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LITERATURA ESPAÑOLA I:
Material preparado y proporcionado por la Dra. Pedicone de Parellada a los alumnos de
Literatura Española I, correspondiente al Tema Nº 1 del Programa Analítico de la
materia: Del Medioevo a los albores del Renacimiento.
(Este panorama introductorio, debe ir acompañado por la lectura obligatoria de las
siguientes obras: La Celestina, la Danza Macabra y las Coplas a la muerte de su padre
de Manrique. Asimismo se sugieren textos medievales como lecturas complementarias)
La Edad Media
La unidad de la Edad Media como periodo histórico es artificial. La división tradicional
sigue imponiéndose hoy y se concibe el inicio de la EM en el año 476 y su final en
1492.
El año 476 se vincula a un episodio: los hérulos (descendientes de los escandinavos)
deponen al emperador romano Rómulo Augusto .Y con esto sucede en el siglo V la
descomposición del Imperio Romano de Occidente, por la invasión de los pueblos
bárbaros. Pasemos a 1492, que abre el Renacimiento. Colón descubre América, pero
converge también en esta fecha el que la España cristiana toma Granada, el último
reducto musulmán del Al Andaluz -que ocupó por siete siglos una extensa área desde el
centro al sur de España- y con esto concluye la llamada Reconquista de los españoles
cristianos a los territorios ocupados por los árabes.
Pero se trata de simples episodios que se toman por referencia, porque a la hora de
enseñar la historia, las taxonomías, aunque resultan demasiado esquemáticas, funcionan
operativamente. Mejor sería barajar la dicotomía continuidades /rupturas, porque como
señala el historiador Jacques Le Goff, ¿acaso sabía el hombre europeo que se iba a
costar el 31 de diciembre de 1492 siendo un hombre medieval y se iba a levantar el 1
de enero de 1493
en la mañana del Renacimiento?.Esto hace suponer que toda
periodización es artificial, pero finalmente necesaria para demarcar mojones en la
historia de la cultura. La enseñanza escolar y universitaria precisa fechas, marcos,
puntos de referencia. Todo período se construye artificialmente. A nosotros mismos
nada nos indica que estemos saliendo de una época y entrando en otra, y quizá futuras
generaciones tomen la bisagra del siglo XX y XXI como un punto de inflexión para
marcar nuevas periodizaciones…
Lo que ocurre es que detrás de las fechas, aparecen una serie de cambios que marcan
evoluciones. Cuando un determinado número de cambios afecta a ámbitos tan distintos
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como la economía, las costumbres, la política o las ciencias, y estos cambios terminan
interactuando entre sí, entonces afectan al sistema o mejor al “polisistema”.
Y esto justifica la tripartición de una Alta, Plena y Baja EM. En realidad la EM se
divide en tres períodos culturales completamente independientes: 1-el del feudalismo,
de economía natural de la Alta Edad Media 2-el de la caballería cortesana, de la Plena
Edad Media,y 3-el de la burguesía ciudadana, de la Baja Edad Media. Y estos cortes
internos entre sí pueden ser en todo caso -señala Hauser – tan profundos como los que
establece la EM y el Renacimiento, por ejemplo.
Sin embargo, estos calificativos connotan también equívocos, como pensar que lo “alto”
es lo antiguo y venerable, y lo “bajo” lo más reciente e imperfecto. En este sentido,
habría que decir que en la larga edad medieval, la cultura no decae, aunque muestre
direcciones diferentes. La denominación de Edad Media surge en el siglo XV con los
Humanistas italianos. La “edad del medio” - el medio entre la antigüedad greco-latina
que ellos veneran y a la cual tratan de volver, y la modernidad de la que se sienten
parte- acarreó la idea de que esa edad del medio fuera la edad de las tinieblas, de lo
oscuro, frente a la luminosidad de la antigüedad y del mundo que ellos sienten
protagonizar, también luminoso. Obviamente los humanistas, precursores del
Renacimiento, sentían que la civilización entraba en pleno progreso y saber con ellos.
¿Cómo justificamos la tripartición de la Edad Media?
1-La etapa de la Alta EM se corresponde con el surgimiento y auge del feudalismo.
Cronológicamente se trata de un largo proceso que tiene su auge en el siglo XI. Este
comienzo de la EM se basa en la tierra. Y sobre este ruralismo se articula todo el
entramado social. En la Alta EM, como no existían ni el dinero ni el tráfico, la
propiedad territorial era la única forma de riqueza y por lo tanto la única fuente de renta.
Así, la economía se vuelve completamente agraria; la vida totalmente rústica. La
sociedad urbana, el comercio y el tráfico son fenómenos que aparecerán más tarde: por
el momento lo que existe son cortes feudales, con carácter regional .Se trata de muchas
casas de campesinos y artesanos que forman el “pueblo” y que se erigen alrededor de un
centro que es la iglesia local, o de un castillo de un señor poderoso. En torno a estos dos
tipos de centros se reúnen hombres, animales, cosechas, herramientas y como siempre
existe la posibilidad de una invasión , estos poblados se fortifican y fortifican a su vez el
castillo del señor ( o la misma iglesia, como lo muestra Salzburgo en Austria: iglesia y
fortaleza real a la vez, amurallada, que preside desde lo alto toda la ciudad como se ve
hoy).Por esto se habla del fenómeno de “encastillamiento” o “encelulamiento”.Como se
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puede apreciar, tanto la aristocracia secular como el clero favorecieron la aparición del
fenómeno del feudalismo, transformándose ambos en una clase señorial .Los
monasterios, situados en medio de extensas propiedades, con muros macizos,
construidos como baluartes, eran también moradas señoriales tan inabordables como los
burgos y castillos de príncipes y barones [mostrar imágenes]. Esto sucedía porque
existía un vacío de poder: el rey no tiene más poder que el que le corresponde a sus
propiedades privadas (en todo caso, es considerado un señor más), es un punto abstracto
en la cúspide social. Hace la guerra pero no gobierna; gobiernan los señores territoriales
y de manera independiente (cada uno dentro de su feudo) y no basan su poder como
procedente de un soberano como fuente de derecho, sino más bien con un poder
efectivo, directo y personal. Con esto, aparece una casta dominante con un influjo
inusual, que reclama para sí todas las prerrogativas del gobierno, todo el aparto
administrativo, todos los puestos importantes del ejército, todos los cargos superiores en
la jerarquía eclesiástica. Y retomando el concepto de polisistema, este principio de
“dominium” o autoridad, se veía refrendado en la concepción metafísica-religiosa, por
la cual se entendía que el cosmos terrenal debe equipararse al celestial y por lo tanto el
señor es una réplica del poder de Dios.
La palabra “feudo” es de origen germánica, y no significa tierra, sino arraiga en la jerga
jurídica y alude a un “contrato”: el don o contradon que intercambian las partes al
concluir un conflicto. Desde luego, como estamos en una sociedad netamente rural, la
tierra pasa a ser siempre este contradon o beneficio. Se trata entonces de una donación
ocasional (al comienzo) de propiedades pertenecientes a los dominios reales como pago
por servicios prestados (por servicio militar, por servicio administrativo), que genera un
“señor”.Pero así surge una cadena de señores con mayor o menor poderío, porque estos
a su vez ceden territorios a otros que se transforman en señores [En el poema del Cid se
ven estas gradaciones: el Cid es vasallo del rey Alfonso VI, pero también el Cid es
señor de sus propias huestes, de sus hombres, de sus vasallos]. Y lo nuevo
verdaderamente no es la donación de tierras a cambio de servicios (que ya existía antes
del siglo IX), sino la relación de “vasallaje” que surge con los favorecidos: esta relación
contractual implica una “alianza de lealtad”: genera un sistema de mutuos servicios y
obligaciones, un principio de recíproca fidelidad y lealtad personal, que sustituye a la
antigua subordinación. Y el feudo, que al comienzo era sólo un usufructo concedido por
tiempo limitado, se convierte en hereditario en el curso del siglo IX, y con esto se va
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forjando una clase de señores que basa su poder fundamentalmente en la tierra heredada
(enfeudación hereditaria).
La unidad económica y social, sobre cuya base se organiza todo ahora, es la corte feudal
(sea de carácter secular o religiosa). Como no existe el dinero ni los medios de tráfico,
no hay ni ciudades ni mercados. La gente se ve forzada a renunciar a productos ajenos
como a la venta de los propios. Así se desarrolla una situación en la que no existe
ningún estímulo para producir bienes que excedan las propias necesidades, por esto se
habla de una “economía doméstica cerrada”, de una economía “natural”, donde no
existe ni el dinero ni el cambio. Esto trae aparejado un fenómeno espiritual y cultural: la
falta de todo estímulo para la producción hace que lo que se produce se haga dentro de
métodos tradicionales, sin preocuparse de inventos técnicos ni de innovaciones en la
organización. No existe por lo tanto el afán de lucro ni el sentido del ahorro, ni el
cálculo ni la especulación. A esta economía se corresponde, como se deduce, un
estatismo e inmovilidad en las barreras sociales. Los estamentos están ordenados por
Dios, no existe la posibilidad de ascenso de una clase a otra y todo intento de trasponer
la barrera social es la vulneración de un principio divino.
Y en el campo de la cultura, sólo florece lo vinculado a lo religioso. Podemos hablar de
una “clericalización” de la cultura: brillante arquitectura sagrada (el llamado arte
“románico” de este período se manifiesta con formas pesadas, paredes anchas, que
hablan de un encerrado espíritu de casta y de iglesias construidas para Dios con grandes
donaciones de los fieles), florecimiento de la filosofía escolástica (Aristóteles
interpretado por los padres de la Iglesia) y una tendencia “figurativa” o alegórica que
remite y recuerda el sentido alegórico de las palabra de los evangelios.
Sin embargo, esta tendencia a la clericalización, no es privativa de la Alta EM pues
aparece como una constante en el largo periodo medieval: la fundamentación metafísica
de la imagen del mundo: el carácter profundamente religioso y espiritual de una
sociedad completamente cristiana en sus sentimientos y el predominio espiritual del
clero. Aún cuando se puedan visualizar momentos de menor o mayor presencia de la
Iglesia. Aún en obras como la del Cid –en donde el valor es propagandístico y
netamente terrenal- se advierte un sentido trascendentalista , ya que la invocación a la
Virgen y las misas en su honra, son permanentes en la persona del héroe. Además,
resulta elocuente que ante un conflicto tan humano como el del Cid y el rey, en donde
nadie puede vulnerar la orden de este último de no ayudar al Campeador, sea el
monasterio de Cardeña y su obispo Jerónimo el único que pueda desoír el mandato del
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rey y dar albergue a la esposa del cid Doña Jimena y sus dos hijas, doña Elvira y doña
Sol. Y ya ubicados en la Baja Edad Media, El Libro de Buen Amor, de Juan Ruiz,
arcipreste de Hita, se debate todavía entre la parodia y escarnios religiosos y los loores y
alabanzas a María.
Esta concepción metafísico-religiosa consistía en considerar que todo lo terrenal estaba
relacionado con el más allá; todo lo humano estaba referido a lo divino. Por supuesto
que esto acarrea para la Iglesia una teocracia jerárquica, donde ella se ubica el cúspide
de la pirámide social, como lo es Dios con respecto a la creación.
Y lo religioso no es independiente de otros ámbitos en el polisitema. Veamos cómo el
sentimiento cristiano cambia la función del “arte”.Para la antigüedad clásica, la obra de
arte tenía todo un sentido estético; para el cristianismo este sentido era extraestético.
Para el pensamiento de la EM no existen, en relación con la religión, ni un arte existente
por sí mismo, despreocupado de la fe, ni una ciencia autónoma. El arte, por lo que se
refiere a su efecto de difusión, es incluso el más valioso instrumento de la obra
educativa de la Iglesia. La finalidad de la educación moral es el rasgo más típico de la
concepción cristiana del arte. Es cierto que griegos y romanos veían en el arte también
un medio de propaganda, pero no le daban un valor didáctico puro.
En este sentido, los caminos de la antiguedad y la EM eran desde el principio, muy
diferentes. Con la EM, el arte tiende a emanciparse de la realidad, para ser más
“trascendental” y espiritual. Abandona la representación imitativa de la realidad y para
lograr este efecto, reduce la profundidad espacial, realiza un dibujo plano con
frontalidad de las figuras y con esto la forma se vuelve más rígida, más desvitalizada,
pero tiende a la “esencialidad”: muere el hombre vivo y carnal de la antigüedad para
dar lugar al hombre espiritual. Y sólo cuando la Iglesia llega a ser plenamente soberana,
se crea un estilo artístico, que nada tiene que ver con la antigüedad , que es el Arte
Bizantino (recibe este nombre por que se lo importa desde Bizancio, la capital del
imperio oriental, que no había visto destruida su cultura con la invasión de los bárbaros,
como le ocurrió a Occidente).Así, en el arte bizantino, Cristo es representado como un
rey, la virgen como una reina; ambos van vestidos de preciosos hábitos reales y
aparecen sobre sus tronos, distantes. La larga comitiva de los santos y los apóstoles se
aproxima a ellos con ritmo lento y solemne, como en una comitiva de emperador y
emperatriz.. Los ángeles forman procesiones, ordenados, como los dignatarios en las
comitivas imperiales. Lo humano, casi aparece suprimido.[Ver esto en un ej de Berceo,
a diferencia de Juan Ruiz, dos siglos después donde se percibe un gran vitalismo]
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Este mismo espíritu solemne y autoritario se manifiesta en la arquitectura de la EM. La
“iglesia” cristiana se diferenció desde un principio del “templo” pagano por ser ante
todo la casa de la comunidad, no de la divinidad. De lo exterior, se vuelca a lo interior.
Pero esto no debe hacer pensar en una disposición democrática dentro del espacio
arquitectónico de la iglesia, sino todo lo contrario: si el templo pagano prestaba atención
a la fachada exterior (adentro sólo habitaba la divinidad), la iglesia cristiana da
privilegio al interior, pero marcando de forma notoria las diversas partes interiores (la
comunidad debe ocupar lugares que se diferencian del coro, del púlpito, del altar).Todo
esto bajo el común manto de la “cúpula”.
Se sabe que la EM es la del culto a las imágenes, religiosas por supuesto. Mientras el
imperio bizantino acusó dos graves crisis iconoclastas (prohibición y destrucción de la
imágenes,. por ver en ellas una suerte de idolatría), en Occidente la Iglesia fue mucho
más flexible, aunque hubo algunos períodos de prohibición de imágenes. Para la Iglesia,
la función litúrgica de las imágenes fue ser intermediarias entre el hombre y Dios. No
hay nada pagano ni idólatra en dar un rostro a Dios; se trata de un acto de devoción. A
su vez, con esto, la Iglesia cristiana se diferenciaba aún más de las religiones
“anicónicas” (Judaísmo, islamismo) al presentar a las imágenes como un instrumento de
salvación. [ver ej. de Berceo]
Relacionado al culto de la imágenes, aparece vinculado un factor político (nuevamente
la idea de polisistema), ya que la Iglesia, es decir el monacato (monjes que habitan
monasterios) quieren hacer del Monasterio un centro hegemónico de poder, para
oponerse a clases poderosas como la aristocracia que aunque cristiana, es laica. La larga
disputa que lleva la Iglesia (poder espiritual) contra el poder temporal de un señor o
príncipe, es canalizada por el acercamiento al pueblo que hace el clero a partir del culto
y devoción de las imágenes. Así, los monasterios se convierten en centros de
peregrinación a los cuales acudían las gentes con sus preguntas, sus preocupaciones y
oraciones, trayendo sus ofrendas. La máxima atracción de los monasterios eran los
íconos milagrosos. Una imagen famosa era para el monasterio que la poseía fuente
inextinguible de gloria y riqueza. Los monjes favorecían de buena gana los usos
religiosos: el culto a los santos, la veneración de las reliquias y a las imágenes, y ello no
sólo para aumentar sus ingresos, sino también la autoridad.
Las reliquias, son restos físicos –corporales- de personas reconocidas como santos o
santas. Por extensión, un objeto que haya estado en contacto con el cuerpo del santo,
constituye igualmente una reliquia (túnica, velo, etc.).La Antigüedad grecorromana sólo
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tenía apego a los objetos que pertenecían a los héroes o grandes hombres. Además, al
igual que el judaísmo, la cultura helénica consideraba una mancilla el contacto con un
cadáver. Con los cristianos, esto se invierte. El santo resucitará, figurará entre los
elegidos en el juicio final; podrá intervenir a favor de los suyos. Por lo tanto es preciso
que se mantenga inserto en la comunidad. Por eso hay que visitar su tumba como si
fuese un patrón o protector. Todos desean que se los entierre cerca de su tumba. Los
objetos del santo, sus restos, son el propio santo, que puede interceder ante Dios
obrando con un milagro y hasta conseguir indulgencias en el más allá (la idea del
purgatorio, también aparece en la EM) [Los milagros de Berceo]
[Un caso interesante es la famosa Catedral de Colonia en Alemania: semejante iglesia
gótica, bellísima, que lleva siglos construirla, se erige para albergar el Arca de oro ,
donde se dice, están los restos de los tres reyes magos] .[Otro caso, desde la ficción , es
la que recrea Federico Andahazi, en “La ciudad de los herejes”: en la Francia medieval,
un duque hace uso de su maléfica inteligencia para pergeñar un plan que le asegurará el
poder y la gloria: propone revivir el carácter milagroso del santo sudario (con una tela
apócrifa) para construir una iglesia que lo albergue y sacar provecho, pag. 168]
Entre tanta imagen de veneración, cobra gran importancia el culto a María. Se habla en
la EM de una “mariolatría”. Esto tiene que ver con la forma en que va conformando el
dogma la Iglesia, a través de las discusiones teológicas en los Concilios y de los
decretales que de ellos emanan. Así se la imagen plástica de María alcanzó su máximo
esplendor con las vírgenes bizantinas en el siglo XI; se instituyó oficialmente el rezo del
Ave María en el siglo XII; también en el XII se afirma la idea según la cual la madre del
Salvador, una vez muerta, no puede haber sufrido corrupción : sube al cielo en cuerpo y
alma lo que se conoce como la “asunción”; en el siglo XIV se debate acerca si María
nació con pecado como todos los hombres, o si Dios la había eximido para que Cristo
naciera de una inmaculada concepción (finalmente se impone lo último).El “dominium”
de María se expresa de grado supremo en la extraordinaria colección ilustrada de
miniaturas que le dedica, en el siglo XIII, Alfonso el Sabio, rey de Castilla: Cantigas de
Santa María[escuchar].
En lo que atañe a la disputa política que establece la Iglesia con los aristócratas, el
planteo lo centra la Iglesia en la frase bíblica : Dad al César lo que es del César, y a
Dios lo que es de Dios, distinguiéndose claramente el poder temporal o humano del
poder espiritual o divino. Ante esto la Iglesia defenderá la autonomía de la Iglesia o del
Papa frente a los señores feudales o príncipes; pero en el fondo lo que se quería no era
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poner a Dios sobre el Cesar sino a la Iglesia –como institución- sobre el César y con
esto subordinar al poder temporal (Esta es una disputa muy larga que inclusive la vemos
actualizada en el período de las Monarquías Absolutas del siglo XVII, por ej. el reinado
de Felipe II, el representante divino sobre la tierra)[Dar ej. de el Cid y la autonomía del
monasterio de Cardeña].Como se advierte, las consecuencias sociales, políticas y
económicas surgen de un motivo aparentemente religioso: por ejemplo al imponerse el
celibato al clero, se los priva de la participación de la guerra, se los libera de pago de
impuestos (el fisco se ve afectado), de actividades vinculadas a la agricultura (mucha
mano de obra joven queda sin ser productiva) ,etc. Privilegios que acarrean una
consecuencia en el sistema social.
El otro gran aporte que trae la hegemonía del clero en el periodo medieval tiene que ver
con la introducción en el calendario religioso (y con esto en el calendario civil y
cotidiano) de la conmemoración de los santos. Esto aparece muy vinculado a la
devoción de las reliquias e imágenes. De ahí que la EM sea el tiempo del peregrinar
permanente, hacia Roma , pero también hacia el monasterio o ermita vecina [el ej. de
Berceo que se autodescribe como un “romero” de la Virgen ; otro ej. el Camino de
Santiago, donde se supone que están los restos del Apóstol, y que hasta la fecha se
constituye en un centro de peregrinación religiosa pero también turística. También en la
poesía oral más sencilla- los villancicos- se ve la figura de la niña que sale en romería,
con intención de encontrarse con el amado].La Iglesia no para de hacer nuevos santos, y
para celebrarlos a todos, instituyó la Fiesta de Todos los Santos en el siglo IX, que aún
hoy conmemoramos. Así nación en la EM una Europa de la “conmemoración”,
básicamente fundada en las palabras que Jesús dice a los apóstoles al instituir la
eucaristía en la última cena Haced esto en conmemoración mía. El siglo XIII completó
la construcción cristiana del calendario con la institución del Corpus Christi, tan
importante para el siglo XVII, pues veremos que la España del Siglo de Oro, hace
germinar un género muy particular de teatro como es el “Auto Sacramental”,
casualmente para ser representado en esta festividad.
2- En realidad cuando se habla de Plena EM, se avanza hacia lo que será luego la Baja
EM; es decir, se trata de un periodo de transición. De esta época (a partir del siglo XII)
proceden los comienzos de la economía monetaria y mercantil y los primeros signos de
aparición de una burguesía ciudadana dedicada a la artesanía y el comercio .Aunque el
auge de todo esto caracterizará a la Baja Edad Media, ya se muestran los primeros
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síntomas.[Ya en el Cid se menciona la palabra “burgués”, a diferencia de “burgalés”
que también se usa pero que se trata del gentilicio de la ciudad de Burgos, de donde
parte el Cid para su exilio].Aunque hasta el siglo XIII no logra la burguesía ciudadana
ser considerada como una clase.
El punto de gravedad de la vida se desplaza de la campiña a la ciudad, y es a ésta donde
confluyen todos los destinos, como antes eran solamente los monasterios. Los
monasterios no pierden su peso, pero ahora compiten con las ciudades que se
transforman en el punto de encuentro y el lugar donde se pone en contacto el mundo. A
la aparición de este fenómeno contribuyó el surgimiento de dos nuevas clases
profesionales: los comerciantes y los artesanos. Si bien artesanos existían desde antes en
cada taller de artesanía de monasterio y de corte feudal; esta pequeña artesanía rústica
no constituía una producción regular y en la mayoría de los casos se ejercitaba cuando
la pequeña finca no bastaba para mantener una familia. Lo mismo con el comercio: se
trataba de un hecho más bien ocasional. Quienes producían, ocasionalmente vendían. A
partir del siglo XII, junto a estos productores y vendedores primitivos, surge una clase
de artesanos existente por sí misma, urbana, que trabaja regularmente, y también otra
clase especializada que son los comerciantes, con una tarea verdaderamente profesional.
Se trata de una “economía por encargo”, esto es, fabricación de bienes que no se
consumen dentro del ámbito en que son producidos. Si bien al comienzo el cambio de
bienes comienza siendo de forma precaria (intercambio directo), es un paso para el
estadio posterior en donde funciona como pago el dinero.
Es interesante ver cómo la arquitectura y la plástica revelan el cambio de mentalidad
que pone de manifiesto la Iglesia con respecto a la concepción del “artesano”.Para el
arte románico eclesiástico, la representación plástica del artesano fue negativa, porque
la Iglesia condenaba el trabajo como consecuencia del pecado de Adán y Eva. Luego,
cuando comienza a independizarse y ganar un salario, lo consideran un “mercenario”
porque se entendía que el trabajador se vendía a cambio de una recompensa. Sin
embargo, a fines del siglo XII y comienzos del XIII, la imposibilidad de frenar el
fenómeno artesanal, tanto en su aspecto económico como social, motivó un cambio en
la mentalidad eclesiástica, de modo que ya no se vio al trabajo como algo negativo,
despreciable y motivo de condenación, sino como una vía de salvación, pues podía ser
entendido como una penitencia y además servía para el progreso y el bien de la
comunidad cristiana. Así, el románico tardío y el primer gótico, empiezan a incluir
motivos de oficios en los relieves de sus catedrales, resultado del cambio de mentalidad
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de los pensadores eclesiásticos, quienes llegaron a justificar el valor del oficio [ej. del
relieve de la catedral de Girona: cantero trabajando con un piquete y obispo visitando la
obra].La fórmula para aludir a cualquiera de los oficios fue la representación de una
figura humana que poseía un atributo mediante el cual se la conectaba con el oficio que
se quería representar. Así, el escriba aparecía con un libro en el que escribía, el cantero
o albañil con un piquete con que trabajaba la piedra, el músico con un instrumento
musical, etc. Aún hoy, numerosas calles de pueblos y ciudades europeas aluden por sus
nombres, al tipo de concentración laboral que mostraba: la calle de los herreros, la calle
de los carniceros, la calle de los tejedores, etc.
Volvamos a la presencia cada vez más notable del dinero. Hasta entonces los metales
nobles eran atesorados casi sólo como objeto de uso: copas y bandejas de oro. El poco
dinero acuñado que existía y que estaba en posesión de la Iglesia, no circulaba y nadie
pensaba en hacerlo producir. Pero en esta etapa, a diferencia del dinero estéril de la Alta
EM, el comercio pone en movimiento el dinero: lo convierte en medio de cambio y
pago. El dinero hace mensurable , cambiable y más abstractos los valores y permite
transferibilidad y posibilidad de acumular valores (ahorro, préstamos, usura –como los
judíos del Cid, que por otro lado, muestra el marcado antisemitismo en una España
donde conviven tres etnias y tres religiones-).Despersonaliza y neutraliza la propiedad y
hace que la condición de los individuos dependa de un factor variable, lo que permite
cierta movilidad en la rígida delimitación de castas [En el Cid se ve que mientras el
gana monedas y objetos valiosos, va adquiriendo honra y retribuyendo al rey para lograr
su perdón].Como el manejo del dinero depende de aptitudes personales (inteligencia,
visón de futuro, etc), el prestigio personal deja de depender de factores de cuna y
nacimiento. La consecuencia inmediata es que el viejo sistema de vasallaje se ve
fracturado, pues los señores advierten que el trabajador libre (al que se le paga por lo
trabajado) rinde mucho más que el siervo. Lo que acarrea un atisbo de mayor libertad en
los individuos; pero sólo atisbo, pues el individualismo y con esto la libertad, sólo
aparecerán en los albores del Renacimiento, o si se quiere, en los últimos tramos de la
Baja EM.
Como consecuencia, aparecen nuevas “movilidades”: el campesino que abandona su
gleba, los artesanos que van de logia en logia (gremios), los caballeros que emprenden
cruzadas, los creyentes que realizan peregrinaciones, los comerciantes que van de
ciudad en ciudad.
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Por supuesto que el dinero permitirá la nivelación, pero traerá nuevos antagonismos
sociales y en la medida que la burguesía se vaya consolidando, deja de ser unitaria como
al comienzo, para mostrarse llena de rivalidades, según se tenga mayor o menor
cantidad de dinero.
Al surgimiento de la incipiente burguesía, se suma la aparición de otro tipo de
profesionales: el estamento de los “caballeros” o la llamada “caballería” que se vuelve
institucional, y que con el tiempo se vuelve hereditaria. Hasta antes de su
profesionalización, los que hacían la guerra eran hombres de la antigua nobleza,
adiestrados en las armas. Pero cada vez son menos los que tienen estas condiciones y no
bastan para atender las necesidades de guerras y luchas que cada vez son más
numerosas. Se entiende que a esta clase profesionalizada, entran hombres que venían de
todo tipo de estamento, muchos de ellos de origen servil. Pero con el tiempo alcanza un
estatuto nobiliario: los guerreros, por servicios prestados o que han de prestar, reciben
bienes territoriales –recordemos que la tierra sigue teniendo mucho peso- que al
comienzo administran con poca libertad, para finalmente terminar independizándose el
señor que se las dio y haciéndolas hereditarias. Pero aún en su nueva condición
nobiliaria, constituyen una nobleza de segunda fila, que sigue respetando a la alta
aristocracia que siempre tiene apetencias de llegar a la corona [ej. del Cid, infanzón,
frente a los infantes de Carrión o el conde de Barcelona). Los caballeros, a lo sumo,
pasan a servir al partido o señor enemigo si se les da una buena suma, pero no rivaliza
con la vieja aristocracia [En el Cid, se ve claramente como el Cid es un “hidalgoinfanzón” menor frente a los Condes de Carrión que escarnian a sus hijas].Con quien
rivaliza la caballería es con la burguesía, pues se siente amenazada por esta clase que
tiene una mentalidad mucho más mundana y laxa: se oponen a todo lo que sea cálculo
económico , especulación y comercio. Los caballeros se sienten mucho más
“espirituales” y eso hace que hagan florecer un nuevo ideal amoroso (el “amor cortés”)
y una lírica que lo exprese.
Así, junto a la literatura monacal, aparece la literatura caballeresca, compuesta por los
“trovadores” de las cortes, que se sintetiza por el alto valor que le da a la mujer como
objeto amado, pero a la vez inaccesible y remoto. Mientras en la poesía heroica o
“chansons de geste” el ideal es heroico y guerrero (y es poesía anónima y popular), acá
el ideal es amoroso (y es poesía aristocratizante).¿Cómo puede explicarse la aparición
de este extraño ideal amoroso, aparentemente inconciliable con el espíritu heroico de la
época?.¿Puede entenderse que un señor, un guerrero, un héroe reprima toda su
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impetuosa personalidad y mendigue ante una mujer no ya el amor, sino la posibilidad de
confesar su amor y esté dispuesto sólo a recibir como paga la retribución de una mirada,
una palabra o una sonrisa? .Porque en el amor cortés (muy erótico) el contacto físico no
constituye una aspiración: más bien el flagelo por lo inaccesible constituye la meta. Y lo
extraño de la situación aumenta cuando se piensa que en esta rigurosa E Media, el
amante confidencial expresa su inclinación amorosa, con mucha sensualidad y erotismo,
hacia una mujer casada, generalmente la esposa de un señor. La explicación a este
fenómeno, nos remite nuevamente a la idea de polisistema. Se trata de una promesa de
fidelidad y un vasallaje erótico del hombre, que expresa los conceptos jurídicos del
feudalismo. Se trata pues, de la transposición de las relaciones de vasallaje político a las
relaciones con la mujer. Eran compuestas por los trovadores que hacían hablar a un yo
lírico masculino, con quejas y requiebros eróticos. Pero pocas veces lo allí cantado se
correspondía con una realidad; más bien se trataba de una moda, de convencionalismos
literarios. Y el hecho de que el amor nunca fuera correspondido, era un elogio para la
dama, pues de los contrario hubiera caído en adulterio.[buscar ejemplos…]
La Iglesia hizo mucho esfuerzo por consolidar esta clase caballeresca, porque temía que
esta nueva clase asumiera una ideología secular. Así creó el “soldado de Dios” que
bregaba por los más débiles pero también por la cruz y desde luego lo utilizó para las
Cruzadas.
Las famosas “cruzadas” medievales, no son sino una suerte de peregrinación hacia
Tierra Santa (Jerusalén) pero con una mezcla de “fervor guerrero”.Si bien las cruzadas
se destacan como uno de los hechos más condenables de la iglesia medieval, hay que
destacar que también esa misma iglesia propició campañas de paz de forma sistemática
para tratar de negociar conflictos en los que a veces tenía intereses y en otros
permanecía ajena (disputa entre reinos o señores).Y nuevamente se entremezclan
factores diversos: en una sociedad donde prima el derecho del hijo mayor (derecho de
primogenitura) ¿qué hacer con esos hijos de caballeros privados de tierras a favor de sus
hermanos mayores?.Se les promete la recompensa de la cuna de la cristiandad (Tierra
Santa), no como un territorio que hay que conquistar, sino como tierra que hay que
“recuperar” porque ha sido usurpada. La guerra se hace “santa” (no es de conquista sino
de defensa) y detrás se argumenta el objetivo de la paz [como hoy en día se repite en
otras latitudes].Recordemos que en el año 2001, Juan Pablo II, pide perdón por las
cruzadas y la Inquisición. Así para “cristianizar la guerra” la Iglesia propicia una
metamorfosis del “miles” (guerrero, soldado romano en latín)
.Y lo transforma en
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“miles Christi”, el caballero de Cristo; el que pelea contra el infiel que es el musulmán y
que con ello tiene asegurada la salvación en el más allá. [ej. de Juan Manuel]
Es cierto que durante el siglo XIII evoluciona el caballero hacia otras esferas no
propiamente vinculadas a la guerra: se propicia la creación de Ordenes de Caballería,
con un ceremonial de investidura muy litúrgico (la parodia nos la muestra Cervantes
con el Quijote) que tienen por objetivo “amparar a los débiles”.Así aparecen en España
las órdenes de Calatrava, Montesa, Alcántara y Santiago ; ésta última la veremos
actualizada, muy después, en poetas y pintores del siglo XVII, aunque desnaturalizadas
por que la caballería ya sólo cumple un papel de gendarmería –cuidado de fronteras- o
asigna un honor a un intelectual que trabaja para la corona. El caso de Calderón y de
Velásquez.
Habría que aclarar nuevamente que la “poesía caballeresca” (de tónica amorosa) no es
lo mismo que la “poesía heroica”. Si bien el caballero podía ser protagonista de una
gesta (de hecho este género épico prospera en la época de la caballería, aunque pueda
venir de antes), se trataba de una poesía “noticiosa”, de carácter popular porque estaba
destinada a ser recitada por juglares ante el pueblo para informar sobre resultados de
conflictos bélicos locales o regionales. Pero trate de sucesos coetáneos o
acontecimientos históricos alejados pero memorables, siempre era una poesía
propagandista y el juglar era una especie de “periodista oral” , que ponía de sí no sólo su
competencia vocal, sino también su destreza mímica y de danza para ensalzar gestas
locales y rivalizar así con otros reinos. Se discute mucho sobre su génesis: si se trata de
poesía anónima y colectiva (teoría barajada por el Romanticismo) o si se trata de una
creación individual que luego se repite de boca en boca y de generación en generación
(es más probable lo último).
En España, cultura que particularmente nos interesa, se conserva un solo poema íntegro
: el Poema de Mio Cid, gesta castellana de mediados del siglo XII (1140), que recrea las
andanzas de un héroe nacional castellano Rodrigo Diaz de Vivar. No es de extrañar que
el héroe sea local de Castilla, pues la Reconquista se centraliza de manera fuerte en esta
región y Castilla muestra una capacidad de expansión de fronteras inusuales para la
época. Hay que aclarar que si bien en el poema el Cid es vasallo del rey y a su vez
cuenta con sus propios vasallos, en Castilla no arraiga tan fuertemente el feudalismo
como en otras regiones, de manera que el vasallaje se basa no tanto en la retribución de
bienes territoriales, sino de objetos materiales (espadas valiosas, vestimentas, monedas,
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honores como el casamiento de sus hijas con infantes herederos de la corona).Castilla es
un reino con características “vasallático-beneficiales” no feudales.
Decíamos que la Iglesia, con la aparición de las ciudades y con esto, de la burguesía y la
clase caballeresca, no pierde su poder. No sólo porque los monasterios siguen teniendo
su peso, sino también porque traslada su influencia al nuevo escenario que es la ciudad a
través de la fuerte presencia de las “órdenes mendicantes” que se crean en el siglo XIII:
los dominicos que se denominaban oficialmente los “predicadores”, y los franciscanos
que eran los llamados “humildes”.El número de sus “conventos” creció aparejado con la
demografía y economía de cada ciudad (incluso se establecía una jerarquía de ciudades
de acuerdo al número de conventos).Los frailes mendicantes (dominicos) eran
predicadores, por lo tanto la palabra era su instrumento principal: la palabra oral y la
palabra escrita, pues muchos sermones pronunciados, eran anotados por escrito para ser
tomados por modelos. Y acá nuevamente se impone el concepto de polisistema: para
lograr que la predicación de los sermones fuera viva y atrayente, la mezclaban con
anécdotas de la vida cotidiana, con ejemplos de la vida concreta de hombres y mujeres.
Y estas historias, hacen germinar todo un género literario medieval que se conoce como
las colecciones de “exempla”, que cada vez se alejan más del contenido religioso para
ser sólo una literatura didáctica y placentera, alentando el concepto horaciano “deleitare
et docere” [Ej exempla de Juan Manuel con el Libro del Conde Lucanor].
Y como es de suponer, el fenómeno de la urbanización, acarrea la creación de escuelas
urbanas (antes sólo existían las de los monasterios) [en Berceo el niño judío no puede
asistir a una escuela] y las primeras universidades. Con esto se manifiesta un nuevo
fenómeno social: la aparición de un proletariado intelectual. Hasta el siglo XII, la
Iglesia había atendido a todos los alumnos de las escuelas episcopales y conventuales,
pero ahora, como consecuencia de una mayor libertad del individuo y el deseo general
de mejora social, las escuelas y las universidades se llenan de jóvenes pobres, y la
Iglesia no está dispuesta a ocuparse de todos ellos. Así, quedan afuera muchos
estudiantes que no pueden terminar sus estudios y que con lo ya aprendido, salen a
hacer una vida errabunda de comediantes o de mendigos para mantenerse. Y lo hacen
con las herramientas que manejan: el latín que aprendieron de sus maestros religiosos
(recordemos que en el siglo XII ya aparecen las lenguas vernáculas o romances) y con
conocimientos de versificación. Así surge la llamada “poesía de los vagantes” o “poesía
escolar” que tiene un contenido irreverente y a veces brutal [ej. canción de escolares de
Juan Ruiz], y la “literatura goliardesca”, que surge de los propios monasterios y que se
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entiende como una poesía contestataria del clero menor, por la incontinencia y el recelo
hacia el clero mayor en términos de dinero y poder. La poesía goliardesca, debe su
nombre a un personaje imaginario al que esta cofradía reconocía como santo patrón
:Goliat, personaje holgazán, mujeriego, bebedor y jugador. Los religiosos errantes se
autodenominaban “Ordo Vagorum” (orden de los vagantes), visitaban tabernas y vivían
de la venta de sus canciones, que siempre tenían un tono paródico, es decir tomaban de
forma sacrílega los cantos sagrados de la liturgia. La Iglesia en varias oportunidades
excomulgó a esta cofradía. Un ejemplo famoso es el Carmina Burana, encontrado en un
monasterio benedictino de Beuern (Alemania), que data del siglo XI.[Comparar “Las
propiedades del dinero” de Juan Ruiz con el poema goliardesco “Inicio del Santo
Evangelio de las marcas del dinero”]
Por lo tanto, habrá que pensar que ante tanta religiosidad el hombre del medioevo
también se reía. Mijail Bajtín, en una obra que dedica al estudio de la cultura popular
(no oficial) del Renacimiento –libro excelente por cierto- opone la risa del
Renacimiento al llanto del medioevo. Desde luego esta es una postura maniqueísta para
nada valedera, por cuanto la condición de la risa le viene al hombre desde sus orígenes,
ya que la risa es la juntura del cuerpo y el alma. Ocurre que la ortodoxia oponía el
silencio de la oración a la risa satánica. Sin embargo, un estudioso de la teología como
Santo Tomás de Aquino, decía “Dios se alegra de todas las cosas, porque todas y cada
una están en armonía con su esencia”; igual actitud de San Francisco de Asís, para quien
todo en la creación es motivo de alegría, pues antes del movimiento franciscano el
hombre era sólo hermano del hombre, y después de él, el hombre es hermano de todas
las cosas En literatura, un ejemplo para tener en cuenta es el vitalismo y la risa que
impregna al Libro de Buen Amor, que aunque se corresponde a la Baja EM . muestra
que la risa no está necesariamente asociada a la parodia de lo litúrgico: al lado de la
poesía goliardesca, aparece una literatura cómica, risible, de buen humor e ingeniosa
que en nada alude a los textos sagrados: la descripción de sus serranas, el exemplum de
Don Pitas Payas pintor de Bretaña.
Creo que este texto de Juan Ruiz, del siglo XIV, nos puede servir para mostrar la
dimensión que alcanza el medioevo en la Baja EM. Además de hablar del “burgués” de
forma explícita (y no ocasional como en el Cid) cierra el libro con un cantar de ciegos
en donde versifica: “Que vuestras hijas amadas/lleguéis a ver bien casadas/con maridos
caballeros/que sean honrados y austeros/con mercaderes corteses/ y con ricos
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burgueses”.El mercader y el burgués no sólo son mencionados de forma explícita, sino
también ponderados, pues es el anhelo de todo padre al casar a su hija con ellos. La
presencia del dinero en términos de condena ya habla de una sociedad en donde prima
lo monetario. Pero interesa sobre todo, la nota de “individualismo” que impregna la
obra; un individualismo que será la nota caracterizadora del Renacimiento venidero.
Esto tiene estrecha relación con el movimiento plástico típico de la Baja EM que es el
gótico: la sensibilidad por lo individual es uno de los primeros síntomas de una nueva
dinámica. La tendencia a “hablar de cosas singulares” se advierte en las descripciones
que hace Juan Ruiz de sus serranas. Si se compara con la Alta Edad Media, se advierte
la diferencia. Es asombroso ver cómo, la concepción artística que estaba acostumbrada a
contemplar el género humano sólo en su totalidad y en su homogeneidad y a diferenciar
a los hombres entre elegidos y condenados (para Berceo un abad son todos los abades,
como un obispo son todos los obispos, etc. Igual en el Cid, Rodrigo responde al ideal
caballeresco y heroico: arrogante, generoso, leal, como todo caballero), ahora pasa a
individualizar.¿Qué ha ocurrido realmente? En esencia lo siguiente: el arte espiritualista
y figurativo-alegórico de la Alta EM que renunciaba a toda semejanza con la realidad
inmediata, ha sido desplazado por una concepción para la cual la validez de toda
expresión artística, incluso cuando se trata de los más trascendente, depende de que se
corresponda ampliamente con la realidad natural y sensible. Se trata de un
desplazamiento de la concepción filosófica del mundo, que a su vez implica otra
transformación: la inconclusión de las formas, el arte que se hace “in fieri” (que luego
retomará el barroco en el Siglo XVII).La iglesia románica (Alta EM) era un espacio
cerrado, estable, que descansa en sí mismo, con un interior relativamente amplio,
solemne, sereno, en el que la mirada del espectador puede descansar y permanecer en
pasividad absoluta. La iglesia gótica, por el contrario, se encuentra siempre en fase de
“génesis”, se hace ante nuestros ojos y representa un proceso y no un resultado. Y la
inconclusión de las formas, otorga un dinamismo que genera tensión (no pasividad) y la
sensación de la tendencia a lo infinito (agujas que no terminan de elevarse) y a la
transitoriedad de manera que nunca se llega a la meta (o que la meta está cada vez más
arriba e inaccesible…).Si se coteja la estructura cerrada de Los Milagros de Berceo con
la estructura abierta del LdeBuen Amor de Juan Ruiz, podemos tener una idea cabal de
esta diferencia: el texto de Berceo, funciona como un edificio románico: se abre con una
Introducción alegórica en donde se sugiere que cada uno de los milagros que se han de
narrar forman “microtextos” del texto todo que funciona como “macrotexto”. Así, en los
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Milagros de Berceo (siglo XII) la alegoría del romero (Berceo) que camina por un prado
– que símboliza la virginidad de María-, alude a todos los romeros (hombres) que
peregrinamos en este valle terrenal para luego llegar después de muertos al valle
celestial. Las cuatro fuentes claras que emanan del prado son los cuatro evangelios que
nos guían con su palabra; las sombras de los árboles, son los rezos de María que como
intercesora, ora por nosotros; los frutos de los árboles, sus milagros; las aves, los cantos
de los Padres de la Iglesia (San Agustín, San Gregorio,etc.); las flores, los nombres que
recibe María. Se percibe en Los Milagros de Berceo una perfecta unidad en cuanto
extensión (milagros más o menos iguales), de tono (propagandismo mariano) y con un
cierre que permite ver al texto en su circularidad: “Tú nos guías, Señora, enna derecha
vida/tú nos gana en cabo fin, buena e complida/guárdanos del mal colpe e de mala
caída/que las almas en cabo hayan buena essida-Amén”.Por el contrario el LdeBuen
Amor (siglo XIV), no sólo muestra la dispersión permanente entre el loco amor (carnal)
y el buen amor (amor a Dios) , sino que estructuralmente es fluctuante entre verso y
prosa, entre versificaciones religiosas y profanas y finalmente –muy a lo modernoinvita al lector a completar el sentido del texto (no asume el autor una autoridad literaria
taxativa), para que sea el lector en definitiva el que de forma y sentido a la obra.
Se habla del “arte burgués del gótico tardío”, porque no sólo la burguesía triunfa sino
por que la vida se aburguesa (en gustos, en adquisiciones y encargos de obras de arte, en
costumbres, etc) La burguesía de la Baja EM es un organismo social
extraordinariamente complejo, con fronteras completamente fluctuantes. La burguesía,
saturada y segura, aspira a conseguir el prestigio de la nobleza y trata de imitar las
costumbres aristocráticas; la nobleza a su vez trata de adaptarse al espíritu económico
mercantil y la ideología racionalista de la burguesía. El resultado es una amplia
nivelación de la sociedad: de un lado el ascenso de la clase media, y de otro, el descenso
de la aristocracia, incluso el odio del caballero pobre contra el rico se vuelve
implacable. La nobleza que se manifiesta ya no es feudal sino cortesana. Este fenómeno
de mixtura y rivalidad se pone en evidencia en el cuento El Halcón de Boccaccio, donde
la rica burguesa Juana se casa con Federico Alberighi, aportando ella su riqueza y el su
prestigio emblemático de halcón.
Lo más importante en este período comprendido entre el siglo XIV y XV es la
prefiguración del capitalismo, o mejor del pre-capitalismo: se aflojan los vínculos
corporativos (se diluyen los gremios y las logias que habían sido tan fuertes en la Alta
EM), lo que favorece la producción mercantil y económica por cuenta propia, guiada
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por la idea de competencia, y la producción se expande más allá de las fronteras. Se
advierte entonces, que el individualismo económico y la despersonalización de las
relaciones humanas ganan terreno en todas partes. Por lejana que parezca la palabra
“capitalismo” para ese momento, esta época está ya bajo el signo de nuevas formas
económicas y bajo el dominio de la burguesía. Si bien las costumbres caballerescas, el
gusto cortesano y las tradiciones eclesiásticas siguen siendo decisivos para el arte, es
ahora la burguesía la auténtica sustentadora de la cultura.
La singularidad en el arte de la Baja EM está en el avance hacia el “naturalismo”.El arte
figurativo y simbólico anterior pierde presencia porque la obra de arte es ante todo una
copia de la naturaleza. Así comienza el predominio de la psicología en la literatura,
opuesta al idealismo de la caballeresca y a la lírica amorosa cortesana. Este gusto por la
vigilancia psicológica es producto de la economía ciudadana y la economía mercantil: la
concentración de muchos hombres distintos en una ciudad, la riqueza y el frecuente
cambio de los tipos que se encuentra cada día, agudizan de por sí los ojos para descubrir
las peculiaridades del carácter. El incremento del comercio agudiza también la
observación de las personalidades. Las condiciones de la vida urbana y de la economía
monetaria, que arrancan al hombre de una vida estática vinculada a la costumbre y a la
tradición, lo lanzan a un mundo en que las personas y las circunstancias cambian
constantemente y explican el que el hombre se interese por su entorno más inmediato.
Todo detalle de la vida se convierte en objeto de representación. No sólo el hombre;
sino también los animales y las plantas; y no sólo la naturaleza viviente, sino también
los enseres [ el Libro de Buen Amor se detiene en instrumentos musicales diversos] , los
vestidos se convierten en objetos de validez artística [en el L de BA también se detallan
con profusión las vestimentas de las serranas].
Otro aspecto importante es que espectador y platea difuminan sus límites para
confundirse: el espectador está dentro de la escena, y la platea es a la vez escenario. El
espectador no permanece ya ajeno a la obra de arte. El marco de un cuadro se interpreta
como una ventana y así el espacio pictórico gana en profundidad y realidad (algo que se
acentuará mucho más en el Barroco). Si bien no estamos todavía ante el hallazgo de la
“perspectiva” del Renacimiento, esta nueva dirección ya marca el sentido realista de la
burguesía. Este es el momento en que la pintura se independiza de la arquitectura por
medio de la tabla, convirtiéndose así en objeto de adorno de la vivienda burguesa.
Aparece también la tendencia la “producción masiva” a través de la copia mecánica: por
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ejemplo de una estampa original se hacen múltiples ejemplares y es así como el arte
entra en el camino de ser considerada una mercancía.
El tema de la muerte adquiere en este final de EM nueva connotación. A pesar de que en
la EM las personas morían mucho más jóvenes, y que la muerte podía ser masiva
(pestes, epidemias, precariedad de la vida), la gente le tenía menos miedo a la muerte
que a su destino póstumo: se preocupaban por su salvación, que no solamente estaba
pautada por la conducta llevada a cabo a lo largo de la vida, sino que también esta
salvación estaba lacrada en el último momento. La idea de que “entre el momento en
que se tesa la cuerda y el momento en que la cuerda estrangula, siempre queda un lugar
para que se deslice Jesús” es medieval. Pero no sólo por el arrepentimiento podía
salvarse el hombre, sino también por la asistencia que podía recibir a través del
sacramento de la extrema unción: esto es, recibir el perdón “in extremis”, en el último
extremo [se lo advierte en “La Celestina”, donde la cadena de muertes se realiza en
pecado, sin arrepentimiento]
No obstante, se produce un gran cambio en el siglo XIV que se acentúa en el XV: se
impone el miedo a la muerte y pasa a segundo plano la preocupación por la salvación.
Los íconos que comienzan a circular no son ya escenas de juicio final, sino imágenes
de la muerte misma: el cadáver, el esqueleto, la cabeza de muerto. La sensibilidad se
vuelve macabra y se difunden las representaciones de las “danzas macabras” tanto en la
plástica como en la literatura, que implica a todos los “estados” en la danza
desenfrenada e irreprimible hacia la muerte.[En Juan Ruiz , el personaje del arcipreste
llora desconsoladamente por la muerte de su vieja celestina, pero todavía este texto no
contiene alusiones a lo putrefacto; en cambio en las danzas macabras europeas del siglo
XV, aparece el tópico del “putredine cadaverum”.En “La Celestina” la preocupación
por la muerte es una constante y esto le imprime al texto su carácter de tragedia]
Y otro aspecto también relacionado con la aflicción por la muerte, tiene que ver con la
aparición del género de las “estorias”, especies de crónicas que relataban la vida de los
desparecidos. Obviamente, escrita por familiares: sea porque de esta manera podían
demostrar una filiación con el muerto y así poder heredar, sea solamente porque hablar
de ancestros aristócratas o importantes confería prestigio y autoridad a los vivos.[Este
último aspecto es bastante visible en las “Coplas a la muerte de su padre” de Jorge
Manrique, en donde si bien se pude advertir un genuino sentimiento de hijo a padre,
también se observa el orgullo de clase nobiliaria. Aunque en estos versos, a diferencia
de la danza macabra, se advierte una cristiana resignación por parte de quien debe
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morir y por parte del hijo que canta y no llora; una resignación que no hace más que
reforzar la conducta cristiana de los implicados: sujeto referido, voz del autor].1
El presente material ha sido elaborado a partir de la Bibliografía citada en el Programa de “Literatura
Española I”.
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