.
2
Las potencias Vegetativa, Sensitiva y Racional responden a grados de vida, mientras que las potencias apetitivas y
locomotoras no configuran dos grados de vida independientes de la vida sensible e intelectiva.
3
Siempre se predica su existencia. Ya que todo juicio predicativo supone el juicio existencial. Por ejemplo: juicio de
existencia: Sócrates es (existe); juicio predicativo: Sócrates es griego.
Mientras que las relaciones teología y filosofía, de modo análogo a la fe y la razón coinciden
en ser ordenes de conocimiento, la filosofía y la teología son dos ciencias distintas, cuyos puntos de
partida son diversos: en filosofía se parte de principios que son evidentes para la razón humana; en
teología, los principios son evidentes para Dios, y como no lo son para nosotros, solo los conocemos
por la revelación, y partiendo de ella utilizamos la razón para entenderla.
Respecto a la persona religiosa que cree, si valora lo que cree, Santo Tomás considera que
intentará entender su fe racionalmente; más aún, siendo que la razón no deja de ser ella misma,
puede demostrar a posteriori algunas verdades que son punto de partida de la fe, como: la existencia
de Dios.
Guía de lectura.
1. ¿Cómo conoce racionalmente el hombre según Santo Tomás? la
2. ¿Qué es la fe?
3. ¿Qué diferencia hay entre aceptar y comprender?
4. ¿Quién esta en el error cuando se encuentra la fe en desacuerdo con la razón? ¿Por qué?
5. ¿Qué diferencia hay entre Teología y Filosofía con la fe y la razón?
PRUEBAS RACIONALES DE LA EXISTENCIA DE DIOS
Argumento A-Priori
Independientemente de la experiencia que el ser humano contempla, el primer argumento se basa
exclusivamente en datos de la razón y postula la existencia de Dios por la necesidad lógica que el
argumento desarrolla
Argumento Ontológico de SAN ANSELMO
1. El ateo dice en su interior: Dios no existe;
2. Pero cuando piensa la palabra Dios lo define como “aquello mayor de lo cual no puede
pensarse”, aunque afirme que no existe;
3. Si Dios es aquello mayor que lo cual nada puede pensarse, entonces no puede existir solo en el
entendimiento de quien lo piensa, porque no sería aquello mayor de lo cual nada puede
pensarse, ya que hay otros seres que no sólo existen en el entendimiento de quien los piensan
sino en la realidad y, por lo tanto, serían mayores que Dios;
4. Dios, como aquello mayor de lo cual nada puede pensarse existe no sólo en el entendimiento,
sino en la realidad;
5. Dios, por lo tanto, necesariamente existe, y el ateo entra en contradicción lógica consigo mismo
cuando niega su existencia;
Argumento A-Posteriori.
El punto de partida, siempre, son los datos de la experiencia, de la realidad; contemplándola es posible
encontrar los caminos (=vías) para llegar a Dios, a quien de un u otra manera se lo considera el autor,
causa o razón de todo lo existente