Download Ponencia - Extension UNICEN
Document related concepts
Transcript
Algunas reflexiones sobre el vínculo con organizaciones sociales en los Proyectos Mauricio López Autores: TOUZA, Rodrigo; HERNANDO, Gilda; LUCO, Gina UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO República Argentina Abstract: La ponencia hace una reflexión de la experiencia del programa de extensión universitaria Proyectos Mauricio López especialmente en lo referido a la construcción del vínculo entre los actores universitarios y los actores sociales. La problematización de estas relaciones surge a partir del análisis de las dificultades de los equipos extensionistas en vincularse con organizaciones territoriales. De esta manera se plantea los intereses en juego en estas relaciones y los desafíos para profundizar los procesos dialógicos. Ponencia: En el presente trabajo compartimos algunas reflexiones surgidas a partir de la implementación del Programa Proyectos Mauricio López, que se ejecuta desde 2008, y actualmente es gestionado por el Área de Articulación Social e Inclusión Educativa de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Antes de empezar queremos hacer referencia a quien le da el nombre al programa, el Profesor Mauricio Amílcar López, quien fuera docente de la UNCuyo y primer Rector de la Universidad Nacional de San Luis. Además de su hondo vínculo con las causas populares, encabezó una de las más profundas reformas en una universidad argentina, promoviendo la democratización en la construcción del conocimiento. En una aciaga noche de 1977 fue secuestrado y hoy es uno de los/as miles de desaparecidos/as como consecuencia del Terrorismo de Estado impuesto por la última dictadura cívico-militar en la Argentina. El programa Proyectos Mauricio López consta de convocatorias de concurso de proyectos anuales, donde se financian propuestas de una duración de 9 meses, con un trabajo compartido con organizaciones sociales y/o instituciones públicas. Tal vez el concepto más característico de este tipo de proyectos socioeducativos es el de diálogo de saberes. Pero ¿qué entendemos por diálogo de saberes? Boaventura de Sousa Santos nos acerca a este concepto a través de la categoría “ecología de saberes”. Para el sociólogo brasileño este sería “un conjunto de prácticas que promueven una nueva convivencia activa de saberes con el supuesto de que todos ellos, incluido el saber científico, se pueden enriquecer en ese diálogo. Implica una amplia gama de acciones de valoración, tanto del conocimiento científico como de otros conocimientos prácticos considerados útiles, compartidos por investigadores, estudiantes y grupos de ciudadanos, sirve de base para la creación de comunidades epistémicas más amplias que convierten a la universidad en un espacio público de interconocimiento donde los ciudadanos y los grupos sociales pueden intervenir sin la posición exclusiva de aprendices”. Nos sentimos obligados/as a reflexionar sobre el estado de ese diálogo que promueve el programa, y a pesar de que han habido avances, aún resta mucho por hacer en ese sentido, fundamentalmente porque aún es hegemónica la concepción vinculada al saber científico como único y válido, y por extensión, a que los valores culturales, sociales y políticos que sostiene el grupo social universitario, es también legítimo frente a otros valores y prácticas de otros grupos sociales. Una pista de esto nos la pueden aportar los títulos de muchos proyectos donde abundan los conceptos “concientización”, “empoderamiento”, “sensibilización”, etc. Pero también en las actividades que se realizan en los territorios (charlas, capacitaciones, etc.) replicando el modelo áulico-bancario. En las distintas experiencias se ha tendido a interpretar este diálogo en su forma más simple: en un intercambio de conocimientos, primando los saberes de la razón práctica. Pero entendemos que la propuesta es más que eso: es un diálogo transcultural, no sólo entre diferentes saberes, sino diferentes culturas, es decir, entre universos de significado diferentes (Boaventura de Sousa Santos). Estas dificultades a la hora de entrar en diálogo, se advierten también en los actores y organizaciones con los que se pacta el trabajo en el territorio. En un análisis de las organizaciones sociales e instituciones públicas que participan de la actual convocatoria pudimos notar que de las 123 entidades, sólo el 27 por ciento son organizaciones sociales territoriales, entendiendo a éstas como las que están conformadas por los/as habitantes de las comunidades donde está asentada la organización o por sus destinatarios/as directos. Así mismo, entre todos/as los/as participantes en la última convocatoria, hay una proporción elevada de estudiantes universitarios y graduados/as de universidades públicas y privadas. Para decirlo de otra manera: buena parte de los actores sociales con los que se desarrollan los proyectos, son miembros del mismo sector social que los/as integrantes del equipo universitario. En este sentido podríamos decir que, en estos casos, se desarrolla en alguna medida un diálogo o intercambio entre sectores medios universitarios que ejercen su actividad en territorio y sectores medios universitarios que se proponen hacer lo mismo. Entendemos que una de las dificultades para desarrollar una práctica dialógica está vinculada a los problemas para identificar que en la relación de los sectores populares y los sectores medios universitarios hay intereses que movilizan o no, en favor de esta relación. Pensamos que hay que ahondar la reflexión de este aspecto, lo que nos puede ayudar a profundizar los procesos de aprendizaje dialógicos. Tal vez sea necesario discernir cuál es el interés de los/as universitarios/as en articular sus intereses con los de los sectores populares. En relación a los/as estudiantes nos atrevemos a presentar aquí una hipótesis sobre este aspecto, siguiendo un análisis realizado hace más de tres décadas por el sociólogo argentino Juan Carlos Portantiero, sobre la participación política estudiantil universitaria. Según Portantiero, los/as estudiantes que buscan ascenso social a través del conocimiento especializado, se encuentran “...con que dicho conocimiento no les puede ser brindado por las deficientes condiciones materiales en que se desarrolla el aprendizaje, y con que el ascenso social y económico se ve trabado por la feroz competencia en el mercado que desvaloriza el diploma y va desdibujando, en sus años de estudiante, la percepción positiva de su futuro papel profesional”. Por otro lado, los/as graduados universitarios al momento de llegar al mercado laboral, se encuentran con una fuerte competencia en un mercado reducido con una sobre abundante oferta, que, de encontrar trabajo, tendrá que lidiar con la diferencia entre los conocimientos adquiridos y la tarea concreta que realizará. Para competir en este mercado, entonces, el título de grado es progresivamente insuficiente. Pero esta situación de competencia en el mundo laboral de las organizaciones y movimientos sociales, al menos por el momento, no es tan necesario. Actualmente, el movimiento estudiantil organizado no tiene como eje de trabajo prioritario las prácticas sociales educativas, probablemente porque las agrupaciones, centros de estudiantes y federación universitaria participan, conscientemente o no, del rol de la universidad que señalaba Portantiero, en cuanto a que la transición académica debe ser lo más dinámica y rápida posible para poderse insertar en el mercado laboral de la mejor manera. El eje fundamental pasa por optimizar las formas educativas, no por cambiarlas. Se parte de la certeza de que la universidad tal como está cumple con su propósito de promover la movilidad social ascendente. De todas maneras, aunque las prácticas socioeducativas no son el eje fundamental de sus reivindicaciones, no deja de ser una propuesta que es valorada y apoyada, pero siempre secundariamente. Sin embargo existe un grupo de estudiantes que participa activamente de propuestas de estas características. Hemos observado al menos dos características comunes de este grupo: en general no están organizados/as en agrupaciones estudiantiles y tienen cierto distanciamiento y/o rechazo con el mundo académico. En relación a los docentes, un aspecto que hemos notado en las últimas convocatorias es la creciente participación de los/as docentes en los proyectos, y como contrapartida una menor participación estudiantil. Pensamos que esto es una expresión de los avances en la jerarquización de las prácticas socioeducativas y de extensión, que otorga puntaje para quienes van a participar en concursos académicos, pero a su vez prácticamente no genera ningún beneficio en la formalidad académica a los/as estudiantes. Y en cuanto a las organizaciones e instituciones es probable que el interés sea distinto según los actores que intervienen en cada organización. Pero podemos decir que la legitimación que implica trabajar con la Universidad es una de las más importantes. Para una ONG, Fundación, Institución educativa y organismos estatales, la articulación con la UNCUYO será una forma de legitimar a sus autoridades, como también de proveer colaboración en la realización de realizar actividades, y a veces algunos recursos. También hemos observado que algunas organizaciones que no están compuestas por universitarios/as, presentan mayor resistencia para articular con la universidad. Esto sucede, entre otras cosas, porque han tenido una o varias experiencias donde los intereses de las organizaciones no han sido tenidos en cuenta para el trabajo conjunto. Advertimos que hay en el grupo social universitario cierta dificultad en distinguir, entender y aceptar las formas organizativas no formales de los sectores populares. Pensamos que trabajar sobre estos temas será un camino interesante para profundizar los procesos dialógicos en las iniciativas socioeducativas. El programa Proyectos Mauricio López aspira, entre otros objetivos, construir espacios de articulación de intereses entre la universidad y los sectores populares, aspirando que esta relación sea una herramienta que contribuya a procesos de trasformación tanto en el propio terreno universitario, como en los espacios comunitarios. La historia nos ha mostrado la potencialidad transformadora de la unión de los/as estudiantes y docentes con los/as trabajadores/as y el pueblo. El diálogo de saberes es una herramienta para ir construyendo estos lazos. Profundizar sobre sus complejidades y desafíos es el debate que tenemos por delante. Biobliografía: DE SOUSA SANTOSLA, Boaventura Universidad en el siglo xxi. Para una reforma democrática y emancipatoria de la universidad; Cides-umsa, asdi y Plural editores, Bolivia 2007. PORTANTIERO, Juan Carlos, Estudiantes y Política en América Latina El proceso de la reforma universitaria (1918-1838), Siglo Veintiuno, México, 1978.