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Transcript
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Sexto Año. Ciencias Sociales.
Comisión 2
Prof. Rosana Rodríguez
Un mundo globalizado
Desde hace un par de décadas, y de manera creciente, el vocablo “globalización” es utilizado de
manera profusa, no solo en los círculos académicos, sino que es materia permanente del debate
público. Todo lo que ocurre en el mundo, sea positivo o negativo, parece ser consecuencia de la
globalización. Sin embargo, no existe una definición precisa ni consensuada de su significado...
Como una primera aproximación, la expresión misma alude a un fenómeno global o de escala
planetaria, que puede entenderse como opuesto a lo local o nacional. La impresión es que el mundo
está más interconectado que antes y ello se debe básicamente a los adelantos tecnológicos, en
especial a los avances en la difusión de la información.
“La globalización es un proceso social, histórico, no lineal y multidimensional que ha
ampliado la escala, magnitud, aceleración y profundización de los flujos y patrones de
interacción social, más allá de los límites geográficos de los Estados-nación”
Carlos Parodi (2005) Globalización. ¿De qué y para qué? En Lecciones de la historia
Ed. Universidad del Pacífico. Lima (Perú)
Pero ¿qué es la globalización, un concepto nuevo que define un proceso nuevo, o un concepto
nuevo que renombra y moderniza un proceso con un desarrollo histórico prolongado? La
globalización es un término que intenta definir un estructura de relaciones económicas que abarca
todo el planeta, en la que las condiciones de vida de una localidad están influenciadas por las
relaciones económicas que ésta mantiene con el resto del globo y por las relaciones económicas que
se mantienen en el resto del planeta sin la consideración de esta localidad. No obstante, la
estructura global de la economía no es un proceso nuevo, hay autores que consideran que existe
una economía globalizada desde finales del siglo XIX, cuando todos los territorios del planeta
estaban bajo el dominio comercial de las potencias europeas. Mientras que otros autores sitúan el
inicio de la globalización en el Descubrimiento de América. Aunque, también podríamos encontrar
ejemplos de economías globalizadas en tiempos pretéritos; el Imperio Romano sería un claro
ejemplo, al relacionar económicamente todo el mundo "conocido".
Antonio Algaba Calvo y Clécio Azevedo da Silva (1997) La aproximación de la geografía a la globalización. En Biblio
3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona, nº 51.
Ciertamente, se ha incrementado la sensación en muchas personas, de que sus vidas y opciones
económicas no están determinadas por ellas mismas ni por sus gobiernos, sino por fuerzas externas
sobre las cuales no tienen control. De esta manera, la globalización puede entenderse como una
tendencia creciente, no solo económica, sino también política, social y cultural.
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La globalización es un proceso social, histórico, no lineal (en el sentido que puede acelerarse o
desacelerarse) y multidimensional caracterizado por cuatro tipos de cambios relacionados entre sí:
 Una ampliación del espacio geográfico, más allá de las fronteras de cada país, donde se
llevan a cabo las relaciones sociales, políticas y económicas.
 Una intensificación o aumento de la magnitud de la interconexión de los flujos de
comercio, inversión, finanzas, patrones culturales, etc.
 Un aumento de la velocidad en las interacciones y procesos globales. El desarrollo de los
sistemas mundiales de transportes y comunicaciones ha incrementado la velocidad de la
difusión de ideas, bienes, información y capitales, entre otros.
 Los tres cambios anteriores, que podrían resumirse en un nivel de interconexión y redes de
interdependencia jamás visto, han determinado que eventos que ocurren en lugares
geográficamente distantes, generen un impacto profundo sobre otros.
La globalización, al tratarse de un proceso, no tiene una fecha precisa de inicio. Está conectada con
los orígenes del Capitalismo (Siglo XV), estando vinculados con el descubrimiento de América por
parte de Cristóbal Colón en 1492 y con los viajes de Vasco da Gama en 1498. Hasta que sucedieron
estos acontecimientos históricos, no existía un Orden Mundial de alcance planetario. Ambos
hechos, que determinaron la presencia de europeos en África, Asia y el denominado Nuevo
Mundo, crearon, por primera vez, un mercado de productos de dimensión planetaria
CAPITALISMO
MERCANTIL
CAPITALISMO
INDUSTRIAL
CAPITALISMO
MONOPÓLICO
CAPITALISMO
FINANCIERO
Época
Siglos XVI y XVII
Fines Siglo XVIII
Principios Siglo XX
Fines Siglo XX
Centro de poder
económico
Potencias marítimas
de ultramar
(Portugal, España,
Inglaterra, Francia)
Inglaterra
Estados Unidos
EE.UU, Japón y Unión
Europea
Tecnología
Limitada
Primera Revolución
Industrial: máquina
a vapor
Tercer Revolución
Industrial:
microelectrónica
Transporte y
Comunicaciones
Navegación a vela
Barco a vapor
Ferrocarril,
Automotor,
Telegrafo
Segunda
Revolución
Industrial: motor a
combustión
Avion, Radio,
Television,
Telefono
Informática Internet
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EL SISTEMA MUNDIAL
El espacio mundial en el contexto de la globalización se presenta como un “sistema” en el cual cada
componente (países) tiene un rol asignado para participar. De esta manera se establece en cada
circunstancia histórica un determinado “Orden Mundial”.
La expresión “orden mundial” se utiliza para identificar el equilibrio de poderes entre los actores
políticos (Estados, agrupaciones interestatales, bloques regionales), que se presenta en momentos
históricos caracterizados por grandes cambios políticos, ideológicos, sociales y económicos del
mundo.
Actualmente, los Estados pueden reconocerse en tres agrupamientos, que son representados por
organizaciones que actúan en el contexto internacional:
SISTEMA
MUNDIAL
PAÍSES
O
DESARROLLADOS
PAÍSES DE DESARROLLO INTERMEDIO
INDUSTRIALIZADOS
PAÍSES SUBDESARROLLADOS
O EMERGENTES
G7
G 20
G 77
(Grupo de los 7)
(Grupo de los 20)
(Grupo de los 77)
ESTADOS UNIDOS
CANADÁ
G7
BRICS
ALEMANIA
RESTO
ARABIA SAUDITA
REINO UNIDO
BRASIL
FRANCIA
RUSIA
ITALIA
INDIA
JAPÓN
CHINA
ARGENTINA
AUSTRALIA COREA DEL SUR
INDONESIA
MÉXICO
TURQUÍA
UNIÓN EUROPEA
SUDÁFRICA
El Grupo de los 7 (G7) está integrado por los países más industrializados y ricos, cuyo peso
político, económico y militar es muy relevante a escala mundial.
Los orígenes del G7 se establecen en marzo de 1973, cuando, a petición del Secretario de Tesoro
estadounidense, George Shultz, se reunieron los ministros de finanzas de las seis potencias
económicas mundiales, conformando un grupo de seis países: Estados Unidos, Japón, Alemania,
Italia, Francia y el Reino Unido. En 1976 el Grupo pasó a ser de 7 miembros con la incorporación
de Canadá y a partir del año 2002 se integro Rusia como miembro. Paso a llamarse G8 o Grupo de
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los 8, sin embargo , en marzo de 2014, y a raíz de la tensión provocada entre las principales
potencias occidentales y Rusia por la declaración de independencia de Crimea de Ucrania y su
posterior incorporación a la Federación Rusa, los antiguos miembros del G7 acordaron boicotear el
encuentro previsto en Sochi (Rusia) y reunirse alternativamente en Bruselas, declarando que no
habría más encuentros con Rusia en el contexto del G8 hasta nuevo aviso. Rusia no fue expulsada
del grupo pero tampoco no ha sido invitada a las reuniones cumbres en los años 2014, 2015, 2016 y
2017.
Los representantes de estos siete países se reúnen anualmente en lugares pertenecientes a alguno de
los miembros en la llamada “Cumbre de los 7”. La finalidad de estas reuniones es analizar el estado
de la política y las economías internacionales e intentar aunar posiciones respecto a las decisiones
que se toman en torno al sistema económico y político mundial. A lo largo del año, los ministros de
economía, comercio, relaciones exteriores, medio ambiente, trabajo, etc., se encuentran para ir
preparando la Cumbre anual, acercando posiciones y negociando consensos. A pesar de la
relevancia de estas cumbres, las discusiones del G7 no son abiertas. No existe transcripción de las
mismas y los documentos preparatorios, aun siendo elaborados por funcionarios públicos de los
países miembros, son generalmente también secretos y muy raramente salen a la luz pública. Los
únicos documentos totalmente públicos son las declaraciones finales.
Gran parte de las líneas de acción que llevan adelante los países del G7 buscan profundizar los
procesos que permitan la libre circulación (sin barreras de los gobiernos) de mercaderías,
información e inversiones. Defienden de esta manera los intereses de empresas multinacionales
nacidas en sus territorios en el marco de un mundo globalizado.
A pesar que las cuestiones tratadas son, principalmente, políticos y económicos, la agenda del grupo
se ha diversificado para incluir temas como medio ambiente, desarrollo, narcotráfico y terrorismo.
El Grupo de los 20, o G20, es un grupo de países formado en 1999 por los miembros del G7, doce
países recientemente industrializados de todas las regiones del mundo, y los países de la Unión
Europea que no pertenecen al G7. Los países reunidos en la Cumbre del G-20 representan el 80 por
ciento de la población de la Tierra y generan casi el 85 por ciento del Producto Bruto Mundial. El
G-20 fue diseñado especialmente para enfrentar situaciones de crisis financiera y económica
Dentro del G 20 se destacan los países BRICS, sigla que se refiere al conjunto formado por Brasil,
Rusia, India , China y Sudáfrica, que tienen en común una gran población (Rusia y Brasil por
encima de los ciento cuarenta millones, China e India por encima de los mil cien millones), un
enorme territorio (casi 38.5 millones km²), lo que les proporciona dimensiones estratégicas
continentales, una gigantesca cantidad de recursos naturales y, lo más importante, las cifras
que han presentado de crecimiento económico en el comercio mundial han sido enormes en
los últimos años, lo que los hace atractivos como destino de inversión.
Los principales economistas del mundo, argumentan que el potencial económico de los
BRICS es tal, que pueden convertirse en las economías dominantes hacia el año 2050.
También predicen que China e India, respectivamente, serán los proveedores dominantes de
tecnología y de servicios en el mundo, mientras que el Brasil y Rusia llegarán a ser
semejantemente dominantes como proveedores de materias primas, aunque los dos últimos
ya empezaron a aumentar de manera estupenda sus parques industriales.
Brasil en particular, es el principal interlocutor entre el G7 y América Latina.
El G-77 o grupo de los 77 es un grupo de países de menor desarrollo creado en 1964, con el
objetivo de ayudarse, sustentarse y apoyarse mutuamente en las deliberaciones de las
Naciones Unidas. Originalmente nació con 77 países miembros pero actualmente
representa a 133 países. Si bien China es la segunda economía del mundo, posee un 30%
de su población como pobre por lo que integra también este grupo que se lo llama también
“G77 + China”
Algunas naciones del G20 como Argentina o Brasil, también componen este grupo. Otras
como lo han abandonad, como México, en 1994 para integrar la OCDE.
El G77 realiza declaraciones conjuntas sobre temas específicos, y coordina un programa de
cooperación en campos como el comercio, la industria, la alimentación, la agricultura, la
energía, materias primas, finanzas y asuntos monetario
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A nivel económico, el G77 representa el 60% de la población mundial, un 31,42 % del
producto interno bruto (PIB) global, un 37% de las exportaciones y un 33,8 % de las
importaciones,
La “Triada” del poder
Se denomina “Tríada Económica” a las tres regiones que dominan (o han dominado hasta ahora) la
economía mundial. Fue el economista japonés Kenichi Ohmae quien popularizó este término, en su
libro (1985): Triade Power: The Coming Shape of Global Competition.
Los tres polos de poder de la Triada son:
 Norteamérica (EEUU y Canadá)
 Europa Occidental
 Japón-Corea del Sur-Australia-Nueva Zelanda
Estos tres pilares del crecimiento económico global y de las políticas internacionales cuentan con
tres “cabezas” que lideran al mundo entero: Estados Unidos, Alemania-Francia-Reino Unido y
Japón
Los países de La Tríada realizan entre ellos el 80% del comercio mundial, el 70% de la producción
mundial y el 90% de las operaciones financieras. Además de liderar la economía y las finanzas, en
ellos tienen lugar el 80 % de los nuevos conocimientos científicos.
Son los actores principales y esenciales de la mundialización y de la internacionalización.
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LOS PAÍSES EMERGENTES
Por Juan Pérez Ventura. 2/ 9/ 2012. En http://elordenmundial.com/
Un cambio en el orden mundial actual puede no ser una idea tan alocada. El envejecimiento de los
países desarrollados y las continuas crisis económicas del mundo occidental son realidades
incuestionables. Estados Unidos se ha visto desplazado de su puesto de potencia número uno, y en
su lugar se presenta hoy en día un país que parece no tener límites en su expansión: China.
Teniendo en cuenta que una de cada seis personas en el mundo es china, no es de extrañar que el
gigante asiático lidere los rankings de consumo, producción y comercio.
Pero aparte del caso de China, que ya es una realidad en la actualidad, encontramos una serie de
países que se posicionan como serios candidatos a liderar el mundo en un futuro quizás no muy
lejano. Países como Brasil, India, Rusia, México o Indonesia ya están adelantando puestos en el
ranking mundial de países más ricos (por PIB nominal), dejando atrás a otros como Italia, España,
Suecia, Noruega, Canadá, Holanda… etc.
En este apartado analizaremos el cambio desde el centro hacia la periferia que se está dando en la
actualidad y desde hace pocos años. A través de una serie de acrónimos repasaremos los países que
están llamados a desbancar a las potencias tradicionales y a liderar la economía mundial. BRIC, N11, NIC, MIKT, VISTA, CIVETS… todas estas siglas hacen referencia a las nuevas economías que
se están desarrollando a lo lejos, al otro lado de los océanos, y que poco a poco van llegando y
desembarcando en las costas de Occidente, amenazando a la supremacía de la que habían disfrutado
durante siglos las potencias tradicionales.
Los ladrillos: Brasil, Rusia, India y China
El acrónimo BRIC apareció por primera vez en 2001, de la mano de Jim O’Neill, presidente de
Goldman Sachs Asset Management. Este elocuente acrónimo hace referencia a Brasil, Rusia, India
y China, y al mismo tiempo significa ladrillo. La idea es sencilla: estos cuatro países se presentan
como los ladrillos de la economía mundial. Son los países que van a liderar la economía en las
próximas décadas. De hecho, ya lo están haciendo. Uno de los datos que más evidencian la
importancia de los BRIC en la economía mundial es su participación en las reservas de divisas. Los
cuatro países están entre los diez mayores acumuladores de reservas. Los BRIC representan más del
40% de las reservas de divisas mundiales. China es el más grande acumulador, con alrededor de 2,4
billones de dólares, lo suficiente como para comprar dos terceras partes de todas las empresas que
cotizan en NASDAQ. (…)
En el periodo 2000-2007 sus economías crecieron por encima del 3% anual, una cifra bastante alta
comparada con el ritmo que llevan los países occidentales. Destaca sobre todos los demás el caso de
China, que creció a una media del 10,2% en ese mismo periodo.
Además, se muestran el porcentaje de producción mundial que estos cuatro países tienen en tres
actividades principales: manufacturas, servicios y agricultura. Por ejemplo entre los cuatro BRIC
producen el 43,1% de los productos agrícolas del mundo. China, por su parte, produce más del 10%
de los productos manufactureros del planeta.
Otro dato interesante es el porcentaje de exportaciones. Si resulta asombroso que China produzca el
10,4% de los productos manufactureros, lo es aún más el hecho de que exporte casi el 9% de todas
las manufacturas que se exportan en el mundo. De la misma forma, Brasil exporta el 4,6% de todos
los productos agrícolas que se exportan en el mundo.
Son solo algunos datos que demuestran el poder que estos cuatro países tienen en la economía
global del S.XXI.
Goldman Sachs predice que China e India serán los proveedores globales dominantes de tecnología
y de servicios, mientras que el Brasil y Rusia llegarán a ser semejantemente dominantes como
proveedores de materias primas. Se presume así que el paso siguiente será la cooperación dentro del
BRIC, puesto que Brasil y Rusia juntos constituyen los mayores surtidores de materiales y
alimentos del mundo actual.
La contienda: BRIC vs. G7
Durante todo el siglo XX los países del G7 controlaron la economía y la política a nivel mundial.
Eran los líderes de Occidente y, por lo tanto, del mundo entero. Los países del G7 son Alemania,
Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. Desde 1998, cuando se introdujo a
Rusia, se conoce como G7 + Rusia o directamente G8. Pero para nuestro análisis consideraremos a
Rusia únicamente como BRIC, y no como país desarrollado occidental.
Ahora los líderes tradicionales se están viendo amenazados por el crecimiento de los países
recientemente industrializados (NIC), en especial por los BRIC, además de por los denominados N11 (de los que hablaremos más adelante).
Los BRIC suponen algo más del 40% de la población mundial, alrededor del 25% de la superficie
terrestre del mundo y el 20% del PIB mundial. Además, entre los cuatro países controlan el 43% de
las reservas mundiales de divisas, y su participación sigue en aumento.
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En 2012, los cuatro países BRIC tuvieron un PIB nominal combinado de más de US$ 13
billones. Los BRIC podrían llegar a ser tan grandes como el G7 en el año 2032, unos siete años
antes de lo que originalmente se creía posible, según los análisis de Goldman Sachs.
Los cuatro BRIC han llevado a cabo procesos de liberalización comercial significativos en las dos
últimas décadas, lo que sin duda ha favorecido su integración en la economía internacional y su
mayor participación en el comercio mundial. La liberalización se ha basado fundamentalmente en
reducciones arancelarias y se ha producido con distinta intensidad en el tiempo según los países, y
en determinados momentos incluso se han producido retrocesos. Actualmente, China es el país con
el régimen arancelario más abierto de los cuatro BRIC y la India el más cerrado. Por lo tanto, a
pesar de las fuertes reducciones arancelarias de los últimos veinte años, existe aún un amplio
margen de liberalización comercial en los cuatro países. (Fuente: Banco de España, 2009)
En realidad, el acceso de los BRIC a la Organización Mundial del Comercio (OMC) es
relativamente reciente, puesto que India y Brasil son miembros desde 1995 y China desde 2001.
Rusia es el único que no es miembro; además, es la mayor economía que no forma parte de la
organización.
Pero, aun estando en la OMC y aunque participan en el comercio mundial con todos los países del
planeta, lo cierto es que los países BRIC pueden sobrevivir manteniendo las relaciones comerciales
entre ellos mismos. Simplemente con dos proveedores de materias primas (Rusia y Brasil) y dos
consumidores y exportadores de productos electrónicos y tecnológicos (India y China), ya se dan
las características precisas para que funcionen unos flujos económicos estables.
La superpoblación de China y de la India y, por otro lado, las enormes reservas de materias primas
de Rusia y Brasil son argumentos suficientes para considerar que estos cuatro países pueden crecer
al margen del resto del mundo, únicamente cooperando y formando alianzas entre ellos.
Si el comercio y las relaciones entre los BRIC siguieran creciendo al ritmo que lo hacen
actualmente, estos cuatro países podrían formar un bloque económico de mayor estatus que el
propio G7. Es decir, el valor y el volumen de las mercancías movidas y la cantidad de dinero
transferido entre Rusia, India, China y Brasil podrían ser mayores que los flujos dados entre las
potencias tradicionales del G7. (…)
Se están creando alianzas importantes, como la cumbre Sur-Sur IBAS, que incluye a Brasil,
Sudáfrica y la India, y que supone una alianza trilateral basada en la cooperación económica y los
intercambios en las áreas de sanidad, educación, energía, investigación y defensa.
Estas alianzas que poco a poco se van formalizando aseguran a los países emergentes unos
mercados con los que mantenerse activos, a la vista de que los países occidentales hace tiempo que
dejaron de ser socios que inspiren confianza. Todos los países BRIC han visto reducido su comercio
con Estados Unidos en favor del comercio entre ellos mismos. Parece ser que esos cuatro países ya
no necesitan a los tradicionales mercados (ver La Tríada económica)
Lazos comerciales entre los BRIC
Entre 2000 y 2008 el comercio entre los BRIC aumentó 9 veces, mientras que el comercio mundial
en su conjunto apenas se duplicó (fuente: Argenpress). A continuación vamos a repasar algunas de
las parejas de baile más importantes en el escenario de las relaciones comerciales a nivel mundial.
Por ejemplo, el comercio entre China y Rusia alcanzó en 2012 su máximo histórico, llegando a unos
intercambios por valor de 90.000 millones de dólares. (Noticia aquí). En el año 2011 el comercio
entre ambos países alcanzó los 80.000 millones de dólares, y el objetivo es conseguir llegar hasta
los 200.000 millones en el año 2020. Vladimir Putin está convencido de que Rusia “debe
aprovechar el viento procedente de China para impulsar las velas de su desarrollo económico”
El comercio entre Rusia y China se basa, como ya hemos señalado, en que Rusia es uno de los
principales exportadores de materias primas y de energía. El gigante asiático, por su parte, necesita
esa energía y esas materias primas para hacer funcionar toda su estructura interna. A cambio del
gas, del carbón y del petróleo ruso, China exporta a su gran vecino todo tipo de productos
electrónicos y de alta tecnología. Entre ambos países, además, también se da un importante
comercio de armas.
En 2012 Rusia se posicionó como el noveno socio comercial más importante de China, mientras
que China es el primer socio comercial de Rusia. En esta relación de gigantes parece que China para
Rusia significa más que Rusia para China. Al parecer para el coloso asiático el comercio con el país
eslavo no constituye un asunto de primer orden todavía (Fuente: RIA Novosti).
Por otro lado, encontramos que India y Brasil también son dos importantes socios comerciales.
Además de la alianza IBAS, que asegura las relaciones por el eje Brasil-Sudáfrica-India, se ha
puesto en marcha la India-Brazil Chamber of Commerce, que apuesta por las inversiones directas
entre empresas de los dos países y por la cooperación entre los gobiernos.
El comercio entre Brasil y la India alcanzó los 10.000 millones de dólares en 2011 y, aunque está
lejos de las cifras del comercio entre China y Rusia, lo cierto es que el comercio entre Brasil y la
India crece a un ritmo anual del 35%, aun teniendo en cuenta la desaceleración económica global y
la distancia que separa a ambos países. Se espera que en 2015 los intercambios entre Brasil y la
India alcancen un valor de 15.000 millones de dólares.
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Según el Consulado de la India en el Estado de Minas Gerais, las exportaciones de Brasil hacia la
India consisten principalmente en: productos químicos orgánicos, aceite diesel, productos
farmacéuticos, productos de caucho y plástico, bienes de capital, productos eléctricos y
electrónicos, tinturas y extractos para bronceado, aceites esenciales, goma y laca, hierro y acero,
textiles, té, especias, aceites y grasas vegetales, películas de poliéster, papel, vidrio, cuero y
productos agrícolas crudos.
Pero las exportaciones de Brasil hacia la India pueden ir más allá de las materias primas y productos
agrícolas. Para el ex-presidente Lula da Silva, Brasil puede ayudar mucho a la India en materia de
infraestructuras para, por ejemplo, aprovechar fuentes de energía renovables o para reducir la
pobreza. (Noticia aquí)
En cuanto al comercio entre Brasil y China, las exportaciones brasileñas a China son en un 85%
de soja en grano, mineral de hierro y petróleo, mientras que cerca del 50% de las importaciones son
de productos electrónicos. Es decir, el comercio entre Brasil y China consiste en que el país
sudamericano provee de materias primas y alimentos al gigante asiático a cambio de recibir
tecnología y electrónica.
Cada país tiende a especializarse en aquéllas actividades que les es más fácil producir: Brasil
produce fácilmente hierro, petróleo y soja, y China produce rápidamente y con facilidad todo tipo
de productos electrónicos. Así, Brasil y China se han convertido en dos importantes socios
comerciales. En el año 2009 China se convirtió en el principal mercado de Brasil, por encima de
Estados Unidos.
En el año 2011 el comercio entre ambos países alcanzó un valor de 80.000 millones de dólares. Aun
así no todo son ventajas, puesto que Brasil se ha encontrado con el problema de que la mayor parte
de sus exportaciones se basan únicamente en tres productos: soja, hierro y petróleo. Ahora el
Gobierno se plantea la urgencia de diversificar su comercio con China.
Aunque son dos países cuyo perfil es de exportadores de materias primas, Rusia y Brasil están
convencidos de que su comercio bilateral puede ser beneficioso para ambos países.
Por ahora parece ser que el nivel de cooperación entre ambos países está siendo insatisfactorio. El
valor de los intercambios apenas llegaron a los 6.000 millones de dólares en 2011. Brasil y Rusia
quieren corregir los desequilibrios existentes (Brasil importa de Rusia muchísimo más de lo que le
exporta) y fomentar la cooperación en el terreno de altas tecnologías: la industria aeroespacial,
energía nuclear, tecnologías médicas y farmacéuticas… etc.
Vladimir Putin ha manifestado que Brasil es “un socio estratégico no sólo en Latinoamérica sino
también a escala global” y que las partes tienen “numerosos proyectos interesantes” y “muy buenas
perspectivas”. El objetivo es incrementar el comercio bilateral a 10.000 millones de dólares anuales.
Así pues, como hemos visto, los cuatro países BRIC están consolidando sus alianzas comerciales.
Todos ellos tienen capacidad de crear grandes flujos de intercambios comerciales y de inversión, si
bien es cierto que sólo China es garantía de maximizar los números y los resultados. Si los
intercambios entre Brasil y Rusia apenas llegan a los 6.000 millones de dólares, cuando el país
sudamericano comercia con China tenemos unos datos que superan los 80.000 millones. En
definitiva, China es el motor económico de los BRIC. No es de extrañar, ya que el gigante asiático
también es el motor del mundo hoy en día.
De todas formas, aun siendo 5.000 o 50.0000 millones, lo cierto es que los intercambios
comerciales entre los BRIC están aumentando continuamente. Se ha creado un mercado de
emergentes paralelo al mundo occidental que amenaza al liderazgo económico que tradicionalmente
habían tenido los países de la conocida Tríada económica (…)
Los “Next eleven”, potencias emergentes secundarias
En 2005 los analistas de Goldman Sachs volvieron a introducir un nuevo concepto que se sumaba al
de los BRIC, y que intentaba añadir una serie de países que, junto con los ladrillos, se convertirían a
lo largo del S.XXI en las economías más grandes del mundo.
Los N-11 se pueden considerar potencias emergentes de segundo orden, después de los cuatro
gigantes que ya hemos estudiado antes: Brasil, Rusia, India y China. Estas once economías
emergentes son las de Bangladesh, Egipto, Indonesia, Irán, México, Nigeria, Pakistán, Malasia,
Corea del Sur, Turquía y Vietnam.
Algunos de los criterios que Goldman Sachs tuvo en cuenta para elaborar este grupo de países
fueron la estabilidad macroeconómica, la madurez del sistema político, la apertura al comercio
exterior y a las inversiones extranjeras y la calidad del sistema educativo y sanitario.
De los once países que forman el grupo, ocho son asiáticos. Por un lado tenemos a los asiáticos más
occidentales (Turquía, Irán, Pakistán) y por otro a los países más importantes del Este (Corea,
Bangladesh, Vietnam, Malasia, Indonesia). Es muy importante la presencia del Sudeste Asiático en
la lista de los N-11. Sorprende quizás que no encontremos a Tailandia o a Filipinas entre las
economías emergentes asiáticas, teniendo en cuenta que su PIB es mayor que el de otros N-11 como
Bangladesh o Malasia..
Además de los asiáticos, entre los next eleven figuran México, Egipto y Nigeria. El caso de México
no genera duda alguna, ya que es el más grande de todos los N-11 con un PIB de algo más de 1
9
billón de dólares (1.000.000 millones). México incluso rehusa de presumir de encontrarse en el
grupo N-11 y demanda un hueco junto a los BRIC, en una nueva denominación que sería BRICM.
Por otro lado Egipto y Nigeria son los representantes del continente africano, y superan, según los
análisis de Goldman Sachs, a Sudáfrica gracias a su tendencia demográfica. Sudáfrica es un país
con una débil demografía, que no puede competir contra los más de 80 millones de egipcios o con
los 160 millones de nigerianos. Aunque Sudáfrica incluso se ve a sí misma entre los BRIC
configurando un BRICS, lo cierto es que desde los análisis de Goldman Sachs no dejan de lloverle
críticas que le alejan de su sueño. Aunque Sudáfrica es rica en materias primas, todo parece indicar
que pronto será Nigeria el primer país del continente africano. Su ritmo de crecimiento económico
en los últimos años ha sido increíble, a una media del 8,2% desde 2008. (…)
La clave: tener una gran población
Todos los países N-11 superan los 70 millones de habitantes (excepto Corea que tiene 50 millones).
Son países superpoblados y que por lo tanto tienen una gran fuerza laboral. La producción de un
país depende, además de la industrialización de las infraestructuras y de los métodos de producción,
de la capacidad productiva, que depende a su vez de la cantidad de personas que pueden ejercer las
actividades productivas. En definitiva, para crecer en términos de producción es mucho mejor tener
50 millones de habitantes que 10 millones.
Y, aunque es cierto que un país con menos población puede producir más que otro más poblado si
cuenta con infraestructuras y métodos de producción más avanzados y mejor preparados, lo que
ocurre con los países emergentes es que, además de tener grandes poblaciones, están poco a poco
adquiriendo mejores infraestructuras para aumentar la producción. Por eso se denominan países de
reciente industrialización (NICs).
Todos estos países que se consideran emergentes o NICs comparten la característica de tener unas
grandes poblaciones. Entre los next eleven suman una población total de más de 1.350 millones de
habitantes.
Indonesia, con 242 millones, y Pakistán, con 162 millones, son los dos países más poblados del
grupo N-11. Les siguen Nigeria (162 millones) y México (117 millones).
Si a los N-11 sumamos la población de los BRIC obtenemos la gigantesca cifra de 4.272 millones
de habitantes. El 61% de la población de la Tierra se encuentra en países considerados
recientemente industrializados.
Jim O’Neill, en su libro El mapa del crecimiento, considera que “las naciones más pobladas del
mundo probablemente deberían poseer las economías más importantes. Una mayor población activa
hace que una economía crezca más fácilmente, a menos que, evidentemente, sea muy improductiva
(como puede ser el caso de muchas economías en vías de desarrollo). Cuanta más gente produce,
mayor es el rendimiento. Más gente cobra sueldos y tiene ingresos, lo que supone la base para su
consumo.”
Salvo en los casos de países del Tercer Mundo, donde tener una gran población equivale a más
problemas, en general el hecho de contar con una gran demografía es positivo para el crecimiento
de un país. Aun así está claro que, además del poder de la demografía, está el poder de la
productividad. (…)
Los Cuatro Tigres Asiáticos
Cuatro economías asiáticas destacan por su espectacular crecimiento económico y sus altas tasas de
desarrollo e industrialización. Los Cuatro Tigres son Corea del Sur, Taiwán, Hong-Kong y
Singapur.
Los cuatro tigres asiáticos han logrado un avance impresionante durante las últimas décadas gracias
a las elevadas tasas de crecimiento económico. Ello les ha permitido integrarse entre las economías
más avanzadas y figurar en los primeros lugares en el ranking mundial de PIB per cápita.
En los años noventa el producto interior bruto de los cuatro países crecía a un ritmo anual del 6,2%
y ha logrado mantener una buena velocidad entre 2000 y 2010. (…)
Los cuatro tigres asiáticos tienen gran éxito económico gracias a su posición como importantes
plazas financieras, pero también por contar con numerosas instituciones educativas, privadas y
públicas, así como nacionales y extranjeras.
Otro factor de éxito es su gran capacidad exportadora. Singapur y Hong Kong ya apostaron por
internacionalizar su comercio hace años y sus puertos marítimos están entre los más importantes del
mundo.
La buena situación económica de los cuatro países tiene su fiel reflejo en un excelente balance en
materia de empleo. La tasa de desempleo alcanzó en 2011 cifras por debajo del 4%, mientras que en
Occidente los países sufren mucho más estos datos.
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SUDÁFRICA:
UNA RADIOGRAFÍA DEL HERMANO PEQUEÑO DE LOS BRICS
Por Álvaro de Simón Ballesteros. 21/10/2015. http://www.unitedexplanations.org/
Imaginemos por un momento un país que cuenta con tres capitales, once lenguas oficiales y seis
colores en su bandera. Parece algo quimérico, pero ese país existe y es la actual República de
Sudáfrica. Ya ha llovido mucho desde aquel 13 de Febrero de 1990, cuando Nelson Mandela,
“Madiba”, se dirigía a las multitudes desde el ayuntamiento de Ciudad del Cabo tan solo dos días
después de ser liberado de la prisión en la que permaneció 27 años, muchos de los cuales
transcurrieron en un régimen de total aislamiento en Robben Island.
Este acontecimiento marcaba un punto de inflexión a partir del cual se irían sucediendo los
acontecimientos de forma frenética hasta llegar al año 1994. En ese año, se desarrollaron las
primeras elecciones plenamente libres y multirraciales en la historia sudafricana, desbancando del
poder a la minoría blanca (Partido Nacional) responsable del régimen del Apartheid que cedió el
poder al Congreso Nacional Africano (ANC). El consenso y la llegada de la democracia, fueron el
resultado de largas negociones, no exentas de tensiones como las provocados por el ala más radical
del partido zulú (Inkatha), que desembocaron en una transición modélica, cuyos dos protagonistas,
Nelson Mandela y F.W. De Klerk, fueron galardonados con el premio Nobel de la Paz en 1993.
Un repaso al tortuoso camino recorrido
Es importante remontarse a este periodo histórico para comprender la Sudáfrica actual considerada
junto a China, India, Rusia y Brasil, como parte del llamado bloque de los “BRICS”. La evolución
que ha experimentado la nación austral ha estado condicionada en gran medida por las políticas del
ANC (Coalición que agrupa a las principales fuerzas de izquierda y que jugó un papel fundamental
en el activismo anti-Apartheid), que ha gobernado el país desde entonces secundada por amplias
mayorías para las cuales el color de piel sigue siendo un factor de peso.
El talante de sus líderes, desde Mandela hasta el actual presidente Jacob Zuma, ejemplifica
perfectamente el giro radical que ha dado la política sudafricana en los últimos años, poniendo en
jaque algunos de los dogmas adoptados tras el Apartheid (el presidente se ha visto salpicado por
casos de corrupción y clientelismo). Sin embargo, si algo se ha mantenido inalterado es que hablar
de Sudáfrica no es hablar de África, y es que para muchos, Sudáfrica sigue representando un oasis
de prosperidad en el continente negro.
Esta realidad paralela se manifiesta en distintos ámbitos. A nivel económico, el régimen
del Apartheid (segregación en Afrikáans), instaurado en 1948, buscó desde un primer momento un
crecimiento “separado”. En la teoría, esto implicaba la creación de varios países dentro de un
mismo territorio. Para la población negra mayoritaria (que incluía a los blacks, y en un estatus
superior a los coloured, mestizos y asiáticos), el Régimen creó zonas geográficamente separadas,
llamadas Bantustanes, donde estos convivían regulados por sus propias instituciones, centros
educativos y administración, pero sin acceso a la educación superior ni a puestos de poder.
Obviamente este crecimiento, basado en instituciones extractivas, excluía a gran parte de la
población del acceso a la riqueza, que en el caso de Sudáfrica se basaba esencialmente en la
extracción de materias primas como el oro, del cual el país africano era el primer productor. Sin
embargo, esta situación se deterioró notablemente a partir de las sanciones aplicadas a partir de las
década de los 80 que sumieron a Sudáfrica en una situación casi autárquica, de la cual no se
recuperó hasta finalizar el Apartheid.
Sudáfrica, la potencia africana
Pese a las secuelas raciales, hoy por hoy, Sudáfrica genera el 25% del PIB de África, cuenta con la
bolsa de Johannesburgo, principal mercado bursátil del continente y con muchas multinacionales
con sede en el país como centro de operaciones en el continente africano. Buena muestra de su
influencia en los mercados, es que la devaluación de su divisa, el Rand, ha influido negativamente
en los principales mercados inversores.
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Del mismo modo, son muchas las empresas sudafricanas con presencia en el exterior, como las
gigantes Eskom o De Beers en el sector minero, o el Standard Bank, con presencia en todo el
continente. A ello hay que añadirle un sofisticado sistema financiero y una industria, marcada por la
minería o el sector energético, que supone alrededor de un 30% del PIB Nacional.
No es casualidad que el gobierno sudafricano, en vistas de la inestabilidad del precio del barril de
petróleo y los problemas de abastecimiento, haya lanzado un ambicioso programa en favor de las
energías renovables (en especial la energía termo solar, biomasa y eólica) que ha permitido que
Sudáfrica se posicione como un país de referencia en este ámbito otorgando concesiones a empresas
líderes en el sector, la.
Muchos de estos indicadores dejan entrever el nivel de desarrollo del país respecto a otros estados
africanos. El país africano cuenta además con una economía altamente diversificada donde el
turismo o el sector agrícola tienen también un peso relevante, reduciendo su dependencia de las
materias primas. Por último, la presencia de amplias conexiones tanto por vía marítima (puerto de
Durban) como por vía aérea (aeropuerto de Johannesburgo), sitúan a Sudáfrica como un actor
protagonista en la globalización.
El frenazo del sueño sudafricano
Sin embargo, no son pocos los problemas que acechan a la “nación arcoíris” y son varios los
analistas que cuestionan su pertenencia al bloque de los BRICS por distintos motivos. El primero y
más evidente es su escaso peso demográfico respecto a las grandes potencias del continente. Si ya
resulta evidente su escasa población respecto al resto de los BRICS, apenas 50 millones de
habitantes, esta diferencia resulta incluso más llamativa respecto a países como Nigeria,
considerado ya por muchos como primera potencia africana.
Sudáfrica asumió, ya bajo el Apartheid, los patrones demográficos de una nación desarrollada, con
una baja natalidad y un envejecimiento creciente de la población. Esto, unido al altísimo riesgo de
contraer SIDA, ha reducido notablemente el crecimiento de su población. Frente a ello, Nigeria ha
triplicado su población en los últimos 50 años convirtiendo a Lagos, su capital económica, en la
principal metrópoli africana con más de 15 millones de habitantes. Esta tendencia no hará más que
aumentar en las próximas décadas reduciendo el peso demográfico sudafricano.
Otro de los problemas que se le achaca al país es su escaso peso diplomático. A diferencia del resto
de los BRICS, convertidos todos ellos en líderes regionales, Sudáfrica no ha sabido labrarse una
imagen sólida de cara al exterior. Convertida en bastión del capitalismo en plena guerra fría, su
imagen cambió radicalmente con la llegada de la democracia. En este sentido, Sudáfrica suponía un
espejo en el que mirarse en materia de derecho humanos con una constitución de las más
vanguardistas que amparaba a todas las razas, religiones e incluso protegía las distintas
orientaciones sexuales.
Sin embargo, esta declaración de intenciones no se ha reflejado plenamente en su actuación en el
exterior. En particular, destaca su posicionamiento algo ambiguo respecto al vecino Zimbabue y los
abusos de su dictador Robert Mugabe o respecto a dictadores como Al Bashir en Sudan. Esta
ambivalencia, ha minado en cierto modo la imagen de Sudáfrica de cara al exterior, situando su
política entre el idealismo y la Realpolitik.
Por último, su principal problema reside en su incapacidad manifiesta para reducir sus
desigualdades internas y su estancamiento frente a las pujantes economías africanas. Si bien
Sudáfrica cuenta con uno de los PIB per cápita más altos del continente, las previsiones de
crecimiento no son muy halagüeñas. Desde la instauración de la democracia, el gobierno ha
buscado establecer políticas de discriminación positiva, mediante el llamado Black Economic
Empowerment, para otorgar a la población negra un peso económico más proporcional. Dichas
medidas pasaban por establecer un porcentaje mínimo de población negra en los Consejos de
Administración de las empresas, garantizar el acceso a la educación y a la sanidad, etc. A día de
hoy, si bien existe una creciente burguesía empresarial negra, los puestos de poder siguen en manos
de la minoría blanca que se queja de un cierto racismo “a la inversa”.
Por el lado del mercado laboral, el desempleo sigue siendo altísimo especialmente entre los más
jóvenes y el gran poder de los sindicatos dificulta cualquier tipo de reforma. Es reseñable indicar
además, que pese a no estar en los focos, Sudáfrica es uno de principales receptores de refugiados
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del mundo, fundamentalmente procedentes de países fronterizos. Esto ha avivado tensiones
raciales y la inseguridad debido a la entrada masiva de inmigrantes indocumentados en regiones
azotadas por la pobreza. Todo ello ha convertido a Sudáfrica en uno de los países más violentos del
Mundo especialmente debido a la violencia en las Townships, antiguos guetos de la población
negra.
En conclusión, resulta evidente que, remitiéndose a estándares económicos, la nación arcoíris ha
ocupado una posición de privilegio durante muchos años y hoy encuentra amenazada esa posición
por potencias como Nigeria o Egipto. Sin embargo, no todo es la economía, y los factores sociales o
culturales hacen que Sudáfrica, referente de democracia multirracial, se tambalee y presente un
escenario algo sombrío que se irá despejando en los próximos años. Para ello, serán necesarias
reformas estructurales que sitúen al país en el lugar que le corresponde.
El nuevo orden mundial (porque a la UE solo le queda año y medio de vida)
Por Esteban Hernandez. 26.01.2017. En http://blogs.elconfidencial.com/
El mapa geopolítico está reconfigurándose y las perspectivas no son buenas para Europa. La
elección de Donald Trump va mucho más allá de la simple intención de que los estadounidenses
recuperen sus fábricas u obtengan mejores condiciones en los tratados de libre comercio. No es solo
proteccionismo, sino parte de un cambio que puede ser radical.
Un elemento esencial tiene que ver con el nuevo papel de EEUU en el mundo. Es la gran potencia
militar mundial, la que concentra las mayores y más importantes empresas financieras, las que
tienen un peso decisivo en la energía, y las que están desarrollando las innovaciones más atrevidas
en el entorno productivo. Las empresas fabriles estadounidenses, por importantes que resulten, ya
no son, a causa de la competencia, tan decisivas como en el pasado. En contrapartida, muchas de las
firmas norteamericanas ligadas a Silicon Valley, desde Amazon hasta Facebook, están
convirtiéndose en los actores dominantes en el nuevo contexto económico, y algunas otras, como
Uber o Airbnb, amenazan con hacerlo. La mayoría de ellas utilizan un modelo que les permite
absorber sectores ya existentes, que tenían su propia ecología, concentrarlos y reconvertirlos al
servicio de una empresa mediadora (desde las librerías y tiendas de discos o de informática hasta los
taxis o los hoteles) que recoge casi todos los réditos. Eso supondrá, si la fórmula termina siendo
exitosa, que el dominio económico de EEUU se va a potenciar de una nueva manera, más intensa
que en el pasado.
Otra manera de extender la influencia estadounidense tiene que ver con el mapa político que está
dibujándose, con quiénes van a ser sus aliados y cuál va a ser el grado de vinculación. Es evidente
que Trump respaldará a Israel en Oriente Medio, que buscará otro tipo de relación, más cercana,
con Rusia y que tratará de rebajar el papel de China. Mientras las élites occidentales han
reaccionado a la presidencia de Trump asegurando que hay que ser prudentes, que hay personas de
mucha experiencia y de gran conocimiento en su gabinete, y que probablemente tomará medidas
económicamente inteligentes, las chinas han sido más beligerantes: el presidente fue el
conferenciante estrella en Davos, donde defendió con uñas y dientes ese libre comercio que les ha
convertido en ricos, y Jack Ma, el CEO de Alibaba, ha declarado que si a los trabajadores
norteamericanos les va mal, es por culpa de su Gobierno, que se gasta el dinero en presupuesto
militar.
Un clarísimo perdedor
En esa recomposición hay un pequeño perdedor, como es Japón, su tradicional aliado asiático, y un
clarísimo perdedor, la Unión Europea. El Brexit es el primer paso hacia el declive de una Unión que
Trump entiende que está supeditada a Alemania y que pretende debilitar. El que se espera sea el
próximo embajador ante la UE, Ted Malloch, ha declarado que al euro le queda año y medio de
vida; que 2017 será el de la celebración de elecciones decisivas, en el que los europeos van a decidir
de modo democrático si quieren seguir o no en la UE, y que el final del camino resultará inevitable.
Por supuesto, que la moneda común desaparezca y la UE se rompa no será ningún problema para
los países que se marchen porque ahí estará EEUU para respaldarles. Dicen que Trump está contra
el libre comercio, pero quizás esté solo en contra de ese libre comercio que beneficia a países
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distintos del suyo. La apuesta ha quedado clara con el Reino Unido, al que ha ofrecido un tratado
bilateral por la vía exprés si fuese necesario, y ese será el camino que utilice para reafirmar la
posición de su país.
La fórmula para salir de la UE
El problema es que en esta recomposición del mapa europeo, es muy probable que se produzca.
Como bien señalan Malloch y Trump, son fruto de tensiones internas, de una población que
encuentra muchos motivos para la insatisfacción en esta aventura europea, y que ha ido acumulando
descontento que ha dirigido, con bastante lógica, hacia los burócratas de Bruselas y hacia ese Banco
Central Europeo que tan poco ha pensado en ellos. La mezcla de populismo de derechas, sectores
empobrecidos y desconfianza en las instituciones es un desafío enormemente serio para la Unión, y
posee bastantes bazas, no ya para generar dudas sino para salir triunfante. Trump lo sabe, porque
esa es la fórmula que le ha llevado al poder y porque sus aliados han logrado sacar al Reino Unido
de Europa, y por tanto confía en que esos escenarios ofrezcan los mismos frutos.
Para Europa, la actitud hostil estadounidense es un problema, pero haría mucho menos daño si el
magnate no tuviera razón en el argumento de fondo: Europa está dividida, producto de las políticas
de Bruselas y del BCE, que han empeorado el nivel de vida de buena parte de su población. Lo
lógico hubiera sido, frente a este descontento, generar una respuesta a la altura del desafío. Pero no
se hizo: se prefirió seguir unos dictados que beneficiaban a Alemania, y de paso a los inversores
financieros, y que perjudicaban a pequeñas empresas y asalariados, urbanos y rurales.
El enemigo a las puertas
El último Foro de Davos fue una demostración más de esta particular ceguera, y ni siquiera ahora
que el enemigo está a las puertas han amagado con poner en marcha otro tipo de políticas. Eso es
arrojar Europa a los brazos de Trump y renunciar al legado europeo, ese que se asentó en el Estado
de bienestar. Pero al mismo tiempo es echar al pozo de la historia todo aquello que Europa debería
significar, desde el legado de la Ilustración hasta la defensa de los derechos humanos pasando por la
idea de una sociedad donde la desigualdad no sea el núcleo estructural.
A la UE le pasa igual que al periodismo. Es cierto que los medios son cada vez más partidistas,
ofrecen peor información y están políticamente mucho más controlados: les importan más los suyos
que la realidad, de modo que cuando alguien como Trump les critica, encuentra muchas simpatías
entre los ciudadanos. Pero lo que Trump pretende no es reformar los medios para que hagan mejor
su trabajo, ese de confrontar al poder con los hechos, sino simplemente eliminar su mediación: así
no habrá nadie que pueda difundir una realidad diferente de la que a él le agrada. Este es también el
caso de la UE. Su expresión actual es deficiente, torpe y en ocasiones repelente, pero sus enemigos
no tratan de mejorarla: quieren eliminar la modernidad social, material y redistributiva en la que en
un momento llegó a basarse, y todas las ideas racionales, aplicadas o no, que la inspiraron. Es la
hora de los presidentes carismáticos (y mejor si son millonarios) a los que expertos, especialistas,
intelectuales y periodistas les sobran. Acabar con esta UE puede ser una buena idea para mucha
gente, lo cual es lógico, pero quienes van tras ella son bastante peores. En fin, quizá las élites
europeas, algunas de las cuales van a salir muy dañadas de este proceso, comiencen a darse cuenta
antes de que las exilien en el Caribe.
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Xi Jinping y Donald Trump pelean por el sentido de la globalización
Por Martin Wolf. 30 /01/2017. En http://www.cronista.com/
Xi Jinping, el presidente de China, pronunció un discurso sobre globalización en el Foro Económico
Mundial propio de un mandatario estadounidense. En su asunción, Donald Trump hizo comentarios
sobre el comercio que nunca se hubieran esperado de un presidente norteamericano. El contraste es
asombroso.
Xi Jinping reconoció que la globalización no estaba exenta de dificultades. Pero argumentó:
"culpar a la globalización económica de los problemas del mundo no condice con la realidad". Más
bien, "la globalización impulsa el crecimiento mundial y facilita el movimiento de bienes y de
capital, los avances en la ciencia, la tecnología y la civilización, y las interacciones entre los
pueblos". Su visión coincide con la del último mandatario norteamericano. En 2000, el presidente
Bill Clinton afirmó: "tenemos que reafirmar inequívocamente que los mercados abiertos y el
comercio basado en normas son el mejor motor que conocemos para elevar los estándares de vida,
para reducir la destrucción del medio ambiente y para construir una prosperidad compartida".
Trump rechaza esta visión: "Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos de otros países que
fabrican nuestros productos, roban nuestras empresas y destruyen nuestros empleos. La protección
conducirá a una gran prosperidad y fortaleza". Además: "Seguiremos dos reglas sencillas: comprar
estadounidense y contratar estadounidense".
Esto no es simple cotorreo. Trump ya ha cancelado la participación del país en el Acuerdo de
Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) negociado bajo su predecesor. Anunció su
intención de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta). Además, hizo
amenazas muy punitivas contra México (fijar un arancel de 35%) y contra China (fijar un arancel de
45%). Detrás de esto está lo que Peter Navarro, el asesor de política comercial de Trump, y Wilbur
Ross, su propuesto secretario de Comercio, llaman la "Doctrina Comercial Trump": que "cualquier
acuerdo debe aumentar la tasa de crecimiento de la economía, reducir el déficit comercial y
fortalecer la base industrial estadounidense".(…)
Más allá de esto existen significativas consecuencias geopolíticas. Atacar a México acabará con tres
décadas de reformas, probablemente entregándole el poder a un populista de izquierda. Atacar a
China puede envenenar durante décadas una relación esencial. Abandonar el TPP puede entregarle a
China muchos de los aliados asiáticos de EE.UU. Ignorar las normas de la Organización Mundial
del Comercio (OMC) podría destruir la institución que brinda estabilidad al lado real de la
economía mundial.
La retórica de "EE.UU. primero" suena como una declaración de guerra económica. Norteamérica
es inmensamente poderoso. Pero ni siquiera puede estar seguro de que obtendrá los resultados que
desea. En lugar de ello, puede que simplemente se declare como un "Estado canalla".
Una vez que un líder hegemónico ataca el sistema que creó, sólo dos resultados parecen probables:
el colapso del sistema o la recreación del sistema alrededor de un nuevo líder hegemónico. La
China de Xi Jinping no puede reemplazar a EE.UU.: eso requeriría la cooperación de los europeos y
de otras potencias asiáticas. El resultado más probable es una batalla campal de políticas
comerciales. La visión de Xi Jinping es la correcta. Pero sin el apoyo de Trump, puede que ahora
sea impracticable. Eso no beneficiaría a nadie, incluyendo a EE.UU.